“Argentina 2024-2027. El desafío económico del próximo gobierno” (de Juan C. De Pablo)

Por un gobierno de Unidad Nacional para imponer un fuerte ajuste a los asalariados

Es un libro escrito a fines del año 2021 como un esfuerzo por desarrollar una serie de ideas para un futuro gobierno, que al momento de escribirse se descontaba sería de JxC producto de una victoria electoral en el año 2023.

Todos sabemos qué lejos del real desarrollo de los acontecimientos quedaron los presupuestos del autor del libro, Juan Carlos De Pablo, un economista enrolado en las posiciones  de la vulgaridad de la economía capitalista.

El libro de De Pablo, según el autor recibió “múltiples y valiosos” comentarios de economistas como Roberto Cachanovsky, Domingo Felipe Cavallo, Jose María Dagnino Pastore, Alieto Guadagni, Carlos Melconian, Martin Tetaz de corte liberal, pero también hicieron sus aportes economistas del llamado nacionalismo popular como Roberto Lavagna, Jorge Remes Lenicov, etc.

“Argentina 2024-2027. El desafío económico del próximo gobierno”, tal es el título del libro,  que está dedicado “Al futuro presidente de la Nación y a sus colaboradores”. 

Dudas y certezas

El libro parte desde sus páginas iníciales planteando las dudas que acometen al autor. Las dudas que le genera lo que considera la incertidumbre de un mundo que debería ser previsible y estable, al menos en las economías de los estados imperialistas. Pero no lo es (la inflación en EEUU y Europa, la crisis del 2008, etc.). “El mundo ya no es lo que era” se llama un subtítulo del libro, que concluye con una reflexión que, aunque se limita al deterioro del medio ambiente, no extrae las más ricas conclusiones: “No existe una autoridad mundial en condiciones de hacer cumplir las restricciones y no hay incentivos para que los Estados nacionales acuerden medidas de cumplimiento global”. Es evidente que la “autoridad mundial” que otorgue certezas a escala global está desdibujada en todos los aspectos. Es más profunda y general la cuestión.

Por eso al subtítulo mencionado lo completa al final del mismo con un “el mundo dejó de ser lo que era, y no sabemos bien adónde va”. 

Como remedio a un mundo que no se sabe adónde va (duda), abona como una certeza la necesidad de credibilidad de los gobernantes y sus medidas.

De allí nace su propuesta de “acuerdos políticos” al estilo del Pacto de la Moncloa (al que define como un “acuerdo político” en contraposición a un “pacto corporativo” como fue el Pacto Social de 1973 en nuestro país). Es decir, no pretende un ajuste consensuado en acuerdos con la burocracia sindical, “flexibilizando” conquistas de los trabajadores, sino un frente único entre los diferentes frentes y partidos capitalistas para imponer un ajuste draconiano contra las masas.

Siendo De Pablo crítico del peronismo y sus gobiernos, el gobierno de “unidad nacional” de Sergio Massa seguiría el libreto que plantea el autor y que también sugirió el embajador de EEUU como un aspecto central del próximo gobierno en nuestro país para poder gobernar. Dicho acuerdo sería la forma concreta en que hoy funcionaría “un régimen democrático”. Pero luego, también lo relativiza, porque aún así no habría que esperar resultados inmediatos respecto a los planes que se tengan, porque (citando a Maquiavelo) sostiene que el problema medular del poder es conservarlo.

Con lo cual, analizando en detalle, estas que serían las “certezas”, terminan subsumiéndose en una gran incertidumbre respecto al futuro.

Lo que no es otra cosa que el reflejo de la desorientación y las dudas más generales que tiene la clase capitalista respecto a lo que necesitaría ejecutar (tarifas reales, reforma laboral, ajuste en educación y salud, etc.) y sus reales posibilidades de ejecutarlo. 

Regulación vs desregulación. La econometría

De Pablo defiende el concepto vulgar de entender la economía, no como un conjunto de relaciones sociales  de clase, sino como factores que interactúan y tienen comportamientos que pueden ser reducidos a tablas, gráficos, estadísticas y medidos como se mide en metros cuadrados una vivienda.

Entonces el autor aboga por dejar actuar en libertad a esos factores y quitar la mayor cantidad de  regulaciones (que adjudica como originarias de un Estado neutro) para que la economía funcione y produzca bienestar. Un coqueteo abierto con el “liberalismo” de Bullrich y Milei.

Quizás por eso un libro sobre un planteo económico para la Argentina para el período de gobierno próximo, hace abstracción de la deuda con el FMI y sus condicionantes, o la bomba de las Leliq. Dos “factores” de la vida real que se ignoran.

La concepción de De Pablo sobre la realidad económica parte de considerar el ciclo de intercambio de mercancías, sin el menor análisis del ciclo de la producción propiamente dicha. Para el autor la economía comienza y termina en el mercado. Algo muy típico de la acientificidad interesada de la concepción burguesa. 

La tasa de inversión, el derrame y “cierta” acción estatal

Pero no obstante, De Pablo no puede dejar de referirse, aunque más no sea genéricamente, a las dificultades productivas que tiene nuestro país. En ese sentido hace una afirmación que por real, no deja de ser lapidaria. Habla nada más y nada menos de lo que nosotros denominamos “huelga de inversiones” cuando dice: “la actual tasa de inversión apenas compensa el desgaste del capital, de manera que esta tasa neta de reposición es prácticamente nula y, por consiguiente – del lado de la oferta – el PBI no crece”.

Esta afirmación sin embargo, no saca a De Pablo de su concepción de reducir toda la economía al análisis del intercambio, pues insiste en limitarse al comportamiento de la oferta y la demanda, que no abren un camino para explicar esa “huelga de inversiones” y menos aún, sus razones.

Claro que para ello el autor debería partir de caracterizar la crisis capitalista a escala mundial y la decadencia y la tendencia al colapso a partir de las propias leyes del capitalismo: la tendencia decreciente de la tasa de ganancia.

Deshechado este camino, termina admitiendo que “el derrame existe, pero no alcanza para solucionar todos los problemas (sic) en materia de empleo, pobreza, etc. Esto demanda cierta (sic) acción estatal”, afirma.

La visión de todo el libro queda resumida en una corta frase: hay que dar libertad a los capitalistas, que acumulen toda la riqueza posible y eso producirá ¿mágicamente?, un cierto derrame que debe complementarse con “cierta” acción estatal. En líneas generales, vía libre para un fenomenal ajuste histórico contra el pueblo trabajador, que permita el acrecentamiento de las ganancias capitalistas. Después se verá si se le puede devolver algo de lo expropiado a los trabajadores.

Y cuando busca un ejemplo para afirmar esta concepción de la economía, recurre a… “Las leyes de pobres” de Inglaterra del siglo XVI, en los albores del capitalismo. Lo que Marx caracterizo en el capítulo 8 de El Capital, en el siglo XIX, como la barbarie de la “acumulación primitiva”: “el capital viene al mundo chorreando sangre y lodo por todos los poros, desde los pies hasta la cabeza”. Es decir la superexplotación del trabajo asalariado.

La asociación, tal vez inconsciente, que hace De Pablo entre el capitalismo en sus inicios con un planteo para un capitalismo en el siglo XXI, no deja de ser muy ilustrativa. Porque es la confesión del retroceso civilizatorio que resume el plan general del capitalismo para intentar superar su crisis sistémica, es decir reivindicar el retorno a la barbarie.

Shock

De Pablo se manifiesta contra la “dolarización compulsiva”, partiendo de la base que ya gran parte del “ahorro” está dolarizado. Lo estima en un 80%. Su pensamiento (obviamente manifestado un año antes) se parece como dos gotas de agua al que expresó el gobernador de Jujuy cuando se fragmentó JxC, en el sentido que tal dolarización (que pretende Milei) haría aflorar en las provincias el pago de salario en cuasimonedas.

Sin embargo el autor del libro no deja de inclinarse hacia la aplicación de políticas de “shock” a la inflación, tarifas, sistema jubilatorio, salarios estatales, etc., pero toma el recaudo de advertir que el “shock” se puede aplicar si existiera “credibilidad” (gobierno de unidad nacional). 

Es decir, aunque sostiene una política de “shock”, no deja (como toda la burguesía) de manifestar los temores respecto a la convulsión social que eso provocaría. 

40 años de democracia: casi un milagro

En un libro de estas características, no podía faltar la alusión a las cuatro décadas transcurridas desde 1983. En esta parte el libro se mete en un inventario antojadizo de los distintos gobiernos desde Raúl Alfonsín hasta la actualidad. 

Y si bien afirma que “no fue un milagro”, dice que “casi lo fue”. No obstante se opone terminantemente a “los pronunciamientos totalizadores del tipo la democracia fracasó”. No obstante, a pesar de definirse como un analista que le interesa “prestarle más atención a lo bueno que lo malo”, luego de 40 años de democracia lo “más importante” es que “nadie espera que la democracia sea interrumpida por algún golpe de Estado”.

Llevamos 40 años de un régimen que es un casi milagro y lo más importante es que, por ahora, siga así. Cerrando el libro teniendo que admitir que con la democracia no se come, no se cura y no se educa y tampoco se llenan las heladeras. Muy poco para no admitir que ha fracasado en término de un progreso social y desarrollo nacional. 

Además, cabe decir, que si “nadie espera… algún golpe militar” no ha sido por las cuatro décadas del  régimen actual, que ha demostrado desde Alfonsín hasta el presente, que desde el punto de vista de clase no tiene una oposición de principios con el régimen de dictadura (Punto Final, Obediencia Debida, la “casa está en orden” de Semana Santa de 1987, Punto Final, Milani, 2 x 1 para los genocidas presos, etc.) y sus logros sociales antiobreros y antinacionales (deuda externa usuraria, etc.).

Conclusión: las o los economistas burgueses no pueden ofrecer otra cosa que su desconcierto al no poder analizar el mundo y proponer otras medidas que no sean el ajuste global y la barbarie.


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