Al cumplirse 100 años de la Conferencia de Zimmerwald, la agencia de noticias BBC Internacional publicó un artículo que tituló: “Zimmerwald, el tranquilo pueblo suizo que quiere olvidar que allí nació la Revolución Rusa”. Aún con falsedades de todo tipo, la nota refleja la importancia estratégica de aquella conferencia internacional para el reagrupamiento del movimiento socialista revolucionario que se desarrolló con toda su potencia en las revoluciones de febrero y octubre de 1917, cambiando el curso de la historia de la humanidad. ¿De qué trataron estas Conferencias? ¿Por qué ese pueblo suizo de 1000 habitantes fue popularmente conocido como el lugar en el que nació la revolución bolchevique?
Entre el 5 y 8 de septiembre de 1915 en Zimmerwald, Suiza se reunió la primera conferencia internacional de las corrientes socialistas que manifestaban su oposición a la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Convocada por el Partido Socialista Suizo e italiano, concurrieron importantes dirigentes socialistas y comunistas de Europa. Contó con la participación de 38 delegados de 11 países que se reunieron para discutir un plan de acción contra la Gran Guerra y la traición de la Segunda Internacional.1El lugar de la Conferencia se había guardado en secreto para librarse de los espías de las diferentes potencias imperialistas. Los dirigentes internacionalistas llegaron al pueblo de forma clandestina a una “Conferencia de ornitólogos” Karl Liebknechtde la Liga Espartaquista – y único diputado del SPD alemán en votar en contra de los créditos de guerra en 1914- no concurrió porque estaba encarcelado. Aun así, la conferencia abrió con una carta de Liebknecht que decía: “«Camaradas, nuestra tarea ahora, es decir: no paz civil, sino guerra civil; este es el lema de nuestros días».
La Conferencia de Zimmerwald, que analizaremos es este artículo, reunieron a un puñado de delegados internacionalistas que marcaron un punto de inflexión en el movimiento socialista mundial, y en la forma en que los movimientos socialistas abordaron la cuestión de la guerra y la lucha de clases, constituyéndose en un antecedente histórico para la creación de una nueva Internacional para luchar por la revolución socialista. En una época histórica cruzada por guerras, genocidios, rebeliones y revoluciones, y por la presión de la guerra imperialista en curso en la izquierda mundial, resulta clave apropiarse de las lecciones centrales de esa experiencia.
La Conferencia de Zimmerwald
Dos antecedentes históricos importantes previos a la conferencia de Zimmerwald son atravesados por el debate en relación a la guerra y la lucha de clases. Uno de ellos fue la III Conferencia Socialista Internacional de Mujeres convocada por Clara Zetkin que se desarrolló entre el 26 y 28 de marzo de 1915 en Berna, Suiza. En aquel encuentro, 70 delegadas de 8 países europeos se pronunciaron contra la guerra imperialista, reafirmaron la lucha por los derechos de las mujeres y condenaron la guerra imperialista con la consigna “guerra a la guerra”. Sin embargo, la Conferencia se negó a condenar a los socialpatriotas y a encarar la necesidad de una nueva Internacional. Unos pasos más allá dieron las juventudes reunidas también en Berna en la Conferencia internacional las Juventudes Socialistas desarrollada entre el 4 y 6 de abril de 1915. Allí decidieron fundar un buró Internacional de las Juventudes autónomas y publicar una revista de combate contra la 2ª. Internacional. En un manifiesto sin ambigüedades, los delegados afirmaron que: “Es cien veces mejor morir en las cárceles como víctimas de la lucha revolucionaria que caer en el campo de batalla luchando contra nuestros camaradas de otros países, por las ansias de ganancia de nuestros enemigos”.2Ver: https://es.internationalism.org/revista-internacional/200808/2334/zimmerwald-1915-17-de-la-guerra-a-la-revolucion Ambos acontecimientos expresaron los debates que circulaban en la vanguardia socialista en relación a la guerra imperialista, la lucha de clases y la necesidad objetiva de un reagrupamiento revolucionario que marque una orientación contrapuesta a la traición de la II Internacional.
En este marco, y a iniciativa del Partido Socialista italiano, el suizo Robert Grimm preparó el encuentro de Zimmerwald que acogerá a los socialdemócratas opuestos a la guerra. De cara a ese encuentro, Lenin escribe en mayo-junio de 1915 “La bancarrota de la II Internacional”, un texto clarificador que recorre la claudicación de los dirigentes reformistas de la Segunda Internacional ante el estallido de la Primera Guerra y sobre las conclusiones políticas y las tareas prácticas que dicha claudicación implicaba. Allí Lenin muestra como las direcciones sindicales y políticas del movimiento obrero de Europa occidental hacían frente común con las burguesías locales de cada país. Los partidos socialistas alemán y francés, ambos de gran influencia, habían votado en nombre de la «defensa de la patria» y de «la unión sagrada contra el enemigo” el 4 de agosto de 1914 por la aprobación de los créditos de guerra. Lenin denunciaba que arrastraron a millones de obreros a la primera gran carnicería mundial y que las resoluciones contra la guerra de los anteriores Congresos de la Internacional, en Stuttgart y Basilea, habían sido pisoteadas, dando muerte a la Segunda Internacional.
Contra la traición de la socialdemocracia alemana y francesa, el 5 de septiembre de 1915, se reunieron los 38 delegados y delegadas, entre ellos 10 alemanes, 8 rusos, 5 italianos, 4 suizos, 3 polacos, 2 franceses, 2 escandinavos, 1 letón, 1 rumano 1 búlgaro y una holandesa, en el pequeño pueblo bernés de Zimmerwald, donde se instalaron bajo la cobertura de un encuentro de ornitólogos.
A pesar de ser un número reducido, la conferencia de Zimmerwald es recordada como un evento decisivo en la historia de la clase obrera consciente. Trotsky, en “Mi vida” lo ilustraba de esta manera: “Nos acomodamos como pudimos en cuatro coches y tomamos el camino de la sierra. La gente se quedaba mirando, con gesto de curiosidad, para esta extraña caravana. A nosotros no dejaba de hacernos tampoco gracia que, a los cincuenta años de haberse fundado la Primera Internacional, todos los internacionalistas del mundo pudieran caber en cuatro coches. Pero en aquella broma no había el menor escepticismo. El hilo histórico se rompe con harta frecuencia. Cuando tal ocurre, no hay sino anudarlo de nuevo. Esto precisamente era lo que íbamos a hacer a Zimmerwald”.3Ver: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/mivida/20.htm
Es que el vacío de una acción internacional contra la guerra convirtió esta aparentemente modesta iniciativa en el comienzo de un curso internacionalista. De cara al proceso revolucionario posterior, Lenin reconocerá el enorme valor que tuvo esta conferencia, siendo el antecedente decisivo de la Internacional Comunista creada tras la triunfante Revolución rusa de 1917 y el final de la guerra.
Debate, resoluciones y manifiesto
Como era de esperar, aunque estaban de acuerdo en su oposición a la guerra, los 38 delegados presentes representaban posiciones diversas. La conferencia se debatía entre un ala derecha representada por Ledebour y Hoffmann de Alemania que no querían condenar el apoyo parlamentario a los »créditos de guerra» es decir, la aprobación de presupuestos para los gastos de guerra de los gobiernos (para no romper con la dirección del Partido Socialdemócrata comprometida con el esfuerzo de guerra junto al gobierno imperialista), y un ala izquierda representada por Lenin, que había sacado la conclusión sobre la bancarrota irremontable de la Segunda Internacional.Trotsky que criticaba fuertemente a la dirección socialdemócrata derechista que apoyaba la guerra, tenía una posición intermedia, bien que, apoyando a los bolcheviques, quería sacar un planteamiento unitario antiguerra.
Lenin junto con otros siete delegados dieron allí origen a “la izquierda de Zimmerwald”, un agrupamiento de bolcheviques y las izquierdas de los partidos socialistas alemán, polaco, sueco, noruego, suizo y letón. Revalidaron las resoluciones previas, bajo una fuerte denuncia a la burocracia socialdemócrata (con la que planteaban romper) y orientando hacia el “derrotismo revolucionario” como el programa más acabado para la guerra. La moción de la izquierda zimmerwaldista presentada por el delegado polaco Radek, que militaba en el partido alemán,explicaba :“Esta lucha exige el rechazo de los créditos de guerra, la salida de los ministerios de gobierno y la denuncia del carácter capitalista y anti-socialista de la guerra – en el ámbito parlamentario, en las páginas de las publicaciones legales y, cuando sea necesario, en las ilegales, junto con una lucha franca contra el socialpatriotismo. Cada movimiento popular que surja de las consecuencias de la guerra (contra el empobrecimiento, como reacción ante las bajas en el ejército, etc.) debe ser utilizado para organizar manifestaciones callejeras en contra de los gobiernos, la propaganda de la solidaridad internacional en las trincheras, demandas de huelgas económicas y tratar de transformar esas huelgas, donde las condiciones sean favorables, en luchas políticas”.4Ver: https://revistaedm.com/edm/59/sobre-el-derrotismo-revolucionario/ No fue aceptada.Inclusive, en el borrador del texto, Lenin llama a las y los proletarios a luchar a favor de la creación de una nueva Internacional contra la guerra y el capitalismo. Sin embargo, su posición fue puesta en minoría, sobre todo por los alemanes, los italianos y los franceses.
En esas circunstancias fue Trotsky, quien se encargó de redactar un Manifiesto de síntesis que finalmente fue adoptado por unanimidad y en el que se denuncia al imperialismo como una máquina de guerra, pero también a los líderes socialdemócratas comprometidos en la “Unión Sagrada”.
El Manifiesto aprobado reflejó una posición de compromiso del conjunto de los delegados de distintos países. Allí se hizo hincapié en la denuncia al carácter imperialista de la guerra, y que la misma “ha surgido de la voluntad de las clases capitalistas de cada nación de vivir de la explotación del trabajo humano y de las riquezas naturales del universo” (…) Los capitalistas de todos los países, que con la sangre de los pueblos acuñan la moneda roja de los beneficios de guerra, afirman que la guerra va a servir para la defensa de la patria, de la democracia y de la liberación de los pueblos oprimidos. Mienten. La verdad es que, de hecho, entierran bajo los hogares destruidos la libertad de sus propios pueblos al mismo tiempo que la independencia de las otras naciones. Nuevas cadenas y nuevas cargas, he ahí lo que resultará de la guerra, y es el proletariado de todos los países, vencedores o vencidos, el que tendrá que soportarlas”. (Manifiesto de la Conferencia Socialista Internacional de Zimmerwald- Redactado por León Trotsky)
También se posicionó contra la suspensión de libertades y derechos democráticos, exigiendo un planteo de paz sin anexiones, ni indemnizaciones y respetando el derecho de los pueblos a elegir su propio gobierno: “Hay que emprender esta lucha por la paz, por la paz sin anexiones, ni indemnizaciones de guerra. Pero tal paz no es posible más que con la condición de condenar toda idea de violación de derechos y libertades de los pueblos”.5Ver: https://grupgerminal.org/?q=system/files/1917-09-15-manifiestozimmerwald-trotsky.pdf Aun cuando resulta ambiguo en lo que respecta a la acción política a desarrollar, establece, aunque sin mencionarlo explícitamente, una destacada delimitación de la II Internacional:“Nosotros no podemos ni debemos permanecer inactivos ante esta situación que amenaza el porvenir de Europa y la humanidad. Durante largos años, el proletariado socialista ha encabezado la lucha contra el militarismo; con una aprensión creciente, sus representantes se preocuparon en sus congresos nacionales e internacionales del peligro de guerra que el imperialismo hacía cada vez más amenazador. En Stuttgart, en Copenhague, en Basilea, los congresos socialistas internacionales han trazado la vía que debe seguir el proletariado. Pero, a pesar de haber contribuido a la elaboración de estas decisiones, partidos socialistas y organizaciones obreras de ciertos países han olvidado y repudiado, desde el comienzo de la guerra, las obligaciones que les imponían. Sus representantes han arrastrado a los trabajadores a abandonar la lucha de clases, único medio posible y eficaz para la emancipación proletaria. Han votado a favor de sus clases dirigentes los presupuestos de guerra; se han puesto a disposición de sus gobiernos para diversas necesidades, han suministrado a los gobiernos ministros socialistas como rehenes de la “Unión Sagrada”. Con ello, han aceptado ante la clase obrera compartir con las clases dirigentes las responsabilidades actuales y futuras de esta guerra, de sus objetivos y de sus métodos”.6Ídem
Y exponen que: “En esta situación intolerable, nosotros, representantes de partidos socialistas, sindicatos o minorías de estas organizaciones, alemanes, franceses, italianos, rusos,polacos, letones, rumanos, búlgaros, suecos, noruegos, holandeses, suizos, nosotros que no nos situamos en el terreno de la solidaridad nacional con nuestros explotadores, sino que permanecemos fieles a la solidaridad internacional del proletariado y a la lucha de clases, nosotros nos hemos reunido aquí para renovar los lazos rotos de las relaciones internacionales, para llamar a la clase obrera a retomar conciencia de sí misma y arrastrarla a la lucha por la paz. Esta lucha es la lucha por la libertad, por la fraternidad entre los pueblos, por el socialismo”.7Ídem
A pesar de las diferencias, la conferencia aprobó el Manifiesto de Zimmerwald, y más allá de los límites del documento final, Lenin y la izquierda votaron a favor del texto definitivo, no solo por haber podido sumar algunos planteos de delimitación con el oportunismo, sino por resultar esa Conferencia un paso adelante de cara a la reorganización internacional de las filas socialistas revolucionarias, fortaleciendo a los sectores que se oponían a la guerra, al social chovinismo y propugnaban el “derrotismo revolucionario” (el enemigo fundamental estaba en la burguesía dominante en cada país). Significó un compromiso para impulsar el movimiento revolucionario contra la guerra. Junto al Manifiesto aprobado por unanimidad, Lenin sacaría una declaración propia de los Bolcheviques con su posición derrotista revolucionaria, más explicitada.Esta enseñanza de Lenin es central a la luz del debate sobre la guerra imperialista de hoy, en medio de una enorme crisis de la izquierda internacional(donde gran parte de ella se ha alineado en torno a posiciones proimperialistas), a la que corresponde responder con un planteo de debate, acción común y reagrupamiento de un polo internacionalista y de clase de lucha contra la guerra y por la revolución. En este sentido, las tareas del frente único y el debate clarificador, con el fin de intentar reagrupar a los sectores proletarios e internacionalistas del socialismo en un movimiento común contra la guerra imperialista, resulta clave.
Por lo expuesto, la Conferencia cobró una importancia histórica para la evolución de la lucha de clases, la formación de una izquierda comunista internacional y sentó las bases para que Lenin y Trotsky formaran la Internacional Comunista en 1919.
Las diferencias entre Trotsky y Lenin deben ser revalorizadas en este contexto. Más allá de las discrepancias, hay una coincidencia fundamental entre ambos que implica la demarcación y condena tajante del oportunismo y de la deriva a la colaboración de clases y el revisionismo presente en las filas de la socialdemocracia. La divisoria de aguas que se establece en el movimiento socialista internacional es entre internacionalismo versus social patriotismo, entre independencia de clase y colaboración de clases y “unión sagrada” con la burguesía. En esta confrontación, están en el mismo campo, en la misma trinchera.
Trotsky, en “Mi Vida” reflexiona sobre dicho suceso: “Los cuatro días que duró la Conferencia fueron días agitadísimos. Costó gran trabajo hacer que se aviniesen a un manifiesto colectivo, esbozado por mí, el ala revolucionaria representada por Lenin, y el ala pacifista a la que pertenecían la mayoría de los delegados. El manifiesto no decía, ni mucho menos, todo lo que había que decir; pero era, a pesar de todo, un gran paso de avance. Lenin manteníase en la extrema izquierda. Frente a una serie de puntos, estaba solo. Yo no me contaba formalmente entre la izquierda, aunque estaba identificado con, ella en lo fundamental. Lenin templó en Zimmerwald el acero para las empresas internacionales que había de acometer, y puede decirse que en aquel pueblecillo de la montaña suiza fue donde se puso la primera piedra para la internacional revolucionaria” y reconoce que “Las diferencias de opinión, puramente accidentales, que me habían separado de Lenin en Zimmerwald, se borraron en el transcurso de los meses siguientes”.
La época convulsiva a la que ha ingresado la humanidad -signada por la guerra imperialista, el derrumbe capitalista y rebeliones populares- le ofrece a la izquierdamarxista revolucionaria una renovada oportunidad para postularse como alternativa de poder. Sin embargo, la propia crisis ha puesto al rojo vivo también las dificultades que los trabajadores y los revolucionarios enfrentan para encarar este desafío. Es que la mayor parte de la izquierda mundial -subjetivamente oprimida por la conquista política e ideológica lograda por el imperialismo de grandes sectores populares- se ha pasado con armas y bagajes al campo del Capital. Es lo que se evidencia con la guerra en Ucrania, donde la política independiente, que señala que el “enemigo principal” de cada pueblo está en su propio país, ha sido una expresión minoritaria dentro de la paleta de la izquierda mundial. Pues un amplísimo sector de la izquierda se ha parado objetivamente en el campo de la OTAN, en nombre del apoyo a la “resistencia ucraniana”. Otro sector se ha ubicado en el campo del gobierno de Putin.
La capitulación política de la mayor parte de la izquierda había sido anticipada por un largo proceso de adaptación al régimen en la vía de un oportunismo político y organizativo. El período de guerras, crisis y rebeliones en el que estamos inmersos no puede ser afrontado por aparatos electorales, ni tampoco por grupos de propaganda. Por el contrario, reclama la puesta en pie de partidos de combate de la clase obrera en cada país y una Internacional revolucionaria, para luchar -por medio de la agitación, la propaganda y la organización- por gobiernos de trabajadores y el socialismo. Es más urgente que nunca la puesta en pie de una Internacional Revolucionaria, que para el Partido Obrero parte de la refundación de la IV Internacional.
Por eso, desde el Partido Obrero de Argentina y su Congreso XXVIII convocamos a las organizaciones del movimiento obrero, de los movimientos populares de lucha y de la izquierda revolucionaria de todo el mundo a poner en pie una campaña internacional contra la guerra imperialista, la barbarie capitalista y sus gobiernos. El contenido específico de esa campaña internacional está resumido en las siguientes consignas: abajo el armamentismo pro-imperialista, por la disolución de la OTAN, por la expulsión del imperialismo yanqui y europeo y el retiro de las tropas rusas de Ucrania, abajo los gobiernos de la guerra, por la unidad internacional de los trabajadores. Por una lucha común para que la crisis la paguen los capitalistas y por gobiernos de trabajadores y el socialismo.
Una campaña de este tipo será el marco propicio en el cual se podrán desarrollar las polémicas y avanzar en una clarificación política al interior de la vanguardia revolucionaria. Solo de un proceso de esas características podrá surgir una verdadera Internacional obrera, socialista y revolucionaria. La Internacional encargada de sepultar al capitalismo. Retomando las palabras de nuestro compañero Guillermo Kane (2025) sobre la próxima Conferencia Internacionalista convocada en Nápoles: “la vergonzosa reacción de la gran mayoría de la izquierda, alineándose frente a la guerra en Europa detrás de bandos patronales, amerita relanzar el método de reunir a los que se oponen a la guerra en un bloque común, como los revolucionarios lo intentaron hace más de cien años en las reuniones de Zimmerwald y Kienthal”.8Ver: https://revistaedm.com/edm-25-05-25/por-que-altamira-ataca-a-un-reagrupamiento-de-accion-contra-la-guerra-imperialista/