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60 años del fracasado retorno de Perón en 1964 (y la caracterización del PO)

La lucha de clases antes del fracasado retorno

“Mientras el activismo se esforzaba en el triunfo de las luchas obreras, el peronismo se esforzaba por enterrar esa perspectiva” (Christian Rath).

Desde el golpe de 1955 que destituyó a Perón, la burguesía había sido incapaz de montar un régimen estable.

La proscripción del peronismo, y de Perón, era un fuerte factor de conflicto. En 1958 el radical intransigente (UCRI, surgido de la división de la antiperonista “gorila” UCR), Arturo Frondizi, ganó las elecciones con el peronismo proscripto, pero realizando un pacto con Perón que se encontraba en el exilio. Este pacto establecía que Perón ordenó a sus seguidores votar por Frondizi. Este, a cambio, prometió terminar con la intervención de la llamada “Revolución Libertadora” y “devolverle” los sindicatos a la burocracia peronista.

Toda la izquierda argentina no peronista (PC y los grupos trotskistas) acató la orden del general exiliado, menos el grupo Praxis. La supuesta política desarrollista de Frondizi terminó en un sometimiento brutal a los intereses económicos de los norteamericanos y al FMI. Lo cual derivó en un gobierno que atacó a las masas con políticas de ajuste, privatización y destrucción de la educación pública. Entre otras, inició el desmantelamiento del monopolio estatal del petróleo (YPF) entregando, escandalosamente -pues rompía drásticamente con sus promesas preelectorales- concesiones petroleras al capital imperialista. Lo que provocó la huelga petrolera. También pactó con la Iglesia y sectores capitalistas, la instalación de la educación privada y religiosa en el ámbito educativo y universitario. Esto detono la extraordinaria gran movilización estudiantil/popular conocida como la lucha de “La Laica contra la Libre”. En este cuadro el año 58 culminaba con una profundización de las luchas. Pero   el frondizismo si cumplió con una de sus promesas: anuló las prohibiciones y reglamentaciones que había ordenado el gobierno golpista anterior de Aramburu y sacó una nueva Ley de Asociaciones Profesionales, regimentando al movimiento sindical y restableciendo el control de las burocracias peronistas.

El 1° de enero de 1959 el mundo se estremecía por la victoria de la revolución cubana. Días después estallaba una rebelión en el barrio porteño de Mataderos: 6000 trabajadores apoyados por las barriadas obreras lindantes tomaron el Frigorífico Lisandro de la Torre, contra su privatización y chocaron con la policía y el ejército. Se inició una huelga general no convocada por las organizaciones sindicales. Recién días más tarde, el 18 de enero, cuando la medida ya era un hecho garantizado y en marcha por las bases obreras, la burocracia peronista se vio obligada a llamar a la huelga general. Para levantarla, cuatro días después sin obtener las reivindicaciones. Frondizi frente a la resistencia obrera de bases en ascenso, lanzó el plan CONINTES (Conmoción interna del estado), aumentó nuevamente el poder de las fuerzas armadas para reprimir y hacer pasar el ajuste. 

En esos meses apareció de la mano de Álvaro Alsogaray, liberal segundo ministro de Hacienda de Frondizi, el tristemente célebre “Plan Larkin”, que pretendía la destrucción de la red ferroviaria a nivel nacional. La instalación de fábricas imperialistas en la industria metalmecánica –que producirían camiones- planteaba el achicamiento de la red ferroviaria. La feroz resistencia obrera pasó por encima a la burocracia entreguista con una huelga que duró 41 días. El gobierno igualmente logró despidos y el cierre de un par de ramales. 

En diciembre de 1961 en elecciones generales de la provincia de Santa Fe, se impuso el candidato oficialista del gobierno nacional (UCRI) contra un candidato neoperonista. Esto ilusionó a Frondizi de que podría repetir el suceso santafesino y avanzar en un proceso de “integración” del peronismo (sin la presencia directa de Perón que seguía en el exilio). Pero en las elecciones nacionales legislativas del 18 de marzo de 1962, en la provincia de Buenos Aires, al frente de la peronista Unidad Popular se impuso con Andrés Framini (dirigente de la Asociación Obrera Textil), el candidato designado por Perón. Frondizi en acuerdo con las cúpulas militares anuló el triunfo peronista e intervino la Provincia.

El sometimiento de Frondizi a los militares no impidió su destitución por el golpe de estado del 29 de marzo del 1962.En la presidencia fue colocado la marioneta de Luis María Guido (entonces presidente del Senado) quien llevó adelante un régimen más proscriptivo que el anterior. En este periodo ocurrió el particular choque entre dos fracciones del ejército que se enfrentaron militarmente por la política que debía seguir el estado argentino frente al régimen electoral. Los colorados querían un régimen donde el peronismo siguiera totalmente proscripto y los azules -más cercanos al gobierno- con Onganía a su cabeza, supuestamente pretendían un régimen que avanzara en institucionalizar al peronismo. El 2 de abril de 1963 se dieron los choques más fuertes con un resultado de más de 30 muertos y la derrota de los colorados. A pesar de esto, en julio de 1963, Guido llamó a elecciones con el peronismo totalmente proscripto y donde el voto en blanco fue segunda fuerza. En esta farsa ganó Arturo Illia (de la fracción de la UCRP, más gorila), con una penosa elección minoritaria, la más baja de la historia hasta ese momento, con un 25% de los votos. “Su candidatura no despertó mayor entusiasmo en un país cruzado por una inflación galopante y enfrentamientos de distintas fracciones del ejército para definir el rumbo del país. La simpatía política de Illia estaba con la fracción menos popular.” (Illia: Paradojas e hipocresías de un homenaje, Matías Villar, Prensa Obrera, 14/7/2016, numero 1419).

El operativo fracasado en 1964

En la segunda mitad del año 64’ el peronismo atravesaba una crisis importante. Ya habían pasado nueve años desde que la Libertadora desalojo a Perón del poder, sin que el mismo presentara una resistencia importante. También, el “General” había incurrido en el vergonzoso pacto con el radical ajustador de Frondizi. Esto sumado a sucesivas entregadas de la burocracia peronista, restablecida al frente de los sindicatos, para contener al activismo obrero combativo. Al mismo tiempo el peronismo dejó pasar sin luchar la anulación de la elección en que había triunfado en la provincia en el 62, el golpe de estado contra Frondizi y su proscripción de las presidenciales del 63’. Esta situación había producido una fuerte desmoralización en las bases populares peronistas y hundido al peronismo en un proceso de divisiones, crisis de liderazgo y disputas internas.

Otro aspecto que inquietaba a Perón era “que había emergido una corriente golpista nueva (los Azules), que no identificada con el grillaje liberal clásico. ¿Un nuevo golpe relegaría para siempre al peronismo? ¿Había que apoyarlo, como puente hacia otro ciclo electoral con el peronismo adentro? Todo esto dividía al peronismo” (El fracasado retorno de Perón, Cristian Rath, Prensa obrera, 12/12/2014, número 1344). También Perón intuía una amenaza sobre su liderazgo en el movimiento por la creciente importancia qué estaba adquiriendo el dirigente metalúrgico Augusto Vandor. Este lideraba una tendencia de políticos y sindicalistas peronistas que buscaban una inserción en el régimen con una semi apertura a la proscripción, pero sin el retorno del líder. Por todos estos motivos Perón decidió emprender el Operativo Retorno, pero sin preparar demasiado las condiciones para su éxito. El objetivo del General era retomar la iniciativa y el liderazgo unificando el movimiento bajo esta maniobra. El 1° de diciembre de 1964, Perón salió de su casa en Puerta de Hierro (Madrid) oculto en el baúl de un auto, para abordar un vuelo de Iberia. “El 2 de diciembre, Perón fue demorado en Brasil, donde el vuelo de Iberia en el que intentaba regresar a la Argentina se había detenido para hacer escala” (Clarín, 8/12/2016). Las autoridades de la dictadura militar brasileña no le permitieron seguir viaje y lo obligaron a regresar a España. Todo esto por el pedido directo del gobierno argentino y del imperialismo yanqui.

Ariel Hendler en “1964: Historia secreta de la vuelta frustrada de Perón” resalta en su escrito del 2014, uno de los pocos trabajos históricos sobre este tema que siempre el peronismo se esforzó por olvidar, que Perón estaba “extrañamente errático” en sus decisiones y que no era muy fiable en sus verdaderos propósitos. Y que el Operativo Retorno quedo en manos de una burocracia “de color gris pálido sin capacidad ni convicción, que fue tan responsable del fracaso como la determinación del gobierno radical por impedirlo”. Pero lo que más llama la atención al autor de este trabajo es “qué Peron hizo el supuesto intento de volver, estuvo a tiro de piedra Buenos Aires y, sin embargo, no pasó nada en el país digno de ser recordado. Uno de los motores de ese escrito es tratar de explicar y de entender esta apatía popular. Se pregunta ¿Acaso la figura de Perón se había desdibujado en la conciencia colectiva o fue solo culpa de una organización deficiente? Nosotros podríamos agregar a los interrogantes de este hecho histórico ¿Porque las masas que salieron a la huelga y a las calles el 17 de octubre de 1945, que salieron a enfrentar a la “fusiladora” y que de la misma forma combatieron con huelgas el ajuste de Frondizi, permanecieron impávidas -como le reconocía el mismo J.W. Cooke, días después, al General? Escribiéndole a Madrid lo siguiente: “No se equivoque, General, no hubo actos de movilización popular”.

La respuesta se relaciona con que la vuelta de Perón, en cierta medida, no generó expectativas en las masas obreras desmoralizadas y cansadas de las políticas pactistas del General. Pero aparte, ni Perón, ni el peronismo, estaban dispuestos a encarar una lucha con cierta consecuencia por los derechos democráticos (incluido el del levantamiento de la proscripción electoral del peronismo y el de la vuelta de Perón), en la medida que esa lucha pusiera en riesgo la dominación burguesa y su propia dominación sobre los sindicatos. Las cúpulas peronistas se dividían entre golpistas y antigolpistas, nada relacionado a una perspectiva de movilización popular. 

“Basta poner sobre estas bases reales el problema democrático de la completa legalidad para el peronismo para apreciar que el principal enemigo que tienen las masas peronistas para imponer sus derechos es su propia dirección, la burocracia local y Perón” (Política Obrera, 18/11/64).

Perón volvería a la Argentina, ocho años más tarde, en 1972, luego del Cordobazo y una cantidad de rebeliones que sacudieron el país contra la dictadura de la “Morsa” Onganía, Levingston y Lanusse. En esta ocasión la clase obrera, junto a los estudiantes, luchaban de forma independiente por sus reivindicaciones, no por la vuelta de Perón. De la reseña del libro de Abal Medina “Conocer a Perón”, publicada en la edición online de En Defensa del Marxismo, transcribimos un párrafo donde se señala: “Abal Medina relata, en el capítulo más interesante del libro (págs. 101 y 107), que Perón señalaba al “Cordobazo” y sus réplicas en otras provincias como un momento crítico para el peronismo porque “por primera vez la protesta popular se daba al margen del movimiento y sin una participación masiva de dirigentes y militantes propios (…) con el protagonismo opositor en otras manos y con las filas propias, especialmente los sindicatos, divididos y desorganizados”.

El General fue convocado por las fuerzas armadas y los partidos tradicionales, en un Gran Acuerdo Nacional. El operativo retorno de 1972-73 fue una de las últimas cartas de la patronal para interrumpir un ascenso revolucionario de la clase obrera argentina. 

“Perón no vuelve”

Política Obrera, la organización originaria del Partido Obrero, explicando porque la burguesía y el imperialismo todavía no necesitaba a Perón, planteó: “la burguesía y el imperialismo no necesitan recurrir a Madrid para apuntalar su propio poder porque, por una etapa, su poder está apuntalado desde adentro, con el sostén insustituible del ejército y la policía”. En la medida en que el imperialismo y la burguesía no necesitaban recurrir a medios excepcionales para mantener el orden y que ni Perón ni el peronismo estaban dispuestos a empeñarse a fondo en una movilización que quebrara la política de proscripción de la burguesía y el imperialismo, la conclusión era clara y tajante: “Perón no vuelve” (el folleto “PO frente al retorno de Perón”, deja constancia que el grupo “Baluarte”, ex “El Proletario”, que dirigía José Murat (Lima), sostenía la misma posición).

Este pequeño grupo (originarios del PO) comenzó su militancia en la organización liderada por Silvio Frondizi, hermano del presidente, llamada Praxis. Esta fue la única organización de izquierda que se opuso a la directiva del General exiliado de votar a Frondizi en 1958 y llamó al voto en blanco. Este grupo enfrentó la represión del presidente Frondizi y aumentó sus filas producto del influjo de la revolución cubana. 

En 1960, Silvio Frondizi comenzó un viraje político influenciado por la revolución cubana y un acercamiento al peronismo, con planteamientos cercanos al foquismo. Durante el 58-59 Praxis se delimitó de la izquierda peronista, entendiendo a Perón como un recurso que se guardaba la burguesía nacional y el imperialismo para impedir un ascenso revolucionario. “Esta caracterización había sido formulada por primera vez por José Murat, un revolucionario de Lima, Perú, del grupo El Proletario, en 1958. Silvio Frondizi en 1960 comenzó una aproximación a la política de Cooke, sostenía que Perón regresara a la argentina para optar por el camino revolucionario” (Historia del trotskismo argentino. La génesis de Política Obrera, Javier Diaz). 

El viraje de Silvio Frondizi no fue un movimiento aislado.El Partido Comunista y el Partido Socialista Argentino, después de apoyar a la Libertadora anti obrera, comenzaron a colaborar con el peronismo. Es más, el veterano dirigente del Socialismo, Alfredo Palacios, había roto con el gorila Partido Socialista, formando el Partido Socialista Argentino, en un giro más izquierdista que nacionalista, fue electo como senador por la Capital revindicando la revolución cubana, planteando “en Cuba los barbudos, en Buenos Aires los bigotudos” en clara alusión a los bigotes mostachones que siempre supo llevar el diputado socialista del 1900. También formaban parte de esta política de adaptación al peronismo desde antes de la Libertadora los grupos trotskistas, como el morenismo y el posadismo.

Frente a las nuevas posturas de Silvio Frondizi se produjo en el grupo Praxis una ruptura del sector de la juventud. Los mismos conformaron pocos meses después, el grupo MIRA (Movimiento de Izquierda Revolucionaria Argentina). Frente al desconocimiento de la victoria del peronismo en la provincia de Buenos Aires y al golpe de estado contra Frondizi, el MIRA, junto al grupo El Proletario (GEP), esa pequeña organización de Murat, sacaron un efímero periódico llamado “La Verdad Obrera”. En octubre de 1962 las células de la Capital rechazaron la orientación de la mayoría del movimiento la cual abría la puerta nuevamente a un “giro nacional” y formaron Reagrupar. Tras las elecciones de Arturo IIlia, en julio de 1963, el grupo Reagrupar realizó un plenario en la localidad bonaerense de Ingeniero Maschwitz. Allí se consumó una nueva ruptura en base a dos ejes: la caracterización sobre el PC chino y, fundamentalmente, la construcción de un partido obrero, versus la formación de un foco guerrillero.  

La minoría liderada por Jorge Altamira, Roberto Gramar y Julio Magri, se separaron de Reagrupar y decidieron formar una nueva organización. La misma comenzó a sacar una revista llamada Política Obrera. En su primera edición, en marzo de 1964, planteaba como objetivo la conformación de una vanguardia revolucionaria que construyera un verdadero Partido Obrero, frente a que toda la izquierda de la época se encontraba haciendo seguidismo del nacionalismo burgués. En el segundo número de Política Obrera, en septiembre de 1964, caracterizaba “Perón no vuelve porque la burguesía aún no lo necesita”.

Mientras tanto la mayoría de las corrientes que hacían seguidismo al peronismo, dentro o fuera de sus filas, acompañaron la campaña del fracasado Operativo Retorno. En algunos casos detrás de la defensa del “derecho” de Perón a volver (algo elemental), se escabullía el bulto a la toma de una posición concreta sobre la campaña. El Partido Comunista apoyaba al gobierno de Illia y de forma contradictoria también a la campaña por el retorno de Perón. Sin detenerse demasiado en que el retorno, en la medida que podía suscitar una movilización popular, podía comprometer la estabilidad del gobierno de la “Tortuga” Illia.

Palabra Obrera, el grupo dirigido por Nahuel Moreno, después de tener una política sectaria y gorila, oponiéndose al 17 de octubre de 1945, considerándolo una asonada de la policía bonaerense, realizó un giro de 180 grados con una política de entrismo en el peronismo hasta 1964 que terminó incluso en un liquidacionismo organizativo. En 1957, en su revista Estrategia, Moreno había elaborado el planteo de que “la lucha por el retorno de Perón lleva a la revolución proletaria”. Durante todo el primer año de la revolución cubana, Moreno la rechazaba por defender al régimen de Batista que supuestamente era nacionalista.Cuando se enfrentaron los bandos del ejercito Azules y Colorados, el morenísmo adoptó una posición favorable a Onganía, jefe de los azules y futuro dictador de la Argentina que ilegalizo a todos los partidos políticos, asesino estudiantes y obreros y ataco a los palazos las facultades. Palabra Obrera incluso publicó una carta abierta a los azules que decía: Legalicen al peronismo y al pueblo y terminen con los gorilas, entonces ustedes habrán lavado el uniforme que quieren dignificar” (Palabra Obrera N° 236, 27/9/1962, ver “En defensa del Marxismo” N°49, “La carta de Moreno a Perón”, Daniel Gaido). 

En esta época, estuvieron según las palabras del propio Moreno “bajo la disciplina del General Perón y del Consejo Superior Peronista”. Reclamaron a éste que volviera al país de cualquier modo y, aún después del fracaso del retorno del 64, sostuvo que “solamente el General Perón está en condiciones de desbaratar la maniobra con la que se lo ha cercado. 

La historia le dio la razón a la caracterización del PO naciente. Perón volvió en el 72-73 y vino a sofocar un ascenso revolucionario de la clase obrera argentina que se había iniciado en el Cordobazo. El General en su verdadero retorno, trajo a López Rega, Isabelita y la nefasta triple A. 

Del “Peron no vuelve” al “Fuera Milei”

Política Obrera después de su caracterización de “Perón no vuelve” siguió su camino: “Tiempo después, comienza a salir como revista-boletín durante seis números, con una periodicidad mensual. Lentamente, la publicación se va regularizando y pasa a tratar los problemas del movimiento obrero, pero todavía no de una manera muy popular sino como estudios reales de conflictos, huelgas de la época, comenta Rafael Santos, miembro de la comisión redactora de Prensa Obrera” (Historia de Política Obrera. Revista EDM, número 24. Laura Kohn.). 

Esta organización de jóvenes adoptó la política de proletarización que le permitió desarrollarse en la vanguardia obrera, preparar y participar del Cordobazo. La correcta caracterización del 64 le permitió interpretar de forma adecuada el retorno verdadero. En estos años también se desarrolló una juventud estudiantil y barrial. En el año 74 fueron asesinados los delegados y líderes fabriles Fischer y Bufano, militantes de Política Obrera. Pero la organización no retrocedió, nuevamente preparó y participó de las grandes huelgas generales de junio y julio de 1975. Enfrentó a la dictadura en las fábricas y otros lugares de trabajo. Participó de la conformación de organizaciones de derechos humanos para luchar por la aparición con vida de todos los desaparecidos y castigo a los culpables. A pesar que se tomaron todo tipo de recaudos para defender la vida de los militantes, algunos cayeron en las mazmorras de la asesina dictadura, pero la actividad nunca se detuvo en esos años oscuros. 

En 1983, después de participar en todas las movilizaciones populares para voltear a la dictadura, Política Obrera fundó el Partido Obrero. Un partido que estuvo a la cabeza de la lucha de clases en casi toda la democracia. Que el “súper democrático” Alfonsin metió en cana a parte de su dirección en el 89, acusándolo de organizar saqueos, y se movilizó rompiendo el Estado de Sitio y liberando a todos los compañeros. Un Partido que se metió hasta el fondo en la construcción del movimiento popular más importante de la etapa “Los Piqueteros”, que realizó la gran ocupación de la Editorial Atlántida, que estuvo hasta último momento combatiendo en las calles en el Argentinazo e hizo retroceder a la montada de la Federal en uno de los enfrentamientos más recordados de ese 20 de diciembre. También de la gran lucha de Sasetru, del Casino flotante de Buenos Aires, etc. 

El Partido Obrero, es el Partido, donde militaba el joven Mariano Ferreyra, que fue asesinado por la burocracia k de los Pedraza, por luchar por el pase a planta de los tercerizados ferroviarios. El que promovió la formación del Frente de Izquierda, el que sostuvo a muerte la ocupación de AGR-Clarín. Que estuvo en la primera fila de la irrupción popular del 2018 contra el gobierno macrista, que se movilizó de forma sistemática contra el ajuste de Alberto, Cristina y Massa. Hoy enfrenta al gobierno de la motosierra con la consigna “Fuera Milei”, indicando el camino de lucha que seguramente recorrerán los trabajadores para terminar con el régimen del hambre. Por este motivo, como en el pasado, es blanco de los ataques represivos-mediáticos-judiciales del régimen pseudo democrático y ajustador. Partido que siempre se caracterizó por enfrentar a los gobiernos capitalistas ajustadores sin dejarse cooptar ni amedrentar, por las diferentes corrientes patronales, que nunca bajo las banderas de lucha por gobiernos obreros y socialistas en todo el mundo.

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