Los acontecimientos de los últimos días o semanas en Argentina han puesto al desnudo una crisis política muy aguda. ¿Pero qué significa una crisis política?
Significa que está cuestionada la orientación general del Estado y que ese cuestionamiento no parte solamente de una clase o un sector sino que parte de varios sectores más o menos significativos, decisivos, de la sociedad, inclusive por parte de la clase que sostiene al gobierno que vive esa crisis política.
¿Cuáles son las manifestaciones de esta crisis política y cuáles sus causas?
La manifestación más destacada de esta crisis política es la disputa desatada en torno a la sucesión de Menem. Cuando falta solamente un año para las elecciones presidenciales, no hay a la vista, ni en el campo del oficialismo ni en el de la oposición, quién va a suceder a Menem. No sólo esto sino que hay una lucha interior en los dos bloques que se disputan esta sucesión que hacen concretamente imprevisible determinar la composición y el carácter de las coaliciones que se van a disputar esa sucesión, e incluso si esta sucesión no va a desarrollarse en el marco de una vacío de poder gubernamental, o una renuncia anticipada por ejemplo como resultado de la crisis económica mundial. Una parte de la opinión pública cree que Menem podría echarse atrás en su abandono de la re-reelección.
La semana pasada cuando Menem anunció su retiro electoral y Duhalde levantó el plebiscito, el comentario de los diarios fue que se había salvado la unidad del peronismo. Pero ahora, de nuevo, Menem, pretende hacer una interna para quedarse con el PJ; es decir que cinco días después de anunciada la salvación de la unidad del peronismo, se afianza la división del peronismo. Pero cinco días antes de que renunciara a la re-reelección, Menem había proclamado, abiertamente, por primera vez que la quería. De manera que en diez días nos dimos el gusto de que un tipo que jugaba a si quería o no quería la re-reelección, se define a favor para renunciar a ella cinco días más tarde y reiterar, otros cinco días después, que quiere su reelección a la cabeza del PJ.
Hay que convenir que para que Menem pueda hacer maniobras de este tipo, en el campo opositor (sea dentro del justicialismo como de la Alianza) no existe aún nada confiable o seguro para la burguesía en materia de sucesión. Si viniera desde la oposición un caudillo, arrasando, imponiendo sus ideas, convenciendo a la opinión pública, las volteretas de Menem no serían posibles.
La prensa argentina ha analizado todo esto en forma muy superficial, y esto se acentúa cuando mayor es su coloración izquierdista. En Página12, por ejemplo, Pasquini Durán ha tomado las declaraciones de Duhalde en Neuquén referidas a que quiere ser el presidente de la justicia social, para concluir que como la Alianza pretende lo mismo, el 80% del país está unido detrás de la justicia social. El analista es incapaz de distinguir la verdad del verso y presenta un cuadro de unidad política nacional completamente ficticio.
Más que sumar al PJ y a la Alianza, hay que dividirlos; tienen internas a muerte: dos fracciones de la Alianza y otras dos el PJ, más las respectivas sub-fracciones, en especial en la provincia de Buenos Aires. No hay un bloque del 80%, sino cuatro o cinco, del 20% cada uno.
¿Pero cuál es la raíz de esta crisis política, por qué se produce? ¿Qué es eso de que está cuestionada la orientación del gobierno cuando toda la clase capitalista apoya la política del gobierno y toda ella coincide en las privatizaciones, la reforma laboral? ¿Qué es lo que está cuestionado? ¿No sería más atinado cuestionar que hubiera una crisis política que decir que la política del gobierno está en cuestión?
La resistencia popular
El primer problema que cuestiona la orientación de todo este régimen político, es el grado de descomposición social y de la resistencia de las masas populares a la política de descomposición social. En el programa A dos voces de ayer, Antonio Cafiero dijo que no podíamos seguir tal como íbamos, porque con dos millones y medio de desocupados está cuestionado el modelo. Pero cómo, ¿no era que el modelo consistía justamente en que hubiera dos millones y medio de desocupados? Pero Cafiero no lo ve así; él piensa que estos dos millones y medio de desocupados van a terminar derrocando al modelo. Entonces propone una orientación de contención, de atenuación de la crisis entre las masas. Este señor está asustado, porque han habido cortes de ruta, movilizaciones, ocupaciones fabriles; está asustado porque otros regímenes en el mundo parecidos al actual en Argentina han sido violentamente despedidos y en esos países ya hay un proceso de insurrección generalizada como consecuencia de los mismos planes económicos que lleva adelante Menem. O sea hay un ejemplo internacional y una realidad nacional: o sea las mismas causas tienen que producir las mismas consecuencias. Cuando digo otros gobiernos me refiero a Indonesia. En Corea, ha subido un gobierno izquierdista, cuyo presidente fue duramente perseguido hasta hace muy poco, y del cual se temía que implantara el comunismo, pero que lleva adelante la misma política que propone Machinea, con el resultado de que tenemos en este momento una fábrica tan importante como la Hyunday, con sesenta mil obreros, ocupada por la totalidad de los obreros junto con sus mujeres y sus niños. Una de las fábricas más importantes del mundo, de la importancia de General Motors o la Ford, afectada por una insurgencia obrera.
El primer problema que tiene la burguesía, entonces, es cómo encara el fenómeno de este movimiento popular, acicateado por niveles de miseria absolutamente increíbles, que tiende a ese tipo de insurgencias. La sociología llamada burguesa rechaza que esta pauperización extraordinaria del pueblo sea considerada una manifestación del fracaso del plan económico. Ella dice que los dos millones y medio de desocupados son funcionales al modelo, que no es expresión de un fracaso sino del éxito de un modelo que se propuso tener dos millones y medio de desocupados y tienen dos millones y medio de desocupados.
Están equivocados. La desocupación mundial en masa es una manifestación del límite histórico del capitalismo; la expresión de una crisis fundamental en la reproducción capitalista. La idea de que el capitalismo florece donde las masas son pobres, es una idea pre-capitalista del capitalismo, el capitalismo necesita mercados ¿Quién compra bajo el capitalismo si somos pobres? ¿A quién le van a vender lavarropas, notes books, video-games, etc. ¿A quién le van a vender? El capitalismo en su época ascendente desarrolla una pobreza relativa, quiere decir que la acumulación de capital y el crecimiento de la riqueza son más acelerados que las mejoras del trabajador. La desocupación en masa es una poderosísima señal de que el proceso capitalista se encuentra en crisis. No digo que no ande; sino que está agotado, también hay autos que andan pero eso no significa que un tipo que tiene un auto puede esperar a que pare para ir a un mecánico; el auto puede andar sin que eso quiera decir que funcione, lo que se comprueba enseguida llevándolo al taller.
Repetimos, entonces el gran problema de orientación que tiene la burguesía es la necesidad de hacer frente a esta situación. En el pasado decía que la desocupación se absorbe con el crecimiento, pero esto no ocurrió, y ahora la crisis mundial amenaza provocar una recesión. Esperaban una desocupación del 13 por ciento y ahora parece que se va de nuevo al 17. Es decir, el proceso de acumulación capitalista se encuentra empantanado. El primer problema es la crisis social y por eso se habla de justicia social y que el gobierno diga que tiene asignaturas pendientes, es decir, hay una crisis de orientación.
Ahora bien, aunque es lo principal, esta crisis de orientación no sólo afecta a las masas populares, es decir, no sólo coloca a las masas populares en una posición beligerante contra el gobierno; sino que también afecta a sectores intermedios de la sociedad, por ejemplo a una parte entera de la clase media, afectada también por una tendencia a la desocupación masiva. La semana pasada pude verificar en la zona agraria del sur bonaerense la situación de crisis de la pequeña agricultura: los tamberos, los chacareros, con gente que hace producción mixta… pasan por una situación de quiebra generalizada. Hay una liquidación masiva de la pequeña y mediana producción, no ya en Tucumán, no ya en la zona cuyana, sino también en la mismísima provincia de Buenos Aires.
División de la burguesía
Tenemos también el cuestionamiento de la burguesía, que depositó una gran confianza en que este plan económico iba a permitir aumentar las exportaciones, consolidarlas con Brasil, pero ahora ve que en donde más caen las exportaciones es en el Mercosur, como consecuencia de la crisis mundial. El índice de quiebras, un índice de malestar económico, es este año el más alto de los últimos 80. Al comienzo del plan económico la deuda externa privada era cero; en la actualidad es de 30.000 millones de dólares. Como consecuencia de que no puede pagar su deuda, las acciones de Alpargatas, un gran emporio, cayeron a 15 centavos. Es decir que vuelve a plantearse el rescate de los capitalistas con fondos públicos, lo cual vuelve a amenazar de muerte a la llamada convertibilidad. Precisamente por esto acaba de renunciar el viceministro de Roque Fernández. El gobierno de Menem, al cual todos caracterizan como el más grande defensor de los intereses de la burguesía, acaba de mandar un proyecto de reforma impositiva al Congreso, que ha abierto otro frente de crisis. También se ha producido la semana pasada un nuevo enfrentamiento entre la industria automotriz y la industria siderúrgica, que son dos grandes baluartes económicos de la burguesía. Techint, un grupo mundial, denunció que mientras los pulpos automotrices sólo invirtieron 2.000 millones en esta industria, el Estado argentino puso 5.000 millones de dólares disimulando el carácter parasitario del desarrollo industrial del que más se jactan, no sólo Menem, sino también Cavallo ¿Por qué Techint hace esta denuncia? Porque la industria automotriz no quiere comprarle la chapa a Techint sino que quiere importarla. Dice que es más barato importarla, denunciando así el parasitismo de Techint, un pulpo que también es mostrado con orgullo por ideólogos capitalistas. En la industria automotriz y en la industria siderúrgica se encuentran los grupos económicos decisivos. Es un enfrentamiento que marca la agudización de la crisis económica. De manera que no es superficial, no es nada ligera esta crisis. Estos grupos, a su vez, están enfrentados con los pulpos telefónicos, por el elevado precio de los servicios de comunicación, lo cual los lleva a plantear que debería gravarse con un impuesto especial a las ganancias de la Telefónica y Telecom.
Estos han respondido en forma muy dura, amenazando hundir a la Bolsa de Buenos Aires, retirando sus capitales.
Desorientación
El grado de desenvolvimiento de la crisis política lo testimonia la desorientación de las principales direcciones patronales. Duhalde acaba de decir en Neuquén: "esto, mientras duró, estuvo bárbaro, pero no va mas". Cafiero dice lo mismo. Pero a la hora de definir su propia política, Cafiero y Duhalde dicen que hay que continuar la política de Menem. ¡Es extraordinario! Uno de los aspectos más importantes de la actual situación es precisamente el hecho de que los principales partidos de la burguesía se manifiestan completamente impotentes para darle una salida a una situación que ellos declaran que se encuentra en una peligrosa impasse. Esto significa que la única forma en que se producirá un cambio de orientación va a ser, como dicen los brasileños, na marra, es decir, al calor de una crisis extraordinaria, bajo el imperio de la necesidad, con la gente en la calle, con el peso cayéndose y con la bolsa derrumbándose. En frío, racionalmente, pensando, viendo todos los problemas que hay, a este país no lo cambia ninguno de estos partidos. Frigeri, en alusión a las afirmaciones de Duhalde contra el modelo, no vaciló en decir que la inquietud que puedan suscitar en la patronal se arregla en un plenario con los principales pulpos, les explica de que se trata.
Pero la demagogia de Duhalde para las tribunas, pone en evidencia el problema que las masas representan para la política burguesa.
El arte de gobernar es, para la burguesía, cómo subordinar al pueblo, no ignorarlo (tanto en democracia como en dictadura). A la luz de esta crisis política ustedes comprenderán me aparto un poquito del hilo central por qué despreciamos la orientación general de la izquierda de buscar un espacio electoral a la izquierda de la Alianza. No es una política que se encuentra en concordancia, ni con la gravedad de la crisis, ni con la desesperación de las masas.
El objetivo no debe ser armarse un ranchito a la vera del camino, sino ir a disputarle a los políticos patronales en descomposición, la dirección política de las masas. Sustituir al peronismo, que es el movimiento popular de este país, por un partido obrero. Terminar con el dominio político del peronismo en las masas trabajadoras y colocar a las masas trabajadoras bajo una dirección de izquierda, revolucionaria y socialista. No estoy diciendo que esto ocurrirá mañana, sino que hay que luchar hoy, no mañana, por ese objetivo. Es el único objetivo que hoy le importa a un trabajador. Los niveles de miseria, de desnutrición, de enfermedad y de desesperación son extraordinarios; uno está obligado a discutir con los trabajadores en términos de salidas inmediatas.
Acabar con la tutela del peronismo
Hay una crisis profunda en las masas. Entonces, no se trata de armar un esquema electoral con vistas al 99, sino de arruinarle la fiesta a todas las tentativas de la burguesía por encauzar a las masas populares detrás de ese esquema. Por ejemplo, la Alianza está provocando desilusión entre la gente progresista por el hecho de que la Meijide ya dijo que Silvani sería un magnífico director de la DGI en un gobierno de la Alianza y que el equipo de la Fundación Mediterránea sería un magnífico equipo económico en el gobierno de la Alianza; lo único que falta es que re-nombren a IBM-Dadone, presidente del Banco Nación. Esto desafecta la gente progresista que quería a la Alianza. Pero, ¿y los obreros peronistas que querían al peronismo? ¿Y la desafectación de ellos con el peronismo? ¿Cómo creen ustedes que viven el hecho de que tienen a la cabeza del partido por el cual votaron toda la vida, a una manga de delincuentes que apoya a los patrones, que financia el programa de desocupación, que los reprime, etc? Dar una salida a este estado de ánimo del pueblo, ésta es la tarea fundamental.
Que ésta es la tarea fundamental, nadie lo plantea más a fondo que la propia patronal. Porque cuando Duhalde el otro día planteó que quería recuperar la justicia social, no sólo largó un slogan electoral, no sólo reconoció lo del fracaso del modelo, y todo lo demás, sino que Duhalde planteó una tentativa más importante; planteó lo dijo textualmente reconstruir la alianza histórica del peronismo, es decir, que tendría que volver a ser un movimiento de características nacionalistas y populistas para no perder el control de las masas, que él sabe mejor que nadie que lo está perdiendo. La tarea es que termine de perderlo por completo.
La crisis es saludable. El hambreador intenta algunos cambios para capturar de nuevo al pueblo. La crisis del peronismo plantea por eso la posibilidad, no digo la probabilidad, de que se haga otra vez un intento de reconstruir un peronismo nacional y popular con un ala izquierda semimontonera incluida. Porque de lo contrario perdería el control de las masas.
Es sintomático que cuando Duhalde lanzó el plebiscito, los izquierdistas de origen peronista, empezaran en la prensa a revaluar al duhaldismo: Pasquini Durán, Miguel Bonaso. Este último, que fue montonero, sacó un artículo en Página/12, que en lugar de decir que Duhalde es un mentiroso y desenmascararlo, comenta en cambio que Duhalde, en un programa de televisión, habló mal de todos los presidentes que tuvo Argentina, sin exceptuar a Cámpora, presidente por un par de semanas, el más incapaz de todos. Si Duhalde hubiera rescatado a Campora, Bonasso ya lo estaría pensando dos veces. Por eso no es casual que, en estas condiciones, Duhalde hable de la pata frepasista del peronismo, para recuperar a una parte de la ex izquierda peronista. El operativo político está en marcha. Lo que ocurre es que las probabilidades de que fructifique son pocas, porque Duhalde no está dispuesto, ni tiene condiciones, de bancarse una guerra contra la burguesía en función de un proyecto que sigue siendo burgués, pero que no contaría con el apoyo de la burguesía, tipo Perón en 1945.
La crisis ha obligado a la política patronal a reconsiderar las cosas, pero no le ha aumentado, sino que le ha disminuido la capacidad para resolverlas y, por lo tanto, encauzarlas.
Hay todo un sector de la izquierda que coquetea con Duhalde, como el Ptp. Es decir, en torno a una posibilidad que no se va a dar o sea que Duhalde lance a las masas contra Menem, la izquierda se adelanta en capitular. Ni le importa que Duhalde tenga un acuerdo con Cavallo, que haya reclutado al ex equipo de éste, y que lo apoyen hasta los Alemann. Mientras apoyan a Duhalde, confunden al movimiento obrero, y buscan perjudicarnos, obstaculizarnos la tarea de reemplazar al peronismo en el movimiento obrero por una dirección trabajadora del movimiento obrero. Creo muy pedagógico, señalar en el análisis de situación, las posibilidades políticas, incluso hipotéticas, que están abiertas para nuestros adversarios.
En medio de este agotamiento de las políticas patronales, en su capacidad para movilizar al pueblo en nombre de las reivindicaciones más perentorias de éste, las direcciones sindicales están calculando qué partido burgués puede mejor defender los intereses de los sindicatos, es decir, de su burocracia.
Todos sabemos que los obreros de la CTA no van a conseguir nada con un gobierno de la Alianza, sin embargo está haciendo lobby sistemáticamente, para que Claudio Lozano, de la CTA, sea nombrado defensor del pueblo. Pero la Alianza no quiere saber nada con los sindicatos. No lo quieren ni a Lozano, que es apenas el asesor de un sindicato, y para una función que integraría a la CTA al Estado. Tomamos también el caso de Duhalde, que ya dijo que va a votar la reforma impositiva y la reforma laboral, es decir que no tiene nada que darle a los sindicatos.
Es por esto que el planteamiento de constituir un partido propio de los trabajadores deberá provocar una reflexión en las masas en general, y en sectores del activismo de las organizaciones y de las direcciones sindicales pro-Duhalde y pro-Alianza. Porque comprenden que el movimiento obrero, sin una estrategia política coherente nunca va a poder llevar adelante una lucha reivindicativa bien hecha. Sin una perspectiva política, el activista aborda confusamente la lucha reivindicativa. La crisis de las agrupaciones obreras está bien reflejada en el caso de la Uocra, donde Gerardo Martínez, uno de los tipos más reaccionarios, derechistas y repodridos, sin embargo, tuvo que ponerse al frente de la efervescencia colosal de los trabajadores por la muerte de obreros. Y la muerte de esos obreros es producto de la legislación laboral del gobierno menemista, y los obreros de la construcción saben que Gerardo Martínez es co-autor de toda esas legislaciones laborales. Gerardo Martínez, se ha visto obligado a agitar contra su propia política.
Por un partido obrero
Estos burócratas de arriba, ¿van a tomar algún tipo de medida a favor de una independencia obrera? Es muy difícil que ocurra, en un 99%. Un sindicato tiene seccionales en todo el país. Las direcciones medias sufren el problema de otra manera. Abajo hay una inquietud en ascenso. Es con relación a esto que hemos valorado el resultado electoral que el Partido Obrero tuvo en la elección pasada, es decir en relación a una perspectiva en desarrollo. No lo valoramos numéricamente, porque pasar de 50.000 votos a tener 150.000 puede ser proporcionalmente importante, pero 150.000 votos no es mucho. Detrás de este crecimiento había un fenómeno político, no los números, sino la realidad política que está detrás de este tipo de números. Es decir, hay un fenómeno objetivo que le exige al movimiento obrero pegar un giro político, y hay expresiones subjetivas, pequeñas, que son los síntomas de que esta necesidad se va comprendiendo.
¿Lo que el PO está diciendo es vengan todos al Partido Obrero? La confusión en ese punto es muy sencilla; cuando nosotros nos juntamos como Partido Obrero, fue con la convicción de que el nombre de nuestro partido era el resumen de la estrategia política que teníamos que seguir. Que la Argentina iba a la liquidación del peronismo y la conformación de un Partido Obrero, entonces lo colocamos directamente en el nombre. Esta perspectiva ha crecido. Nosotros la planteamos cada vez con más fuerza, convocamos a reuniones, mesas redondas, a los sindicatos, a las comisiones internas, realizamos plenarios… y hay organizaciones y dirigentes que ya se inscriben en este política. Se nota el desarrollo de estos planteamientos en la campaña contra la persecusión de los trabajadores de Atlántida y en una cantidad enorme de internas en el sindicato gráfico. Se ha formado un plenario de trabajadores con tendencias sindicales disidentes de De Gennaro en ATE en toda la Zona Norte, y se van a formar en otros lugares. Pero la tarea sistemática a la que hay que abocarse es a que todo el mundo de la izquierda y del movimiento obrero tiene que reunificarse con el planteo de romper con la burguesía, por un partido de los trabajadores, para sacar a las masas peronistas de la tutela política del peronismo. Esta es la vía para sacarlos de la tutela de la burocracia de los sindicatos. Para que el temor que tiene Duhalde cuando plantea, por un peronismo de la justicia social, para que ese temor que él tiene, se le haga realidad; que pierda la base peronista, que la crisis y la pica entre ellos lo desprestigie aun más, y que esto contribuya a poner en pie un gran partido obrero.
No estamos, qué va, ante un proceso automático, o fatal, que pueda desenvolverse sin la acción exterior política de un partido. Entonces, nuestra estrategia política está toda enderezada a reunir pronunciamientos, adhesiones y organizaciones al proyecto de una alternativa obrera independiente y a la organización de un congreso nacional convocado por todos los sectores obreros y la izquierda que sostienen este planteamiento, naturalmente con un programa de combate, el único que puede convocar y movilizar masas contra el capital y su Estado.
Nosotros sí decimos que este proyecto menemista tiene que ser totalmente destruido. Efectivamente, nosotros hacemos un eje en la nacionalización sin pago de YPF, en la recuperación sin pago de YPF, en la recuperación sin pago de los sectores estratégicos, en el monopolio del comercio exterior, en salarios que cubran el costo de la canasta familiar, en el retorno del 82% móvil para los jubilados, en el control obrero de las cajas, en la liquidación de las parasitarias AFJP, en la liquidación de las administradoras de riesgo, que son las responsables de las muertes de los trabajadores, en el control de la higiene y de la seguridad por parte de comités obreros, en una planificación económica, bajo control de los trabajadores, abiertamente.
El arte político en un período como éste, es cómo conjugar la necesidad del trabajador de salidas inmediatas, con respuestas estratégicas frente a la crisis actual del sistema. Porque a nivel mundial se ha agudizado enormemente de hecho y en la apariencia, o sea, en la subjetividad, la crisis de sistema del capitalismo, la crisis de sus regímenes políticos, la crisis de sus aparatos de Estado.
En un país como Japón. cuando todos los diarios pronosticaban la violenta victoria del partido oficial, que iba a acrecentar su dominio sobre la cámara de senadores, donde ya tenía el 50% de los senadores, lo que ocurrió fue que el partido de gobierno cayó en picada y el partido comunista de Japón aumentó el 100% de los votos. El PC de Japón tiene 25 senadores y 4.000 intendentes. Independientemente de que el PC japonés es procapitalista y ya ha propuesto un gobierno de coalición a la oposición pro-yanqui, a los ojos del pueblo parece la izquierda. Quiere decir que hay un giro político, que hay una crisis sistémica. Entonces hay que dar una respuesta a los problemas urgentes, en relación estrecha con la respuesta estratégica. En la Argentina puede pasar cualquier cosa, a partir de una crisis cambiaria en Brasil, en el Mercosur, o una crisis en la disputa electoral. La podría ocasionar la extradición de Palleros, demostrando que Cavallo y Menem firmaron sabiendo todo el contrabando de armas. El detonante puede ser cualquiera. Los elementos de conjunto están planteados, entonces la tarea política es realmente una campaña para romper con los partidos de la clase patronal y formar un partido de trabajadores. ¿Qué clase de partido de trabajadores? Nuestro partido va a plantear el programa de un partido revolucionario. Otros irán con otro programa, discutiremos. Lucharemos para que sea un paso adelante con relación al sometimiento de los trabajadores al peronismo y un paso adelante en la lucha por tener un auténtico partido marxista, socialista, revolucionario internacionalista en la Argentina. Nada más.