La huelga general que tuvo lugar en enero de 1919 fue una de las más importantes en la historia argentina, miles de trabajadores se lanzaron a la lucha, no solo en Capital – donde fue su epicentro-, sino en todo el país. La huelga, que empezó como un conflicto en los talleres metalúrgicos Vasena, se extendió durante una semana a casi todo el país y a decenas de sindicatos que lucharon en apoyo a los huelguistas de Vasena, pero también por sus propias reivindicaciones. La huelga fue enfrentada, no solo por las fuerzas represivas del gobierno de Yrigoyen, sino también por bandas organizadas por lo más rancio de los capitalistas locales que se juntaron con la derecha, la Sociedad Rural y aparatos parapoliciales para producir el único pogrom en la historia de América.
¿Cuándo lanzarse directamente a la huelga? ¿Cuándo levantarla? ¿Correspondía generalizar el conflicto? Son algunos de los debates que se desarrollaron en el mismo momento en que los acontecimientos se producían.
Movimiento obrero y antecedentes
La Argentina de comienzos del siglo XX recibió un aluvión de inmigrantes. Ya desde antes que comience la Primera Guerra Mundial miles de trabajadores abandonaban Europa en busca de trabajo y un mejor porvenir. Muchos de estos inmigrantes se afincaron en las grandes ciudades de Argentina. En 1914 el total de extranjeros en el país era de aproximadamente 2.5 millones contra una población nativa de algo más de 5 millones. Estos números siguieron creciendo con la guerra y las hambrunas que ésta trajo. Muchos inmigrantes llegaron de España e Italia, pero también varios miles vinieron de Rusia escapando de la barbarie zarista.
Con la llegada de los inmigrantes también arribaron muchos activistas sindicales que en algún caso eran expulsados de sus países o perseguidos:cientos de anarquistas, socialistas, anarcosindicalistas, comunistas y de distintas expresiones ideológicas. Muchos de estos trabajadores fueron parte de la fundación de sindicatos, casas de ayuda a los nuevos inmigrantes, clubes de barrios y asociaciones de socorros mutuos.
En 1901 fue fundada en Buenos Aires la Federación Obrera Regional Argentina, la FORA, central que a la postre sería protagonista de la huelga general de 1919. En su fundación estuvieron presentes más de 50 delegados representando a 35 sociedades obreras, muchos de ellos anarquistas. La FORA reuniría durante muchos años a lo más combativo del sindicalismo nacional y a prácticamente todos los sindicatos importantes del país. A pesar de su división en 1915, fue durante más de 20 años la principal central sindical del país.
En 1915 la FORA se divide en dos fracciones. En su IX Congreso, un conjunto de gremios adheridos decidió eliminar de la Declaración de Principios la adhesión al “comunismo anárquico”, a fin de favorecer la fusión con los gremios provenientes de la Confederación Obrera Regional Argentina (CORA) que agrupaba un número menor de sindicatos y que recientemente se había disuelto con el fin de integrar la FORA. Esta resolución fue discutida y aprobada por mayoría con mucho disenso, la adhesión al anarco-comunismo venía de la fundación misma de la federación. Un mes más tarde, un total de 21 gremios desconocieron el IX Congreso y fundaron la FORA V congreso. A partir de allí funcionaron dos federaciones separadas: la del Noveno Congreso adquiriendo un carácter de “sindicalismo neutral” y la del Quinto Congreso, adoptando un carácter anarquista. Las dos federaciones en muchos casos actuaron conjuntamente, pero las divisiones tomaban otro color cuando los conflictos se profundizaban. Fue el caso de la huelga general de La Semana Trágica donde las divergencias se hicieron manifiestas.
Periodo convulsivo
Los años anteriores a la huelga de los talleres Vasena fueron convulsivos y estuvieron plagados de conflictos sindicales. Las condiciones de vida eran generalmente muy malas, a pesar que el “granero del mundo” exportaba cereales con alguna facilidad, en el marco de la Primera Guerra Mundial. El salario real cayó casi un 40% entre 1914 y 1918, el justificativo capitalista era la crisis que producía la guerra, pero una vez terminada ésta, las condiciones no mejoraron.
1918 fue un año de importantes conflictos que prepararon la huelga general de enero de 1919. El 24 de septiembre fue declarada huelga general ferroviaria por un comité mixto integrado por varios sindicatos, entre ellos la poderosa Federación Obrera Ferroviaria, FOF. La huelga paralizó los ferrocarriles de todo el país y recibió el apoyo de otros sindicatos importantes, la Federación Obrera Marítima (FOM) declaró la huelga el 23 de octubre en apoyo a los ferroviarios. En aquellos días era muy común que se declaran paros solidarios con los que estaban luchando. 120.000 trabajadores ferroviarios se lanzaron a la huelga por un aumento salarial, mejoras en las condiciones laborales y jornada de 8 horas. Los resultados de la huelga fueron controvertidos, la patronal concedió algunos reclamos, pero la mayoría fueron rechazados, el gobierno de Yrigoyen presionó para que se levantara el paro, en aquel momento el ferrocarril, en manos de los ingleses, era fundamental para llevar la cosecha de granos a los puertos de exportación.
La huelga de los marítimos organizados en la FOM, en conflicto con los armadores de barcos, fue parte de esta preparación. Este conflicto se repetiría durante largo tiempo, en este caso particular los marítimos lanzaron huelgas por sus reivindicaciones y para exigir la libertad de detenidos por participar en conflictos anteriores. En estos años se suceden varias huelgas de mayor o menor importancia: empleados públicos, telegrafistas, obreros del calzado, de frigoríficos, etc. Las dos fracciones de la FORA fueron protagonistas en la mayoría de esas luchas, pero ya con distintas posiciones, sobre todo en cuanto al rol que debía jugar el estado.
La FORA IX pasa de 20.000 afiliados en 1915 a 500.000 en 1919, todo en el marco de una creciente conflictividad obrera. El aumento de afiliados tiene que ver principalmente con que los trabajadores percibían en la FORA una organización de lucha para ir por sus conquistas, el prestigio ganado ante la clase obrera influyó notablemente en la cantidad de afiliados. Por aquellos días eran muy comunes las “huelgas por solidaridad”, que iban a la lucha no solo por reivindicaciones propias, sino para apoyar conflictos de otros sindicatos que no se destrababan. Cuando una huelga se extendía mucho otros gremios paraban solidariamente para ejercer una mayor presión. Se trataba de una tradición clasista abandonada por las burocracias sindicales. Hoy, por ejemplo, las luchas de los docentes y no docentes universitarios, de los trabajadores de la AFIP, de los ministerios y reparticiones cerradas (INADI, etc.) y otros conflictos por despidos, etc. plantea la necesidad de una lucha de conjunto. Impedir que el gobierno de Milei los enfrente separadamente y concentre toda la fuerza del Estado, la represión y la clase capitalista para derrotarlos. La huelga general para derrotar la ofensiva antiobrera del gobierno de Milei y la clase capitalista sería la respuesta necesaria que la burocracia sindical peronista ha abandonado por completo, en forma cómplice con el gobierno capitalista.
Yrigoyen gana las elecciones presidenciales del 2 de abril de 1916, las primeras en adoptar la ley Sáenz Peña, que garantizaba el voto secreto y obligatorio para varones. Cabe aclarar que para votar era necesario tener la ciudadanía argentina, cosa que la mayoría de los inmigrantes obreros no tenía:una gran masa de trabajadores no votaba. Yrigoyen pretendió en su primera presidencia introducir la “mediación”del estado en los conflictos obreros. Cosa que hasta ese momento no era común. Los conflictos eran un problema entre las patronales y los obreros. El mismo se puso como mediador en varias discusiones salariales o por condiciones laborales. No era anormal en esos tiempos que conflictos obreros terminaran con trabajadores muertos, con policías en los hospitales y extensas parálisis de las fábricas y talleres. La intransigencia patronal debía ser controlada al igual que las huelgas prolongadas: un sector de las patronales entendía que el estado debía jugar un rol de mayor contención acompañado, por supuesto, de represión.
La FORA IX va estableciendo por estos años un creciente entendimiento con el estado, adoptando una política contraria a la generalización de los conflictos. Esta posición busca generar acuerdos con la posibilidad de generar leyes reformistas que les permitan atraer mas afiliados. El arbitraje estatal y la relación con el estado, en algunos casos, ayuda ala naciente burocracia sindical, a obtener conquistas menores sin tener que generalizar un conflicto, negociando de la mano del gobierno de turno. Esto, por supuesto, está en la génesis de la burocratización sindical y se fue profundizando con el correr de los gobiernos, especialmente con el peronismo.
Vasena, los metalúrgicos y la huelga general
Durante diciembre se lanza la huelga de los obreros de la fábrica metalúrgica Vasena, cuya patronal se niega a tratar con el sindicato de los trabajadores, adheridos a la FORA V, en la que los anarquistas son mayoría. Los Vasena son una familia importante de la época y su metalúrgica es la más grande del país, con más de 2500 obreros, fueron parte de la construcción del Mercado de Abasto Porteño y de la conducción de gas en Tucumán entre otras obras. También poseen talleres textiles y otros negocios. Uno de los nietos del fundador de la fábrica, años después sería ministro de trabajo de Onganía durante el golpe de 1966:Adalbert Krieger Vasena.
Las condiciones de trabajo en la siderúrgica eran desastrosas, ambientes cerrados sin ventilación, con temperaturas extremas y salarios miserables. En diciembre de 1918, los trabajadores presentaron un pliego de reivindicaciones donde solicitaban mejores condiciones laborales y un aumento salarial, la empresa ni siquiera quiso recibir a la delegación obrera y se negó incluso a recibir el petitorio. La intención de los Vasena siempre fue recurrir directamente a la represión y a los rompehuelgas para terminar con el conflicto.
La huelga va escalando a medida que los trabajadores se radicalizan e intentan impedir la salida de la producción.Los Vasena tenían un depósito a unas pocas cuadras de la planta y los camiones iban y venían constantemente. Los vecinos y comerciantes de la zona se solidarizaron inmediatamente con los trabajadores y esto les dio mayor fuerza para continuar la huelga. Hasta ese momento el gobierno de Yrigoyen se mostraba prescindente del conflicto, pero esto no duraría.
El martes 7 de enero, la patronal con apoyo de la policía decide armar una provocación y envía rompehuelgas y civiles armados,reclutados por la Asociación Nacional del Trabajo (ANT), un grupo de choque creado y financiado por el presidente de la Sociedad Rural, Joaquín de Anchorena. El choque deja un saldo de cuatro trabajadores muertos y decenas de heridos. Ante los acontecimientos, la FORA V llama inmediatamente a la Huelga General. Los municipales de Rosario habían salido unos días antes a la lucha, los tranviarios de Mendoza lo mismo y los marítimos, enrolados en la FOM, también deciden ir al paro por sus propias reivindicaciones. Se arman piquetes para garantizar la huelga y asambleas con los vecinos. Durante la tarde del 8 para el transporte y la huelga se transforma en total.
El jueves 9 por la tarde se realiza el entierro de los cuatro trabajadores muertos y parte una caravana que debía pasar por la puerta de la fábrica con destino al cementerio de La Chacarita. El trayecto es largo, varios kilómetros. Al frente de la columna se ubican los féretros y dirigentes sindicales de las dos fracciones de la FORA.
Durante todo el trayecto el cortejo fue hostigado por la policía, se trataban de miles y miles de obreros de distintos sindicatos que acompañaba a familiares y compañeros de trabajo de los asesinados, se produjeron escaramuzas en distintos puntos del recorrido y tiroteos, muchos sindicalistas en la columna iban armados para defenderse de las bandas parapoliciales y la policía. Es al llegar a la Chacarita donde se produce el peor ataque por parte de la policía y los bomberos. Mientras los oradores hablan a una multitud de trabajadores, atrincherados tras los muros del cementerio, las fuerzas de seguridad empiezan a disparar sobre la gente, provocando no menos de 20 muertos y cientos de heridos.
Esa misma noche, luego de la masacre de La Chacarita se reúne la FORA IX y decide convocar a la huelga general, que de hecho ya estaba en marcha. El Partido Socialista, con gran peso en la FORA dirigida por los sindicalistas, decide sumarse a la huelga, pero reclamando “prudencia y sensatez” a la clase obrera y se pronuncia en contra de cualquier intento revolucionario. Los anarquistas, que ya habían convocado a la huelga general con anterioridad, lanzan un llamado a extender la huelga a todo el país. Efectivamente la huelga se extiende, siendo su punto máximo el fin de semana del 10 al 13 de enero. Se suman decenas de gremios, cada uno con sus propias reivindicaciones y pliegos, se trata de una verdadera huelga general. Las demandas de cada uno de los gremios es lo que le da verdadera fuerza a la acción de lucha, cada sindicato pelea por lo suyo, pero en una acción de conjunto, este método es el que pone a toda las patronales en alerta porque entienden que si esto se prolonga la huelga sería imparable.
Durante el fin de semana el gobierno moviliza a todos los efectivos policiales con los que cuenta, también hace un llamado a los militares a mantenerse alerta y moviliza tropas que estaban apostadas en Campo de Mayo(por estos días hace sus primeras armas, en las líneas de abastecimiento de municiones, Juan Domingo Perón como parte de los militares unidos a la represión).A los militares y policías reprimiendo las manifestaciones y disparando contra las barricadas se unen las bandas parapoliciales reclutadas por los patrones, que actúan a sus anchas protegidas por la policía, Yrigoyen se saca la máscara mostrando su cara más represiva.
Durante el fin de semana se produce el primer pogrom en el barrio de Once, el martes 14 se produciría el segundo. Las principales víctimas serian trabajadores, activistas sindicales, judíos e inmigrantes.
Luego de un fin de semana de casi completa parálisis, las fuerzas obreras comienzan a menguar en el marco de enormes maniobras para levantar la huelga. La ciudad se encontraba militarizada, durante el fin de semana efectivos de la marina acompañaron a la policía y soldados para ocupar Buenos Aires. El Partido Socialista llama a levantar argumentando que las fuerzas no dan para continuar y que los trabajadores no pueden exponerse a más represiones. La FORA dirigida por los anarquistas logra entrevistarse con Yrigoyen y reclaman la libertad de todos los detenidos, el cumplimiento del pliego presentado a Vasena y por reivindicaciones de otros gremios. Yrigoyen presiona a los Vasena esa misma tarde a aceptar el acuerdo con sus obreros, algunos puntos luego serían desconocidos.
No todos los sindicatos aceptan la decisión de las centrales sindicales, pero el golpe ya está dado. La huelga continúa el lunes 13, cuando debía retomarse el trabajo,existe descontento dentro de ellos trabajadores por los acuerdos contraídos, consideran que el esfuerzo es demasiado grande para lo poco conseguido. Los ferroviarios y marítimos continúan por su cuenta, pero la huelga general ha finalizado para el día martes 14. Una semana que paralizo la Capital y gran parte del país, dejando decenas de trabajadores muertos y muchos dirigentes sindicales presos.
Pogrom
Durante los días 11 de enero y luego el 14, se produjo en Buenos Aires el primer pogromo (del ruso; devastar o demoler) en la historia de América.
La Liga Patriótica se lanzó con el amparo de la policía contra la comunidad judía: ocupó el barrio del Once, violó, quemó libros y bienes y asesinó. Quedaron pintadas que decían “muerte a los judíos” y “muerte a los bolches”. La excusa de un pretendido complot bolchevique siempre estuvo presente, pero es claro que solo fue una excusa para sembrar el terror entre los trabajadores. La acción duró toda la noche y los testimonios al respecto son aterradores. El objetivo real fue amedrentar a los trabajadores que estaban llevando adelante la huelga, mostrarles de lo que eran capaces para defender sus ganancias y privilegios.
La nefasta Liga Patriótica tiene su antecedente en la Comisión Pro Defensores del Orden, una organización parapolicial de extrema derecha fascista, liderada por influyentes militares, curas, empresarios y políticos radicales y conservadores, que fue concebida en el Centro Naval. Esas noches, jóvenes de clase alta junto con radicales, conservadores y personalidades, como el abogado de los Vasena, se lanzaron a sembrar el terror.
El general Dellepiane, que había sido puesto al mando de la ciudad por Yrigoyen ese día, da la orden de contener cualquier tipo de manifestación política, salvo las de las “ligas patrióticas” que se movían con total tranquilidad. En esos días la Cámara de Diputados votó el estado de sitio, movidos por la idea de terminar con las barricadas e impedir la reunión de los sindicatos. El estado de sitio no se llegó a votar en Senadores, pero las fuerzas policiales lo aplicaron de hecho para facilitar el primer pogrom y también el segundo, que se realizaría el martes 14, tanto o más sangriento que el primero, nuevamente en el barrio de Once. Es difícil contabilizar los asesinatos del segundo ataque, seguramente son varias decenas.
Debates y conclusiones
Durante la huelga, las patronales de conjunto exigieron de entrada la represión. La intransigencia de la familia Vasena es solo la punta del iceberg de lo que reclamaban los capitalistas locales. Yrigoyen por su parte se encontraba en una encrucijada, no quería parecer demasiado blando ante los conservadores, ni aparecer tempranamente como un gobierno represor. Los Radicales asumieron el gobierno como supuestos defensores de la democracia y las votaciones limpias, contrario a lo que se percibía de sus predecesores; conservadores que amañaban elecciones para conservar el poder. La base electoral radical, de todas formas, no estaba entre los trabajadores fabriles: la mayoría de ellos no votaba, no tenían residencia. Estas especulaciones, las presiones de las patronales y de las fuerzas de seguridad para reprimir llevaron al gobierno radical a darle rienda suelta a la policía e incluso al ejército para intervenir ferozmente en el conflicto. Más adelante en el tiempo,los radicales darían continuidad a su ánimo represivo con acontecimientos como los asesinatos de la Patagonia Rebelde o el asalto e incendio de la Federación Obrera de Magallanes.
Los resultados de la huelga desatada en 1919 no pueden considerarse una victoria directa de la clase obrera: las reivindicaciones conseguidas fueron escasas en relación con las fuerzas puestas en juego.Pero en estos casos importan mucho las enseñanzas que dejan las huelgas y quedan en el acervo de la clase obrera como parte de sus gestas históricas. En 1929 Yrigoyen mismo, en su segunda presidencia, cedió ante un reclamo de larga data por las luchas de los trabajadores: sanciona la ley 11.544, que estableció que la jornada laboral no podría superar las ocho horas diarias o 48 semanales, para toda persona ocupada por cuenta ajena en explotaciones públicas o privadas (la norma no abarcaba al sector agrícola ni ganadero,ni al servicio doméstico). No hay dudas que en esta conquista tuvo mucho que ver directamente con la histórica huelga de la Semana Trágica de enero de 1919. Grandes conquistas obreras se han obtenido como subproducto de las grandes luchas obreras, que aún derrotadas circunstancialmente, han puesto en alerta a las burguesías de la necesidad de conceder a reclamos de las masas, que volverían a manifestarse con nuevas y más grandes luchas.
Ninguno de los que participaron en la huelga defendiendo las reivindicaciones obreras tenía un programa que fuera más allá de conseguir conquistas necesarias para mejorar su nivel de vida. Nadie se planteó la toma del poder ni el derrocamiento de Yrigoyen. Las patronales y el gobierno calificaron a los que llevaron adelante la huelga como parte de un movimiento con “ideología extranjera”, dictado por los “bolches” de Moscú. No cabe duda que el clima internacional del triunfo de la Revolución Rusa de 1917 creaba una euforia en una amplia vanguardia obrera, pero se trató de un movimiento de lucha originado por la lucha de clases nacional. Lo cierto es que los Vasena eran socios de ingleses en sus empresas y los trabajadores montaron una huelga para defender intereses propios:no hay movimiento más “nacional” que este.
A la FORA IX le cupo el papel de contener a la clase obrera, la influencia del Partido Socialista fue determinante, su posición tuvo siempre un sesgo parlamentario y de integración al estado. Los “sindicalistas” intentaron desde el comienzo negociar con el gobierno, incluso cuando la huelga general estaba firme, su influencia en los sindicatos con mejores salarios los puso en una posición más conservadora. Luego del conflicto reforzaron sus posiciones contrarias a los paros solidarios y a la consigna de huelga general. El Partido Socialista abandonó tempranamente sus principales sesgos obreros para transformarse paulatinamente en un partido defensor del sistema. En los acontecimientos de la Semana Trágica sus posiciones fueron ambivalentes, por un lado, empujados por la marea obrera se pronunciaron a favor de la huelga, pero su función fue siempre contener.
Como un desprendimiento del PS nacen en 1906 los sindicalistas revolucionarios, sus premisas eran antipartidos, se reclaman socialistas, pero entendían que el sindicato era el único medio válido para organizar a los trabajadores y llegar al socialismo. Los sindicalistas revolucionarios que en un principio entendían la huelga general como una herramienta que no debía ser condicionada, con el correr del tiempo y su inclusión en la FORA IX fueron virando en sus posiciones, para entender la huelga general solamente como una acción defensiva. Nadie se preparó para dirigir un movimiento revolucionario.
El sindicalismo revolucionario tuvo un papel progresivo en el armado de numerosos sindicatos, se trataba de uno de los sectores más combativos de la clase obrera y sus organizaciones fueron muy poderosas. Ferroviarios, marítimos, trabajadores de la carne o del cuero, abrevaban en esta corriente sindical que fue protagonista de infinidad de conflictos. Pero su acercamiento al estado y su cooptación parcial o total, los llevó a burocratizarse y a perder todo lo “revolucionario” que tenían en sus comienzos.
Los anarquistas enrolados en la FORA V y que dirigían el sindicato metalúrgico fueron el sector más combativo de la huelga, desde el primer momento hicieron un gran esfuerzo por llevar adelante el conflicto para derrotar a los Vasena. La combatividad con que los anarquistas encararon el conflicto y la idea de la huelga general, se daba de frente con su falta de estructuración política y de perspectivas de poder. En ningún momento se plantearon un llamado a toda la clase obrera argentina a levantarse contra el gobierno de Yrigoyen. Para esto debería haber existido una consigna unificadora que les permita actuar de conjunto, esto no existió. Su objetivo era derrotar a los Vasena y conseguir algunas conquistas sindicales. La policía agitó durante gran parte del conflicto la idea de un complot marxista para derrocar al gobierno, esto nunca estuvo presente, derrocar al gobierno no estaba en la cabeza de los que los dirigían la huelga. La supuesta influencia de la Revolución Rusa en el conflicto solo fue agitada por la clase capitalista como una excusa para reprimir. La defensa de la “democracia” en manos de represores fue la pantalla para reprimir y asesinar trabajadores.
Con el fin de la Semana Trágica y otros acontecimientos anteriores se encamina el declive de la influencia de los anarquistas en los sindicatos argentinos, su influencia ya estaba deteriorada y aunque posteriormente dirigieron algunos conflictos, este sería un importante capítulo en la desaparición de su influencia. El sindicalismo reformista y conservador gana lugar en Argentina: prefieren la negociación antes que el conflicto, lo que varios dirigentes sindicales llaman hoy, sindicalismo de “gestión”.
La ausencia de un partido revolucionario durante la Semana Trágica no puede ser tomado como el único factor por el cual la huelga no triunfó. Pero si es cierto que al no haber una organización que auné fuerzas, un comando único que dirija el conflicto con consignas de poder, que pueda elaborar estrategias de conjunto para la clase obrera, las limitaciones pusieron un marco a una enorme gesta obrera. La necesidad de acabar con la burocracia sindical y la construcción de un partido que dirija al proletariado a la victoria están latentes. Hoy, está a la orden del día, la lucha por la Huelga General para enfrentar y derrotar al gobierno de Milei.
Fuentes:
La semana Trágica, Bilsky, Edgardo. Ediciones RyR, 2011, Argentina.
https://prensaobrera.com/cultura-y-sociedad/a-80-anos-de-la-semana-tragica-de-enero-de-1919/
Archivos de la historia del movimiento obrero y la izquierda, año III, N° 6.
La Fora, Abad de Santillan, Diego. Libros de Anarres, 2005