Este libro editado por Ediciones Masas viene a ser el 5o y último tomo de una obra sobre la historia del movimiento obrero boliviano y fue publicado luego de los tres primeros volúmenes editados por “Ediciones Amigos del libro". (Recientemente esta editorial lanzó el cuarto tomo).
El libro que acá comentamos analiza casi treinta años de actividad de la clase obrera boliviana (1952/79), en un rico período que incluye a la revolución de 1952, la importante experiencia nacionalista burguesa, su superación y la creación de la Asamblea Popular, primer soviet de América Latina. Pero el autor no sigue una simple evolución cronológica de los acontecimientos, sino que divide el libro en cinco partes donde analiza los conceptos políticos fundamentales que se desprenden de la revolución de 1952, la historia de la Federación Minera después de este año, de los trabajadores fabriles, de otras organizaciones sindicales, y de la Central Obrera Boliviana. Debe destacarse que en cada una de ellas se evidencia la preocupación por ofrecer una abundante y detallada información de modo que se hace posible el mayor rigor científico en el análisis.
Pero G. Lora no es simplemente un historiador. Como fundador y dirigente del POR, partido de larga tradición de lucha en el seno del movimiento obrero boliviano, su objetivo principal es el de analizar la experiencia del proletariado en función de la comprensión del camino que el partido trotskista debe seguir para convertirse en el dirigente de la revolución boliviana.
El autor marca como punto de partida del proceso revolucionario del 52 la aprobación en 1946 de las tesis de Pulacayo, momento en que la clase estructura su independencia política materializada en un programa propio, (pues señala toda una estrategia)al plantearse como tarea la lucha por un gobierno obrero. La justeza y vigencia de sus consignas serán luego confirmadas por la propia realidad cuando la irrupción revolucionaria de las masas en abril de 1952 coloca a la orden del día la necesidad y la posibilidad de efectivizarlas. El partido de la pequeño burguesía, llevado al poder por una revolución que se realizó a pesar suyo, se verá obligado a tomarlas por exigencias de las masas y a partir de ahí buscará deformarlas para dar lugar a la reestructuración del Estado burgués contribuyendo a la desmoralización y posterior reflujo de la clase obrera. De esta forma estrangulará la movilización revolucionaria y armará un reacondicionamiento de las relaciones con la potencia opresora. Nacionalizará las minas pasando por alto la necesidad de complementar esta medida con la nacionalización del resto de la economía; frente a la imposición del control obrero reemplazará la clase por un puñado de burócratas; convertirá a las milicias obreras y campesinas en apéndice del nacionalismo, pasando después a su destrucción total y a la reestructuración del ejército profesional.
Sólo después de un largo período en el cual las masas van procesando su experiencia y van agotando sus ilusiones en la dirección pequeño burguesa es que, según el autor, se producirá el cuarto congreso de la COB de 1970 "un reencuentro con la línea señalada en Pulacayo, momento en que los explotados abandonan francamente el nacionalismo y van en pos de su propia estrategia y de su propio gobierno” (p. 502). En dicho congreso el lechinismo será colocado en el banquillo de los acusados y la idea central de las Tesis allí aprobadas, que es la constitución del gobierno de la clase obrera, es lo que luego permitirá la constitución de la Asamblea Popular. Es también en base a este documento que más tarde será posible estructurar el Frente Revolucionario Antiimperialista ante el golpe contrarrevolucionario de Banzer (pág. 527).
La revolución boliviana
El autor señala varias etapas de la revolución boliviana que permiten ir viendo la evolución política que se opera en las masas como así también los flujos y reflujos que se manifiestan en el movimiento.
Un primer momento estaría caracterizado por el ascenso de las masas que culmina con la victoria de abril de 1952. La COB emerge con características soviéticas y la clase obrera es dueña de la situación imponiendo sus consignas al gobierno de Paz Estensoro. Existe una dualidad de poderes en la que el oficialismo se ve obligado a satisfacer las exigencias obreras.
A partir de octubre de ese año se entraría en una segunda etapa en la que el ascenso obrero comienza a declinar producto de las maniobras nacionalistas y un cierto cansancio de las masas. Este período dura varios años y en él se produce la burocratización de la COB, se destruyen las milicias, mientras que el POR sufre una crisis al ser escisionado por un sector de intelectuales que se pasa al MNR.
Con el viraje derechista bajo el gobierno de Siles Zuazo (1956) las masas comienzan un lento proceso de radicalización en la lucha contra el plan económico y la persecución sindical. A la marcha firme de los mineros hacia la superación del nacionalismo el gobierno sólo puede oponer la represión más feroz como lo fue la masacre de Sora Sora bajo el último gobierno de Paz y la de Huanuni ya bajo el derechista Siles Zuazo. Los obreros, en contra de su dirección, comprenden el carácter gorila del golpe de Barrientos lo que hace acelerar el proceso de diferenciación del nacionalismo.
En agosto de 1971 se frustran los planes fascistas con una maniobra de retroceso que permite preservar físicamente a la clase. En 1976 los mineros realizan autoritariamente el Congreso de Corocoro donde se decreta huelga general reivindicando aumento salarial. La huelga fracasa porque no logra estructurar una dirección capaz de llevarla a la victoria, a lo que se suma el trabajo del stalinismo en favor de su fracaso.
Con esa derrota se inicia un corto período de retroceso que acaba a fines de 1977 con la huelga de hambre de cuatro mujeres mineras que, al empalmar con la tendencia a una nueva arremetida obrera, consigue extender el movimiento que exige amnistía general, la vigencia sindical y la lucha contra la miseria. El gobierno se ve obligado a recular concediendo la amnistía general y esto transforma la situación política del país abriéndose un período de democratización con las elecciones fraudulentas de 1978 y las del año siguiente.
Hoy podemos verificar que pese al golpe gorila la reacción no consigue estabilizarse, razón por la cual este período aún no se ha cerrado.
Las enseñanzas de la revolución
¿Cómo explicar el que una revolución como la protagonizada por las masas bolivianas en abril de 1952, que ya habían adoptado un programa de características revolucionarias, que acaban con uno de los pilares del Estado burgués, que crean las milicias y luego dan lugar a la existencia de un doble poder entre el gobierno central y la COB, sea entregada por las propias masas trabajadoras al partido de la pequeño burguesía?
Para entender este punto, el autor destaca el fracaso del stalinismo en convertirse en partido de masas producto de la rápida disgregación del PC clandestino de los años 20 y su traición por el sometimiento a la política de coexistencia pacífica liderada desde el Kremlin y que en Bolivia se materializó en el pacto político con la rosca y el apoyo al imperialismo norteamericano. Esto, sumado a la debilidad del partido revolucionario y la insuficiente conciencia de clase de los trabajadores, hace que estos sean atraídos por la importante actividad desarrollada por los activistas sindicales ligados al MNR y que su búsqueda de una nueva dirección sea canalizada por el nacionalismo.
Lora sostiene que la lucha librada en Bolivia contra el gobierno movimientista fue una importante herramienta para la estructuración del partido obrero al permitir que el trotskismo penetrase en el seno de las masas y se convirtiese en una de las corrientes obreras más poderosas. El objetivo que el partido se trazó fue, en lo inmediato, el de educar a las masas sobre las limitaciones del nacionalismo en la medida que éste pasaba como aliado transitorio del proletariado.
El autor señala que la crítica no significa resistencia a concluir acuerdos con el nacionalismo o el stalinismo. Pero, dice, “estas alianzas, si están al servicio de la revolución, no deben permitir que la clase obrera pierda su independencia y menos su política propia; contrariamente, la política de aliados debe permitir al partido revolucionario convertirse en caudillo nacional, objetivo que pasa por la lucha encaminada a arrancar a las masas del control político del nacionalismo y otras direcciones que le son extrañas" (p.28).
El mayor mérito del POR fue, para Lora, el haber tenido una caracterización y un pronóstico político correctos en relación al nacionalismo desde antes de 1952, lo que sólo fue posible con la ayuda de la teoría de la revolución permanente. Esto permitió a su partido colocarse a la cabeza del proceso de “desmovimentización” de las masas.
De la experiencia nacionalista Lora desprende una ley más general de las revoluciones en los países atrasados, que consiste en que “la dirección política nacionalista puede siempre acaudillar a las masas en la lucha contra el enemigo foráneo y por el desarrollo y modernización del país, pero no bien el proletariado se incorpora a la lucha y cobra su propia fisonomía se empeña por llevar el proceso más allá de los límites burgueses, vale decir, más allá de los intereses de los nacionalistas de contenido burgués; mientras la dirección burguesa está condenada a detenerse a medio camino de las realizaciones, el proletariado pugna por llevarlas hasta sus últimas consecuencias …que supone necesariamente la supresión del régimen de la propiedad privada, basamento indispensable para la existencia y actuación de la burguesía y de la pequeño burguesía" (p. 20/21). (Esta afirmación coloca en discusión el significado de las expropiaciones masivas efectuadas por el castrismo; en el N° 2 de “Internacionalismo” hay un interesante artículo de Mario dos Santos en donde se desarrolla esta cuestión).
Al plantear la necesidad de defender al gobierno nacionalista cuando, por las medidas que adopta es atacado por el imperialismo y la reacción interna, Lora sostiene que “el solo hecho de que la burguesía nacional plantee la solución de las tareas democráticas y comience su ejecución, está demostrando que es diferente a la reacción interna a los sectores burgueses más ligados al feudalismo y a aquellos que se limitan a servir a la metrópoli, y mucho más a la burguesía internacional” (p. 27). Señala que" sobre este punto existen divergencias con la llamada izquierda nacional, el stalinismo y algunos sectores trotskistas, e indica que esa defensa es un deber elemental de los revolucionarios y no debe confundirse con el apoyo al gobierno burgués o con el seguidismo a su política.
Frente a los que sostienen que el error del POR fue no haber tomado el poder en 1952, responde que ellos no comprenden las ilusiones que las masas tenían depositadas en el MNR en ese momento, al punto de atribuirle su propio programa. Para Lora las masas “necesariamente tenían que pasar por la amarga experiencia de los gobiernos del MNR, esto antes de poder encontrar a su verdadera vanguardia” (pág. 30); mientras ellas no maduren políticamente el partido revolucionario no podrá pasar de pequeños círculos. Sólo en determinado nivel de desarrollo político se abren las posibilidades para que se transforme en una organización de masas.
Después de analizar minuciosamente la evolución política y organizativa de los sectores mineros y fabriles donde se destaca el papel de vanguardia del primero debido en gran parte a su mayor experiencia política y al escaso desarrollo de la industria fabril boliviana, el autor centra su atención en la lucha librada en el seno de la COB.
La Central Obrera Boliviana es caracterizada como el centro de la experiencia organizativa e ideológica del movimiento obrero, sólo superada por la Asamblea Popular. Su origen se encuentra en la lucha contra el stalinismo que llevan adelante el POR y el MNR antes de 1952 señalando la necesidad de la unidad efectiva del movimiento obrero (p. 244) (!).
La COB nace basada en la tesis de Pulacayo y es un producto del ascenso revolucionario de 1952 cuando se constituye en el único amo del país pues la radicalización de las masas pasa a través de ella y la torna en la dirección revolucionaria de la nación oprimida.
Lora señala que su fuerza, que va más allá de la actividad gremial, es una compensación por la ausencia o la debilidad del partido obrero. Sin embargo se remarca que la organización sindical no puede suplantar al partido obrero. La democracia sindical no puede ser reemplazada por el centralismo democrático ya que éste requiere de unidad teórica y política.
En el período inmediatamente posterior a la revolución, la COB adquiere un perfil soviético en la medida que las masas la consideran como única dirección y único gobierno.
Con el progresivo control de la misma por parte del MNR deja de representar el poder obrero para pasar a ser un apéndice del gobierno. En este proceso de “movimentización” el Lechinismo juega un rol fundamental fomentando las ilusiones en el cogobierno COB-MNR que no es más que la coexistencia en el poder de diferentes sectores del partido oficialista.
La traición de la dirección cobista se profundizará luego con el apoyo al “plan de estabilización monetaria” propugnado por el FMI y tendrá su punto culminante en la capitulación ante el golpe de Barrientos con la tesis de la aproximación al ejército. Esto determinará la pérdida de la influencia de la COB por todo un período en el que se encontrará totalmente desvinculada de las masas.
Esta situación se revierte decisivamente en el IV Congreso de 1970 donde se verifica un creciente abandono del nacionalismo por parte de las masas. Es allí donde se aprueban las Tesis Políticas en las que el proletariado vuelve a trazar su propia estrategia a un nivel superior ya que la experiencia nacionalista contribuyó a elevar considerablemente su conciencia de clase con la superación de sus ilusiones en las salidas burguesas.
La participación del POR en la elaboración de estas tesis fue decisiva y Lora defiende fervientemente la aprobación de las mismas por los militantes poristas frente a las críticas que sufrió desde distintos sectores trotskistas internacionales. Pablistas y lambertistas consideraron una capitulación la alianza que el POR efectuó con nacionalistas y .stalinistas alrededor de las Tesis. Lora señala que aquellos se olvidaron de las enseñanzas del leninismo sobre la diferencia entre burguesía imperialista y burguesía nacional y los acusa de caer en posiciones sectarias y esquemáticas al acusar al POR por haber votado un documento que contiene pasajes contrarios al trotskismo.
Lo que según el autor sus críticos no comprenden es que el estalinismo y nacionalistas fueron los que capitularon ante un documento de concepción fundamentalmente trotskista. Para G. Lora, su posición se demuestra absolutamente correcta en el hecho de que fueron estas Tesis las que posibilitaron la formación del organismo de poder de masas más importante de América Latina como lo fue la Asamblea Popular Boliviana.
Este documento cuyo título es “Unidad revolucionaria contra el imperialismo para forjar una Bolivia socialista” proclama que la misión de los trabajadores es la lucha por el socialismo para lo cual asumen un papel dirigente aliados a los campesinos, la gente pobre de las ciudades y todas las fuerzas antiimperialistas. Se descarta la posibilidad de un desarrollo integral y armónico de los países atrasados por medio de salidas burguesas, señalando que sólo el proletariado como dueño del poder político es capaz de realizar las tareas democráticas pendientes.
Con referencia al proceso de tipo democrático burgués por el que se estaba atravesando (gobierno Ovando) no tiene posibilidades de mantenerse, por lo tanto, se lo transforma en socialista mediante la toma del poder por la clase obrera o fracasa. Coloca además la necesidad de mantener la independencia de clase frente al nacionalismo caracterizándolo como incapaz de resolver el problema nacional y las contradicciones de la sociedad.
Las Tesis proclaman que para los trabajadores, la lucha antiimperialista sólo puede entenderse como lucha por el socialismo.
En una parte el stalinismo consigue introducir confusamente la teoría de la revolución por etapas con lo que se rompe la línea que seguía el documento, pero luego se vuelve a colocar la necesidad de la toma del poder por la clase obrera por lo cual, según Lora, lo anterior no llega a desvirtuar la concepción predominante.
El internacionalismo proletario es considerado base fundamental de la conducta de la COB, por lo que se plantea la tarea de la integración de la COB en el movimiento obrero revolucionario mundial. Sólo así, plantea el documento, se podrá consolidar el gobierno obrero y la posterior estructuración de la sociedad sin clases. La unidad latinoamericana, dicen las Tesis, se dará bajo la forma de los Estados Unidos Socialistas de América Latina.
Sin embargo el lechinismo, a la hora de la votación, consigue monopolizar los cargos. Según Lora, esto es una reedición de la paradoja de muchos congresos obreros en los que las batallas ideológicas y políticas las ganaban los marxistas, en particular los trotskistas, y a la hora de designar dirigentes la dirección pequeño burguesa obtiene la mayoría de votos, lo que significaría que “los marxistas representaban una fuerza del porvenir” (p. 501).
El golpe de 1971 hizo muy dura la lucha por lograr el libre funcionamiento de la COB. Sólo en 1973 consigue realizarse una conferencia de fabriles de La Paz donde se declara la vigencia de la Central Obrera. Pero esta declaración no contó con el suficiente apoyo del movimiento de masas. Se inicia entonces un largo período en donde se intenta lograr la recuperación de la COB hasta que en 1979 se logra realizar su V Congreso esta vez bajo el signo de la lucha política contra las tendencias populistas que pugnan por controlarlo, personificadas en la UDP con el apoyo del PCB por un lado y la Alianza del MNR por el otro con el apoyo del PC-ML (pro-chinos). Esta batalla es ganada por la UDP con lo cual los principales puestos del directorio pasan a las manos del stalinismo, al mismo tiempo que Lechín vuelve a ser ratificado como Secretario Ejecutivo.
6/7/81 Inés Díaz