Un millón y medio de trabajadores, campesinos y vecinos de las ciudades de La Paz y El Alto paralizaron todas las actividades públicas y privadas este lunes 13 de octubre; en silencio condenaron la cruel masacre que ensangrentó al Altiplano, ese mismo día, más muertos por las balas asesinas de las fuerzas del orden. Pese a eso, nada quiebra el espíritu de los trabajadores del país más pobre y rebelde del sur de América. El orden no reina en La Paz ni en Bolivia. Los muertos se suman a ese torrente que ahora se prepara y apunta a destrozar todo un régimen y una sociedad caduca históricamente. Calles desiertas, puertas y ventanas con banderas y crespones teñidas de negro marcan las jornadas en La Paz y El Alto, marchas permanentes de diversos sectores, un pedido se ha hecho unánime: Que se vaya Goni, el gringo asesino. Ese clamor popular se ha extendido a todo Bolivia, Cochabamba, Potosí, Chuquisaca, Oruro, incluso en la supuesta otra Bolivia, Santa Cruz, de a poco la población marcha con la misma reivindicación. La huelga política de masas es acatada espontáneamente por todos.
La calma que presagia tormentas
Para los especialistas e intelectuales del capital sólo existen dos posibilidades: una política, con la renuncia del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, "dentro de la legalidad constitucional"; y la otra, la militar, la sangrienta, la de la masacre, para esto último han reforzado la presencia militar y parece que el gringo Goni ha optado por la segunda. Estos hechos han resquebrajado a los de arriba, el MIR se ha partido, la NFR va por el mismo camino, el vicepresidente se ha "alejado" y cuestionado las decisiones gubernamentales. Sólo el imperialismo sustenta y apoya ahora al "demócrata" Goni: "La comunidad internacional y los Estados Unidos no van a tolerar ninguna interrupción del orden constitucional y no reconocerán a cualquier régimen que sea el resultado de procedimientos antidemocráticos", nos dicen. El pueblo también se prepara, en los barrios de El Alto, los jóvenes de la Universidad Pública de El Alto, los comerciantes minoristas, los mineros fabriles y campesinos. Aguardan el refuerzo de sus hermanos de la vecina Viacha, Yungas, de Río Abajo, de los mineros de Oruro, de los de Achacachi y Potosí. El pueblo sabe que sólo la multitud en su acción de masas podrá derrotar una nueva masacre. La Huelga General destrozará a cualquier gobierno. En estas circunstancias, las direcciones del conflicto vienen imponiendo en los cabildos la desorganización y boicotean las medidas que se apoyan en la movilización y en la lucha.
El ejército, germen de división
Versiones de vecinos han denunciado el asesinato de conscriptos que se han negado a masacrar a su pueblo, para que su ejemplo no cunda en la tropa. Previo a todo esto, fue difundido un pronunciamiento en el que sectores del ejército amenazaban al presidente si es que decidía la exportación del gas a EE.UU., apresuradamente el gobierno pasó a desmentirlo. El enfrentamiento ha dejado huellas en los aparatos represivos del ejército y la policía. La política de los trabajadores, de los vecinos, ha sido organizar en las zonas la resistencia con piquetes de diverso orden, muchos hechos llevan a pensar que la organización ha pasado a planos mayores. Frente a la decisión de Goni de no renunciar y optar por más represión, los trabajadores debemos parar los piquetes de autodefensa y responder en la misma forma armada.
Fuera Goñi, Por una asamblea Constituyente
El objetivo estratégico del MAS era "recuperar la democracia secuestrada por el neoliberalismo", para lo cual planteó "una asamblea Popular contituyente para que el pueblo defina la nueva estructura del Estado", o sea que se limitaba a la reforma de la Constitución Política del Estado; en este marco frente a la crisis política, esta posición se concretiza en pedir la renuncia de Goni y que exista una sucesión presidencial, que Carlos Mesa asuma el gobierno. Jaime Solares, dirigente de la COB, en cierta forma tiene la misma lógica de salida "democrática". Desde los barrios se está construyendo una democracia directa, popular; en la cuidad de El Alto los cabildos y asambleas son las formas que va asumiendo un poder dual en germen, pero las direcciones de las movilizaciones no se apoyan en este hecho. Los desnuda como sostenedores de la democracia de los ricos.
El repudio de los trabajadores al gobierno ha planteado centralmente la cuestión del poder, la división de los sectores y la multiplicidad de sus planteamientos tienen como un límite la falta de una sola dirección y un objetivo político que dé una salida a la "inflexión" que vive el país. La Asamblea Constituyente ha demostrado ser una salida, aunque limitadamente democrática, puede dar un norte a la crisis de poder y desarrollar los gérmenes que han surgido y surgirán del poder dual. No podemos quedar en el mero constitucionalismo y optar por una salida "chavista". Frente a la salida de Goni, los trabajadores debemos tener una propia perspectiva, una Asamblea Constituyente libre y soberana. No convocada por ningún parlamento, sino sobre sus escombros. Con la disolución del ejército represor.
Ausencia de una dirección revolucionaria
Si cae el "gringo" (Gonzalo Sánchez de Lozada) ¿qué hacemos? ¿Quién será presidente de Bolivia? ¿Felipe Quispe? ¿Evo Morales? ¿Jaime Solares? ¿Los tres se unirán? ¿Qué pasará con el parlamento? El nuevo gobierno, ¿cómo sacará de la crisis a Bolivia? ¿La toma de poder debe ser por vía armada o pacífica? Preguntas que Miguel Pinto se hace y no responde, pero que concentran las dudas que tienen las direcciones de la movilización en curso, en torno a la perspectiva de la lucha.
La conclusión que sacaron en un ampliado de la COB llevado en la universidad revolucionaria de El Alto es de la falta de una "estrategia de poder", hecho que marcaría a fuego a la rebelión en curso. Estamos frente a un hecho social similar al de Marx frente a la Comuna de París. Estamos en un momento histórico, que marcará las luchas futuras y a la llamada "vanguardia", que deberá sacar las conclusiones necesarias. Trotsky, frente a momentos como éste nos decía: "Los efectos políticos de una crisis (no sólo la extensión de su influencia, sino también su dirección) están determinados por el conjunto de la situación política existente y por aquellos acontecimientos que preceden y acompañan la crisis, especialmente las batallas, los éxitos o fracasos de la propia clase trabajadora, anteriores a la crisis. Bajo un conjunto de condiciones, la crisis puede dar un poderoso impulso a la actividad revolucionaria de las masas trabajadoras; bajo un conjunto distinto de circunstancias puede paralizar completamente la ofensiva del proletariado, y en caso de que la crisis dure demasia do y los trabajadores sufran demasiadas pérdidas podría debilitar extremadamente, no sólo el potencial ofensivo, sino también el defensivo de la clase" (1921). En la paradoja de este conflicto, la clase obrera está ausente como sector y como política obrera. Incorporados a una huelga general de hecho. Teniendo estos elementos podremos concluir que estamos en una rebelión que puede expulsar al gobierno y parar los planes del imperialismo de manera temporal; este solo hecho es importante, pero estamos aún lejos de un proceso revolucionario, sin partido político de los obreros y frente a grandes tareas.
12 de octubre de 2003