Una falsificación liquidacionista, respuesta a Daniel Blanco

El documento presentado por Daniel Blanco va más allá de la crítica a la Asamblea parlamentaria, a la fracción parlamentaria, al Comité Nacional-Comité Ejecutivo y a Romina Del Plá. Es un texto basado en la falsificación de la actividad parlamentaria de quince años, en particular de los últimos cuatro años en el Congreso y una completa negación de la real labor en Diputados en 2018. En lugar de una crítica marxista, ha resultado un texto liquidacionista que, en su estructura, adicionalmente, coloca al autor al borde del culto a la personalidad.

Sobre la consigna de poder

El autor arranca repitiendo un error (ya refutado) inscripto en el documento de Marcelo Ramal. A saber que, antes de la incorporación de la Asamblea Constituyente, el Partido Obrero carecía de consigna de poder. Teníamos y tenemos el gobierno de los trabajadores como consigna de poder, que ha sido la vara rectora del parlamentarismo revolucionario que hemos ejercido desde el ingreso a la Cámara de Diputados, desde el ingreso a la Legislatura porteña, en quince años de intervención parlamentaria en Salta y en todas las legislaturas y concejos deliberantes del país. No es motivo de este documento, pero queda planteado el error de elevar la Asamblea Constituyente, máximo órgano de la democracia burguesa, a la categoría de salida de poder de los trabajadores, cuando es una consigna democrática extrema -en su calidad de asamblea libre, soberana y con poder político-, de transición, para mejor luchar por el gobierno de los trabajadores que, en condiciones de una crisis excepcional, intervención de las masas mediante, puede desembocar en una crisis de poder. Los socialistas apelamos a ella para mejor promover la intervención de las masas y facilitar el tránsito a la “consigna de fondo y de poder” que tuvimos y tenemos, que es el gobierno de los trabajadores.

El eje de la crítica es que no se usa la actividad parlamentaria para una agitación revolucionaria y en particular con la Constituyente, lo cual, como veremos no es cierto.

Daniel Blanco dice que “el informe de la asamblea parlamentaria no da un solo ejemplo de que alguno de nuestros parlamentarios haya planteado en sus discursos o en los fundamentos de sus iniciativas legislativas esta salida”. Pero cuando se reunió la Asamblea parlamentaria no había comenzado la discusión del Presupuesto, así de absurdo es lo que estamos discutiendo.

Pero, Daniel Blanco no se ha tomado el trabajo de escuchar los discursos de Romina Del Plá, que están a disposición de todo el partido en su Facebook, en el del partido y otros sitios. Y si no, en las actas taquigráficas de libre disposición y que, si tenía dificultades para obtenerlas, pudo pedir al equipo parlamentario.

Sobre el debate del Presupuesto, hace una cita parcial donde contrastamos un conjunto de reivindicaciones obreras vitales, diciendo que no hay en ellas un programa socialista. Pero es una completa falsificación porque el texto explica que haremos eje en su carácter fondomonetarista y en el problema de la deuda, que es el eje de la crisis y del ajuste; basta recordar que 746.000 mil millones han ido al pago de la deuda externa. El carácter “sindical combativo y nacionalista” que se le imputa a las intervenciones de Romina constituye un desconocimiento del nacionalismo burgués en general y de la versión degradada de los nac&pop kirchneristas, que jamás han planteado ni la ruptura con el FMI ni el no pago de la deuda. Atribuir un carácter “sindical combativo y nacionalista” a estas consignas que hemos vinculado con un planteo de poder es desconocer por completo el Programa de Transición, en un cuadro de bancarrota capitalista. Es, por otra parte, una concesión mortal al nacionalismo. Se trata de un razonamiento propio de una secta propagandística y no de un partido de combate, que busca movilizar a las masas contra el Estado y sus partidos.

Daniel Blanco se refiere de manera muy confusa a la cuestión de los presupuestos de la burguesía y de un eventual gobierno de trabajadores: “Un presupuesto, bajo un gobierno de trabajadores, se confeccionaría de arriba-abajo, no al revés -desde los círculos financieros y el FMI hacia los punteros patronales del Parlamento-, y sería discutido por un Congreso de Trabajadores, que es una consigna histórica de nuestro partido”. No se entiende, el de la burguesía es de arriba-abajo. ¿El de los trabajadores es de abajo-arriba? ¿Esto quiso decir? En cualquier caso, vale una reflexión.

Un Estado obrero es transicional por definición y conserva un componente inevitablemente burgués, en tanto es un Estado de dominación de clase (El Estado y la Revolución, Lenin) y debe reorganizar las fuerzas productivas mediante la dictadura del proletariado. Dicho de otro modo, hasta alcanzar una sociedad de sobreproducción, cada fábrica no podría fijar, por ejemplo, su propio salario sino en función del desarrollo de conjunto de las fuerzas productivas. La economía planificada es centralizada, aunque su planificación surja de un poder soviético -es decir, de un poder “desde abajo”. Esto será así hasta que el desarrollo de las fuerzas productivas y la desaparición de las clases permitan dar a “cada cual según su necesidad y de cuál según su capacidad”. Si lo que Daniel Blanco quiere decir es que la clase obrera hace un presupuesto de abajo-arriba caeríamos en una idea bakuninista, algo ajeno a nuestra tradición teórica.

Además del hecho de que hemos contrastado en todo momento un plan económico integral de la clase obrera de salida a la crisis: impuestos progresivos a las grandes fortunas y rentas, nacionalización de los recursos estratégicos y las privatizadas bajo gestión obrera, apertura de libros, devolución de la Anses a un directorio de trabajadores y jubilados, y reposición de los aportes patronales, obra pública bajo gestión del Estado y con control obrero, etc.

Romina no ha usado la Constituyente en un sentido democratizante como se deduce del texto de Blanco, donde sugestivamente nunca aparece condicionada a la acción directa de la clase obrera, es decir al paro activo de 36 horas, el plan de lucha y la huelga general, condición de una caída del gobierno para que el “fuera Macri” no sea un taparrabos electoral. De manera que la agitación política ha sido la de un partido socialista que interviene en la institución parlamentaria desde la reivindicación de la acción directa de las masas. Cosa que hizo y especialmente remarcó también en el debate sobre el FMI, en ocasión de la sesión especial de la que fuimos parte. Ella planteó sistemáticamente el paro activo, la huelga general y el congreso de bases, y aun reivindicó el Plenario de Lanús, explicando que allí discutimos ese camino con el clasismo. Somos los mismos socialistas de los sindicatos que en el Plenario de Lanús defendimos la consigna de gobierno de trabajadores contra el boicot a esa perspectiva por parte de Izquierda Socialista.

Vamos a las citas de Romina Del Plá…

Daniel Blanco dice en la parte fundamental de su texto que, en el debate del Presupuesto en el Congreso, “lo primero que salta a la vista es que nuestra acción parlamentaria adoleció de un planteamiento político de fondo y de conjunto frente a la crisis”. Y que a pesar de que el informe afirma metodológicamente “la necesidad de combinar cada reclamo reivindicativo con un planteo político de fondo, es decir, de poder para la clase obrera. Esto es precisamente lo que estuvo ausente en toda nuestra acción parlamentaria”. Y afirma: “El informe de la asamblea parlamentaria no da un solo ejemplo de que alguno de nuestros parlamentarios haya planteado en sus discursos o en los fundamentos de sus iniciativas legislativas esta salida. Es lo contrario de lo ocurrido en 2001/2”.

Veamos: en la sesión donde se votó el Presupuesto, Romina del Plá manifestó: “¿Quién va a sacar a la Argentina de la crisis que está enfrentando? ¿Lo harán los que salvan a los banqueros y exportadores? De ninguna manera. Entonces, como entendemos que este gobierno está agotado, debe celebrarse una Asamblea Constituyente soberana con poder para adoptar las medidas de emergencia que sean necesarias, como por ejemplo aquéllas que impliquen nacionalizar la banca, el comercio exterior y las empresas hidrocarburíferas, frenar el drenaje de capitales y establecer un aumento general de los salarios y las jubilaciones para que recuperen su poder adquisitivo” (extraído de las actas taquigráficas, 25/10/18). Discurso desarrollado en medio de denuncias -y de la participación directa de Romina- sobre la fuerte represión contra la manifestación de repudio.

“Por último, creo que este Presupuesto plantea a trabajadoras y trabajadores la necesidad de intervenir fuertemente contra su aprobación. Por eso, pensamos en la necesidad de desarrollar una nueva movilización de rechazo y repudio, porque es claro que la solución no va a pasar por nuevos acuerdos que haga el gobierno ni por su intento de presentar una salida a la crisis; pasará por una cantidad de medidas de emergencia que podrán ser llevadas adelante sólo por una Asamblea Constituyente, libre, soberana y con poder que reemplace a este gobierno” (extraído de las actas taquigráficas de la sesión de Comisión de Presupuesto, 26/9/18).

“Desde nuestro punto de vista, hay que discutir una reestructuración general de la situación y no lo decimos como un eslogan. Efectivamente, está planteado que esto no siga el derrotero que están planteando. Este problema tiene que abordarse desde una Asamblea Constituyente, para que discuta las medidas de emergencia tendientes a frenar este drenaje de la riqueza del país que se está produciendo” (extraído de las actas taquigráficas de la sesión de Comisión de Presupuesto, 4/10/18).

“Notamos la existencia de una oposición entre los derechos de la mayoría de la población y los intereses que defiende el gobierno y la oposición que los acompaña. En ese punto creo que cada vez más llegamos a la conclusión de que, efectivamente, la continuidad de este gobierno va en contra de los intereses de la mayoría de la población. Por eso nos movilizaremos masivamente el 24, porque entendemos que es la única forma de rechazar este Presupuesto. Debemos empezar a discutir los trabajadores, la juventud y los jubilados acerca de la necesidad de poner en pie una Asamblea Constituyente. Esa Asamblea debe tomar medidas de emergencia que nos saquen de este vaciamiento de las riquezas del país y de sus gravísimas consecuencias para los trabajadores y la juventud, donde nos está llevando este gobierno que está agotado” (extraído de las actas taquigráficas de la sesión de Comisión de Presupuesto, 18/10/18).

Daniel Blanco dice: “pero (en 2000/2003) primó la utilización del Parlamento como tribuna política y como usina de proyectos legislativos”. En el Parlamento nacional tenemos más de cien proyectos legislativos que han canalizado una vasta agitación política y han sido el material de casi un centenar de audiencias públicas con movimientos populares de todo orden, empezando por el movimiento obrero. A un promedio de 60 personas por audiencia, han pasado por ellas más de cinco mil personas (con repeticiones desde ya), un trabajo político descomunal, que reconocen propios y extraños, y que tiene réplica en la Legislatura bonaerense, en la de de la Ciudad de Buenos Aires y en todo el país. ¿De qué habla?

Nuestra lucha socialista por el aborto legal

Daniel Blanco sostiene que nuestra acción parlamentaria en torno de la lucha por el derecho al aborto legal no puede exhibir “señalamientos concretos respecto del contenido socialista” de nuestra intervención, lo cual, según él, “habría puesto claridad a la estrategia de la sororidad”. Y agrega, al pasar, que “desde hace tiempo hay una discrepancia manifiesta en el tema de la opresión de la mujer, como se expresa en las tendencias a presentarla como un tema de género y no de la historia del antagonismo y la lucha de clases”. ¡Pavada de crítica! Daniel Blanco, como quien tira una piedra al mar, no se molesta en desarrollar una crítica semejante, que acusa al PdT -que, por otra parte, desde su organismo de dirección ha seguido paso a paso nuestra intervención parlamentaria- de abandonar el marxismo en el terreno de la lucha por los derechos de las mujeres.

El documento de la Asamblea parlamentaria que Daniel Blanco critica contiene un extenso desarrollo sobre la lucha política y nuestra “actuación socialista” en torno del aborto legal, incluida la crítica a la “sororidad”, la actuación de cada uno de los bloques de la burguesía, sus vínculos profundos con la Iglesia católica, en tanto pilar de sometimiento capitalista sobre las masas en nuestro país -todo lo cual ha caracterizado nuestra intervención en tiempo real. ¡Romina se distinguió por plantear, en cada intervención, la separación de la Iglesia del Estado y denunciar el sometimiento de todos los bloques y el Parlamento al Vaticano! Daniel Blanco no se toma el trabajo de refutar el largo desarrollo volcado en la resolución de la Asamblea parlamentaria (o los videos y las notas en la Prensa Obrera), para explicar en qué se expresa la “ausencia de un planteo socialista” -reemplaza la crítica por una sentencia. Reclama “señalamientos concretos”: le damos uno, el inicio del discurso en la sesión del 13 de junio, donde la Cámara de Diputados debatió y aprobó el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo -seguro uno de los más importantes y de mayor repercusión en nuestra historia parlamentaria-: “Llegamos a este momento histórico como resultado de una enorme movilización popular que se está expresando en todo el país, que lleva décadas, pero que muchos advirtieron a partir del NiUnaMenos. Y esta lucha tiene un objetivo: poner fin a miles de muertes y mutilaciones por aborto clandestino, y por terminar con un instrumento del Estado contra las mayorías populares, que intenta disciplinar y establecer las bases de dominación de una gran parte de la población bajo principios de tutelaje, discriminación jurídica, imposición de roles a las mujeres. Esta irrupción de la ola verde tiene que ver con romper ese tutelaje de la Iglesia y del Estado. Somos parte de esa lucha por la emancipación de la mujer, de la mano de la lucha contra toda explotación del hombre por el hombre. Desde ese lugar, votaremos por el dictamen de la mayoría en favor de la legalización del aborto”.

Y el cierre de ese mismo discurso: “La primera gran revolución socialista de la historia, hace un siglo en Rusia, una de las primeras medidas que tomó fue consagrar el derecho al aborto, el derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. Reivindicamos ese proceso porque está claro que, para ir a fondo en los derechos de las mujeres, tenemos que ir a fondo en la lucha por los derechos de los trabajadores y de los explotados, por la emancipación de toda forma de explotación, y eso es, en definitiva, la lucha por un gobierno de trabajadores. ¡Anticonceptivos para no abortar, educación sexual para decidir, aborto legal para no morir!” (extraído de las actas taquigráficas del Congreso, pero también disponible en Prensa Obrera y en el Youtube del Partido Obrero -donde hay registro de todas las intervenciones).

Pero el debate de la “sororidad” -presentado como chicana sin desarrollar- no es menor. ¿Sugiere Blanco que Romina debería haber rechazado el lugar de cuarta firmante del proyecto de la Campaña? ¿Que debiera haber rechazado las tribunas mediáticas a la que la invitaban a concurrir junto a Austin, Donda y Macha? ¿Qué en virtud del protagonismo de estas evidentes adversarias de clase, lo mejor era relegarnos a un lugar secundario? Nada de esto se explica en su “Balance crítico”.

Sobre la Consulta Popular Vinculante, Daniel Blanco habla desde el lugar de la ignorancia. Se espanta ante la posibilidad de la presentación de un proyecto en el Congreso respecto de la Consulta Popular Vinculante y reclama una “discusión política urgente”. Pide, como condición a la presentación parlamentaria, “un acuerdo de los sectores más avanzados del movimiento de mujeres”. ¿De qué sectores habla Daniel? El balance de nuestra campaña por la Consulta Popular Vinculante (lo invitamos a que lea los distintos materiales que ha elaborado el PdT al respecto -o por caso, las resoluciones del Primer Congreso Nacional del Plenario de Trabajadoras, votadas por unanimidad), que dan cuenta del entusiasmo y “acuerdo” que la propuesta recibió ante el activismo que se volcó a esta lucha, allí donde hemos podido llevar el debate: la juventud en los colegios, las asambleas en las barriadas, en lugares de trabajo, etc. Ese activismo es “lo más avanzado del movimiento de mujeres”, no las corrientes que en su mayoría son tributarias o agentes directos del nacionalismo burgués (empezando por la propia composición de la Campaña, que reúne militantes de todos los partidos patronales, en especial, del kirchnerismo). Nuestro método, no obstante, fue un debate franco y abierto con todos, empezando por una carta a la Campaña y por citas con buena parte de las referentes y organizaciones que actúan en este terreno. Los argumentos que recibimos contra la Consulta Popular Vinculante son los argumentos contra la continuidad de una lucha ahora, en favor de la estrategia de “votar bien 2019”. De ninguna manera, nuestra acción parlamentaria (así como en ningún terreno de la lucha de clases) puede estar sujeto a este tipo de orientaciones criminales (¡no somos sororas!). La presentación del proyecto en el Congreso, para tranquilidad de Daniel Blanco, tampoco hubiera escandalizado a nadie; en plenarios organizados post derrota en el Senado, de los que participó la Campaña, casi en pleno, en Capital, los argumentos para refutar la Consulta Popular Vinculante acompañaban el lema “ahora vamos por el aborto legal 2020”, con invitaciones a que, de todos modos, Romina presente su proyecto, “para lo cual está en todo su derecho”. La presentación de proyecto de la Consulta, fundamentalmente, hubiera sido un factor más de agitación política en torno de la campaña, ¿o Daniel cree que sin ganarnos a “los sectores más avanzados del movimiento de la mujer” tendría alguna chance de prosperar en su tratamiento parlamentario? ¡Hasta Marcos Peña salió a rechazarlo! La cuestión era mucho más elemental, evaluar la posibilidad de que el proyecto presentado contribuya a la lucha política que libramos en soledad por la continuidad de esta lucha.

Dieciocho años de parlamentarismo revolucionario de nuestros diputados obreros y socialistas

Daniel Blanco se ha olvidado que Romina no sólo habla en el recinto y en la televisión, sino también en las asambleas y los ámbitos del clasismo como secretaria general del Suteba Matanza. Pero esto valió para Soledad Sosa, para Patricia Jure, para Néstor Pitrola y para todos los compañeros, porque Pablo López y Claudio Del Plá han sido, en diversas fases, los diputados de los docentes o de los obreros azucareros que, al mismo tiempo, han enfrentado al romerismo en Salta y la Iglesia, siempre desde la crítica al régimen, al Estado capitalista y a sus partidos y en favor del gobierno de los propios trabajadores. Otro tanto ha ocurrido con Eduardo Salas este año en Córdoba, transformado en el diputado de los obreros, y aún del sindicato de Luz y Fuerza, lo que ha dado origen, combinado con el trabajo del partido, a la constitución de un círculo y una agrupación obrera en ese gremio. Del mismo modo que podemos citar la labor de Marcelo Ramal primero, y Gabriel Solano luego, en torno de la lucha de los enfermeros en la Ciudad, y así tantos ejemplos.

En su sugestiva parábola, que repite un texto del propio Altamira -luego corregido por la delegación actuante- en la anterior Conferencia Latinoamericana realizada en Uruguay, para reivindicar como agitación revolucionaria sólo la realizada en la Legislatura en el año 2000/2003 por Altamira, Daniel Blanco omite discursos que marcaron un hito del parlamentarismo revolucionario como el discurso de Pitrola en la Asamblea del Bicentenrario en la propia Tucumán que él escucho en vivo y en directo. O el planteamiento ante el pacto con los fondos buitre que fue reproducido virtualmente en cadena nacional. O un hito de nuestra lucha socialista contra la “sororidad” pluriclasista que tuvo lugar en el Parlamento cuando se votó la paridad de género, con una memorable intervención de Soledad Sosa en el recinto y luego en el acto de Atlanta. Omite intervenciones memorables como la realizada por Marcelo Ramal en defensa de una educación socialista, que publicamos oportunamente en EDM. Pero, aparte, se trata de una analogía prejuiciosa la que hace Daniel Blanco: dice que “en el Congreso y en las legislaturas, los debates políticos son cosa corriente, de ningún modo se confinan a los estudios de televisión”. No sabe de qué habla. En la Legislatura porteña hay sesión todas las semanas, en el Congreso Nacional es el año en que históricamente menos sesiones hubo (ver estadística en todos los diarios), y Romina se las ingenió para resaltar su/nuestra intervención. ¿Por qué cree que la/nos convocan los canales de TV, sino es por este destaque? Aparte debe saber que hemos sido tan molestos, que el macrismo ha hecho una persecución especial contra nuestra representación en la Cámara, lo que hemos denunciado oportunamente, marginándonos de todas las comisiones de peso (presupuesto, mujer, legislación general, trabajo, previsional, etc., etc.). Por otro lado, no hay “intervenciones previas libres” como en algunas legislaturas, sólo privilegios o apartamientos del reglamento, que debemos forzar para introducir un tema, lo cual no siempre es posible, aunque lo hemos hecho igualmente en cada oportunidad, en especial para colocar las luchas obreras del momento (valiéndonos de nuestros proyectos por los choferes de UTA, los trabajadores de Télam, del Inti, del Hospital Posadas, los docentes, etc.).

Lo mismo podemos decir de las intervenciones contra el endeudamiento con el Club de París y la indemnización a Repsol, que permitieron una agitación revolucionaria en torno de la nacionalización de los recursos estratégicos como parte de un programa bajo la dirección y el gobierno de los trabajadores, adicionalmente unida a la reparación a los ex-ypefianos que nos permitió la conquista de una ley y la constitución de un movimiento de trabajadores. Vale para el enorme trabajo telefónico y para el trabajo en jubilados, que permitió ponernos a la cabeza parlamentaria del movimiento de rentas vitalicias.

Temas como el dietazo fueron usados para una agitación revolucionaria, desnudando el carácter de clase del Congreso, e incluso la lucha por la defensa animal de los galgos fue explotada para un planteo socialista contra la depredación ambiental y laboral del capitalismo, la crítica a la anarquía capitalista, al negociado degradante del juego y al hecho de que superaremos la tracción a sangre cuando superemos el modo de producción basado en la explotación del hombre por el hombre que, en su etapa de declinación, agrava la reproducción del atraso en el desarrollo desigual y combinado. El libro La fuerza de la izquierda en el Congreso, evidentemente, no ha sido leído por Daniel Blanco. Sería bueno que lo lea y, como responsable de una regional, difunda su contenido formador en lugar de falsificar el accionar del bloque de nuestros diputados. Es de gran valor no sólo por el contenido del parlamentarismo socialista llevado adelante, sino por sus prólogos de Marcelo Ramal y Néstor Pitrola.

El carácter “sindical y nacionalista” que Blanco imputa a nuestro trabajo parlamentario es una impostura. Pero la naturaleza del balance apunta a una posición propagandística, en donde la lucha política concreta en cada fase de la crisis, el intento de despertar el interés de las capas más amplias de la clase obrera en nuestras posiciones, así como el de movilizar políticamente a los trabajadores contra el régimen es reemplazado por un mantra, la repetición de una consigna a la cual se le atribuyen poderes mágicos. Desde esta óptica, el resto de los planteos de partido es descalificado como “sindicalista” o “nacionalista”. Sobre los carteles que debió tener la columna del Partido Obrero el día del tratamiento en el Congreso no es materia de este debate. El partido marchó con sus consignas centrales y, en algunos casos, fue el resultado del frente único con el PSC y el FIT. El “derrotemos a Macri, el FMI y los gobernadores” no faltó en ninguna movilización.

Cuadernos y FMI

La andanada liquidacionista no deja títere con cabeza. Se acusa a la banca de no haber explotado la crisis de los cuadernos en una denuncia del régimen y la clase social responsable de la corrupción. Es otra vez falso. Lo que ocurre es que la cuestión no pasó por tratamiento parlamentario alguno y en el texto de la Asamblea parlamentaria marcamos una orientación que es la de las distintas resoluciones del Comité Nacional para explotar en exposiciones previas, en alguna moción de privilegio, y desde luego en los medios. Y en los debates donde se tocó (Comisión de Presupuesto y ante el ministro Dietrich) el sistema de fideicomiso con las obras de Participación Pública-Privada que lanzó el gobierno, hicimos uno de nuestros ejes en este ángulo de denuncia.

La cuestión de la ley del arrepentido, que votamos en contra, fue motivo oportunamente de una denuncia agudísima del régimen de impunidad que conlleva, cuestionando todo el andamiaje jurídico penal del Estado capitalista como un sistema de impunidad del saqueo capitalista.

La acusación de que el equipo parlamentario del Comité Nacional, votado por el Comité Nacional actúa al margen del Comité Nacional es definitivamente una patraña, ya refutada en los documentos previos. Las bancas de todo el país son un instrumento del partido para aplicar todas sus orientaciones, no se trata de llevar al Comité Nacional cada debate que haría inviable su tratamiento, sino de que de cada resolución del Comité Nacional se incorpore su orientación al trabajo parlamentario. La cuestión de la inhabilidad moral de De Vido, votada en contra, como el voto a su desafuero, fueron debatidos en el Comité Ejecutivo y el Comité Nacional. El Comité Ejecutivo ha votado cada posición parlamentaria que pudiera ser controversial.

El tema de la prisión preventiva y su uso como instrumento de persecución política debe ser examinado en cada caso. Un reciente debate en Salta resultó esclarecedor. Un diputado resultó filmado en un asalto a mano armada en el marco de una guerra de informaciones de una empresa sobre subsidios irregulares. El fiscal pidió preventiva y desafuero, lo cual era elemental. Todo el régimen político maniobró de distintas maneras para evitar la detención, que hubiera correspondido a cualquier ciudadano, cuando la población entera había visto el video del mismo. La presidencia le pidió la renuncia para evitar el debate, la jueza pidió allanarlo pero no detenerlo, etc. Adoptamos una política clara contra la impunidad del diputado, incorporando la citación del fiscal a la Cámara para que explique el pedido de preventiva y desafuero. El accionar de la Justicia debe ser caracterizado con un enfoque político de clase según los casos, para no enredarnos en una disquisición jurídica -si el desafuero corresponde con una sentencia, con dos o con 20 años de dilaciones, como en el caso Menem por no tener confirmación de la Corte.

Volver con el debate sobre el FMI y el intercambio de firmas en proyectos con el PTS sin contestar las refutaciones de tres documentos presentados por Néstor Pitrola, Rafael Santos y por el equipo parlamentario no es serio, es una falta de respeto al debate político. La consulta popular ante la primera crisis con los fondos buitre fue explicada por Jorge Altamira y Marcelo Ramal en los periódicos números 1.320 y 1.321. Jamás se explicó por qué ahora no serviría -cuando la mayoría de la población repudia al FMI, cosa menos clara en cuanto al no pago de la deuda. Nosotros, como explicamos, presentamos a través de Romina otro proyecto de investigación y no pago ante el rescate del FMI (no la consulta popular), un instrumento apto para denunciar que Macri y el peronismo eludían el debate en el Congreso, cosa que efectivamente hicimos en sesión especial al efecto.

Resulta sorprendente que Daniel Blanco reivindique que Altamira en Tucumán, recientemente, se refiriera a que el PJ no quiso debatir en el Congreso el pacto con el FMI para no delatar que votaba a favor. Eso fue lo que hicimos oportunamente mediante los instrumentos que critica Daniel Blanco. Cuando Altamira fue a Tucumán, el debate ya era otro: el PJ estaba votando el Presupuesto del FMI, demostrando directamente su compromiso con ello. Con tal de denostar al resto de los compañeros y reivindicar la “luz” de Altamira se cae en la estupidez, algo muy negativo para la formación socialista de las nuevas generaciones que deben pensar con su cabeza y construir esta gran organización colectiva que es el Partido Obrero.

La cuestión de una “política parlamentaria”

Pero Daniel Blanco no sólo falsifica la realidad, sino que sobre esa base arma “conclusiones” también falsas. Por ejemplo, Blanco propugna que: “Primero, el Comité Nacional tiene la responsabilidad de establecer la política parlamentaria, por escrito, y discutir en forma regular su desarrollo”. No tenemos una política parlamentaria diferenciada de la política general del partido. Llevamos y debatimos en el Congreso las orientaciones generales que fija el partido. Los equipos parlamentarios de todo el país están ligados con esta fracción y discuten y plantean iniciativas: hay un intercambio constante de textos, campañas, pronunciamientos y problemas. La responsabilidad política directa está ejercida por la dirección política de los comités partidarios.

En la segunda y última conclusión, Daniel Blanco acusa de que faltan balances de la ligazón del trabajo parlamentario con los comités y de si esto permitió un desarrollo partidario. Esta es más vieja que… falta balance de esto o de lo otro, una queja vacía e infinita que saca falsas conclusiones políticas. Porque Blanco afirma que fallamos en ver “cómo las iniciativas parlamentarias se vinculan con la estrategia política y desechan la improvisación, y salen anticipadamente a su presentación para encarnarlas en campañas partidarias”. ¿A qué se refiere? ¿A la campaña por el derecho al aborto? ¿A qué? ¿Hay algún comité que se queje de que le hemos dado la espalda a alguna campaña planteada por su dirección? El Equipo Parlamentario Nacional es un motor de la lucha política de nuestro partido y sigue fielmente la orientación que fija el Comité Nacional, además de proponer iniciativas a los frentes vinculados con distintas luchas que se van abriendo paso (realizando audiencias públicas que sirvan a un reagrupamiento, organizando reuniones de nuestros parlamentarios con el activismo, con la presentación de proyectos para propagandizar en los frentes, intervenciones especiales en recinto y en las comisiones, que son enviadas para una difusión especial en cada frente o Comité, etc.). Errores habrá a montones (sobre ángulos de intervención, sobre demoras o apresuramientos, etc.), pero no se encuentra una desviación del trabajo parlamentario respecto de la orientación partidaria, votada por el Congreso y el Comité Nacional. Los balances del reclutamiento en telefónicos, ex ypefianos, ley audiovisual, cannabis, PdT, Educación Sexual Integral, rentas vitalicias, derechos humanos, frentes obreros, Paulina Lebbos (Tucumán), etc., etc., etc. etc., son parte de los balances de actividades del partido, y cada comité o frente respectivo, y, por supuesto, todo aporte es bienvenido. En cambio, las palabras vacías desmoralizan a un partido.

Un debate político merece argumentos, no falsificaciones prejuiciosas.

28/11/18

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