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La burocracia frenteamplista retrocede frente al clasismo


El Frente Amplio gobierna Uruguay desde el 19 de marzo de 2005. En estos dos años, firmó un tratado de comercio e inversiones con Estados Unidos (Tifa), defendió a capa y espada la instalación de Botnia y Ence (y la destrucción de la pequeña producción rural en beneficio de las grandes plantaciones de eucaliptos para las pasteras), mantuvo las tropas uruguayas en Haití, pagó anticipadamente la deuda al FMI, recibió al genocida Bush como un héroe (mientras encarcela y procesa a quienes repudiaron su visita).

 


En estos mismos dos años, el derrumbe de las condiciones de vida de las masas trabajadoras es descomunal. La inflación y los tarifazos destruyeron el salario; el mínimo apenas cubre un 10% de la canasta familiar. El 70% de los hogares tiene ingresos inferiores a ¡media canasta familiar! La participación de los salarios en el ingreso nacional bruto apenas alcanza el 21%… cuando entre 1998 y 2002 (bajo los gobiernos blanqui-colorados) promediaba el 31%.

 


Aunque la desocupación alcanza al 10% de la población trabajadora, el gobierno ha reducido a la mitad los fondos destinados a los planes sociales y ayuda de emergencia… mientras paga puntualmente la deuda a la banca acreedora.


 


Derrumbe de la burocracia frenteamplista

 


En este cuadro, las elecciones realizadas en una serie de grandes sindicatos son un indicador de cómo procesa la clase obrera uruguaya la experiencia del gobierno pro-impe-rialista y antiobrero del Frente Amplio.

 


En todas las elecciones realizadas en los últimos meses se ha verificado un derrumbe de la burocracia sindical ligada al gobierno.

 


En Afcasmu (salud), las tres listas que representan más directamente al gobierno (PS, PC y MPP) se unieron en una lista única; pese a ello, cayeron de 1.200 votos (hace un año) a 685.

 


En bancarios, la fracción más francamente sometida al gobierno (que dirige el sindicato desde hace 22 años) perdió por primera vez la mayoría absoluta del Consejo Central, en beneficio de otras corrientes frenteamplistas que adoptan un discurso más “crítico” respecto del gobierno.

 


En Adeom (municipales de Montevideo), la lista gubernamental cayó de 1550 a 821 votos en apenas dos años.


En la elección realizada entre los tercerizados del Hospital Pereira Rosell (uno de los más importantes de Montevideo), la lista apoyada por la burocracia de comercio (que agrupa a los tercerizados… ¡de los hospitales!) y el PIT-CNT (la central sindical) perdió a manos de una lista de izquierda (que sacó el 60% de los votos). Lo mismo había sucedido a fines del año pasado en el Instituto del Niño, donde se vinieron abajo las listas identificadas con el gobierno (la patronal) y las enfrentadas a él sacaron el 60% de los votos.

 


Otra evidencia del retroceso de la burocracia fueron los actos del 12 de Mayo. El convocado por el PIT-CNT, con la participación de todo el gabinete frenteamplista, reunió a menos de 3.000 personas. El acto convocado por la “Tendencia Clasista” reunió a más de 1.500 compañeros.


 


Divisionismo ‘radical’

 


El derrumbe de la votación de la burocracia frenteamplista no ha llevado a la recuperación de las organizaciones sindicales por el clasismo. Esto es la consecuencia de una sistemática política de división de la oposición sindical llevada adelante por las corrientes sindicales impulsadas por la “26 de Marzo” y la “Corriente de Izquierda” (el ala “radical” del Frente Amplio). La función política del divisionismo de los “radicales” es romper toda unidad de acción con el Partido de los Trabajadores.

 


En salud dividieron la lista opositora, aun a sabiendas de que esto podía significar que la burocracia ganara el sindicato. Aunque las dos listas de izquierda sumaron 800 votos, la dirección del sindicato quedó en manos de los agentes del gobierno, que con una lista única sacaron 600 votos.


 


En Adeom rechazaron sistemáticamente presentar una lista opositora unificada; la oposición se presentó en cuatro listas diferentes.

 


En bancarios, los “radicales” del FA armaron un frente con un sector burocrático en retroceso, cuya función era provocar la salida del frente único opositor de la lista impulsada por el PT. El resultado fue desastroso: la lista de los “radicales” obtuvo 600 votos menos que en la elección anterior (hace dos años). Así el retroceso de la burocracia oficialista del gremio fue capitalizado por el PC.

 


El divisionismo de los radicales no obedece a razones circunstanciales ni a erróneos cálculos electorales. En salud, por ejemplo, se declararon “indiferentes” ante el hecho de que la división de la oposición permitiera a la burocracia ganar el sindicato.

 


Las corrientes “radicales” del FA anunciaron que “no votarán por Astori o por Mujica” en las próximas elecciones (¡en 2010!) pero se niegan a romper con el Frente Amplio. Su política de división de la oposición sindical busca impedir que surja una alternativa política independiente al FA. Cuanto más se “radicaliza” el discurso de los “radicales”, más fuerte es su oposición al surgimiento de un polo unificado de oposición de clase al gobierno. En estas elecciones, su principal enemigo fue el PT, no la burocracia frenteamplista. Puso este objetivo reaccionario por encima de la necesidad de recuperar los sindicatos de manos de la burocracia, es decir, por encima de los intereses generales del movimiento obrero.


 


Anticipo

 


Los resultados de las elecciones sindicales, la movilización del 19 de Mayo (y antes, la movilización de diez mil personas contra Bush y el gobierno del FA, convocada por la “Coordinadora Antiimperialista”) muestran una incipiente ruptura de la base obrera con el gobierno frenteamplista, que se produce en un cuadro de relativo reflujo del movimiento de lucha de los trabajadores. La izquierda “radical” es un factor de contención de esta ruptura.


 


(En base a informaciones publicadas por Tribuna de los Trabajadores)


 

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