El 26 de junio de 2002, casi seis meses después de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre de 2001 en la Argentina que obligara, en cuestión de horas, a la renuncia del gobierno de Femando de la Rúa, un sector de organizaciones piqueteras (encabezadas por el Polo Obrero) realizaron una protesta junto a otros sectores sociales (asambleas barriales, sectores medios de “ahorristas”, estudiantes, fábricas autogestionadas) contra la política de hambre del entonces presidente peronista Eduardo Duhalde, quien cumpliera la “transición” entro el derrocado De la Rúa y el actual presidente Kirchner.
La protesta fue parte de una resolución votada cuatro días antes por una Asamblea Nacional de Trabajadores (que agrupaba a gran parte de esos sectores) y consistió en el corte de los doce puentes y accesos a la Ciudad de Buenos Aires (entre los que se encuentra el Puente Pueyrredón de la Ciudad de Avellaneda) como medida de protesta. Los días previos a la medida de lucha, el entonces gobierno nacional de Duhalde había advertido públicamente que no permitiría los cortes “a costa de lo que sea”.
Si bien las medidas represivas por parte del Estado se extendieron a todos los puntos de protesta, file en él Puente Pueyrredón de la Ciudad de Avellaneda donde se desató el foco represivo principal por parte de las distintas policías (Federal y de la provincia de Buenos Aires) con la asistencia de la Prefectura Naval Argentina.
La Ciudad de Avellaneda permaneció sitiada durante más de cuatro horas y el saldo del operativo represivo fue de dos jóvenes desocupadas asesinados (Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, militantes del Movimiento: de Trabajadores Desocupados), más centenares de heridos con balas de plomo en distintos sitios de la Ciudad,
Horas posteriores a los hechos, el presidente Duhalde y el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Sola (que ejerce el mismo cargo en la actualidad) felicitaron públicamente a las fuerzas policiales e informaron que los asesinatos fueron obra de un “enfrentamiento entre piqueteros”. Mientras, centenares de miles de manifestantes, el mismo día de los hechos, se movilizaron a la histórica Plaza de Mayo para repudiar la represión y exigir la renuncia de Duhalde.
A las 48 horas de los hechos, fueron publicadas en las primeras planas en diarios de masiva circulación, fotos sacadas por trabajadores de prensa qué presenciaron la represión, las cuales mostraban cómo los jóvenes eran acribillados por los policías.
El día posterior, mientras crecía la indignación popular, el entonces presidente Eduardo Duhalde anunciaba al país por cadena nacional el adelanto de las elecciones nacionales.