Socialismo y revolución proletaria (Tesis)


I- ¿Un modelo de socialismo?


 


1. El 1er Congreso del PT plantea como debate central la discusión del “socialismo que queremosEn los debates que ya se están realizando, se vehiculiza la idea de un socialismo “petista” que no sería nada de lo que se conoce hasta ahora sino algo nuevo, sin las supuestas imperfecciones del pasado. Para este debate, se toma frecuentemente como paradigma del socialismo al mismo que se procura criticar, a los Estados Obreros del Este Europeo, China y Cuba. ¿Cuál sería nuestro modelo de socialismo? ¿Habría mercado, planificación centralizada, democracia, etc.? Este punto de partida, afirmado en medio de ruidosas críticas a un dogmatismo que sería característico del marxismo, es paradojal justamente por su dogmatismo. La pretensión de establecer un modelo de sociedad socialista, un proyecto de sociedad socialista que deberá ser implementado a partir de sus características racionales, es una tentativa de sustituir la realidad viva por un esquema prefabricado, una construcción racional artificial que debería ser aplicada a la realidad.


 


2. Marx, acusado de religioso y dogmático, nunca pretendió establecer un modelo de socialismo que debiese ser impuesto a la humanidad, como un proyecto a ser realizado en la práctica. Según Marx, el socialismo era tan solamente la expresión del movimiento real de la lucha de clases del movimiento obrero. Sus pocas definiciones sobre el socialismo no son construcciones racionales artificiales sino producto de la crítica al capitalismo existente y resultado de la experiencia histórica concreta del movimiento obrero. El debate sobre las características de la sociedad “que queremos” se transforma así en una discusión metafísica sobre entidades universales.


 


3. La sociedad socialista será un producto de la lucha de la clase obrera y de su capacidad de superar al capitalismo, y de realizar las tareas que corresponden e esta superación. Sus resultados no pueden ser previstos de antemano en todos los detalles sino solo en sus grandes líneas. Otras definiciones serán producto del choque de las fuerzas vivas que intervienen en este proceso histórico, político y social.


 


4. La discusión sobre el socialismo, principalmente teniendo en cuenta el papel central que se le pretende conferir, aparece como un debate abstracto y sin consecuencias. Sin embargo, no es así, en torno a esta discusión se estructuran dentro del PT las líneas de acción del partido ante la situación política de hoy. Así, si la “democracia” debe ser un valor a preservar en “nuestro” modelo de socialismo, se vuelve necesario asumir una posición sobre la democracia de hoy, preservarla, en partes o en todo. Este debate tiene innumerables derivaciones, no para la sociedad del futuro sino para la del presente. Se trata de un debate formulado de un modo abstracto pero que tiene consecuencias concretas con muchas ramificaciones: la posición del PT sobre los acontecimientos en curso en el Este europeo, la estrategia política del partido, su estructura, su posición frente a los regímenes actuales, su caracterización de la crisis del capitalismo.


 


5. El socialismo es, antes que nada, la expresión conciente de la tendencia real de la lucha de clases bajo el capitalismo. Con Marx, el socialismo se volvió la expresión de la lucha obrera contra el capital, a diferencia de los socialismos anteriores, caracterizados por la pretensión de convencer a las clases dominantes de la necesidad de la justicia social (llamaban a los empresarios ‘‘trabajadores”). Marx no criticó a los utopistas por ser soñadores sino porque “el ideal correctivo que gustarían aplicar al mundo no es sino el reflejo del mundo actual. Es totalmente imposible reconstruir la sociedad sobre la base de una sombra embellecida de ella misma. En la medida en que la sombra se vuelve cuerpo, se percibe que el cuerpo, lejos de ser el sueño imaginado, es sólo el cuerpo de la sociedad actual” (Miseria de la Filosofía). Pero esta crítica sólo fue posible a partir de la lucha obrera contra el capital (los empresarios): Marx no fue profeta ni reformador social, fue expresión del movimiento obrero combatiente. En las palabras de Marx: “Lo que hice fue demostrar: 1) que la existencia de clases está vinculada a fases determinadas, históricas, del desenvolvimiento de la producción; 2) que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; 3) que esta dictadura constituye solamente una transición para la abolición de todas las clases y para una sociedad sin clases (socialismo)”.


 


6.  El marxismo es, por lo tanto, la expresión teórica de la tendencia objetiva del movimiento obrero. No es, como se pretende en el PT, un “ámbito teórico” más, entre otros, y menos todavía una “doctrina oficial”, concepción del mundo obligatoria, según la cual los que adhieren a ella formarían la comunidad espiritual de aquéllos que comparten una misma visión (ideológica) sobre las relaciones fundamentales de los hombres, etc., como pretenden (Línea Directa) los que dicen querer librarse de un dogmatismo que más parece un complejo de culpa. Se pretende que el PT no deba ser marxista porque sería un partido “laico”, esto es, no afecto a ninguna religión, ni siquiera al marxismo. Según esta afirmación, la tradición secular del movimiento obrero internacional, donde el marxismo se impuso en duras batallas, no pasaría de ser una religión más: sólo esto ya retrata la pretensión de los supuestos “renovadores del ideal socialista”, en especial su mesianismo (que sólo vino para arreglar un siglo y medio de errores), este sí de naturaleza religiosa. El marxismo no es religión ni profecía sino una expresión teórica de la lucha por la revolución proletaria. Contraponer al marxismo la utopía (incluso la “utopía concreta”) no es sólo ni principalmente pretender retroceder hasta períodos ya superados por el movimiento obrero: si los utopistas del pasado eran una expresión progresiva en una época de indiferenciación social del proletariado, los supuestos “renovadores utopistas” del presente son la expresión de una política antirevolucionaria de colaboración de clases, en condiciones de un proletariado plenamente desarrollado y activo.


 


7. El carácter revolucionario e intemacionalista del movimiento obrero no fue una invención del marxismo, al contrario: el marxismo expresó teóricamente aquel carácter, que lo antecedió.


 


8.  Sucede que el capitalismo, y los propios Estados nacionales, nacieron en el cuadro de la economía mundial. Bien antes que quedaran estructurados los principales Estados modernos,  el comercio internacional ya tenía un desarrollo bastante acentuado. Ese comercio internacional fue uno de los factores que impulsó la revolución inglesa del siglo XVII. El capitalismo y los Estados nacionales nacieron ya obligados a tener una política externa y a aliarse unos contra otros, en función de sus intereses comerciales contradictorios y en relación con la autodeterminación de las naciones atrasadas. Era incorrecto para el movimiento obrero limitarse al cuadro nacional, en la medida en que la fuerza de ese Estado nacional dependía esencialmente de las relaciones internacionales que tejía en el mundo entero. El movimiento obrero, por lo tanto, sólo podía triunfar en la arena internacional. De ahí también que el socialismo sólo es realizable en el cuadro internacional. La socialización de los medios de producción significa la abolición de las fronteras nacionales. La idea de que el socialismo pudiese ser construido en un sólo país es completamente ajena al marxismo.


 


II- Crisis capitalista, barbarie capitalista


 


1.  En ninguna otra época de la historia, la sociedad humana presentó contrastes tan violentos, contradicciones tan insoportables como hoy. No existe campo de la ciencia o de la técnica en los cuales los conocimientos y el poder del hombre no se dupliquen cada diez años, o menos. A través de la astronomía, de la biología molecular, de la medicina, de la arqueología, de la geología, de la electrónica, de la informática, de la ingeniería de alimentos, de la genética, etc., el hombre conquista los secretos de la naturaleza para gobernarla mejor. La humanidad devoró los frutos del árbol de la ciencia, volviéndose más poderosa que cualquiera de los dioses que ella imaginó aterrorizada por sus propios poderes. Los esclavos mecánicos y electrónicos que el genio del hombre creó están ahí, prontos a liberarlo para siempre de la necesidad de ganar el pan con el sudor de su frente: la sustitución del trabajo forzado por la libre actividad creadora. Las mil fuentes de la abundancia sólo piden paso para satisfacer totalmente las necesidades de los seis mil millones de seres humanos que habitan la Tierra, y diez veces esa cantidad si fuera necesario.


 


2. En las cuatro quintas partes de la humanidad, en los países atrasados e incluso en los crecientes bolsones de pobreza de los países industrializados, la población no tiene acceso durante toda su vida al mínimo vital biológico de dos mil calorías diarias y está condenada a una vida estrecha y corta. Epidemias de hambre todavía sacuden al Tercer Mundo: en Brasil y en Argentina enfermedades controladas por la medicina hace décadas (cólera, mal de Chagas), amenazan provocar catástrofes sociales. En los países adelantados, mientras tanto, los gobiernos no saben qué hacer con la sobreproducción de alimentos que amenaza con desbarrancar los precios, y subsidian la regresión de las fuerzas productivas. Hace más de cuarenta años que el creador de la cibernética demostró que con los medios técnicos de entonces la línea de montaje podría ser sustituida en menos de cinco años por un sistema automático en toda la gran industria del planeta. El capital financiero frenó desesperadamente ese progreso que llevaría a la quiebra a todo el capital no amortizado. Si hoy la competencia en el mercado mundial obliga a introducir la automatización en una escala creciente, esto no resulta en una reducción de la jornada de trabajo ni en una mejora de las condiciones de vida de los trabajadores, Al contrario, en el capitalismo, “el perfecciona' miento ininterrumpido, y cada vez máí rápido del maquinismo, vuelve la situación del obrero cada vez más precaria” (Manifiesto Comunista): el capital sólo conoce las necesidades del beneficio. No existe para satisfacer las necesidades de la inmensa mayoría sino para engordar las ganacias de una ínfima minoría de grandes capitalistas. La automatización es, por eso, sinónimo de descalificación y de desempleo: lleva a la clase obrera a la decadencia profesional y a la incultura sin perspectivas.


 


3. Bajo el dominio del capital financiero, etapa senil y última del capitalismo, todos los progresos científicos y técnicos se transforman en su contrario. Los nuevos recursos energéticos y la utilización intensiva de los antiguos no traen consigo una mejoría en el bienestar sino que producen catástrofes ecológicas (petroleras o energía atómica).


 


La casi totalidad de la investigación científica, especialmente en los países avanzados, está vinculada a la producción de armamentos. En 1985, los gastos militares mundiales llegaron a 940 mil millones de dólares, mucho más que toda la renta de la mitad más pobre del planeta. Ese gasto en armas aumenta más rápidamente que la expansión de la economía mundial y de la mayoría de las economías nacionales y no se reduce en períodos de recesión. Es sólo por el crecimiento gigantesco de la industria armamentista, de producción de las fuerzas destructivas, que la burguesía consigue impedir que las fuerzas productivas hagan explotar la camisa de fuerza de la propiedad privada de los medios de producción y de cambio y de los Estados nacionales que frenan absolutamente esas fuerzas.


 


4. De las cámaras de gas de Hitler a la guerra de Vietnam, el capitalismo es esencialmente el mismo. En Vietnam, el imperialismo norteamericano lanzó sobre el pequeño país más bombas que las que fueron lanzadas por todos los ejércitos durante la Segunda Guerra Mundial. ;Y algunos todavía llaman a la segunda posguerra “período de pciz” Recientemente, los Estados Unidos lanzaron sobre Irak el equivalente a decenas de bombas atómicas, eliminando “quirúrgicamente” (sic) a más de 150.000 personas, destruyendo los recursos productivos del país (lo que provocó millares de muertes), imponiéndoles pesadas deudas de guerra y preparando una plataforma militar para repetir la operación en todo Medio Oriente. Sin revolución socialista en el próximo período histórico, toda la humanidad estará amenazada de ser llevada a la catástrofe.


 


5. La burguesía consiguió detener la ola revolucionaria en Europa en la inmediata posguerra gracias a la colaboración del stalinismo, que tomó directamente en sus manos una parte del trabajo, y la ayuda, siempre presente, de la socialdemocracia. Los Estados burgueses se reconstruyeron en el Oeste y la burocracia extendió transitoriamente su control al Este de Europa a fin de estabilizar una nueva forma de equilibrio imperialista con los Estados Unidos como centro y eje de dominación. Las erupciones revolucionarias posteriores fueron contenidas todavía en condiciones de crisis políticas agudas.


 


En estas décadas, el capitalismo encontró un cuadro de desenvolvimiento, una nueva fórmula de acumulación del capital, que agudizó el conjunto de sus contradicciones, aunque bajo una forma diferente de las explosiones de 1914 y 1939. Esta diferencia no constituye un crédito a favor del imperialismo: las guerras de Corea, de Vietnam, del Golfo y la multiplicidad de intervenciones armadas más localizadas deberían ser suficiente para probar que la guerra y la destrucción constituyen una necesidad histórica para este régimen, constituyen la forma de su dominación.


 


6. La reorganización de la economía mundial bajo la hegemonía de los Estados Unidos fue posible porque la economía de este país pudo concentrar los beneficios de la superexplotación imperialista y establecer una relativa solidez en sus relaciones interiores. En los otros países imperialistas, el proceso fue más caótico e inestable, aunque de la misma naturaleza. La economía militansta juega un papel central en este sentido. Estos países conocieron varias décadas de prosperidad capitalista y hasta aquí este hecho no contradice el análisis marxista, ni siquiera las previsiones de los revolucionarios. Lo que importa es indicar cuáles fueron las formas de esa prosperidad para responder a la siguiente pregunta: ¿estamos o no frente a un desenvolvimiento históricamente progresivo?


7. A pesar de ser prolongada en el tiempo, esta prosperidad fue extremadamente inestable y se encuentra sometida permanentemente a crisis; además de eso, desde el inicio de la década del "70, las condiciones son cada vez más críticas, temporarias y restrictivas. Las nuevas tecnologías, lejos de ser un sinónimo de estabilidad y expansión progresiva, dieron lugar a una forma de desenvolvimiento que desnuda el carácter crecientemente reaccionario del capitalismo.


 


8. Toda la literatura sobre la “democratización” de los países imperialistas se derrumba ante un estudio superficial de su realidad política, social y económica. La burguesía se vió obligada a una serie de concesiones al movimiento obrero en los años inmediatamente posteriores a 1945 como precio de su estabilidad política, y el hecho más notable es que las décadas posteriores de “prosperidad” fueron sistemáticamente acompañadas de una necesidad estructural por parte del Estado burgués de liquidar estas concesiones. La única barrera impuesta es la resistencia del proletariado. Hoy, más que nunca, el desenvolvimiento “espontáneo” del capitalismo significa el retroceso social y esto cuando las condiciones materiales de la producción permitirían el paso para un estadio cualitativamente diferente de satisfacción de las necesidades humanas.


 


9.  El sistema político está abiertamente dominado por la burocratización y el militarismo. El estado es, efectivamente, el “Comité ejecutivo de la clase burguesa”, con los burócratas obreros como simples comparsas. Aquí también observamos que el desenvolvimiento capitalista se identifica con relaciones sociales y políticas necesariamente opresivas y que sólo pueden acentuarse; solamente la lucha de las masas puede arrancar algunas conquistas, permanentemente puestas en cuestión por la reproducción capitalista. El capitalismo no conoce ninguna forma de “humanización” y los críticos del marxismo confunden totalmente el crecimiento de la producción y la mejoría temporaria de las condiciones de vida de algunos sectores de la clase obrera de los países imperialistas, con una inversión en las leyes del movimiento de acumulación del capital. Como en la época de Marx, la única fuerza de resistencia a los efectos inmediatamente destructivos de esas leyes es la acción política y social de la clase obrera.


10. A escala mundial, los países atrasados y las semi-colonias se hunden en la miseria y en el hambre, sin ninguna perspectiva. Para la gran mayoría de la humanidad, la prosperidad capitalista de estas décadas ha significado un agravamiento cualitativo e irreversible de sus condiciones sociales, materiales y morales de vida.


 


11. El desenvolvimiento capitalista de las metrópolis está caracterizado también por un creciente retroceso social de su población. Por un lado, los altos niveles de desocupación constituyen un dato permanente del ciclo, que no es absorbido en los períodos de crecimiento y que se agrava en las etapas de recesión. Pero no se trata solamente de eso. Una parte cada vez mayor de la población queda completamente marginada del circuito de la “prosperidad capitalista” y el ejemplo evidente en este sentido son las decenas de millones de pobres en los Estados Unidos. Estas fracciones de las masas explotadas no ingresarán nunca en relaciones salariales “normales”; en el mejor de los casos tendrán empleos temporarios, sin calificación ni estabilidad. Esta forma de empleo pasa a ser característico de las relaciones de trabajo. El capital ya no transforma en obreros asalariados ni siquiera a las masas de las metrópolis imperialistas. La degradación urbana traduce ese retroceso del capitalismo y le da toda su significación como manifestación de un sistema que sólo puede desnudar sus tendencias reaccionarias.


 


12.  El papel dominante del capital financiero es propio de la fase imperialista del capitalismo. Lo que caracteriza estas décadas es la extrema exacerbación del parasitismo. La producción material de plusvalía aparece totalmente subordinada a las necesidades de las fracciones más especulativas del capital, que regulan la igualación de la tasa de beneficio a su favor. Se produce así una sobre-expansión del crédito y del endeudamiento con la explosión de los beneficios ficticios que implica. Sin caricaturizar, se puede afirmar que actualmente el capital especulativo se expande sobre la base del propio capita especulativo; las montañas de deudas permiten la estructuración de nuevos instrumentos de apropiación de beneficios. El déficit estatal alimenta este engranaje.


 


13. El pasaje de la prosperidad a la crisis se está efectuando delante de nuestros ojos en el escenario mundial, abarcando al conjunto de los países y las fuerzas sociales que contribuyeron a edificar las relaciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Sus formas de erupción no pueden ser previstas. La caída de la burocracia stalinista es una manifestación de la progresión de este movimiento, así como la absoluta falta de estabilidad en los regímenes burgueses de los países atrasados. La burguesía continuará disponiendo de tiempo y de iniciativa en tanto no haya un principio de solución en escala internacional de la crisis de dirección del proletariado, condenando a la humanidad al retroceso histórico.


 


III – La vigencia histórica de la revolución de octubre de 1917


 


1. La victoria de la Revolución de Octubre, primer acto de la revolución proletaria mundial, inauguró la era histórica de la revolución socialista. Estalló en un país en el cual se mezclaban características de una nación imperialista y de un país atrasado, económica y políticamente. Las tareas de la revolución democrático-burguesa (incluida la reforma agraria), motor de la revolución, no estaban cumplidas, pero el proletariado estaba altamente concentrado. Pero si Rusia era el eslabón más débil de la cadena imperialista, su revolución no fue una excepción. Ella fue la respuesta contundente a la carnicería de la Primera Guerra imperialista mundial, evidencia de la caducidad histórica del capitalismo. Y las revoluciones proletarias (derrotadas) ocurrieron también en la mayoría de los países de Europa Oriental y Occidental. La victoria rusa se debió a la existencia de una dirección a la altura de la tarea (el bolchevismo), aunque esa dirección nada habría conseguido sin el movimiento revolucionario consciente de los trabajadores, materializado en su auto-organización en Consejos Obreros (Soviets).


 


2. Lenin no estaba expresando una idea personal sino la dinámica objetiva de un movimiento cuando afirmó que “Nuestra revolución es el prólogo de la revolución socialista mundial, un paso en dirección a ella. El proletariado ruso no puede, por sus propias fuerzas, concluir victoriosamente la revolución socialista. Pero puede dar a su revolución una extensión que cree mejores condiciones para la revolución socialista y, hasta cierto punto, comenzarla. Puede volver la situación más favorable para la entrada en escena, en las batallas decisivas, de su principal colaborador, y más seguro, el proletariado socialista europeo y norteamericano”.


 


3. El abandono de la perspectiva trazada arriba por Lenin, sustituida por la tesis stalinista de la “construcción del socialismo en un sólo país” fue el reflejo del retroceso y de la burocratización del Estado emergente de la revolución.


 


Dos factores fueron decisivos: 1) el fracaso de la revolución internacional, debido a la traición histórica de la socialdemocracia y la inexperiencia de los jóvenes núcleos revolucionarios; 2) el agotamiento, desmoralización e incluso el hecho de que la clase obrera rusa fue diezmada después de años de sacrificios, de guerra civil y de intervenciones extranjeras.


 


4. La burocracia surge donde la lucha por la existencia individual ocupa un lugar dominante en las energías de la sociedad. Su función es aliviar los conflictos que esa lucha origina, obteniendo privilegios de esa función. La burocracia tiene como base de su autoridad la falta de artículos de consumo y la lucha de todos contra todos que resulta de esa carencia. Es contrario a la verdad y a la más leve sombra de inteligencia humana, afirmar que la alienación de los trabajadores (y la burocracia) son productos de la opción ideológica por la industria pesada en lugar de la industria liviana de consumo: la burocratización de la URSS y del partido bolchevique ya estaban más que consumadas antes de que se diese el menor paso en dirección a la industria pesada.


 


5. Todo Estado obrero tiene una doble naturaleza: socialista en la medida en que defiende la propiedad colectiva de los medios de producción, burguesa en la medida en que la distribución se realiza de acuerdo con normas capitalistas (“cada cual según su trabajo”). La fisonomía definitiva del Estado se define por la relación oscilante entre esas dos tendencias, socialista y burguesa.


 


6. La revolución fue derrotada pero no destruida. El nazismo y el fascismo hicieron pagar caro al proletariado internacional la osadía de haber hecho la Revolución de Octubre, pero la propiedad privada no fue restaurada en la URSS, lo que probó la profundidad de la ola revolucionaria, inclusive en la hora de la derrota. El régimen antiobrero stalinista y la gestión burocrática de la economía fue el duro precio pagado por el proletariado soviético a la burocratización, pero el mantenimiento de las conquistas económicas y sociales de la revolución (nacionalización de la industria y del suelo, monopolio estatal del comercio exterior, planificación centralizada) tuvo consecuencias inmensas.


 


7. La vigencia de la revolución en las relaciones de producción y en la conciencia de las masas se probó durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la URSS estuvo a punto de ser aniquilada por el nazismo, con quien Stalin mantuvo una alianza privilegiada hasta 1941. Después de la espectacular derrota inicial, que diezmó al ejército soviético, la recomposición de la fuerza militar de la URSS fue una hazaña económico-social. Fue una victoria histórica de la planificación estatal, una victoria moral de los principios del socialismo. Victoria mundial, en la medida en que la derrota de Hitler en la URSS libró a la humanidad de la amenaza militar nazista, la mayor máquina de guerra de la historia humana hasta entonces. ¿Cómo afirmar, como lo hace el Secretario General de la Dirección Nacional del PT, que “no quedó históricamente probado que el socialismo es superior al capitalismo”? (Teoría y Debate).


 


8.  La victoria fue mediatizada por la sobrevivencia del dominio burocrático, que la comprometió: 1) en el plano interno, por la superex-plotación de los trabajadores (racionamiento, bloqueo salarial con aumento del volumen monetario de 250%), por el aumento de los poderes burocráticos y el restablecimiento de los grados en el Ejército Rojo, que fortaleció al cuerpo de oficiales; 2) en el plano internacional, por el acuerdo contrarrevolucionario con el imperialismo mundial celebrado en Yalta y Postdam.


 


9. La burocracia, sin embargo, así como la burguesía, creó su propio enterrador. La sobrevivencia de las conquistas de Octubre, su extensión (burocrático-policial) a Europa del Este después de la Segunda Guerra generaron un enorme desarrollo de las fuerzas productivas. Con una consecuencia histórica central: el fortalecimiento social inédito del proletariado soviético y del Este europeo, como parte del proletariado mundial. Sólo en la URSS, la clase obrera pasó de 23,9 millones en 1940 a 79,6 millones en 1981; porcentualmente pasó del 36,1% de la población activa en 1941 al 61% en 1982. Incluyendo en la clase obrera a los campesinos de las granjas colectivas, este porcentaje se eleva al 74% de la población activa en 1982. Este proletariado inmenso, ahora puesto en marcha, será uno de los pilares de la revolución mundial.


 


IV- El este europeo: agonía del stalinismo y crisis capitalista


 


1. Con el final de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación militar del Este europeo, el poder de la burocracia stalinista alcanza su cénit. Utilizó la lucha de la clase obrera mundial para cumplir sus compromisos contrarrevolucionarios con el imperialismo y, al mismo tiempo, presionarlo. Pero la propia crisis imperialista minó las bases de la política de presión: a partir de 1947 (Plan Marshall, 30 mil millones de dólares para salvar el capitalismo europeo) la política stalinista comienza a fracasar. La presión ya no surtía efecto: sólo el enfrentamiento revolucionario haría retroceder al imperialismo y la burocracia es visceralmente hostil a la revolución, que colocaría inmediatamente en jaque sus privilegios y su dominio. La crisis del stalinismo se evidenció con la ruptura Stalin-Tito (1948) y la toma del poder por el PC chino (1949) contra la política de “unidad nacional” preconizada por Stalin.


 


2. El proceso de revolución antiburocrática en el campo directamente dominado por el stalinismo, se manifestó inicialmente con la rebelión de los obreros de Berlín Oriental en 1953, contenida con el auxilio de las potencias occidentales y del entonces intendente de Berlín Occidental, Willy Brandt. La colaboración creciente con el imperialismo no fue episódica y complementó la centralización burocrática del “campo socialista”. La creación del Comecon, en 1948, consagró una política de saqueo, por la burocracia rusa de los países de Europa Oriental, que crearía una fuerza centrífuga, al volver a las burocracias impuestas por el Kremlin cada vez más atraídas por el mercado capitalista mundial.


 


3. Este proceso económico fue la base de la aproximación política creciente de la burocracia al imperialismo, lo que confirma que es una capa burguesa en el interior del Estado Obrero. En 1975, en los Acuerdos de Helsinski, la burocracia se comprometió junto a los representantes del imperialismo a mantener el statu-quo en Europa y a permitir la “libre circulación de mercancías y capitales”, en lo que el principal diario de esa ciudad llamó “una nueva Santa Alianza de fuerzas conservadoras”.


 


4. En 1989, la revolución política antiburocrática dió un salto cualitativo. Gigantescas movilizaciones de masas derrumbaron gobiernos burocráticos en Europa Oriental y sacudieron a la URSS, el corazón de la burocracia stalinista. El resurgimiento de elementos democratizantes anticomunistas (inclusive dentro de la propia burocracia) fue ampliamente difundido por la prensa del gran capital, que guarda silencio, mientras tanto, acerca de las poderosas tendencias de! proletariado a reorganizarse independientemente, que se expresan en las huelgas generales, en la organización de sindicatos y hasta centrales sindicales independientes y antiburocráticas en Hungría, Alemania Oriental, Checoslovaquia y en la propia URSS.


 


5. Después de 70 años de pretendida “construcción del socialismo en un solo país”, de régimen burocrático, de asfixia, de aplastamiento del movimiento obrero independiente, de represión y liquidación física de su vanguardia, de coexistencia pacífica con el capitalismo y de colaboración de clases a escala mundial, la economía soviética se encuentra en un profundo estancamiento. La productividad del trabajo es varias veces inferior a la de los países capitalistas; sectores enteros de la economía están completamente obsoletos, la cantidad y calidad de los artículos producidos no consigue satisfacer la demanda social y las colas interminables continúan siendo una realidad cotidiana para las masas. La Unión Soviética, a pesar de reunir todas las condiciones naturales, no es capaz de satisfacer sus necesidades de alimentación.


 


6. Cuando la cantidad de trabajo y de productos debía ceder su lugar a la calidad, cuando la productividad del trabajo debía crecer, cuando nuevos avances sólo eran posibles a través de nuevos métodos de trabajo e innovaciones, la burocracia demostró ser una traba absoluta al desenvolvimiento de la URSS.


 


7. El estancamiento de la URSS y de otros Estados Obreros permitió al imperialismo desarrollar una política de penetración, que apunta a disgregar la planificación, el monopolio del comercio exterior y la propiedad estatizada. De esa forma, muchos países de Europa del Este tienen una importante deuda externa que renegocian gracias a las concesiones a los intereses del gran capital y su sumisión al Fondo Monetario Internacional. Los temas del restablecimiento de la propiedad privada, de la importancia del mercado, de la disminución de los salarios y de la necesidad de liquidar unidades productivas y provocar desempleo están a la orden del día en cada uno de estos países, lo que es una adaptación a las presiones del capitalismo mundial.


 


8. La perfidia y la corrupción de la burocracia impidieron que el nivel de vida de las masas soviéticas mejorase en las últimas décadas. Sin embargo las bases sociales del Estado Obrero les habían permitido salvaguardar un mínimo de subsistencia material, que se amplió con el desenvolvimiento social del proletariado. Los obstáculos que existen en la actualidad deberían ser liquidados con la eliminación de los privilegios burocráticos, con el funcionamiento soviético de la sociedad con control obrero. Sin embargo, esto sólo es posible con una verdadera revolución política, que liquide el poder de la burocracia y su existencia como capa privilegiada.


 


9. Es preciso situar la crisis de la URSS en el contexto mundial. La descomposición de la burocracia stalinista y la aparición de movimientos de masas en la URSS y en Europa Oriental se combina con manifestaciones de profunda crisis económica en el conjunto de las naciones capitalistas y hasta con crisis políticas y luchas de masas: la caída del gobierno Thatcher, manifestaciones estudiantiles en Francia, huelgas en Italia, huelga ferroviaria en la zona oriental de Alemania. Frente a esto, el principal problema es la calidad del factor subjetivo, es decir, la existencia de una orientación y de un programa revolucionario.


 


10. Esto queda demostrado por la situación en la URSS, claramente revolucionaria desde cualquier punto de vista (luchas obreras y nacionales antiburocráticas), semejante en diversos aspectos al período ruso de febrero a octubre de 1917. Pero no existe un partido bolchevique que derroque a la burocracia e instaure una dictadura proletaria para poner fin a “la catástrofe que amenaza” a la URSS. La característica revolucionaria de la actual etapa se manifiesta en el rápido agotamiento que sufren las tentativas de derecha, por ejemplo en Polonia y en Alemania, tanto en el plano económico como en la resistencia que ofrecen las masas a los planes de privatización. Polonia no está evolucionando de una dictadura burocrática hacia una democracia parlamentaria, de acuerdo con el programa político de Solidaridad, que fuera redactado por intelectuales laicos y democratizantes como Kuron, Michnik y Geremek. Polonia se está transformando en una dictadura teocrática, sin haber desmantelado los atributos y privilegios de la antigua burocracia “comunista”. Lo que no debería sorprender pues existen grandes semejanzas entre la burocracia stalinista (formada en base a las nominaciones) y la burocracia clerical, la más perfecta “nomenklatura” de la historia.


 


11. Lo que se está hundiendo no es el comunismo sino el stalinismo, la pretensión de que el carácter transitorio del régimen de propiedad estatal se transformase en eterno. La pretensión de que la seguridad de la URSS y la unidad de los Estados Obreros es posible a través de concesiones estratégicas al imperialismo, del refuerzo de la capacidad militar y de acuerdos diplomáticos, es decir, a través del congelamiento de la lucha de clases.


 


12. La campaña de intoxicación del imperialismo mundial (¡con la complicidad de no pocos “comunistas”'.) sobre “la muerte del socialismo” tiene la función ideológica de disfrazar ante las masas el hecho de que la caída de la burocracia y la situación revolucionaria en la URSS no son sino un aspecto de la crisis mundial y un episodio de su desenvolvimiento. En la base de esta crisis está la aceleración de la tendencia del régimen capitalista a la disgregación. La crisis financiera y los síntomas de la recesión y deflación mundial son la contraparte dialéctica del hundimiento de los regímenes burocráticos.


 


13. Dos elementos indican la existencia de una crisis mundial: 1) la aparición en el escenario mundial del proletariado soviético, el segundo en importancia numérica y el primero en calificación profesional; 2) la quiebra del orden internacional creado por el imperialismo y la burocracia después de la Segunda Guerra Mundial, orden que asociaba a la burocracia rusa y su ejército en la tarea de aplastar al movimiento independiente de las masas, primero en Europa y después en todo el mundo. La caída del Muro de Berlín llevó a la anexión de la RDA por Alemania Occidental (y no a la unidad socialista de Alemania a través de la destrucción de la burocracia y la burguesía) pero, junto con la conquista de libertades democráticas en Europa Oriental, abrió un período cuya evolución depende del desenlace de la crisis en la URSS y de la entrada en escena del proletariado norteamericano.


 


14. La crisis económica en la URSS y en el Este europeo se vincula con la crisis económica mundial, como lo demuestra el endeudamiento externo de esos regímenes con la banca internacional, lo que los llevó a la suspensión de pagos (inclusive la URSS). Bastante antes de la perestroika, la tendencia de la burocracia a la restauración capitalista era evidente en la tentativa de salir del estancamiento económico mediante el endeudamiento con las altas finanzas internacionales. Ahora, recíprocamente, la crisis mundial capitalista se acelera como consecuencia de la quiebra económica y política de los regímenes burocráticos contrarrevolucionarios.


 


15. La gigantesca crisis que vive hoy la URSS es causada por el enfrentamiento entre fuerzas históricas irreconciliables, con independencia de que los trabajadores no tengan todavía una conciencia de conjunto de la situación. En la URSS ya hay manifestaciones de guerra civil entre las masas y la burocracia. Las tentativas restauracionistas llevan al país a la convulsión social. Hace un año se preveían 16 millones de desocupados en 1995; ahora ya se prevén 34,4 millones en la URSS y Europa del Este para 1992, de los cuales 30 millones sólo en la URSS. Los procesos de Europa Oriental todavía no están concluidos y están subordinados a la enorme lucha que se traba en la URSS. Que el stalinismo se haya hundido no significa que desapareció, pues para ello debería desparecer la burocracia, derrocada por la burguesía o por la clase obrera. La burocracia no encontró todavía una forma de dominación distinta del stalinismo. Lo más importante es que el derrocamiento de la burocracia por las masas es un hecho que revoluciona la conciencia del proletariado mundial, con independencia del predominio momentáneo de las tendencias democratizantes pro-capitalistas.


 


1. Todo y cualquier debate sobre el socialismo queda irremediablemente mutilado si no se señala cuales son los medios políticos para la conquista del socialismo. Para un partido político ésta es la cuestión clave de un programa socialista, de su estrategia política. El debate en el PT en torno del socialismo trajo a la superficie un conjunto de formulaciones tales como “socialismo con democracia”, “democracia socialista”, “alternativa democrática y popular”, etc. que tienen en común el hecho de abstenerse de una definición precisa acerca del carácter de clase de este socialismo, de su contenido social. La contrapartida de estas formulaciones es, también, el constante ocultamiento del carácter de clase de la democracia, concebida como una forma política sin contenido social definido, con lo que se impone la defensa del régimen democrático vigente, aunque rodeado de muchas reservas, lo que equivale a la defensa de la dominación política y social de la burguesía, a través de la defensa de la democracia en general.


 


2. La defensa de la democracia es la defensa del rescate de la burguesía, de una clase social y de un régimen social agotados. Esta es una posición rigurosamente reaccionaria. Claro que un régimen social agotado (lo que puede ser verificado por su incapacidad de solucionar los problemas sociales que amenazan la sobrevivencia misma de esta sociedad) solamente será agotado políticamente a través de la experiencia de las masas, la cual, al retardarse por motivos diversos, permite la sobrevivencia del régimen y de la clase social caducas a través de una decadencia permanente.


 


3. La dictadura del proletariado es la transformación del proletariado en clase dominante como paso imprescindible para la instauración de la sociedad sin clases. Rechazar la lucha por la dictadura del proletariado significa rechazar la necesidad de la supremacía política y social del proletariado y afirmar que la lucha entre las clases sociales no se resuelve por la victoria de una clase sobre otra y que, por lo tanto, la cuestión del poder queda reducida a la alternancia de los diferentes partidos existentes. Aquéllos que se oponen a la dictadura del proletariado, en muchos casos alegando una oposición a la “dictadura”, (en general), están dejando claro que no consideran al Estado presente como una dictadura de la burguesía y del imperialismo sobre el conjunto de los explotados.


 


4. La dictadura del proletariado no significa solamente la sustitución de la dominación de una clase por otra, de los explotadores por los explotados; significa también una completa revolución en la propia modalidad de dominación. El Estado burgués, incluso el más democrático, se caracteriza por la separación extrema entre el Estado y la sociedad; de esta manera se crea la ilusión de que el Estado es el representante del interés general. Las funciones del Estado se transforman, en función de esto, en tarea de una categoría especial de ciudadanos, los cuales, gracias a una serie de privilegios educacionales y sociales aparecen como los únicos capacitados para el ejercicio de una maquinaria cuya utilización se complica por medio de esta burocracia. El proletariado no puede ejercer su dominación sin simplificar esta gestión y, para eso, es necesario tender en dirección a la abolición de la separación entre el Estado y la sociedad, lo que comienza por la destrucción de la gestión burocrática y su transformación en gestión colectiva de las masas. El régimen de los Consejos Obreros, la abolición de los privilegios económicos de la burocracia estatal; el sistema de elegibilidad y revocabilidad de todas las funciones públicas; el armamento y entrenamiento militar de las masas; todo esto configura la destrucción del Estado burgués y la creación de un nuevo tipo de Estado, cuya característica es que tiende a disolver la oposición entre el Estado y la sociedad, o sea, extinguir al Estado. El Estado Obrero es, por lo tanto, la superación de las limitaciones del Estado burgués en relación a los métodos de la democracia política, pues con tales medidas comienza a realizar cabalmente el principio de la soberanía popular.


 


5. La dictadura del proletariado, concebida en la totalidad de sus determinaciones, sólo puede ser obra de la revolución proletaria, o sea, de la destrucción de la clase que hoy domina el Estado. La transformación del proletariado en clase dominante a través de la revolución significa que comienza la expropiación de la clase explotadora. De esta forma, la dictadura del proletariado constituye la transición política necesaria entre el capitalismo y el socialismo, no una nueva forma eterna de sociedad.


 

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