La primera vez que nos reunimos un conjunto de organizaciones internacionales en la ciudad de Detroit, en agosto de 1996, uno de los temas que pesó en la reunión fue la gran manifestación obrera en la Argentina de fines de julio de 1996, la caída de Cavallo y la tremenda huelga general de agosto. Después, cuando nos reunimos en Génova, en marzo de 1997, estalló la revolución en Albania. Luego nos reunimos en San Pablo, en medio de un derrumbe bursátil internacional que ilustraba el carácter extraordinario de la crisis mundial. Ahora vamos a empezar una nueva reunión y, de Indonesia, nos mandan de obsequio levantamientos generalizados y la caída de una dictadura de 30 años, y estallan las huelgas generales en Rusia.
En cierto modo, cuando se recuerdan en qué condiciones se hizo cada reunión, cuando se recuerdan los factores que influyeron en cada una de ellas, la caracterización de la situación mundial se presenta casi servida.
En la reunión internacional de noviembre, en San Pablo, se señaló que ya en oportunidad de la reunión anterior en Génova (Italia), con motivo de los acontecimientos albaneses, habíamos adoptado en común una resolución que destacaba que el proceso de disolución de los Estados obreros y de la crisis mundial del capitalismo estaba provocando explosiones revolucionarias que demostraban las perspectivas de crisis todavía más catastróficas que planteaban las tentativas de querer restaurar pacíficamente el capitalismo en los ex Estados obreros, y la necesidad, por lo tanto, de luchar por una dirección internacional. En esas reuniones, y es muy importante que subrayemos esta idea, no condenábamos la perspectiva positiva de los movimientos revolucionarios debido a que carecieran de una dirección revolucionaria en cada país sino que, en lugar de oficiar de agoreros, planteamos que había que aprovechar esos procesos y esas crisis revolucionarias en marcha para construir una vanguardia revolucionaria internacional. Nuestro problema es cómo aprovechar estos acontecimientos, sus enseñanzas, sus perspectivas, su dinámica, para traducirlos en un programa y en una organización que hagan consciente el camino a seguir y permitan construir las direcciones revolucionarias necesarias para la victoria. El principal defecto de la situación actual, si se puede hablar de este modo, no es la falta en cada país de un partido nacional sino la falta de una vanguardia internacional organizada y centralizada. Por eso, en Génova, planteamos la consigna de la refundación inmediata de la IVª Internacional. Aquí hay un problema de método, porque la única base para refundar la IVª Internacional es un programa que asimile la tendencia histórica de la lucha internacional de esta etapa.
En la reunión de San Pablo, señalamos que esta crisis bursátil era más que un episodio financiero. Lo ubicamos en un contexto más amplio de crisis económicas sucesivas (el Tequila de México, la quiebra de la banca Baring, las crisis de Argentina y Brasil, el hundimiento de pulpos muy importantes, los rescates y choques, todo lo cual estaba demostrando muy rápidamente el agotamiento del ciclo abierto en 1989/1991, cuando las grandes crisis revolucionarias en Alemania y en la Unión Soviética fueron resueltas transitoriamente en beneficio del imperialismo. Aunque este desenlace le permitió al imperialismo largar una ofensiva de tipo general, llegamos a noviembre (de 1997) con crisis bursátiles generales, caídas enormes de los valores, pérdidas de seis billones de dólares (la caída de la Bolsa de Tokio desde su pico hasta ahora), desocupación en masa, y en una serie de revueltas y luchas, como las huelgas en Francia y lo de Albania, crisis internacionales explosivas, etcétera.
Esta caracterización nos ha permitido ubicar en concreto, en su lugar histórico, la cuestión de la disolución de los regímenes burocráticos. En lugar de una expresión del fracaso del comunismo, era un episodio de la lucha de clases que sólo se podía resolver en un combate gigantesco que llevaría a guerras civiles e internacionales. Es decir, que se abrió un período de luchas de clases infinitamente más agudo que cualquier otro de la historia. La completa restauración del capitalismo, la completa victoria del capital mundial contra las conquistas de la Revolución de Octubre y del movimiento revolucionario internacional sólo se puede conseguir al precio del fascismo y de la barbarie, no sólo en esos países sino también en los países imperialistas, para que el imperialismo pueda, con estos métodos fascistas, imponer o restablecer una dominación que fue parcialmente destruida por la Revolución de Octubre.
En esa misma reunión, señalábamos la tendencia, típica de un período de crisis, a la formación de gobiernos de frente popular y de centroizquierda que, como consecuencia del hundimiento de la burocracia rusa y del proceso de restauración capitalista, ya no se referencian en la defensa burocrática de los Estados obreros sino que son abiertamente procapitalistas. Estos gobiernos centroizquierdistas de frente popular ponen más empeño que los gobiernos derechistas en llevar adelante una política neoliberal. Pero mientras la prensa internacional ve en este centroizquierdismo proimperialista la victoria ideológica del neoliberalismo, nosotros vemos una contradicción explosiva. Los gobiernos de derecha caen como fruto de su descomposición y del odio popular; pero la incapacidad de los gobiernos de centroizquierda para encauzar ese odio popular que acabó con la derecha, su incapacidad para cumplir la función de contención política, deberán crear rápidamente situaciones aún más conflictivas. No estamos ante la dominación omnipresente de la ideología neoliberal sino ante una pequeña burguesía que ya no tiene los recursos políticos del pasado.
La reunión de noviembre ratificó los análisis de los procesos de crisis revolucionaria en todos los ex Estados obreros, cuya agudeza varía de un Estado a otro, pero que está presente, en forma real o inmediata o potencial, en todos ellos. Hemos tenido el ejemplo de la revolución albanesa, donde la caída precipitada de un gobierno derechista, en medio de una especulación financiera fuera de proporciones, es un microcosmos de procesos exactamente iguales que se incuban o se desarrollan en todos esos países. Los ex Estados obreros, en particular la ex Unión Soviética a partir de las crisis de 1991, han sido caracterizados por nosotros como Estados obreros en disolución: el aparato del Estado y los gobiernos de esos países son capitalistas y burgueses, pero la sociedad que tienen que gobernar es una sociedad transitoria en donde domina la tendencia a la restauración capitalista. La lucha decisiva aún está por darse, pero será en el plano mundial.
A la luz de estas caracterizaciones, esa misma conferencia ratificó una idea central, probablemente la idea más importante: que el período histórico abierto por la Revolución de Octubre de 1917 estaba más abierto que nunca, es decir el período de descomposición del capitalismo, de crisis y de revoluciones, y de revolución socialista mundial.
La Revolución de Octubre puso en marcha un proceso histórico, al cual primero los obreros más avanzados y luego las masas, obligadamente, se tendrán que volver a referenciar en el marco de la actual crisis mundial. Es decir que no ha empezado otro proceso histórico, para el cual habría que crear otras referencias, porque las que había habrían desaparecido. Desde el punto de vista metodológico, quiero subrayar que el planteamiento de que el período histórico abierto por la Revolución de Octubre sigue vigente es parte fundamental de la caracterización del momento histórico presente. Todos los que conocen la literatura del Partido Obrero tendrán que convenir en que esta caracterización nos ha permitido prever los acontecimientos como nadie ha podido hacerlo.
Japón, China y la crisis asiática
En este Congreso vamos a analizar y a caracterizar lo que ha ocurrido desde noviembre: en síntesis, hemos pasado de la crisis bursátil en Asia a la revolución asiática. Independientemente del desarrollo ulterior que ella tenga, es indudable que la movilización indonesia y la caída del gobierno de Suharto son el comienzo de una revolución. Esta revolución puede se estrangulada o no llegar a su culminación, es decir, puede no llegar a dar todos los golpes suficientes para quebrar el aparato del Estado, pero ha comenzado una revolución. Esa es la característica del período de noviembre hasta ahora. En materia económico-financiera o bursátil, la crisis asiática es infinitamente más grave de lo que la presentaban los teóricos oficiales en el comienzo. Ustedes recordarán que cuando el gobierno de Corea llegó a un acuerdo con los bancos acreedores para refinanciar una deuda de 21.000 millones de dólares a corto plazo, dijeron que la crisis asiática había terminado. Ahí fue donde empezó realmente a agravarse. El eje de la crisis empezó a trasladarse en forma extremadamente significativa a dos países decisivos, Japón y China.
El sistema bancario japonés está en completa bancarrota. Probablemente, sus deudas incobrables se encuentren en el orden del billón de dólares. La economía japonesa se contrae; van por el séptimo paquete económico de reactivación (éste por 125.000 millones de dólares) y, con cada paquete, la economía se contrae todavía más. Una de las consecuencias más desastrosas de esta política es que si se computan la deuda pública oficial y la de los presupuestos paralelos, la deuda pública japonesa es el doble del producto bruto. Para entrar a la Unión Europea se exige que la deuda pública sea el 60% del producto, ¡y Japón tiene una deuda que es igual al 200%! Desde el punto de vista económico, las posibilidades de la reactivación japonesa están completamente agotadas. Es en estas circunstancias que se agrava la crisis de Indonesia; el mayor acreedor de Indonesia son los bancos japoneses. Pero se considera definitivamente incobrable entre el 60 y el 70% de la deuda de Indonesia de 90 mil millones de dólares. Los principales acreedores, además de Japón, son Europa, particularmente Alemania, y los EE.UU., en ese orden (y, en EE.UU., algunos bancos en particular).
Esta es la dimensión de una crisis absolutamente descomunal, una crisis que es altamente instructiva. ¿Por qué es instructiva? Porque cuando uno escucha a los teóricos neoliberales, todos dicen que el mal de todas las economías del mundo es la debilidad de la tasa de ahorro. "Se consume demasiado, los salarios son muy altos, los obreros son muy vagos, la productividad es muy baja, se ahorra poco, no hay inversión, no hay desarrollo". Pero mientras EE.UU. tiene una tasa de ahorro del 4% sobre el producto bruto, Japón tiene el 38%. ¡Nueve veces más! Según la versión oficial, en Japón se pagan salarios relativamente bajos, la gente se suicida porque no aguanta el estrés de 14 horas de trabajo, el japonés consume poco porque es temeroso, entonces ahorra y guarda en los bancos. EE.UU. es puro déficit, Japón es puro superávit. Pues bien, Japón ha muerto de un ataque de superávit. Todo ese ahorro se canalizó en inversión. Japón colapsó de un ataque de sobreproducción y de sobreacumulación de capital (1).
A su vez, este ahorro japonés, indonesio, coreano, etc., que se traducía en una gran inflación del sistema bancario, productivo y especulativo, permitía que otros países que no tenían esos ahorros encontraran financiación. El hundimiento de estos países es un golpe tremendo para la economía mundial porque eran un motor de la demanda de consumo y de inversiones.
Es una crisis sistémica del capitalismo mundial; los que se llaman los valores asiáticos son la expresión acentuada, desarrollada, incluso hipertrofiada, del propio capitalismo mundial, y no su versión bastarda o no capitalista.
La fusión de los bancos con la industria y el elevado porcentaje de la deuda pública tipifican la tendencia a la concentración, por un lado, y al desarrollo de capitales ficticios, por el otro. Estos últimos permiten acelerar la centralización del capital en menos manos, ya que esos capitales en acciones y títulos, tienen un acceso excepcional al crédito y a la valorización especulativa. Estados Unidos, que critica el modelo asiático, está corriendo en realidad detrás de él, como lo demuestra el proceso de fusiones capitalistas que lo caracterizan en los últimos años.
China es, junto con Japón, el país donde la tendencia a la deflación es más intensa, es decir, donde el exceso de capacidad de producción y la insuficiencia de la demanda son muy altos, al punto que los precios caen. China se encuentra en la perspectiva de una crisis industrial, porque el 60% del sistema bancario, al menos el sistema bancario estatal, se encuentra completamente quebrado. El gobierno chino acaba de votar un salvataje que ha denominado operación de recapitalización. La situación de china es extremadamente grave porque, al mismo tiempo, el comercio internacional chino se ha perjudicado enormemente, como consecuencia de la crisis de los demás países asiáticos a los cuales les vendía su producción (2).
Después de 10, 15 ó 20 años de inversiones de capital extranjeros, China es un eje fundamental de la economía mundial. Hong Kong juega de bisagra entre China y la economía mundial, porque a través de Hong Kong se financia la economía china. Por eso Hong Kong, pese a que es una isla, es un termómetro sensible de la situación general de China. De manera que la única vez que la bolsa de Nueva York realmente cayó en profundidad fue cuando se cayó la Bolsa de Hong Kong, en noviembre (3). Uno de los factores permanentes de la crisis actual es la perspectiva de devaluación de la moneda de Hong Kong, que no se sostiene por sí misma sino por China. Esto es interesante, porque el socialismo está salvando al capitalismo. ¡China salva a Hong Kong y a la Bolsa de Nueva York! Es, claro, un proceso de confiscación de las masas chinas.
Es el análisis de la totalidad de las relaciones económicas, lo que permite determinar el carácter mundial de la crisis actual. Es curioso que se insista en que no tiene este carácter mundial, después de quince años de hablarnos de la globalización. Estalla una revolución en Indonesia y dicen que es un acontecimiento aislado.
¿Por qué en industrias que tienen un extremado exceso de capacidad, sigue aumentando la inversión? Porque hay una lucha para ver quién se va a ir a la quiebra como consecuencia del exceso de capacidad. Los capitalistas compiten entre ellos para ser más productivos, para bajar más los precios y mandar a la lona al otro. El capital quiere superar la sobreproducción sobreacumulando capital y agravando, por lo tanto, las próximas crisis. Por ejemplo, la Volkswagen del Brasil trabajaba con métodos anticuados porque consideraba que había un excedente tan grande que no justificaba nuevas inversiones. La Ford y la Fiat elevaron, en cambio, fuertemente sus inversiones, y la Volkswagen, siendo la industria automovilística más importante en el país que tiene la principal industria del rubro en América Latina, empezó a retroceder en forma escandalosa. La anarquía del proceso de producción capitalista aparece como un factor agravante o de incremento de este exceso de producción en ramas ya totalmente excedidas, lo cual demuestra la irracionalidad de la llamada regulación por medio del mercado .
Estados Unidos y Asia
Un factor fundamental de esta crisis es la contradicción entre la internacionalización extraordinaria de las fuerzas productivas y el carácter nacional de los Estados y de los sistemas monetarios. En el proceso de la especulación internacional, la hegemonía norteamericana ha impuesto la dominación del dólar; todas las monedas del mundo han sufrido, en consecuencia, la presión de la política monetaria norteamericana y del ciclo económico en los Estados Unidos.
Tenemos economías completamente en ruinas, como la rusa, en donde la vida es más cara que en Nueva York, porque el rublo vale más que el dólar, aunque hace dos años el rublo no valía nada (4). Para fomentar ese proceso especulativo, se montó un esquema financiero con la deuda pública rusa, que valorizó ficticiamente al rublo. Se crea así una contradicción entre la tendencia de las monedas a valorizarse por la especulación y la necesidad de desvalorizarse para mantener el comercio exterior. Cuando esta contradicción se agudiza (Corea, Indonesia, etc.), empieza el déficit de comercio exterior, que se financia con mayor ingreso de capitales, lo que lleva a un alza mayor de la moneda. Esto lleva a situaciones como la de la Argentina que, siendo un país históricamente superavitario en el comercio, tiene un déficit comercial de ocho mil millones de dólares.
Esta descripción quiere señalar un factor fundamental de la crisis mundial: la contradicción entre el desarrollo internacional de las fuerzas productivas y el carácter nacional del capital, de sus Estados y de sus monedas. Por eso, los asiáticos tuvieron que devaluar. Por ejemplo, la continua devaluación en Japón afecta a otros países asiáticos y a Estados Unidos. Si se devalúa la moneda china, caerá la Bolsa de Hong Kong y habrá un intento de inundar al mundo con productos chinos. Entonces, por primera vez, el exceso de capacidad de producción ya no será resuelto con más inversiones para desplazar al competidor sino con quiebras generalizadas de los que, efectivamente, ya no puedan competir más, que es lo que ocurre en Asia, y aun de todos los competidores entre sí.
Esta contradicción es uno de los elementos fundamentales de la crisis: en el lenguaje tradicional del marxismo, la contradicción entre las fuerzas productivas y las fronteras nacionales.
Quería resaltar este problema porque estamos discutiendo si asistimos a meros episodios sin gran trascendencia o a todo un encadenamiento de alcance descomunal. Esta crisis pone al desnudo la relación enormemente contradictoria entre el imperialismo norteamericano y Japón, y entre el primero y el europeo, a partir de la crisis en Rusia. En todo este proceso, la conducta del FMI, del Tesoro y de los bancos norteamericanos no fue salir al rescate de las economías asiáticas sino impulsar implacablemente su crisis y sus quiebras. El abecedario de los programas del FMI no es que se pague la deuda sino cerrar la industria automovilística de Indonesia, la industria siderúrgica de Corea, los bancos coreanos y japoneses, desregular el mercado… El capital norteamericano ha empezado a instalar corredoras de Bolsa, bancos, que empiezan a crecer en el mercado japonés. En Corea, por ejemplo, la Ford se va quedar con Kia, la General Motors con otra, etc.; es decir, hay un copamiento sistemático. Por la tenacidad que han puesto en impulsar las quiebras de todos estos países, el FMI y el Tesoro norteamericano deben ser considerados como los grandes factores revolucionarios de toda la crisis asiática. Nadie hizo tanto por la revolución asiática como el capital norteamericano. En Tailandia, liquidaron ciento doce bancos, y el sistema bancario pasó casi totalmente a manos del capital norteamericano; y, sin embargo, Tailandia ha recaído en la crisis y es inminente una próxima devaluación de su moneda. Por eso hay quienes no se animan a seguir copando la industria y la banca, porque no están seguros del alcance final de la crisis y temen hacerlo a destiempo y terminar siendo arrastrados por la propia crisis. Es decir, el capital no puede funcionar si no es a través de un proceso de confiscación, si no es llevando a la quiebra al concurrente. Había un esquema para que Corea pudiese salir de la crisis: si las empresas privadas coreanas están muy endeudadas, y el gobierno y el Estado no tienen deuda, ¿por qué el Estado coreano no coloca títulos de deuda en el mercado y con ello rescata a los bancos, a las industrias, etcétera? El gobierno coreano efectúa operaciones de rescate, pero que están en muchos casos condicionados a la efectivización de la quiebra. La crisis sirve a la concentración del capital y, dentro de éste, a imponer la hegemonía de la gran industria y de la banca de inversión norteamericanas. Este aspecto de la crisis puede provocar una gran reacción nacionalista.
Estados Unidos, el centro de la crisis
El centro de la crisis está, sin embargo, en Estados Unidos. La crisis norteamericana aparece disimulada por la crisis mundial, cuando en realidad es aquélla la que potencia a ésta. Por ejemplo, ante el derrumbe general del mundo, los capitales especulativos van a Estados Unidos. Abandonan la deuda pública basura de la Argentina, de Indonesia, etc., y van hacia las genuinas acciones y bonos del Tesoro norteamericano; este movimiento está inflacionando la especulación en Estados Unidos. Los que dicen que la Bolsa de Wall Street anda bien porque sube, mientras en todos lados baja, no entienden que si allí se valoriza el capital ficticio, ello obedece a un gigantesco movimiento de desvalorización internacional, de modo que la Bolsa yanqui llegará al pico cuando todo el mundo se incendie. La crisis mundial repercute en Estados Unidos bajo la forma de una especulación aún más extrema, que produce en ese país los mismos efectos que ya produjo en los otros: la sobrevaluación previa al derrumbe. En el Congreso norteamericano, la bancada republicana empieza a hostilizar al FMI o al comercio con México porque la sobrevaluación del dólar perjudica las posibilidades comericales de la industria. Por eso, se ha producido una crisis política y Clinton no puede sacar la ley que lo autorice para una negociación de conjunto con los países latinoamericanos para abrir sus mercados y el yanqui, para una zona de comercio único.
El grado potencial de quiebra del capital norteamericano (y cuando digo capital norteamericano me refiero al Chase Manhattan Bank, a la Banca Morgan, al Citibank, es decir, a los grandes pulpos) no tiene parangón. Un informe de la revista Time acaba de indicar que los compromisos de cierto tipo de especulación del capital estadounidense (en todo el mundo, pero especialmente en Asia) supera los veinticinco billones de dólares, es decir, el monto de todo el comercio y la inversión mundiales. Para mensurar esta cantidad, recordemos que el PBI estadounidense es de nueve billones de dólares. Time dice que el capital norteamericano está amenazado por una bomba nuclear: si no explota, bárbaro; si explota, nadie queda vivo.
Desde la crisis de 1971, virtualmente no hay sistema monetario internacional. En 1971, se perdió todo tipo de anclaje de las monedas: ya no tienen relación estable con nada; se cotizan día a día en el mercado. Es una disolución profunda del sistema monetario internacional, causada por un conjunto de factores, y que llevó a una suerte de comercio especulativo muy curioso, que consiste en contratos que aseguran el valor de las monedas. ¿Cuál es el problema de ese seguro? Para mantener las monedas en determinado tipo de valores, hay que sacar seguros, y por ellos hay que pagar primas. Las primas salen de los beneficios de las empresas y éstos de la explotación del trabajador. Resumiendo: la clase obrera del mundo, además de soportar la acumulación capitalista, tiene que soportar también la disolución del sistema monetario y financiar todos los seguros que se van tomando. Por un tiempo, los capitalistas vivieron la ilusión de la estabilidad monetaria. Las monedas no sufrían grandes devaluaciones y, sin embargo, estaban suspendidas en el aire. Es un sistema como el planetario, de atracciones recíprocas: un astro no cae porque el otro lo atrae, pero ninguno tiene los pies en el suelo. Así creyeron haber encontrado la clave de la privatización absoluta: nada está anclado a nada, todo se negocia en el mercado y, a pesar del caos, hay un orden. ¿Qué ocurrió? Los bancos norteamericanos les dieron seguros a los asiáticos de que sus monedas no se iban a devaluar. Otros aseguraron a un banco asiático que la tasa de interés de su país no se iba a mover, o de que la Bolsa no se iba a caer. Es decir que los bancos norteamericanos salieron a respaldar con garantías el valor de todas esas monedas. O al revés: sabiendo que iban a caer, armaron contratos apostando a la caída. Como consecuencia de esto, se estableció un sistema de contratos que ya no está relacionando al comercio de mercancías sino que son seguros para garantizar monedas, intereses, etc. A esto se lo llama economía virtual, tan virtual que no se puede registrar en los libros. Nadie puede ver en los libros de un banco cuánto ha contratado porque en estos contratos nadie le da a otro nada: son promesas de que se van a pagar las diferencias si hubiera una caída o una subida, o se darán la mano si no pasara nada y, entonces, sólo se paga y cobra la prima de la operación.
Pero, en Asia, las fluctuaciones han sido descomunales. Por ejemplo: los dos principales bancos coreanos que tenían contratos con la Banca Morgan de Estados Unidos no quieren pagarle la millonada que deben, porque dicen que la Banca Morgan los engañó. El Time dice que esto es una bomba nuclear: de estos veinticinco billones no se conoce qué contratos serían incumplibles: los veinticinco billones virtuales se transforman en una cifra incierta, pero real. Hay una cosa muy interesante: si todo es virtual, olvidémonos todo, porque no hay nada anotado. El problema es convencer al acreedor que renuncie a cobrar, con el argumento de que eran promesas; antes de eso, hay una guerra.
Queda al desnudo que el verdadero drama es la propiedad privada. Porque todo gira en defender esa dominación, ese derecho a explotar al prójimo, incluso al precio de una destrucción económica descomunal. Esto ilumina todo el proceso histórico de la crisis del capitalismo desde la Primera Guerra Mundial, pasa por la Segunda Guerra y termina con las descomunales pavadas sobre los treinta gloriosos años de crecimiento capitalista. En esos años, por una coyuntura extraordinariamente favorable, media o tres cuartas partes de la intelectualidad mundial dejó de ver al capitalismo como un sistema social que había agotado su posibilidad de desarrollo. Un cadáver insepulto que despide un terrible olor a podrido.
Tenemos el caso de la crisis entre Estados Unidos y México. Durante tres años, la DEA estuvo haciendo una actividad clandestina en México sobre lavado de narcodólares. Ahora se supo y esto produjo una gran crisis. La DEA alega que no se puede permitir que se pisotee la soberanía de México, cosa que llama la atención: ¿desde cuándo a la DEA le importa la soberanía mexicana? Estos descubrimientos de la DEA son la muerte del sistema bancario mexicano, porque este sistema funciona con narcodólares. ¿Para qué quiere la DEA terminar con el sistema bancario mexicano? La respuesta la tienen los bancos norteamericanos. Hace quince años que vienen luchando por monopolizar la banca mexicana. En Clarín hay un reportaje a Escasany, del Banco Galicia. Un re-gorilón, chupasangre, antiobrero, pero que al final parece el Ptp defendiendo al Banco Nación. Ahora se acuerda de que el Banco Nación cumple un papel importante para evitar la colonización completa. En México, ocurre lo mismo.
Esta situación nos indica que el corazón de la crisis está en Estados Unidos, el país en donde la sobreacumulación de capital se manifiesta con mayor amplitud. Los japoneses reconocen estar muy endeudados porque ahorraron mucho. Adviertan la contradicción: porque ahorraron mucho, se prestaron mucho entre ellos. Entonces muchos de ellos están endeudados porque otros muchos de ellos ahorraban. Ahora se cae todo porque hay un exceso de producción, no pueden pagar la deuda y entonces desaparece el ahorro que se acumuló y que se prestó. Los yanquis dicen que no deben nada, pero vivieron del ahorro de todo el mundo. La deuda externa norteamericana es de 3 billones de dólares y necesita atraer capital para refinanciarla. Así se ha convertido, contradictoriamente, en el país más sobrevalorizado del mundo; por lo tanto, el que está más cerca de un derrumbe. Para evitar este derrumbe y para mantener esta especulación, la Reserva Federal estadounidense está emitiendo dinero. La evidencia de que la emisión de la Reserva Federal está superando el 12% anual (y el creciente déficit comercial) ha comenzado a provocar el temor de un derrumbe del dólar. Los dos países que más están emitiendo son Estados Unidos e Inglaterra.
¿Qué tenemos como resumen general? La crisis de este sistema de economía virtual afecta fundamentalmente a Japón, Europa y Estados Unidos (y sobre todo a los bancos de este último país) y deberá producir una debacle más o menos inminente de la mayor parte de los llamados países emergentes, porque los capitales tienden a retirarse. Esto se manifiesta en Rusia, porque el gobierno tiene un déficit de presupuesto importantísimo sin posibilidades de financiar, y ya mostró en su conducta una tendencia a devaluar al vender dólares en lugar de aumentar la tasa de interés. Y con eso delata que va a devaluar, porque los capitales que hay en Rusia son mucho mayores que todos los dólares que tiene el gobierno ruso.
Otro país que está en la misma desesperante situación es Checoslovaquia, un país completamente arruinado. Allí se acaban de manifestar los jóvenes con eslóganes anticapitalistas, denunciando el capitalismo y chocando contra la policía en las calles de Praga. Sobre eso, la prensa no dice nada.
Indonesia y Corea
La prensa internacional se ha preguntado si lo que ocurre en Indonesia no es similar a lo que ocurrió en Filipinas contra la dictadura de Marcos, cuando el pueblo se colocó en la calle frente al ejército, éste no se animó a tirar y cayó la dictadura. Dicen que la diferencia es que en Indonesia no hay liderazgo, que es una pena, porque lo de Filipinas finalmente terminó en forma más o menos pacífica. Si comparamos lo de Indonesia con lo de Filipinas, la primera diferencia que encontramos (desde el punto de vista de la revolución mundial) es la envergadura de la crisis económica y social. El movimiento filipino se dio, en cierto modo, como un fenómeno político relativamente aislado en Asia, incluso en el marco de una profunda crisis propia de Filipinas, porque había un movimiento guerrillero dirigido por el Partido Comunista. La situación en Indonesia, desde el punto de vista económico y social, es definitivamente desesperante. Hay industrias totalmente quebradas, la situación de las masas ha caído por el suelo, están quebrados los sistemas de pago y las cadenas de abastecimiento. Entonces, una solución filipina, que consiste en que venga una mujer carismática la Fernández Meijide de Indonesia no puede darse como una solución, porque ese gobierno, con esa mujer supuestamente, tendría que encontrar una solución a una crisis económica que desborda la situación de Indonesia y que afecta a Singapur, China, Corea, etc. Entonces, la primera característica de este comienzo de una revolución en Asia tiene que ver con la envergadura de la crisis y todas sus conexiones.
El segundo fenómeno importante se relaciona con la naturaleza del propio movimiento de las masas. Según las informaciones, los que han tenido un papel fundamental han sido los estudiantes. En una segunda etapa, han aparecido otras capas sociales, y de ninguna manera se puede decir que haya una conducción obrera. Pero el proceso político de Indonesia tiene características comunes con muchos otros procesos (los de Albania, Corea, Inglaterra, Argentina), en los cuales incluso desde las cenizas y éste es un dato que este Congreso debe recoger emerge una dirección pequeñoburguesa de centroizquierda. Cuando digo de las cenizas, me refiero a gente que aparece como una dirección, como consecuencia de sus planteos, de sus vínculos. En este caso, una asociación musulmana, que ya ha dicho que la única solución posible son las elecciones presidenciales, o al menos parlamentarias. Es un debut poco audaz, poco claro, poco capaz.
Otro problema también es qué hacer con toda la industria en quiebra. ¿El Estado la confiscará? ¿El Estado tiene los recursos para emitir deuda? ¿Cómo sale del pozo, si no es con la ayuda del imperialismo? Pero el precio que pide el imperialismo para ayudar a Indonesia es que quiebre su industria y entregue el petróleo. Supongamos que Indonesia paga ese precio, pero ¿lo va a permitir Japón, que es el principal inversor en Indonesia? ¿Lo va a permitir Alemania, que está entrando a Indonesia para quedarse con sus despojos? Una dirección centroizquierdista muy fragmentada tiene que hacer frente a una situación extremadamente volátil, lo cual plantea, como transición, la emergencia de un gobierno militar, con apoyo centroizquierdista.
¿Cómo sería el probable desenvolvimiento de esta crisis? Se procura estructurar una dirección centroizquierdista y una alianza con los militares; como no hay un partido revolucionario se tiene que atravesar esta etapa. Para poder ver cómo sigue luego, tenemos que corrernos un poco en el mapa, porque la solución que, teóricamente, se prepara para Indonesia está en pleno desenvolvimiento en Corea, donde en diciembre, la centroizquierda ganó las elecciones. El imperialismo, que hasta la campaña electoral desconfió de esta salida, apostó a ella a medida que se iba definiendo y ahora no se siente defraudado, porque este gobierno centroizquierdista de Corea les impuso a los sindicatos que aceptaran los despidos y una ley de grandes ataques laborales. Fue una gran sorpresa la capacidad de este gobierno kerenskiano, centrista y frentepopulista para doblegar a los sindicatos, mostrando el papel tremendamente importante de un gobierno de estas características. Sin embargo, cuando la burocracia sindical y el gobierno creían que la crisis podía ser controlada, y la bancarrota económica coreana se acentuó; los sindicatos coreanos llamaron ahora a la huelga general, para esta semana, en lo que es el primer choque entre la clase obrera y su gobierno frentepopulista. Es decir, cuando en Indonesia empiezan los retoños de un salida centroizquierdista, en Corea empieza a quebrarse una salida de ese tipo.
Estoy hablando de la mecánica política que se va poniendo de manifiesto en un proceso revolucionario, así como su interacción internacional. Como la crisis económica es el combustible, acelera el proceso político, si se suma un derrumbe en China o en Japón, las salidas centroizquierdistas van a ser más difíciles, y mayores las posibilidades de guerra civil. En cambio, si el gobierno chino demuestra tener recursos para contener la crisis y los japoneses logran aguantar, se puede armar un cordón que disminuirá el ritmo de la crisis. Habrá algunas chances para alternativas centroizquierdistas que, a la larga, van a fracasar de todos modos porque, según nuestro análisis, la crisis es mundial y terminará con una bancarrota en Estados Unidos, en Inglaterra, etc. El hecho de que disminuya el ritmo de esa crisis no implica que cierre ese proceso político sino que lo hace más lento, menos visible.
Rusia
Lo que está ocurriendo en Rusia forma parte del mismo proceso político; toda la prensa mundial coincide en que la crisis actual es la más importante desde que cayó Gorbachov. Hay un proceso huelguístico creciente desde el momento en que el gobierno de Yeltsin reformó el gabinete en el sentido contrario a las tendencias del movimiento huelguístico, favoreciendo a los sectores más proimperialista en lugar de que suban los centroizquierdistas, dispuestos a algún tipo de conciliación con los trabajadores para contener la crisis. Entonces, el movimiento huelguístico no cede nada, se bloquean las minas, los ferrocarriles, los caminos, etc., y están apareciendo las consignas políticas por el derrocamiento de Yeltsin.
Nos ha llegado la proclama de un comité de huelga en Rusia de la fábrica de automotores Zim, que está en huelga por tiempo indeterminado. Un gran sector de estos obreros forma parte de una tradición revolucionaria, no son improvisados. Esta es una empresa semiestatal; a través de maniobras oscuras se fueron alquilando partes de la empresa a favor de los burócratas de la propia empresa, cuyas familias se apropian de los contratos de tercerización. Sus obreros entonces deciden la huelga total. Una de sus consignas dice: No a la quiebra, no a las compañías por acciones, no a los directores extranjeros. Es decir, una consigna contra la restauración capitalista. La proclama, llamada Necesitamos dar un paso decisivo, dice: Seguramente que vamos a ganar si logramos unir el gran poder de nuestra fuerza colectiva con el poder de nuestra inteligencia y el conocimiento de los obreros y de los técnicos que son honestos y que creen en el porvenir de esta empresa. Solamente vamos a ganar por medio de la fuerza. El régimen criminal que ha llevado a Rusia a esta vergüenza y humillación jamás oída y al pueblo a la pobreza y a la miseria, debe ser inmediatamente derrocado. Durante muchas décadas, vivimos como siervos bajo el dominio del feudal Partido Comunista de la Unión Soviética. Ahora, nuevos explotadores, demócratas, nos han lanzado a una nueva explotación de carácter burgués. Son las mafias de los comunistas y de los demócratas las que han llevado a Rusia al borde de la catástrofe. Esta catástrofe sólo puede ser evitada con la acción revolucionaria de la clase obrera organizada. No hay otra fuerza social que lo pueda realizar. Es por esto que nosotros, los obreros, tenemos que tomar el poder y la responsabilidad total del destino de nuestra sociedad. La administración mafiosa de Yeltsin tiene que ser disuelta de forma inmediata e incondicional. Todo el poder debe ser transferido a los comités de huelgas responsables ante las asambleas obreras. Esta responsabilidad debe ser la ley suprema de la vida de nuestro país. Cualquier poder que no esté bajo el estricto control de las masas organizadas degenerará inmediatamente y producirá nuevos explotadores, no importa lo hermosamente que se enmascare. Marchemos todos a la Plaza de la Gloria. Abajo los comunistas y los demócratas. Abajo los parlamentos y los presidentes. Viva el poder obrero. Viva la revolución.
Indudablemente, este sector puede estar influido por los que piensan que la URSS era un país capitalista de Estado, y que los viejos capitalistas comunistas han sido reemplazados por los nuevos capitalistas demócratas igualmente viejos. Si pensaran eso, es una confirmación del acierto de Trotsky, que decía que podíamos tener un frente y mantener una discusión con los que discrepaban con nuestra caracterización del Estado ruso. Este documento de una fábrica de cinco mil trabajadores, pretende traducir el espíritu popular. Si es verdad que lo traduce, está expresando que los obreros rusos no luchan contra los demócratas restauracionistas en nombre del viejo Partido Comunista, ni que tampoco impulsan una variante más avanzada de democracia restauracionista, están planteando la dictadura del proletariado. Luchan contra la confiscación de la propiedad estatal, por la revolución socialista. Pero, además, demuestra que una vanguardia revolucionaria en Rusia sólo podría actuar hoy si ha obtenido antes una autoridad basada en la lucha contra el viejo régimen stalinista. Este documento refuta a los que criticaron al PO por oponerse al golpe contrarrevolucionario de derecha de 1991, del aparato del PC, que hubiera procedido, al igual que lo hizo Yeltsin, a la restauración del capitalismo, pero además, con una bota militar. Los que estuvieron con ese golpe tienen una divergencia de principio con estos compañeros de la fábrica Zim. Aunque no podemos exagerar la representatividad del documento, tiendo a suponer que éste es representativo de la mentalidad de la vanguardia en toda Rusia, porque este documento tiene una lógica, que es la de la crisis rusa. La lógica de la crisis rusa es que la restauración capitalista destruyó a la clase obrera, por lo tanto ésta tiene que ser anticapitalista. Pero hay otra cosa más: ¿quiénes restauran el capitalismo en Rusia? Los comunistas, la vieja burocracia; por lo tanto, tienen que acabar con ella.
Refundar la IVª Internacional
Es decir que allí donde todo el mundo dice que no pasa nada, que en Rusia hay caos, pero no hay partido, en realidad está accionando una maduración política. Si en Rusia maduran así, también lo hacen en Indonesia, en Corea, bajo el impacto de la propia crisis. Por eso, nuestra responsabilidad es refundar la IVª Internacional. Y este proceso político en diferentes estadios de desarrollo en Indonesia, Corea y Rusia (pero que es uno solo internacionalmente), igualmente se da en Europa, donde también gobiernan el frente popular y la centroizquierda.
Hay un solo lugar en donde los partidos de derecha están peor que el peronismo, en Francia. Lutte Ouvrière caracteriza, sin embargo, que en Francia la ofensiva de derecha está en pleno ascenso. Pero los diarios dicen otra cosa: que lo más probable es que la derecha se desintegre como consecuencia de los escándalos y corruptelas. En Francia, la situación está madura para derrocar a Chirac y nadie está haciendo este reclamo; esa consigna minaría al gobierno frentepopulista, que necesita cogobernar con Chirac. Toda Europa está con gobiernos centroizquierdistas, que van respondiendo empíricamente según la presión popular, pero cuyos márgenes de acción por la crisis son extremadamente limitados. Pero la derecha (los conservadores británicos, los gaullistas franceses, etc.) se ha ido. Desde Indonesia a Europa, la tendencia es a gobiernos de frente popular, es decir, que el imperialismo apela a este último recurso, sea en forma preventiva (Europa) o en un marco revolucionario.
Deberíamos definir, a partir de esta caracterización, un conjunto de consignas y tareas y llamar a todas las organizaciones obreras que actúan en todos estos procesos revolucionarios a debatirlas en común en una conferencia internacional. Allí nos vamos a hacer presentes para defender todos los puntos de los acuerdos de Génova y San Pablo.
En primer lugar, quiero reivindicar el carácter propagandístico de la propuesta. Lo importante es armar una tribuna internacional para ser oídos por aquellos que sabemos que escuchan, pero que no sabemos quiénes son. Tendría el valor de llamar la atención sobre nuestra caracterización de esta crisis mundial y sobre las consignas y el programa. Tendríamos que evaluar, con aquellos con quienes nos reunamos, un programa de actividades para concretar esta convocatoria. Hace pocos meses, los compañeros italianos fueron invitados a un acto relativamente restringido en Francia, donde divulgaron todas las posiciones votadas en San Pablo y Génova. Los participantes de ese encuentro no llegaron a ninguna conclusión. Pero los convocantes no fuimos nosotros sino gente que no sabe bien qué hacer y, por supuesto, terminó sin resolver nada. En este caso, si nosotros hacemos la convocatoria y nosotros la definimos, va a salir algo.
En el movimiento trotskista ha habido una serie de evoluciones muy importantes que hay que señalar. Una de las más importantes es la confirmación total de que el SU es una organización contrarrevolucionaria, un sostén del gobierno contrarrevolucionario francés y del frente popular. La Liga Comunista, el principal partido francés del SU, hizo un congreso para cambiar su nombre y pasar a llamarse Alianza Democrática Revolucionaria o algo semejante. Evidentemente, detrás del cambio de nombre, está el abandono completo de una pretensión marxista. Pero no es sólo el problema de cambiar de nombre, sino el contexto en el cual esto ocurre. Lo hacen en el momento en que se pone de moda (aunque ya se está pasando esta moda) la denominación democratizante. Lutte Ouvrière caracteriza que la Liga abandonó el comunismo. Es decir que la Liga no actúa más en el terreno de la clase obrera. Pocos meses antes, sin embargo, Lutte Ouvrière nos había enviado una carta diciendo que no estaba dispuesta a ser cómplice de nuestras maniobras contra la Liga, a la cual acusamos de que había abandonado el marxismo. Tres meses después, ellos mismos dicen que abandonó el marxismo. Esto replantea la discusión política con Lutte Ouvrière. Este proceso político de cambiar el nombre se da también en la organización inglesa Militant, aunque Militant asegura que no cambió su programa, en lo que tienen razón: ya lo habían cambiado hace mucho. Este cambio de nombre es un pasaje a posiciones contrarrevolucionarias.
El fenómeno más curioso de Francia es que ninguna corriente caracteriza al gobierno francés como gobierno contrarrevolucionario imperialista. El gobierno de Jospin es el gobierno del imperialismo francés, es el gobierno del frente popular del imperialismo francés, es el gobierno de los partidos obreros y pequeñoburgueses del imperialismo francés, es el que defiende los intereses de los pulpos franceses en el exterior, es el gobierno de la Compañía Tucumana de Agua, que sostiene al dictador Bussi en esa provincia. Yo le pregunto a la Liga Comunista: ¿en el conflicto del agua, están con la provincia burguesa y oligárquica de la Argentina o están con el gobierno socialista francés? El Partido Obrero defiende a la provincia de Tucumán, oligárquica, burguesa y capitalista, contra el gobierno de Jospin, socialista, que defiende los intereses imperialistas que le quieren chupar la sangre al pueblo de Tucumán.
En las discusiones que tenemos se nos dice que con este lenguaje no nos vamos a ganar a los obreros franceses. Pero a los obreros franceses, lo primero que les debemos explicar es que su gobierno es contrarrevolucionario. Lutte Ouvrière, que, de los partidos conocidos, es el que está más a la izquierda, dice que el objetivo del gobierno de Jospin es gerenciar al capitalismo. Pero un gobierno nunca puede tener la dirección del país como un objetivo, porque estar en el gobierno es haber realizado ese objetivo, es ya dirigir realmente a la sociedad capitalista. En Francia, hay una discusión política trabada en la izquierda que no pasa por la caracterización del gobierno. Si es o no un gobierno del imperialismo. La izquierda le propone al gobierno planes de lucha y dice que están dispuestos a luchar con el partido socialista, o el comunista, o cualquiera, por tal cosa, pero está ausente la estrategia de suplantar al gobierno burgués con una alternativa obrera; no hay una exigencia a estos partidos, si todavía son obreros, de que rompan con la burguesía, para preparar a las masas que los puedan seguir a luchar por el gobierno obrero. El primer paso para romper con la burguesía es echar a Chirac. Hay, en este punto, una extrema confusión, y sobre esto sería importante que nuestra reunión internacional fijara, al menos, un esbozo respecto de esta polémica en Francia, empezando por el correcto señalamiento de Lutte Ouvrière de que la Liga abandonó el marxismo y por reclamarles a las organizaciones revolucionarias de Francia que tomen una posición sobre el gobierno del frente popular.
En Génova, sacamos una declaración contra el frente popular, pero esa declaración también vale para países donde todavía no hay un frente popular; la lucha contra el frente popular tiene que tener un carácter internacional.
Lutte Ouvrière dice que no interviene en la lucha de los indocumentados en Francia porque es débil entre los obreros y su prioridad debe ser trabajar en el movimiento de los trabajadores. El planteo es lógico, pero equivocado porque el ataque a los indocumentados en Francia es el ángulo que ha elegido el imperialismo francés para atacar a la clase obrera francesa, introduciendo el chauvinismo contra el obrero que viene de otro país. Es necesario poner en claro al obrero francés que la culpa de que no haya trabajo no la tienen los indocumentados sino el capitalismo. Es una cuestión metodológica; no hay en esto ningún ataque a la honorabilidad revolucionaria de Lutte Ouvrière como organización. Marco una divergencia.
Otra evolución política importante ha sido la de la LIT. Convocó a un congreso abierto del que aceptamos participar, pero que nunca se hizo. Desde entonces no hay ninguna novedad en las relaciones, pero esto no quiere decir que las cosas no evolucionen. Por ejemplo, no tenemos ninguna novedad de Lutte Ouvrière, pero hemos visto que ha cambiado de posición respecto de la Liga Comunista. En la LIT también, porque el Mas rompió con la LIT, y la LIT denuncia al Mas como una corriente antimarxista. El Mas plantea la disolución y está por un encuentro de intelectuales marxistas para ver qué hacer; y la LIT se mantiene en la reconstrucción de la IVª Internacional, y denuncia que, en conferencias y en mesas redondas, dirigentes del Mas o relacionados con el Mas denunciaron a Trotsky de sanguinario y a los bolcheviques de criminales. Esta escisión tiene una significación política. Como el Mas quiere fundar un marxismo abierto, en su revista Herramienta escriben hasta los menemistas. Pero el marxismo es, por definición, abierto. Surge como una crítica a la filosofía clásica, que era cerrada. En lugar de encerrarse en una interpretación del mundo, el marxismo sostiene que hay que transformarlo y, con esto, abre a la actividad revolucionaria todo el campo de la experimentación social, cultural y humana. Entonces, ¿cómo puede haber un marxismo abierto o no abierto? Quiere decir que el Mas ni siquiera sabe qué es el marxismo. Es la manifestación de una disolución política concreta.
Creo que hay que llevar a nuestra reunión internacional este llamamiento a una conferencia mundial, a la que habría que invitar a la LIT.
Pero hay otras novedades, como el agravamiento excepcional de la crisis del PT del Brasil. El ala izquierda del PT tuvo la oportunidad, que no tuvo ninguna fracción de izquierda, de ganar la convención de un Estado y consagrar a su dirigente como candidato a gobernador. En el marco del PT, su izquierda podía desarrollar una campaña política en su propio Estado y mostrar su capacidad de acción; en esa campaña hubiera quedado de manifiesto si son iguales que Lula o si realmente son otra cosa, si encarnan a los trabajadores de estados importantes. Entonces la burguesía monta todo un operativo y Lula interviene el PT del Estado de Río de Janeiro, anula la candidatura de la izquierda e impone que el PT de Río de Janeiro vote al candidato de un partido burgués, el de Brizola. Esta izquierda, que es frentepopulista, porque opina que todo depende de para qué se lo usa (como si el frente popular se pudiera usar para hacer la revolución), tiene ahora que tomar una decisión, lo cual plantea la posibilidad de que abandone toda ambigüedad en relación con la dirección centroizquierdista del PT y al frente popular.
Sobre este punto hago dos propuestas: invitar a esta izquierda al PT a una conferencia internacional para discutir una plataforma de lucha internacional, para tocar las tareas actuales, abrir un debate sobre la refundación inmediata de la IVª Internacional. Además, soy partidario de que, en la reunión internacional de la semana que viene, la delegación de Causa Operaria explique cómo ellos piensan abordar la crisis del PT, por su significación tanto nacional como internacional.
Las conclusiones que fueron aprobadas en las reuniones de Detroit, Génova y San Pablo han sido plenamente confirmadas por los hechos y han servido para impulsar el trabajo por la refundación de la IVª Internacional de todo el Partido Obrero. Los análisis de esas reuniones y del propio PO han sido confirmados por los hechos y, cada vez que examinamos el problema, más avanzamos en su comprensión y somos más concretos en las conclusiones. Definimos mejor las tareas organizativas. Probablemente seamos, entre todos los partidos del mundo, el más cuartainternacionalista, esto medido por la conciencia que tienen nuestros militantes de la importancia de la IVª Internacional. Porque, de un modo general, la IVª Internacional se encuentra en todo el mundo reducida a un debate de cúpulas. Una de las razones por las que proponemos la refundación de la IVª Internacional y discutir las divergencias, y no, al revés, discutir las divergencias para ver si refundamos la IVª Internacional, es que creemos que lo primero hace intervenir a los militantes y lo segundo es para entendidos. Y el problema de la refundación es de la militancia y de las masas, porque el arte de los internacionalistas en la lucha por construir la Internacional, es demostrar al proletariado del mundo hasta qué punto la idea de la Internacional ha penetrado en el proletariado de su país. Los trabajadores de todo el mundo se van a preguntar sobre el alcance que tiene nuestra propuesta, en función de cómo madura en nuestra clase obrera. Por eso trabajamos tanto este problema y no lo abandonamos nunca. La cuestión clave es transformar el tema en un interés masivo, es decir, que forma parte de la construcción del Partido Obrero.
Por eso pido encarecidamente que reventemos Argentinos Juniors y pongamos un gran cartel que diga el eslogan más feo que se pueda inventar desde el punto de vista publicitario comercial: "Por la refundación inmediata de la IVª Internacional". Hay que reventar Argentinos Juniors. Hay que hacer más esta semana por la IVª Internacional, que todo lo que la dirección, los militantes, los cuadros de este partido han hecho siempre por las suscripciones. La comparación es, ciertamente, grande.