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La rebelión de Nueva Granada

¡Mueran los blancos!


En el virreinato de Nueva Granada y bajo la influencia de la guerra indígena campesina liderada por Túpac Amaru se produjo la rebelión criolla más profunda que haya conocido el continente hasta entonces, y que va a exponer las tendencias revolucionarias de los europeos americanos y, a la vez, sus profundos límites. Nueva Granada va a significar, por otra parte, el grandioso debut de los mestizos en el proceso de la independencia americana.


 


El virreinato de Santa Fe o Nueva Granada ocupaba los actuales territorios de Colombia, Ecuador y Panamá y reunía casi un millón de habitantes. Quito, Santa Fe (Bogotá) y Panamá, en ese orden, eran sus mayores concentraciones urbanas. Nueva Granada se había sumado en el siglo XVII a las tradicionales regiones mineras con el descubrimiento de minas de oro y su producción creció ostensiblemente —el oro era el 73 % de las exportaciones al momento de la rebelión y provocó la incorporación de mano de obra esclava, frente a la insuficiencia de la mano de obra indígena en la zona.


 


En paralelo había crecido la exportación de cueros, algodón y cacao, facilitada por las limitadas modificaciones en la estructura del comercio colonial dispuestas a partir de 1765 tras las llamadas "reformas borbónicas". En este proceso se diferencian clases acomodadas criollas, nacidas de la limitada apertura del régimen colonial.


 


De todos modos, la "liberalización" del comercio chocó con un límite insuperable: la débil industrialización de España y su incapacidad para suministrar manufacturas que pudieran competir con las provenientes del contrabando inglés —que podía ofrecer productos a un precio ínfimo en relación a lo que fabricaban, por ejemplo, los indios explotados en los "obrajes" del Cuzco.


 


El proceso de la independencia americana se aceleró fruto de las tendencias centrífugas que provocó el intento de desarrollo capitalista en España hacia la segunda mitad del siglo XVIII. Esto porque dejó intocada la estructura social dominante en la península —cada veinte españoles uno era noble, la iglesia era el mayor terrateniente— y en las colonias; y porque enfrentó la competencia del imperialismo inglés, a pesar de la existencia formal del monopolio español (el tráfico directo entre España y el Nuevo Mundo lo hacían, al año, 40 barcos españoles y 300 de otras naciones, en particular ingleses)1.


 


Por su propio atraso el imperio español no podía competir con los países de capitalismo pujante. "La monarquía absoluta en España, que solo se parece superficialmente a las monarquías absolutas europeas en general, debe ser puesta más bien al lado de las formas asiáticas de gobierno. España, como Turquía, siguió siendo una acumulación de repúblicas mal administradas con un soberano nominal a su cabeza"2.


 


Asimismo, las zonas más desarrolladas de la colonia buscaron el modo de integrarse al mercado mundial y enfrentar las barreras dispuestas por la Corona para apropiarse de gran parte de la renta, como es el caso de Nueva Granada.


 


Primer capítulo: los terratenientes


 


Un 16 de marzo de 1781 estalló la rebelión de los comuneros en el Socorro, centro de una de las zonas económicas más activas de Nueva Granada. Una movilización de más de 2.000 personas se alzó contra el impuesto de la Armada de Barlovento, creado en 1635 pero aplicado en las colonias a partir de las reformas borbónicas y la alcabala (tributo por la compraventa). La multitud ocupó los depósitos, persiguió a los funcionarios, se apoderó de las rentas fiscales. Las autoridades huyeron de Socorro y una asamblea de más de 1000 delegados de distintas zonas eligió un comando dirigente, en representación "del común", el pueblo. A la cabeza fue puesto Francisco Berbeo, un criollo acomodado, bajo cuyo mando se creó un Supremo Consejo de Guerra que se erigió en un virtual poder paralelo, se hizo cargo de la justicia local y organizó un sistema de financiamiento, con dinero saqueado a la Real Hacienda, y la administración del comercio de aguardiente y la producción de las salinas adyacentes.


 


Un ejército "del común" de 20.000 personas marchó desde el Socorro, sumando gente a su paso, hasta Zipaquirá, a las puertas de Bogotá, cruzando medio país de la actual Colombia. La consigna era, hasta ese momento, "Viva el Rey, muera el mal gobierno".


 


En Puente Real, las tropas comuneras derrotaron a los españoles y tuvieron el camino expedito a Bogotá. Pero las columnas no entran en la capital, por decisión de Berceo, que aceptó una comisión negociadora integrada por el Arzobispo Caballero y Góngora y el Alcalde Galavis. Berceo firmó con éstos el acuerdo de Zipaquirá (8 de junio de 1781) por el que las autoridades coloniales aceptaban la abolición y rebaja de algunos impuestos: extinción del estanco del tabaco (prohibía la venta libre), disminución en un 2 % de la alcabala, eliminación de los peajes, exoneración del pago de los servicios religiosos. Además, cedieron la administración de las minas de sal y aceptaron la inclusión de los criollos en la administración pública.


 


Berceo se comprometió a desmovilizar al "ejército del común" y a reprimir a quien no aceptara las Capitulaciones firmadas.


 


Toda un ala de los comuneros se opuso al pacto y escribió la página más rica de la rebelión de Nueva Granada.


 


Capítulo II: José Antonio Galán


 


En la rebelión del Socorro actuó una masa que dista de ser homogénea. El bloque de 45 "capitanes" del "común" se integró con 34 terratenientes, 5 pequeños comerciantes, 6 artesanos y jornaleros. De este último sector, interesado en reivindicaciones sociales de fondo, partió el rechazo al acuerdo.


 


Apareció así un ala plebeya y revolucionaria de los comuneros encabezada por el mestizo José Antonio Galán. Este tenía una autoridad ganada en Socorro —una zona recorrida por rebeliones de mestizos e indios contra los terratenientes—y en la marcha del "común" había declarado libre de tributos a los indígenas y despojado de armas y tributos a las autoridades realistas en varias localidades. (Los mestizos eran una capa social profundamente discriminada, social y políticamente. Desde el principio hasta el fin de la era colonial, el mecanismo económico resultó extremadamente simple y dejó sin ubicación a todos los que no fueran mano de obra esclava o semiesclava. El mestizo no tenía así destino económico ni social, porque no le cabía el de nadie, carecía de trabajo y tenía prohibida la educación).


 


En una nota enviada al consejo de capitanes del Socorro (23 de septiembre de 1781) Galán denunció a los que habían firmado el acuerdo y planteó la necesidad de avanzar sobre la capital. Pasando de las palabras a los hechos inició su campaña por la hoya del Río Magdalena —que cruza los territorios más poblados siguiendo la cordillera—, llamando a ocupar los latifundios de los propietarios criollos y españoles. Los dueños de las haciendas huyeron hacia las ciudades más seguras, debido a un alzamiento en el que participaron negros, mestizos, indios y blancos pobres, en una fusión de capas oprimidas pocas veces vista en la historia de la revolución latinoamericana.


 


A esta altura la rebelión había tomado otra consigna: "¡Mueran los blancos!", contra el alineamiento de los propietarios criollos "blancos" con los colonizadores. En su campaña Galán ordenaba la libertad de los esclavos y hacía destruir los instrumentos de tortura que se usaban en las grandes haciendas.


 


Los indígenas habían comenzado a ocupar haciendas desde hacía tiempo, frente a la política de los terratenientes españoles y criollos de liquidar el sistema de "resguardos" —territorios reservados a las comunidades indígenas, para disponer de mano de obra y tierras y reforzar la explotación de los esclavos y asalariados. Los indígenas comenzaron a reclamar las tierras sustraídas de los "resguardos" y, además, la administración de las reservas de sal, que les había sido prometida en las Capitulaciones de Zipaquirá.


 


En algunas zonas se produjeron rebeliones conjuntas de trabajadores libres con indígenas y esclavos.


 


Particularmente en la región de Antioquia, donde existían más de 10.000 explotados en esta condición. En las minas de Malpaso (Margarita) Gaitán presidió una liberación masiva de esclavos. La rebelión, a esta altura, cruzaba todo el territorio de Colombia, se internaba en los Andes venezolanos, donde también se expropiaban haciendas, y amenazaba Caracas.


 


Capítulo III: "con este reino jamás mío monarca"


 


Galán y el ala de los luchadores comuneros libró una cruzada revolucionaria ejecutando la apropiación de tierras, la abolición del tributo indígena y la liberación de los esclavos negros.


 


Se reconocieron parte, además, de la gesta de Túpac Amaru, que se había iniciado cuatro meses antes y fue un factor en la rebelión original del Socorro. José Antonio Galán lo proclamó abiertamente y uno de los más encumbrados funcionarios de la administración colonial informaba que Galán "llegó a sembrar la semilla de que con este Reino se juntaría más mío monarca jamás, que Inca era a quien iba a proclamar tal"3.


 


El ala plebeya de los comuneros planteó de este modo una autonomía política que cuestionaba al poder español. Iniciado como movimiento de protesta contra el régimen impositivo español se convirtió en una gesta precursora de la independencia y reveladora de la existencia de un ala decidida a avanzar en el terreno de la revolución democrática.


 


Nueva Granada fue, por otra parte, un laboratorio excepcional de los límites insalvables de la clase criolla propietaria y comercial, que se convirtió, finalmente, en verdugo de los revolucionarios.


 


El desenlace del levantamiento de los comuneros se produjo el 13 de octubre de 1871 con el descuartizamiento de Galán, entregado, según varios informes, por los líderes criollos de la rebelión de Socorro a cambio de no ser juzgados por el levantamiento. Meses antes había sido ejecutado Túpac Amaru, aunque las masas de aquel tiempo lo siguieron creyendo con vida durante mucho tiempo.


 


La iglesia jugó el papel más decididamente contrarrevolucionario en este aplastamiento de los comuneros, por referencia a cualquiera de las clases comprometidas con ese objetivo. No por casualidad: era el mayor poseedor de tierras en Nueva Granada y había vivido muy cerca la posibilidad de la expropiación.


 


No se encontrará en los próceres de la Independencia reivindicación alguna a las gestas encabezadas por Túpac Amaru, Galán y los Comuneros de Nueva Granada.


 


 


Notas:


 


1- Colmeiro, Manuel: Historia de la Economía Política de España, Madrid.


 


2- Marx-Engels, "La revolución en España", Obras Escogidas, Editorial Ciencias del Hombre, 1973.


 


3- Posadas, Francisco, El movimiento revolucionario de los comuneros, Siglo XXI, Colombia, 1975.


 

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