Declaración del Movimiento por la Refundación de la IV Internacional
Los obreros y oprimidos enfrentamos nuevos desafíos
Entre el 23 y 25 de noviembre se reunió en Roma el Comité de Coordinación del Movimiento por la Refundación de la IVInternacional. En sus deliberaciones, cuyo principal objetivo fue impulsar la campaña por el Congreso Mundial por la Refundación de la IVInternacional, que tendrá lugar en Buenos Aires en el próximo mes de abril, fue aprobada la Declaración que publicamos a contiuación.
El Comité de Coordinación del Movimiento por la Refundación de la IV Internacional, reunido en Roma, Italia, entre el 23 y 25 de noviembre de 2003, llama a todas las organizaciones revolucionarias y a los luchadores de la clase obrera internacional y las masas populares oprimidas a unirse a nosotros en una lucha común en el Congreso por la Refundación de la IV Internacional, que se realizará en Buenos Aires, Argentina, entre el 20 y 22 de abril de 2004.
Todos los desarrollos en la situación mundial en los últimos seis meses después de nuestra Convocatoria inicial demuestran la objetiva necesidad de este Congreso para el reagrupamiento de las fuerzas de la vanguardia revolucionaria internacional. El imperialismo norteamericano y su coalición de cómplices voluntarios están absorbidos en el pantano del Irak ocupado y en resistencia. La misma suerte enfrenta la estrategia norteamericana de una "guerra indefinida contra el terrorismo" cuyos objetivos eran, mediante la invasión y ocupación de Irak, rediseñar el mapa político de Medio Oriente y reorganizar las relaciones internacionales entre estados y clases en el mundo de la posguerra fría, de acuerdo a los intereses capitalistas norteamericanos y las necesidades de la crisis del sistema capitalista.
La continua y creciente resistencia del pueblo iraquí contra las fuerzas de ocupación, transforman a Irak de base para la reorganización imperialista de Medio Oriente en un factor mayúsculo de desorganización y desestabilización en la región e internacionalmente, desde Indonesia y las Filipinas a Arabia Saudita y Turquía.
En la Palestina ocupada, la "hoja de ruta" de Bush para terminar con la Intifada e imponer la autoridad imperialista-sionista sobre las masas palestinas, directamente conectada desde el primer momento con la guerra contra Irak, ha fracasado junto con el gobierno colaboracionista de Abu Mazen. El infame Muro de la vergüenza que está construyendo el régimen del apartheid sionista de Sharon y la enorme crisis económica, con sus efectos devastadores en las condiciones de vida de los propios judíos, son manifestaciones de la putrefacción del proyecto sionista. El llamado "plan de paz de Ginebra" redactado por una fracción de los sionistas laboristas y de los dirigentes burgueses palestinos es un intento reaccionario no sólo de revivir los acuerdos de Oslo en los términos más desfavorables para las aspiraciones nacionales palestinas sino, por sobre todo, de ayudar a los imperialistas norteamericanos y a sus aliados sionistas en la mortal impasse que enfrentan en Irak y en el conjunto del Medio Oriente.
La desestabilización producida por la guerra alimentó la crisis irresuelta en la Rusia postsoviética y en todo el antiguo espacio de la URSS. La ofensiva del régimen de Putin contra un sector de los oligarcas, la caída del centroizquierda en Croacia y el colapso del régimen de Shevardnadze en Georgia ponen de manifiesto nuevas convulsiones en el proceso de la restauración capitalista que se convierten, a su turno, en un factor de la crisis mundial.
La amenaza de un "nuevo Vietnam" para el imperialismo estadounidense profundiza la crisis política dentro de la metrópoli norteamericana y de su acólito, el gobierno de Blair en Gran Bretaña; divide a las clases gobernantes, agudiza el conflicto entre Europa y Estados Unidos y da ímpetus al movimiento contra la guerra, que sigue en pie después de la histórica movilización mundial del 15 de febrero de 2003, como lo muestra la masiva movilización de 200.000 manifestantes en Londres contra la visita de Bush.
La "guerra indefinida contra el terrorismo" del imperialismo no sólo no abrió una salida a la crisis del sistema ni aterrorizó a la vasta mayoría de los oprimidos, sino que hizo más intratable la crisis y aceleró internacionalmente la tendencia hacia rebeliones revolucionarias.
Siguiendo a una serie incesante de rebeliones en América Latina – el patio trasero del imperialismo norteamericano – , contra el FMI, la superexplotación de las finanzas globales y la globalización de la miseria, en Ecuador en el 200 0, en Perú, en Venezuela contra el golpe orquestado por el imperialismo norteamericano y la oligarquía local, en Bolivia en 2000 y después, sobre todo en Argentina en 2001, los eventos revolucionarios que sacudieron Bolivia en octubre del 2003 representan un salto cualitativo: la necesidad y la posibilidad de la toma del poder por una revolución proletaria apoyada por el campesinado pobre y la población indígena se plantearon de la manera más directa.
Pero la revolución boliviana expuso también de la manera más directa el papel contrarrevolucionario jugado en las actuales condiciones por los gobiernos de centroizquierda y sus aliados movimientistas de izquierda para asegurar la continuidad del orden constitucional democrático-burgués del capitalismo. Abstracciones como, por ejemplo, la democracia burguesa, la "autogestión" y hasta los derechos indígenas, son contrapuestas, al "autoritarismo" de la revolución y a la necesidad que quebrar la maquinaria estatal, sobre todo a los cuerpos armados de la clase dominante, por medio de la dictadura del proletariado.
El gobierno de Lula en Brasil, apoyado por el gobierno de Kirchner en Argentina, con Evo Morales – el dirigente del MAS de Bolivia – interpusieron la "salida constitucional" que puso a Mesa como presidente e impidió que los trabajadores y campesinos insurrectos tomaran el poder.
Es el mismo gobierno de Lula tan alabado por los gurús "alterglobalistas" del Foro Social Mundial, que encabeza dentro de Brasil el más pérfido ataque neoliberal contra los derechos jubilatorios, la educación pública y el Movimiento de los Sin Tierra, que reclaman una reforma agraria. En los primeros nueve meses del gobierno de Lula, 44 campesinos fueron asesinados y dirigentes del MST brasileño, como José Rainha, fueron encarcelados y sometidos a juicio. En ese gobierno, el cargo del ministro que trata precisamente con la cuestión agraria es ocupado por Miguel Rosseto, uno de los dirigentes de "Democracia Socialista", la sección brasileña del llamado "Secretariado Unificado de la IV Internacional".
El Secretariado Unificado, que todavía usurpa el nombre de la Internacional revolucionaria fundada por León Trotsky y sus compañeros en 1938, no expulsa a los colaboracionistas de clase y los encubre, sin oponerse a su presencia en el go bierno neoliberal y fondomonetarista y encontrando "aspectos positivos" en las políticas del gobierno de Lula, particularmente en su… política exterior y en su actitud hacia… el problema agrario.
La política "brasileña" del SU es la continuación de sus "políticas domésticas" en Europa y en particular en Francia, donde su sección, la Liga Comunista Revolucionaria, en su reciente Congreso, ha cambiado sus Estatutos abandonando incluso formalmente la referencia al objetivo estratégico de la dictadura del proletariado…
…en una capitulación ante las clases dominante (formulación apoyada por Jorge Altamira y Michael Savas Matsas)
…en el nombre de una utópica y de facto sin clases "democracia revolucionaria" (formulación apoyada por Peter Johnson y Franco Grisolía). (1)
Este cambio es absolutamente consistente con las políticas tanto en Francia, donde en nombre de la defensa de la democracia llamaron a votar por Chirac en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del 2000, como internacionalmente.
En el último Congreso del SU (así también como en el Congreso de la LCR) se declaró que "el ciclo histórico abierto por la Revolución de Octubre se ha cerrado" y que una nueva Internacional emergerá a través de reagrupamientos en el cuadro del movimiento de movimientos "no-global" o "alterglobalizador" como su "expresión política", sin estar en continuidad con la tradición histórica en la clase obrera a través de la Primera, la Segunda, la Tercera y la IV Internacional, y sin tener la forma de un partido mundial de la revolución socialista. El método y el programa de las reivindicaciones transitorias es rechazado y reemplazado por un programa reformista, por ningún programa, o finalmente por la "Carta de Porto Alegre" del Foro Social Mundial (el "Llamamiento de los movimientos sociales").
La realidad del "otro mundo posible" planteado por las direcciones movimientistas del Foro Social Mundial y del Foro Social Europeo se ha demostrado claramente como ilusoria y de hecho subordinada a la dominación del capital internacional. Esto es verdad también, en particular, para la llamada izquierda "alternativa" o "anticapitalista", que presenta al Partido de la Refundación Comunista de Italia, dirigido por Fausto Bertinotti, como el centro de un nuevo reagrupamiento de fuerzas políticas de izquierda, al menos en el escenario europeo. El rápido giro de Bertinotti en los meses recientes hacia la unidad con el centroizquierda liberal italiano (la coalición del Olivo, con una perspectiva de un cambio del gobierno, muestra que la perspectiva de una "izquierda anticapitalista europea" – planteada tanto por el SU (LCR) como por la IST (Partido Socialista de los Trabajadores de Gran Bretaña) – no representa más que una cobertura de izquierda a la política de ataques a la clase obrera planteada por la totalidad de la socialdemocracia y las variadas centroizquierdas.
La cuestión no es simplemente darles una expresión política a los movimientos sociales ni resolver la "crisis de representación" de la clase obrera con la extrema izquierda ocupando el vacío dejado por la bancarrota de las burocracias tradicionales de izquierda, la socialdemocracia y el stalinismo. La propia clase obrera internacional bajo el impacto de la presente crisis mundial del capitalismo debe convertirse en una clase para sí misma luchando por su dictadura revolucionaria para abrir el camino a la sociedad sin clases. La lucha por la revolución socialista, por la dictadura del proletariado y la transición al comunismo mundial, y la construcción de la Internacional revolucionaria, son tareas indisolublemente interconectadas de la clase obrera, de su vanguardia y de todos los oprimidos.
Las divergencias históricas con nuestra lucha por refundar la IV Internacional sobre la base de los cuatro principios de nuestra Declaración de Génova de 1997 no pueden ser más agudas:
Enfatizamos la actualidad de la revolución socialista y de la dictadura del proletariado.
Denunciamos toda forma de colaboración de clases y de "frente popular".
Enfatizamos la necesidad del programa de reivindicaciones transitorias, basado en el método del programa fundacional de la IV Internacional, que liga las luchas inmediatas con la movilización sistemática de las masas por la revolución socialista.
Enfatizamos que la revolución socialista mundial que abrió su círculo en octubre de 1917 en Rusia no ha terminado; nuestra época es la época de la declinación imperialista del capitalismo y de la transición hacia el comunismo mundial; una época de guerras y revoluciones, como nos recuerdan Irak y Bolivia. Una Internacional revolucionaria del proletariado y los oprimidos es más necesaria ahora que nunca antes; y esta Internacional no puede sino basarse en un programa revolucionario y en todas las experiencias de la lucha por la emancipación, no en la amnesia histórica o en la falta de programa, que siempre facilita la colaboración de clases y conduce de manera inexorable a la traición y a la derrota. Por estas razones, proponemos a todas las fuerzas de la vanguardia revolucionaria, provenientes tanto de tradiciones trotskistas como no trotskistas, que la nueva Internacional debería ser una IV Internacional refundada.
La velocidad de los acontecimientos hace necesario acelerar nuestra lucha. El Congreso Mundial del próximo mes de abril en Buenos Aires debe estar en el centro de los preparativos conscientes de todos los revolucionarios, tanto dentro como fuera del marco del MRCI. El programa y los próximos pasos hacia la Internacional son las tareas más urgentes en este momento histórico en cada país y en cada continente.
Comité de Coordinación del Movimiento por la Refundación de la IV Internacional (MRCI)
Roma, 25 de noviembre de 2003
Notas:
1. Se trata de dos distintas formulaciones políticas para el final del párrafo que las antecede.