Prólogo a “Trotsky y Preobrazhensky: La problemática unidad de la Oposición de Izquierda”

Prólogo de Daniel Gaido

Introducción

Presentamos al lector de En Defensa del Marxismo la primera edición castellana de este estudio fundamental sobre la relación entre Trotsky y el principal economista de la Oposición de Izquierda al régimen de Stalin, Yevgeni Preobrazhensky. El autor de este trabajo, Richard B. Day, es un profesor de la Universidad de Toronto especializado en la historia del marxismo ruso y autor de una serie de trabajos sobre el tema, entre ellos Leon Trotsky and the Politics of Economic Isolation (Cambridge University Press, 1973), The Crisis and the Crash: Soviet Studies of the West, 1917-1939 (NLB, 1981), y Cold War Capitalism: The View from Moscow, 1945-1975 (M.E. Sharpe, 1995). Richard B. Day es también co-editor, junto con Daniel Gaido, de Witnesses to Permanent Revolution: The Documentary Record (Brill 2009), Discovering Imperialism: Social Democracy to World War I (Brill 2012) y Responses to Marx’s ‘Capital’: From Rudolf Hilferding to Isaak Illich Rubin (Brill 2016), y traductor de obras como Yevgeni Preobrazhensky, The Decline of Capitalism (M.E. Sharpe, 1985) y Pavel V Maksakovsky, The Capitalist Cycle (Brill 2004). Actualmente Day está editando las obras completas de Preobrazhensky, de las cuales ya ha aparecido el primer tomo: The Preobrazhensky Papers: Archival Documents and Materials. Volume 1:1886-1920 (Brill 2014).

Yevgueni Preobrazhensky (1886-1937) nació el 15 de febrero 1886 (según el calendario juliano entonces vigente en Rusia) en Boljov, en la gubernia de Orel.1 Su padre, Aleksei Aleksandrovich Preobrazhensky, era un sacerdote ortodoxo, maestro de la Biblia en la escuela parroquial de Boljov. Yevgueni Alekseevich estudió en la escuela privada de su padre y completó dos años en la escuela de la ciudad de Boljov. Se unió al Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR) a finales de 1903 y fue detenido durante su primer año de militancia, cuando era estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Moscú. Se trasladó a varias posiciones y pueblos, y en diciembre de 1905 tomó parte en el levantamiento en Presnia.

Tras la represión de aquella sublevación, Preobrazhensky fue enviado por el partido a los Urales por sugerencia de Aleksei I. Ríkov. Allí se encontró con M. Iakov Sverdlov y su esposa, Klavdiia T. Novgoro- dtseva. Estuvo involucrado en el trabajo del partido en Ekaterinbur- go, Cheliabinsk, Perm, y especialmente en el sur de los Urales: Ufa y Zlatoust. Preobrazhensky fue miembro del Buró del Oblast de los Urales en el POSDR, y en el verano de 1907 fue elegido para representar a los Urales en la conferencia panrusa del partido que se celebró en Finlandia, donde se reunió con Lenin.

Preobrazhensky fue detenido en varias ocasiones. Fue condenado los días 5-7 de mayo de 1909 en Cheliabinsk por la Cámara de la Corte de Saratov y el 14 de septiembre de 1909 en Perm por la Cámara de la Corte de Kazan, y fue condenado al exilio interno. Cumplió la sentencia en Siberia, en la gubernia de Irkutsk, con Artem Sergeev y otros. En el exilio, mantuvo correspondencia con Lenin, Grigorii Zinoviev y Nadezhda K. Krupskaya. En la primavera de 1916 se trasladó a Chita (en Siberia oriental) y permaneció allí hasta la revolución de febrero de 1917.

En Chita, Preobrazhensky tomó parte activa en la revolución de febrero de 1917, pero viajó a Petrogrado en abril para servir como delegado al Primer Congreso Panruso de los Soviets de diputados obreros y soldados (3-24 de junio de 1917). Después del Congreso regresó a los Urales y fue elegido para el Comité del partido del Oblast de los Urales. La organización de Zlatoust del POSDR (b) lo eligió delegado al VI Congreso del Partido (26 de julio-8 de agosto), donde fue elegido miembro de la Comisión de Mandato y candidato a miembro del Comité Central.

Después del congreso, Preobrazhensky regresó a los Urales y se quedó allí durante la Revolución de Octubre. Allí escribió en 1918 su primera obra importante, Anarquismo y comunismo.

Durante las negociaciones de paz de Brest, Preobrazhensky adhirió a los “comunistas de izquierda” y se acercó a Nicolás Bujarin. Ambos estaban en la Comisión del Programa creada por el VIII Congreso del Partido para editar y preparar la versión final del programa aprobado por el Congreso; juntos escribieron el famoso El ABC del comunismo.

La organización del partido en Ufa eligió a Preobrazhensky delegado al IX Congreso del Partido, que lo eligió para el Comité Central y lo convirtió en uno de sus tres secretarios (junto con N. N. Krestinskii y L. P Serebriakov). En marzo de 1920 Preobrazhensky y su familia se trasladaron a Moscú. Además de su designación en el aparato del Comité Central, Preobrazhensky también fue designado para integrar tres departamentos: agitación y propaganda, trabajo entre las mujeres y trabajo en las zonas rurales. Preparó las tesis de la circular del Comité Central relativas a la lucha contra la desigualdad material y la burocracia dentro del partido y también se convirtió en miembro de la Comisión Central de Control (TsKK) luego de su creación.

En el debate sindical, Preobrazhensky apoyó la plataforma de Bujarin, mientras que en el X Congreso del Partido (marzo de 1921) apoyó el proyecto de resolución propuesto por Bujarin y Trotsky. Al parecer, este apoyo le costó la elección al Comité Central. En el congreso, sin embargo, Lenin apoyó la opinión de Preobrazhensky relativa a la necesidad de revisar la política financiera para que estuviera en línea con la nueva política económica (NEP), y sugirió que se le hiciera responsable de la comisión del Comité Central y el Sovnarkom encargada de implementar las reformas financieras. Lenin consideraba a Preobrazhensky una autoridad importante en las finanzas, sobre todo después de la publicación en 1920 de su trabajo Paper Money in the Epoch of Proletarian Dictatorship (disponible en inglés en Day, 2014: 732-738).

Para el XI Congreso del Partido (marzo de 1922), Preobrazhensky trató de delinear los objetivos del partido respecto de los diversos estratos de campesinos bajo la NEP Sostuvo que la coerción no económica era inaceptable y que el Estado debía usar más impuestos para limitar las tendencias explotadoras de los kulaks (campesinos ricos). Lenin apoyó la opinión de Preobrazhensky de que sería un error apoyar esta clase a expensas de las demás con el fin de desarrollar la agricultura lo más rápido posible.

En la primavera de 1922 Lenin y Preobrazhensky estuvieron en desacuerdo sobre la naturaleza del sistema económico del país. En el XI Congreso partidario, Lenin argumentó que el sistema económico de Rusia era el capitalismo de Estado, una etapa necesaria en el avance del país hacia el socialismo. Advertía así al partido contra la sobrestimación de la madurez socialista de la economía de transición y la subestimación del papel de las relaciones de mercado. En opinión de Lenin, el concepto de la naturaleza “socialista de mercado” del sistema económico de la Rusia soviética que defendía Preobrazhensky subestimaba el papel del mercado en el sector estatal.

Después de que los puntos de vista de ambos se hubieron acercado en el XI Congreso del Partido, Preobrazhensky llegó a la conclusión de que la NEP era inevitable debido a la necesidad de extraer toda la utilidad posible de los antiguos métodos capitalistas de contabilidad para el sector estatal. Lenin apoyó Trotsky en su lucha para ampliar las prerrogativas del Gosplan (comité para la planificación económica), por una parte, y pidió más democracia en el partido y en el Estado, por la otra. Inmediatamente después del congreso, Preobrazhensky asistió a la Conferencia de Génova.

En 1922, en su libro De la NEP al socialismo, Preobrazhensky esbozó las perspectivas para la evolución del país durante la NEP Su modelo para el futuro se basaba en su interpretación de la NEP como una economía socialista de mercado en la que los elementos de socialismo y capitalismo estaban en una relación de confrontación. Preobrazhensky predijo que esta lucha llevaría a la sociedad soviética a un punto muerto económico hacia finales de la década de los ‘20, y que el proletariado europeo, después de su victoria en una revolución europea de finales de los años ‘20 o principios de los ‘30, podría acudir en ayuda de la Unión Soviética.

En la primavera de 1923, Lenin se retiró de la política debido a sucesivas hemorragias cerebrales, y los problemas económicos del país empeoraron durante el verano y el otoño. Un acalorado debate se inició dentro del partido, y la lucha por el poder se intensificó en sus niveles más altos. En el curso de la discusión dentro del partido, Preobrazhensky elaboró sus ideas sobre la ampliación de la democracia en el partido y el fortalecimiento del carácter planificado de la economía. La mayoría del Comité Central, sin embargo, optó por reforzar el papel del aparato.

En la XIII Conferencia del Partido Comunista de Rusia (b) (enero de 1924), Preobrazhensky informó sobre los asuntos partidarios, pero el informe principal fue hecho por Stalin. Esta conferencia y el XIII Congreso del PC caracterizaron las opiniones de la Oposición como una “desviación pequeñoburguesa”. Preobrazhensky, por lo tanto, fue identificado como un oposicionista y poco después como “trotskista”. (Gorinov, Tsakunov y Gurevich, 1991: 286-296).

La formación de la Oposición de Izquierda

Pierre Broué, en su historia de los trotskistas en la Unión Soviética, Comunistas contra Stalin: Masacre de una generación, agrega precisiones sobre la vida de Preobrazhensky.

Indica, por ejemplo, que fue él (junto con Sapronov, líder de los “decistas” -la tendencia del «centralismo democrático») quien tomó la iniciativa de redactar, después de una serie de discusiones con Trotsky, la “Carta de los 46” viejos bolcheviques del 25 de octubre de 1923, pidiendo el fin de las prácticas burocráticas y la vuelta a la democracia interna dentro del partido -un respaldo a la carta de Trotsky al Comité Central del 8 de octubre de 1923, que denunciaba las responsabilidades del aparato burocrático por los errores en la política económica implementada por la “troika” Zinoviev-Kamenev-Stalin (tales como la ausencia de planificación) y exigía un cambio de régimen. En la “Carta de 46”, firmada por la flor y nata de los bolcheviques de los tiempos heroicos (menos los exiliados de la diplomacia), se lee:

“El Partido ya no es, en gran medida, una colectividad independiente y viva que refleja directamente la realidad por estar ligado a ella con millares de hilos. En su lugar, observamos una división que no deja de crecer, pero que siempre se oculta, entre una jerarquía de secretarios y la ‘gente tranquila’, entre los funcionarios profesionales y la masa de un partido que forma parte de la vida común”.

La “Carta de los 46” retomaba las críticas contra el régimen interno del Partido:

“En el Partido prácticamente ha desaparecido la libre discusión; la opinión pública del partido está asfixiada. En nuestros días, no es el partido, no son las amplias masas las que promueven y eligen a los miembros de los comités provinciales y del comité central. Al contrario, la jerarquía de secretarios selecciona, en gran medida, a los delegados para las conferencias y congresos, que se han convertido en asambleas ejecutivas de esta jerarquía”.

Y concluía:

“Las dificultades que se avecinan exigen una acción unida, fraternal, plenamente consciente, extremadamente vigorosa, extremadamente concentrada, de todos los miembros de nuestro partido. Hay que acabar con el régimen fraccional, y lo deben hacer, en primer lugar, aquellos que lo han creado. Debe ser reemplazado por un régimen de unidad entre camaradas y de democracia interna”.

En el mismo sentido se manifestó públicamente Preobrazhensky el 28 de noviembre de 1923 en un artículo publicado en Pravda.

La dirección reaccionó con violencia fraccional. A sus ojos, las críticas de Trotsky y de los 46 eran intolerables y su publicación fue estrictamente prohibida, así como las reivindicaciones presentadas por Preobrazhensky en la reunión del Comité Central y de la Comisión de Control: discusión en todos los niveles de las grandes cuestiones políticas, libertad total de expresión en el Partido, debate en la prensa, volver a elegir a los responsables, reexaminar los informes de los que fueron “trasladados” para verificar que no se trataba de sanciones ocultas.

El 7 de noviembre de 1923 se inició la discusión sobre el Nuevo Curso. Fue Preobrazhensky quien abrió el fuego con su contribución del 28 de noviembre 1923:

“Era característico, en la época en la que teníamos muchos frentes abiertos, que la vida del partido emanaba mucha más vitalidad y la independencia de las organizaciones fuera mucho mayor. En el momento en que no solamente han aparecido las condiciones objetivas para la reanimación de la vida interna del partido y su adaptación a las nuevas tareas, cuando existe también la necesidad real de hacerlo, no solamente no hemos avanzado un paso en relación con el periodo del comunismo de guerra, sino que, al contrario, hemos intensificado la burocratización, la petrificación, el número de cuestiones zanjadas prematuramente desde arriba; hemos acentuado la división del partido, iniciada durante el periodo de la guerra, entre aquellos que deciden y tienen las responsabilidades, y las masas que aplican esas decisiones, en cuya elaboración no han tenido parte alguna” (citado en Broué, 2008: 44).

En el mismo sentido se pronunció Trotsky el 10 de diciembre 1923 en una carta dirigida a los miembros del partido de Krasnaia Presnia, un distrito de Moscú. La contribución de Trotsky, en forma de intervenciones en los debates y tribunas en la prensa, es bien conocida por su ulterior edición, titulada El nuevo curso. Describe la situación anómala en el Partido (“el sistema de nombramientos, la designación por arriba de los secretarios”) y añade una serie de exigencias: que el aparato se subordine al partido, que se recupere la crítica libre y fraternal, que los viejos colaboren con la joven generación:

“Nuestra juventud no debe limitarse a repetir nuestras fórmulas. Debe conquistarlas, asimilarlas, formarse opinión, su propia fisonomía, y ser capaces de luchar por sus puntos de vista con el coraje que proporciona una convicción profunda y una completa independencia de carácter. Fuera del partido la obediencia pasiva que sigue mecánicamente los pasos de los jefes; fuera del partido la impersonalidad, el servilismo, el carrerismo. El bolchevique no es solamente un hombre disciplinado, sino un hombre que, en cada caso y sobre cada cosa, se forja una firme opinión y la defiende con coraje, no solamente contra sus enemigos sino en el seno del propio partido” (Broué, 2008: 45).

Todo esto fue profundamente sentido; fue impresionante la súbita aparición de centenares de cartas, textos y artículos enviados a las tribunas de la prensa del partido, entre ellos a Pravda, desde que se abrió la discusión general pública.

En torno de esos documentos se aglutina la Oposición de Izquierda al régimen de Stalin a partir de 1923. En Comunistas contra Stalin, Broué traza la siguiente semblanza de sus miembros:

“Son, generalmente, personas de eminentes cualidades intelectuales y morales. No son hombres de aparato, sino militantes del movimiento de masas. Conocieron la clandestinidad y la prisión, además de la emigración y los vastos horizontes del movimiento internacional. Son menos funcionarios que dirigentes, más tribunos o agitadores que administradores, más escritores que redactores de circulares. En el poder, miden los peligros de corrupción que los acechan. Creen todavía en la revolución mundial, en el futuro socialista de la humanidad. Creen en la fuerza de las ideas, en lo fecundo de su confrontación, en la convicción que nace de este combate. Tienen confianza en su partido, al que quieren recuperar, para volver a la pureza de sus años revolucionarios” (Broué: 2059-60)

En 1926, Preobrazhensky publicó su obra principal: La nueva economía2, que Richard B. Day somete a un análisis crítico en el presente artículo, subrayando tanto sus virtudes como sus divergencias con las concepciones económicas de Trotsky, divergencias que tenían sus raíces en sus interpretaciones distintas de la ley del valor.

Luego de la formación de la Oposición Unificada con Trotsky, Zinoviev y Kamenev, en un plenario del Comité Central celebrado el 6-9 de abril de 1926, trece miembros firmaron una declaración sobre “la degeneración burocrática del Estado obrero”. El 23 de julio de 1926 el CC condenó los métodos “ilegales” y “escisionistas” de la Oposición. Las tentativas de “salida” de la Oposición Unificada en las células del partido en septiembre-octubre de 1926 fracasaron ante la falta de respuesta de los militantes. Como consecuencia de ese fracaso, la parte zinovievista de la Oposición Unificada, asustada por las expulsiones, condenó su propia actividad fraccional y proclamó su renuncia a ella el 16 de octubre 1926. A pesar de ello, a fines de octubre de 1926 tanto Zinoviev como Trotsky fueron expulsados del buró político.

La masacre de Shanghai, el 12 de abril de 1927,3 movilizó de nuevo a los militantes, revalorizó los análisis de los opositsioneri y mostró la necesidad del combate contra los sepultureros de la revolución. En cierta forma, la Oposición Unificada rusa renació de las cenizas de la revolución china y Zinoviev, a punto de capitular, recobró su coraje. En agosto de 1927 tuvo lugar la redacción de la Plataforma de la Oposición y el inicio de su reproducción. Pero, en la noche del 12 al 13 de septiembre 1927, los agentes de la GPU encontraron las máquinas de hectografiar y detuvieron a muchas personas: Mrachkovsky, Pevzner y un número indeterminado de participantes en la empresa. Los antiguos secretarios del partido Serebriakov y Preobrazhensky, que junto al zinovievista Charov asumieron la responsabilidad de la “imprenta clandestina”, fueron excluidos del partido sin más miramientos.

Después de la denuncia del “affaire de la imprenta clandestina” en el XV Congreso, que marcó el fin de la intervención de la Oposición en el partido, se desató una batalla descarnada en las reuniones del Comité Central y del Ejecutivo de la Comintern, donde afloró la violencia, con insultos, amenazas y lanzamiento de objetos a los oradores de la Oposición. En las reuniones organizadas ilegalmente, e incluso en la calle, los opositsioneri fueron sistemáticamente golpeados y algunos resultaron seriamente heridos.

El 7 de noviembre de 1927 tuvo lugar una manifestación de la Oposición con sus propias consignas, duramente reprimida en Moscú y aplastada en sus comienzos en Leningrado. Desde la mañana, Trotsky estuvo bajo vigilancia en su domicilio, pero consiguió escapar de sus guardias y recorrer Moscú en coche con Muralov y Kamenev, cuando les disparan cuatro veces. Grupos de choque atacaron y destrozaron los apartamentos de Smilga y de Preobrazhensky, y golpearon a sus ocupantes: Natalia Sedova, Preobrazhensky y Smilga.

Finalmente, el 12 de enero de 1928, la GPU informó a Trotsky de que, en virtud del artículo 58 del Código Penal sobre la represión de las actividades contrarrevolucionarias, iba a ser deportado a Alma-Ata en Kazajistán, hacia donde debía partir el 16 de enero. La deportación de Trotsky fue seguida por una ola de deportaciones que incluyó entre otros a Rakovsky, Smirnov, Préobrazhensky, Muralov, Serebriakov, Smilga, Radek, Sosnovsky, Ter-Vaganian, Mrachkovsky, Dingelstedt -es decir, a la gran mayoría de los dirigentes de la Oposición.

La crisis de la Oposición debido al giro a la colectivización y la industrialización (1928)

Tras la represión de la Oposición, la burocracia lanzó un “giro a la izquierda” que terminó de hundir la organización de los opositores.

El 15 de febrero de 1928, cuando Trotsky acababa de instalarse en Alma-Ata, Pravda publicó un artículo con el título: “Los kulaks (campesinos ricos) levantan cabeza”. En él se informaba que el Comité Central había decidido requisar los stocks de granos de los campesinos y congelar los precios. Afirmaba que no eran sino “medidas de urgencia”, provisionales, que no ponían en cuestión la NEP.

Los opositsioneri constataron que la crisis había estallado, como ellos preveían, y que la adopción de estas medidas indicaba el fracaso de la política de Stalin respecto de los kulaks, inspirada por Bujarin, ante la así llamada “crisis de las tijeras” (el aumento de los precios de los productos industriales en proporción a los agrícolas) y ante las consecuentes crisis en la distribución de granos, ya que los campesinos ricos preferían almacenar o consumir ellos mismos la cosecha antes de venderla a los precios oficiales, sustancialmente inferiores a los del mercado mundial.

En el pleno de febrero de 1928, Pravda publicó una amenaza velada contra la “derecha”: “En nuestra organización, partido incluido, están apareciendo ciertos elementos extraños que no ven las clases en las aldeas, que no comprenden la base de la política de clase e intentan trabajar de forma que nadie se sienta ofendido, que viva en paz con el kulak y, en general, sea popular en todas las capas rurales”.

En consecuencia, comenzó a desarrollarse en el seno de la Oposición un debate que planteó la cuestión de fondo: ¿se trataba de un verdadero giro a la izquierda de la política oficial o de un simple zigzag?

En un texto redactado en Uralsk, fechado el 2 de junio de 1928 y titulado “El curso a la izquierda en el campo y sus perspectivas”, Preobrazhensky sostuvo que se trataba de un verdadero giro a la izquierda. Según él, este giro había tenido lugar bajo la presión del “crecimiento del descontento de los campesinos pobres y medianos contra los elementos capitalistas”. Preobrazhensky pensaba entonces que la Oposición debía “ir colectivamente por delante de la mayoría del partido, independientemente de las estupideces y de las bajezas que le hacen soportar”. Propuso que la Oposición hiciera una declaración de apoyo a esta política, sin aludir a la represión de la que era objeto y sin reclamar el “derecho a reunirse” de los deportados, afirmando que había que “arriesgarse al optimismo” (Broué, 2008: 167)

El 14 de junio 1928, Radek, en un telegrama, mostró a las claras el desacuerdo que se iniciaba. Informó de una intervención para la cual no había sido mandatado: “El 14 de junio 1928 intervinimos en las negociaciones en Moscú con el Comité Central del Partido Comunista sobre nuestro retorno al partido. Habrá que reunir una conferencia del partido para tomar la decisión”. Fue atacado enérgicamente por la izquierda.

Rakovsky dijo a uno de sus amigos que la mentalidad de economista de Preobrazhensky le hacía olvidar la política. Broué comparte la posición de Rakosvky, según la cual los asuntos económicos obnubilaban hasta tal punto a Preobrazhensky que le hacían olvidar todo lo demás. En el presente artículo, Richard B. Day muestra la base teórica de las ilusiones de Preobrazhensky en la política de Stalin en las diferentes concepciones económicas del propio Preobrazhensky y de Trotsky.

Sosnovsky, especialista en cuestiones agrarias, no vio en el nuevo curso más que medidas de circunstancia y no un verdadero giro a la izquierda que, para ser real, debía haberse traducido en un cambio en el régimen del partido: “Evidentemente hay que observar lo que pasa en la cúpula, pero más todavía lo que pasa entre las masas”.

Viktor Eltsin atacó a Preobrazhensky y Radek, quien se le había acercado, diciendo que ellos abordaban el problema como altos funcionarios, preocupándose exclusivamente de las luchas en la cima del aparato y de ninguna manera en la base de esta política: la degeneración del partido, el retroceso de la clase obrera en la URSS y en el mundo. Tal política podía, según él, crear temibles ilusiones; dicho de otra forma, servir a la “mayoría”. Ahora bien, “el centrismo es dos veces más peligroso cuando juega a una política de ‘izquierda’”. Y esta política no era más que un juego, como lo demostraban los golpes a la izquierda.

En cuanto a Rakovsky, por vez primera emitió una opinión que a sus ojos contaba mucho sobre lo que empieza a llamarse la “crisis de la revolución”: “Siempre he entendido lo que hoy ha pasado a ser indiscutible para todos; a saber, que la cuestión del método empleado por el partido para dirigir los sindicatos y el Estado domina hoy por hoy todas las demás cuestiones”.

Preobrazhensky veía un peligro en la actitud de los jóvenes, que ignoraban lo que era un partido: “Hay que ir hacia un acercamiento con el partido, si no nos transformaremos en una pequeña secta de ‘leninistas verdaderos’” (Broué, 2008: 168).

Al retrucarle, Viktor Eltsin le recordaba que se trataba de “denunciar al centrismo, no de apoyarlo”. Y Ter-Vaganian se preguntaba cómo podía analizarse la situación en la URSS sin decir una palabra sobre la situación internacional. Viktor Borisovich Eltsin lanzó una requisitoria despiadada: “Las luchas de altura, los subterfugios de E. A. [Evgenii Alexeievich Préobrajensky] y K.B. [Karl Bernhardovich Radek]” no eran sino inútiles rodeos, pues “toda la experiencia de la lucha revolucionaria desde 1923 muestra que el futuro de la Oposición depende, en último análisis, no de las divergencias en la cúspide sino de las perspectivas de la revolución mundial” (Broué: 170).

Las divergencias eran verdaderamente serias y hacían pensar en un estallido. Preobrazhensky continuó desarrollando ilusiones en el “giro a la izquierda” y pidió que la declaración sobre la Internacional terminara con la afirmación de que la Oposición quería la paz con la mayoría del partido sobre la base del nuevo curso y de la petición de reincorporación con el compromiso de no “recurrir al trabajo fraccional”.

Radek comenzó a insistir en la idea de la revolución democrático-burguesa, a subrayar el papel revolucionario del campesinado y a atacar la teoría de la revolución permanente. Se pronunció a favor de pedir la reincorporación, con la promesa de respetar la disciplina. Trotsky le respondió reprochándole que se fiara de lo que decían Stalin y los suyos, que no los criticara y que hiciera como si la represión y las calumnias ya no existieran y no constituyeran un problema.

Broué sostiene que, en el curso de la discusión, al oponerse a Preobrazhensky y su visión de la economía, Trotsky y Rakovsky hicieron hincapié en los factores políticos (la libertad de expresión y de organización de la clase obrera), así como en los factores esenciales de la lucha de clases mundial. Esto se ve con claridad en el texto de Rakovsky conocido como la Carta a Valentinov o Los “peligros profesionales” del poder (agosto de 1928) -y en las críticas que recibió en la URSS, a las que Trotsky respondió con severidad: el centrismo era el mismo y su esencia era el movimiento incesante de vaivén, lo que excluía los razonamientos a lo Radek-Preo- brazhensky. El análisis hecho por Rakovsky sobre la burocracia, al principio funcional y después social, convertida en una “categoría social nueva”, respondía a las cuestiones urgentes sobre la política del “centro” de Stalin, pero no pudo impedir la disgregación de la Oposición.

El 20 de enero de 1929 la GPU informó a Trotsky de su expulsión de la URSS por “preparación” de la lucha armada contra el poder soviético. El exilio de Trotsky a Turquía fue acompañado por el arresto de varios centenares de opositsioneri.

Poco tiempo después, en abril 1929, un pleno del Comité Central controlado por Stalin condenó “la desviación de derecha”. Los jefes y partidarios de esta tendencia fueron barridos en pocos meses. Sus dirigentes -Bujarin, Rykov y Tomsky que, siguiendo a Zinoviev y Kamenev, comenzaron su descenso hacia la abyección- abjuraron de sus ideas y de todo lo que habían defendido hasta ese momento.

La doble ruptura en el partido señaló una evolución ineludible hacia un régimen bonapartista apoyado en el Estado y sus fuerzas armadas. Elevándose éste por encima de las otras fuerzas sociales (incluidas aquellas que le llevaron al poder), aplastó con todo su peso a la sociedad y, ante todo, a los gérmenes de renovación: era el bonapartismo soviético, el estalinismo, que terminaría enterrando la revolución como Trotsky lo había predicho.

Preobrazhensky estaba convencido de que la nueva política adoptada por la fracción de Stalin era la política de la Oposición -o, más exactamente, lo que contaba a sus ojos, a saber, su programa económico: la industrialización y la colectivización del campo. Ra- dek compartía sus ideas; como creía seriamente que el poder de los soviets estaba en peligro por la agitación de los kulaks, argumentaba que no había nada más importante que apoyar en este asunto a la dirección, sin pararse en cuestiones personales de amor propio.

Sus adversarios le respondían que no podía haber nada de positivo en política económica sin un cambio político de fondo, porque el “centrismo” era siempre él mismo, que el aparato está demasiado corrompido como para regenerarse y que el régimen del partido, la posibilidad de expresarse, era la condición de una verdadera regeneración y de un verdadero giro a la izquierda -en otras palabras, que la política estaba en primer lugar. Una vez más, el análisis de Richard Day profundiza las observaciones de Broué, mostrando las diferencias de fondo en lo concerniente a la política económica adoptada por Stalin, que Trotsky no consideraba de ningún modo un simple plagio de la que proponía la Oposición de Izquierda.

Rakovsky añadía argumentos socio-políticos derivados de la política económica, señalando que a los trabajadores se les pedía aumentar su productividad de 100 a 110% a cambio de un alza del 58% en sus salarios reales. Por lo tanto, para ellos no existía un “giro a la izquierda” y, sobre todo, la ausencia total de un plan de restablecimiento de la democracia dentro del partido hacía que no existiera ninguna garantía de que las medidas positivas de hoy fueran a estar en vigor mañana.

La capitulación de Radek, Preobrazhensky y Smilga (julio de 1929)

Los conciliadores se reunieron en Omsk en marzo de 1929 y elaboraron una serie de tesis. Pero surgieron dificultades: Preobrazhensky quería volver al partido sin renegar de la Oposición y de su combate. Autorizado a viajar a Moscú para el nacimiento de su hijo, se reunió con Ordjonikidze y discutió con él su eventual reingreso. Pero no salió convencido de la entrevista y escribió a los camaradas, sin ocultarse de los policías que evidentemente leían su correo: “Aquellos de nosotros que combatieron en las filas del partido hace diez, veinte años o más volverán con sentimientos muy diferentes de los que tuvieron cuando entraron por primera vez: vuelven sin el entusiasmo del principio, como hombres con el corazón roto. Si nos reintegramos, recibiremos el carné del partido como el que acepta una pesada cruz” (Broué: 178).

Radek no llegaba a ese grado de honestidad y de lucidez. Trotsky pensaba que Radek era “demasiado marxista y demasiado internacionalista para entenderse con los estalinistas”, pero se equivocaba completamente. En ruta a Moscú se detuvo en la estación de Ichim y, al entablar una discusión con un grupo de deportados, les dijo: “He roto completamente con Trotsky. A partir de ahora somos enemigos políticos. La cosa es simple: por el lado de la ‘dirección’ ha habido una conferencia que ha restablecido la vía leninista, y por el otro se ha formado una Liga de Bolcheviques-Leninistas. Es un segundo partido, el partido de la contrarrevolución” (Broué: 178).

Smilga -el antiguo sucesor designado por Trotsky y, por tanto, el corazón de la Oposición-, que había estado muy enfermo, recibió la autorización para desplazarse a Moscú por motivos personales, porque Yaroslavsky y la GPU querían hacer una jugada y pactar un acuerdo con Radek, Preobrazhensky y Smilga (“los Tres”), que provocara una crisis en la Oposición. Y lo consiguieron.

La semilibertad de la que gozaban “los Tres”, que pretendían hablar en nombre de sus camaradas, y el aislamiento material y moral de muchos otros, que hacían circular rumores alarmistas, dieron lugar a que el 10 de julio 1929 “los Tres”, reunidos en Moscú, redactaran de una declaración que apareció en Pravda el 13 de julio 1929. La publicación de la capitulación de Radek, Preobrazhensky y Smilga provocó la desbandada de las filas de la Oposición, donde se tenía la impresión de que en Moscú se desarrollaba una negociación y que se había formado una “comisión de los Tres”, encargada de negociar las condiciones de una vuelta al partido y a la vida normal. De hecho, se trataba de una capitulación en regla.

El texto comenzaba por una declaración de ruptura con “la corriente que, sobre la base de la línea política de L.D. Trotsky, se ha agrupado alrededor del pretendido ‘Centro de los Bolcheviques Leninistas de la Unión Soviética”. Declaraba apoyar la política de industrialización, la lucha contra los kulaks y el capitalismo agrario, la política de los sovjozes y de los koljozes,4 así como todos los pasos hacia la organización independiente de los campesinos pobres, “la lucha contra el burocratismo en los aparatos del Estado y del partido”, la lucha contra la derecha -que reflejaba objetivamente el descontento de los elementos capitalistas y pequeño-burgueses del país- y la lucha de la Internacional Comunista contra el reformismo. Finalmente, afirmaba que el principal peligro en el movimiento comunista era el peligro de derecha.

Asimismo, “los Tres” declaraban que, a pesar de las “deformaciones burocráticas del aparato soviético y de los elementos de degeneración”, consideraban “el poder soviético como el de la dictadura del proletariado”. Rechazaban la consigna del voto secreto, la reivindicación de legitimación de las fracciones en el partido y de la libertad de crítica. Según ellos, Trotsky y sus amigos se alejaban del partido: “solamente así puede explicarse la aparición de Trotsky en la prensa burguesa (…) y la creación del Centro de los Bolcheviques-Leninistas de la Unión Soviética, que constituye un paso hacia la formación de un nuevo partido y la legalización de los Bolcheviques-Leninistas” (Broué: 179-180).

Para Stalin la capitulación de Radek, Preobrazhensky y Smilga significó una importante victoria, a partir de la cual podía quebrar a la Oposición. El bloqueo postal había causado ya enormes estragos, porque ningún militante recibía informaciones fiables, sólo aquellas que procedían de renegados o de candidatos a la capitulación.

“Traición” o “inaudita traición” son las palabras más frecuentes que aparecen en las cartas. Los opositsioneri esperaban una negociación con resultados positivos y lo que se les presentó fueron cláusulas de capitulación. Poco después, la indignación dio paso al instinto de conservación y muchos opositsioneri se pasaron a la fracción de Stalin con el argumento de que después sería demasiado tarde.

Las autoridades jugaron por un lado con el miedo colectivo, con los rumores sobre las sublevaciones campesinas y las masacres a las que daban lugar, con el renacer de un peligro permanente, terrorista, procedente de los blancos; y, por el otro, haciendo brillar las perspectivas grandiosas de la futura construcción socialista.

Las cifras son elocuentes: 344 miembros dejaron la Oposición en julio 1929, 115 en agosto, 141 en septiembre -en total, 609 oficialmente censados. Lo más grave fue la competición que surgió entre algunos de ellos sobre quién denunciaría a más camaradas resistentes. El aparato estalinista pedía a cada candidato a renegado que denunciara a los que conocía como opositsioneri. La palma de la delación se la llevaron Karl Radek, que dio los nombres de 767 camaradas de lucha, e Iván Vrachev, bastante por detrás, con 137 delaciones (Broué: 182).

En agosto de 1929, una declaración de la Oposición redactada por Rakovsky y firmada por 400 militantes frenó el pánico, pero el 27 de octubre Smirnov y Boguslavsky capitularon y arrastraron a varios centenares de deportados, entre ellos a buen número de militantes obreros.

El 3 de noviembre de 1929 la sangre corrió por primera vez, con la ejecución de Yakov Blumkin y de dos personas más. Blumkin había visitado a Trotsky, trayendo a la URSS un mensaje para sus partidarios. Fue pasado por las armas, por decisión del buró político del Partido, erigido en tribunal. Dos hombres más fueron ejecutados por haber divulgado la información. Medio año después, en junio de 1930, se creó el sistema de campos de trabajo forzado conocido como Gulag, por su nombre en ruso, Glavnoye Upravlyeniye Lageray: Dirección General de campos de trabajo correctivos y colonias (Vorkuta será el más grande de los campos del Gulag en la Rusia europea).

Para el invierno de 1930, el grupo de Smirnov, exteriormente disciplinado, era ya de hecho un grupo de opositores organizado en red que atrajo a no pocos capituladores, empezando por Smilga y Preobrazhensky, y a numerosos obreros ex-opositsioneri.

El “Bloque de las Oposiciones”, las “Grandes Purgas” y el fin de Preobrazhensky

En junio de 1932 se formó el “Bloque de las Oposiciones” por iniciativa de I.N. Smirnov. Cuando Smirnov renegó de la Oposición, Trotsky predijo que volvería, y Smirnov volvió. Smirnov había considerado que el primer paso a dar para aclarar la situación era unir las oposiciones, cuya dinámica natural, en el transcurso de la crisis, ya había hecho que se aproximaran las unas a las otras. Por lo tanto, era necesario entrar en relación con Trotsky, no sólo porque él era el principal adversario de Stalin, el enemigo número uno del régimen, y una unión sin él corría el riesgo de ser una unión contra él, sino también porque lo necesitaba como consejero y aliado. Así es como decidió entrar en contacto él mismo, personalmente, con Liova Sedov, el hijo de Trotsky, a quien conocía desde la infancia y de quien sabía que no pondría obstáculos. Contaron que se habían cruzado por casualidad a la salida del enorme centro comercial berlinés KDW. Es la prueba concreta de lo que Trotsky y los suyos afirmaban desde hacía años: que ellos eran los únicos en tener una perspectiva correcta para derribar el régimen de la burocracia estalinista y su dictadura policial, e impedir la restauración del capitalismo.

El “bloque de las oposiciones” se conformó en el marco dramático de la hambruna de 1932-33, provocada por la colectivización forzosa: “En conjunto, el hambre afectará, en toda la URSS, a 30 millones de campesinos; de ellos, morirán 7 millones” (Marie, 2003: 440). Incluía al grupo de Zinoviev, a la Oposición obrera y los “sin jefe” de Safarov. Trotsky dio una gran importancia al hecho de que su ex-camarada Preobrazhensky perteneciera al grupo. Él era uno de “los Tres” que habían llevado a la Oposición al golpe de gracia en 1929, y ahora realizaba una autocrítica completa. Smilga estaba también en contacto con Smirnov y simpatizaba con él, pero la GPU lo seguía de cerca y lo obligó a abandonar Moscú.

Pero, ya el 13 de enero de 1933, Smirnov fue detenido y condenado a diez años de prisión. Un centenar de miembros de su grupo compartieron su suerte entre enero y marzo de 1933, recibiendo penas que iban desde varios años de destierro hasta algunos años de isolator: Mrachovsky y Smilga fueron condenados a cinco años en el isolator de Verjneuralsk. Smirnov fue a parar a Suzdal, de donde sólo salió en mayo de 1936 para ser enviado a la prisión central de la GPU. El “bloque de las oposiciones” murió apenas nacido. Su centro no se reunió nunca, pero las consecuencias de su efímera existencia perduraron por años y fueron una de las causas de las “grandes purgas” de Stalin en 1936-38.

Entre el 26 de enero y el 10 de febrero de 1934 tuvo lugar el XVII Congreso, llamado el “congreso de los vencedores” por los estalinistas, puesto que habían roto la resistencia campesina, al costo de un colapso en la producción agrícola y de la muerte de millones de personas por hambre. En dicha oportunidad, Preobrazhensky ridiculizó la unanimidad estalinista fingiendo que le exaltaba: “He comprendido hoy, afirmó, lo que no había captado hace diez años; para votar bien, lo importante no es comprender el texto sino votar como el jefe, incluso cuando tengas reservas o dudas. Y felicitó a Stalin por haber realizado en el partido una unidad jamás lograda por Lenin. Los delegados estallaron en carcajadas, Stalin no se lo perdonaría” (Broué: 275).

En dicho año, 1934, hubo un reposo en el plano represivo: tres veces menos detenciones que en 1933. Fue en esta atmósfera aparente de reposo cuando dos de los más antiguos y de los más venerados miembros de la Oposición se desmoronaron: Sosnovsky capituló el 9 de febrero y Rakovsky el 18 de febrero de ese 1934.

Todo cambió brutalmente con el asesinato de Kirov el 1° de diciembre de 1934. Kirov había reemplazado a Zinoviev como secretario del partido en Leningrado en 1926. Stalin quiso endilgarle el crimen a la Oposición: los investigadores recibieron la orden de disfrazar al asesino, Nikolayev, como un opositsioneri y de prometerle que se salvaría si aceptaba denunciar a los hombres que lo habrían instigado, todos antiguos komsomols opositsioneri de Leningrado. Los denunció y ellos lo negaron hasta el fin. Así fueron fusilados los antiguos miembros de las Juventudes Comunistas, I. I. Kotolynov, N.N. Chatsky y otros, que clamaban su inocencia. El proceso tuvo lugar a puerta cerrada; L. B. Kamenev fue implicado por una declaración de Zinoviev. Serguei Sedov, hijo de Trotsky, implicado en este asunto por su parentesco, fue condenado a trabajos forzados. El 4 de diciembre de 1934 tuvieron lugar 66 ejecuciones, y el 16 de diciembre de 1934 fueron detenidos Zinoviev, Kamenev y otros por la muerte de Kirov. Era el comienzo de los “Juicios de Moscú”(el primero de los cuales tuvo lugar en agosto de 1936) o “Grandes Purgas”, en el marco de las cuales Stalin asesinó aproximadamente a un millón de personas.5

Otros miembros del partido fueron pasados por las armas sin que se los sometiera a ningún proceso público, ya sea porque rechazaban hacer cualquier declaración, ya sea porque no estaban presentables luego de las torturas sufridas. Es el caso de Yuri Ga- ven, fusilado en una camilla el 4 de octubre de 1936; de Smilga, trasladado a Moscú y fusilado el 10 de enero de 1937; de Preobrazhensky, fusilado el 13 de julio de 1937; de Sosnovsky, fusilado por simple decisión administrativa el 5 de julio de 1937 y de Alexander G. Shliapnikov, fusilado el 2 de septiembre de 1936.6

Daniel Gaido 

Fuente: Richard B. Day, “Trotsky and Preobrazhensky: The Troubled Unity of the Left Opposition”, Studies in Comparative Communism, Volume 10, Issues 1-2 (Spring-Summer 1977), pp. 69-86.

NOTAS

1. Las gubernias eran subdivisiones administrativas de la Rusia imperial, mantenidas durante la primera época de la Revolución, equivalentes a gobernaciones o provincias (nota del editor).

2. Puede descargarse su edición en español en https://goo.gl/5GN8iF

3. El PC chino había ingresado en el partido nacionalista burgués (Koomintang) subordinándose a su dirección, a pesar de las advertencias de Trotsky. El 12 de abril de 1927, el Kuomintang expulsó a los comunistas y comenzó una masacre que culminó con cientos de asesinados y 5.ooo desaparecidos. En el siguiente año, unas 300.000 personas murieron en China, debido a las campañas de supresión de comunistas ejecutadas por el KMT (nota del editor).

4. Los koljoz o koljós eran granjas cooperativas; los sovjoz o sovjós, explotaciones agrícolas dependientes directamente del Estado soviético (nota del editor).

5. “La mejor estimación que puede hacerse del número de muertes por la represión en 1937-38 está en el rango de 950.000-1,2 millón” (Ellman, 2002: 1162).

6. Los interesados en profundizar sobre el tema pueden consultar los documentos que editó Pierre Broué en Cahiers Léon Trotsky, No. 6 (1980) y No. 7/8 (1981) bajo el título: Les trotskystes en Union Soviétique (https://goo.gl/IGaf6F).

Referencias

Broué, Pierre (1980-1981), “Les trotskystes en Union Soviétique”, Cahiers Léon Trotsky, N° 6 y N° 7/8. Disponible en internet en marxists.org/francais/clt

Broué, Pierre (2008), Comunistas contra Stalin: Masacre de una generación, Málaga: Editorial Sepha. http://tinyurl.com/pf7b29l

Day, Richard B. Day, M. M. Gorinov and E. A. Preobrazhensky (2014), The Preobrazhensky Papers: Archival Documents and Materials, Brill, Leiden and Boston.

Ellman, Michael (2002), “Soviet Repression Statistics: Some Comments”, Europe-Asia Studies, Vol. 54, N° 7.

Gorinov, M. M., S. V. Tsakunov y Konstantin Gurevich (1991), “Life and Works of Evgenii Alekseevich Preobrazhens- kii”, Slavic Review, Vol. 50, N° 2 (Summer), pp. 286-296. https://goo.gl/vAGDEf

Marie, Jean-Jacques (2003), Stalin, Palabra.

Preobrazhensky, Evgenii (1970), La nueva economía, Barcelona: Ariel. https://goo.gl/5GN8iF.

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