Malvinas y el cine nacional

A pesar de Milei: “Los pibes de Malvinas que jamás olvidaré”

El pasado martes 2 de abril se conmemoraron cuarenta y dos años del desembarco argentino en las islas del sur del Mar Argentino. Definido como Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas, en homenaje a los 649 soldados (reconocidos) fallecidos, y a los más de 1650 heridos, en los 74 días de enfrentamientos bélicos contra la súper potencia armada, colonialista, británica, encabezada por Margaret Thatcher. La guerra de Malvinas marcó profundamente al pueblo argentino y a distintas generaciones y el cine nacional la reflejó de variadas formas que analizaremos en este artículo.

Terminada la dictadura (1983) la gente buscaba en libros, diarios y revistas noticias claras que informaran realmente lo que había sucedido en la guerra, buscando alternativas a los medios que años atrás habían brindado su pluma al apoyo completo a los genocidas (Editorial Perfil, La Nación o Clarín, por nombrar los más importantes). Basta recordar el titular “Estamos ganando” para dar cuenta de la mala información y del ocultamiento de datos. La necesidad de información dio paso a producciones de cine con alto caudal de espectadores.

Dos años después de la guerra, se estrena Los chicos de la guerra, dirigida por Bebe Kamin (Adiós Sui Generis, 1976; Chechechela, una chica de barrio, 1986; Vivir mata, 1991; Contraluz, 2001). Basada en el homónimo libro de Daniel Kon, con un importante elenco (Héctor Alterio, Carlos Carella, Ulises Dumont, Marta González, Tina Serrano, Miguel Ángel Solá y Alfonso De Grazia, entre otros) narra la historia de tres adolescentes, de diferentes clases sociales, enviados a las islas en el 82, y las consecuencias físicas y psíquicas provocadas en cada uno de ellos, así como en su entorno familiar y afectivo.

Mientras para los primeros años de retorno a la democracia, por la TV Pública se difundía un programa titulado El pueblo quiere saber, por las calles se escuchaba el mismo reclamo: la población trabajadora argentina pedía a gritos conocer lo que había sucedido en las islas. En ese sentido, para el mismo 84 saldrá el documental Malvinas: historia de traiciones dirigido por Jorge Denti (Juan Gelman y otras cuestiones, 2006; Las huellas del doctor Ernesto Guevara, 2013) donde se explayan los motivos políticos, económicos y sociales que provocaron el conflicto armado, comenzando por la crisis terminal de la dictadura resultado de la debacle económica y las fuertes internas de las fuerzas armadas y la burguesía acompañante, sumado a la movilización obrera y popular y al creciente reclamo por la aparición con vida de los detenidos desaparecidos, encabezados por organizaciones de derechos humanos, principalmente Madres de Plaza de Mayo y Familiares de Detenidos Desaparecidos. A lo que también se la agrega el resquebrajamiento en la derecha británica. “Yo quería hacer un documental en el que hablaran los pueblos, es decir, que sentía al pueblo argentino en sus diferentes manifestaciones, como los ex combatientes de Malvinas, que fueron utilizados para la guerra. Historiadores, obreros, intelectuales, gente ligada a los derechos humanos, y lo mismo en Inglaterra (…). Lo que pensaba el pueblo inglés y no la Thatcher (…). Detrás de ella había un pueblo que también fue manipulado. Y que también tenía sus conflictos, porque Thatcher llegó a la guerra para evitar unos conflictos internos, como tenía la dictadura argentina. Aunque de otras formas, claro. Pero eran sociales: había un caldo diferente porque la situación era diferente” relata el director en una entrevista brindada a Página 12 el 1ro de abril de 2012.

En 1988 se presenta La deuda interna, de Miguel Pereira (La última siembra, 1991; Che Ernesto, 1998; Historias de Argentina en vivo, 2001; El destino, 2006). Ganadora de importantes premios en festivales internacionales, relata la vida de un maestro rural del norte jujeño (protagonizado por José Camero) y su relación con Verónico Cruz (Gonzalo Morales) estudiante convocado a formar parte de la tripulación del ARA General Belgrano, hundido por los torpedos ingleses, el 2 de mayo de 1982.

Continuando con la misma temática, la zozobra del Belgrano, ocho años más tarde se estrena Hundan al Belgrano. Documental de Federico Urioste (Che, 1999; Rebelión, 2004) que en casi dos horas logra demostrar cómo Gran Bretaña expande sus dominios coloniales por América del Sur, desde las invasiones inglesas (inicios del siglo XIX), y cómo las Malvinas se convirtieron en un fuerte punto de apoyo en dicha campaña.

Iniciado el nuevo siglo, y milenio, se presenta el largometraje Fuckland, de José Luis Marqués. Jugando ser un falso documental, narra las peripecias realizadas por un argentino, que visita las Fucklands (nombre que le dan los británicos a las Malvinas) con el objetivo de recuperarlas conociendo mujeres oriundas de allí, y teniendo hijos argentinos, que al crecer decidieran recuperar las Malvinas para la Argentina. Termina siendo un film algo humorístico, parodiando la frase “hay que poblar el desierto”.

Será 2005 el año para el estreno del documental Locos de la bandera, de Julio Cardoso (Un día de suerte, 2002, La velocidad funda el olvido, 2007). Mediante entrevistas y relatos en primera persona, de muchos de los 649 familiares de los caídos que denuncian cómo, hasta ese entonces, se les negaba poder visitar el cementerio de Darwin, en Islas Malvinas. Y poniendo la lupa en la tarea de los paleontólogos en el reconocimiento de cuerpos enterrados como NN. A 19 años de presentada la película, y cuarenta y dos de la guerra, aún queda pendiente el juicio y castigo a los jerarcas militares argentinos, que torturaron y asesinaron a jóvenes conscriptos en las islas patagónicas.

Iluminados por el Fuego (2005) de Tristán Bauer (Cortázar, 1994; Los libros y la noche, 2000; Che un hombre nuevo, 2010; El Camino de Santiago, 20018; Tierra arrasada, 2019) es, al momento, la película más renombrada sobre Malvinas. En poco más de una hora y media retrata la vida de Esteban Leguizamón (Gastón Pauls), sus recuerdos, lo que dejó y trajo de Malvinas en 1982. Se debe mencionar que Bauer, además de ser director de cine, desde 2019 hasta 2023 ocupó el cargo de Ministro de Cultura de la Nación (gobierno de los Fernández y Massa), gestión que por la recuperación de la soberanía en las islas del sur ha hecho poco, tan solo tibios discursos en las Naciones Unidas (ONU) y cada 2 de abril, exigiendo la recuperación, pero sin enfrentar al imperialismo anglo/yanqui/otanista, quedándose solo en el discurso vacío y verborrágico. Logrando así, mantener el status quo imperialista británico. No alcanza con una película o un mensaje emotivo y lacrimógeno para frenar la devastadora avanzada colonialista.

Para el mismo año, Ramiro Longo dirige No tan nuestras, un crudo documental que describe la historia del veterano de guerra Sergio Delgado desde su sorpresivo reclutamiento, pasando por la supervivencia frente al frio, el hambre y la muerte, y como prisionero de guerra. A la vez, narra el presente, con sus recuerdos y la “ausencia del Estado” en la contención de su salud física y mental. Son muchos los fallecidos en la guerra, pero también muchísimos los que se terminaron suicidando por no soportar los recuerdos tormentosos, subsumidos en condiciones materiales difíciles y olvidados por todos los gobiernos de la democracia. El nombre del film deja en evidencia una gran verdad, con largas décadas de colonialismo.

Huellas en el viento (2008) dirigida por la periodista y docente universitaria platense Sandra Di Luca, es un documental que relata el viaje a las islas de un grupo de ex combatiente, acompañados de una reportera de prensa, a quien le brindan anécdotas, recuerdos, vivencias y el sueño del retorno a unas Malvinas Argentinas.

En Cartas a Malvinas (2009) de Rodrigo Fernández Engler (Yo, Traidor, 2022; La noche que luché contra Dios, 2024), Víctor Laplace personifica a un trabajador de correos jubilado, tomando como punto de partida la infinidad de correspondencias que finalmente nunca llegaban a sus destinatarios, los jóvenes conscriptos. Igual destino tuvieron los donativos populares, recolectados en las barriadas y desde el programa maratón Las 24 horas de Malvinas, realizado el 8 de mayo de 1982. Nunca llegaron y hubo numerosas denuncias de “desvíos”, reventas y corrupciones, hechos sobre los cuales ningún militar ha dado explicaciones públicas, a más de cuatro décadas.   

También dirigida por Engler, en 2016 se estrena la ficción Soldado argentino solo conocido por Dios. Película que narra la historia de dos amigos (Juan y Ramón) oriundos de Traslasierra (Córdoba) que tienen definiciones ideológicas muy disimiles: Juan preparando su ingreso a la Escuela de Bellas Artes, y Ramón decidido a hacer la carrera militar. Ambos terminan en las islas y en esa situación se evidencia cómo la necesidad de sobrevivir trastoca al ser humano. “A diferencia de la película de Tristán Bauer sobre la guerra de Malvinas, donde no había héroes sino víctimas de las decisiones de sus superiores, en la opera prima de Fernández Engler (…) se reivindica la leyenda de un soldado” (Página 12, 06/04/2017).  

Recién tres años atrás, en 2021, se estrenó una película sobre el papel de las mujeres trabajadoras en la guerra de Malvinas: Nosotras también estuvimos. El documental, realizado por Federico Strifezzo (Los caminos de la patria, 2018),  relata la labor de las catorce enfermeras del hospital móvil en el Aeropuerto de Comodoro Rivadavia, que han jugado una importantísima función en la pronta atención de los heridos.

Es indudable y altamente apreciable cómo el séptimo arte ha marcado a fuego y ha dejado nota de los sucesos históricos más importantes que ha vivido el país en sus más de dos siglos de “independencia” (de la colonia española). Pese a sus matices, y dejando expuestas las correspondientes observaciones y criticas, el cine ha servido, y sigue sirviendo, como herramienta, tanto de difusión, como también de archivo y concientización popular.

Actualmente son tiempos de intentonas ultraderechistas privatizadoras del Instituto Nacional del Cine y las Artes Audiovisuales (INCAA) que es productora de la gran mayoría de los films anteriormente nombrados.  El propio gobierno facho-libertario quiere vender el cine Gaumont y reprime a los trabajadores de la cultura. Javier Milei incluso expresa una fuerte idolatría por Thatcher, tratando de renovar los lazos carnales con el imperialismo y la corona británica. Por eso hoy es de importancia mayúscula para nuevas y viejas generaciones ver y rever estos films.

Son legados de una lucha que no ha culminado y que está unida a la revolución social que expulse al imperialismo e instaure un gobierno de trabajadores. Contra el colonialismo en Malvinas y en toda América Latina. Y en defensa del cine nacional contra la liquidación impulsada por los monopolios y los Milei. Como cantó masivamente el pueblo, a pesar de los Milei: “Los pibes de Malvinas que jamás olvidare”.

Las Malvinas son argentinas.


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