La docencia rebelde (2017-2019)

Los Sutebas Multicolor y el impulso hacia una organización independiente de la docencia bonaerense

Introducción

La burocracia sindical se origina, se alimenta y se desarrolla en las condiciones sociales favorables que le ofrece el capitalismo. Así como fue necesaria la abolición de la esclavitud para construir la “civilización” industrial, el obrero especializado no puede existir sin una organización que de algún modo lo represente, y el propio burgués aprovecha esa organización obrera para amortiguar el conflicto con sus explotados, para encontrar algún punto de acuerdo que le permita transitar de manera “armónica” los vaivenes de la economía capitalista. 

El origen de la organización sindical en Argentina estuvo fuertemente ligado a las luchas obreras de fines del siglo XIX y principios del XX y a la influencia de corrientes como el anarquismo y el socialismo, y, más adelante, del comunismo.  Luego de batallar por años contra estos sindicatos “rojos”, la burguesía parece encontrar en el peronismo una salida. La oferta que le hizo esta corriente al capitalismo argentino fue estatizar los sindicatos, institucionalizarlos y controlarlos. En palabras de Perón:

“Se ha dicho, señores, que soy enemigo de los capitales, y si ustedes observan lo que les acabo de decir, no encontrarán ningún defensor más decidido que yo, porque sé que la defensa de los intereses de los hombres de negocios, de los industriales, de los comerciantes, es la defensa misma del Estado (…)”

“Sin temor a equivocarnos podemos decir que hoy, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego, y desde Buenos Aires a Mendoza, se puede orientar, dirigir y conducir a las grandes masas de trabajadores argentinos y cada día que pase lo iremos haciendo en forma más perfecta. Porque diariamente, se va reforzando la disciplina sindical. Sin disciplina sindical, las masas son imposibles de manejar”.1Perón, Juan Domingo; Discurso en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, 25 de agosto de 1944. Texto incluido en el libro El pueblo quiere saber de qué se trata, Bs As, 1944 En M. Peña; ob., cit., p. 74

El 17 de octubre de 1945 la movilización obrera, que sin quebrar la legalidad ni proponerse hacerlo, en pos de defender sus conquistas irrumpe en la escena política inclinando la balanza a favor de Perón, a quien arranca del aislamiento y lo transforma en un “Bonaparte argentino”2Marx, Carlos. El 18 Brumario de Luis Bonaparte. Fundación Federico Engels, Madrid, 2003. En esta obra, el autor, utiliza el término bonapartismo para caracterizar a la Francia de 1848: un Estado relativamente autónomo respecto de las clases (o fracciones de clase) dominantes en una formación social con predominio ya consolidado del modo de producción capitalista; la “mascarada” de Luis Bonaparte es parte de la bruma política de la sociedad, así como la mercancía lo es del sistema productivo. Sobre este mismo término, en 1935 Trotsky escribía “el régimen en el cual la clase económicamente dominante, aunque cuenta con los medios necesarios para gobernar con métodos democráticos, se ve obligada a tolerar -para preservar su propiedad- la dominación incontrolada de un ‘salvador ‘coronado. Este tipo de situación se crea cuando las contradicciones de clase se vuelven particularmente agudas; el objetivo del bonapartismo es prevenir las explosiones. (…) un ‘régimen personal’ que se eleva por encima de la democracia y concilia con ambos bandos, mientras, a la vez, protege los intereses de la clase dominante.”  TROTSKY, L., “Otra vez, sobre la cuestión del bonapartismo” (pp. 153-155), Escritos de León Trotsky: 1929-1940, t. IV, Buenos Aires, 2000, p. 155.. Cabe señalar que Perón, por el resto de su vida, se dedicaría a impedir otro 17 de octubre, a evitar que los trabajadores volvieran a intervenir con sus propios métodos y con su propia movilización, no solo por reivindicaciones particulares, sino también y, sobre todo, por la conquista de su propio gobierno obrero.

A pocos meses de asumir su primer mandato presidencial, Perón -entendiendo que nada puede existir de manera independiente a la voluntad del bonapartismo- y maniobras mediante, disuelve el Partido Laborista. Al mismo tiempo, de la mano de Eva Perón, comienza el proceso de estatización de la CGT. Nacía así la “columna vertebral” del movimiento peronista, a fuerza de la imposición al frente de las organizaciones obreras de una franja de burócratas de segunda línea, organizados y alimentados por el Estado, erigiéndose como funcionarios estatales y no como la representación de las necesidades de las bases. Luego del golpe militar de 1955, a grandes rasgos, el peronismo quedaba configurado de la siguiente forma: por un lado, algunos dirigentes encarcelados o muertos y otros, la gran mayoría, acomodándose a los vientos de cambio,  profundamente dedicados a sobrevivir con sus privilegios; por el otro lado un mando militar desperdigado. Ante estas condiciones, la “Resistencia” encuentra refugio en los barrios, en las casas, en las cocinas proletarias, interviniendo en las unidades de producción como podían,3El sabotaje y la huelga sorpresiva fueron las principales herramientas de reagrupamiento obrero de la época. ya que tanto las fábricas como los sindicatos estaban intervenidos. Las luchas obreras, en el contexto de la Resistencia, generaron nuevos dirigentes que entre 1956 y 1957, ocuparon el vacío dejado por la generación proscripta, anterior a 1955. Esto se vio reflejado, en las elecciones para ocupar cargos en las comisiones gremiales internas desarrolladas en 1956, donde en la mayoría de los casos fueron elegidos nuevos dirigentes de extracción peronista. En las elecciones para normalizar la CGT, convocadas por el interventor militar, se evidenció la hegemonía que el peronismo aún conservaba en las estructuras gremiales. 

Con Frondizi en el gobierno,4Para las elecciones de 1958, Frondizi y Perón establecen un pacto para que el primero obtenga, en las elecciones venideras, los votos del peronismo. A cambio de ello, este levantaría la proscripción al peronismo (impuesta por Aramburu) se instrumentaron los mecanismos para la consolidación de la burocracia sindical en las direcciones obreras mediante la sanción de la ley 14.455 de Asociaciones Profesionales. La nueva legislación, centralizó la representación sindical por rama de actividad. A su vez, anuló la representación de la minoría en las conducciones gremiales centralizadas, por lo tanto, el que ganaba la elección interna ocupaba todos los cargos, asumiendo así el control total del sindicato. También autorizó a los empleadores a retener la cuota gremial de los haberes de los trabajadores, por orden y a cuenta de los sindicatos. Esta medida, junto a la captación de los aportes a las obras sociales que el gobierno de Perón había dejado en manos de los gremios, instituyó la principal fuente de financiamiento que potenció al aparato sindical. La solidez económica de las grandes estructuras sindicales les permitió solventar sus actividades clientelares y de prebendas,   asegurándose de esta forma la permanencia al frente de los gremios. Así fue como las conducciones sindicales peronistas adoptaron una lógica política pragmática que conllevó la persecución de los activistas más radicalizados, los cuales fueron excluidos de la participación en los gremios por la conformación de listas negras. La ley 14.455 ahogaba la posibilidad de una democracia interna en la actividad política sindical, que diera lugar a un cuestionamiento de las conducciones instituidas. La tarea formal de los sindicalistas era, pues, la de desterrar la oposición por izquierda en los gremios. 

La agudeza de la crisis social surge del hecho de que, al calor de la concentración de los medios de producción, es el propio imperialismo quien comienza a regular la vida económica con sus propios métodos. La relación entre condiciones objetivas y subjetivas es entonces una vez más asimilable a la de  “unidad diferenciada” propia del materialismo dialéctico, donde en lo objetivo estaban dadas las posibilidades de agudizar la lucha de clases combinado a una serie de factores subjetivos: tradición, iniciativa, disposición para el combate… condensándose estos factores hacia 1969 con una serie de insurrecciones populares que tuvieron como centro más significativo el Cordobazo, donde la unidad de los trabajadores y estudiantes ponen en jaque a un régimen militar autoritario y a su vez se cuestiona y se superan las trabas impuestas por las burocracias sindicales. El Cordobazo es un hito en la experiencia de la clase obrera argentina, en lo que refiere al desborde de los diques de contención que la burocracia sindical impone a las acciones de lucha de la clase. Dos elementos recogemos de esta vasta experiencia para referenciarnos más adelante: la acción directa callejera y la aparición de direcciones sindicales antiburocráticas, clasistas y combativas.  

Génesis y desarrollo de la burocracia docente

Los años que siguieron al Cordobazo echaron luz a la crisis de dirección sindical peronista5Agustín Tosco, líder del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba definía como burócrata a alguien sin vocación, sin ideales, que se convierte en el típico administrador de un cargo sindical y lo usa para su beneficio personal y desde ese lugar comienza a dominar a sus compañeros. y, en oposición a ella, se fortalecen los sectores que bregaban por la democracia sindical.  El clasismo demostraba coherentemente como la lucha gremial era inseparable de la lucha política. En su concepción, la función vital del sindicato es la de despertar la conciencia con el fin de preparar a los trabajadores para derrotar al régimen de explotación capitalista. En este sentido, la democracia interna y la participación masiva planteaba para la jerarquía sindical peronista una clara amenaza tanto en términos de influencia y ejemplo. Pero también el régimen político advertía esta amenaza, convirtiéndose el retorno de Perón en el gran salvavidas del capital. 

En este contexto, la docencia se radicaliza6La docencia venía de protagonizar en 1958 una huelga de 21 días tras la que se conquista el Estatuto del Docente. En Mendoza, un año antes de la fundación de CTERA, entre el 4 y el 7 de abril, la docencia y el movimiento estudiantil protagonizaron el mendozazo. y la necesidad de organizarse a imagen y semejanza del resto de la clase obrera se vuelve imperiosa. Los maestros se reconocen a sí mismos como trabajadores de la educación y en 1973 se funda la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA). 

Uno de los principales propósitos de la dictadura militar de 1976 fue tratar de interrumpir el proceso que empalmaba con la tendencia a la lucha de todo el movimiento obrero, que venía de protagonizar la huelga de junio-julio de 1975 enfrentándose al Rodrigazo del gobierno peronista de Isabel. Por otra parte, la saña represiva contra los maestros7600 docentes forman parte de los 30.000 detenidos desaparecidos, a ellos se le suman los que fueron liberados. El intento de disciplinar a la docencia también incluyó cesantías a lo largo y ancho del país, aplicando la Ley de Prescindibilidad y destruyendo las organizaciones sindicales. obedecía a una explicación: la docencia cumple una doble condición, por un lado, como masa asalariada y, al mismo tiempo, satisface una función ideológica estratégica: es la encargada de formar los recursos humanos para el mercado y educar a las nuevas generaciones. En otras palabras, la organización sindical de la docencia implica la lucha por las reivindicaciones sociales comunes al conjunto de la clase obrera y presta batalla por el porvenir de la educación.

Con la apertura democrática en 1983, la recomposición de CTERA se convirtió en una tarea central para el movimiento docente. Sin embargo, esta Central nacida como opositora a la dirección burocrática de la CGT, a partir de los años 80 y de la mano de un cambio en su dirección, irá acentuando una tendencia a tender lazos con los gobiernos de turno junto a una fuerte integración al Estado. Bajo la fisonomía de la conducción Celeste, comenzaba el progresivo proceso de regimentación, burocratización y destrucción de la democracia sindical. Esta misma dirección burocrática irá avanzando en el copamiento de la estructura sindical de la provincia de Buenos Aires. 

Hacia fines de los ´80 y durante la década del ´90, el neoliberalismo con su política de redefinición de las funciones del Estado, junto al desguace productivo y privatizador, va produciendo en la clase obrera un fuerte deterioro de las condiciones de vida y laborales. El ataque a la educación era parte integral de este proceso: el desmantelamiento de la estructura del sistema educativo nacional. Ante este escenario, en la provincia de Buenos Aires, la tendencia a luchar de la docencia se intensificaba frente a la sordera la dirección burocrática de Sindicato Unificado de los Trabajadores de la Educación de la Provincia de Buenos Aires (SUTEBA). 

La burocracia Celeste, que en la huelga general docente de 1988 había militado para desmantelarla desde adentro, producto de su regulación adaptativa al poder externo, intentará operar como “domesticadora” de la docencia en los momentos de mayor radicalización. Tras el objetivo de descalabrar la tendencia a la huelga general, la burocracia sindical activa la siguiente ecuación: luego de una gran movilización (para descomprimir) y, “concertación” mediante, se entrega la lucha. Con estas prácticas, la cúpula sindical docente se fue consolidando como garante de los intereses  gubernamentales y patronales, intereses contrapuestos a las necesidades de la clase obrera. Lenin se refería a este proceso y al sector privilegiado dentro de los trabajadores como “esa capa de obreros aburguesados o la `aristocracia obrera´, enteramente pequeñoburguesa por su género de vida, por la magnitud de sus salarios y por toda su concepción del mundo, es (…) hoy día, el principal apoyo social (no militar) de la burguesía”.8Vladimir Lenin, El Imperialismo, etapa superior del capitalismo, Editorial Polémica.

Crisis del régimen y los Suteba recuperados

El régimen menemista llegaba a su fin en medio de una crisis excepcional.9Se denominan Sutebas recuperados a aquellas seccionales del gremio que fueron ganadas por agrupaciones opositoras a la conducción Celeste. Se caracterizan por ser antiburocráticas, independientes de los gobiernos patronales, clasistas y combativas. La producción industrial caía en picada; la desocupación afectaba a más de cuatro millones de trabajadores; el Estado nacional, las provincias y los grandes monopolios se encontraban en una virtual cesación de pagos. El proyecto de integración económica sudamericana se había transformado en el campo de agudas rivalidades capitalistas y nacionales. La desnacionalización completa del sistema bancario, de gran parte de la industria y de latifundios había reducido aún más la capacidad de la burguesía argentina para gobernar en términos de autonomía nacional. La experiencia sobre las posibilidades transformadoras de un gobierno peronista se había agotado. La burocracia sindical, que había atado a las organizaciones obreras al proyecto “nacional” de los partidos patronales y del Estado había demostrado su definitiva incapacidad para defender las conquistas históricas de la clase obrera y hasta la propia organización sindical. 

Fue así como una parte importante del empresariado y de las fuerzas políticas que habían formado parte de la experiencia menemista comenzaron un viraje en búsqueda de otro esquema económico. El primer paso significativo fue la formación de la Alianza en 1997, que contó con el apoyo de Techint y de sectores de la burguesía industrial. Bajo la promesa de mantener la “convertibilidad” de la moneda, la dupla presidencial De la Rúa-Chacho Álvarez tenía el respaldo mayoritario de la clase capitalista que necesitaba completar la dolarización real de sus activos y beneficios mediante la fuga de capitales, mientras que a los sectores medios y de trabajadores se los tranquilizaba con una dolarización ficticia de sus depósitos en pesos, cuando ya resultaba evidente que no existía respaldo para semejante medida. Mientras De la Rúa, tomaba préstamos que eran usados para financiar la fuga de capitales del empresariado, a los sectores medios se les confiscaron sus depósitos (primero con un corralito y luego declarando su pesificación).  Esta confiscación fue la gota que rebalsó el vaso de la bronca popular: produjo una sublevación de masas, que impulsó a la calle a amplísimos sectores sociales, muchos de los cuales habían formado parte de la base social de la Alianza oficialista. 

En este contexto, signado por la crisis económica y social desencadenada a raíz del proyecto neoliberal y frente la pasividad y entreguismo con que la burocracia Celeste actuó durante este proceso, la docencia comienza a organizarse de forma autoconvocada contra la descomposición de sus condiciones de vida. Este proceso llevó a la formación de nucleamientos para disputarle a la burocracia Celeste la dirección del sindicato, expresando así el avance de las bases docentes al interior del gremio encabezado por fracciones que se reclaman clasistas. En la provincia de Buenos Aires esa disputa se expresó en el triunfo electoral de la oposición en la seccional La Matanza (2000-2003).10La llegada de la Lista Violeta a la dirección de SUTEBA Matanza trajo como rasgo distintivo la solidaridad de clase y la Unidad de acción junto a los sectores en lucha. La participación en los cortes Ruta y en la lucha piquetera. La seccional llamó a la docencia a defender el Corte de Casanova, lo incorporó a su propio plan de lucha y organizó la solidaridad efectiva. Tras 17 días de corte, en que las burocracias sindicales y los supuestos opositores aliancistas (gobierno provincial y municipal) sabotearon, aun así, el Gobierno no pudo quebrarlo ni con amenazas, ni con el desgaste. Debió aceptar la renovación de 7500 de los 8400 “planes” obtenidos en el corte de noviembre y pagar las asignaciones adeudadas. Se comprometió también a asignar recursos para la refacción de escuelas y calles. La traición de la burocracia de SUTEBA-CTA a la huelga indefinida de la docencia era evidente, privilegiaron su política orientada a salvarle el pellejo al gobernador de la provincia de Buenos Aires, Carlos Ruckauf frente a las necesidades de la clase. 

El 19 de diciembre de 2001, De la Rúa firmaba el estado de sitio, sellando así su suerte: la pequeña burguesía porteña eligió aliarse a los de abajo para derrotar a los de arriba. En medio de la noche, cientos de miles salieron a la calle y avanzaron hacia Congreso y de allí, a la Plaza de Mayo, muchos otros marcharon a la residencia de Olivos y también comenzaban a concentrarse en las esquinas neurálgicas de cada barrio porteño y los principales municipios del gran Buenos Aires y en las capitales provinciales. Esa noche, nadie durmió en Buenos Aires y con el despertar de la mañana comienza la represión: detenidos, apaleados y gaseados. La reacción popular fue inmediata, en cada esquina podían verse grupos de manifestantes con pañuelos en los rostros para aminorar los efectos de los gases; cerca del obelisco y al teatro Colón iban armándose las barricadas. Cerca del mediodía, ingresaba la columna docente detrás de la bandera de SUTEBA Matanza. En 20 manzanas se libraba una “guerra de guerrillas” organizada y tenaz contra la represión policial y parapolicial, luchando por la ocupación de la Plaza de Mayo, como símbolo de lucha contra el poder del Estado. Ese combate fue el resultado de una larguísima experiencia de lucha antipolicial con destacada presencia juvenil. A las 19:00hs, De la Rúa firma su renuncia y huye en helicóptero.

Hasta ese momento, los mandatos de las comisiones directivas eran de tres años. La burocracia sindical puso todo el aparato de su estructura al servicio de derrotar al clasismo matancero, para que la experiencia de la lista Violeta no se repita ni se expanda. Sin embargo, cual sangre de Urano,11Cuenta la mitología griega que Cronos, hijo de Urano, pergeñó un plan para derrotar a su padre. Para ello le corta los testículos, sin embargo, a través de la sangre derramada nacerán nuevas criaturas. la experiencia matancera dio a luz en esas elecciones a las siguientes seccionales que se mantuvieron dos mandatos consecutivos: La Plata (2003-2009), Lomas de Zamora (2003-2009), General Sarmiento, General Rodríguez (2003-2009); Bahía Blanca y Marcos Paz (2003 – a la fecha). En el 2008 la burocracia sindical Celeste, modificó el estatuto, convirtiendo a los mandatos en periodos de 4 años

Con el ascenso del kirchnerismo y mediante mecanismos de fraude electoral, la burocracia Celeste, volverá a la dirección de la mayoría de las seccionales hasta que el 22 de mayo de 2013, la izquierda dio en la provincia de Buenos Aires un batacazo histórico. Logró imponerse en 9 seccionales incluyendo la gestión de dos estratégicas: La Matanza y La Plata, esto es, la capital de la provincia y la seccional cuantitativamente más importante. A ellas se sumaron Bahía Blanca, Ensenada, Quilmes, Berazategui, Tigre, Escobar, Marcos Paz. Era la primera vez que lograba imponerse en nueve seccionales en simultáneo. 

El inmovilismo Celeste ante el ascenso macrista

El 10 de diciembre de 2015 concluye la experiencia de 12 años de gobierno del nacionalismo burgués de Néstor y Cristina Kirchner; un régimen caracterizado por el “bonapartismo sui generis”,  nacido para salvar al régimen político que la crisis del 2001 había puesto en jaque. En 2003 el gobierno de Néstor Kirchner subido a los vientos de cambio en términos políticos y económicos: al compás del cuestionamiento del “Consenso de Washington”, de la mano de los movimientos sociales, comenzaban a asomar los primeros gobiernos progresistas. Situado en marco de un nuevo ciclo económico mundial centrado en el boom de los precios de las materias primas, el kirchnerismo ilustra de modo acabado el pasaje del Consenso de Washington al Consenso de los Commodities agropecuarios.12Para el tema véase Maristella Svampa, “‘Consenso de los Commodities’ y lenguajes de valoración en América Latina”, Nueva Sociedad, no. 244, marzo–abril de 2013, http://www.nuso.org/upload/articulos/3926_1 .pdf. 2

Luego de una devaluación asimétrica, que benefició a sectores concentrados de la economía, le siguió un período de reactivación de la industria, lo que fue forjando alianzas de largo alcance con grupos importantes de la burguesía local, muchos de los cuáles se vieron también beneficiados por una política generosa de subsidios. En este esquema de continuidades y rupturas, el kirchnerismo realizó un giro plenamente populista en 2008, con el conflicto entre el gobierno nacional y las diferentes organizaciones patronales agrarias (2008) que terminaron de abrir por completo las compuertas al bonapartismo kirchnerista, montado sobre un discurso polarizador como “gran relato”, sintetizado en la oposición entre un bloque supuestamente popular (el kirchnerismo) y sectores de poder concentrados (monopolios, corporaciones, antiperonistas). El discurso de Cristina encontró un fuerte apoyo en aquellos sectores medios autoidentificados con el progresismo, pero paradójicamente instaló un escenario de fuerte confrontación con otros sectores medios que criticaban tanto la suba de las retenciones, como el autoritarismo gubernamental.

Luego de perder las elecciones parlamentarias de 2009, el kirchnerismo demostró una gran capacidad para superar la adversidad, gracias a una combinación de crecimiento económico con políticas públicas, como la asignación universal por hijo, la ley de matrimonio igualitario, la estatización de las AFJP y una política de subsidios orientada a ciertos sectores de la producción y el consumo. Esto, sumado al impacto social que produjo la muerte de Néstor Kirchner, permitieron que la presidenta Cristina Fernández comenzara su segundo mandato con un gran capital político y simbólico, después de arrasar con el 54 % de los votos en diciembre de 2011, que daba cuenta de la reconciliación con gran parte de los sectores medios que se habían movilizado en 2008 y habían emitido un voto castigo en 2009. Los conflictos propios del segundo mandato de Cristina Fernández colocaron al desnudo las alianzas económicas del gobierno que, lejos de ser un “costado débil” o “asignaturas pendientes”, constituyen un núcleo duro del modelo kirchnerista, en el marco del Consenso de los Commodities: allí donde se expresa la dinámica de desposesión acelerada ligada al extractivismo (agronegocios, megaminería, hidrocarburos y fracking, megaemprendimientos turísticos y residenciales), cuya contracara es la desposesión también acelerada de tierras, bienes, territorios y derechos.

Entre septiembre de 2012 y agosto de 2013, una serie de masivas movilizaciones pusieron a los trabajadores nuevamente en la calle, uno de los reclamos centrales era el estrangulamiento que el impuesto a las ganancias causaba en los salarios. A esta situación,  se le debe sumar la ruptura de la alianza que el oficialismo tenía con Hugo Moyano, con lo cual el gobierno abandonó la vía del populismo clásico (la “pata sindical” como columna vertebral), para concentrarse sobre sus aliados provenientes de las clases medias. Así, la base sindical del kirchnerismo quedaría reducida a un sector de la CTA, vinculado a sectores medios (maestros y empleados estatales), a lo cual se sumaría una CGT depurada de voces disidentes y tradicionalmente peronista. Entre tanto los ataques de Cristina Fernández a los docentes no dejaron de sonar: trabajan 4 horas; “tienen 3 meses de vacaciones”, etc., decía. Ante estos ataques, la burocracia sindical Celeste, se tapaba los oídos, pues lo que primaba era “bancar el proyecto nacional y popular”. Cabe destacar que la tensión y combinación entre continuidades y rupturas, los dobles discursos y las ambivalencias, constituyeron un hilo articulador del kirchnerismo. 

El camino al ascenso de Mauricio Macri había sido allanado desde el propio kirchnerismo. Ante la llegada del macrismo al gobierno nacional (Mauricio Macri) y  a la provincia de Buenos Aires  (María Eugenia Vidal), la dirección provincial  Celeste, militante furiosa del kirchnerismo (en la misma tónica que la CTERA), adoptaba en el Congreso Ordinario de 2015 un discurso de barricada que le duró hasta el 1/3/2016 cuando el Secretario General de SUTEBA, Roberto Baradel, en nombre de defender a gobernabilidad, le regaló a María Eugenia Vidal, la foto para los medios de comunicación del inicio de ciclo lectivo “sin conflictos gremiales”. El inmovilismo de la burocracia sindical estaba a la vista. 

Frente a los ataques a la educación pública y los intentos de implementar reformas anti educativas como el del Plan Aprender (evaluaciones estandarizadas en el camino de avanzar en el salario por mérito), Baradel y compañía decían hay 2019. Sin embargo, la docencia se organizaba en defensa de la escuela pública enfrentando las medidas que no obedecían a los intereses populares. En las seccionales llamaba a Plenarios Provinciales de Delegados para organizar a las escuelas y construir un el plan de lucha. Esos espacios se convirtieron también en la bocanada de aire fresco que necesitan los docentes de los distritos en que dirigía la Celeste. 

En el Congreso de Tribuna Docente, de febrero de 2017, comienza a tomar forma, el programa con el que irían los SUTEBAS combativos a la huelga “por la renacionalización de la educación, para que el Estado nacional se haga cargo del sostenimiento del presupuesto nacional, por un salario básico nacional unificado de 15.000 pesos con todos los adicionales que correspondan, provincia por provincia, de acuerdo con sus peculiaridades, sin sumas en negro, por la defensa de los estatutos y de las jubilaciones docentes. También, se denuncia la eliminación de los convenios docentes, el salario por mérito, suprimir la estabilidad laboral, la reducción del presupuesto educativo, la eliminación de 1000 institutos de formación docente en todo el país, el desconocimiento de los regímenes jubilatorios docentes (bancados por cajas complementarias y aportes extra de los trabajadores), la precarización de los cargos y la devaluación definitiva de la educación pública” Se exigió que el SUTEBA provincial convoque a un plenario de delegados de escuela con mandatos como instancia de decisión de las acciones. 

Durante los meses de marzo y abril y, a pesar de los intentos de la burocracia Celeste por desarticularlo: sectores de la burocracia, por medio de mensajes vía WhatsApp y otras redes sociales llamaban a no parar, a desconocer la medida, a sembrar temor y confusión, pero 1 o 2 horas más tarde, era esa misma persona y a través de los mismos canales de comunicación, se desdecía y llamaba a parar. Los distritos Multicolor, convocaban asambleas y plenarios de delegados donde masivamente se ratificaba la continuidad del plan de lucha aun ante la amenaza de la gobernadora María Eugenia Vidal (PRO) de descuentos masivos, voluntarios docentes, declaración de la esencialidad educativa, etc.

El día 22 de marzo, el gobierno arremetió en su ataque. María Eugenia Vidal decías; “se trata de un paro político de baja representatividad” (adujo que el grueso de los docentes fue a trabajar), que los gremios ya habían acordado la paritaria nacional a inicios de 2016, que el paro en la provincia era político y que la provincia, fundida financieramente, estaba haciendo su mejor oferta. El gobierno nacional se mantuvo en su tesitura y Vidal sostuvo que no negociaría con los chicos como rehenes de los sindicalistas. En efecto, desde el primer momento, el gobierno apostó fuerte. Una vez lanzado el paro, el gobierno de la provincia de Buenos Aires, desplegó distintas medidas para quebrar la huelga. Buscó reclutar voluntarios para cubrir a los huelguistas; se recorrieron escuelas con policías oficiando de auditores para registrar el nombre de los docentes en paro; se intimó a los directivos a informar la cantidad de “pases” que se habían realizado a la escuela privada durante el mes de marzo. Se amenazó a los sindicatos con la conciliación obligatoria dictada por el Ministerio de Trabajo, finalmente implementada en mayo.13El fallo de la jueza María Ventura Rodríguez, obligaba a los sindicatos a no realizar medidas de fuerza mientras a Vidal le ordenaba que se abstenga de realizar descuentos por días de paro y, en caso en que ya lo hubiera hecho, lo devuelva “inmediatamente”, así como que la Dirección General de Cultura y Educación liquide y abone los haberes de los 280.000 maestros conforme a la última propuesta salarial que haya realizado, a cuenta del convenio de paritarias que finalmente se acuerde. Con la intransigencia luego de la gran marcha del 22 de marzo, la burocracia empezó a buscar la forma de desandar el paro. Todavía en la cresta de la ola, frente a la amenaza de levantar la huelga por parte de Baradel, Daniel Sierra de Tribuna Docente afirmaba: “En el momento más estratégico del conflicto, las declaraciones de Roberto Baradel que señalan que ‘analizamos diferentes modalidades y alternativas, entre las que está que los chicos estén en el aula’, o los dichos de la secretaria gremial del SUTEBA, María Laura Torre, que declaró ‘en algunas aulas habrá clases, en otras jornadas de protesta, en otras asambleas’, o el planteo del secretario general de que trocarán los paros por bicicleteadas, son todas invitaciones a retroceder en la lucha”. Denunciaba que no se podía volver a las aulas con las manos vacías bajo el pretexto de diseñar “medidas creativas” de lucha. Cargó las tintas sobre la burocracia nacional (CTERA) y provincial (SUTEBA) por pretender levantar el paro que se sostenía gracias a la “movilización y presión de las bases” pero advertía la burocracia iba a tirar la toalla. La huelga resiste y la docencia reservas para continuar esta lucha, los primeros días de abril Romina del Plá decía que “el paro sigue siendo muy fuerte y muchos compañeros entienden que el Gobierno sigue sin hacer ningún tipo de oferta y está tratando de que nos desgastemos, de que nos enfrentemos con la comunidad”. También afirmó que “la voluntad de lucha está completamente abierta. Muchos compañeros plantean que tengamos este nivel de firmeza porque el reclamo sigue muy firme” y no hay que “flexibilizar la postura”.

En este contexto, el 2 de mayo se convocaba la octava reunión paritaria donde la gobernadora Vidal reiteraba la misma oferta que venía siendo rechazada: 19% en cuatros cuotas, con el único cambio de aumentar de $750 a $1.500 una suma especial de reconocimiento por la pérdida salarial ante la inflación 2016. Esa variación, que los jubilados ni siquiera cobrarían por ser en negro, según los gremios significa una diferencia respecto del último ofrecimiento de $62 por mes. El fallo de la jueza María Ventura Rodríguez era aplaudido por los gremios del Frente de Unidad Docente que SUTEBA integra junto a FEB y otros, que no resolvía más que impedir toda lucha docente que implique pérdidas de clases. La respuesta de la dirección del SUTEBA fue poner otra carpa, esta vez en La Plata. Así, la dirección de Roberto Baradel dilapidaba la energía desplegada por los docentes en la huelga.

Sin embargo, la temporada 2017 de traición Celeste tenía un condimento especial: el 22 de mayo eran las elecciones del sindicato. El tiempo que la burocracia no utilizó en luchar contra el ajuste y los ataques a la educación pública, lo utilizó minuciosamente para acentuar sus “métodos antidemocráticos”. Sin embargo, la docencia refrendó las conducciones Multicolor en la Matanza, Ensenada, Quilmes, Berazategui, Bahía Blanca, Tigre y Escobar. En La Plata mediante un fraude escándalos, la burocracia se apropiaba de la seccional a través de la concurrencia de 300 “afiliados” que votaron pese a no poder acreditar su desempeño docente”. 

El fraude fue clave en la victoria provincial de Baradel. La elección fue una demostración del agotamiento de una dirección que sobrevive con el pulmotor del Estado, cómplice -de este gobierno y del anterior- con la destrucción de la educación y la miseria salarial. Aun con fraude mediante, las secciones Multicolor seguirían siendo 9 ya que se había recuperado la seccional de General Madariaga. El nuevo periodo que había comenzado con un alto grado de conflictividad, en los meses siguientes seguiría por el mismo camino: días antes del inicio del receso escolar, el gobierno de Vidal envía dos resoluciones (1131/17 y 346/17) indicando que los días de clase “perdidos” durante la huelga se recuperarían en el receso invernal, el objetivo del gobierno era aleccionar a la docencia por ejercer su legítimo derecho a la huelga, El ataque al Estatuto del docente y las jubilaciones, la superexplotación del presentismo, los mismos topes salariales que al resto de los trabajadores; la imposición del ítem aula como una variante de este. Todos estos embates intentarían conducir hacia un mismo destino: la liquidación de los convenios laborales. La respuesta de la docencia no se hizo esperar y nuevamente se impuso sobre el silencio colaboracionista de la burocracia sindical, mediante movilización y permanencia en las jefaturas distritales, se logró voltear la medida. 

En el último bimestre del año, envalentonados tras los guarismos obtenidos en las elecciones legislativas el 21 de octubre,14Cambiemos amplió sus bancas en ambas cámaras y se impuso en 13 distritos nacionales. Datos extraídos del Diario La Nación del 22/10/2017 Cambiemos creyó tener vía libre para un ataque en regla a las condiciones de vida de las masas obreras de Argentina.  El puntapié inicial era la Reforma jubilatoria, a través suyo, no solo se les confiscaban los ingresos a los jubilados, sino que introducía dos elementos centrales para avanzar sobre los derechos laborales:  por un lado, la armonización de las cajas provinciales y la eliminación de los regímenes especiales. Por otro lado, el aumento de la edad jubilatoria (70 años para los hombres y 65 años las mujeres. De esta manera se abriría la puerta a la reforma laboral. 

En la provincia de Buenos Aires, comenzaba a circular el borrador de la reforma jubilatoria, eliminación del IPS mediante. Los SUTEBAS combativos, convocan a asambleas en las que se decide movilizar masivamente. En las jornadas del 14 y 18 de diciembre de 2017, las columnas de la Unión Obrera Metalúrgica, de judiciales, de estatales, de docentes de los SUTEBA combativos, de Ademys, de AMSAFE llegados desde Rosario, de telefónicos de Foetra, trabajadores gráficos, de obreros de la construcción del Sitraic, la izquierda y manifestantes que habían concurrido por su propia cuenta estaban en las primeras filas frente al vallado policial. El clima de descontento popular ganó las calles, el pueblo habían decidido poner el cuerpo para enfrentar el ataque del gobierno y la oposición patronal que acordó el saqueo. Cuando los manifestantes intentaron avanzar comenzaron las arremetidas represivas con gases y balas de goma. Cuando se iniciaba la sesión en Diputados, llegó la columna del Sipreba. Luego una gran columna del Sutna se puso en la primera línea de la manifestación haciendo que la policía retrocediera. Las multitudes avanzaban y retrocedían en una batalla de posiciones en el radio que va desde la Plaza de los Dos Congresos hasta la Avenida de Mayo y 9 de Julio. El hecho extraordinario fue la gran presencia de columnas obreras, no sólo participando de la protesta a pesar de la capitulación de la CGT, sino además repeliendo la agresión policial. Los trabajadores movilizados no querían abandonar la lucha, a pesar de la brutal represión que se cobró un centenar de compañeros detenidos y otros tantos heridos Por la noche, la reacción popular obtuvo la forma de cacerolazos que ganaron todos los barrios porteños, centros neurálgicos del Gran Buenos Aires y ciudades como Rosario, Córdoba y Mendoza. Los manifestantes marcharon y volvieron a tomar la Plaza de los Dos Congresos. La protesta se extendió hasta las tres de la mañana. Sobre el final, la policía volvió a reprimir sin motivo a personas que se encontraban en la plaza o sus alrededores. La sesión en el Parlamento se extendió hasta las seis de la mañana. El macrismo había logrado un triunfo pírrico.15Pirro, rey de Epiro, quien había logrado una victoria sobre los romanos en la batalla de Ásculo, (279a.C.) con el costo de la vida de miles de sus soldados. Al contemplar el resultado de esa batalla dijo: “Otra victoria como ésta y volveré solo a casa”. A su vez, en la Legislatura bonaerense, se retiraba el proyecto de reforma jubilatoria docente. El plan de guerra que Cambiemos había montado encontró su freno ente la clase obrera que se organiza y lucha. 

Conclusión

El recorrido hasta aquí planteado nos coloca frente a una serie de rupturas y continuidades que se reeditan a lo largo del tiempo. Durante las etapas donde se imponen regímenes bonapartistas en países semicoloniales como el nuestro, el Estado necesita atraer a la clase trabajadora, otorgarle concesiones, como punto de apoyo indispensable para resistir las pretensiones imperialistas, y a su vez necesita disciplinar a dicha clase, para ello cuenta con el auxilio invaluable de la burocracia. Vemos cómo estas características se hallan condensadas tanto bajo los gobiernos de Perón como durante la década kirchnerista donde la burocracia de CTERA-SUTEBA dejó correr todos los ataques sobre la docencia. Hacia el fin de ciclo comienza a resquebrajarse la atomización impuesta por el aparato estatal y se producen giros hacia los sectores combativos (ligados a la izquierda) abriendo paso a nuevas direcciones en los sindicatos de base. En los períodos analizados, el método que condujo a la recuperación de los sindicatos fue avanzar en la política del frente único. A través de este, la disputa por la dirección del sindicato representa a su vez a un modelo de construcción sindical cuya tarea es barrer a las burocracias todas las direcciones del movimiento obrero.  

En estas experiencias antiburocráticas también se observa que, sectores que habían estado ligados a la burocracia rompen con ella sumándose (por un tiempo) las filas del clasismo pero  con la debilidad de ser una ruptura solamente en el plano sindical, ya que siguen depositando en el nacionalismo burgués sus expectativas políticas. Esto explica de cierta forma el límite de estas experiencias. Ante el alza de la conflictividad obrera, el capital necesita otro tipo de régimen político, más represivo y de combate hacia los trabajadores. Es ahí cuando la burocracia se disfraza de opositora, aunque detrás de ese ropaje se esconda su rol de contención y apaciguamiento. En los periodos más acuciantes para los trabajadores la burocracia se esfuerza por oficiar de dique de contención, pero la presión de aquello que se pretende contener termina derribándolo. El desafío que se le presenta a la docencia combativa es arribar a la conclusión, a través de la experiencia ganada, de que para obtener todas las reivindicaciones pendientes y defender la educación pública y el trabajo docente, es indispensable romper toda ligazón con la burocracia sindical y los gobiernos de tutelaje, abandonando toda expectativa depositada en ellos.


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