Partes 1 y 2
3° parte: El lenguaje y la relación sexual
Vamos a abordar texto de Fougeyrollas.
Este texto tiene su importancia. Amén de por las barbaridades que dice, porque propone un cierto ordenamiento de lo que sería la lucha política en el seno del psicoanálisis.
Su tesis es clara como el agua:
"No existen actualmente ciencias humanas, ciencias sociales, ciencias del hombre y la sociedad. Todo esto son ideologías, son expresiones deformadas e invertidas de las relaciones reales de producción (otra vez sopa), que se enmascaran bajo el nombre de "ciencias sociales", "ciencias humanas", "ciencias del hombre y la sociedad", etc. Lo que existe hoy es el método y las adquisiciones del materialismo histórico () el materialismo histórico nos muestra que la explotación del hombre por el hombre en el modo de producción capitalista engendra la opacidad de las relaciones de producción reales; engendra a través de la ideología, la imposibilidad de captar de una manera científica la realidad social en la cual vivimos".
En otras palabras, el materialismo histórico es el axioma por dónde deben pasar todos los saberes. Todo lo demás es pura ideología.
En otros términos, tenemos aquí la posición inversa a la que Sartelli le criticaba a Rolnik: ahora, con el "materialismo dialéctico", podemos explicar "todo", desde como coger hasta como ir a marte o hacer papas fritas.
Fougeyrollas apelará mas de una vez a este tipo de afirmaciones que pueden sonar muy convincentes o radicales, pero que la experiencia demuestra, en la mayoría de los casos, que no son mas que una expresión aún mas exacerbada de ideologismo. Esto, en el sentido de que dicha declaración no hace mas que esconder una profunda ignorancia acerca de los problemas reales y concretos que deben enfrentarse en cada caso particular.
En otras palabras, habrá que ver como aborda Fougeyrollas, con este rasero, la crítica a otras prácticas. Por ahora, lo que tenemos a mano, y a lo que responderemos, es a cómo, con este axioma en la mano, Fougeyrollas reinterpreta el psicoanálisis.
Y veremos que en este caso, su posición es de un ideologismo prácticamente inadmisible para una revista como EDM.
El "arco político" del psicoanálisis
Para Fougeyrollas las neurosis y patologías mentales pueden, y deben, reconducirse al nivel de la relación sociedad vs. naturaleza.
El conflicto freudiano entre el "yo" y la "sexualidad" debe ser leído como una "interacción de la sociedad con sus presiones y de la naturaleza con sus pulsiones". En otros términos, "la represión [ese concepto psicoanalítico tan fundamental] es el resultado de presiones sociales contra nuestras pulsiones animales, es la dialéctica naturaleza vs. sociedad".
Para Fougeyrollas, el fundamento "material" de la sexualidad humana es el conjunto de pulsiones que en cada individuo constituirían "su equipamiento animal". La sociedad por su parte, ejerce sobre dicho individuo "un cierto número de presiones" que forzarían al individuo "en el ejercicio" de sus "instintos". ¿Que quiere decir que lo "forzarían"?, o, ¿en qué sentido lo forzarían "en su ejercicio"?, o, ¿porqué dicho forzamiento habría de implicar conflicto alguno para el individuo en su relación con la sociedad?, son todas preguntas que Fougeyrollas considera demasiado obvias, supongo, para responder.
Los "límites" que Fougeyrollas encontrará en Freud son fácilmente predecibles: todos aquello puntos en que se planteen nociones o conceptos que o bien escapen a la pura dialéctica naturaleza sociedad, o bien contradigan la idea de una sexualidad natural o biológica, o bien pretendan plantear alguna subjetivación con relación a procesos históricos.
Los nombres que Fougeyrollas detecta en Freud de aquello que hace obstáculo a la dialéctica serían la "pulsión de muerte" y la "represión originaria", que además son precisamente los puntos desde donde Lacan organizará su lectura de Freud. Este es el único punto en que debemos reconocer que Fougeyrollas ha sabido dar en el clavo.
Volveremos sobre ello, pero antes conviene recorrer el análisis que hace de las corrientes posteriores a Freud.
Por un lado tenemos a los freudomarxistas (Reich, Marcuse, Fromm, etc.) quienes tendrían la virtud de defender la subordinación o integración del psicoanálisis a la relación naturaleza sociedad, es decir, al materialismo histórico (esta equivalencia es según la perspectiva de Fougeyrollas).
Así, Reich habría demostrado cómo la expansión o contracción de la vida sexual en la ex URSS se verificaría íntimamente asociada a la revolución política, verificándose una "expansión de la vida sexual en el periodo de la revolución de Octubre", que contrastaría con "el retorno a la represión sexual" que se habría producido junto a la reacción burocrática stalinista.
La tesis central de Fougeyrollas sobre la sexualidad es que "la relación entre los sexos reproduce las relaciones sociales de base, es decir, las relaciones sociales de producción que constituyen la sociedad" (otra de esas pomposas aseveraciones que declaran mas que lo que prueban).
No obstante ello los freudomarxistas habrían fracasado.
Para Fougeyrollas, "el freudomarxismo nació de una preocupación legítima: la de articular los descubrimientos de Freud con el materialismo histórico, y los freudomarxistas tuvieron razón en plantear el problema. Lo que ocurre es que no supieron tratar científicamente la cuestión y se deslizaron al psicologismo, ya presente en Freud" (por suerte lo tenemos a Fougeyrollas que, suponemos, sabrá hacer las cosas mejor).
La otra corriente importante es el posfreudismo oficial, la IPA, encarnada en la corriente yanqui, y cuya característica política consiste en plantear la adaptación del sujeto al marco socialmente existente.
Lo interesante de esto, y que quizás no este demás aclarar, es que tanto los freudomarxistas como los postfreudianos, y también Fougeyrollas, finalmente coinciden en este punto esencial: el "conflicto" psíquico debe ubicarse en el nivel de la mencionada contradicción entre los impulsos sexuales "naturales" del individuo y la sociedad.
Por lo tanto, también coinciden todos ellos, a la hora de señalar como la principal limitación de Freud, el haber perdido de vista esta dimensión y haberse ido por las ramas de la "pulsión de muerte" y otros conceptos "estrambóticos".
Los freudomarxistas, los postfreudianos y Fougeyrollas, en cambio, habrían sabido no errar como lo ha hecho el creador del psicoanálisis respecto de este punto central.
Subrayo estas coincidencias conceptuales entre todos ellos porque esas mismas coincidencias son las que permitirán precisar sus "diferencias", es decir, aquello que permitirá su ordenamiento "político". Veremos, entonces, que los freudomarxistas se habrían caracterizado por orientar la solución de la contradicción en el sentido de una modificación de la sociedad en función del individuo, en tanto que los postfreudianos de la IPA se caracterizarían por plantear que la modificación debe realizarla el individuo, en función de la sociedad.
La misma coincidencia en el nivel del problema es lo que, a su vez, les permite dividirse entre izquierda y derecha.
La expresión mas clara del acuerdo de fondo entre estas "izquierda" y "derecha" la da el hecho de que durante años, tanto freudomarxistas como postfreudianos no han tenido mayores dificultades en convivir institucionalmente, e incluso coincidir teóricamente (al estilo de las Meijde con los Menem o Balza), como lo prueba el aval general que ha tenido durante años, por parte de los postfreudianos yanquis, el tratado sobre las neurosis que redactara quien encabezaba el sector de izquierda de la IPA desde el tiempo de Freud: O. Fenichel.
Por ejemplo, no dudo en que Fougeyrollas acordaría con los ojos cerrados con algunas de las tesis expuestas por este tratado, como, por ejemplo, que la neurosis implica algún tipo de trastorno de la sexualidad, mas precisamente una fijación en algún estadio intermedio (una "regresión de formas adultas a formas infantiles de sexualidad" o "la perduración de estos estadios anteriores del desarrollo"), dentro de un desarrollo cuyo punto culminante, denominado carácter genital supone "la capacidad de encontrar una plena satisfacción mediante el orgasmo genital", el cual posibilitaría "una regulación fisiológica de la sexualidad" (O. Fenichel, "Teoría psicoanalítica de las neurosis", Ed. Paidos, páginas 188 y 554) (subrayado mío).
Es lo que se diría una posición claramente "materialista", ¿no?.
Lástima que esta "materialidad" aparentemente tan obvia se demuestre en los hechos y en la práctica tan ideal como inexistente. Ya lo retomaremos. Pero antes tenemos que terminar de recorrer el arco político que Fougeyrollas nos viene presentando del psicoanálisis
Ya teníamos a los de "izquierda" y a los de "derecha". Ahora aparece un tercer personaje, quien, a pesar de haberse hecho famoso por su profundo y sistemático combate contra los postfreudianos de la IPA y la corriente yanqui (es decir, los de "derecha", según el propio Fougeyrollas), no podría ubicarse, veremos porqué, del lado izquierdo. Ergo, habrá que ubicarlo a la derecha (así funciona la "dialéctica" de Fougeyrollas: lo que no es blanco es negro, y viceversa).
La situación de Lacan será caracterizada por Fougeyrollas como equivalente a la de aquellos que critican a la sociedad burguesa pero no para aspirar al "comunismo" (el eje del tiempo, para Fougeyrollas, también se organiza, que duda habría, en forma tan inexorable como lo blanco y lo negro, es decir, para adelante o para atrás) sino para plantear un retorno "a una sociedad aristocrática con poder represivo", posición que sería la que caracterizaría, por ejemplo, al fascismo. Mas allá de los detalles tales como que es esta una "innovadora" manera de caracterizar al movimiento de Musolini, y que no deja de implicar la posibilidad de que la sociedad burguesa pudiera no ser represiva (o, tal como gustan presentarlo los democratizantes, sería siempre "menos" represiva), esto nos permite finalmente completar nuestro mapa
los postfreudianos a la derecha
el fascista Lacan a la extrema derecha
los freudomarxistas y sus vacilaciones y fracasos a la izquierda
Fougeyrollas en la extrema izquierda, en la posición del "partido revolucionario".
"Aahhh, que placer!", no hay como la simpleza de este tipo de razonamientos para sentirnos tranquilizados acerca de quienes son los "amigos" y quienes son los "enemigos".
Es el mismo tipo de razonamiento al que nos tienen acostumbrados los democratizantes, que tienden a presentar al arco político como un continuo, con su centro y sus extremos.
Pero ello no es mas que la expresión del acuerdo que existe, entre las diferentes fracciones políticas de la burguesía, en la defensa del modo de producción capitalista.
Si Meijide está en el centro izquierda y Balza en el centro derecha es porque en algún momento pueden coincidir, es porque están de acuerdo sobre la cuestión de fondo: la defensa del régimen burgués.
La posición de los revolucionarios nunca ha sido la de uno de los "extremos" de este continuo, punto al que intenta reducirlos la vulgata democratizante de los medios de prensa. La posición revolucionaria se ubica en exterioridad a dicho continuo, pues sus objetivos implican una modificación radical de la sociedad, una transformación del propio modo de producción.
Lo que quisiera que se percibiera es que el ordenamiento que ha hecho Fougeyrollas del supuesto arco "político" del psicoanálisis, se basa en un acuerdo de fondo con la corriente yanqui (y veremos que también con Stalin) en cuanto a la concepción del sujeto, del lenguaje, y del psicoanálisis.
Las "diferencias" entre ellos no son mas que aquellas que posibilita su acuerdo.
Y este acuerdo consiste en pensar al sujeto, como representante de la sociedad, en conflicto con la naturaleza.
Lo cual es, desde el punto del marxismo, una capitulación en toda la línea, pues implica aceptar la idea de que las contradicciones sociales no son mas que la consecuencia de la contradicción mayor del hombre con la naturaleza. Con lo cual, la posición mas cabal es la de los ecologistas.
Fougeyrollas ha mostrado finalmente su vena política: no es mas que un ecologista travestido de trotzkista.
El punto es que, una vez admitido este "acuerdo" las diferencias solo consisten en lo siguiente: los "derechistas" serian los "realistas" que plantearían que, a falta de un cambio social cuya realización no les incumbe en tanto terapeutas, la dirección de la cura debe ir en el sentido de la adaptación social. En cambio los de "izquierda" serian los "utópicos" (tan moda ultimamente) que, despreciando, supuestamente, las reformas, insisten en que es la sociedad la que debe adaptarse al hombre, y que mientras tanto, a falta de algo mejor, dejan hacer a los únicos que tienen propuestas "concretas": los de "derecha".
Como se dice en las películas, cualquier parecido con la situación política nacional, no es mas que casualidad.
¿Extrema derecha o supina ignorancia?
Vayamos entonces al punto: ¿qué es lo que denotaría en Lacan su carácter "fascista"?
Para ello habrá que ser tolerante con Fougeyrollas pues, a pesar de haber usado él mismo esa caracterización, a la hora de probarlo ya no será tanto una cuestión de fascismo como de clericalismo. Pero que importancia puede tener, a esta altura del partido, distinguir entre una cosa y la otra puesto que, como de hecho ocurre en todo razonamiento ideologista, lo que importa no es la precisión de la crítica sino solo la tipificación del "delincuente", del "malo", del "enemigo".
En otras palabras, Fougeyrollas intentará demostrar que Lacan es idealista, clerical y fascista.
La misma impudicia que ya le permitió a Fougeyrollas poder tomar la palabra en nombre del creador del Psicoanálisis para hacer las "correcciones" que correspondían, ahora le permitirá afirmar sin la menor duda que la esencia del planteo lacaniano se reconduce al planteo estructuralista de Lévi-Strauss, en donde radicaría su idealismo.
Semejante idiotez solo puede sostenerse a partir de una profunda ignorancia del interlocutor. Por eso mismo es realmente increíble cómo, a pesar de ello, estas zonceras ya forman parte, de un modo casi "natural", del folklore izquierdoso.
Lo cual no ha vuelto por eso más aguda la crítica de la izquierda contra el famoso libro del antropólogo francés, "El pensamiento Salvaje", que de alguna manera fecha el origen del estructuralismo. Pero en fin, eso ya es harina de otro costal. Sigamos con Lacan.
Con una lógica tan "moderna" como implacable, Fougeyrollas razon:
Lacan es Lévi-Straussiano
Lévi-Strauss es idealista
Lacan es idealista
(no importa que en este silogismo, los dos primeros tiempos hayan sido afirmados antes que probados).
Ahora bien, este supuesto idealismo Lévi-Straussiano es el que estaría en la base de la transposición que habría hecho Lacan, de la anteriormente mentada relación entre necesidades sexuales y sociedad, al nivel del lenguaje.
Así, por ejemplo, el "deseo", definido por la palabra autorizada de Fougeyrollas como "la vivencia de esta necesidad sexual" (se refiere a la necesidad sexual biológica), quedaría "reducido" en Lacan a la imposibilidad del significante de significarse a sí mismo: "Para Lacan, no es mas el deseo el que resulta de la necesidad sexual, sino la necesidad sexual que resulta no sabemos por qué ni cómo del funcionamiento de la ley del significante que da lugar al deseo" (subrayado mío).
Que lástima que Fougeyrollas no se escuchó (leyó) a sí mismo en ese momento. Hubiese podido sacar la conclusión esencial de lo que acababa de escribir: cuando no se sabe de algo, mejor callarse.
Sobre todo por lo que sigue.
En efecto, como Lacan plantearía "la negación de la relación sexual", cosa típica de "curas", de la conjunción de estos dos elementos Fougeyrollas deduce su carácter clerical.
En otras palabras, Fougeyrollas entiende que Lacan, en sus seminarios, cuál un pastor al estilo Gimenez, se dedicaría a pregonar la abstinencia sexual!!!!
No creo que haya mejor ejemplo que este artículo de Fougeyrollas para demostrar que cualquiera puede entender cualquier cosa de cualquier cosa.
Faltaría probar el carácter fascista.
Fougeyrollas lo deducirá de la interpretación lacaniana del concepto de represión, según la cual "la represión es el hecho de que el significante no llega nunca a significarse completamente" (supongo que será en vano precisar que si Lacan dice algo parecido, no es usando el término "completamente", sino "a si mismo"; pero, como dice el dicho: "perlas…".). En síntesis: "Lacan está condenado a una concepción completamente lingüística del psiquismo".
Y por ello sería idealista, clerical y fascista.
Lo que importa reconstruir de esto, puesto que es el andamiaje de todo este razonamiento, es la supuesta oposición entre una materialidad supuestamente ubicada en la dimensión de lo biológico o social, y la idealidad que supuestamente reinaría en el lenguaje.
Por eso Fougeyrollas hará hincapié en la corrección que Lacan le hace a Goethe respecto de la afirmación del Evangelio según San Juan de que "al comienzo fue el verbo". Su deducción es que el "verbo" y la "palabra", y en ese sentido el "significante" (¿que diferencia podría haber entre uno y otro para la nesciencia de Fougeyrollas?), se caracterizarían por su idealidad, su no-materialidad, por pertenecer a la abstracción del mundo puramente espiritual.
Por eso, reconducir la neurosis y el deseo al campo del lenguaje no podría ser mas que una operación idealista de vaciamiento de la materialidad del conflicto psíquico.
Y en ese sentido, la alienación que plantearía Lacan con relación al lenguaje, al carecer de sustento material, no sería mas que una consigna ideológica.
Reconstruyamos entonces el razonamiento de Fougeyrollas:
La sexualidad humana se reduce al impulso instintual, a nuestro "equipamiento animal" (¿qué otra materialidad podría haber para explicar la conducta social de los hombres?)
El deseo "es" la "vivencia" de la insatisfacción de dicho impulso instintual, algo totalmente similar a lo que sería el hambre o la sed
La insatisfacción de dicho impulso instintual es resultado de una oposición que le plantea la sociedad a su libre satisfacción (¿por qué?, vaya uno a saber)
Esta oposición entre instinto y sociedad se debe a las relaciones de producción que dominan a los seres humanos (vaya uno a saber porque o cómo)
El lenguaje no tiene absolutamente nada que ver en todo esto (los mecanismos por los cuales se transmiten e interiorizan en el individuo las presiones de la sociedad, al descartarse la vía del lenguaje, están por descubrirse).
La sexualidad humana
Lo primero que debe tenerse en cuenta es que este paquete de ideas es muy anterior a Freud.
Nada, pero absolutamente nada de todo esto tiene un ápice que ver ni con Freud ni con el psicoanálisis.
Motivo por el cual es común precisar que los postfreudianos, mas que post, son prefreudianos. Justamente en el sentido en que han retomado nociones prefreudianas acerca del inconsciente y la sexualidad.
Es propio de ignorantes suponer que Freud "no pudo percibir" que la causa de las neurosis era la represión social. Basta leer a Freud para verificar que esa y otras teorías fueron por él examinadas muy en detalle. Y si fueron desechadas, no fue por una posición política o ideológica, sino, como buen científico y materialista, por no encontrar verificación y correlato en su práctica clínica.
La represión social de la sexualidad podrá causar muchas cosas, pero no tiene nada que ver con los síntomas neuróticos.
Si así fuera, ya hace mucho que debería haberse realizado el sueño Reichiano de la profilaxis de las neurosis.
La creación del psicoanálisis, incluso, requirió de una nueva conceptualización de lo que vulgarmente se entiende por "realidad". El psicoanálisis se funda a partir del momento en que Freud debe reconocer que la causalidad de las neurosis no radica en la supuesta facticidad de los hechos traumáticos sino en su articulación significante.
En 1899, luego de haber desarrollado lo que se llamó la "teoría de la seducción", que asociaba cuadros clínicos al momento histórico y naturaleza de hechos traumáticos, Freud debe concluir, o bien que el número de padres perversos debería ser mucho mayor que lo supuesto, o bien que el trauma no es reconducible a un hecho puramente fáctico, sino que tiene la estructura de un fantasma, es decir, una articulación simbólico-real.
Ya hemos explicado en el capítulo anterior que el lenguaje no tiene nada de ideal.
La materialidad del mismo va mas allá del simple aspecto respiratorio o jaculatorio.
La materialidad del lenguaje radica en el determinismo que el mismo implica en la vida de los sujetos que lo habitan.
Definir el deseo a partir de la metonimia significante no tiene nada de idealista. Lo que es idealista es suponer que el hombre pueda abandonar su condición de ser parlante y "retornar" a una existencia puramente animal.
Lo que Lacan hace es subrayar eso mismo que descubrió Freud y que los postfreudianos tendieron a olvidar: que los síntomas neuróticos desaparecen a partir de la resolución de la articulación significante que los constituye.
Un paciente cuya lengua materna era el francés tenía un síntoma que no dejaba de disimularse detrás de lo común: ante la proximidad de una pelea o de un conflicto grave, que podía comprometerlo físicamente, le temblaban las rodillas.
Una larga cadena de asociaciones, que terminó concentrándose en una identificación a ciertas fallas del padre, expresada en la transformación del "yo" del paciente en el "nosotros" (paciente y padre) resolvió la encarnación de la misma en las rodillas (que en francés se dice "genoux", homofónico con "je – nous", es decir, "yo-nosotros").
Este es el pan de todos los días de los psicoanalistas. Esto es lo que todos los días verificamos en una práctica que nada tiene que ver con lo que sí es el puro idealismo e ideologismo de las declamaciones abstractas estilo Fougeyrollas.
Volviendo a la cuestión de la sexualidad humana, el otro aspecto fundamental del descubrimiento Freudiano es que la supuesta "normalidad" de la misma no es mas que un fantasía inencontrable en la práctica y que solo sirve para caracterizar como "perversas" al conjunto de las prácticas reales.
Freud descubre que los síntomas son la forma de satisfacción sexual de los neuróticos. Y que en tanto tal, los mismos no definen tanto la "desviación" como el carácter "esencial" de la sexualidad humana: la satisfacción sexual, en los seres parlantes, es autoerótica y parcial.
Eso es lo que significa el término pulsión (trieb), tan torpemente traducido muchas veces como instinto.
Y este carácter autoerótico y parcial, es decir, pulsional, de la sexualidad humana, se debe justamente al lenguaje.
Lo que la condición humana ha perdido, sea por lo que sea (lo que el psicoanálisis descubre es que sería por el lenguaje), es justamente su condición animal, es decir, la legalidad y determinismo del instinto.
En otras palabras, lo que guía la conducta humana no es una "saber" biológico heredado genéticamente, sino otros parámetros. En particular, lo que está esencialmente perdido, respecto de la condición animal del instinto, es la fijeza del objeto y de la acción sexual.
Al perderse este lazo "natural" y "universal" que define a los "partenaires" de la relación sexual, la sexualidad humana se transforma en un dilema que cada ser humano solo podrá resolver en forma particular (se ha perdido la solución universal). Y en ese sentido, no hay sociedad ni idioma que pudiera devolvernos la armonía del par preestablecido que supone la relación sexual al nivel biológico.
Ese es el sentido de las afirmaciones lacanianas tales como "la relación sexual no existe", o "la mujer no existe", etc.
Lacan no dice que no existan las mujeres en el sentido vulgar de la palabra. Ni dice que no existan las relaciones sexuales o que la gente no coja. Lo que dice es que no existe la mujer del modo en que una hembra pudiera existir para un macho en el mundo de los animales.
¿Puede tomarse ahora dimensión de la idiotez que implica suponer en Lacan un pregonar la abstinencia o resignación sexual, como cree Fougeyrollas?
¿Puede comprenderse ahora cómo los desarrollos, tanto en Lacan como Freud, están dictados por una preocupación clínica (es decir práctica, materialista)?
La fórmula "la relación sexual no existe" forma parte de una conceptualización mucho más consistente de la dimensión de la causa en juego en las neurosis que las afirmaciones doctrinales del tipo "la base real del inconsciente es la explotación del hombre como el hombre", que pueden sonar muy interesantes, o muy "materialistas", pero que hasta ahora han funcionado tan abstractamente como la afirmación de que "Dios existe" (o que "Dios no existe", para el caso, es lo mismo), es decir, en forma puramente ideológica.
Lo que el psicoanálisis descubre es que el hombre es el único ser viviente que tropieza dos veces con la misma piedra.
El concepto de repetición en Freud, y en Lacan, se deduce de esa situación paradojal (por anti-adaptativa).
Y la conclusión que de ahí se extrae es que lo que se pone en juego en dicha repetición, y lo que, por lo tanto, impide la "adaptación", es una "satisfacción". Una satisfacción que se revela ser el meollo de la satisfacción sexual. Es lo que Freud llamaba la satisfacción pulsional, y Lacan llamaba "goce".
No es el lugar aquí para desarrollar todos los detalles necesarios para demostrar el carácter sexual del síntoma de las rodillas del paciente anteriormente mencionado.
Lo que importa señalar de esto es que el núcleo de la sexualidad humana, como decía antes, es autoerótica.
En su goce podríamos decir que el ser humano es "asocial". El caso mas claro, obviamente, es el de las drogas. Generalmente se tiende a atribuir toda la responsabilidad sobre la droga en sí. Pero todos sabemos que es el propio sujeto el que retorna a la droga. La "adicción" no viene dada tanto por la particularidad química de cada droga (sin con esto decir que esto no tenga ninguna importancia) sino porque en torno a ella se concentra este goce autoerótico. Este es el punto fundamental de la "adicción", y por eso mismo, su terapéutica es tan problemática, pues requiere de parte del sujeto una renuncia a cambio de una promesa de sustitutos que no dejan de palidecer ante las posibilidades que ofrece la droga.
En otras palabras, lo que quisiera que se entienda es que, lo que se verifica como "esencial", a partir de la clínica, aunque parezca mentira, no es el "amor", los "ideales", sino estos puntos, siempre oscuros y dañinos para cada sujeto, pero donde se concentra lo duro, lo irrenunciable, lo mas material, de su "satisfacción sexual".
Evidentemente esto implica pensar en una noción de "satisfacción" muy paradójica y que me parece que nunca ha formado parte del campo conceptual del marxismo.
Para el marxismo, la satisfacción siempre ha sido pensada en relación a la insatisfacción de las llamadas "necesidades".
El punto es qué debemos entender por dichas "necesidades".
El hambre de millones de seres humanos en el planeta es obviamente una exigencia perentoria. Pero de ello no deberíamos deducir que ese sea el único nivel al que se puede plantear el problema de la alimentación en la condición humana. Sino no podríamos comprender la huelga de hambre que llevó a la muerte a Boby Sand y otra decena de presos del IRA, hace unos 15 años, aunque mas no sea para retomar un tema tratado recientemente en el cine (ver la película "Madres en lucha").
Es cierto que los que se mueren de hambre son millones, y los Boby Sand son muchos menos. Pero lo que el caso de Boby Sand ilustra es que la "necesidad" política en ese caso, era mas importante que la necesidad de comer.
Demás está decir que hay muchos otros casos que también se dejan morir de hambre porque hay otra "necesidad" prioritaria para ellos, sin que sea forzosamente la política. Es el caso de las anoréxicas, por ejemplo, las cuales plantean grandes problemas clínicos.
Alguno podría insistir en que son pocos casos comparados con las situaciones de hambruna de Africa.
Pero, precisamente, lo que el psicoanálisis ha aprendido, es a sacar enseñanzas del caso particular. Lo que ha aprendido es que el caso particular, muchas veces, dice mucho mas que las estadísticas sobre ciertos aspectos de la condición humana.
Para el psicoanálisis no habría solución por la vía de una síntesis ideal a la supuesta dialéctica naturaleza sociedad. La naturaleza, al menos en tanto comportamiento y conducta sexual predeterminada en forma biológica, está perdida.
Un debate necesario
A falta de interlocutores marxistas, los psicoanalistas suelen desbordarse en análisis sociológicos en dónde la transposición de esta perspectiva pesimista solo puede conducir a posiciones políticas reaccionarias.
Es lo que ocurre con muchas de las corrientes lacanianas que, luego de haber criticado en los postfreudianos la adaptación del sujeto a la sociedad terminan pregonando una nueva adaptación: la adaptación a la falta de adaptación, es decir, una resignación que nos reconduce desde el imposible estructural a las impotencias de la existencia social, aunque ahora amparados en la institución "analítica", es decir, el club de los resignados, que se ofrece como solución política.
En ese sentido, los planteos que hay en el seno de la AMP y de otros grupos lacanianos, acerca de que el "discurso capitalista" permitiría una conexión directa del sujeto $ con el objeto a no dejan de ser, amén de forzamientos a mi juicio improcedentes respecto del texto de Lacan (puesto que requieren replantear completamente toda la estructura del discurso), planteos políticamente reaccionarios, en la medida en que plantean, por un lado que el capitalismo habría finalmente dado una respuesta al problema de la "satisfacción", y por el otro que habría una "satisfacción" que sería "mejor" que las otras, que sería la que permitiría nuclear a la elite que constituirían los analizados (el "afecto societatis" pregonado por Miller; ver artículo en Internet).
En ese sentido, la desconfianza que en general reina en la izquierda respecto de los planteos lacanianos no deja de tener un costado válido. Pero una cosa es no dejarse vender pescado podrido y otra cosa es decir que los peces son están todos podridos.
Los psicoanalistas deberían comprender que la transposición de los matemas deducidos a partir del diván sobre el conjunto de la sociedad, como conjunto, solo conduce a una metafísica políticamente reaccionaria
Pero los marxistas también deberían comprender que no hay planteo revolucionario, ni militancia alguna, que vaya a resolver los conflictos de cada sujeto con su goce. Y que tampoco hay condición de clase que vaya a eximirnos de dicho conflicto.
Eso no quiere decir que no haya correlaciones para hacer entre lo social y lo individual.
Es un hecho que revienta los ojos que las instituciones "mentales", sean los hospitales psiquiátricos, los institutos de menores, etc., están siempre pobladas por sectores sociales pobres.
Es un hecho, subrayado por el propio Lacan una y otra vez, el carácter histórico del psicoanálisis.
Hay muchos elementos que plantean que tanto a psicoanalistas como marxistas les convendría escucharse mutuamente.
Esto significa: cuando uno no sabe, no conviene abrir la boca mas que en la medida en que lo requiera el hacer preguntas.
Creo que si tenemos presentes las "condiciones" de borde que he ido dibujando, un diálogo fructífero podría entablarse.