La cuestión agraria en los clásicos del marxismo
La cuestión agraria o "campesina " suscitó una elaboración del movimiento socialista en ascenso que tuvo como propósito ganar a los campesinos -fundamentalmente semiproletarios- para la lucha contra el capitalismo. Esta política nació como corolario del descubrimiento del futuro que le esperaba a esa enorme masa asentada en el campo, que en aquel momento constituía más de la mitad de población en la mayoría de los países europeos. Tuvo como horizonte evitar que la población campesina quedara como base de maniobra de la burguesía en ascenso y ganar a la mayor parte de esa población para la lucha por el socialismo.
El trabajo se estructura de la siguiente forma: en primer lugar, mostraremos la contribución destacada que a nuestro juicio realizaron Marx y Engels a la ciencia social como un todo y a la ciencia política en particular, así como su influencia en el movimiento obrero naciente. Seguidamente contextualizaremos el surgimiento de la cuestión agraria al interior del proceso de ascenso antes mencionado para desarrollar, a partir de este marco, el aporte de Marx y Engels en términos de economía y política agraria. Se le suma a estos los que realizaron Kautsky para Alemania y Lenin para Rusia. Finalmente, presentamos una conclusión, tratando de pensar el presente desde el legado teórico del marxismo clásico como un todo.
Ciencia social y política
Una de las contribuciones decisivas del marxismo a la ciencia social ha sido la de haber "puesto fin a la concepción de la sociedad como una suma mecánica de individuos sujetos a toda clase de cambios por voluntad de las autoridades (o, lo que es lo mismo, por voluntad de la sociedad y de los gobiernos), suma que se produce y cambia casualmente" (Lenin, 1978: 19). Marx y Engels sentaron las bases para un estudio científico de la sociedad y de la historia, al hacer observable no solamente el carácter social e histórico del individuo moderno, sino al hacer conscientes las contradicciones que han "motorizado" hasta el presente el devenir de lo social mismo(1).
En efecto, para Marx y Engels los individuos han producido su propia existencia social, aunque no a su "libre antojo" sino con arreglo a determinadas relaciones de producción que han escapado a sus voluntades particulares. Estas relaciones o forma a través de la cual los individuos se han mediado necesariamente los unos con los otros ha tenido a cada paso de la historia un contenido dado por el grado de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas que recibieron y del cual han partido. Al respecto, la conocida cita de Marx:
[…] en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general (Marx, 1970: 8)
De acuerdo con esto, la tarea científica "tiene necesariamente que poner de relieve en cada caso concreto, empíricamente y sin ninguna clase de embaucamiento y especulación, la relación existente entre la estructura social y política y la producción" (Marx y Engels, 1985, TI: 18). Mencionemos que ni a Marx ni a Engels les compete el mérito de haber descubierto las clases sociales ni la lucha entre ellas, sino el de haberlas puesto en su justo lugar dentro de la totalidad social y la lógica interna del movimiento histórico que acabamos de esbozar. En efecto, Marx mismo sostiene que "Lo que yo he aportado de nuevo ha sido demostrar: 1) que la existencia de las clases está vinculada únicamente a fases particulares, históricas, del desarrollo de la producción; 2) que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado; 3) que esta misma dictadura sólo constituye la transición hacia la abolición de todas las clases y hacia una sociedad sin clases" (Marx y Engels, 1972: 56 y 57).
En tanto esta perspectiva remitió los hechos políticos, ideológicos y estatales a su base económica -como su determinante en última instancia(2)-, sentó las bases del moderno socialismo científico, dotando al movimiento proletario de un programa realista(3), superador de las mistificaciones utópicas precedentes. El artículo Principios del Comunismo y el propio Manifiesto del Partido Comunista intentan ser una respuesta a esta necesidad(4). Esta programática, entonces, no puede resultar de opciones abstractas, sino de elecciones que se tornan factibles por el conocimiento de los procesos en cuyo interior son tomadas (Netto, 1998).
En otras palabras, la política marxista sólo puede ser comprendida como resultante del análisis concreto de una situación concreta y nunca como la aplicación idealista de postulados suprahistóricos o artículos de fe. De ahí que Engels afirmara en su carta a Vera Zasulich de 1885 -con la poderosa humildad que lo caracterizaba- que "la teoría histórica de Marx es la condición fundamental de toda táctica razonada y coherente; para descubrir esta táctica sólo es preciso aplicar la teoría a las condiciones económicas y políticas del país en cuestión" (Marx y Engels, 1972 p. 365). Con esto queremos traer a la atención la profunda ligazón orgánica originaria del marxismo con el movimiento histórico del proletariado, principal clase productora y explotada de la sociedad burguesa. Al respecto, Netto (1998: XXVII) señala:
"La adhesión de Marx y Engels al movimiento obrero, era más que una opción política: era un imperativo de su concepción teórica. Una teoría social asentada en una ontología del ser social que adjudica al trabajo el fundamento de la socialidad, no tiene en el proletariado un elemento externo y contingente: identifica en éste, el sujeto concreto de su razón de ser" [Traducción nuestra del portugués].
Es decir, Marx y Engels fueron orgánicos al movimiento del proletariado no porque se la pasaron "pegados" como militantes en el movimiento obrero práctico sino porque enlazaron su producción teórica a él, en tanto encontraron en la clase obrera el elemento decisivo para la emancipación completa de toda la humanidad del trabajo. El movimiento socialista es esta unión, la unión del movimiento obrero práctico con su teoría y su programa.
Política y ascenso del proletariado (1848-1917)
Marx y Engels desarrollaron sus investigaciones conforme el capital se desplegaba expandiendo al proletariado industrial(5), y es a partir de esta conciencia científica que la clase obrera comienza en el siglo XIX a dar las primeras batallas por constituirse como una fuerza políticamente independiente de la burguesía, con voluntad orgánica de poder.
Si bien ambos no se constituyeron originalmente en la tendencia principal al interior del movimiento obrero naciente, sus contribuciones van ganando influencia decisiva en un ciclo ascendente de luchas que protagonizaron distintas expresiones organizativas de la clase obrera. Este ciclo comienza con el nacimiento de los sindicatos (1848), la fundación de la Asociación Internacional de los Trabajadores (1864), la Comuna de París (1871), la Revolución Española (1873) -dirigida por un segmento anarquista de la Internacional- y la creación de la Segunda Internacional (1889), entre otros, y se corona con la primera revolución socialista triunfante: la Revolución Rusa (1917).
Es importante destacar que, para nosotros, la base de este ciclo que desemboca en la primera victoria socialista está en el hecho de haber logrado constituir al proletariado en una fuerza política e ideológicamente independiente de la burguesía. Y esto fue posible en tanto los socialistas lograron fundir el socialismo científico y la memoria histórica legada por las luchas precedentes(6) con el movimiento obrero práctico(7). Hecho que, en realidad, no es otra cosa que la conformación de una praxis histórica sobre la cotidianeidad de la explotación. Todo esto se sintetiza en la máxima de Lenin según la cual "sin teoría revolucionaria tampoco puede haber movimiento revolucionario".
Este ascenso no fue lineal sino mediado por la lucha de clases, en donde han existido derrotas, avances parciales, retrocesos, desvíos y correcciones. De hecho, el país más avanzado en términos proletarios de fines del siglo XIX y principios del XX, Alemania, no pudo realizar la revolución por el carácter reformista primero y social patriótico después que asumieron las fracciones dirigentes que hegemonizaban el conjunto partidario. Insistimos: bajo la sociedad capitalista no hay ninguna esfera de la realidad que no esté mediada por la lucha de clases, que, como explicaba Engels (1970 p. 180) "se desarrolla en tres direcciones concertadas y relacionadas entre sí: teórica, política y económico-práctica (resistencia a los capitalistas)". En tanto la lucha teórica es un componente necesario de la lucha de clases como un todo, es necesario tener en cuenta, en esta época aún marcada por el retroceso político e ideológico, que una cosa es el dogmatismo y otra muy distinta el espíritu de partido en todos los órdenes de la lucha de clases.
El ascenso del proletariado y la cuestión agraria
Es en el contexto de este ciclo histórico de ascenso en las luchas del proletariado que la cuestión agraria aparece como problema teórico y político. En efecto, es importante afirmar que el origen de ésta tiene que ver con el planteo que "para sí" se dieron los socialistas desde la segunda mitad del siglo XIX, a fin de responder a la siguiente pregunta: ¿cuál es la política que se debe adoptar en el campo a fin de hacer avanzar las condiciones para superar la explotación capitalista? Este planteo se realiza en una época de capitalismo "en auge"; es decir, en momentos en que un conjunto de países de Europa experimentaban el tramo final de la transición histórica del modo de producción feudal al capitalista.
Desde el punto de vista de la estructura de clases, esta transición significaba el declive de las clases propias de la sociedad feudal -nobleza terrateniente y siervos de la gleba- y su contracara, el creciente desarrollo de las clases propias de la sociedad capitalista: burgueses y proletarios(8). Proceso que adquiere un carácter inicial convulsivo y marcadamente extraeconómico denominado por Marx "acumulación originaria". Con la elevación de la burguesía a clase dominante -y la génesis de los Estados nacionales asociada a este proceso- se da pábulo al desarrollo creciente de las relaciones de producción propias de la sociedad capitalista.
Es durante este ciclo ascendente que la posibilidad de que el proletariado conquiste el poder político fue dejando de ser abstracta para transformarse en real. El aumento en los niveles de conciencia fue expresándose no sólo en la organización económica para la lucha defensiva -sindicatos- sino también en su organización política partidaria para la disputa por el poder en varios países de Europa. Estos partidos fueron conquistando una influencia creciente en los parlamentos europeos y es en este contexto, entonces, que se comienza a plantear la cuestión agraria o, como la llamaba Engels en 1894 (Marx y Engels, 1985, T III: 438-439), el "problema campesino":
La conquista del poder político por el partido socialista se ha ido dibujando como una meta próxima. Pero, para conquistar el poder político, este partido tiene antes que ir de la ciudad al campo y convertirse aquí en una potencia. Este partido, que lleva a todos los demás la ventaja de tener una visión clara de la concatenación existente entre las causas económicas y los efectos políticos y que, por esa razón, hace ya mucho tiempo que ha adivinado el lobo que se esconde debajo de la piel de cordero del gran terrateniente disfrazado de amigo importuno de los campesinos, ¿va este partido a dejar tranquilamente al campesino, condenado a la ruina, en manos de sus falsos protectores, hasta que se convierta de adversario pasivo en un adversario activo de los obreros industriales? Con esto hemos entrado de lleno en el problema campesino.
¿Por qué Engels afirmaba que el proletariado debía ir hacia el campo y convertirse "aquí en una potencia"? Porque si bien el capitalismo se había desarrollado considerablemente en las ciudades, transformando las sociedades agrarias europeas en sociedades urbano-industriales, éste aún no había llegado al volumen necesario en funciones para expropiar ampliamente (es decir, asalariar) a la masa de productores directos que permanecían anclados en el medio rural. En esta época, mucho más de la mitad de la población europea residía en el campo(9).Y este no era un dato menor para un partido que quería lanzarse al asalto del poder político. En efecto, veinticuatro años antes de escribir el texto anterior, Engels ya sostenía para el caso alemán que:
"La clase que depende exclusivamente del salario toda su vida se halla aún lejos de constituir la mayoría del pueblo alemán. Por eso, [el proletariado] también tiene que buscarse aliados. Y sólo los puede buscar entre los pequeños burgueses, el lumpemproletariado de las ciudades, los pequeños campesinos y los obreros agrícolas" (Marx y Engels, 1970: 173. Lo escrito entre corchetes es nuestro).
En un contexto en donde el desarrollo del capitalismo aún no era suficiente para constituir al proletariado en la clase absoluta y relativamente mayoritaria al interior de la sociedad, el problema de las alianzas de clases pasa al primer plano desde el punto de vista de la ofensiva hacia el poder. Es por esta misma razón que Kautsky (2002: CIX) afirmaba en 1889 "que lo que más nos preocupa hoy en día es precisamente el papel, dentro de la sociedad capitalista, de las formas precapitalistas y no capitalistas de la agricultura". Y es que la mayor parte de esa masa poblacional estaba constituida por pequeños campesinos parcelarios que se encontraban sometidos a la más cruda diferenciación social, provocada por el avance de las relaciones capitalistas en el campo. Esta masa es la que había que ganar para el socialismo y quitársela a "sus falsos protectores".
En el marco de este "imperativo político" es que Kautsky en Alemania y Lenin en Rusia desarrollan estudios tendientes a comprender y medir el grado de desarrollo del capitalismo en sus respectivos medios rurales, con el objetivo de elaborar una política concreta para esas situaciones, y para discutir con las distintas tendencias al interior del movimiento revolucionario.
La cuestión agraria y la política marxista
Marx demostró en El Capital cómo la lógica interna desarrollada por la generalización de la producción de mercancías no significaba otra cosa que la generalización de los presupuestos elementales para el desarrollo de la producción propiamente capitalista.
"La producción capitalista de mercancías hace de la venta del producto el interés primordial, sin que, al principio, esto afecte aparentemente al mismo modo de producción, que es, por ejemplo, el primer efecto que el comercio capitalista mundial ejerce en pueblos como China, India, Arabia, etc. Pero allí donde echa raíces, destruye todas las formas de la producción de mercancías basadas en el trabajo del propio productor o concebidas simplemente a base de vender como mercancías los productos sobrantes. Empieza generalizando la producción de mercancías y luego va convirtiendo, poco a poco, toda la producción de mercancías en producción capitalista" (Marx, 1995, T II: 37).
La transformación de la producción de mercancías en producción capitalista lleva consigo el crecimiento de los asalariados y semiasalariados a instancias de los productores directos, como el artesanado urbano y el campesino parcelario, en tanto "la reproducción en escala ampliada del capital, o sea, la acumulación, reproduce el régimen del capital en una escala superior, crea en un polo más capitalistas o capitalistas más poderosos y en el otro, más obreros asalariados" (Marx, 1980, T I: 518). La nobleza feudal se transformaba en burguesía terrateniente, los campesinos se diferenciaban minoritariamente hacia arriba como campesinos ricos o burguesía campesina, y mayoritariamente hacia abajo como proletarios y semiproletarios agrícolas, quedando en el medio el pequeño campesino. El capital se desplegaba en el campo sobre la base de la propiedad territorial que encontraba, transformándola, como nos dice Marx, en su forma adecuada:
"La forma adecuada de propiedad territorial la crea el propio régimen de producción capitalista al someter a la agricultura al imperio del capital, con lo que la propiedad feudal de la tierra, la propiedad feudal y la pequeña propiedad campesina combinada con el régimen comunal se convierten también en la forma adecuada a este sistema de producción, por mucho que sus formas jurídicas puedan diferir" (Marx, 1995, T III: 575).
Se convierten en formas adecuadas porque el desarrollo del capital no "cae del cielo" sino que se desenvuelve a partir de lo concretamente existente(10). Y se desarrolla como acto a partir de lo existente porque ya estaba ahí como potencia, como contradicción. Una vez que los fundamentos del capital han sido puestos por el desarrollo histórico, éste articula los distintos momentos que componen la totalidad concreta y pasa a regir el devenir de lo social según su propia finalidad.
La sociedad capitalista ya no es una sociedad productora de mercancías sino de capital; es decir, de plusvalía destinada a la valorización.
Por eso, estudiar el capitalismo agrario desde el materialismo histórico es estudiar cómo esta finalidad se extiende y profundiza concretamente; es decir, estudiarla como proceso o despliegue(11). Algunas corrientes e investigadores, a veces muy sutilmente, siembran la confusión y el descrédito hacia la teoría marxista desde posiciones totalmente empiristas. Por ejemplo, ante la pervivencia de campesinos(12) se insinúa que Marx se equivocó, pues él habría previsto la desaparición de los mismos(13). Este tipo de afirmaciones provienen del pensamiento lógico formal, en donde si A implica B, no B implica no A. Se pretende encontrar lo verdadero de un modo inmediato, contenido en un una proposición y no en el conjunto de proposiciones contradictorias que componen el sistema de la verdad. Se pasa notablemente por alto lo vertido por Marx en el mismo prólogo de El Capital:
"En sí, y para sí, no se trata aquí del mayor o menor grado alcanzado, en su desarrollo, por los antagonismos sociales que resultan de las leyes naturales de la producción capitalista. Se trata de estas leyes mismas, de esas tendencias que operan y se imponen con férrea necesidad."
Marx se propuso en su obra, como lo advierte Kautsky en su prólogo a la cuestión agraria, analizar la agricultura capitalista despojada de elementos precapitalistas. Marx abstrae del concreto real las determinaciones esenciales más "simples" que son puestas por el desarrollo del capital, para construir un modelo -el concreto pensado- que refleje idealmente el movimiento de éste. Todo el trabajo de Marx está en el plano de hacer conscientes esas tendencias que "operan y se imponen con férrea necesidad". Veamos qué plantea Marx (1992, T III: 573-574):
"Y así como el régimen capitalista de producción presupone con carácter general la expropiación de los obreros con respecto a sus condiciones de trabajo, en la agricultura presupone la expropiación de los obreros agrícolas con respecto a la tierra y su supeditación a un capitalista que explota la agricultura para obtener de ella una ganancia. No vale, pues, objetar por lo que a nuestra investigación se refiere, que también hayan existido o aún existan otras formas de propiedad territorial y de agricultura. Esta objeción puede dirigirse a los economistas que consideran la producción capitalista en la agricultura y la forma de propiedad territorial que a ella corresponde, no como categorías históricas, sino como categorías eternas, pero no a nosotros. Para nosotros, es necesario investigar la forma moderna de la propiedad territorial, pues en esta obra nos proponemos estudiar con carácter general las relaciones especiales de producción y de cambio que surgen de la inversión del capital en la agricultura".
Esas tendencias que se despliegan son las que hay que analizar antes que las predicciones y estudiarlas concretamente(14). Y es que cuando Marx y Engels hacen pronósticos, los hacen de un modo general, juegan con los grandes números y las tendencias. Cuando ambos, en más de un ocasión, se refieren a la pequeña propiedad como "condenada a la ruina" lo hacen siendo consecuentes con los descubrimientos obtenidos por la economía política acerca de la lógica interna de despliegue del capital. Ni como científicos ni como políticos ellos esperaban que el capital demostrara en la práctica lo que ya había demostrado en la lógica de sus contradicciones internas. Y es que:
"Hay una verdad teórica cuya objetividad no necesita de su confirmación empírica. Porque tal veracidad está ya demostrada por la verdad de las premisas reales de las que parte y por el despliegue lógico de las categorías de su objeto pensado" (GPM, 2000)(15).
Por otro lado, si para algo sirve la previsión científica es para "disminuir los dolores de parto" de lo nuevo que está en potencia, que se está gestando. Si el desarrollo del capital anunciaba la ruina de la pequeña producción artesanal y campesina ¿qué era lo que los socialistas debían decirle a estos sujetos?
¿Esperemos… veamos… pensemos… quizá no? Estas son cosas propias de intelectuales, no de revolucionarios como Marx y Engels. Para ellos, se trataba de poder sumar a los campesinos y artesanos al combate frontal contra el capital, poniéndolos decididamente a favor de los obreros al demostrarles que el capital les auguraba un futuro proletario, que en aquellas épocas estaba correlacionado mucho más que hoy con la miseria. Esta es la cuestión y fue quizás Engels (1985, T III: 453) el que lo haya mencionado de forma explícita
"[…] es deber de nuestro partido hacer ver constantemente sin cesar a los campesinos que su situación es absolutamente desesperada mientras domine el capitalismo, hacerles ver la absoluta imposibilidad de mantener su propiedad parcelaria como tal, la absoluta certeza de que la gran producción capitalista pasará por encima de su impotente y anticuada pequeña explotación, como un tren por encima de un carrito de mano. Si lo hacemos así, obraremos como lo exige la inevitable evolución económica, y ésta se encargará de hacer que los pequeños campesinos presten oído a nuestras palabras."
La economía política marxista y las peculiaridades del agro
El desarrollo del capital en el agro presenta algunas peculiaridades en relación con otras ramas de la economía, que no bloquean el desarrollo del capital en el campo, sino que actúan imprimiéndole al despliegue del capital rasgos específicos. En otras palabras: el desarrollo del capital en el campo sigue la tendencia general de un modo particular. Nos interesa destacar en este apartado tres de estas peculiaridades: a) la renta agraria, b) la naturaleza estacional del trabajo, y c) la dispersión de las unidades económicas.
La renta agraria
Al analizar el desarrollo del capitalismo agrario Marx encontró que el capital se topa aquí con la propiedad privada de la tierra -que, como dice, es algo que antecede no solamente al capitalismo sino que presupone los anteriores modos de producción- que exige para realizarse el pago de una renta a su propietario.
"La premisa de la que se parte, dentro del régimen capitalista de producción, es que: los verdaderos agricultores son obreros asalariados empleados por un capitalista, el arrendatario, que no ve en la agricultura más que un campo especial de explotación de capital, de inversión de su capital en una rama especial de producción. Este arrendatario-capitalista paga al terrateniente […] una determinada suma de dinero contractualmente establecida […] Esta suma de dinero recibe el nombre de renta del suelo […] Además, nos encontramos aquí en presencia de las tres clases que forman el marco de la sociedad moderna, juntas las tres y enfrentándose entre sí, a saber: obreros asalariados, capitalistas industriales y terratenientes" (Marx, 1992, T III: 576-577).
El modo de producción capitalista se asienta en la explotación del trabajo asalariado por parte del capital al interior del Estado burgués. Es decir, la existencia del capital presupone la existencia de la mercancía fuerza de trabajo, que para el caso del campo puede estar, como veremos luego, combinado con la posesión de una pequeña porción de tierra. Estudiar la acumulación de capital en el campo es estudiar, entonces, cómo el capital se apodera del trabajo excedente de los asalariados y semiasalariados. Es necesario mencionar aquí que esta manera de analizar el problema choca indiscutiblemente con toda la escuela campesinista en donde la imagen cultivada del agro siempre apunta a la división entre grandes y pequeños productores, entre latifundios y campesinos, quedando completamente ocultas enormes masas de obreros y campesinos semiproletarios. Es que quienes observan el campo con "lentes burgueses" encuentran campesinos o indígenas donde se debería encontrar expropiados. Es en este marco que hay que comprender el planteo de Marx según el cual, al desarrollarse la acumulación sobre la base de situaciones concretamente dadas, era de esperar la separación del trabajador de la tierra y su subordinación al mando de un capitalista. Si bien Marx estudió detenidamente el caso inglés, en donde esta separación fue tajante, no descartaba otras situaciones en las cuales la separación podía ser parcial, e incluso no descartó, como en el caso de su proyecto de respuesta a Vera Zazulich, un "salto" desde la comuna campesina rusa al socialismo si la emancipación europea llegaba antes de su disolución mercantil.
Por otro lado, ambos sujetos (patrones y obreros), encontraban en el escenario productivo al terrateniente que exigía el pago de una renta. Patrones y obreros, terratenientes y campesinos, constituían sistemas de contradicciones en donde la relación ganancia-salario tendía a imponerse, lógica e históricamente, sobre la relación basada en la renta en trabajo o producto o metálico, mediante la cual se realizaba la propiedad privada de la tierra en el feudalismo. El tema es que la propiedad privada de la tierra actuaba ralentizando el desarrollo de la producción propiamente capitalista al sustraer fondos que podían reinvertirse en la producción, impulsando el crecimiento de la composición orgánica del capital y, con esto, las fuerzas productivas. La renta absoluta no es más que una resultante del monopolio sobre la tierra. Es esencialmente un derecho jurídico consagrado en las constituciones burguesas que el propietario reclama. De ahí que Marx insistiera tanto en la necesidad de la "nacionalización de la tierra" para barrer los obstáculos que esta situación planteaba para un desarrollo vigoroso y amplio del capitalismo, la mejor manera de acercar el horizonte socialista. Como la tierra es finita y no puede reproducirse, la renta toma un carácter permanente. Por otro lado, a diferencia de otras ramas en donde los elementos del proceso productivo son reproducibles y sus cantidades pueden aumentar de modo de responder a una variante en la relación oferta y demanda, en la agricultura esto no sucede y la respuesta a un aumento de la demanda de productos agrícolas se realiza sobre la base de poner en producción tierras con más costos unitarios. De este modo, las tierras peores pasan a fijar los nuevos valores, produciéndose una sobreganancia en las tierras mejores. Esta ganancia extra constituye la renta diferencial I. La otra de las rentas es la diferencial II, cuya aparición está determinada no por la puesta en producción de nuevas tierras sino por la aplicación de capitales con distintas productividades en las mismas. Dice Kautsky (2002: 91):
"La renta territorial -en cuanto es renta diferencial- es fruto de la competencia, en cuanto es renta absoluta, es fruto del monopolio. Si ella va a parar a manos del propietario terrateniente, ella no resulta -ni en un caso ni en otro- de funciones sociales de ningún género, sino exclusivamente de la propiedad privada de la tierra.
"La renta diferencial es fruto del capitalismo y subsistirá una vez nacionalizada la tierra, aunque será patrimonio de la colectividad. La renta absoluta es fruto de la propiedad privada de la tierra y del antagonismo entre el terrateniente y el resto de la sociedad".
La naturaleza estacional del trabajo
En la industria, el tiempo de trabajo tiende a acercarse con el tiempo de producción, si bien existen importantes momentos "muertos" en los que no se está produciendo valor. Pero sí en una fábrica, donde trabajo y producción van mucho más unidos que en el agro. En este caso, merced a los ritmos biológicos del proceso productivo, el tiempo en que un cultivo o un animal(16) se producen es una cosa, el tiempo en que se trabaja para garantizarlo, otra. De este modo, cultivos que demandan para desarrollarse seis o siete meses absorben, en realidad, trabajo en segmentos temporales específicos de su desarrollo, como puede ser la preparación-siembra y la cosecha. Este desfasaje entre los tiempos de producción y de trabajo tiene su correlato en el tipo de obrero asalariado que tiende a producirse en el agro. El capital en este sector tiende a demandar obreros parciales, mientras que en los otros sectores tiende a demandar obreros permanentes.
De aquí se desprenden dos cosas muy importantes: la primera es que explotaciones que aparecen como familiares desde el tiempo de producción, pueden ser, y en realidad actualmente lo son, netamente capitalistas desde el tiempo de trabajo. Por ejemplo, en una pequeña unidad de producción de arándanos de cinco hectáreas, que pueden estar al mando de una pequeña familia doce meses al año, son necesarios 100 jornales por hectárea, algo así como 100 obreros sólo para levantar la cosecha (El Aromo, N° 49). El simpático uso del término Agricultor Familiar para este caso no es más que un obstáculo epistemológico e ideológico para captar algo muy simple: un pequeño capitalista explotador de trabajo precario. Lo mismo puede decirse de muchos "chacareros" pampeanos que realizan su "pequeña producción" de 100 ó 200 hectáreas sobre la base del trabajo del contratista y sus asalariados. En segundo lugar, este desfasaje en el tiempo de producción y el tiempo de trabajo es la razón de ser del semiproletariado y el obrero "golondrina". Si el capital va a emplear obreros sólo en parte del tiempo de producción y va a pagar salario sólo por ese tiempo. ¿Cómo es posible que el obrero pueda reproducirse y volver al año siguiente o a la próxima actividad? Este problema el obrero lo "soluciona" a) transformándose en obrero golondrina que viaja por el país e incluso por distintos países trabajando en distintos cultivos, y b) combinando su venta de fuerza de trabajo con producción predial de autoconsumo y venta. Estamos analizando esto ceteris paribus, porque en la realidad actúan muchas otras variables, como el trabajo urbano que atrae fuerza de trabajo, el incremento en la productividad por incorporación de tecnología que expulsa fuerza de trabajo, el surgimiento de nuevos rubros que tornan circunstancialmente viable la producción en pequeña escala, etc. Esto es lo que toma Kautsky para concluir que el capital en el agro necesita recrear a la pequeña producción campesina, aunque la recrea no desde el punto de vista del pequeño productor de bienes, sino desde el punto de vista de la provisión de fuerza de trabajo. De este modo, un obrero parcial campesino está tan subordinado al capital como un obrero industrial de tiempo completo. La gran explotación triunfa sobre la pequeña, pero la gran explotación necesita obreros y, por lo tanto, no la extingue.
La dispersión de las unidades económicas Otra diferencia respecto de otras ramas de la economía, como por ejemplo la industria automotriz en que existen diez empresas en el mundo, es que la producción agrícola se realiza a partir de cientos de miles -más de 330.000 explotaciones según el Censo Nacional Agropecuario 2002- de empresas de distinto tamaño y tipo. Ni hablar si ponemos en relación las que componen el mercado mundial. Esto genera la ilusión de que la ley de acumulación, es decir la ley de centralización y concentración del capital, no actúa o actúa deformadamente en el agro. Nada más lejos de la realidad. Los pools de siembra y los fondos de inversión agrarios modernos son expresiones de este proceso, en donde el capital salta la barrera de la propiedad, arrendando tierras en muy gran escala y poniéndolas a producir mediante un colectivo de obreros calificados que involucra desde contadores, ingenieros agrónomos y veterinarios, hasta maquinistas y serenos. Inmensos capitalistas agrarios como Grobocopatel se dan el gusto de decir que son "sin tierras".
La política agraria en Marx y Engels
Según Marx (1980) "el único camino histórico por el cual pueden destruirse y transformarse las contradicciones de una forma histórica de producción es el desarrollo de esas mismas contradicciones". Es decir, no es ni volviendo al pasado ni conservando el presente, sino "empujando" el porvenir que es posible superar las contradicciones de la sociedad del capital. Sin embargo, como buen materialista dialéctico, esto no le impedía afirmar que el comunismo sería una especie de "regreso de las sociedades modernas al tipo 'arcaico' de propiedad comunal" que se desarrollaría merced a los avances técnicos universales alcanzados "bajo una forma superior" (Marx y Engels 1985, T III: 157).
En varias de sus propuestas políticas, Marx está pensando en cómo hacer avanzar el capitalismo en cuanto medio de "acortar los dolores del parto socialista". Tal es el caso de su propuesta de nacionalización de la tierra. Y tanto es así que lo llevó a comenzar su artículo sobre el tema con una afirmación taxativa: "La propiedad de la tierra es la fuente original de toda riqueza y se ha convertido en el gran problema de cuya solución depende el porvenir de la clase obrera." Esta es una de las bases de la política marxista para el campo, la nacionalización de la tierra como forma de extinguir las bases materiales del rentista, estimulando el avance de las fuerzas productivas. Esa política formaba parte de un conjunto programático mayor según el cual:
"La centralización nacional de los medios de producción será la base nacional de una sociedad compuesta de la unión de productores libres e iguales, dedicados a un trabajo social con arreglo a un plan general y racional. Tal es la meta humana a la que tiende el gran movimiento económico del siglo XIX" (Marx y Engels, 1985, T III: 290).
Es sobre la base de este programa socialista universal que los marxistas hacían política en cada país particular, de acuerdo con sus condiciones "atrasadas o adelantadas". La tarea de los socialistas en el campo era concretamente la de ganar adherentes para la causa del socialismo, ya que la socialdemocracia era, como nos recuerda Kautsky antes de su viraje oportunista, (2002) "un partido de la lucha de clases" y no un partido "popular, en el sentido burgués del término (…) que busca satisfacer los intereses de todas las clases"(17). Este fue un aprendizaje sustancial para Marx y Engels luego de la prueba empírica de las revoluciones de 1848, cuando la burguesía pasa del terreno revolucionario al contrarrevolucionario uniéndose con la nobleza contra los obreros. El año 1848 puso en el orden del día de los socialistas el problema de la independencia política, ideológica y organizativa del proletariado(18). Es por esto que en el texto "El problema campesino en Francia y Alemania" antes citado, Engels desarrolla una enérgica crítica contra las modificaciones del programa socialista y la claudicación "popular" ante los campesinos.
Luego de dividir al campesinado en tres categorías: pequeño campesino, medio y acomodado(19), Engels planteaba una pregunta determinante: "¿Cuáles de estas categorías de la población campesina se pueden ganar para el partido socialdemócrata?". Al plantear esto, Engels estaba colocando en debate algo fundamental, porque así remitía la táctica de los socialistas en el campo, al programa máximo(20) de la socialdemocracia de aquel momento: la elevación del proletariado a clase políticamente dominante como precondición del comienzo de la edificación de la sociedad socialista. Ganar para el partido significaba ganar para el proyecto socialista. Dice Engels:
"Niego redondamente que el partido obrero socialista de ningún país tenga la misión de recoger en su regazo, además de los proletarios agrícolas y de los pequeños campesinos, a los campesinos medianos y grandes, y menos aún a los arrendatarios de grandes fincas, a los ganaderos capitalistas y demás explotadores capitalistas del suelo nacional. Todos ellos podrán ver en el feudalismo latifundista a su enemigo común, podremos marchar de acuerdo con ellos en ciertas cuestiones y luchar a su lado durante algún tiempo para determinados fines. Pero en nuestro partido, en el que caben individuos de todas las clases sociales, no puede tener cabida en modo alguno ningún grupo que represente intereses capitalistas de la burguesía media ni de la categoría de los campesinos medianos" (Marx y Engels, 1985, T III: 446-447).
En efecto, para Marx y Engels el proyecto socialista tenía una base social dada fundamentalmente por los asalariados y, en segundo lugar, por las capas propietarias no explotadoras en vías de proletarización, que eran indudablemente la enorme mayoría. Un partido que se constituye para conquistar el socialismo luchando contra los que viven del trabajo ajeno, mal puede nutrirse de elementos que, por el lugar objetivo que ocupan en la sociedad, pueden atentar contra los objetivos socialistas. Ahora bien: que no los incorpore al partido no quiere decir que no exista una política hacia esos sectores.
El desarrollo del capitalismo significa el desarrollo creciente de la escala de producción y, con esto, el desarrollo de la cooperación entre los trabajadores al interior de las empresas y ramas. Es por esto que, al desarrollarse el capital, la producción se vuelve más interdependiente y por lo tanto cada vez más social, aunque crecientemente contrastante con su apropiación privada y parasitaria por parte de la burguesía. De ahí que la función progresiva del capital, en términos históricos, es la de crear las condiciones materiales para que el socialismo tenga una base técnico productiva correspondiente a las nuevas relaciones sociales emancipatorias. En este sentido, Engels (1985, T III: 444) afirmaba:
"[…] aquí se establece la propiedad colectiva de los medios de producción como único objetivo principal a que debe aspirarse. No sólo para la industria, donde se halla ya preparado el terreno, sino con carácter general, y por tanto también para la agricultura. Según este programa, la propiedad individual no ha regido nunca ni en parte alguna con carácter general para todos los productores; por esto precisamente, y además porque el progreso industrial la descarta ya de suyo, el socialismo no tiene interés alguno en su conservación, sino que, por el contrario, está interesado en que se la elimine, ya que allí donde existe y en la medida en que existe hace imposible la propiedad colectiva".
Como puede observarse en este apartado, la posición de Marx y Engels respecto del campo es completamente clara. La lucha agraria formaba parte de la lucha por la obtención del poder político del Estado y por el comienzo de la transición al socialismo.
Los aportes de Karl Kautsky
A Kautsky se le encarga estudiar el fenómeno de la cuestión agraria, que descompone en relaciones como: "grande y pequeña explotación, el endeudamiento, el derecho de sucesión, la escasez de mano de obra, la competencia de ultramar, etc." (Kautsky, 2002: CVIII). Y aborda esta problemática afirmando que Marx y Engels sólo "se refirieron al asunto de modo ocasional" ya que ellos se habían dedicado fundamentalmente al estudio de las relaciones propiamente capitalistas.
Kautsky (2002: CIX) se lanza al asunto desde el ángulo de las "formas precapitalistas y no capitalistas de la agricultura", en tanto en la Alemania de fin de siglo XIX la contradicción entre capitalistas y asalariados no era la única que imperaba. Al lado de ella actuaban otras contradicciones, algunas que venían del pasado precapitalista, otras recreadas por necesidades del capital(21). El estudio de la cuestión agraria de Kautsky asume una clara dirección política que él mismo deja claro cuando afirma:
"El teórico que quiera estudiar las leyes fundamentales que regulan la vida de la sociedad moderna no puede dejarse confundir por esta multitud de fenómenos.
Debe estudiar el modo capitalista de producción en su esencia y en sus formas clásicas, abstrayéndose de los vestigios y de los gérmenes de las otras formas de producción que lo circundan. El político práctico, en cambio, caería en un grave error si intentase considerar a capitalistas y proletarios como los únicos factores de la sociedad moderna, haciendo caso omiso de las otras capas sociales" (2002: 3).
Otra aclaración importante que realiza Kautsky es aquella que critica la idea de que el desarrollo del capital en la agricultura significa la eliminación de la pequeña explotación por la grande. Ésta era una de las hipótesis que se desprendía, como ya fue dicho, del movimiento del capital, pero esta tendencia no actúa en el vacío, sino en un contexto preciso que se debe definir. En efecto, "La teoría marxista del sistema de producción no consiste en reducir la evolución de este modo de producción a la fórmula 'eliminación de la pequeña propiedad por la grande' de modo que quien sepa de memoria esta fórmula tendría, por decirlo así, en el bolsillo la clave del edificio de la economía moderna. Si se quiere estudiar la cuestión agraria con el método de Marx no hay que limitarse al problema de saber si la pequeña explotación tiene un porvenir en la agricultura sino que, por el contrario, hay que ampliar el estudio de las transformaciones de la agricultura dentro del régimen de producción capitalista. Vale decir, averiguar cómo el capital se apodera de la agricultura, la transforma, destruye las viejas formas de producción y de propiedad y crea la necesidad de nuevas formas" (2002: 6).
Kautsky va demostrando con ejemplos históricos cómo la tendencia del capital industrial que "se desarrolló antes en las ciudades" llega finalmente al campo y "modifica el carácter de la producción agrícola". La familia campesina autosuficiente, que unía en el seno familiar el trabajo artesano y el agrícola, es llevada por el progreso de la industria y la generación de nuevas necesidades a un abandono del trabajo artesanal invernal(22). Este proceso conlleva la necesidad del dinero para aprovisionarse de bienes 'indispensables' y el dinero puja por el desarrollo de la producción de mercancías, hecho que, por su parte, expande el comercio y los comerciantes que median entre una región y otra. La necesidad de dinero está en la base, también, del usurero.
Esta 'irrupción' del mercado en la aldea campesina va modificando el balance de la fuerza de trabajo al interior de la unidad. La necesidad de producir excedente para el mercado empujaba al campesino a conseguir más tierra, pero esto no siempre era posible y, entonces, debía modificar el número de bocas mediante la migración. Los jóvenes campesinos se transformaban en obreros o soldados, mientras otros marchaban a América (2002: 12-13). Muestra también cómo los métodos agrícolas feudales van siendo remplazados por el avance de una agricultura racional capitalista y/o una rara mezcla de "capitalismo y feudalismo" al comando de la nobleza, basado en la explotación de grandes haciendas sobre la base de trabajo forzado (2002: 22). Todas estas transformaciones en las condiciones de existencia de los campesinos se hacen visibles en su alimentación: "El campesino se transforma en un hambriento", sentencia Kautsky (2002: 25 y ss).
Las "conquistas de la ciencia, de la mecánica, de la química, de la fisiología vegetal y animal son llevadas de la ciudad al campo" y van generando una verdadera revolución (2002: 44). Ahora bien, también aquí Kautsky va señalando las diferencias que existen entre industria y agricultura para la aplicación de los descubrimientos, como el caso de la maquinaria en donde "sólo se utilizan por temporadas breves", por lo que el ahorro de mano de obra es mayor en la industria que en la agricultura.
También aclara que cuanto más bajos son los salarios (y ésta es una particularidad del obrero agrícola) más difícil es la incorporación de maquinaria, ya que, como afirmaba Marx, el capital sólo incorpora maquinaria si ésta es más barata que la mano de obra que reemplaza. Ambos factores, la utilización en tiempos breves y la disponibilidad de obreros con salarios más bajos, actúan ralentizando la tendencia al incremento de la composición orgánica del capital. Por otro lado, la manera de hacer económica la maquinaria moderna es aplicarla en gran escala, un estímulo a la ampliación de la unidad económica media.
Kautsky muestra también el papel de la renta de la tierra -absoluta y diferencial- en la evolución del desarrollo capitalista, mostrando cómo a pesar de no haberse desarrollado en muchos países las condiciones para eliminar la propiedad privada sobre los otros medios de producción en la agricultura, sí se podía eliminarla sobre la tierra. Nacionalizando la propiedad fundaría en aquellos países en donde predominaba el régimen de arrendamientos, nacionalizando las hipotecas en aquellos en que éstas predominaran. Como vemos, esto está en completa sintonía con Marx.
En relación con la contradicción entre grande -que entendía como no necesariamente la mejor- y pequeña explotación, Kautsky va mostrando cómo la gran explotación tiende a ser superior que la pequeña producción campesina, la cual "resiste a la gran explotación no en virtud de una más alta productividad sino en razón de sus exigencias más limitadas" (2002: 116). Sobre la base de la superexplotación del trabajo y el subconsumo, la pequeña producción campesina persiste en el escenario productivo desde el punto de vista de su inserción mercantil. Esto lo lleva a afirmar que:
"Se precisa ser un partidario muy terco de la pequeña producción para ver una ventaja en la esclavitud a que ella condena a sus trabajadores, obligándolos a comportarse como simples animales de carga, para los cuales todo el tiempo de su existencia, con excepción del tiempo para dormir, es tiempo de trabajo" (2002: 124).
También se ocupa de mostrar cómo las cooperativas se convertían en realidad, por la propia dinámica de la ley del valor, en métodos de ganar escalas empresariales que en última instancias servían a los productores más grandes y no resolvían la miseria de los pequeños campesinos. Para Kautsky (2002: 151) "no por los que poseen sino por los que no poseen nada puede ser realizado el pasaje a la producción cooperativa".
Una de las tesis que consideramos más importantes de la obra de Kautsky es el aporte para pensar no ya la producción campesina desde su inserción como productora de bienes de subsistencia sino como productora de un excedente fundamental: la mercancía fuerza de trabajo. Hay un punto en donde la extensión de la gran producción choca con el despoblamiento de la fuerza de trabajo del medio rural que ella necesita. "Cuando las cosas han llegado a este punto, la gran hacienda y la pequeña no se excluyen, sino que se condicionan, al igual que el capitalista y el proletario…" (2002: 196). Esto permite entender el porqué de muchas reformas agrarias bajo las cuales se ha rodeado de pequeñas empresas a regiones de grandes haciendas, ávidas de fuerza de trabajo.
Ahora bien, para ver estos procesos hay que abordar el problema desde el punto de vista de la relación de los sujetos sociales con el capital y no con la tierra. Si lo abordamos desde la vinculación con la tierra, veremos un pequeño propietario; si lo abordamos desde el capital, veremos un obrero con porciones de tierra en las cuales produce parte de su salario. Es por eso que los análisis que recurrentemente se hacen sobre la estructura fundiaria según los censos nacionales hablan muy poco de estos procesos subterráneos en donde debajo del pequeño propietario está el obrero asalariado, el desocupado, etc.
Respecto del plano político, todos estos análisis condujeron a Kaustky a reafirmar lo ya expuesto por Engels, pero a través de un estudio mucho más hondo y específico. En el pequeño campesino convivían "dos almas": la del propietario y la del proletario. Los partidos burgueses y conservadores han estimulado la primera, los intereses del proletariado pujan por desarrollar una dirección opuesta, fortaleciendo al aspecto proletario en la conciencia de éstos para formar un único bloque. Según Kautsky
"Una vez que la socialdemocracia haya reunido en un solo bloque la masa entera del proletariado, y a todos aquellos agricultores e industriales aparentemente independientes pero que, de hecho, son sólo asalariados del capital, no habrá ya ninguna potencia que pueda considerarse en situación de oponerle resistencia […]
Ganar para sí esa masa, organizarla política y económicamente, elevarla intelectual y moralmente, llevarla al punto en que esté en condiciones de asumir la herencia del modo de producción capitalista, ésta es y seguirá siendo la tarea principal de la socialdemocracia" (2002: 376).
También aclara un punto determinante para aquellos que estudian la historia de un modo metafísico y ahistórico, empeñándose en buscar irregularidades puntuales de la teoría general para invalidarla:
"Los países civilizados de Europa estaban maduros para el capitalismo mucho antes de que el feudalismo estuviera muerto en todas sus ramas de producción y en toda parcela de tierra. De este modo, la sociedad moderna estará madura para el socialismo mucho antes de que haya desaparecido el último artesano y el último agricultor, antes de que todo el proletariado esté políticamente maduro y económicamente organizado: todos estos son presupuestos que no se realizarán en la sociedad capitalista" (2002: 389).
Obviamente, para que esta madurez o posibilidad se transforme en realidad efectiva, es necesario que se invierta el tiempo, no tanto en seguir demostrando que el "campesino se resiste a desaparecer de la historia" sino que el obrero no es aún consciente de las potencialidades sociales que se abrirían si se decide a romper con este sistema basado en la esclavitud del trabajo asalariado.
Los aportes de Lenin
En muchos órdenes del desarrollo capitalista agrario, Lenin coincide o llega a conclusiones similares que Kautsky.
En efecto, Lenin saludó con agrado la aparición de "La cuestión agraria", de Kautsky, pues se encontraba también trabajando desde hacía algunos años en un combate contra las corrientes populistas que planteaban en Rusia un tipo de excepcionalidad según la cual el capital podía no desarrollarse como en Europa. Los populistas planteaban que la aldea campesina rusa -el mir- podía evolucionar por medio de la economía "popular" al socialismo. Este debate con los populistas rusos, podríamos decir, constituye una de las primeras batallas que da el marxismo por convertirse en orientador estratégico del movimiento revolucionario ruso.
En "¿Quiénes son los amigos del pueblo y cómo luchan contra los socialdemócratas?". "A qué herencia renunciamos" y "El desarrollo del capitalismo en Rusia", Lenin desarrolla una crítica a estas corrientes, demostrando que el capitalismo en Rusia no sólo ya estaba desplegándose sino que estaba bastante avanzado.
En el Imperio ruso no había solamente dos millones de obreros industriales, sino cerca de 50 millones, si se tomaba a los obreros y al semiproletariado agrícola que el capital estaba creando en las comunidades campesinas. Evidentemente, Lenin estaba observando, al igual que Kautsky, los procesos desde el punto de vista del capital y no desde el poseedor de tierra. Por otro lado, en estas obras, también se dedica a combatir la idea, muy común en el romanticismo populista, de observar el desarrollo del capital solamente como "una decadencia, una regresión". No se observaba la potencia que el despliegue del capital iba desenvolviendo como supuestos de un modo de producción superior, el socialista.
Sobre la base de estos estudios, Lenin llega a caracterizar el momento por el que transita la estructura social rusa y a delimitar, en este sentido, las dos orientaciones -o una variante de ambas- que podía tomar el curso de los acontecimientos revolucionarios que se avecinaban.
a) O bien la economía terrateniente, ligada por millones de lazos con el derecho de servidumbre, se conserva transformándose lentamente en una economía puramente capitalista, de tipo "junker", y en este caso la base del tránsito definitivo del sistema de pago en trabajo al capitalismo es la transformación interna de la economía terrateniente basada en la servidumbre, y todo el régimen agrario del Estado, al transformarse en capitalista, conserva aún por mucho tiempo los rasgos de servidumbre; b) la revolución rompe la antigua economía terrateniente, destruyendo todos los restos de servidumbre y, ante todo, la gran propiedad terrateniente. En este caso, la base del tránsito definitivo del sistema de pago en trabajo al capitalismo es el libre desarrollo de la pequeña hacienda campesina (Lenin, 1974: 16).
La socialdemocracia rusa venía discutiendo también otra cuestión definitoria. Había consenso en el carácter de la revolución que estaba por delante. Las dos tendencias, mencheviques y bolcheviques, afirmaban el carácter democrático-burgués, se trata de eliminar el zarismo como modo de acelerar el desarrollo capitalista. Se trataba de conquistar la libertad política. Pero no estaban de acuerdo en el sujeto encargado conducir el proceso: la burguesía liberal, decían los mencheviques; el proletariado y los campesinos, decían los bolcheviques. Para Lenin y también Trotsky -que en este sentido tenía mucho más claro que Lenin los límites de la formula "dictadura democrática de los obreros y campesinos"(23), la burguesía ya había demostrado históricamente que no avanzaría de forma decisiva sobre su propia revolución y que frenaría el movimiento, estancando el proceso en una "monarquía constitucional".
Como la burguesía liberal, hostil a los obreros, está unida por numerosos lazos a la gran propiedad agraria, la verdadera emancipación democrática de los campesinos sólo podía realizarse, lógicamente, por medio de la unión revolucionaria de los campesinos y los obreros y, según Lenin, el alzamiento conjunto de ambos contra la vieja sociedad conduciría, en caso de triunfar, a la instauración de la "dictadura democrática de los obreros y campesinos" (Trotsky, 2000).
Sobre este marco, entonces, los socialistas debían desarrollar su actividad de agitación y propaganda. Debían entonces preparar al proletariado para el asalto al poder, al mismo tiempo que construir la alianza con el movimiento campesino. El objetivo era encaminar a Rusia, por el sendero más corto, al desarrollo de sus fuerzas productivas.
Ahora bien, Lenin, al igual que Engels y Kautsky, no pensaba en campesinos en general, sino que tenía en claro que dentro de la comunidad campesina existían diferencias. En relación con esto, había destacado por lo menos tres capas: los campesinos pobres -fundamentalmente semiproletarios-, los campesinos medios y los campesinos ricos que explotaban trabajo asalariado. En otros trabajos, como en su esbozo inicial de las tesis sobre la cuestión agraria presentado a la III internacional, habla de cuatro capas, interponiendo entre el semiproletario y el campesino medio al pequeño campesino. Los estudios habían demostrado que la enorme mayoría de la población rural estaba compuesta por los obreros agrícolas, los semiproletarios y los pequeños campesinos. La alianza fundamental de la clase obrera con el campesinado propuesta por Lenin no era con el campesino en general sino con esta mayoría de semiproletarios y pequeños campesinos en vías de proletarización. Esta inmensa mayoría debía organizarse para luchar contra todos los que viven del trabajo asalariado, contra todos los explotadores. Por eso una unión en el mir era inadmisible:
"Pero ¿acaso necesitamos la unión en la que entren los ricachones, en la que ellos lleven la batuta? De ningún modo, lo que necesitamos es la unión para luchar contra los ricachones. Por lo tanto, la unión en el 'mir' no nos sirve en absoluto. […] Sí, nos hace falta una unión completamente distinta, la unión voluntaria de los obreros agrícolas y campesinos pobres, exclusivamente, para luchar contra todos los que viven del trabajo ajeno" (Lenin, 1954: 130-131).
Hacia el campesino medio, la política consistía en lo que Lenin llamaba "neutralización"; es decir, lograr paralizarlo en el proceso revolucionario y que, por lo menos, no se posicione en contra del proceso.
El proletariado revolucionario no puede acometer -por lo menos en un porvenir inmediato y en los primeros tiempos del período de la dictadura del proletariado- la empresa de atraerse a esta capa. Tiene que limitarse a la tarea de neutralizarla; es decir, de hacer que sea neutral en la lucha entre el proletariado y la burguesía. Las vacilaciones de este sector entre las dos fuerzas son inevitables, y al comienzo de la nueva época su tendencia predominante, en los países capitalistas desarrollados, será favorable a la burguesía (Lenin, 1970, T III: 447).
Hacia los campesinos ricos o pequeña burguesía la cosa estaba muy clara. Se pondrían del lado del enemigo, no había que dejarles margen para que ganen a los campesinos medios y los pequeños campesinos. La política de denuncia hacia éstos debía ser parte de la agenda política cotidiana de los socialistas en el campo, aunque en la lucha contra la opresión medieval pudieran "marchar" juntos.
En síntesis, "para que un alzamiento triunfe es preciso que sea consciente, que esté debidamente preparado, abarque toda Rusia y se realice en unión con los obreros de la ciudad" (Lenin, 1954: 178). El partido debía preparar estas condiciones, mediante la propaganda y la agitación, ganando a los activistas más decididos y conscientes. Se trataba de organizar una revolución de contenido burgués, aunque proletaria por su fuerza dirigente, contradicción que está en la base de la teoría de la revolución permanente formulada por Marx y defendida por Trotsky. Ahora bien, este "carácter burgués" no le impedía a Lenin decirle a los campesinos, a los "pobres del campo", en un lenguaje sencillo, que
"Cuando la clase obrera haya vencido a toda la burguesía, confiscará la tierra de los grandes propietarios, organizará en las grandes fincas haciendas colectivas, para que los obreros cultiven la tierra juntos, en común, elijan libremente a gente de confianza para cargos administrativos, dispongan de toda clase de máquinas para facilitar las labores y trabajen en turnos de ocho horas diarias (y hasta seis). Entonces, el pequeño campesino que quiera seguir trabajando solo, a la antigua, no trabajará para el mercado, para vender sus productos al primero que llegue, sino para la asociación obrera. El pequeño campesino suministrará a la asociación obrera pan, carne y legumbres, y los obreros le entregarán a cambio máquinas, ganado, abonos, ropa y todo lo que necesite. Entonces no existirá la lucha por el dinero entre el gran propietario y el pequeño, no habrá trabajo asalariado en beneficio de otros, sino que todos trabajarán para sí mismos, todos los perfeccionamientos del trabajo y las máquinas beneficiarán a los propios obreros, servirán para facilitar su trabajo, para mejorar su vida" (Lenin, 1954: 165).
A modo de conclusión
Hemos desarrollado en este artículo un intento por trabajar el vínculo entre teoría y práctica que caracterizó a los fundadores y principales continuadores del socialismo científico, así como el contexto histórico que dio lugar a la cuestión agraria como temática. Partimos fundamentalmente de las enseñanzas de Marx y Engels, a la que sumamos los aportes de Kautsky y Lenin, destacando que toda esta producción se realiza en una época con rasgos transitivos, caracterizada por el ascenso del capitalismo. En este período, el crecimiento numérico del proletariado en varios países de Europa, el nacimiento de sus organizaciones sindicales y políticas, y el esclarecimiento ideológico, fueron tornando la conquista del poder político en una "meta próxima". Para realizar esa conquista era necesario, dado el bajo peso absoluto del proletariado puro en la estructura social, ganar a otros sectores sin "traficar con los principios". Era necesario ir hacia el campo para intervenir en aquellos sectores en vías de proletarización, con el objetivo de construir una alianza política que diera soporte social al lanzamiento de un programa socialista para toda la sociedad.
Ese programa se asentaba en la socialización de la gran empresa al interior del Estado obrero y la puesta en marcha de un tipo de economía de transición hacia una sociedad comunista, en donde la planificación racional iría sustituyendo al mercado en la asignación de las prioridades productivas. Desde el punto de vista de la agitación política, los socialistas debían fundirse con los obreros asalariados y mostrarles a los pequeños campesinos que no tenían futuro al interior de la sociedad del capital, que debían unirse a los obreros para luchar contra todos los explotadores de trabajo ajeno, por otra sociedad en la que no reine la explotación de unos seres humanos por otros.
Kautsky desarrolló sus estudios en Alemania, suministrando información precisa para orientar la labor del partido y demostró una cosa muy importante: el desarrollo de la gran explotación no es incompatible con el sostenimiento de la pequeña producción. Pero mostró también que este sostenimiento no era por la superioridad productiva de la misma sino por el aporte de fuerza de trabajo en el territorio. Por lo que ayudó a desmitificar el carácter propietario de millones de campesinos que ya eran, en realidad, obreros. Lenin llegó a conclusiones muy parecidas en Rusia, construyendo las condiciones para el asalto al poder y el desarrollo de la transición socialista. Rusia podía seguir dos caminos, uno penoso, largo, otro revolucionario, más breve. El problema de la tierra estaba en el centro de la revolución y la revolución planteaba el problema del poder. Los bolcheviques resolvieron con éxito todas las pruebas que se les pusieron enfrente, transformando a uno de los países más atrasados de aquel momento en el epicentro de la revolución mundial.
Como puede apreciarse, la cuestión agraria -por lo menos como la estamos desarrollando aquí- nunca fue planteada como una forma de mejorar los índices de pobreza a través de las políticas del Estado capitalista. Por el contrario, la cuestión agraria aparece en el marco de una lucha por la elevación del proletariado a clase dominante y la edificación de un nuevo tipo de Estado obrero de transición. La política, para los teóricos que aquí citamos, era pensada en su necesidad con arreglo al movimiento de la base económico-social de la realidad. Estos jamás pusieron en duda que las tendencias del desarrollo del capitalismo se cumplirían. Por el contrario, se dedicaron a estudiarlas en su desarrollo concreto, como medio de construir esa "táctica razonada y coherente" de la que hablaba Engels. La persistencia del campesinado no fue utilizada contra el cuerpo teórico del marxismo, como lo presenta Kautsky, sino a su favor, honrando lo que cualquier estudio que parta del materialismo histórico debe hacer.
Referencias bibliográficas
GPM( 2000)/' Hegel, Marx y la Dialéctica". Extraído de http://www.nodo50.org/gpm el 21/11/2002
Hegel, George:" La fenomenología del espíritu". Fondo de Cultura Económica. Bs. As. 2007.
Kautsky, Karl:" La cuestión agraria". México. Siglo XXI Editores, 2002.
Lenin, Vladimir:" Quiénes son los( amigos del pueblo' y cómo luchan contra los socialdemócratas". Pekín: ediciones en lenguas extranjeras.
1978.
-.-:" Esbozo inicial de las tesis sobre la cuestión agraria" en Obras Escogidas en Tres Tomos. Tomo III. Moscú: Progreso. 1970.
-.-:" El desarrollo del capitalismo en Rusia". Moscú: Progreso. 1974.
-.-:" Nuevos datos sobre las leyes de desarrollo del capitalismo en la agricultura. El capitalismo y la agricultura en Estados Unidos de
Norteamérica". Obras Completas. Buenos Aires: Cartago. 1960, Tomo XXII: 9-108.
-.-:" A los pobres del campo". En: La alianza de la clase obrera y del campesinado. Moscú: Progreso. 1954, p. 112-186.
Marx, Karl/' El Capital". Tomo 1. México, Ediciones Olimpia, décimosexta edición, 1980. -.-:" El Capital". Tomo 2 y 3. Fondo de Cultura
Económica, México, 1992.
Marx, Karl y Federico Engels: Obras Escogidas en Tres Tomos. Ediciones Quinto Sol. México.
-.-: Correspondencia. Buenos Aires, Cartago. 1972
Marx, Karl/' Contribución a la crítica de la economía política". Ediciones estudio. Bs. As. 1970.
Netto, José Paulo: Prólogo. En Karl Marx y Federico Engels. Manifiesto do Partido Comunista. Cortez Editora. Brasil, 1998.
Romero, Andrés/' Después del estalinismo". Antídoto. Bs. As. 1985.
Trotsky, León' La revolución permanente". Edición de Marxist Internet Archive 2001. Extraído de http://www.marxismoeducar.cl/trot02.htme,l 25/10/2006.
NOTAS
1. Proceso que ha ocurrido a espaldas de los seres humanos y que se les ha presentado como ajeno. El concepto de enajenación marxista tiene que ver con este hecho en donde los seres humanos padecen como “sobrenatural” o “sobrehumano” el producto de sus propios esfuerzos incontrolados, de sus propias relaciones sociales inconscientes.
2. “Lo cual no impide que la misma base económica -la misma, en cuanto a sus condiciones fundamentales- pueda mostrar en su modo de manifestarse infinitas variaciones y gradaciones debidas a distintas e innumerables circunstancias empíricas, condiciones naturales, factores étnicos, influencias históricas que actúan desde el exterior, etc. Variaciones y gradaciones que pueden comprenderse mediante el análisis de estas circunstancias empíricamente dadas” (Marx, 1980, T III: 733).
3. Podemos observar en junio de 1847, en la realización del congreso de la Liga de los Justos, una temprana vinculación orgánica del marxismo como teoría científica con el movimiento del proletariado, en tanto ésta se plasma no sólo en la consigna de una organización, sino en su propio nombre. En efecto, a partir de la colaboración de Marx y Engels (si bien sólo Engels participó de este congreso) la consigna “Todos los hombres son hermanos” fue sustituida por “Proletarios del mundo, uníos” y la organización pasó a llamarse la Liga Comunista. De este congreso surge la necesidad de contar con una publicación que sintetice los principios y la táctica marxista. El artículo “Principios del comunismo” y el propio “Manifiesto del Partido Comunista” tienen que ver con esta realidad (Netto, 1998: X y ss).
4. En el prólogo al Manifiesto Comunista, a la edición alemana de 1890, Engels afirma que “no pudimos titularle Manifiesto Socialista (…) El socialismo representaba en 1847 un movimiento burgués; el comunismo, un movimiento obrero. El socialismo era, al menos en el continente, muy respetable; el comunismo era todo lo contrario. Y como nosotros ya en aquel tiempo sosteníamos muy decididamente el criterio de que «la emancipación de la clase obrera debe ser obra de la clase obrera misma» , no pudimos vacilar un instante sobre cuál de las dos denominaciones procedía elegir. Y posteriormente no se nos ha ocurrido jamás renunciar a ella.”
5. Por proletariado industrial, Marx nunca se refirió al obrero fabril -si bien este constituía, para él, su núcleo duro- como suele entender el sentido común acientífico de numerosos intelectuales de hoy que abonan la teoría de la pérdida de la centralidad de la clase obrera. Cuando Marx se refiere al proletariado industrial, se refiere a aquel que progresivamente va siendo subsumido al ciclo del capital industrial, vale decir al ciclo del capital en general o productivo, en tanto capital que genera plusvalía mediante el consumo de fuerza de trabajo. Esto está suficientemente desarrollado por el autor en el primer capítulo del Tomo II del “El Capital”. En efecto, la formula verdadera del capital es: D → (MP + FT) → P → D + D. De modo que aquí no se contempla como capital industrial sólo al fabril sino a todo aquel que produce plusvalía mediante el metabolismo del trabajo asalariado: el agrario, el comercial, el sector servicios, etc. Otra cosa es el debate entre trabajo productivo e improductivo, pero éste excede el presente apartado.
6. Decía Engels en 1875 ante algunos avances que ya iba presentando el proletariado alemán: “El movimiento obrero práctico alemán nunca debe olvidar que se ha desarrollado sobre los hombros del movimiento inglés y francés, que ha tenido la posibilidad de sacar simplemente partida de su experiencia costosa, de evitar en el presente los errores que entonces no había sido posible evitar en la mayoría de los casos. ¿Dónde estaríamos ahora sin el precedente de las tradeunions inglesas y de la lucha política de los obreros franceses, sin ese impulso colosal que ha dado particularmente la Comuna de París?” Lenin también escribió que la Revolución de Octubre de 1917 nunca habría tenido lugar sin la experiencia previa de la Comuna de París, la revolución de 1905 y la revolución de febrero de 1917.
7. En su folleto “Tareas urgentes de nuestro movimiento”, Lenin (1970, T I: 113) dice que la socialdemocracia era fundamentalmente “la unión del movimiento obrero con el socialismo. Su cometido no estriba en servir pasivamente al movimiento obrero en cada una de sus fases, sino en representar los intereses de todo el movimiento en su conjunto, señalar a este movimiento su objetivo final, sus tareas políticas, y salvaguardar su independencia política e ideológica”.
8. Esta transición se vio sumamente acelerada durante el siglo XIX debido al gran impulso que provino -a nivel del desarrollo de las fuerzas productivas- de la primera revolución industrial ocurrida durante las últimas décadas del siglo XVIII en Inglaterra. Este hecho es el que está en la base de la sucesión de revoluciones burguesas que se desencadenaron en ese continente durante todo este período. Estas no expresaron otra cosa que la conquista, en el terreno del poder político, de la supremacía que la burguesía había conquistado en el terreno del poder económico.
9. Este dato es algo diferente según los países, pero para tener una idea, según Hobsbawm (Netto, 1998: XLI) “… en 1851 cerca de la mitad de la población de Inglaterra y del País de Gales vivía en ciudades, la proporción, en Francia y Alemania era de de aproximadamente ¼, solamente en los últimos años del siglo es que la población urbana sobrepasa a la rural en la Alemania; en Francia, el punto de equilibrio entre las dos sólo vino después de la Primera Guerra Mundial”.
10. También en Lenin (1960: 18) encontramos: “El capitalismo encuentra las más diversas formas de propiedad medieval y patriarcal de la tierra: la propiedad feudal, la `campesina de nadiel´ (o sea, propiedad de campesinos dependientes), la de clan, la comunal, la estatal, etc. El capital somete a su dominio todas estas formas de propiedad de la tierra pero de una forma diferente, bajo métodos distintos”.
11. Dice Hegel (2007): “Lo verdadero es el todo. Pero el todo es solamente la esencia que se completa mediante su desarrollo”. Desde el punto de vista materialista, esto quiere decir que la verdad del capital es el movimiento de su desarrollo con arreglo a su fin. La verdad no está al final, aunque como dice Hegel el final es siempre más real, más concreto, sino en la relación que va construyendo este proceso, en el conjunto de sus momentos.
12. Y aquí hay otro debate porque están llamando igualmente a dos sujetos determinados por relaciones sociales diferentes. No es lo mismo un campesino feudal, que desarrolla su producción al interior de una economía natural comunitaria, que un campesino que debe producir mercancías para el mercado. Dice Engels (1985, T III: 440): “De su antepasado, el campesino siervo, vasallo o, muy excepcionalmente, del campesino libre sujeto a tributos y prestaciones, le distinguen tres circunstancias. La primera es que la revolución francesa lo ha liberado de las cargas y tributos feudales que adeudaba al dueño de la tierra, entregándole en la mayoría de los casos, por lo menos en la orilla izquierda del Rin, la libre propiedad de la tierra que cultiva. La segunda es que ha perdido la protección de la comunidad autónoma de la que era miembro y ha dejado de formar parte de ella, con lo cual perdió también su participación en el usufructo de los bienes de esta antigua comunidad. Los bienes comunales son escamoteados, en parte por el antiguo señor feudal y en parte por la docta legislación burocrática, inspirada en el Derecho romano, con lo que el pequeño campesino moderno se ve privado de la posibilidad de alimentar a su ganado de labor sin comprar el forraje. Económicamente, la pérdida del disfrute de los bienes comunales supera con creces la desaparición de las cargas feudales; el número de campesinos que no pueden sostener ganado de laboraumenta constantemente. La tercera circunstancia que distingue al campesino actual es la pérdida de la mitad de su actividad productiva anterior. Antes, el campesino, con su familia, producía de la materia prima de su propia cosecha la mayor parte de los productos industriales que necesitaba; los demás artículos necesarios se los suministraban otros vecinos del pueblo que explotaban un oficio al mismo tiempo que la agricultura y a quienes se pagaba generalmente en artículos de cambio o en servicios recíprocos. La familia, y más aún la aldea, se bastaba a sí misma, producía casi todo lo necesario. Era casi una economía natural pura, en la que apenas se sentía la necesidad del dinero”. Marx y Engels tuvieron razón, el capitalismo arrasó con la nobleza y el campesinado feudal.
13. En su parte estrictamente teórica, Shiavoni (1998: 30) dice que “los pensadores marxistas del siglo XIX habrían previsto su desaparición [de la agricultura familiar] y la constitución de proletarios y capitalistas agrarios, fruto de la diferenciación social en el agro”.
14. No hemos agregado nada a lo ya planteado por Kautsky. Ver apartado “El aporte de Karl Kaustky”, en el presente trabajo.
15. “Hegel, Marx y la Dialéctica” extraído el 12/12 2001 de http://www.nodo50.org/gpm.
16. Para el caso animal la tendencia a la producción industrial está notablemente avanzada. La producción de pollos, cerdos, leche y carne controlada y mecanizada esta cada vez más cerca de los métodos fabriles, con una elevadísima productividad del trabajo.
17. Este hecho contrasta notablemente con porciones como las sostenidas por el Partido Comunista Revolucionario y el Movimiento Socialista de los Trabajadores en el último conflicto agrario, que los llevó a defender la política de un frente policlasista que agrupó a distintas fracciones de pequeña, mediana y gran burguesía agraria. Nada más lejos de lo que proponían en su momento Engels y el mismo Kautsky para Alemania.
18. “Así pues, mientras el partido democrático, el partido de la pequeña burguesía, fortalecía más y más su organización en Alemania, el partido obrero perdía su única base firme, a lo sumo conservaba su organización en algunas localidades, para fines puramente locales, y por eso, en el movimiento general, cayó por entero bajo la influencia y la dirección de los demócratas pequeñoburgueses. Hay que acabar con tal estado de cosas, hay que restablecer la independencia de los obreros” (Marx y Engels, 1985, T I: 179-180).
19. Resulta sorprendente que a más de 114 años de esta tipologización, todavía se sigue investigando y preguntando acerca de ¿qué es un campesino o un agricultor familiar?
20. Hasta la aparición del “Programa de Transición”, escrito por Trotsky en 1938, los partidos socialdemócratas, socialistas y comunistas operaban sobre la base de una división programática máxima y mínima. El programa mínimo era aplicado como un conjunto de reivindicaciones elementales en momentos desfavorables en la correlación de fuerzas, mientras que el programa máximo debía ser aplicado en momentos de alza en la lucha de las masas en donde la correlación de fuerzas cambia a favor de las mismas.
21. Al lado de estas dos clases [capitalistas y proletarios] y aún mezclados con ellas existen muchas otras -entre las cuales se incluyen así las más altas como las más bajas capas de la sociedad: las monarquías y sus cortes, los diversos tipos de lumpenproletariado- que están constituidas en parte por formas sociales precapitalistas y en parte originadas o favorecidas en su desarrollo por las necesidades del mismo capital [ibídem: 3].
22. En realidad este proceso ya había comenzado en la edad media con la aparición del artesanado urbano (ibídem: 10).
23. Dice Trotsky (2000, Marxists Internet Archive): “Me pronunciaba contra la fórmula `dictadura democrática del proletariado y de los campesinos´, por entender que tenía un defecto, y era dejar en pie la cuestión de saber a qué clase correspondería, en la práctica, la dictadura. Intenté demostrar que los campesinos, a pesar del inmenso peso social y revolucionario de esta clase, no eran capaces ni de crear un partido verdaderamente revolucionario ni, con mayor motivo, de concentrar el poder revolucionario en manos de ese partido. Del mismo modo que en las antiguas revoluciones, empezando por el movimiento alemán de la Reforma (en el siglo XVI), y aún antes, los campesinos, en sus levantamientos, apoyaban a una de las fracciones de la burguesía urbana, decidiendo muchas veces la victoria, en nuestra revolución burguesa retrasada podían prestar un sostén análogo al proletariado y ayudarle a llegar al poder, dando el empuje máximo a su lucha. Nuestra revolución burguesa -decía yo como conclusión- sólo puede cumplir radicalmente su misión siempre y cuando el proletariado, respaldado por el apoyo de los millones de campesinos, consiga concentrar en sus manos la dictadura revolucionaría”.