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Histadrut: una central obrera racista y colonial del sionismo

La Histadrut, lejos de ser una central obrera al servicio de la unidad de los trabajadores contra la clase patronal, fue y es exactamente lo contrario. Sirvió desde su creación, en la década de 1920, a la división forzosa entre la clase obrera judía y palestina. Desarrolló una política de segregación laboral favorable a los colonos judíos, inmigrantes de Europa, en desmedro de los obreros palestinos y actuó, al principio y hasta la década del 90, como una de las principales patronales empleadoras de Israel. En gran medida fue parecida a los sindicatos blancos de la clase obrera “blanca” de la Sudáfrica del apartheid. Y hoy, y desde siempre, ha sido partidaria y punta de lanza de la política de desplazamiento y limpieza étnica de Israel contra los palestinos. Todo lo contrario de lo que corresponde a una verdadera organización obrera, cuyo principio rector es la unidad de los explotados y la defensa de los pueblos oprimidos. Su “nacionalismo” es el característico de una nación colonialista opresora: completamente reaccionario. Tony Greenstein, activista sindical británico, laborista y cofundador de la Campaña de Solidaridad con Palestina de Gran Bretaña, ha escrito un texto titulado “Palestina y Oriente Medio” en el que señala: Ben-Gurión, uno de los fundadores del Estado sionista, y el primer primer ministro, afirmó que si no fuera por la Histadrut “no hubiéramos tenido Estado”. Es que la Histadrut fue uno de los principales pilares del desarrollo económico israelí (tenía el 25 por ciento del su industria, hasta la década del 90 en que ocurrió una masiva privatización). Cabe señalar que los mismos colonos que fundaron la Histadrut fueron los organizadores de la Haganá, organización paramilitar terrorista, que bajo el mandato británico y con su aval comenzó con el desplazamiento y la limpieza étnica de los palestinos. Están ambas directamente asociadas.

La Histadrut contribuyó con la política exterior de las naciones imperialistas. Por ejemplo, en 1960 fundó el Instituto Afro Asiático de Estudios Laborales y Cooperación, financiado por la CIA a través de la AFL-CIO. Actuaba en Zaire y Kenia como punta de lanza de Estados Unidos. Una de sus manchas más importantes es haber colaborado con el Estado racista sudafricano. Una prueba: la empresa de acero KOOR, cuyo 51% era de Histadrut y el restante porcentaje de la Corporación Sudafricana del Acero destinado al ejército de la nación racista del continente africano, que, mediante su exportación de acero parcialmente terminado en Israel, se liberara de aranceles al Estado sudafricano. Hubo más empresas de Histadrut como Tadiran y Soltam, que suministraron armamento a las fuerzas armadas racistas. Por si fuera escaso, también ayudó a construir un muro electrónico entre Namibia y Sudáfrica. Siempre a la vanguardia de la “lucha antiterrorista” de los colonialistas.

Corresponde señalar que la consolidación colonialista de la Histadrut tuvo algunas resistencias en el camino. Por ejemplo, la del Sindicato de Ferrocarriles, Correos y Telégrafos, integrado por trabajadores árabes y judíos, que no aceptaban las diferencias salariales que se pretendían imponer entre ambos. Y se oponían a que la Histadrut, en las credenciales de sus afiliados dijera “Federación de Trabajadores Judíos”. Desde luego, que a partir de la imposición de la Histadrut como una organización segregacionista respecto a trabajadores no judíos, iba a tener una respuesta defensiva de parte de los obreros palestinos, quienes organizaron la Sociedad de Trabajadores Árabes Palestinos, que reclamó su reconocimiento a las autoridades del Mandato británico en Palestina. Las autoridades sionistas de la Histadrut hicieron, con absoluto cinismo, una campaña para su no aceptación en nombre del separatismo palestino.

¿Cómo fue el desarrollo de esta discriminación laboral respecto de los palestinos?

De acuerdo con una investigación realizada por Ferran Izquierdo Brichs de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona las primeras colonias sionistas asentadas en tierras palestinas fueron compradas y luego apropiadas por Edmond de Rothschild, un gran capitalista banquero judío europeo. Estas fueron el germen de la colonización sionista posterior que iba a tener su corolario con la creación del Estado de Israel. Durante la primera etapa (fines del siglo XIX y principios del XX), en que los campesinos palestinos fueron expropiados y desalojados de sus tierras por capitalistas y colonos judíos europeos, terminaban como trabajadores rurales vendiendo barata su fuerza de trabajo a quienes los habían expropiado. También estaban sometidos a esa explotación los inmigrantes judíos pobres. La segunda ola migratoria de principios del siglo XX fue la que comenzó con el predominio del trabajo judío y trajo consigo, no a trabajadores rurales, sino a habitantes urbanos europeos, que necesitaban trabajar en las ciudades. En forma simultánea los campesinos palestinos expulsados de sus tierras competían con los judíos europeos. Fue en estas circunstancias en que comenzó a actuar la Histadrut, una de cuyas principales funciones fue, como mencionáramos, la de discriminar al trabajador palestino en beneficio del de origen judío. Durante la segunda mitad de la década del 30 la segregación laboral, que beneficiaba a los colonos judíos con el apoyo del imperio británico y que tenía el “mandato” de esa región y la gobernaba, se agravó a partir de la crisis que influyó sobre la economía palestina, profundizada por una enorme sequía que ensanchó la desocupación. Esto terminó provocando en 1936 una combativa huelga general de los palestinos contra el mandato británico, que se extendió durante largos meses y que fue fuertemente reprimida por las tropas británicas, con la colaboración de la Haganá y la Histadrut sionistas.

Bajo esas circunstancias, las únicas inversiones que llegaban eran las de las organizaciones sionistas. El papel de la Histadrut, en este contexto, fue fundamental.

El pasado reciente y la actualidad

Independientemente de que los órganos de prensa de la Histadrut intenten mostrar a los trabajadores palestinos integrados a sus filas en un pie de igualdad, la realidad de estos es gravísima en términos salariales, de desocupación y especialmente en términos de quienes masivamente han sido desplazados de sus viviendas, o sufrido su destrucción como resultado de los bombardeos sionistas, etc. Testimonios recogidos por una investigación financiada por la Federación Sindical Noruega y llevada a cabo por Riya Al Sanah da cuenta de los siguientes datos lapidarios: “Los territorios ocupados palestinos llevan décadas sufriendo una tasa de desempleo a un nivel considerado de depresión provocada por la larga ocupación israelí y la imposición de normas económicas adversas. En 2019 el nivel de desempleo aumentó al 25%, al 54% en la asediada Franja de Gaza y al 15% en la Cisjordania ocupad”. Y añaden: “En el sector privado, donde está empleada la fuerza laboral de los territorios ocupados palestinos (el 64,1% en Cisjordania; el 56,6 en Gaza) alrededor del 30% de los trabajadores perciben un salario mínimo de 428,79 dólares. Además, los trabajadores del sector privado también carecen de un sistema de protección social; tan solo el 30% tiene acceso a sus derechos sociales plenos. ”Esto tiene lugar en un contexto en el que el gasto mensual medio para una familia de 5 miembros en la Cisjordania ocupada asciende a alrededor de 1601,85 dólares”.

El trabajador palestino está sometido a un sistema de permisos especiales para poder trabajar en Israel y los asentamientos ilegales de los colonos en Gaza y Cisjordania. “Las empresas israelíes solo pueden emplear legalmente a palestinos con permisos de trabajo válido”. En 2019 de los 133.000 trabajadores palestinos en Israel y los asentamientos ilegales, aproximadamente 94.000 tenían permiso de trabajo. De acuerdo con el informe de Riya Al Sanah la mayoría de ellos son obreros de la construcción.

Los permisos se subordinan a la tenencia de un documento de identidad biométrico que debe ser examinado por los controles de seguridad del Coordinador Israelí de Actividades Gubernamentales en los Territorios (COGAT), “un organismo del ejército israelí, cuyo objetivo consiste en coordinar las actividades en los territorios ocupados palestinos”. Para obtener ese permiso es necesario “estar casados y ser mayores de 22 años” para trabajar en Israel, ser mayores de 18 años “para trabajar en los asentamientos y ser mayores de 22 años para trabajar en las zonas industriales ubicadas en la llamada zona de separación”. Por eso ha habido casamientos para obtener ese permiso. Obtener un puesto de trabajo, sin embargo, es más engorroso: “La Administración Civil Israelí (ICA) expide un permiso para que los trabajadores que cumplen con los requisitos de seguridad y solo una vez que el empleador israelí haya presentado una solicitud de permiso para el/la trabajador/a ante el Departamento de Empleo Palestino de la Autoridad de Población e Inmigración (PIA) en el Ministerio del Interior”. Desde luego que hay más trabas a la obtención de empleo porque se sostiene el principio de privilegiar el trabajo judío, vigente desde antes de la creación del Estado de Israel, cuyo instrumento ha sido siempre de un modo fundamental la Histadrut. Todo esto desmiente la actual publicidad de la misma dirigencia de la Histadrut que sostiene que hay una “discriminación positiva” para los palestinos, esto es: que se los privilegia para obtener empleos: “Los permisos tan solo se expiden para sectores donde los trabajadores palestinos no plantean problemas de competencia a los trabajadores israelíes, y según La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) con arreglo a “los objetivos políticos y las necesidades económicas de Israel”. Los permisos son una herramienta de coerción tanto por parte del Estado sionista como de las empresas contratantes. Así es: “Los permisos se expiden por un período máximo de seis meses, pero los empleadores o los servicios de seguridad de Israel pueden anularlos arbitrariamente en cualquier momento”. La clase patronal de Israel usa esa facultad de anulación para evitar cualquier actividad sindical o política por parte de los trabajadores que cuentan con ese permiso”. “La Organización israelí por los derechos humanos B´Tselem (Centro Información Israelí Para los Derechos Humanos en los Territorios Ocupados) ha certificado que en varias ocasiones se anularon los permisos de trabajadores como un castigo colectivo contra comunidades y familias palestinas por supuestas actividades políticas o ataques”.

El informe da cuenta de los bajos salarios netos, luego de las diversas retenciones, que incluyen el precio del permiso, gastos de transporte, impuesto sobre la renta, sello sanitario y retenciones medias mensuales por las prestaciones sociales de 408 dólares, y en el gremio de la construcción, en el que los salarios más altos alcanzan los 638 dólares. Estamos haciendo referencia a los trabajadores con permiso. Aquellos que carecen de él, están obligados a obtener trabajo diariamente sin poder obtener una remuneración mensual. Esto lleva, según la Federación General de Sindicatos Palestinos, a que el salario promedio de trabajadores de esta condición sea de 236 dólares, es decir, a niveles de indigencia.

La discriminación tajante entre trabajadores palestinos e israelíes nos revela un contraste evidente, ya que el de los primeros oscila entre 860 y 1787 dólares, mientras los israelíes perciben 3198 dólares. Hay más ejemplos de discriminación: apenas el 16% de los trabajadores palestinos con permisos percibieron el pago de bajas por enfermedad según datos de la OIT de 2019, y solo el 21% de los mismos recibieron remuneración por vacaciones. En época de la pandemia de Covid: “Durante su confinamiento obligatorio en Israel y en los asentamientos no se aplicaron medidas claras de seguridad de los trabajadores ni su acceso a un alojamiento adecuado o a duchas. A muchos trabajadores no les proporcionaron alojamiento y los metieron a dormir en grandes grupos en obras o almacenes ubicados en los terrenos de las fábricas, sin instalaciones adecuadas para pernoctar, y en unas condiciones que violan las directrices del Ministerio de Salud israelí. También retuvieron sus carnets de identidad para controlar y limitar sus movimientos”, lo cual constituyó “trabajo forzoso”. Cabe enfatizar que según el mismo informe “el Tribunal Supremo de Israel se negó a transferir los alrededor de 152,43 millones de dólares acumulados en fondos por las bajas por enfermedad para ayudar a aquellos que necesitaban apoyo debido a los despidos relacionados con el coronavirus o a su incapacidad para acceder a los puestos de trabajo.”

Siguiendo con la misma fuente, cabe señalar que los trabajadores palestinos en los territorios ocupados no reciben indemnización por accidentes de trabajo, dado que el ministerio de esa área israelí sostiene que los territorios ocupados no corresponden a su jurisdicción, afirmación de un cinismo sin límites, porque las tropas y los colonos israelíes los ocupan, es decir: son israelíes para los abusos, deportaciones y masacres, pero no para accidentes laborales. Y En territorio israelí, los obreros palestinos no son atendidos, salvo para urgencias. Nada de esto es denunciado ni demandado por la Histadrut, que lo convalida. En materia judicial, ante abusos patronales, la justicia israelí pone trabas de toda clase a los trabajadores palestinos, entre ellas la demostración mediante la presentación de permisos de trabajo, muchos de los cuales son obtenidos no oficialmente, dadas las trabas existentes para acceder a ellos por vía estrictamente legal; por otra parte, dada la discriminación existente, existe el temor de ser incluidos en una lista negra que posibilite el retiro del permiso de trabajo y su no obtención en el futuro.

Los trabajadores palestinos indocumentados (sin permiso) intentan desesperadamente obtener un puesto laboral. Por ejemplo: “En los dos últimos meses de 2019, soldados israelíes dispararon a 20 obreros de la construcción cuando intentaban cruzar el muro en busca de trabajo en Israel”.

Como se ve, la situación de los trabajadores palestinos constituye una sistemática violación de sus derechos laborales y humanos, en un contexto en que se produce una masacre contra ellos y sus familias, y aun en los periodos de relativa calma, en los que los soldados y los colonos sionistas, junto a las patronales israelíes, ejercen un abuso ilimitado, con la única finalidad de explotar, masacrar y desplazar a los trabajadores y al pueblo palestino.

La actitud de la Histadrut ante la presente masacre de palestinos por parte del Estado sionista ha sido demandarle a Netanyahu elecciones adelantadas. Arnon Bar David, líder de la Histadrut, ha dicho que son necesarias, pero no ahora, señaló según el medio informativo MNIA, sino en diciembre “cuando estima que habrá finalizado la guerra contra Hamas”, para luego reflexionar: “ sería un error celebrar elecciones ahora cuando la guerra continúa”, toda una declaración de apoyo a la ofensiva del ejército israelí y a su masacre, e incluso a Netanyahu a quien dice oponerse, pero le confían la tarea de exterminio hasta el final, que predicen será en diciembre.

La historia de la Histadrut es la historia de la discriminación contra los trabajadores y el pueblo palestinos, y parte de esa historia es su acción determinante en la creación de un Estado colonialista genocida, que para existir ha usado siempre el método del desplazamiento violento del pueblo palestino. La clase obrera “israelí” judía, lejos de tener una tendencia a la unidad con la clase obrera palestina y su pueblo oprimido ha sido educada en el racismo colonizador. Para avanzar hacia una independencia de clase real deberá romper con el Estado sionista colonizador y encarar la lucha por una Palestina única, laica y socialista.


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1 comentario en «Histadrut: una central obrera racista y colonial del sionismo»

  1. Un articulo esclarecedor sobre el rol de lacgt sionista …no solo burocrata sino antiobrera y discriminadora,…Excelente trabajo de periodismo investigativo !

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