Una respuesta a Lutte Ouvrière


En marzo de este año tuvo lugar una reunión internacional en Génova, Italia, previamente acordada entre la Organización Trotskista Internacional y el Partido Obrero. La OTI reúne a organizaciones y grupos de diferentes países, aunque la principal de ellas es la Asociación Marxista Revolucionaria "Proposta", que actúa como una tendencia destacada en el Partido de la Refundación Comunista de Italia. Las organizaciones de la OTI pertenecieron hasta hace algún tiempo al Secretariado Unificado de la IVª Internacional y aún hoy algunas de ellas actúan en el seno de las organizaciones oficiales del SU, como es el caso de Dinamarca, Alemania, Estados Unidos, Gran Bretaña o la India.


 


A la reunión de Génova concurrieron, sin embargo, otras organizaciones, particularmente el Partido Obrero Revolucionario de Grecia, aunque también se hizo presente el grupo En Defensa del Marxismo de España y el Partido Causa Operaria de Brasil. Todas las organizaciones presentaron un informe de sus realidades nacionales, así como sus puntos de vista sobre la situación internacional en su conjunto. El Partido Obrero de Argentina publicó las actas de todas las sesiones de esta reunión en su Boletín Interno, en mayo pasado.


 


Esta reunión significó un claro progreso con relación a su antecesora, que tuvo lugar en Detroit en julio de 1996, no solamente por el número mayor de los asistentes. Es que mientras el año pasado las discusiones giraron en torno a cuestiones parciales, como la naturaleza social y política de los procesos en Rusia, Europa oriental y China, o el carácter del Secretariado Unificado, ahora se encaró la cuestión estratégica por excelencia, la reconstrucción de la IVª Internacional.


 


Tendencias internacionales


 


En los informes iniciales se delinearon dos posiciones. Una, formulada por la OTI, propiciaba el establecimiento de una tendencia trotskista internacional entre las organizaciones presentes. La otra, del Partido Obrero, planteaba el lanzamiento de una campaña internacional para organizar una conferencia que discutiera la refundación inmediata de la IVª Internacional. La organización griega, por su lado, presentó un agudo análisis sobre las características catastróficas de la restauración capitalista en Rusia y, en conexión con esto, sobre la vigencia de la época histórica inaugurada por la revolución de Octubre de 1917.


 


El planteo de la OTI señalaba una homogeneización de posiciones entre las organizaciones presentes y planteaba como perspectiva un trabajo de clarificación política. El del Partido Obrero partía de un método distinto: considerando las tendencias revolucionarias que comenzaban a despuntar en la situación mundial; considerando la bancarrota completa de los partidos obreros tradicionales, en el sentido de una completa pérdida de referencia histórica socialista u obrera, como consecuencia de la restauración capitalista en los ex Estados obreros, y considerando que los formidables acontecimientos históricos de los últimos años habían reforzado las caracterizaciones y pronósticos del programa de fundación de la IVª Internacional; considerando todo esto, el Partido Obrero señaló que la refundación de la IVª se presentaba como una cuestión objetiva para los luchadores del mundo entero.


 


Para el PO, la tendencia política mundial se desarrolla en el sentido de la creación de situaciones revolucionarias, lo cual plantea para todos los luchadores un problema clásico por excelencia un partido mundial. El principal problema de la vanguardia obrera en la presente situación mundial no lo constituye la ausencia de partidos revolucionarios en aquellos países que llegan a una situación revolucionaria, sino la ausencia de un partido internacional, que impide que la vanguardia que nace o se desarrolla como consecuencia de aquellas situaciones, evolucione rápida y adecuadamente para convertirse en la dirección que hace falta.


 


Dentro del planteo del PO, la formación de tendencias internacionales había pasado a constituir un hecho de dispersión política sin ninguna clase de atenuantes; con independencia de las posiciones políticas que pudieran levantar, la formación de tendencias internacionales sólo sirve a un desarrollo sectario y nacionalista de los partidos trotskistas, y a un bloqueo creciente de la posibilidad de refundar un partido obrero internacional.


 


En el curso de la reunión, el PO subrayó el carácter oportunista de todas las tendencias existentes, a partir del hecho elemental de que ninguna de ellas había procurado procesos de unificación política nacionales, sino que reúnen simplemente a organizaciones que actúan en diferentes países y que, por lo tanto, no compiten entre sí, en una suerte de distribución de zonas de influencia (o, mejor, de completa falta de influencia). Tampoco existía la señalada homogeneización entre las organizaciones presentes en la reunión, como se constata en la persistencia de divergencias sobre la naturaleza social del Estado chino o cubano, o sobre el carácter revolucionario o no del Secretariado Unificado.


 


El método que propuso el PO fue partir de la situación histórica del momento y no de las más o menos variadas divergencias entre todas las organizaciones que se reivindican de la IVª Internacional; se trata de dar una respuesta a una situación histórica concreta y no de pretender remontar los infinitos hilos que diferencian ideológicamente a las más diferentes organizaciones. Mientras que la agenda corriente del llamado movimiento trotskista consiste en luchas políticas faccionales, cuando no en la ignorancia recíproca de unos y otros y en la auto-proclamación de cada uno como el partido verdadero, el Partido Obrero plantea como agenda una discusión política tendiente a establecer las condiciones para proceder a la refundación inmediata de la IVª Internacional. La IVª Internacional es la respuesta a los problemas históricos actuales, porque su programa ha salido completamente airoso de las pruebas de la lucha de clases que han hundido a regímenes políticos y a partidos de masas enteros.


 


Existe una contradicción evidente entre la refundación de la IVª Internacional y la fragmentación cada vez mayor del conjunto formado por los partidos que se reclaman de la IVª. Hay quienes parten de esta contradicción para condenar al fracaso la posibilidad de la reconstrucción de la IVª Internacional. Pero en realidad se trata de superar esa contradicción mediante una campaña política y de enfrentar a los cuadros de la IVª Internacional con sus verdaderas responsabilidades históricas.


 


Programa


 


La refundación de la IVª Internacional debe hacerse sobre la base de su programa, cuya viga maestra, como lo ha sido de todo el movimiento obrero revolucionario desde la Comuna de París, es la dictadura del proletariado. La dictadura del proletariado resume toda la estrategia política marxista, porque le da el contenido histórico al internacionalismo de la clase obrera y porque condensa la independencia política del proletariado es decir, desnuda la incompatibilidad entre el movimiento obrero con conciencia de clase y los frente populares o de colaboración de clases, que son invariablemente el instrumento democrático del imperialismo contra la revolución proletaria.


 


La lucha por la refundación inmediata de la IVª Internacional actúa como una divisoria inmediata de aguas entre las tendencias revolucionarias y las democratizantes. Es claro que estas últimas no pueden refundar la IVª. La cuestión de la democracia (burguesa) y de la dictadura proletaria está en el meollo de las cuestiones revolucionarias que se han vivido en Europa oriental, desde la revolución rumana, en 1989, hasta la reciente en Albania, pasando especialmente por la gran cuestión del derrumbe del régimen staliniano de Alemania oriental, el derribamiento del Muro y la absorción capitalista del este. Los planteos de democratizar o reformar al régimen stalinista germano hundieron a las tendencias trotskistas oficiales (SU) y liquidaron su posibilidad de un desarrollo independiente en Alemania.


 


La lucha por refundar la IVª es una lucha por el programa y es una lucha por la estrategia de la dictadura proletaria. Se puede decir, casi con una certeza absoluta, que la fragmentación sectaria y nacional de la IVª Internacional está determinada por el abandono de esta estrategia, que es la razón de ser del internacionalismo.


 


La reunión internacional de Génova, luego de coincidir con la necesidad de lanzar la consigna de la refundación inmediata de la IVª Internacional, estableció, por eso, como base para esta tarea, los cuatro puntos siguientes: 1. defensa de la reivindicación de la dictadura del proletariado; 2. reafirmación de los frentes populares como instrumentos del imperialismo; 3. propugnar la revolución social en los países que atraviesan una etapa de restauración capitalista; 4. actualizar la lucha por la IVª Internacional, a partir de los acontecimientos que van desde la disolución de los Estados obreros y de las convulsiones, huelgas y revoluciones que ello ha provocado y que provocará todavía más, y a partir de la agudización de la crisis mundial del capitalismo que ponen de manifiesto las crisis financieras, económicas y políticas, y las rebeliones de masas e insurrecciones populares.


 


Secretariado Unificado


 


El Secretariado Unificado de la IVª Internacional corporiza la sustitución de la estrategia de la dictadura del proletariado por el democratismo burgués (lo mismo puede decirse del lambertismo), lo que lo califica como una corriente contrarrevolucionaria dentro del campo oriundo de la IVª Internacional. La refundación de la IVª es incompatible con el SU. En la historia de la lucha de tendencias dentro del movimiento trotskista en el pasado, ninguna tendencia fue capaz de ir más allá del señalamiento de numerosas divergencias de tipo táctico con el SU, por importantes que fueran, ni de establecer una delimitación de carácter principista (a excepción, hasta 1981, de la Tendencia Cuartainternacionalista). La razón de ello fue la tendencia hacia el democratismo que se apoderó de la casi totalidad de las organizaciones que se reivindican de la IVª.


 


Plantear la refundación de la IVª sin caracterizar debidamente al SU como democratizante, habría significado encubrir con frases altisonantes una maniobra de reunificación sin principios. El problema del SU, por lo tanto, volvió a ser objeto de una viva divergencia en Génova, ya que para la OTI se trata de una tendencia "centrista" que puede ser recuperada para el cuartainternacionalismo. La discusión de este punto determinó una división de opiniones dentro de la OTI, aunque ésta decidió votar, finalmente, la resolución que declara que el SU "no puede ser reformado". Hay que decirlo francamente: aun en el ala más de izquierda del trotskismo existe la expectativa de recuperar al SU, y la razón para ello no está en las posibilidades de superación que tenga el SU, sino en una incomprensión, dentro de la izquierda, acerca del carácter contrarrevolucionario de "la democracia pura", según la rigurosa definición de Engels. Esta democracia es el instrumento último del imperialismo contra la revolución; el frente popular es su corporización política. No se valora, indudablemente, la lucha de Trotsky contra la consigna de "la dictadura democrática de obreros y campesinos", como una consigna contra la revolución proletaria.


 


La demagogia democratizante ha caracterizado la acción política del imperialismo de las últimas dos décadas, a la cual le hizo contrapunto el stalinismo reciclado. La función de esa demagogia es muy clara: desmantelar los Estados obreros mediante el injerto de instituciones seudo-parlamentarias, en un régimen que continúa siendo un monopolio de la burocracia, convertida a la restauración capitalista.


 


En defensa de las posibilidades de recuperación del SU se alega que sus partidos nunca se han incorporado a un gobierno capitalista y que incluso separó de sus filas al partido ceylanés, cuando se incorporó al gobierno de su país en la década del 60. Para apoyar este enfoque se sostiene que Trotsky habría calificado como irrecuperable a la IIIª Internacional sólo cuando los partidos comunistas formaron los frentes populares en Francia y en España, en 1936. Fuera de la controversia acerca de la exacta posición de Trotsky, alcanza recordar, para el caso, de que la sección brasileña del SU ya ha apoyado dos frentes populares en Brasil y los gobiernos estaduales y municipales del PT. De cualquier manera, el método de la analogía histórica no siempre es de rigor; lo que en este caso importa es que el SU se ha convertido tan completamente a la democracia, que incluso las fracciones de oposición que genera regularmente en su seno no critican este carácter, aun cuando se coloquen a la izquierda.


 


Lo dicho hasta aquí retrata la confusión que se levanta como un obstáculo para la refundación de la IVª, incluso entre las corrientes más avanzadas del trotskismo. Este hecho se refleja, a su vez, en la poca fuerza que tiene todavía en la práctica la campaña internacional por la refundación inmediata de la IVª Internacional.


 


Lutte Ouvrière


 


Queremos reconocer en Lutte Ouvrière la transparencia política que consiste en haber dado respuesta por escrito a los planteamientos de la reunión de Génova, que les fueron transmitidos en una reunión que tuvo lugar poco después en París. Cualquiera comprenderá que esta actitud contribuye a clarificar las posiciones.


 


El rechazo de Lutte Ouvrière al planteo de realizar una campaña por un congreso o conferencia para refundar la IVª, tiene como eje algo que es harto obvio desde bastante tiempo: las enormes divergencias que declaran tener los grupos trotskistas entre sí. Se trata, sin embargo, de una objeción extremadamente ingenua, porque cómo puede pensar LO que las organizaciones que lanzaron la propuesta podrían minimizar este hecho, no digamos ya desconocerlo. Poner de acuerdo a los diferentes grupos trotskistas sobre la base de una discusión de cada una de sus divergencias, o incluso sólo de las principales, desafía la capacidad de cualquier ser humano u organización. Pero no, como podría imaginarse, porque sean insalvables, sino debido a su escasa naturaleza teórica, a que son poco consistentes, en la mayor parte de los casos accidentales, y por sobre todo a que están dictadas por el faccionalismo. Pero ésta es, precisamente, la consecuencia de largos años de dispersión.


 


Refundar la IVª es incompatible, como método, con un ajuste de divergencias; exige, por el contrario, una discusión sobre nuevas bases. Una discusión sobre la presente situación mundial, sobre la base de las definiciones estratégicas del programa la lucha por la dictadura del proletariado. Es necesario plantear a las organizaciones y militantes del trotskismo una nueva agenda, es decir, sobre qué base debe refundarse de inmediato la IVª Internacional.


 


Es sorprendente también que no se vea que, en ausencia de un planteo de refundación, las organizaciones trotskistas carecen de un objetivo estratégico, es decir, de razón de ser. Esta falencia mortal fue disimulada durante mucho tiempo con el planteo de reconstruir la IVª Internacional, una tarea a la que le era atribuida tal complejidad que no comprometía ninguna acción a corto plazo. Indudablemente, las escisiones de los ´50, de los ´60 y de los ´70, crearon un cuadro de crisis que reclamaba un balance político como condición de cualquier avance ulterior. Si esos balances fueron hechos o no, lo deberá demostrar cada fuerza a la hora de encarar la tarea fundamental del momento, que es refundar la IVª. Fuera de esta tarea, aquellos balances quedarán como entelequias.


 


Lutte Ouvrière caracteriza que los cuatro puntos básicos para convocar a una conferencia, reunión o congreso internacional, serían demasiados generales para permitir una unión real de fuerzas y les adjudica estar diseñados para apartar de ese congreso al SU. Esto plantea dos reflexiones fundamentales. La primera es que Lutte Ouvrière estaría admitiendo que nuestros planteos no son tan generales, es decir, vacíos o abstractos, desde el momento que son incompatibles con posiciones fundamentales del SU; o sea que es real que el SU es democratizante y que es real que rechaza la estrategia de la dictadura del proletariado, o sea de la revolución proletaria. Si esto es así, no se ve dónde estaría, de nuestra parte, el acomodamiento de posiciones sólo para excluir al SU, salvo que para Lutte Ouvrière también el asunto de la dictadura del proletariado sea irrelevante.


 


La segunda cuestión es que si es verdad que la estrategia de la dictadura proletaria no provocaría disensos entre los trotskistas, ¿por qué permitir que se introduzcan como estratégicas o principistas otras cuestiones, haciéndole con ello el juego al macaneo ideológico y a la dispersión organizativa de fuerzas? Esta fuera de toda duda que un congreso o conferencia deberá discutir todo aquello que fuera considerado fundamental por parte de los que asistan a ese congreso, pero en cualquier determinación política de refundación de la IVª habrá que distinguir lo que son diferencias de opiniones o de tácticas, de las de principio o estrategia. Sobre la base de esta distinción reposa la posibilidad de unidad de cualquier partido, ya que sus miembros divergen, como cualquiera lo sabe, cotidianamente sobre innumerables cuestiones sin que ello afecte necesariamente la unidad de acción y de propósitos. Claro que existe una larga experiencia acerca de que lo que se presenta como divergencia táctica esconde otra más fundamental, pero la clarificación de este tipo de problemas sólo puede hacerse en la lucha, en condiciones concretas; no se puede especular de antemano sobre todos los sinsabores que su desconocimiento pudo haber ocasionado en el pasado.


 


Lutte Ouvrière destaca una cuestión que sí es importante, cuando señala que a muchas organizaciones que no integran el SU se las puede igualmente caracterizar de democratizantes, sin que sin embargo el llamado de la Conferencia de Génova las hubiera excluido de un futuro congreso de refundación de la IVª. Pero el método de la reunión de Génova es muy concreto: pone como única base de la conferencia cuatro puntos estratégicos de los más fundamentales, que las organizaciones que se reivindican de la IVª pueden apoyar o rechazar; es decir, que cada uno hará su propia delimitación política, incluidas las organizaciones que militen en el SU o en el lambertismo. Pero con relación a estas últimas, en calidad de organizaciones que se presentan como la encarnación de la IVª, decimos que son democratizantes, opuestas a la estrategia del programa de fundación de la IVª y, por lo tanto, contrarrevolucionarias como tales organizaciones internacionales.


 


Estamos convencidos que Lutte Ouvrière omite en su carta el punto fundamental de decir si está o no de acuerdo con las bases propuestas, en lugar de evadir una definición con el argumento de que serían demasiado generales. En otras reuniones que tuvimos en Europa pudimos constatar que existe un rechazo a plantear la dictadura del proletariado. Esta es la cuestión.


 


Lutte Ouvrière tampoco valida la consigna de refundar la IVª como objetivo, a pesar de que es sabido que el lambertismo ha planteado la creación de una Internacional que no debería necesariamente ser la IVª y que, por lo tanto, no debería basarse en la estrategia de ésta. Ha señalado que habría que volver a poner en pie una organización como la Iª Internacional. El SU, por su lado, practica una activa política de disolución en los partidos comunistas reciclados (no entrismo), lo que, de un lado, ha transformado internacionalmente en una cáscara vacía y, del otro, apunta a una Internacional pluralista. Ahora bien, frente a estas tendencias concretas en el campo de la izquierda es necesario decir claramente cuál es la forma concreta del internacionalismo proletario para los trotskistas el macaneo pluralista o la refundación de la IVª.


 


Llama la atención que Lutte Ouvrière señale, al menos como hipótesis, la posibilidad de que se pudiera refundar la IVª en un marco de ascenso obrero mundial, porque le atribuye a este ascenso la capacidad o posibilidad de acercar a las diferentes organizaciones trotskistas. Pero esta posición significa, en primer lugar, que LO no se plantea preparar políticamente desde ahora ese llamado acercamiento o esa posibilidad de refundación, incluso cuando admite que está inscripta en la perspectiva tanto la posibilidad de un ascenso obrero general como de que provoque condiciones de refundación de la IVª Internacional. El método de LO no es el de Lenin ni el de Trotsky, que prepararon la fundación de la IIIª y de la IVª en un período de lucha "contra la corriente". 


 


Sin embargo, no hay ningún antecedente histórico, ni tampoco razones teóricas, que permitan sostener que los ascensos obreros tenderían a superar divergencias políticas, o a unir a tendencias divergentes cristalizadas. Al revés, las situaciones revolucionarias han servido siempre para iluminar más claramente, y a hacer más irreversibles, las divergencias que con anterioridad parecían oscuras para el común de la gente. La suposición de Lutte Ouvrière de que un ascenso obrero general podría crear condiciones favorables para unir a las diferentes tendencias trotskistas, desmentiría su insistencia acerca de la gravedad, profundidad o amplitud de sus propias divergencias con esas corrientes en la actualidad.


 


De la respuesta de LO, así como de otras que nos fueron transmitidas verbalmente en Europa, se obtiene la impresión de que para ser viable la consigna de refundar de inmediato la IVª, ésta debería satisfacer los paladares de las organizaciones a las que va dirigida esa consigna. Este punto de vista es quietista y absurdo. Esa consigna sólo tiene una función transformadora si es capaz de plantear la superación de una situación de dispersión, sectarismo, confusión o faccionalismo, que está impidiendo a los trotskistas cumplir sus irrenunciables deberes internacionalistas del momento.


 


El Partido Obrero y las organizaciones de la Conferencia de Génova simplemente están reclamando levantar la puntería.


 

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