Nos ha llegado en estos días la edición de Noviembre de El Internacionalista del periódico en español de la organización Lotta Comunista (LC), de Italia. Nos hemos sorprendido profundamente por el contenido de sus posiciones. Mientras la totalidad de la izquierda que conocemos en el mundo, con distintas posiciones políticas ha asumido sino la defensa de la resistencia palestina como desde el Partido Obrero entendemos corresponde a los revolucionarios de todo el mundo, al menos la política de denunciar la masacre en curso en Gaza y exigir el fin de los bombardeos, las posiciones vertidas en largos análisis en este periódico no solo quieren mantener una equidistancia entre Israel y Palestina, como si no existieran allí relaciones de opresores y oprimidos, sino que ignoran flagrantemente los crímenes de guerra que está llevando adelante el Estado terrorista de Israel, sostenido por Estados Unidos y Europa occidental.
El análisis de Lotta Comunista parte de la existencia de un “terrorismo reaccionario” que habría realizado el 7 de octubre una “masacre en gran escala” de características “brutales”. Califican a la matanza desatada desde entonces por las FDI en Gaza como una “reacción” o “represalias”, sin calificar la masacre desatada criminalmente por los ejércitos más armados del mundo sobre una población civil. La descripción del conflicto en estos términos solo tiene antecedentes, hasta donde nosotros lo conocemos, en los medios más reaccionarios influidos por el sionismo, que organizan la persecución contra las movilizaciones de masas que denuncian el genocidio al pueblo palestino. La descripción de las acciones del 7 de octubre parte de igualarlas a las de Al-Qaeda el 11 de septiembre del 2001 en Estado Unidos, como si tirar abajo las rejas del gueto de Gaza fuera idéntico a un ataque sobre objetivos civiles sin más.
Las posiciones de LC caracterizan que no existe reclamo nacional alguno en los pueblos oprimidos en nuestra etapa. Dicen reconocer las posiciones de Marx y Lenin de apoyo a reclamos democrático-burgueses pero que estos se han agotado luego de la segunda posguerra, sencillamente porque los países tienen todos burguesía y proletariado. De un plumazo esto anularía el hecho de que existan países imperialistas y otros dominados. Una teoría completamente inútil para explicar un siglo XXI profundamente marcado por la intervención imperialista en todo el globo, como reivindicó Biden en la ONU hace días, reivindicando la intervención de EEUU y la OTAN en Ucrania e Israel para pelear por un “nuevo orden mundial”. Trotsky aportó una gran herramienta para el estudio de la conformación de clases en los países semicoloniales que es la teoría del desarrollo desigual y combinado, explicando cómo conviven en países como los de África, América Latina y gran parte de Asia las relaciones sociales capitalistas modernas y condiciones de atraso social, económico y político, y sobre todo una presencia determinante del capital imperialista del cual la burguesía local es un socio menor. LC sí reconoce que el pueblo palestino, como el kurdo y otro tendría un problema “de asentamiento”, pero que esa lucha solo podría ser encarada luego de la toma del poder por el proletariado.
Todo un andamiaje teórico complejo (y arbitrario) al servicio de explicar la decisión de negar la solidaridad con quienes se levantan contra 75 años de limpieza étnica sistemática y el encierro en el campo de concentración más masivo de nuestra época. Los dos artículos que le dedican al conflicto en Gaza en este periódico desarrollan ampliamente la incapacidad de la burguesía árabe y su carácter reaccionario, así como su instrumentalización por las potencias imperialistas y su incapacidad para unificar a la región según sus ideologías pan islamistas. Esto, que es cierto, sin embargo, se desarrolla sin considerar en ningún momento qué rol juega la implantación del estado de Israel en la región como enclave armado directo del imperialismo occidental. Tampoco qué rol han jugado las incursiones militares sistemáticas de occidente (Irak, Afganistán, Siria). La palabra sionista no existe en el texto, como quien quiere borrar el carácter específico de Israel como un estado colono, financiado desde hace unas décadas por el imperialismo occidental como un enclave altamente militarizado en la región.
Finalmente, como resultado de esta pseudo-neutralidad argumentada con terminología aparentemente marxista, no se opone NINGUNA consigna inmediata frente a la masacre del pueblo palestino. Ni con respecto a qué debe hacer el estado italiano, ni el movimiento obrero de ese país. Mientras como en todo el mundo, sectores de la clase obrera italiana se oponen al envío de armas y sostén al ejército que está practicando una masacre y se enfrentan a sus gobiernos por sostenerlos, LC no deduce tarea práctica alguna de su posición. No reclama el fin de los bombardeos, el alto el fuego, la libertad de los presos palestinos, el intercambio de los rehenes, ni el retiro de las tropas israelíes de Gaza.
Es claro que las organizaciones islamistas y nacionalistas expresan programas reaccionarios. Sin embargo, en tanto direcciones que enfrentan una opresión real que sufre su pueblo, aunque sea en forma inconsistente, con un programa y métodos defectuosos, la pelea por una superación de estas direcciones por una orientación revolucionaria sólo se podrá encarar sobre la base de un apoyo incondicional y una lucha internacionalista, hombro a hombro en la lucha contra los sionistas e imperialistas. Esto, que lo entienden desde los militantes de izquierda del mundo entero, a gran parte de la comunidad judía horrorizada por los crímenes del Estado terrorista de Israel, a crecientes sectores del movimiento obrero que toman medidas contra el avance militarista, le pasa completamente por el costado a LC.
El Partido Obrero conoció este año a Lotta Comunista, una de las organizaciones políticas de izquierda más numerosas de su país. Participamos en la conferencia de Milán a mediados de este año del cual fueron la principal fuerza de su comité organizador. Pudimos contrastar en la conferencia como sus posiciones, si bien partían de oponerse a la guerra en Ucrania como una guerra imperialista, sin embargo, no se traducían en la política de movilizarse contra la guerra y los gobiernos que la llevan adelante. Aunque compartíamos una crítica de la guerra, nosotros proponemos una campaña de lucha, de movilización, de derrotismo revolucionario. Una crítica sin esa acción es solo pacifismo, vulgar, pequeño burgués. Esta diferencia política, que la marcamos en el balance de esa conferencia, se vuelve mucho más marcada aún en este rechazo a ubicarse en el campo de defensa del pueblo palestino, con 11 mil asesinados en Gaza en menos de 50 días. El marxismo es una doctrina revolucionaria, de acción obrera contra los desastres y las masacres que promueve el capitalismo. Quien lo pretenda usar para comentar y mantenerse neutral frente a los crímenes de guerra, no desempeña más que una caricatura de marxismo.