La reunión de la OMC en Hong Kong
La reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC), realizada en Hong Kong en diciembre último, concluyó con un publicitado compromiso para eliminar los subsidios a sus productores agrícolas… en 2013; algo que, de todos modos, quedó condicionado a nuevas reuniones que se harán en el futuro. La prensa capitalista consideró, prácticamente por unanimidad, que el acuerdo era un “pequeño” o “modesto” avance, pero lo festejó como una especie de salida. En la reunión previa de Cancún, México, hace dos años, los representantes de los diversos países se habían retirado sin firmar ni siquiera un papel. El empantana-miento se arrastraba desde Seattle en 1998, cuando la OMC quedó dividida por las divergencias y jaqueada por una enorme movilización de masas. Da la impresión de que se quiere encontrar a toda costa una excepción a tantas cumbres frustradas: los capos de la Unión Europea casi terminan a las trompadas en una cumbre de mediados del año pasado; otra reunión ecuménica de jefes de países europeos y árabes acabó poco después en la nada en España, en una “Cumbre del Mediterráneo”; casi al mismo tiempo el fracaso general acompañaba también a la “Cumbre de las Américas” en Mar del Plata.
¿De qué se trata?
La eliminación de los mentados “subsidios agrícolas” es presentada una y otra vez como una vieja e histórica reivindicación de los “países del sur”, que verían “desbloqueados” los “mercados del norte” para colocar sus productos. Pero lo que los “países del sur” presentan como “intereses nacionales” son los negocios de burguesías y oligarquías terratenientes y también los de gigantescas corporaciones vinculadas en esos mismos países a la explotación agropecuaria (comercialización, semillas, biotecnología, maquinaria, etc.).
Con el reclamo contra los subsidios coquetean desde hace mucho tiempo los gobiernos norteamericanos, que piensan que pueden tumbar a los europeos si se elimina el apoyo económico a los productores rurales. China, por otra parte, es importadora neta de granos pero al mismo tiempo tiene un gigantesco sector rural. Por eso el gobierno chino pidió un “tratamiento especial” para los subsidios de los países menos desarrollados, de modo de mantener sus mercados agrícolas con alguna protección; en particular luego de las fenomenales concesiones que ya realizaron los propios chinos en la materia para ingresar a la OMC.
Las organizaciones campesinas del sudeste asiático promovieron manifestaciones callejeras que concluyeron con casi un millar de detenidos y casi 200 heridos en los choques con la policía “comunista”, para protestar contra cualquier desmantelamiento de las protecciones agrícolas nacionales.
Los “campesinos europeos”, que defienden los subsidios que reciben de la Unión Europea, levantan el planteo de la llamada “soberanía alimentaria”. Son, a su vez, alentados por poderosas corporaciones productoras de alimentos que defienden su mercado en el viejo continente. Resultado: lo que viene paralizando las discusiones de la OMC son los intereses de grandes grupos capitalistas. Los mentados subsidios tampoco benefician en general a “los países del norte”: son acaparados por el 20% de los productores.
Sobre el proteccionismo
La cuestión de los subsidios es una moneda de cambio: los grandes grupos del imperialismo yanqui y europeo quieren libre acceso para sus manufacturas. Exigen la eliminación de diversos tipos de disposiciones que bloquean negocios en licitaciones del Estado, en el área financiera, en la educación y la salud, en el comercio de patentes, etc.
En la actualidad, los subsidios de la Unión Europea equivalen únicamente al 3,5% del apoyo económico transferido a su sector agrícola. Algo semejante sucede con el tema del algodón. En Hong Kong se decidió que en el 2006 se eliminarían los subsidios a la exportación de algodón, lo que beneficiaría a algunos países africanos que negocian el mismo producto en el mercado mundial. Pero para los EEUU, estos subsidios sólo representan un 10% del conjunto de las ayudas transferidas a sus productores de algodón (informe del “Observatorio de la Deuda en la Globalización”, de Barcelona).
El informe que acabamos de citar desmiente que en la reciente reunión las multinacionales de los servicios y productos industriales “hayan perdido el tiempo”, como concluyo The Wall Street Journal (20/12). Se acordó, por ejemplo, modificar la metodología de la negociación sobre la desregulación del mercado mundial de servicios, lo cual permitirá acelerar el proceso de liberalización del sector. Se trata de una “propuesta que fue rechazada en repetidas ocasiones por los países del sur” y que “brinda nuevos instrumentos de presión para que los países en desarrollo abran sus sectores clave… Los países industrializados finalmente lograron lo que querían” (Martin Khor, “Resultados de Hong Kong”).
Pero, “a modo de sobrepaga”, los países industrializados también “extrajeron importantes concesiones de los países en desarrollo sobre acceso a los mercados para productos no agrícolas (Ñama, según la sigla en inglés)”, con compromisos para la reducción de los aranceles industriales de los países en desarrollo que “no tienen precedentes en la historia del sistema multilateral del comercio” (“Resultados…”, ídem). Tampoco en este caso el proteccionismo de los mercados de los “países del sur” debe considerarse como sinónimo de “interés nacional”. En Brasil, por ejemplo, “Ford, GM, Nissan, Peugeot y Citroen hacen sus negocios bajo la protección de un arancel de 35% sobre las importaciones” (The Wall Street Journal, 5/12).
Conclusión
La OMC es una especie de FMI del comercio capitalista mundial. El “pequeño” acuerdo logrado en Hong Kong contó con el apoyo de los Kirchner, los Tabaré Vázquez y los “socialistas” del chileno Lagos, entre otros. “Sólo Venezuela y Cuba persistieron en sus objeciones…, pero eran sólo dos y no lograron la modificación del texto en cuestión ni bloquear el consenso sobre todo el proyecto… sí lograron dejar constancia de sus reservas, en una dramática sesión de clausura, pese a la disposición de la sala que hacía casi imposible que los delegados expresaran sus opiniones” (“Resultados de Hong Kong”, ídem).
En la presenta década, los roces en la OMC fueron atenuados o encubiertos por la expansión del comercio y a costa de una “apertura” del propio mercado chino que está dislocando a la sociedad de ese país. El conflictivo curso de las negociaciones en el cuadro de la OMC del último período es parte de una crisis capitalista mundial. El quebranto de los circuitos de la economía “globalizada” no es un problema de regulaciones o desregulaciones comerciales: es la consecuencia de la saturación, sobreproducción y sobreendeudamiento de un capitalismo históricamente agotado.