Cuando la industria petrolera comenzó, en el siglo XIX, la energía líquida disponible estaba en relación física costo producto de 1 a 100; es decir, se gastaba un barril de petróleo para obtener 100 barriles. A inicios del siglo XX, el motor de combustión interna aumentó la demanda de combustibles. La expansión de los automóviles como medio de transporte creó una demanda sostenida de productos derivados del petróleo. Hoy en día, la proporción referida está en razón de 1 a 30, se gasta en capital y trabajo humano el equivalente a un barril de petróleo para producir apenas 30 barriles. Según Matthew Simmons, "la era del petróleo fácil acabó" (acabó hace tiempo…). El problema de ese costo cada vez mayor debe también verse comparativamente. La fuente alternativa al petróleo más competitiva es el etanol brasileño (explotado en un 40% por grupos extranjeros), con una relación de 1 a 8 (en el biodiesel producido a partir de aceites vegetales es de 1 a 1).
La conversión directa de la radiación solar en electricidad, que es energía fotovoltaica, tiene una relación semejante. Hoy, el petróleo se produce a un costo de 1 a 10 dólares el barril equivalente. Su valor en el mercado osciló en los últimos años entre 60 y 150 dólares el barril, lo cual significa un excedente (lucro) de más de 50 dólares por barril. Se trata de renta diferencial, disputada por Estados y grandes empresas. La economía mundial consume cerca de 30 mil millones de barriles al año, creando un excedente económico del orden de dos billones de dólares anuales (2.000.000.000.000 dólares).
Petróleo y transición energética
No es correcto vincular el problema del alto costo del petróleo con el hecho de ser una fuente natural no renovable de energía. La demanda de petróleo no es determinada a partir de un país, sino a partir de la forma en que la producción capitalista mundial establece precios. El petróleo continúa con un papel esencial para el modo de producción capitalista, con enormes industrias automovilísticas en los países ricos y en algunos países atrasados, como China. ¿A qué se puede atribuir esa característica especial del petróleo? El recurso energético de mayor disponibilidad en stocks es el carbón, seguido por el uranio (para la generación eléctrica en el mundo, en 2005, se utilizó el carbón mineral en una proporción del 40,3% del total generado, el gas natural con 19,7%, la energía hidráulica con 16,0%, la nuclear con 15,2%, los derivados de petróleo con 6,6% y otras fuentes con 2,2%). La cantidad de energía que llega a la tierra proveniente del Sol y que vuelve al espacio después de algunas transformaciones es inmensa. Cada una de las tres formas por las cuales la energía solar fluye sobre la tierra -la energía hidráulica, la eólica y la de la fotosíntesis- tiene por año un valor mayor que el stock de petróleo acumulado. Sin embargo, ningún recurso energético contribuye más que éste para hacer girar la producción capitalista. Para que otras formas de energía desempeñasen ese papel sería necesario mejorar las condiciones técnicas de su apropiación, para que éstas usen menos capital y menos trabajo vivo.
El debate sobre la transición energética ha sido provocado por la discusión sobre el cambio climático; o sea, por la catástrofe ecológica y por la perspectiva de agotamiento de las reservas de petróleo, ya que el ritmo de descubrimientos de nuevos yacimientos no es suficiente comparado con el crecimiento del consumo.
De todas formas, cuando se observa la estructura social de producción, la persistencia del desarrollo urbano industrial, surgido de las revoluciones industriales, se encuentra definitivamente ligado al extraordinario desempeño del petróleo a pesar de las dos razones señaladas antes, que justifican la necesidad de una transición energética hacia nuevas fuentes renovables.
Los recursos convencionales de petróleo están agotándose en razón de la tasa actual de consumo, próxima a 85 millones de barriles de petróleo por día. Esto significa que los dos billones de barriles remanentes de recursos conocidos de petróleo se estarán agotando en las próximas tres o cuatro décadas, dado que el consumo y la producción aumentan a pesar del cambio climático y de las tentativas de buscar nuevas fuentes de energía, que permitan sustituir el petróleo en función de su agotamiento.
La solución simultánea de los dos problemas exigiría una enorme inversión en ciencia y tecnología para atenuar los impactos que esta sustitución tendría en la estructura de producción y de consumo, al implementar un cambio en los patrones de consumo social, por ejemplo el menor uso del automóvil como medio de transporte individual: un cambio de conducta social.
¿Dónde se encuentra el remanente (reservas) de petróleo? En tres fronteras estratégicas: en Asia Central, en África (en países como Nigeria y Sudán) y, ahora, en el área conocida como presal brasileño (la formación geológica submarina donde tienden a acumularse enorme reservas de petróleo y de gas natural).
Compañías estatales y carteles
La intervención estatal como forma predominante de apropiación de parte de la renta extra (diferencial) creada por el petróleo es relativamente reciente, pero la intervención estatal en la economía petrolera es más antigua, con la creación, por ejemplo, de YPF (Argentina).
Los antecedentes de YPF se encuentran en el descubrimiento de petróleo en la zona de la ciudad de Comodoro Rivadavia, en el año 1907. Posteriormente se creó la Dirección General de Explotación del Petróleo, con el objetivo de regular la actividad de las compañías extranjeras que comenzaban a establecerse en el país. La empresa estatal fue creada en 1922, hacia el final del primer gobierno del radical Hipólito Yrigoyen, y fue dirigida en sus primeros años por el general Enrique Mosconi, quien ocupó el puesto entre 1922 y 1930 cuando se produjo el golpe que derrocó a Yrigoyen (había comenzado su segunda presidencia en 1928). Durante su mandato de ocho años, logró casi triplicar la producción de petróleo, de 348.888 metros cúbicos en 1922 a 872.171 en 1929. YPF fue la primera petrolera estatal integrada verticalmente en todo el mundo, excluyendo a la URSS.
En 1938 se produjo, en México, la creación de la empresa estatal Pemex, después de la nacionalización de las petroleras inglesas por el gobierno nacionalista de Lázaro Cárdenas. En Argentina, el 29 de diciembre de 1949 (durante el primer gobierno de Juan Perón) se terminó de construir el gasoducto que transportaba gas de Comodoro Rivadavia hacia Buenos Aires. Con una longitud de 1.600 kilómetros, era el primero en Sudamérica y el más largo del mundo; pero como no se habían terminado de construir las válvulas y las terminales, este gasoducto fue incapaz de transportar gas a los hogares. Años después, con la creación de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) en 1960, se planteó en la arena política (y militar) mundial el problema de la apropiación de la renta petrolera, tal como ocurrió con los enfrentamientos bélicos de la época, acompañados por grandes variaciones de los precios del petróleo entre 1973 (guerra de Yom Kippur) y 1979 (revolución iraní).
El 14 de septiembre de 1960 los cinco principales productores de petróleo (Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y Venezuela) fundaron, en Bagdad, la Organización de Países Exportadores de Petróleo. La creación de la Opep fue un movimiento de reacción a la política de achatamiento de precios practicada por el cartel de las grandes petroleras occidentales, las llamadas "siete hermanas" (Standard Oil, Royal Dutch Shell, Mobil, Gulf, BP y Standard Oil de California).
Los cambios en la estructura del mercado internacional del petróleo comenzaron a emerger luego de la Segunda Guerra Mundial. El petróleo estaba convirtiéndose en la principal fuente de energía de los países desarrollados, entre los cuales los de Europa Occidental y Japón eran importadores absolutos. En 1950, también los Estados Unidos se volvieron importadores líquidos de petróleo, ya que su consumo superó su producción doméstica. El creciente éxito del petróleo en el mercado internacional, y el nacionalismo en expansión de los países productores (aquellos con reservas petrolíferas), produjeron modificaciones en los acuerdos de concesión para exploración, generando un nuevo principio de distribución, "mitad y mitad", en términos de regalías e impuestos, entre las empresas y sus respectivos anfitriones.
En parte de las décadas del '50 y '60, las grandes empresas controlaban el mercado y mantenían precios lo suficientemente atractivos como para desalentar el desarrollo de otras formas de energía. Los europeos establecieron un impuesto al petróleo para proteger a la industria carbonífera local contra los bajos precios del petróleo. En los Estados Unidos, donde la producción y los precios del petróleo eran más caros que los internacionales, las empresas locales obtuvieron apoyo y protección del gobierno para sobrevivir.
No obstante, nuevas empresas consiguieron entrar en el mercado, obteniendo concesiones en Argelia, Libia y Nigeria. En 1952, las "siete hermanas" producían el 90% del petróleo crudo fuera de los Estados Unidos y del "bloque socialista"; en 1968, ese porcentaje fue reducido al 75%. Pasaron a perder el control sobre los precios internacionales porque no consiguieron restringir la oferta. En 1958, los Estados Unidos establecieron cuotas, por razones de seguridad nacional, para proteger y garantizar la supervivencia de la producción doméstica frente al petróleo importado, más barato. Esas cuotas aislaron a Estados Unidos de la absorción de nuevos suministros, llevando, en 1959-60, a las empresas internacionales a reducir los precios, lo que generó disgusto en los países productores, que vieron disminuir sus ingresos. Tal decisión engendró el inicio de cooperación de los países productores, que resultó en la creación de la Opep.
En enero de 1961, la carta de la Opep, adoptada en la conferencia de Caracas, definió los tres objetivos de la organización: aumentar el ingreso (beneficio) petrolero de los países miembros, a fin de promover su desarrollo; asegurar un aumento gradual del control sobre la producción de petróleo, ocupando el lugar de las multinacionales; y unificar las políticas de producción. La Opep aumentó las regalías pagadas por las transnacionales, alterando la base de cálculo de esas compañías, y las gravó con un impuesto. La política interna estadunidense de prevención de exceso de oferta, llevada a cabo por medio de la limitación de su producción y del estabelecimiento de cuotas compulsivas, establecidas a partir del final de la década de 1950 sobre el petróleo importado, era en gran parte responsable por la creación de la Opep, que se dio como respuesta a la tentativa americana de transferir la carga del ajuste de precios al resto del mundo.
Venezuela, que ya era una gran productora de petróleo, fue particularmente alcanzada por las restricciones estadunidenses, y se volvió crucial en la creación de la Opep que, en su primera década, creció de cinco a trece miembros, englobando la producción del 85% de las exportaciones mundiales de petróleo.
En enero de 1968, después de la Guerra de los Seis Días (junio de 1967) entre Israel y los países árabes, en un contexto de déficit de oferta, la Opep consiguió un acuerdo con las compañías occidentales. Al final de la década, el barril ya valía 1,80 dólares. A partir de la década de 1970, la Opep se volvió una herramienta particularmente eficiente para los países productores. Siguiendo el liderazgo de Libia, que, bajo el gobierno de Gadafi, a partir de 1969, exigió aumentos en los precios y en los impuestos sobre el petróleo (amenazando con la nacionalización de la producción en caso de que no fuesen respetados por las empresas productoras), otros miembros de la Opep tomaron el mismo camino.
Una conferencia sobre nacionalización, requerida por la Opep, reunió a empresas internacionales y logró un acuerdo de aumento gradual de la propiedad de los países anfitriones (aquellos en los que las empresas explotan los recursos) sobre la producción hasta el tope del 51%, que debía ser alcanzado en 1982. Los acontecimientos, sin embargo, se aceleraron. El aumento de los precios del petróleo de los países de la Organización de Países Arabes Exportadores de Petróleo (Opaep) en respuesta a la guerra árabe-israelí, motivada por el expansionismo del Estado sionista, en octubre de 1973 (la llamada guerra de Yom Kippur, Día del Perdón), fueron, además, seguidos por los otros miembros de la Opep. Los años 1970 produjeron, en ese cuadro de crisis y guerra, la transferencia gradual del control sobre la producción de petróleo desde las "siete hermanas" hacia la Opep.
En 1971-1972, la Opep, que controlaba en la época dos tercios de las exportaciones mundiales de petróleo crudo, inició el proceso de nacionalizaciones. Además, junto al aumento del precio del petróleo entre el 70 y el 100%, los productores árabes declararon un embargo a los países considerados favorables a Israel (Estados Unidos y Holanda, básicamente). Como resultado, el precio del petróleo aumentó 400% en cinco meses (hasta marzo de 1974), con un nuevo aumento del 100% en la conferencia de Teherán el 23 de diciembre de ese año. En noviembre de 1973, el presidente norteamericano Richard Nixon anunció el Proyecto Independencia, para convertir a los Estados Unidos en un país energéticamente autosuficiente. En esa época, los EUA importaban un tercio de sus necesidades de petróleo. Hoy, importan mucho más…
En el mismo año (1973), el Shá de Irán, retomando un viejo proyecto de Mohammad Mossadegh (ex primer ministro destituido por un golpe orquestado por la CIA, que dio poderes totales al propio Shá), expropió las compañías extranjeras y concedió a la estatal Nioc (National Iranian Petroleum Company), el control total de la industria petrolera. Irán era entonces el cuarto productor mundial de petróleo crudo, y el segundo exportador. Para evidenciar la nueva fuerza política de los países petroleros, en marzo de 1975 se realizó el primer encuentro de jefes de Estado de países miembros de la Opep, en Argelia. En Irán, la crisis del petróleo provocó una terrible inflación en el país, que llevó al desempleo a más de un millón de personas.
La "crisis del petróleo"
El aumento de los precios fue señalado como causante de la crisis económica mundial que tuvo su apogeo en 1978. La crisis, sin embargo, ya estaba presente en la economía capitalista mundial (en los EUA en primer lugar) desde finales de la década de 1960. El aumento del precio del petróleo debido a la reacción de los países de la Opep fue sólo un factor adicional. Y no representó más del 2% en el proceso inflacionario de los países centrales. La inflación fue impulsada por un efecto acumulativo de más de tres décadas y amplificada por la especulación desenfrenada de los años 1972/73 con el oro, los terrenos, las construcciones, los diamantes, las joyas, las obras de arte y, sobre todo, las materias primas (commodities). Es decir, todos los "valores refugio" (o reservas de valor), que se aprecian más a medida que se deprecia la moneda.
La inflación fue reforzada por la práctica de los "precios administrados" impuestos por los monopolios, y acentuada por los gastos militares colosales, que no dejaron de crecer desde inicios de la década de 1950. En agosto de 1971, anticipando la crisis declarada, el gobierno de Richard Nixon declaró la no convertibilidad del dólar.
Por otro lado, la idea de que la crisis del petróleo había provocado deflación, debido a los recortes en la producción y en la demanda, causados por la salida de capitales de los países centrales hacia la Opep, también es falsa. Estos capitales no quedaron atesorados en las bóvedas de los países árabes; al contrario, volvieron bajo la forma de "petrodólares" a los países centrales. Con la contratación de obras, productos y servicios de los países desarrollados, los petrodólares realimentaron sus economías acentuando la tendencia inflacionaria general por el alza de los costos y por el aumento de liquidez. La inmensa acumulación de capital de los países árabes, prevista por el Banco Mundial, no se produjo.
Los grandes gastos de "desarrollo" en los países productores, los volvieron deficitarios en su balanza de pagos. La importación de máquinas y fábricas por parte de los países de la Opep, fue vista por muchos como el motor de una nueva fase de expansión del capitalismo, lo que no se confirmó porque, entre otras cosas, la dinámica de los precios es incierta; los países desarrollados buscaban una progresiva sustitución de energía, lo que los volvería menos dependientes de la Opep y disminuiría el poder de presión de la organización de países árabes; además, la industrialización no se concretó en esos países, debido a la monumental concentración de la renta en unos pocos y a la pobreza de la mayoría de la población, que contribuyó a sostener el raquitismo de sus mercados internos. El nacionalismo burgués-clerical-monárquico llegó a sus límites.
En la recesión de 1974/75, los países del cartel multiestatal de petróleo consiguieron mantenerse relativamente estables, al contrario de los demás países del "Tercer Mundo" que se sumieron en una profunda crisis. Esta estabilidad se debió fundamentalmente a la disminución de la producción de petróleo para el sostenimiento del precio internacional, un volumen que fue controlado de cerca por la Opep. A pesar de la disminución de la producción, estos países mantuvieron un alto ingreso nacional que fue utilizado para las importaciones. Estas grandes sumas de capital fueron controladas por los gobiernos de los Estados miembros de la Opep.
Renta diferencial
El origen de esos capitales excedentes es la explotación de petróleo mineral, fuente de energía que se encuentra en forma bruta en la naturaleza. Los propietarios de estos depósitos son los Estados donde se encuentra el mineral: el pago realizado al dueño de la tierra / yacimiento, es una renta de la tierra, en los términos definidos por Marx en El Capital: "El arrendatario capitalista paga al propietario de la tierra, al dueño de la tierra que explota, en un plazo determinado, digamos un año, un monto estipulado contractualmente (como el prestatario del capital-dinero paga un determinado interés) por el consentimiento de emplear su capital en esta rama particular de la producción. Se llama a esta cantidad renta agraria, y todo lo que pague por tierra de labranza, o por la construcción, minería, pesca, forestal, etc.". Los explotadores directos de los yacimientos de petróleo, en la mayoría de los casos, no eran los Estados propietarios sino las grandes petroleras multinacionales, que tenían su tecnología contratada por los Estados miembros de la Opep, a los que les pagaban una renta por la explotación de sus yacimientos.
En las esferas de la producción que dependen directamente de la naturaleza, la ley del valor (el valor de la mercancía equivale al tempo de trabajo socialmente necesario para su producción) actúa de una manera diferente. En la producción capitalista de mercancías el aumento de la productividad del trabajo puede hacer caer los precios por efecto de la competencia. En las ramas productivas que dependen de la naturaleza los precios dependen más de las condiciones naturales que de la actividad humana. En el ámbito de la producción energética las principales mercancías son el petróleo y el carbón. La productividad del trabajo en la extracción de petróleo es mayor que en la extracción de carbón, cuyas minas son cada vez más difíciles de explotar. Al ser menos rentable, el carbón debería ser eliminado en la competencia por el petróleo. Esto, sin embargo, no ocurrió porque en el sector de la energía la productividad del trabajo más elevada no puede ser generalizada, debido al hecho de estar ligada a una base natural, que son los pozos y que no se reproducen a voluntad. En segundo lugar debido a que los EUA, Alemania, Gran Bretaña y Francia, protegen sus fuentes naturales de energía interviniendo en el proceso de formación del valor. Estos países adoptaron medidas para evitar la dependencia del petróleo importado, como la restricción de las importaciones, la subvención a la producción nacional y la introducción de impuestos a la importación, que fueron incorporados al precio del petróleo importado.
El precio se forma a partir de la fuente menos rentable, que es el carbón europeo, de forma que su exploración proporcione lucro. La fuente más rentable, que es el petróleo del Medio Oriente, no llega al mercado consumidor en su verdadero valor sino que se incrementa debido a la carga de impuestos. El petróleo de Estados Unidos, a su vez, alcanza un lucro medio mayor al que tiene el carbón europeo. No eran los países productores los que más ganaban con la producción de petróleo. El precio individual fijado en el Golfo Pérsico fluctuó, desde 1953 a 1973, entre 1,60 y 2,75 dólares el barril; con impuestos, sin embargo, alcanzaba los 10 dólares en el mercado mundial. La creación de la Opep inició una nueva confrontación: la crisis resultante, en realidad, era una lucha por un nuevo reparto de la renta agraria. Formada por las clases dominantes de los países exportadores de petróleo, la Opep elevó el precio del petróleo crudo, imponiendo límites a la competencia entre los países productores con la formación de un cartel. Los países capitalistas desarrollados, para no quedar de rehenes de la Opep, buscaron e investigaron nuevas fuentes de energía, entre ellas la nuclear, la solar y la producción de petróleo sintético, así como la investigación en otras regiones del mundo en busca nuevos pozos de petróleo. Los países subdesarrollados también han buscado, incluyendo el Programa Pro-alcohol en Brasil, que tuvo corta vida.
La disputa internacional sobre el precio del petróleo fue una lucha por la apropiación de la renta diferencial (aquella originada en las diferencias naturales de fertilidad, o de la riqueza, del medio ambiente natural). También se comportó como una disputa intermonopólica a escala mundial. La "factura petrolera" debía ser pagada, en primer lugar, por los países y las empresas de alto consumo energético que dependían de las importaciones (la mayoría de los países europeos y Japón), lo cual fortaleció a la burguesía norteamericana frente a ellos y, dentro de Estados Unidos, al sector empresarial que se encontraba en la misma situación. La "crisis del petróleo" se inscribe, por lo tanto, dentro de la intensificación de las disputas entre los monopolios y los países capitalistas centrales, provocada, sin embargo, por una crisis preexistente. Las refinerías petroleras y distribuidores (las "Siete Hermanas") fueron, en diversos grados, las máximas beneficiarias del aumento de la "factura petrolera".
Los Estados de la Opep, que tienen cierto grado de autonomía debido a la propiedad de los pozos de petróleo, son países subdesarrollados, que no tienen autonomía tecnológica ni financiera. La explicación de la crisis económica mundial por la "crisis del petróleo" fue un intento ideológico para encubrir las verdaderas raíces de esta crisis, que se encuentran en las leyes de la acumulación capitalista, que conducen a la sobreproducción de mercancías y a la sobreacumulación de capital, operando a escala mundial.
Petrobras: del nacionalismo al neoliberalismo
En Brasil, el ciclo nacionalista ("varguista")1 entre las décadas de 1940 y 1950, incidió en la formación del monopolio estatal del petróleo y en la creación de la empresa Petrobras, en medio de una campaña que se conoció como "el petróleo es nuestro", y también en la conformación de la empresa eléctrica Eletrobrás, la Telebrás, el Banco Nacional de Desarrollo Económico (BNDE) y la Compañía Siderúrgica Nacional (CSN). La creación de una industria de base (energía, acero, financia- miento de carreteras y transportes) obedecía al objetivo de buscar una asociación privilegiada con el capital extranjero, favoreciendo sus inversiones en sectores más rentables en el corto plazo (montadoras automovilísticas).
La producción nacional de petróleo resultaba insuficiente para la época, sólo cubría 1,6% del consumo total: se tomó la decisión de ampliar el sector de refinación existente, a fin de reducir los costos de las importaciones de los derivados de petróleo. La empresa estatal brasileña pasó a desarrollar actividades fuera de Brasil y descubrió, en esta fase, el mayor campo petrolífero de Irak, llamado Majnoon ("el loco"), que fue nacionalizado por Irak.
Con la crisis económica mundial, Petrobras fue comisionada a una nueva tarea: lograr la autosuficiencia petrolera, realizando trabajos de exploración en tierra y también en su área marítima. En 1968 se iniciaron las primeras actividades de prospección off shore (costa afuera), en el recién descubierto campo de Guaricema, Sergipe. Más tarde, en 1974, se descubrió la cuenca Campos que es, hasta el momento, la mayor productora de hidrocarburos en Brasil. El área inicial fue Garoupa, seguida por los campos gigantes de Marlin, Albacora, Barracuda y Roncador. Precisamente fue en esta fase que se desarrolló la tecnología de exploración en aguas profundas y ultra profundas. Progresivamente, la exploración en láminas de agua de pocas decenas de metros pasó a medirse en centenas y, posteriormente a 1.000, 2.000 y hasta 3.000 metros de profundidad. De esta forma Brasil alcanzó estándares de autosuficiencia, en momentos en que el precio del petróleo superó los 100 dólares por barril.
En la década de 1990, el gobierno de Fernando Collor de Melo y, más tarde, el de Fernando Henrique Cardoso (FHC), comenzó la privatización de varios sectores, como el de las telecomunicaciones, parte del sector eléctrico y, en el caso del petróleo, la venta de gran parte de las acciones de Petrobras, buscando su privatización total a través de la "internacionalización". También se crearon las agencias de regulación de esos servicios: Agencia Nacional del Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles-ANP; la Agencia Nacional de Energía Eléctrica- Aneel; la Agencia Nacional de Telecomunicaciones-Anatel, para garantizar la rentabilidad de las inversiones y para atraer al capital internacional. En el inicio del gobierno de Lula (2003), a pesar de las privatizaciones, gran parte del sector eléctrico, más de 80% de la generación, estaba todavía en manos del Estado. En el programa del PT, lo que se proponía era que las empresas vendieran la energía a un precio apenas inferior al del valor del mercado, y la diferencia entre ese precio y el costo -aún más bajo- de la generación se destinara a un fondo social. En el área de petróleo, donde se tenía todavía el control de Petrobras, se propuso cambiar el sistema de concesión de petróleo creado bajo el gobierno de FHC. Nada de esto se hizo.
En el sector eléctrico, un proceso de discriminación de las empresas estatales llevó al mercado de energía, con precios extremamente favorecidos para los grandes consumidores (capitalistas), a un crecimiento extraordinario de cerca del 25% del consumo total de energía del país, lo que permitió la apropiación del excedente por un grupo restringido de empresas. En el caso del petróleo, se mantuvo intacto el sistema de concesiones, a pesar de las amplias propuestas presentadas por políticos, juristas, profesionales de Petrobras y sindicalistas, que protestaron en todas las rondas de licitación de los bloques de petróleo promovidas por la ANP bajo el gobierno de Lula.
En estas rondas licitatorias se llegó a incluir una cláusula discriminatoria contra la propia Petrobras, que limitaba la proporción de "bloques" que podía adquirir. Desde sectores del gobierno se buscaba mantener las reglas neoliberales, a pesar de varios descubrimientos ya realizados en el área conocida como de presal en el Océano Atlántico. En 2007, en la novena ronda de licitación, fue unilateralmente favorecida la empresa OGX, que meses antes había reclutado técnicos de Petrobras, poseedores de informaciones estratégicas y privilegiadas.
Aun así, Petrobras invirtió fuertemente en exploración y producción al interior de Brasil y también en el extranjero, suponiendo una tendencia a la valorización definitiva del petróleo en el escenario del pre-agotamiento del combustible. La explotación del gas pudo verse como una posibilidad adicional de generar riqueza, ya que cada 150 metros cúbicos de extracción de gas permiten la sustitución de un barril de petróleo, además de facilitar una "descarbonización" progresiva. El esfuerzo en el segmento de biocombustibles y de otras fuentes renovables, como la eólica y la fotovoltaica, constituirían la base para crear una alternativa del agotamiento final y una respuesta para la descarbonización de la matriz energética. El patrimonio de Petrobras no es simplemente el hecho de descubrir el petróleo, sino también de potenciarlo, desarrollarlo, procesar gas natural y brindar soluciones hacia la transición para otro tipo de energéticos, dentro de la era pos-petróleo, que incluye a los biocombustibles y otras fuentes renovables.
Presal, monopolios y negociados
Petrobras probó un nuevo modelo geológico, desarrollado a lo largo de décadas, que preveía la posibilidad de la existencia de una segunda capa de petróleo bajo la capa de sal, debajo de la primera. El primer descubrimiento de petróleo presal se presentó en el bloque de Parati, en 2005. Se trató de un primer pozo petrolero con importantes resultados; sin embargo, fue el 1-RJS-628A, de Tupi, cuya perforación del pozo pionero comenzó en septiembre de 2005, el que constituyó la oportunidad para probar el nuevo modelo geológico que mostraba la posibilidad de encontrar petróleo a un nivel más profundo, presal. En mayo de 2007 se logró perforar el pozo de extensión 3-RJS-646. Cuando se descubrió petróleo, se confirmó el enorme potencial del yacimiento, evaluado después entre 4 y 8 mil millones de barriles de petróleo leve, equivalente a uno o dos tercios de todas las reservas brasileñas. Hecho del cual tuvo noticia el gobierno, lo mismo que la Agencia Nacional del Petróleo, Gas Natural y Biocombustibles (ANP), como es obligatorio por ley.
Si bien se trata de una reserva gigante, los geólogos de Petrobras no tienen aún la dimensión exacta de las reservas de petróleo de presal. Tampoco se conoce la extensión de la formación de presal y del petróleo subyacente en ella, que se estima debe tener más de 100 millones de años. Puede ser que el área con potencial se extienda después del Estado de Espírito Santo, que llegue al Estado de Sergipe: la sal gema de aquella región es de la misma naturaleza que las capas que cierran los reservorios de petróleo descubiertos bajo el mar en Campos y Santos. En una escala de países con las mayores reservas de petróleo, Arabia Saudita está en primer lugar, con 264.000 millones de barriles. Brasil estaba en el puesto 17, con 14.000 millones. Con los primeros descubrimientos de presal, Brasil pasó a 20.000 millones y quedó en el lugar 12°, después de Estados Unidos.
Entre mayo y septiembre de 2007 se perforó el segundo pozo, el RJS-646, lo que confirmó el descubrimiento de una gigantesca reserva de petróleo, entre 5 y 8 ml millones de barriles de las reservas de petróleo liviano, una de los más grandes de la historia mundial del petróleo. Una vez más, las autoridades fueron alertadas de su relevancia estratégica. Después de todo, con más de 50 años de esfuerzos, hasta ahora Petrobras había sido capaz de consolidar unos 14 mil millones de barriles en reservas, además de la extracción de poco más de 5 mil millones de barriles. Esto fue seguido por otros descubrimientos en 2007, como Caxaréu, Pirambu Carioca, Caramba. En julio de 2007, con el asesoramiento estratégico de consultores especiales (había una consultora estratégica del ex ministro José Dirceu) se creó una nueva empresa petrolera brasileña (la OGX, dirigida por Eike Batista, un capitalista con fuertes lazos con Planalto; la petroquímica se quedó con el grupo Odebrecht) mediante la contratación de técnicos que trabajaban en el núcleo estratégico del área de exploración de Petrobras, con acceso a todas las informaciones privilegiadas, los métodos y las tecnologías desarrolladas para el presal. Incluso con todos estos hechos y evidencias, se llevaron a cabo las rondas de la subasta, con bloques configurados a partir de las características geofísicas de la post-sal (se ofrecieron 3.513 bloques), incluidos bloques del entorno del Tupi y del Arco de Cabo Frío. Sólo a principios de noviembre de 2007, después de muchas protestas en contra de la subasta, el gobierno decidió retirar 41 áreas de la licitación. No se tomó ninguna acción para evaluar si los intereses estratégicos del país habían sido violados, o si estaban amenazados. Los bloques del Arco de Cabo Frío, junto con otros 11, fueron comprados por la nueva compañía en alrededor de 1,3 mil millones de pesos. Entregar entre 2.600 y 5.500 millones de barriles de petróleo y una hegemonía tecnológica de base del núcleo de Petrobras al grupo privado de Eike Batista fue un ataque contra el interés público y nacional en beneficio del gran capital y sus intermediarios, y un negociado de enormes dimensiones.
En junio de 2008, en la subasta pública inicial se vendieron el 38% de las acciones de OGX por más de 6.000 millones de reales, lo que indica un valor de la empresa -cuyos activos era la potencialidad de los bloques recién adquiridos y el equipo de técnicos oriundos de Petrobras- en más de 17 mil millones de reales. A mediados de 2010, los sucesivos anuncios de descubrimientos de esta empresa indicaron reservas potenciales de entre 2.600 y 5.500 millones de barriles. Así que incluso sin la conclusión de la exploración de los bloques de Arco de Cabo Frío por parte de la nueva empresa, el volumen de petróleo ya era comparable con los 5 mil millones de barriles incorporados por Petrobras, por un valor superior a 74 mil millones de reales. Estos cinco mil millones de barriles fueron descubiertos por la propia Petrobras, como parte de las reservas de petróleo de presal, pero ahora casi el 30% del presal está en manos privadas. Y Eike Batista, el dueño de OGX, ya creó una nueva empresa, con vistas a monopolizar las obras del Mundial 2014 y las Olimpíadas 2016: ¡viva la patria contratista!
Después del descubrimiento anunciado en 2007, a mediados de 2008 el gobierno nombró una comisión interministerial (Ministerio de Minas y Energía; Ministerio de Desarrollo Industrial y Comercio Exterior; Casa Civil; Ministerio de Hacienda; y Ministerio de Planeación, Presupuesto y Gestión) para elaborar nuevas leyes para el sector, relativas a la producción de petróleo y gas en el área de presal. En agosto de 2009, la comisión dio a conocer cuatro proyectos de ley para reformar la legislación del sector petrolero: el Proyecto de Ley de la Cámara -PLC-309/09, que crearía la Empresa Brasileña de Administración de Petróleo y Gas Natural SA -Petro-Sal-; el PLC 7/10, que crea el Fondo Social -FS-; el PLC 8/10, que establece reglas para la capitalización de Petrobras; y el PLC 16/10, que establece nuevos criterios para la distribución de las regalías del petróleo y crea el régimen de producción compartida. En los cuatro proyectos de ley, el gobierno prácticamente acogió todas las sugerencias de los "movimientos sociales", pero dejó todo abierto para luego no ejecutar ninguna de ellas. Las nuevas leyes que se planteaban recolocarían a Petrobras al mando del proceso de exploración, producción y venta de petróleo en el país.
En este contexto, las nuevas licitaciones significan grandes negocios. El afán de las grandes petroleras internacionales en tomar parte del negocio de explotación de las nuevas reservas de petróleo es visible. Es fácil comprenderlo: sus reservas son una fracción mínima comparadas con las de 1960, cuando "mandaban en el mundo". Lo elemental habría sido una evaluación más precisa del petróleo que todavía no ha sido licitado, con la contratación de Petrobras para concluir el proceso exploratorio, conocer las acumulaciones, sus límites, desarrollar un plano de evaluación y, posteriormente, la producción. Así, se podría saber con certeza si hay 80.000, 100.000, millones de barriles o más. Sólo así se podría planear la producción. No es posible definir un plan de producción para el petróleo de presal sin conocer esa reserva de forma precisa. Y esto plantea un segundo problema: Brasil es de los países que menos invierte en investigación mineral en relación con el tamaño de su territorio (es ampliamente superado hasta por países como Chile y Perú).
Las formas básicas actuales de operar la industria del petróleo son el monopolio público de la empresa estatal o la contratación para la prestación de servicios, la producción compartida y la concesión de áreas. El monopolio público ejercido por la operadora estatal es el régimen adoptado por Arabia Saudita y por todos los otros países con grandes reservas, como Irán y Venezuela. Cuando es necesario subcontratan la prestación de servicios, y raramente la producción compartida.
Los regímenes de producción compartida y el de concesiones fueron dominantes en la década de 1960, cuando las grandes multinacionales del petróleo, las llamadas Siete Hermanas (Shell, Esso, British Petroleum y otras) tenían cerca del 90% de las reservas mundiales. Actualmente, las mayores empresas de petróleo son las nacionales: 1) Saudi Aramco; 2) Gazprom, rusa; 3) CNPC, china; 4) Nioc, iraní; 5) PDVSA, venezolana; 6) Petrobras, brasileña, y 7) Petronas, malaya. Pero juntas no llegan al valor de mercado de la Exxon Mobil. Según las nuevas estimaciones, con el presal Brasil pasaría al octavo lugar mundial en reservas de petróleo (todavía muy abajo de Arabia Saudita y Venezuela, los dos mayores "reservistas").
Que las grandes petroleras tengan la capacidad de "apretar" al Estado brasileño se debe a los problemas de éste, agravados por la crisis económica mundial. El déficit en cuenta corriente del país tuvo un récord histórico en 2010 (casi 50 mil millones de dólares, contra 28 mil millones de dólares en 2008, el "año de la crisis"), la deuda externa creció casi 14% en el primer semestre (volviendo a los niveles "pre-Lula" del año 2000), durante el cual la fuga (oficial) de capitales superó los 15 mil millones de dólares (mucho más que lo invertido en los famosos "programas sociales"), y la recaudación experimentó un fuerte retroceso. Las famosas reservas cambiarias cuestan mucho, pues implican la ampliación de la deuda pública interna para su compra y manutención, con un costo del 12% anual para un monto de 270 mil millones de dólares. La deuda pública no paró de crecer desde el gobierno de FHC. Contrariamente a la leyenda difundida por el gobierno brasileño, la crisis de 2008 golpeó de lleno a la economía brasileña. La tasa de apalancamiento (relación entre deuda y patrimonio líquido) de Petrobras rozó la tasa del 35%, nivel en el perdería el investment grade de las clasificadoras de riesgo internacionales.
Frente a la perspectiva de un descalabro económico, el programa (o mejor, el expediente) de la burguesía brasileña es el mismo del gobierno del PT. Petrobras anunció la emisión de 3,7 mil millones de acciones, para levantar 75 mil millones de dólares (127,4 mil millones de reales), para explotar los yacimientos oceánicos de la camada presal (calculados en 100 mil millones de barriles), con privilegio (80%) para los actuales accionistas (40% el Estado, 60% el sector privado: el principal es el fondo de inversión norteamericano BlackRock), y el 80% del 20% restante para los "grandes inversores". La más grande operación de "apertura de capital" realizada hasta el presente (del Agricultural Bank of China) levantó 22 mil millones de dólares, menos de un tercio de la capitalización de Petrobras. Se avanza en la enajenación de los recursos naturales y energéticos, apostando a su valorización 'in aeternum' para contornar la sombra de un default potencialmente catastrófico.
Capitalización y burbuja financiera
Finalmente, Petrobras realizó una emisión de acciones por 67 mil millones de dólares, lo cual llevó el valor de su capital a 220 mil millones, apenas por debajo de la que ocupa el primer lugar en el ranking internacional, la norteamericana Exxon. Formalmente, la participación extranjera cayó del 38 al 26% de las acciones, llegando la participación del Estado al 48%. Esta suscripción de capital convirtió a la Bolsa de San Pablo (Bovespa) en la segunda más transada del mundo, detrás de la Hong Kong. Lula, que se hizo presente en la subasta de las acciones, se felicitó delante de los inversores por haberse convertido de un cuco del capitalismo en "el honrado partícipe del momento más auspicioso del capitalismo mundial". Los valores morales del presidente brasileño han ido retrocediendo a medida que el valor bursátil de las empresas ha ido subiendo. La valorización de las acciones de Petrobras depende de la evolución de su capacidad de producción, de su tasa de nuevos descubrimientos y de su capacidad de convertir estos factores en los beneficios futuros. Pero depende crucialmente de cuan obediente es Petrobras a las reglas del mercado financiero, y en qué medida el gobierno brasileño se mantenga fiel a ellas.
¿Significa esta operación de Petrobras que Brasil marcha a velocidad de crucero a integrarse a las llamadas economías desarrolladas? Es lo que cree Dilma Rousseff quien, poco antes de asumir, dijo al Financial Times que "el petróleo es el pasaporte de su país para alcanzar un status mundial". Aunque la operación refuerza, en realidad, la condición de Brasil como exportador de materias primas, el gobierno brasileño ha prometido que las inversiones físicas que deberá realizar la petrolera serán encargadas a la industria nacional, o sea que es presentada como un aspecto de la industrialización.
Bien mirado, sin embargo, la capitalización de Petrobras representa, antes que nada, una renuncia de Brasil al ejercicio soberano de sus nuevos descubrimientos petroleros, más allá de una barrera de sal que se encuentra a dos mil metros de profundidad. Lula había asegurado, en su momento, que las nuevas reservas iban a dar lugar a la creación de una empresa exclusivamente estatal, que se haría cargo de licitar los permisos de explotación a cambio de una regalía. En cambio, Brasil entregó esas reservas a Petrobras a cambio de nuevas acciones en la compañía. El resultado es que el estado brasileño aumentó su participación en Petrobras al 48% -el 52% restante está en manos privadas, fundamentalmente fondos de inversión de los Estados Unidos. El Estado ha cedido la certificación de las reservas a un grupo con mayoría privada, y el cobro de regalías es suplantado por los dividendos que decida Petrobras sobre las ganancias declaradas. Petrobras queda a cargo de la operación de los yacimientos descubiertos, aunque con una participación exterior de capital que puede llegar al 70%. Petrobras no solamente deberá compartir las ganancias con sus socios sino que estos harán valer esta condición para asegurarse la provisión de los servicios tecnológicos -que son los más rentables del negocio petrolero (esto, cuando los servicios tecnológicos de Petrobras se encuentran entre los más reputados del mundo). Conclusión: el Estado brasileño ha cedido soberanía a los pulpos privados internacionales y se ha convertido en un cobrador de los dividendos que se dispongan.
Pocas veces en la historia del país hubo una apropiación de tan elevado impacto económico. Si, como se supone, las nuevas reservas ascendieran a 100.000 millones de barriles, éstos serían explotados en 30 años, con ingresos cercanos a millones de dólares por día. La nueva empresa PetroSal "podría" decidir si la Exxon, Mobil, o la OGX es la que comercializará el petróleo. El país renuncia a su soberanía económica y se mantiene bajo el control del sistema financiero internacional.
En el caso de los capitales locales que participan de la ampliación de capital de Petrobras, fueron generosamente subsidiados por el Banco de Desarrollo de Brasil; o sea que no hay capital nuevo, estrictamente, sino un desvío de los capitales públicos o financieros internacionales. Los inversores apuestan a una suba de la cotización de las acciones y, por sobre todo, a la certeza de que el Banco de Desarrollo tiene el dinero suficiente para evitar una caída esos títulos. Se trata de una inversión subsidiada y con seguro contra default. Es un capital volátil.
Se trata de una apuesta especulativa a la suba del precio del petróleo, con mayores garantías que las que ofrece un contrato de compra futura del combustible. El costo de extracción de los nuevos pozos se ha estimado en unos 35 dólares el barril, siete veces por encima de un pozo saudita. La rentabilidad de la explotación dependerá de un precio estable del barril por encima de los 100 dólares. La inversión financiera en Petrobras es, sin embargo, muy lucrativa, porque la ampliación de capital reduce el peso de sus deudas en relación con el patrimonio, y porque da margen para contraer deudas en forma masiva, lo cual eleva el rendimiento de la acción (que es el capital). Es atractiva, también, porque supone una tendencia firme a la devaluación del dólar y al consiguiente aumento de los precios de las materias primas. Sin embargo, una suba de tasas de interés (provocada por la devaluación del dólar), o una caída del precio del petróleo (que sería consecuencia de una mayor recesión industrial) pondría a todo este negocio en situación de bancarrota. La Bolsa de San Pablo ha pasado a ser una súper timba. Una fuga de capitales de aquí arrastraría a la economía brasileña al abismo.
Perspectivas
La consecuencia inmediata de la entrada de dinero extranjero para participar de la ampliación del capital de Petrobras, fue una mayor valorización de la moneda brasileña, el real. El perjuicio que esto ocasiona al comercio exterior de Brasil es manifiesto, en especial el relacionado con la industria. La valorización del real produce asimismo una valorización de los valores bancarios e inmobiliarios y una acentuación, por lo tanto, de la especulación en estos rubros y prepara, burbuja especulativa mediante, la ulterior fuga de capitales y la devaluación. El afán de privilegiar a Petrobras frente a sus competidoras extranjeras, ha provocado una acentuación del endeudamiento extranjero de Brasil y de la especulación financiera. Lula les dejó a los brasileños una bomba de tiempo, que seguramente estallará bajo el gobierno de Dilma Rousseff.
Para salir de este impasse, para evitar que Brasil se transforme en una nueva "pordiosera acostada en lecho de oro (negro)", es necesario estatizar todos los recursos naturales y energéticos del país, y el capital destinado a explotarlos racional y planificadamente. Se trata de una medida elemental de defensa nacional, que excede las posibilidades de la burguesía nacional (socia menor del gran capital financiero internacional) y de sus agentes pequeñoburgueses, hoy en el comando del gobierno. Estos sólo atinan a plantear que una parte de los nuevos recursos, oriundos del presal, sea destinada a programas sociales, incluso mediante una enmienda constitucional. Esto limita el cuadro de la lucha por la soberanía nacional al ámbito parlamentario, antro de sobornos de toda especie y de la presión (lobby) de los monopolios privados, nacionales y extranjeros (WikiLeaks ya reveló una intensa actividad de los pulpos multinacionales para presionar al parlamento y al gobierno brasileños), que ya hacen campaña criticando la "politización de la ANP".
Sólo un movimiento obrero independiente, encabezado por los propios trabajadores petroleros, podría plantear consecuentemente la lucha nacional por el petróleo y los recursos energéticos, y llevarla adelante a través de su movilización, estableciendo el control obrero de la producción. Es una tarea política continental, no sólo por el tamaño del país, sino porque implica una resistencia antimperialista que sólo podría tener eficacia y posibilidades de victoria a escala latinoamericana, y porque plantea la integración energética del subcontinente sobre nuevas bases económicas y sociales. La nacionalización completa de los recursos naturales y energéticos, puesta en la agenda política por la crisis capitalista mundial, se plantea a escala continental, como parte de la lucha por la unidad socialista de América Latina.
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Notas
1. Por el presidente Getulio Vargas, que gobernó Brasil en cuatro períodos: 1930-1934 (gobierno provisorio), 1934-1937, 1937-1945 y 1951-1954 (año de su muerte). NdR.