Marxismo y sociedad. Variaciones sobre un tema es el título de un libro publicado por la editorial Eudeba, con una recopilación de artículos escritos por Pablo Rieznik.
Los lectores de En Defensa del Marxismo saben que Pablo Rieznik es miembro del Comité Nacional del Partido Obrero. Es también profesor universitario en las facultades de Ciencias Sociales y de Filosofía y Letras de la UBA. Como él mismo se encarga de aclarar en la presentación del libro y “las vicisitudes de la vida pueden convertir a un militante de izquierda en un profesor universitario. Es algo no demasiado frecuente; mucho menos si lo segundo no acaba por anular lo primero, una suerte de causa vital…". Esto explica el carácter de los artículos recopilados: están marcados por un afán polémico y de clarificación político-ideológica. No son producto de polémicas académicas, sino parte de una lucha política por defender el programa del marxismo revolucionario contra las tendencias revisionistas, antimarxistas, de moda en el campo de la "izquierda", y que se manifiestan particularmente en medios intelectuales y universitarios.
La ciencia de la revolución social
En sus artículos, escritos algunos bajo la dictadura y en el exilio, Rieznik se empeña en rescatar el marxismo como ciencia de la revolución contemporánea.
Es que en la actualidad todo científico en el área social, si es consecuente en su labor investigadora, debe culminaren una comprensión del cambio revolucionario que se está engendrando.
En su trabajo sobre la “iníelligentsia" latinoamericana ("Los intelectuales ante la crisis contemporánea”), Rieznik sigue la evolución de aquellos “dentistas sociales” surgidos de las aulas universitarias de la década del '50 que han ido “evolucionando" acorde la presión del imperialismo. Demuestra cómo se hicieron cepalistas-desarrollistas, abandonando las posiciones nacionalistas que anteriormente defendieran, cómo de críticos del Estado burgués pasaron a redescubrir a Keynes y la importancia del papel interventor de un Estado que sería “neutro”; cómo, en fin, “revalorizaron" el mercado y el Estado. Esta “evolución" de la intelectualidad pequeño burguesa fue acompañando las “modas” intelectuales imperialistas. Sectores ligados otrora al stalinismo fueron luego camaradas de ruta de los euro-comunistas avanzados, en presentar los planteos restauracionistas en los Estados obreros a la sombra de la propaganda sobre las bondades de la democracia burguesa. Hoy, gran parte de esa intelectualidad abraza directamente la causa del entendimiento con el imperialismo en el marco de la “globalización" y es parte de los elencos gubernamentales "centroizquierdistas", como el ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardo so. En varios de sus trabajos, Rieznik desmenuza el germen de sus gobiernos pro-impenalistas, en las orientaciones seudo “progresistas" que defendían desde la oposición y hasta en los exilios.
En “Marx: ¿economista o revolucionario?”, una conferencia que dictara en la Universidad de San Pablo en 1983, desmitifica el respeto con que se trata de adocenar al Marx economista, diferenciado de su papel de dirigente revolucionario. Marx no era un economista, era un crítico de la economía política. Marx realizó la “Critica de la Economía Política" clásica que había alcanzado su punto más alto bajo Ricardo. De ahí en adelante, la economía dejó de ser una ciencia, para convertirse en un arma de lucha política de la clase burguesa contra las masas desposeídas. Tratando de dotar sus acciones contra los explotados del halo de la inefabilidad de la “ciencia" económica. Es así cómo intentó justificar, por ejemplo, el volteado ministro de Economía López Murphy su plan fon- domonetarista, cuando planteó que los números eran claros y los obligaban a adoptar las medidas antiobreras presentadas, desafiando a los otros "economistas” a que dijeran cómo se podía salir de la crisis y el "default" sin aplicar el “super ajuste”.
Ya Marx había explicado hace más de un siglo y medio: “Los economistas son los teóricos de la burguesía, los comunistas y socialistas los teóricos del proletariado” (Miseria de la Filosofía). Porque Marx, partiendo del análisis del valor al que había arribado la escuela clásica de Ricardo, avanzó demostrando la existencia de una plusvalía en el trabajo asalariado, apropiada por los capitalistas; la tendencia a la caída de la tasa de ganancia, y la inevitabilidad de las crisis revolucionarias. Marx consideraba que el "arma de la crítica”, característica de las escuelas filosóficas que se habían dedicado a explicar el mundo y a construir concepciones y "soluciones” en sus cabezas, era desplazada por la crítica de las armas", para cambiar la realidad a través de la revolución. Sus análisis y escritos se transformaron, merced al análisis científico riguroso con que fueron elaborados, en el programa de la revolución social.
En su trabajo sobre Engels ("Ciencia y Socialismo”), Rieznik ataca a los centroizquierdistas, que luego de la caída del muro de Berlín y del fracaso de los regímenes burocráticos, hacen profesión de fe de su definitivo abandono de la ciencia marxista, para hacerse partidarios de la "utopía”. Para ello se valen de la crítica imperialista que toma al stalinismo como una continuación lógica de la revolución bolchevique de 1917, en lugar de una negación dialéctica, contrarrevolucionaria, de la política de Lenin y Trotsky. Para los que se pasan al campo de la globalización imperialista, siguiendo en esto a las burocracias restauracionistas que dicen criticar en su época stalinista, ya no existen verdades “absolutas". Las posiciones postmodernistas dominan el plano de la intelectualidad centroizquierdista. Rieznik demuestra que aunque la "búsqueda de la verdad es una tarea infinita" y que ésta siempre se va modificando a la luz de los nuevos cono-cimientos que la ciencia descubre, el desarrollo de la historia social de la humanidad tiene también sus propias leyes de desenvolvimiento dialéctico, que la explican y que le dan una enorme “capacidad predictiva en sus análisis y caracterizaciones teóricas. Y que el desarrollo de la ciencia social se transforma en nuestra época en la ciencia de la revolución social. Como planteara Marx (Miseria de la Filosofía): "A medida que la historia avanza, y con ella empieza a destacarse, con trazos cada vez más claros, la cruzada proletaria, aquéllos no tienen ya que para qué ir a buscar la ciencia a sus cabezas; ahora, les basta con saber inteligentemente lo que se desarrolla ante sus ojos y convertirse en órganos de esa realidad. Mientras se limitan a indagar la ciencia y a construir sistemas especulativos, mientras no han traspuesto los umbrales de la lucha, no ven en la miseria, más que la miseria, sin penetrar en el fondo verdaderamente revolucionario que en ella se alberga y que viene a echar por tierra la vieja sociedad. A partir de ese instante, la ciencia se convierte en fruto consciente del movimiento histórico; deja de ser doctrinaria para convertirse en revolucionaria” (destacado nuestro).
Alienación y dictadura del proletariado
Este rescate de Rieznik no tiene nada que ver con posiciones revisionistas como las del actual Mas (revista Socialismo o Barbarie, abril 2001), que pretende “un abordaje no dogmático a la obra de Marx". Estos intentan rescatar al "joven Marx" y su "humanismo” socialista, replanteando el análisis marxista sobre el "hombre social" y la "alienación del trabajo", pero mellándolo del filo político-revolucionario.
Mientras Rieznik lo explica en forma clara, sencilla y completa -el hombre se diferencia del reino animal por su trabajo que permite modificar la naturaleza a su "imagen". Pero bajo el capitalismo, el trabajo asalariado no transforma al trabajo humano en la causa de su vida, en su liberación, sino que es sólo un medio de sobrevida, debe ofrecer su trabajo para ser explotado. Lo que lo lleva incluso a perder libertad respecto al puro mundo animal (no puede comer, dormir, etc.) por la explotación capitalista. El fin de esta alienación es la eliminación del capitalismo y del trabajo asalariado a través de la revolución socialista, es decir de una acción política revolucionaria, que lleve al proletariado al poder, que permita instaurar la dictadura del proletariado para doblegar la resistencia de la vieja clase propietaria y explotadora burguesa, y desarrollara fondo las fuerzas productivas que permitan entrar en el reino de la abundancia material y la libertad -el Mas (Marcelo Yunes) insiste en cambio en razonamientos utópicos y voluntaristas- la enajenación del ser humano sólo podrá ser superada no con "automatismos ", sino "como fruto de una acción conciente, sujeta a fines previamente interiorizados" -ello para evitar llegar a la conclusión de la revolución social, la toma del poder y la instauración de la dictadura del proletariado.
Sobre la Asamblea Constituyente
Los problemas teóricos, ideológicos y políticos con los que debate Rieznik mantienen su vigencia y se renuevan políticamente. Esto se evidencia en su polémica con Laclau sobre el "populismo" en la década del '80, donde éste insiste en eliminar toda categoría clasista para plantear las contradicciones a nivel de pueblo versus un "bloque antagónico de poder" (como hoy hacen los integrantes del Polo Social farinellista). O cuando analiza el Informe Brand (1981) sobre las relaciones Norte-Sur y desmenuza los argumentos que intentan explicar que sólo con el “1% del gasto militar" se podría financiar el fin del hambre mundial; al igual que hoy hace la centroizquierdista Cta, que intenta convencer al gobierno que con sólo el 3% del PBI se podría financiar su "seguro de empleo", olvidándose de la naturaleza explotadora del capital. O cuando también en dicho informe -apadrinado por la socialdemocracia internacional- se pretende corregir las consecuencias de las crisis capitalistas metiendo un pequeño gravamen internacional del comercio mundial, como hoy plantea utópicamente Attac, que propugna un impuesto a las transferencias financieras internacionales, olvidando que bajo el capitalismo es imposible la existencia de un “Estado" internacional que pueda aplicar estos impuestos, salvo bajo una imposición fascista.
Pero donde evidencia toda su vigencia el análisis de Rieznik, es en la crítica a la política del PT brasileño frente a la dictadura, realizada en 1981 ("Democracia: ¿un valor universal?").
El PT se había pronunciado en la lucha contra la dictadura, en contra de levantar la consigna de la Asamblea Constituyente, "planteando que esto sólo sería posible luego de la 'caída del régimen"’. Al lector esto le tiene que sonar igual que la posición que levanta en la actualidad el Pcr-Ptp argentino, que también se define “a favor del ‘principio’ de la Constituyente", pero da por sentada que esta consigna tendría vigencia recién cuando se produzca la caída del régimen proimperialista, quitándole el filo revolucionario a la misma, para transformarla en un acto de ordenamiento institucional del nuevo régimen (para el Per, un gobierno de unidad popular"). Rieznik acusa a la posición del PT de “escamotear lo fundamentar', porque “nada garantiza que después de una ‘calda del régimen’ una Constituyente sea un instrumento de desarrollo de la lucha de los explotados (puede ser exactamente lo contrario, un mecanismo de reconstitución del frente burgués para regimentar el movimiento de masas)".
Porque como planteaba Rieznik: "la democratización real del país implicaba la quiebra y el derrocamiento de la camarilla militar, como resultado de la movilización independiente de los explotados. Entonces, "el aparente enigma del huevo y la gallina (o se exige primero la caída de la dictadura para después convocarla Constituyente, o se levanta la Constituyente para oponerla a la continuidad del régimen) se resuelve planteando cual es el contenido y el carácter de esta reivindicación: la Constituyente democrática y soberana en oposición a la dictadura… y en estrecha relación con las reivindicaciones democráticas, agrarias y antiimperialistas de la mayoría nacional…". Rieznik remacha: "El planteo de la Constituyente… debe dejar claro que su valor no reside en las formas jurídicas que realizaría; su utilidad y eficacia está determinada por el hecho de servir como instrumento para movilizar a las masas contra el régimen dictatorial. En ese sentido la reivindicación de Constituyente está subordinada a la acción directa y a la organización independiente de los explotados. En otras palabras: luchando por la Constituyente, recuperando sus organizaciones de clase, delimitándose de la burguesía, la clase obrera y la mayoría oprimida deben llegar a imponer su propio gobierno -el gobierno obrero campesino".
Estímulo
Es una recopilación para rescatar y leer.
Rieznik termina su trabajo sobre el 150° aniversario del Manifiesto Comunista con un análisis muy “bonito” que rescata de los Manuscritos de Marx, sobre el papel del dinero en la vida social: “El dinero invierte todo, es la confusión y el cambio de todas las cualidades naturales y humanas (…) transforma la fidelidad en infidelidad, el amor en odio, el odio en amor, la virtud en vicio, el vicio en virtud, el siervo en amo, la estupidez en inteligencia y la inteligencia en estupidez”'. Esto sucede cuando el hombre es hombre por medio y a través del dinero, de la representación misma de la alineación, del hombre que no es hombre porque no puede expresarse como tal, objetivamente como es. Algo cuya superación, sin embargo puede imaginarse, más allá de la alienación, en una sociedad que sea humana, en que 'el hombre es hombre y que su relación con el mundo es una relación humana'. Entonces, el amor sólo puede intercambiarse por amor, la confianza por confianza, etc. Si quieres gozar del arte tienes que ser una persona artísticamente cultivada; si quieres influir en otras personas debes ser una persona que estimule e impulse realmente a otros hombres. Cada una de tus relaciones con el hombre y la naturaleza deben ser una expresión específica, correspondiente al objeto de tu voluntad, de tu verdadera vida individual. Si amas sin evocar el amor como respuesta, es decir, si no eres capaz, mediante la manifestación de ti mismo como hombre amante, de convertirte en persona amada, tu amor es impotente y una desgracia'”.
Pablo Rieznik consigue estimular el estudio del marxismo.