Slajov Žižek y la adaptación de los intelectuales “radicales” al imperialismo

1. Introducción

El filósofo y teórico cultural esloveno Slavoj Žižek se ha ganado un lugar en el debate público como ejemplo de intelectual crítico o radical. En sus trabajos académicos se referencia fundamentalmente en Lacan y en Hegel; pero en sus intervenciones públicas (y en varios textos relevantes) también se apoya hasta cierto punto en planteos de Marx. Su entrevista con el multimedios Vice lleva por título “La superestrella comunista Slavoj Žižek es el filósofo más peligroso en Occidente“. Fue convocado por la famosa editorial británica Verso, de tradición izquierdista, como voz autorizada para prologar textos de Lenin, Trotsky, Mao y Robespierre. Protagonizó un debate titulado “Felicidad: Capitalismo vs Marxismo”, como portavoz del último término. En los primeros meses de 2020, publicó un breve libro donde planteó que la salida a la crisis humanitaria provocada por el Covid19 sólo podía ser una “reinvención del comunismo”.1Las presentaciones mencionadas son Revolution at the Gates. A Selection of Writings from February to October 1917, Londres-Nueva York, Verso, 2004; Terrorism and comunism. Slavoj Žižek presents Trotsky, Londres, Verso, 2007; Sobre la práctica y la contradicción. Slavoj Žižek presenta a Mao, Madrid, Akal, 2010 (1937, la versión de Verso es de 2007) y Virtud y terror. Slavoj Žižek  presenta a Robespierre, Madrid, Akal, 2011 (1794, editado por Verso en 2007). Sobre la pandemia, Žižek, Slavoj. Pandemia. La covid-19 estremece al mundo, Barcelona, Anagrama, 2020. Para no abrumar en extremo al lector que no esté acostumbrado a las notas al pié de página, suprimiremos algunas y unificaremos otras.

Sin embargo, y a pesar de esta aura de crítico radical, desde al año pasado ha venido realizando una serie de pronunciamientos belicistas en periódicos como The Guardian, a favor de la intervención de la OTAN en Ucrania. Llamó no sólo a apoyar las operaciones armadas del imperialismo, sino a intensificar el grado de involucramiento:

“[los ucranianos] creen en su libertad y luchan por ella. Dios mío, si te llamas izquierdista, debes simpatizar con ellos. Además, debemos dar un paso adelante y decir que los ucranianos, al resistir a Putin, en la perspectiva a largo plazo, están ayudando a democratizar Rusia […]

Al decir que uno es «neutral», más bien le hace el juego a Putin y a las autoridades rusas. Actuemos al menos como Stalin (en ese punto), que decía luchar contra el capitalismo y el imperialismo, pero para derrotar a Hitler se alió con Estados Unidos.”.2La entrevista fue publicada originalmente en un medio ruso anti-putinista, Meduza, el 30 de enero de 2023. Su traducción al español está disponible online: Žižek, Slavoj. “Sobre Ucrania, la guerra y la izquierda. Entrevista a Slavoj Žižek”, en Nueva Sociedad, Marzo 2023. Salvo que se indique lo contrario, todas las declaraciones de Žižek que utilizamos provendrán de aquí.Sobre los artículos previos, sírvase de ejemplo Žižek, Slavoj. “Pacifism is the wrong response to the war in Ukraine”, en The Guardian, 21 de junio 2022 (El pacifismo es la respuesta equivocada a la guerra en Ucrania).

¿Cómo puede ser posible que un “superstar comunista” se coloque como vocero ideológico de la OTAN? Intentemos diseccionar sus declaraciones para encontrar la respuesta.

2. El “comunismo reinventado” de Žižek (I): La paz sanitaria perpetua

Si se presenta a Slavoj Žižek como un “comunista”, veamos primero en qué consiste exactamente esta denominación para el filósofo esloveno.3Una cierta tradición “anti-intelectualista” del stalinismo, motivada en realidad por la alergia a los debates y a la crítica militante, planteó la mala costumbre de utilizar palabras como “filósofo” como si fueran insultos. En este texto, éste y otros términos similares sólo cumplen la función de evitar repeticiones infinitas del nombre de nuestro interlocutor.

En su libro sobre la pandemia, el autor desarrollaba dos pilares principales. Primero, la estatización temporal de algunas ramas de la economía, en particular de la salud, como fue anunciada por algunos gobiernos europeos (Žižek mencionó al derechista Boris Johnson, de Inglaterra). Segundo, a instancias de coordinación a escala planetaria, basadas “en la confianza en la gente y la ciencia” (de paso, también en la “solidaridad global” como motor emocional más o menos genérico). “El primer modelo difuso de dicha coordinación global es la Organización Mundial de la Salud […] A tales organizaciones se les debe dar más poder ejecutivo”4Žižek, Slavoj, Pandemia. La covid-19 estremece al mundo, Barcelona, Anagrama, 2020, p. 41.. Esta misma idea se repite en la entrevista que ponemos en foco, pues el académico esloveno “aboga por la introducción de elementos del comunismo militar”. El pensador aclara que usa la palabra mágica “comunismo” sólo “para enfadar y provocar”, y que su propuesta no consiste en la dictadura del proletariado (“una dictadura comunista”), sino en “reforzar el papel del Estado en sectores vitales, como la sanidad y la ecología”. Agrega que “en tiempos de guerra no se pueden dejar las cosas en manos del mercado y es necesaria la intervención del Estado”.

Es fácil elogiar la confianza en la gente y la ciencia como principios abstractos, si se omite el hecho de que los organismos internacionales han nacido de un régimen social concreto (una sociedad específica, situada en la historia). El método del materialismo histórico plantea, precisamente, clarificar esto último: las relaciones sociales (así como su representación en el plano del pensamiento) están definidas por su desarrollo histórico preciso. 

La revista “En Defensa del Marxismo” ha mostrado cómo la dinámica de la producción y distribución de vacunas contra el COVID-19 dio cuenta de los intereses capitalistas que condicionan todos los derechos de la población trabajadora. Retomemos este análisis como ejemplo. En plena crisis, planteamos que

“…la pandemia ha puesto de relieve las limitaciones preexistentes del ‘derecho universal del acceso a la salud’ y ha demostrado la inoperancia de declaraciones como la de 2012 de las Naciones Unidas, que instaba a los gobiernos a ‘adoptar medidas para garantizar a todos el acceso a servicios de salud asequibles y de calidad’..”5Miguez, Lucía. “El problema del aprovisionamiento de vacunas en el mundo y en Argentina”, en En Defensa del Marxismo, n°57, Buenos Aires, junio de 2021.

La vacuna contra el coronavirus era una herramienta poderosa para sobreponerse a la pandemia, pero encontró serias limitaciones para hacerse efectiva de manera rápida, y llegar a todos los sectores de la población, debido al régimen social que la distribuía. La circulación de las distintas marcas de vacunas a escala global estuvo guiada según el mercado internacional (por más que los compradores hayan sido Estados). Es decir, según la competencia anárquica. La situación en la India, por caso, retrató con crudeza estas contradicciones. Por un lado, se convirtió en un epicentro de la pandemia y superó las 300.000 muertes. Por el otro, fue el principal productor mundial de vacunas (al momento de publicación del artículo citado, había fabricado cerca del 70% de las dosis en todo el mundo). Para junio del 2022, más del 75% de las vacunas administradas estaban concentradas únicamente en diez países. “Los retrasos en las entregas mostraron […] las prioridades que mantenían los laboratorios para con los países donde residen sus casas matrices y de los que reciben la mayor ayuda financiera […]”. Mientras tanto, en muchos territorios usualmente llamados “de ingresos medios” y “bajos” ni siquiera se habían iniciado los planes de vacunación. Todo lo contrario a la proyección de un orden pacífico y coordinado.

Cualquier organización que pertenezca a una sociedad desgarrada por antagonismos y contradicciones también estará corroída por ellas. En el caso de un organismo internacional, está obligado a cargar de modo directo con los antagonismos del conjunto de la economía mundial. La Organización Mundial de la Salud no es ningún tráiler de un futuro comunista, sino que está bajo control de las potencias imperialistas, y orienta la privatización y el vaciamiento de los sistemas de salud de los distintos Estados nacionales alrededor de todo el globo.

La propuesta de Žižek dista de ser novedosa. Ya en 1795 (¡23 años enteros antes del nacimiento de Karl Marx!), el filósofo burgués Immanuel Kant propuso “una federación de Estados libres” que pueda defender un acuerdo de seis puntos básicos para acabar con las guerras. 200 años después, los ahora llamados “organismos multilaterales”, como la OTAN, sólo tienen como horizonte planificar “multilateralmente” las agresiones imperialistas a lo largo y ancho del planeta.

El entusiasmo con la posibilidad de una coordinación supranacional de los países capitalistas y la idea de que esta articulación tiene un rol progresivo (o que sea, inclusive, el germen histórico de una nueva sociedad) tiene una deuda intelectual con viejos pensadores. Pero no comunistas, sino reformistas. El concepto de “ultra-imperialismo” de Karl Kautsky, de la Socialdemocracia alemana y la Segunda Internacional, derivaba un camino indoloro y progresivo a la paz y a la cooperación internacional (e, incluso, en una etapa superior, al socialismo) de la concentración monopólica y la hipertrofia de los Estados imperiales. La realidad, entonces y ahora, es que el imperialismo no es el camino de la armonía universal, sino de los choques entre potencias, la guerra y las catástrofes.

3. El “comunismo reinventado” de Žižek (II): Estatizaciones y socializaciones

La militancia latinoamericana quizás esté más acostumbrada a la discusión sobre el estatismo burgués que al debate sobre instancias de coordinación supranacionales. Algunas ramas del nacionalismo burgués radicalizado (o, peor, sectores de la izquierda que le hacen seguidismo) han querido poner el signo igual entre socialización y estatización.

No obstante, los principales objetivos de las nacionalizaciones a manos del Estado capitalista son el rescate de un régimen en crisis en general, y de burgueses específicos en particular. En coyunturas de amplia descomposición, las camarillas de politiqueros profesionales han llegado a introducir un tercer objetivo: el enriquecimiento a través de negociados y administraciones espurias. Todo esto, sustentado en los montos que son arrancados a las masas mediante impuestazos. Más aún, estas experiencias suelen terminar con una bancarrota mayor, la cual, esta vez, se lleva puesto también los fondos públicos.  Expresado de modo sintético, estas estatizaciones se han mostrado, generalmente, como auténticos rescates al capital, por un lado, y confiscaciones contra las masas, por el otro. 

La transferencia de recursos de los trabajadores a los empresarios deficitarios puede llegar a ser tan transparente, que necesita camuflarse con distintos recursos ideológicos. Slavoj Žižek no se ha dedicado a desnudar esta impostura. Para poner un caso local, el lector argentino recordará la estatización de YPF durante el kirchnerismo. Anunciada con bombos y platillos como un golpe contra el capital internacional en nombre de la soberanía nacional, no consistió más que en la compra de acciones de una empresa en números rojos, para luego volver a asociarse a otras fracciones del capital extranjero (Chevron). Esta última operación se hizo mediante acuerdos secretos. Revelaciones parciales posteriores mostraron que el gobierno había ido muy lejos en nuevas concesiones que entregan la renta petrolera.

Éste no es un abordaje unilateral, ni formalista, ni dogmático. Los conflictos de intereses entre las burguesías de los países atrasados, por un lado, y el capital imperialista, por el otro, han llegado a originar choques importantes y violentos. La experiencia de la nacionalización del petróleo bajo el gobierno de Lázaro Cárdenas, en el México de la década del ’30, fue un caso emblemático. El imperialismo se opuso a dicha medida, porque, aunque sea en forma limitada, perjudicaba sus intereses en favor de la nación atrasada. En estas coyunturas, rechazar las oportunidades presentes sería una política sectaria, impropia de quien se reivindique como revolucionario. Sin embargo, “para los marxistas no se trata de construir el socialismo con las manos de la burguesía”6Trotsky, León. “La industria nacionalizada y la administración obrera”, en Escritos (1929-1940), Tomo X, Bogotá, Editorial Pluma, 1977.. Las nacionalizaciones sólo podrían ser un paso en la transición a un régimen social superior si se dan a través de la imposición de los intereses de la clase obrera (una imposición contra el capital). Un primer punto que define el carácter revolucionario de una expropiación es que ésta debe ser sin indemnización. A esto le sumamos un segundo elemento: Una perspectiva de transformación integral incluye el desarrollo de una lucha por la participación plena de los trabajadores en los órganos de administración de las industrias que hayan sido expropiadas. Estamos hablando de un control obrero de la producción, con una política y un cuerpo de organización independiente frente a las patronales.

4. El “comunismo reinventado” de Žižek (III): Frente al gobierno de los trabajadores

Las menciones que Slavoj Žižek realiza a la Unión Soviética en la presente entrevista la vacían de todo contenido social. En su lugar, presenta al gobierno de los trabajadores (e, incluso, al stalinismo, su deformación burocrática) como un espacio de cooperación cultural, e incluso plantea que debería haber seguido el curso de la actual Unión Europea. En sus palabras: “[Lenin] quería convertir la URSS en una sociedad sana, abierta y tolerante. En este sentido, incluso creo que el colapso de la URSS fue realmente un error […] el vínculo con otros países podría haberse mantenido en un modelo pluralista según el modelo de la UE.

La república de los sóviets fue la primera experiencia de un gobierno de los trabajadores que se impuso de modo triunfante en todo un territorio nacional. Significó la destrucción del aparato de dominación política del capital, y su reemplazo por un instrumento de defensa de la revolución. Un Estado con otro carácter social, que consistió en la organización consciente de los trabajadores como nueva clase dominante, bajo la dirección de un partido revolucionario y en choque contra la burguesía desplazada. 

Marx y Engels emplearon el término “dictadura del proletariado” para sintetizar esta perspectiva. Es una expresión clara: Se opone por el vértice a la dictadura del capital. Pablo Rieznik comentaba, a su vez siguiendo una aclaración del historiador marxista Eric Hobsbawm, que “Marx no usó el término ‘dictadura’ para subrayar una forma institucional específica de gobierno, sino solamente para definir el contenido que asume el dominio de una clase”7Rieznik, Pablo. “La dictadura del proletariado, la cordura… y el amor (a 150 años del Manifiesto Comunista)”, en Marxismo y sociedad. Variaciones sobre un tema, Buenos Aires, Eudeba, 2000. La cita de Eric Hobsbawm proviene de “Aspectos políticos da transição do capitalismo ao socialismo “, en História do marxismo, tomo I (O Marxismo no Tempo de Marx), Río de Janeiro, Paz e Terra, 1979, p. 311.

¿El gobierno obrero y revolucionario implicó un proyecto de “sociedad tolerante”? Por supuesto. Activistas y militantes con una gran vocación por la crítica intelectual contra este régimen social han desarrollo un amplio trabajo historiográfico al respecto8Una obra de consulta ineludible continúa siendo Broué, Pierre. El Partido Bolchevique, Barcelona, Editorial Ayuso, 1973. En los últimos tiempos, las relaciones culturales en la Rusia revolucionaria han vuelto a estar en debate a partir de la publicación de un autor que reivindica la teoría “post-colonial”: Renault, Matthieu. L’Empire de la révolution. Lénine et les musulmans de Russie, París, Syllepse, 2017.. Pero estos proyectos de hermandad entre los pueblos fueron posibles gracias a la destrucción del Estado despótico del zarismo (una auténtica cárcel de naciones). El apoyo a los aparatos del imperialismo en nuestra década va en un sentido contrario.

5. No existe una democracia sin contenido de clase

Lo primero que Slavoj Žižek alerta en la entrevista reseñada es que las disputas por el poder en Rusia no son más que “enfrentamientos entre oligarcas y grupos de poder que se manifiestan abiertamente en sus medios de comunicación”. Esta descripción habría sido una potente coronación para una crítica de la ideología “democrática” del capital. Sin embargo, el académico cree que está señalando una ausencia de democracia, y no su presencia en su máximo esplendor. Estamos, lisa y llanamente, frente a una glorificación del Estado “democrático” burgués en general, y del aparato imperialista que representa la Unión Europea en particular.

Nuestro teórico cultural coloca el problema del régimen de Putin en términos de la falta de un “marco de normas específicas y claras” para “los conflictos políticos”. Se entiende, entonces, que se refiere de modo directo a las pugnas por el poder. Žižek nos comenta que el mejor marco que pueden tener estos combates es el de un “conflicto institucionalizado” a través de las elecciones, donde los partidos con distintas “ideas” compitan entre sí. El autor comenta que la dinámica electoral es lo propio de un “Estado serio”. 

Ahora bien, estas declaraciones revelan más de lo que su autor quiere decir conscientemente. Si la democracia es un modo de administrar el poder o competir por él, si es un régimen político, el entrevistado entiende que se trata de una forma de Estado (“serio” o “no serio”, tanto da). El filósofo ni siquiera pierde tiempo en intentar confundirnos al respecto de qué significa el término “democracia”. No lo emplea de un modo genérico, para referirse a algún atributo de la vida humana en general, sino que lo usa para señalar un régimen político preciso, con un andamiaje institucional claro y particular. Es la república parlamentaria de los países de la Unión Europea. Ahora bien, ¿cuál es el contenido de esta forma? Para Marx, y para Lenin, que rescató su concepto, el Estado es un órgano especial que ordena la sociedad a la fuerza. Es decir, la arista de la pirámide donde se concentra el poder, una herramienta represiva que impone una voluntad y una guía al conjunto de la sociedad mediante la imposición. En síntesis, una fuerza especial de represión. Además, el control y el funcionamiento de este órgano está regido por los intereses que nacen de esa sociedad. Dicho de otra forma, existen intereses sociales que chocan entre sí, y buscan el poder para dirigir dicha sociedad según su conveniencia.

Friedrich Engels diseccionó al aparato estatal como “un producto de la sociedad cuando llega a un grado de desarrollo determinado”, y “la confesión de que esa sociedad se ha enredado en una irremediable contradicción consigo misma y está dividida por antagonismos irreconciliables”. Vladimir Lenin, al comentar este pasaje, lo sintetizaba con las siguientes palabras: “El Estado es el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase”9Engels, Friedrich. El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado, Madrid, Akal, 2017 (1884). Las citas de Lenin que emplearemos aquí provienen de Lenin, Vladimir Ilich. El Estado y la revolución, Buenos Aires, Ediciones Rumbos, 2022 (1917). Donde corresponda, el énfasis es del original..

Un estudioso de Hegel, como lo es Slavoj Žižek, debería saber bien que no hay “forma” sin “contenido”, ni “contenido” sin “forma”. Pasando este principio de la dialéctica en blanco, para el debate sobre la democracia esto implica que todo régimen político debe comprenderse en un momento y en un lugar. Necesitamos situarlo en coordenadas históricas específicas. Una forma de Estado no puede ser tomada como valor universal, ni puede enunciarse a secas. Ésta es la diferencia entre un abordaje ilusorio y la concepción materialista de la Historia10Para expresarlo en términos que Žižek solía emplear, es la diferencia entre un “universal abstracto” (“democracia” sin aditamentos) y un “universal concreto” (democracia capitalista).. Ubicado en el tiempo y en el espacio, la democracia en la sociedad capitalista sólo es una forma que toma el Estado burgués. Es un modo en que se organiza el órgano de opresión de la burguesía sobre el proletariado y las masas. 

En uno de sus últimos textos, Engels comentaba que “la meta política final” del partido obrero que se esforzaba en construir “es la superación total del Estado y, por consiguiente, también de la democracia”11Engels, Friedrich. “Preface [to the pamphlet Internationales aus dem ‘Volksstaat’ (1871-75)]”, en Marx and Engels Collected Works, Vol. 27: Engels 1890-95, Moscú-Londres-Nueva York, Progress Publishers (Moscú)-Lawrence and Wishart (Londres)-International Publishers (Nueva York), 1990, p. 417. Esta fuente le sirvió a Lenin para concluir que “la democracia no es idéntica a la subordinación de la minoría a la mayoría”, sino que consiste en “el Estado que reconoce la subordinación de la minoría a la mayoría, es decir, una organización llamada a ejercer la violencia sistemática de una clase contra otra”. No se trata de pretender tener razón por recurrir a citas de autoridad. Estas conclusiones de Engels se desprenden de un estudio de lo concreto, del desarrollo histórico.

En uno de sus ensayos más famosos, que cuenta ya con cerca de 25 años, Slavoj Žižek llegó a aproximarse a esta cuestión. Allí, el autor desarrolló algunas formas en que “un contenido particular es divulgado como ‘típico’ de la noción universal”12Žižek, Salvoj. Multiculturalismo o la lógica cultural del capitalismo multinacional, en Jameson, Frederic y Žižek, Salvoj. Estudios Culturales. Reflexiones sobre el multiculturalismo, Buenos Aires, Paidós, 1998.. A su manera, lo que el autor había intentado retomar es una conclusión importante de Marx y Engels: No es usual que en la historia humana las reivindicaciones, los valores, o las ideologías aparezcan abiertamente como propias de una clase social específica. Más bien, lo que encontramos al estudiar el problema es que cada vez que una clase combate por la dominación política y por la supremacía en una sociedad, tiene que disfrazar sus intereses particulares bajo los ropajes del interés común. En el plano de los objetos del pensamiento, está obligada a presentar sus ideas bajo la forma de algo universal, como las únicas universalmente pensables13Marx, Karl y Engels, Friedrich. La ideología alemana, Madrid, Akal, 2014, p. 28..

El deber de un “intelectual crítico” (o, mejor, de la crítica intelectual) es revelar estas operaciones, y desarrollar una crítica contra la legitimación de lo existente con todo el profesionalismo posible. Tiene que preguntarse, en nuestro caso, quién dirige este aparato estatal. Si se lucha por el poder, quiénes lo quieren y para qué, cuál es el interés que defiende este régimen político. De otro modo, no es un “intelectual crítico”, sino sólo un técnico del saber14El término le pertenece al filósofo francés Sartre, Jean Paul. “A Plea for Intellectuals”, en Between Existencialism and Marxism, Nueva York, Ed. William Morrow, 1976..

6. Carácter de la Unión Europea (I): Extraños En Un Tren

Žižek plantea un horizonte para la guerra en curso:

Lo que se necesita [en Rusia], por supuesto, es federalismo. La Rusia ideal, tal como yo la veo, es la versión oriental de la Unión Europea. Creo que la Unión Europea (UE) es un sistema de instituciones bastante eficaz. Rusia necesita una cooperación similar, basada en la apertura única de las culturas. Este pluralismo sería ideal tanto para Rusia como para los rusos. Al permitir que otras naciones florezcan, la mayoría rusa no será percibida como opresora, sino como garante de un espacio seguro para los demás.

Llama la atención que, a pesar de ser una referencia del estudio crítico de la ideología como tal, el filósofo esloveno no se haya detenido en esta entrevista a cuestionar el modo en que la Unión Europea se presenta a sí misma. No ha emprendido un examen de la propaganda oficial del poder.

Los orígenes de la actual Unión Europea están en el Plan Marshall, la creación de la OTAN y el desarrollo de la Comunidad Económica Europea (CEE), impulsados por el imperialismo para avanzar en la “integración” del continente (coordinar los capitales de la región) y servir de “barrera al comunismo” (contener la amenaza revolucionaria de las masas). Las potencias del continente han atravesado el período histórico bajo la hegemonía económica y militar de Estados Unidos, mientras, al mismo tiempo, han buscado ejes comunes para disputar su supremacía. La decadencia histórica del viejo continente se expresó de manera marcada luego de la carga agotadora de dos guerras mundiales. En los años ’70, al calor del agotamiento económico de la segunda posguerra, la CEE jugó un importante rol de coordinación que fue clave para toda la historia posterior. Pero no se trató de una unificación del intercambio cultural libre entre los pueblos, como parece proponer Žižek. Por el contrario, las burguesías nacionales europeas cerraron filas para lanzar una misma ofensiva contra los trabajadores de toda la región. Sin este espacio en común, Margaret Thatcher (la usamos de ejemplo por ser una referencia de estos ataques) habría combatido contra los mineros ingleses con menos espaldas políticas15Altamira, Jorge. “Tesis programáticas para la IV Internacional”, en A.A.V.V., Programas del movimiento obrero y socialista. Desde el Manifiesto Comunista hasta nuestros días, Buenos Aires, Ediciones Rumbos, 2013, pp. 348-349 (puntos 7 y 8). Votadas por el I Congreso de la Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional (CRCI), 8 de abril de 2004..

La Unión Europea no es un aparato libre de contradicciones y choques. Por un lado, hacia el exterior del continente, podemos comentar que el salto de la CCE a la actual UE en los años ’90 fue la respuesta del eje conformado por el capital francés y el alemán frente a la desintegración de la Unión Soviética y del bloque oriental. Su formación fue, entonces, un grito de guerra por la anexión de los nuevos mercados. Por el otro, hacia el interior, también pueden señalarse choques de importancia. La UE es, en primer lugar, una construcción imperialista para sojuzgar a los países subordinados dentro Europa, en beneficio de quienes llevan las riendas de la “Unión”. En un viejo artículo que ya hemos citado, Slavoj Žižek comentaba que “la fantasía de un ‘capitalismo libre de ficción'”, como lo había llamado Bill Gates, “se refiere […] sobre todo, a [eludir] lo Real de los antagonismos sociales traumáticos [y] a las relaciones de poder”16Žižek, Salvoj, Op. cit., p. 154.. Siguiendo esta línea, el autor podría haber revelado que la creación de un Banco Central Europeo y de una divisa común (el Euro) intensificó los “antagonismos traumáticos” entre las distintas economías nacionales que componen la UE. Este llamado es especial, pues nuestro interlocutor fungió como asesor del Estado griego bajo el gobierno “izquierdista” de Syriza, mientras las burguesías alemana y francesa descargaban sobre el país heleno un brutal plan de austeridad para el beneficio de sus clases dominantes17Coggiola, Osvaldo. “¿Por quién doblan las campanas griegas?”, en En Defensa del Marxismo, n°45, octubre de 2015. Más aún, las rivalidades entre los capitales imperialistas de Europa, todavía circunscriptos a un carácter nacional (no unificados en una misma licuadora europea), formaron parte de “lo latente” (como lo llamaría Žižek) detrás del Brexit. 

Este comentario nos sirve para ilustrar el siguiente punto: El proyecto de unificar toda Europa occidental en una superpotencia única no da cuenta de una unidad cultural entre los oprimidos del Viejo Mundo, sino de los choques entre potencias. 

7.Carácter de la Unión Europea (II): Con M de Muerte

El avance de la Unión Europea hacia los Estados obreros en disolución incluyó la intervención armada en la Yugoslavia de Žižek en la década del ’90. El imperialismo condujo una serie monstruosa de masacres y crímenes, tanto de modo directo como a través de sus peones. La desintegración de Yugoslavia manu militari fue un paso necesario para copar políticamente la región; y ambas (desgarramiento territorial y dominación política) fueron las bases para la colonización económica del territorio frente al capital europeo y estadounidense.

La guerra en curso es una revival de la línea del imperialismo europeo y yanqui para los Balcanes. Žižek no es inocente al respecto de este punto, pues apuesta a que la guerra está “ayudando (sic) a Rusia a democratizarse”. En un lenguaje más llano, significa colocar a Rusia bajo la tutela directa de los principales nodos del capital internacional.

En esta coyuntura de carne y hueso, la cuestión de los “derechos civiles y políticos” (expresados así en lenguaje jurídico) es un planteo fantasmal. Claro que la camarilla de Putin es reaccionaria, opresora y explota todos los beneficios de la restauración capitalista en Rusia. Pero su reemplazo por una colonización bajo el mando más directo del imperialismo no significará una mejora para las condiciones de las masas. Quien tenga dudas al respecto debe estudiar la evolución de las bandas fascistas en la Ucrania de Zelenski, las cuales se han desarrollado bajo la égida “democrática” de los Estados Unidos desde 2014. Ucrania, el país más endeudado y empobrecido de Europa, es usado como peón por la Otan. Como se ha ventilado en los choques entre Trump y Biden, la intervención imperialista ha dado lugar a un proceso de saqueo colonial de los intereses petroleros, gasíferos y de otros negocios del país por funcionarios y empresarios de las potencias. La invasión de Putin es reaccionaria y la condenamos. Pero la presentación de la extensión del dominio imperialista sobre el este europeo como una cruzada democrática es una impostura vergonzosa.

8. El imperialismo: Tiempos Modernos

Slavoj Žižek ensaya una crítica a una supuesta “vieja izquierda [que] sigue pensando que los principales imperialistas son Estados Unidos y Europa Occidental”. Pero para los seguidores de Lenin y Marx, lo característico del imperialismo moderno es que consiste en un cuadro de época: la etapa superior (última) del modo de producción capitalista. Es el nombre propio de su fase histórica de disgregación. 

Sus características principales son el surgimiento del capital financiero (fusión del capital bancario con el industrial), la exportación de capital (en oposición a la simple exportación de mercancías de la etapa previa), la consolidación de los monopolios (una concentración sin precedentes de la riqueza y de la organización industrial en manos de unas pocas asociaciones, trust, cárteles, etc.), y la identificación de la defensa del interés de estos monopolios con la acción de los Estados que, con esta comprensión concreta, sí podemos llamar imperialistas. No hay duda alguna en que las potencias imperialistas dominantes (y las más agresivas en su intervencionismo militar, económico y diplomáticos) son los Estados Unidos y las potencias de Europa occidental. Casi parece excesivo enumerar las guerras, intervenciones militares, o el uso de la deuda externa para condicionar a distintos gobiernos en todo el mundo. El que relativiza estos hechos de opresión ha hecho las paces con la explotación en nuestra época histórica, que tiene características de catástrofe.

La restauración capitalista en Rusia (la disolución del Estado obrero) implicó una profunda aniquilación de sus fuerzas productivas, de su circuito industrial. El país resultante tiene una economía fuertemente rentista. Su actividad fundamental en el presente son la exportación de commodities, y el peso que las sanciones contra a la venta de los recursos energéticos rusos tienen para su economía así lo demuestran (sanciones impuestas, precisamente, por Estados Unidos y la Unión Europea). 

Esto no implica de ningún modo que el putinismo esté defendiendo una política revolucionaria, ni de “lucha anti-imperialista”. Vladimir Putin y su círculo promueven que continúe el proceso restauracionista. Su única diferencia con la OTAN es que buscan su propia tajada en la restauración del capital, se niegan a disolverse por completo al calor de una colonización por parte del capital euro-estadounidense. Su ejército no convoca a ningún pueblo a unirse bajo una misma bandera, sino que comete crímenes de guerra contra ellos. Para el Estado mayor ruso, el control del territorio ucraniano sólo representa una carta de negociación frente a EEUU y la UE. No es casual que, en el inicio de la guerra, Putin haya dicho que la Ucrania independiente fue “un invento de Lenin”, ni que quienes nos oponemos a la guerra reaccionaria reivindiquemos una Ucrania unida, independiente y socialista.

En contraposición con el estudio que se puede emprender desde el materialismo histórico, la caracterización de Žižek es una abstracción genérica18Es tal su nivel de vaguedad, que llega a hacerle concesiones a la historia reciente del Estado ruso. Comenta, por caso, que Boris Yeltsin, el antecesor de Putin, “casi hizo un milagro al evitar una guerra civil”. ¡Pero Yeltsin fue, precisamente, quien inició la primera guerra contra Chechenia!.

9. El rol de la “Izquierda de Occidente”

Démosle mayor atención a la idea de que esta supuesta “vieja Izquierda de Occidente” está completamente alineada tras Putin.

En América Latina, las distintas escisiones de la vieja tradición del morenismo han realizado una movilización unificada recientemente. Pero no buscaron la unidad para luchar contra la guerra ni las ofensivas que sufren las masas. Ha sido en apoyo a la “resistencia ucraniana”. Una de estas organizaciones, el PSTU de Brasil, ha publicado un artículo donde polemiza contra las consignas de la izquierda que se opone a la guerra, exigiendo un alineamiento total con el imperialismo. En sus palabras, “é necessário apoiar o envio de todo armamento e tecnologia militar necessárias para derrotar Putin19Secretariado Internacional da LIT-QI, “Sobre as consignas ‘Não à guerra’ e ‘Nenhum tanque para a Ucrânia’”, en Opinião Socialista, 17 de Febrero 2023..

Mención aparte merece la reciente ruptura en la Liga Internacional Socialista (LIS), la corriente internacional dirigida por otra corriente morenista, el MST argentino. La organización de esta tendencia en Turquía, el SEP (Partido Socialista de los Trabajadores), ha roto como parte de un debate que tiene como su principal eje esta subordinación a la política de la OTAN, denunciando que su política los ha llevado a colaborar en Ucrania con la ultraderecha anticomunista20Arienti, Luciano. “Escisión en la LIS, la ‘internacional’ del MST argentino”, en En Defensa del Marxismo, edición digital, Buenos Aires, enero 2023..

Desde los Estados Unidos y Europa, basta con revisar algunos artículos publicados en Jacobin para conocer el ambiente. Sus redactores frecuentes, incluyendo a su fundador, son voceros de una corriente autodenominada “socialista”… al interior del Partido Demócrata. Artículo tras artículo plantean un apoyo, más o menos “crítico” al ejercito ucraniano pertrechado por la OTAN21Véase como ejemplo Yurchenko, Yuliya. “For True Sovereignty, Ukraine’s Foreign Debt Must Be Canceled”, en Jacobin, 25 de abril 2022; las posiciones de Gilbert Achar en el debate “The Left and Military Aid to Ukraine”, en Jacobin, 02 de mayo 2022; y Hatherley, Owen. “Yes, Ukraine Is a ‘Real Country'”, en Jacobin, 17 de febrero 2023..

El panorama general, pues, es de una cooptación general de las fuerzas políticas, y más aún de los intelectuales desorganizados y atomizados. El campo académico burgués está cumpliendo la función directa de factor de presión (y hasta de amenaza) para una subordinación detrás de la intervención imperialista. El caso de Jürgen Habermas resulta representativo. Habermas es un filósofo y teórico de la sociología cuyos esfuerzos han estado orientados, durante décadas, a glorificar la democracia burguesa y a impugnar la teoría revolucionaria del marxismo. Ahora bien, frente a la prolongación de la guerra y sus niveles de barbarie, este pensador alemán se ha pronunciado a favor de una mesa de diálogo con el Estado ruso (no a un llamamiento a la hermandad entre los pueblos para combatir contra la política belicista, sino sólo a buscar un punto de entendimiento entre capitalistas). La respuesta universal del campo académico que lo rodeaba ha sido el hostigamiento directo, incluyendo repetidas acusaciones de ser un agente del Kremlin.

10. Vértigo (y eclecticismo)

Queremos dedicar unos párrafos finales al problema de los virajes constantes e incoherencias en los posicionamientos de Žižek. Tomemos como ejemplo su prólogo a una re-edición de “Terrorismo y comunismo” de León Trotsky publicada en 200722Žižek, Slavoj. Terrorism and comunism. Slavoj Žižek presents Trotsky, Londres, Verso, 2007. Versión disponible en español, Trotsky, León. Terrorismo y comunismo, Buenos Aires, Ed. Milena Caserola, 2021. Su prólogo ha sido publicado en la página web de En Defensa del Marxismo: Kane, Guillermo. “La izquierda mundial hoy, a la luz de los debates estratégicos de Trotsky y Kautsky”, en En Defensa del Marxismo, edición digital, Buenos Aires, marzo 2023.. El libro original es un alegato a favor de la defensa del gobierno de los trabajadores, amenazado por la brutalidad de los ejércitos de la reacción y del imperialismo. Su adversario en el debate era Karl Kautsky, quien había impugnado la revolución de Octubre en nombre de las banderas democráticas. Ahora bien, la introducción que escribió el filósofo esloveno reivindica los planteos de Trotsky. El escritor polemizó no sólo contra el stalinismo, sino también contra aquellos que pretendieron mostrarse como los herederos de su programa político sin haberse apropiado genuinamente de él. En particular, Žižek menciona a Isaac Deutscher y a Ernest Mandel (dirigente del “Secretariado Unificado”) como arquetipos del “trotskismo” cooptado por la democracia entendida como valor universal. El pensador se burló de la misma abstracción, pretendidamente universal, que hoy guía su llamamiento pro-imperialista.

Podemos agregar algo más. El mismo autor que un día reivindicó la vigencia de los planteos de León Trotsky defendió la vulgata según la cual el stalinismo fue una “necesidad histórica” de la revolución de Octubre sólo dos años antes, y vuelve a repetirla en su última entrevista. Peor aún, entre los textos que escribió para acompañar una colección de intervenciones de Vladimir Lenin en 2004, se encuentra una reivindicación de la burocracia de Stalin. Su título fue “La grandeza interior del stalinismo23Žižek, Slavoj. “The Inner Greatness of Stalinism”, en Revolution at the Gates. A Selection of Writings from February to October 1917, Londres-Nueva York, Verso, 2004. El artículo de 2009 es “The Two Totalitarianisms”, en London Review of Books, Londres, Vol. 27, n°6, marzo 2005.. Sin duda alguna, una tremenda provocación, pero, ¿frente a quién?

La producción de Žižek adolece de coherencia, continuidad y un objetivo común. Esto no responde a que trate diversos temas y tome múltiples referencias teóricas. La variedad siempre es buena, y es un orgullo la existencia de revolucionarios que alternaron (por dar un ejemplo emblemático) organizar al Ejército Rojo con desarrollar una crítica literaria marxista. La falta de coherencia y continuidad en el análisis político de Zizek están ligadas al desinterés de este intelectual por vincular sus análisis con una praxis liberadora. Sin el objetivo de construir herramientas que den una salida a la crisis de este régimen social, la crítica intelectual deviene a menudo en un pastiche sin propósitos claros

11. Conclusiones (y aperturas)

Si el materialismo histórico es algo, es una guía para la acción. No una mera guía para la exposición. Los posicionamientos de Žižek no tienen la intención de contribuir en la construcción de una corriente que luche contra este régimen social. Lo que marcó sus últimas tres décadas de trayectoria ha sido su aislamiento de las luchas emprendidas colectivamente. Esta desconexión lo ha debilitado frente a las presiones sociales políticas, en proporciones cada vez mayores. 

No llamamos, desde ya, a menospreciar el estudio, sino, muy por el contrario, a su profundización. Un referente del movimiento obrero latinoamericano planteó en su momento que la disciplina para la investigación, que es posible adquirir en cursos formales universitarios, puede y debe brindar su aporte a la evolución de la conciencia de clase de los explotados24Lora, Guillermo. Historia y materialismo histórico, La Paz, s/e, mayo de 1979.. La tarea que tiene la crítica intelectual, si pretende tener efectos en el mundo, es develar los mecanismos y recursos políticos de la clase dominante, para contribuir a neutralizarlos y derrotarlos. Esto sólo se puede lograr fusionándose con un movimiento de lo real, y defendiendo nuestra independencia política frente a la burguesía y su Estado.

En la actual coyuntura, tomar una posición de independencia política frente a la clase dominante consiste en negarse a colocarse detrás de alguno de los bandos en esta disputa sangrienta y criminal. Se nos impone la tarea de discutir y organizarnos por la unidad internacional de los trabajadores, y plantear “¡Guerra a la guerra!”.


Bibliografía

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