Los orígenes de la burocracia stalinista: nuevos datos de la investigación histórica

Entendemos que la historia del pueblo, del Estado y del Partido Comunista soviéticos fue muy falsificada. Uno de los más destacados historiadores de la URSS, Yuri Afanasiev, escribió que no hay pueblo ni Estado con una historia más falsificada que la del pueblo y el Estado soviéticos. El período del stalinismo fue una tragedia para todos los pueblos que habitan la URSS. Mi interés profesional está justamente en los principios de ese fenómeno, en sus raíces, porque la historiografía habitualmente determinaba que el stalinismo o la llamada sociedad stalinista como tal, comenzó a desenvolverse a partir del año 1929, con la llamada colectivización. Yo creo que las raíces son más profundas y los acontecimientos son anteriores y, por eso, investigué el período de 1921-24, período que considero el más importante para que se pueda entender lo que sucedió en nuestro país. Hoy se habla mucho, incluso en nuestra prensa, sobre la llamada alternativa de Bujarin en 1929 y de otras alternativas más. Desde mi punto de vista, en 1929 ya no existía ninguna alternativa, pues todo ya había sido decidido anteriormente, entre los años 1923 y 1924.


Como soy uno de los pocos historiadores de la URSS que tiene acceso a los archivos secretos del Partido, tengo la posibilidad de recoger documentos extremadamente importantes, incluyendo documentos de León Trotsky, que ya están siendo publicados en la Unión Soviética. Voy a mencionar apenas uno de ellos, la carta de Trotsky del 8 de octubre de 1923 (Revista Izvestia, Noticias del Comité Central). Nosotros, del Instituto de Marxismo-Leninismo, consideramos que lo más importante es recoger y publicar los documentos archivados, dando al público el máximo de informaciones posibles y, al término de uno o dos años, cuando muchos documentos estuvieran publicados, podremos ver con más claridad la realidad y la verdad históricas y comprender las raíces de la sociedad que existió en la URSS hasta 1985 y que, en cierta forma, existe hasta hoy.


Pretendo* presentar algunos datos y cifras de los años 1923 y 1924. Cuando leí la carta de Trotsky, quedé sorprendido por la agudeza de su crítica contra el Politburó, escribiendo sobre la crisis del país y en el interior del Partido, y sobre la burocracia. Al mismo tiempo, leyendo los diarios de este período, como Pravda e Izvestia, se veía que el país estaba calmo y tranquilo y que todo se desenvolvía normalmente. La prensa no reflejaba la lucha muy aguda que ya ocurría en el interior del Partido, del Comité Central y del Politburó.


El primer pleno del Comité Central después del XI Congreso, del 3 de abril de 1922, con votación abierta y con la participación de Lenin, aceptó por unanimidad la propuesta de Kamenev sobre el nombramiento de Stalin como Secretario General del Comité Central. Este cargo fue creado para dirigir el trabajo del Secretariado del Comité Central, sobre todo en lo referente a la rendición de cuentas, la selección y distribución de los cuadros partidarios. En el partido ya existía una jerarquía definida con directivas venidas de arriba y disciplina militar con relación a su cumplimiento. La colegialidad relativa se mantenía con Lenin en el Politburó, sólo que en un nivel más alto de decisiones políticas. El cargo de Secretario General objetivamente se convirtió en la conexión lógica de la jerarquía. Como justamente afirmó Tucker, “Lenin no consideró que el cargo de secretario era una posibilidad de concentración de todo el poder en las manos de una sola persona … El Secretariado, entretanto, podía influenciar sobre el orden de los debates, sobre la dirección política, y esto le permitió tener una posición estratégica importante en relación a las órdenes de la dirección, así como el derecho a nombrar cargos, lo que hacía del Secretariado un instrumento ideal de manipulaciones políticas” (1).


No pasó mucho tiempo —menos de nueve meses— y ya en diciembre de 1922 Lenin propuso transferir a Stalin de este cargo, alegando que “tenía concentrado en sus manos un poder enorme” (2). ¿Qué sucedió en esos meses? ¿Qué hechos llevaron a Lenin a este juicio?


El proceso de concentración de “poder ilimitado” en las manos de Stalin, sus aliados temporarios y funcionarios personalmente fieles se manifestaba en varias direcciones en 1922:


1) Crecimiento del aparato del partido y de los Soviets que pasó a ser la misma cosa;


2) Creación de un mecanismo rígido de sumisión al centro, no al Comité Central ni al Buró de Organización, sino directamente al Secretariado del Comité Central;


3) Aumento de los poderes y privilegios del aparato, y por consiguiente, la transformación


Consideremos algunos aspectos de este proceso.


Como es sabido, el 23 de mayo Lenin viajó a Gorki, donde dos días después tuvo la primera crisis, que lo llevó a la parálisis parcial de su brazo derecho y a dificultades en el habla. Lenin permaneció en Gorki hasta el 2 de octubre. Durante ese período casi no participó de la vida política, habiendo sido, en gran medida, aislado (el nuevo Secretario General lo visitó cinco días después de la crisis, y no volvió a aparecer por casi quince días).


Parece que la situación de Lenin se constituyó en uno de los factores que llevaron a Stalin a actuar con decisión y rapidez. Asegurándose el apoyo de Kamenev y Zinoviev, comenzó el proceso de creación de la nomenklatura —(partidocracia). Ya el 6 de junio, en algunos lugares fue distribuido el texto de Molotov, aprobado por el Secretariado (Stalin, Kuibischev y Molotov) y por el Buró de Organización (Andreev, Djerzhinski, Kirov, Tomski) llamado “Situación de los Instructores del Comité Central”, según el cual se otorgaban al instructor amplios derechos sobre la elección de órganos partidarios locales, estando los propios instructores subordinados al Secretariado de Organización del Comité Central, o sea, al aparato. Rápidamente, un sistema análogo de dirección de instructores fue creado dentro de los núcleos inferiores del Partido. Según el texto, “el instructor analiza y dirige el funcionamiento de los comités del partido, los ayuda a seguir rígidamente las directivas de los órganos partidarios centrales” (3). En el transcurso de 1922, los instructores del Comité Central investigaron más de las dos terceras partes de las organizaciones regionales, y aunque oficialmente se afirmase que “no tienen derechos administrativos y de decisión”, no había prácticamente ningún caso en que el comité regional no aceptase las propuestas principales, las cuales, normalmente, eran hechas por los instructores del Comité Central.


En julio fue creado el Departamento de Organización del Comité Central, como parte del Secretariado. Para la dirección del Departamento fue nombrado L.M. Kaganovich, cercano a Stalin.


Entre las tareas del Departamento figuraban “la observación y fiscalización de las organizaciones del partido y su instrucción, la creación de directivas de carácter organizativo”, etc. Comenzó, entonces, la práctica de convocar secretarios para prestar declaraciones ante las organizaciones superiores, buscando “evitar posibles errores en las cuestiones importantes en la periferia” (4). Comenzó el flujo de informes escritos regulares de abajo para arriba. Así, se aconsejaba a los comités provinciales mandar al Secretariado del Comité Central tres informes diferentes: secreto, informativo y estadístico (5). Así fue creado el mecanismo de influencia del aparato central, más exactamente del Secretariado y personalmente de Stalin, sobre las organizaciones locales y su control.


El 31 de julio, el Buró de Organización aprobó un documento sobre “La mejora de las condiciones de vida de los funcionarios activos del Partido” —documento que merece una atención y comentario especial, ya que fue publicado parcialmente. De acuerdo con él, se creaba una jerarquía estricta del salario de todos los funcionarios del Partido. Así, el salario mínimo para los secretarios de núcleos en las empresas y en el campo se fijaba en el nivel de la 12a calificación (30 rublos). Para miembros del Comité Central y para los secretarios de los comités regionales, 43 rublos. Tales eran, aproximadamente, los sueldos de los comunistas que trabajaban en los órganos económicos y en el Soviet. Exclusivamente para los funcionarios del partido se establecía una bonificación de 50% para una familia de tres personas y además otro 50% por trabajo extraordinario. Los impuestos a los altos salarios fueron simbólicos, constituían el 25-50% del excedente, que comenzaba a calcularse desde la 17″ calificación, o sea 67 rublos (6). El salario medio mensual, en la sociedad, era de 6 rublos y 88 kopeks.


Junto con la remuneración, ‘los funcionarios activos del Partido”, y también los miembros de sus familias, recibían una distribución especial de productos. En los órganos centrales soviéticos, por ejemplo, durante el verano de 1922, esta distribución mensual incluía: 12 kilogramos de carne, 1,2 de azúcar, 4,8 de arroz, 100 gramos de té, etc. Para los funcionarios a nivel provincial, la ración fue muy inferior: 4,6 kilos de carne o pescado, 400 gramos de azúcar, 162 cigarros, 3 cajas de fósforos, etc. Además de esto, los primeros recibían (junto con los miembros de su familia), gratuitamente, casa, ropa, asistencia médica y hasta, de acuerdo con el cargo, transporte personal (7).


Los funcionarios más “responsables” pasaban las vacaciones, periódicamente (de 1 a 3 meses por año), en casas de descanso fuera del país. Hacia allí viajaban, por motivos de salud, generalmente acompañados por la familia y por médicos personales, también por cuenta del partido. A falta de una estadística real, mencionaremos varios ejemplos. Según la decisión del Secretariado del 5 de mayo de 1922, correspondían 100-150 rublos de oro para gastos de transporte hasta el lugar de descanso. Durante el primer mes de estadía en el sanatorio, cien rublos de oro para alojamiento. Para pequeños gastos, también cien rublos de oro. Para cada mes siguiente, otros cien rublos de oro (8). En cada caso particular la decisión de descanso era tomada por el Secretariado.


En general, se le daba una gran y permanente atención al descanso. Así, en julio, una comisión especial, presidida por el comisario del pueblo de salud, N.A. Semachco, consideró muy cara la manutención de dos casas de descanso en el exterior y propuso que en su lugar fuesen abiertas, en Crimea, dos casas semejantes. El 11 de julio, el Buró de Organización (el cual aprobaba las directrices del Secretariado casi mecánicamente) decidió no cerrar las referidas casas y abrir nuevas en Crimea. Mencionaremos, además, una decisión del Buró de Organización del 4 de octubre, según la cual, se llegó a un acuerdo que consistía en reservar 1200 camas, como mínimo, en los lugares de descanso, para los funcionarios del partido, durante la temporada de invierno y ceder 100 rublos (de antes de la guerra) adicionales para cada “cama partidaria” (9).


Así fue creada la base de los sistemas de privilegios, de sobornos a funcionarios, cuya dirección —conforme demostramos anteriormente— pertenecía al secretariado, o sea, estaba en las manos de Stalin.


Para ilustrar el contraste entre las formas de vida de los “funcionarios responsables del partido” y la población, en 1922, citaremos las memorias de un contemporáneo: “Recuerdo como, en 1922, nuestra familia regresaba de Poltava a Moscú. Mi tía, vieja bolchevique, con la ayuda de M. Frunze, nos consiguió lugares en el vagón especial, donde viajaban los representantes de la nueva elite —funcionarios del partido, jefes y comisarios del Ejército Rojo.


El vagón olía a cuero, buena colonia y cigarros caros. Nosotros, después de dos años de hambre, estábamos vestidos como mendigos. Los pasajeros de la elite nos miraban con curiosidad, bebían vino, comían golosinas (frente al hambre generalizada en el país) pero ninguno me ofreció a mí, un niño que parecía un esqueleto, ni un pedacito de pan, para no hablar de chocolate, que generalmente podían ser conseguidos por los nuevos *dueños de la vida’”’ (10)


De acuerdo con lo que fue divulgado, en el verano de 1922 el número de funcionarios que recibían su salario y facilidades presupuestarias del partido (la dirección partidaria) fue de 15.325, sumando las familias, 74.470. A estos debemos sumar 1920 miembros del partido, funcionarios de los soviets y órganos centrales.


Según la decisión del Buró de Organización del 27 de setiembre de 1922, el número de funcionarios aumentó a 20.000 personas, y el número de personal de apoyo, incluyendo el técnico, que recibía también un abastecimiento especial, hasta 40.000 personas. Desde diciembre, en el mismo Secretariado del Comité Central, ya había 275 “funcionarios responsables” y 372 “funcionarios técnicos”(ll).


Desde el verano de 1922, Stalin a través del Secretariado, efectúa activamente la selección e imposición de elementos fieles a su persona, política que él mismo, un año después, en el XII Congreso, formuló así: “Es necesario seleccionar los cuadros de tal manera que los cargos sean asumidos por personas capaces de seguir las orientaciones, que puedan asumir esas orientaciones como si fueran suyas y capaces de realizarlas en la práctica” (12). Con el paso de los años, fue cambiada la mayoría de los secretarios de los comités distritales y provinciales —algunas veces mediante una maniobra directa, generalmente bajo la forma de “recomendación” y “reelección”.


Un proceso semejante se desenvolvía en los núcleos inferiores del partido, y no sólo en el aparato partidario como tal. En un informe respecto del trabajo partidario durante el año 1922, Kuibischev escribió que “cada nombramiento importante, tanto en el centro como en la periferia, sea ésta de algún dirigente empresarial o elección (!) del secretario del comité provincial o miembros del Buró es acompañada, cada vez con mayor frecuencia, de un proceso previo de selección (…) El partido tiene la posibilidad de designar incluso a los secretarios de los comités distritales, de organización e incluso a los secretarios de núcleos” (13).


En el XII Congreso, Preobrazhenski, señaló con preocupación, que “aproximadamente el 30% de los secretarios de nuestros comités distritales son, como se acostumbra decir, ‘recomendados del Comité Central. No sé hasta dónde llegó este proceso” (14). Y “llegó” realmente muy lejos. Por ejemplo, en nuestra opinión (basada en estadísticas secretas), de 191 personas que ocupaban el cargo de secretarios de comité provincial desde el verano de 1922 hasta el otoño de 1923, apenas 97 fueron elegidas y el resto “recomendado” o nombrado directamente (15).


Desde agosto, el nombramiento de los secretarios se convirtió, de hecho, en norma tada: aprobada por la XII Conferencia del Partido, fue creada una nueva reglamentación según la cual, a partir de entonces, los secretarios de los comités provinciales y distritales deberían ser aprobados por los órganos superiores. El rápido estrangulamiento de los elementos de la democracia interna del partido ocurría también en otra dirección. Así, según el nuevo reglamento, paralelamente a los comités provinciales (elegidos subordinados a las conferencias provinciales), se creaban burós provinciales (nombrados por el Comité Central y subordinados solamente a él). Los nuevos organismos seguían la decisión del X Congreso: fueron puestos, de hecho, bajo el control de los comités. También ocurría una paulatina liquidación de los clubes de discusión del partido, etc.


En diciembre de 1922, por iniciativa de L. Kaganovich, como complemento de las “Circulares del Comité Central”, anteriormente editadas, se introdujo un nuevo tipo de orientación —“las Cartas circulares del Comité Central”. Un mes más tarde, también las “Orientaciones circulares del Comité Central”, que debían ser cumplidas de la misma forma “rápida y exacta” como las Circulares. Estas orientaciones eran habitualmente elaboradas por uno de los secretarios (Molotov o Kuibischev) y eran aprobadas por el Secretariado (también por Stalin) habitualmente sin ninguna coordinación con los miembros del Comité Central. No obstante, comenzaban con la fórmula “El Comité Central decidió Así, el Secretariado (y en gran medida el propio Stalin) usurpó definitivamente algunas funciones del Pleno del Comité Central. Dos años y medio más tarde, Kamenev reconoció que el Secretariado se había convertido en un órgano superior al Buró Político y |K Que “de hecho decide la política” (16).

Un aparato represivo


fue puesto al servicio del recién nacido monstruo del totalitarismo. A partir del verano de 1922, claramente, se ampliaron las funciones y competencias del Secretario General que, en principio, se encontraba bajo el control del Comité Central. Así, en agosto, la resolución de la XII Conferencia del partido sobre “Los partidos y la ola anti-soviética” dió “luz verde” a la represión contra los mencheviques y los socialistas revolucionarios pero también contra la intelectualidad no partidaria. Las resoluciones del 3 de agosto sobre “el registro de las asociaciones y uniones” significó la prohibición de todos los partidos, excepto el bolchevique.


El decreto del 10 de agosto sobre “La implantación forzosa de las decisiones administrativas” abrió un precedente para la creación de comisiones especiales para ajustar cuentas con los que pensaban diferente. A fin de setiembre, el Buró Político decidió una mayor expansión de los derechos de la Secretaría General, y según la decisión del Buró Político del 16 de octubre, recibió, de hecho, el derecho de maniobrar independientemente de las normas judiciales. Así se dieron los primeros pasos en dirección al Estado totalitario.


Como vimos, para el enfermo Lenin, en gran medida separado de la vida política, también gracias a los esfuerzos del Secretario General, había razones más que suficientes para dictar las palabras sobre “el poder ilimitado” de Stalin. Sin embargo, era demasiado tarde. A fines de 1922, el poder real en el partido ya estaba, en gran medida, en las manos de la partidocracia —“jerarquía de los secretarios”— en cuya cima se encontraba el Secretariado del Comité Central y, personalmente, Stalin.


(*) Aleksandr Podtchekoldin es historiador e investigador sénior del Instituto de Marxismo-Leninismo de Moscú. Actualmente está investigando los documentos de los archivos secretos del CC del PCUS. Participó del Simposio sobre León Trotsky realizado en San Pablo en 1990.


NOTAS:
(1) Tucker, Robert. Stalin camino al poder – 1879-1929. Historia y Personalidad. 1990. p. 270 .

(2) Lenin, V.I. Obras Completas, t. 45, p. 345
(3) Libro para el funcionario del Partido, curso 3, m., 1923, p. 108/118
(4) Si en 1922 el Departamento de Organización llamó para rendir cuentas a 16 secretarios de comités distritales, para los primeros meses de Í923, el número se elevó a 39
(5) Libro del funcionario del Partido, p. 118-1196.
(6) Libro del funcionario del Partido, p. 126
(7) Argumenti i facti, 1990, n9 27, no podemos encontrar datos sobre el abastecimiento de los obreros
(8) Allí también
(9) 100 rublos de antes de la guerra equivalen a cerca de 500 rublos de oro’.
(10) Kondratiev, V. Hablemos sobre ideales. Gaceta Li-teraria, 1989
(11) Argumenti i facti, 1990, n9 27
(12) XH Congreso del Partido Comunista (Bolchevique), versión taquigráfica, 1968, p. 63
(13) Recomendaciones sobre el trabajo partidario para el año, 1923, p. 50
(14) XII Congreso del Partido Comunista (Bolchevique), versión taquigráfica, 1968, p. 146
(15) Después de las transferencias masivas de funcionarios locales del partido en el verano de 1923, ya en el otoño prácticamente todo el aparato estaba bajo el total control del Secretariado. De esta manera, en el comienzo de la discusión de 1923, la formación de la jerarquía de la nomenklatura stalinista, a grosso modo, ya había culminado, y posteriormente, en nuestra opinión, apenas se fortaleció, se desenvolvió y se perfeccionó
(16) XIV Congreso del Partido Comunista (Bolchevique), versión taquigráfica, 1926, p. 274.

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