Entre el 15 y 18 de noviembre ha tenido lugar, en Buenos Aires, la Conferencia Latinoamericana, organizada por el Partido Obrero de Argentina y el Partido de los Trabajadores del Uruguay. Fue la culminación de una intensa campaña de debates, destinados a caracterizar las convulsiones políticas que atraviesan el continente, y en especial la emergencia del gobierno Bolsonaro, apoyado por una intensa movilización del aparato militar de Brasil, de las iglesias pentecostales y de gran parte del capital financiero.
La realización de esta conferencia ha representado un paso político ineludible. Necesitamos desarrollar una campaña de conjunto para enfrentar a la reacción política continental, derrotarla en todos los terrenos y abrir el paso a una salida obrera y socialista a la descomposición del capitalismo a nivel mundial y a los frutos podridos del fascismo. A las delegaciones que concurrieron a las deliberaciones, en especial de Brasil, se le han sumado numerosos saludos y adhesiones. Es necesario un involucramiento mayor. Hemos dado un puntapié inicial para iniciativas aún mayores.
Es con este propósito que pasamos a exponer las caracterizaciones y las conclusiones a las que hemos arribado.
Primero. La victoria de Bolsonaro se inscribe en un proceso internacional de ascenso de gobiernos de reacción política, bonapartistas o semi-bonapartistas, que expresan el grado alcanzado por la descomposición mundial del capitalismo, su pretendida ‘globalización’ y su relato democrático. Los Trump, Xi Jinping, Putin, Erdogan, Duterte, Salvini u Orban no son otra cosa, en primer lugar, que la refracción política de una crisis mundial, que se traduce en guerras económicas y guerras propiamente dichas, y en crisis políticas cada vez más severas en los Estados más poderosos. En este mismo momento, el destino del Brexit va camino a una gigantesca crisis política en Gran Bretaña y el conjunto de la Unión Europea. Camuflar esta caracterización de conjunto por una supuesta tendencia del electorado, constituye una mistificación de la realidad, cuando lo que caracteriza al electorado es, precisamente, una aguda volatilidad, que va de un extremo al otro del espectro político. La crisis mundial ha llevado, en América Latina, al desplazamiento del movimiento bolivariano por la derecha continental, en el espacio de pocos años o incluso meses. Asistimos a una reacción del capital internacional y sus Estados, a la explosión de las revoluciones árabes, desde 2011, y a rebeliones inmensas en Argentina, Bolivia, Perú y Ecuador, en el período 2001/4. La crisis mundial que llevó al gobierno a las corrientes chavistas de distinto origen en el período precedente es la que misma que, todavía más severa, lleva ahora a su hundimiento. El ciclo de crisis política abierto por la crisis mundial se torna ahora más severo.
Segundo. La victoria de Bolsonaro es la culminación del golpe de Estado iniciado con la destitución de Dilma Rousseff, ejecutada sin la menor resistencia de las direcciones políticas y de todo tipo del movimiento popular. Constituye una salida de emergencia al rotundo fracaso del gobierno suplente y de los partidos de derecha para imponer un recambio tradicional. Expresa el creciente avance político y operativo de las Fuerzas Armadas, desde el gobierno de Lula, que se ha manifestado en el envío de tropas a Haití, la militarización de Río Janeiro, la injerencia de las Fuerzas Armadas en la Justicia y en el conjunto de las instituciones del Estado, y en la prisión y el veto a la candidatura de Lula. Han crecido los bloques ruralista, evangélico y militar. Se perfila un gobierno semi-bonapartista, apoyado en el capital financiero internacional, dominado por el alto mando militar, que contiene un componente fascista que no ha demorado en anunciar sus intenciones: destruir los derechos civiles, poner la educación al mando de la reacción evangélica, combatir a la oposición política con métodos extraparlamentarios y, fundamentalmente, destruir al movimiento obrero. Se trata de una coalición contradictoria, que mostrará rápidamente sus contradicciones políticas.
Polarización
Tercero. Por su propia naturaleza, el ascenso de la reacción política, asociada al fascismo, desencadena un período de polarización política. Opera bajo la presión de la descomposición capitalista y de una crisis industrial extraordinaria. La bancarrota capitalista ha realizado su trabajo implacable de topo y ha terminado por romper todos los equilibrios políticos, económicos y sociales. En América Latina, y a nivel mundial, se abre un proceso de polarización política, que no tendrá un carácter rectilíneo, por su propio carácter convulsivo, pero que excluye toda posibilidad a un retorno al status quo previo. Esta es la explicación por la que la oposición al militarismo y al fascismo, con la política del frente democrático y de la lucha institucional, constituye el obstáculo principal para una lucha victoriosa para derrotarlos. La política de subordinar la resistencia popular a los mecanismos institucionales, al Parlamento, a la Justicia, de esperar hasta la contienda electoral, ya ha probado su fracaso para impedir la destitución de Dilma Rousseff y la proscripción política de Lula. Esta caracterización vale para toda América Latina y, por sobre todo, para Argentina.
La iniciativa para ganar masivamente las calles en las semanas decisivas previas a las elecciones no provino del PT, sino del movimiento de la mujer (“Ele não”). Este es el camino. Es necesario romper la regimentación del movimiento obrero para combatir la desorientación y el desaliento. Llamamos a impulsar la deliberación de la clase obrera, por medio de asambleas y de congresos de delegados electos de sindicatos y centrales sindicales, y hacer lo mismo en colegios y universidades, en los movimientos de trabajadores sin tierra y en el movimiento de mujeres. Los participantes a esta conferencia llamamos a un frente único para luchar por el desarme de los ‘grupos de tareas’ y ‘escuadrones de la muerte’, mediante la acción directa y la organización. La gran movilización protagonizada por las mujeres en torno de “Ele não” es el camino que hay que continuar y profundizar, con un programa general contra el avance militar y la represión estatal. Este es el método que debe presidir el frente único de trabajadores contra el ajuste, contra la entrega, por los derechos democráticos, contra el fascismo.
Campañas
La designación de Paulo Guedes, un hombre de los fondos especulativos, apunta a una gigantesca ola de privatizaciones, incluidas las prohibidas por la Constitución brasileña de 1988, en especial el régimen jubilatorio, y la destrucción del derecho laboral. Es la agenda común del capital en toda América Latina, que debe ser combatida con un frente único obrero de todo el continente.
La reforma educativa de Bolsonaro constituye una declaración de guerra a docentes, estudiantes, trabajadores y a toda la cultura brasileña. El proyecto de “Escuela Sin Partido” es el de la escuela clerical y fascista. La incitación a la denuncia y al escrache contra profesores es un método típico del fascismo, que debe ser combatido por medio de comités militantes de lucha en defensa de la educación pública. La defensa del creacionismo en oposición a teoría de la evolución constituye un avance de las iglesias en el ámbito educativo. Los participantes de la Conferencia nos comprometemos a impulsar el contacto y coordinación entre las gremiales docentes de Argentina y Brasil para emprender una movilización continental para derrotar al clericalismo y al fascismo.
El movimiento del “Ele não”, así como la lucha del movimiento de la mujer contra el macrismo, en Argentina, la marea verde en favor del aborto legal y gratuito, revela el enorme potencial de lucha de la mujer. La mujer será un objeto de ataque estratégico del nuevo gobierno. El nuevo despertar político de la mujer contagia a los trabajadores y a la población, y es un gran factor de impulso para abordar las cuestiones políticas. Planteamos comenzar desde ahora una campaña para que la lucha contra el fascismo sea una consigna central en la movilización del próximo 8 de Marzo y para reclamar a las centrales obreras un paro internacional.
La designación de Paulo Guedes anuncia un agravamiento de la guerra económica internacional en América Latina. En Brasil será un tema explosivo, por la evidente dependencia de Brasil del mercado chino, y por la crisis desatada por las inversiones de China con el capital industrial brasileño y el norteamericano. Se trata, en cualquier caso, de una rivalidad entre grandes capitales, que acentúa la crisis económica y la superexplotación y miseria de los trabajadores. Denunciamos el carácter antiobrero de la guerra económica capitalista y oponemos a ella la unidad internacional de los trabajadores, en defensa y recuperación de nuestras riquezas, mediante la nacionalización sin pago de los monopolios y el control obrero de la producción.
La derecha latinoamericana opera bajo la batuta de Trump, aunque lo haga en forma contradictoria, que es apoyada, en lo fundamental, por el Partido Demócrata de Estados Unidos. Bolsonaro no ha vacilado en ponerse al servicio del truhán norteamericano. Esto significa la instalación de bases militares yanquis en Brasil, así como una ofensiva política para plegar a toda América Latina y, en última instancia, a Cuba. Bajo la rúbrica del acuerdo comercial del gas, Bolsonaro despliega un apoyo abierto a una victoria de la derecha en Bolivia, que vota el año que viene, a la derecha en Argentina, y propicia incluso un boicot completo a Venezuela. La lucha contra el fascismo asume, en estas condiciones, un alcance internacional. Bolsonaro retoma una política que sirvió al golpe contra Lugo, en beneficio del capital brasileño en Paraguay. El indigenismo boliviano asiste con impotencia a esta ofensiva, incapaz de movilizar al pueblo en forma revolucionaria, y dependiente del gran capital petrolero instalado en Bolivia. Maduro, por su lado, instrumentará la amenaza de Bolsonaro para reforzar el Estado policial en Venezuela y golpear más todavía la organización independiente de los trabajadores del país. Advertimos contra el propósito de Bolsonaro de repeler la inmigración venezolana a Brasil, con la finalidad de crear un motivo de guerra contra Venezuela. Libre inmigración, abajo las guerras al servicio del imperialismo, unidad socialista de América Latina.
Incluso antes de asumir, Bolsonaro anunció una ofensiva contra Cuba, que coincide con la línea de Trump, en desmedro de los acuerdos firmados por Obama. La expulsión de médicos cubanos perfila una política de choque, que contradice las inversiones de capitales brasileños en la zona exclusiva de Mariel. Vuelve a plantearse la defensa de Cuba y el reclamo contra el bloqueo de la isla. Ha fracasado el acomodamiento que ha buscado el régimen cubano con el imperialismo, incluida la reforma constitucional que incorpora la restauración del derecho de propiedad, y no le pondrá remedio la expectativa de un retorno del Partido Demócrata al gobierno de Estados Unidos. Otro desarrollo ha abierto una crisis en el Caribe: el boicot de Trump a Puerto Rico frente a los daños inmensos causados por los huracanes a la Isla menor de las Antillas. La lucha contra la política de Trump-Bolsonaro-Duque, con el entorno de los Macri y los Piñera, no puede encararse desde el ángulo de la diplomacia sino de la movilización internacional y la revolución latinoamericana. Abajo el bloqueo contra Cuba, por la independencia nacional de Puerto Rico, por la Unidad Socialista de América Latina.
En oposición a la militarización de la lucha contra el narcotráfico, rechazamos las bases militares extranjeras de América Latina. Derogación de todas las leyes represivas. Por el pleno derecho de tránsito y migración para los migrantes centroamericanos y para todos los trabajadores del mundo.
Desafíos
La lucha contra el gobierno Bolsonaro en Brasil y en América Latina plantea el desafío de derrotar al ajuste y a los ajustadores capitalistas y sus gobiernos en cada uno de nuestros países. La derrota de Macri, Piñera y Tabaré Vázquez es la mejor forma de contribuir a la lucha contra la derecha y la amenaza fascista, y asestar un golpe a Bolsonaro y sus planes.
Es necesario que impulsemos la irrupción en la crisis de la clase obrera para que emerja como un factor autónomo y una alternativa de poder. Llamamos a impulsar la deliberación de la clase obrera para impulsar la lucha y discutir un programa de conjunto de salida a la crisis. Por congresos de bases, con delegados elegidos y mandatados de los sindicatos y centrales sindicales.
El nuevo gobierno de Brasil está condicionado por la crisis mundial, aún más que sus predecesores ‘populistas’, y amenazado con el mismo destino. La combinación de luchas y crisis políticas se presentan en grados diferentes en todos los países de América Latina y el Caribe -Perú, Nicaragua, Venezuela, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Colombia, Bolivia, Uruguay y Chile.
Al avance de la derecha y las tendencias fascistizantes, le oponemos, no el retorno del nacionalismo fracasado e impotente, y un regreso imposible al pasado, sino la lucha por gobiernos de trabajadores y la unidad socialista de América Latina.
Llamamos a todas las organizaciones de izquierda y del movimiento obrero combativo a abrir la discusión sobre la situación política que se ha abierto en América Latina en el marco de una acción internacional común. Como parte de esta tarea, los asistentes a esta conferencia acordamos convocar una nueva Conferencia Latinoamericana a realizarse en Brasil, en junio, a la cual invitamos a sumarse.
• Unidad de clase para combatir fascismo.
• Abajo los ajustes, las reformas laborales y jubilatorias.
• Que la crisis la paguen los capitalistas.
• Estatización de las empresas privatizadas, sin pago y bajo control obrero.
• Por los plenos derechos al tránsito y la migración.
• Por la emancipación de la mujer trabajadora junto a la clase obrera.
• Contra el genocidio al pueblo pobre y negro.
• Por el gobierno de los trabajadores de la ciudad y del campo.
Brasil, Liga Pello Socialismo, Tribuna Clasista; Uruguay, Partido de Los Trabajadores; Argentina, Partido Obrero; dirigentes sindicales y personalidades políticas y académicas de Brasil, Uruguay, Paraguay, Nicaragua y Argentina