China en la situación internacional

Cuando estalló la guerra en Ucrania, una de las incógnitas más grandes a dilucidar era el posicionamiento que adoptaría China. Y la primera señal llegó el 25 de febrero, horas después del comienzo de la invasión, cuando el gigante asiático se abstuvo en una votación en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que instaba a Rusia al “cese inmediato del uso de la fuerza” –esa resolución fue aprobada por mayoría pero vetada por Moscú.

Casi un mes más tarde, la asamblea general de la ONU aprobaba un texto de características similares al anterior, y Beijing fue una de las 38 abstenciones.

¿Qué cuestiones había detrás de esta cautela o actitud en apariencia prescindente?

Para Beijing, la guerra no fue una buena noticia. En primer lugar, por sus vínculos tanto con Moscú como con el gobierno ucraniano.

Empecemos por los lazos con el Kremlin. Si bien la relación entre China y Rusia está atravesada por rivalidades actuales e históricas, desde que el imperialismo instrumentó sanciones contra Moscú como represalia por la anexión de Crimea (en 2014), los acuerdos comerciales entre las partes se intensificaron.

Rusia es fundamentalmente un exportador de combustibles y otras materias primas, y China un gran demandante de las mismas. En 2014, se firmó un acuerdo de aprovisionamiento de gas por 30 años a través del gasoducto Power of Siberia 1. La construcción de una segunda tubería se anunció este año. A la vez, Moscú se había transformado ya antes de la guerra en un proveedor clave de carbón y en el segundo suministrador de petróleo del gigante asiático1Barría, C. (14/3/22). Rusia y Ucrania: cómo es la relación económica entre Moscú y Pekín (y por qué es clave en tiempos de guerra). BBC. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-60610861. Compañías estatales chinas han aprovechado el escenario para invertir en algunos de los proyectos, como Yamal LNG y Arctic LNG2, donde la CNPC (China National Petroleum Corp) posee el 20 y 10% del negocio, respectivamente2Bloomberg News. (8/3/22). China evalúa comprar participaciones en empresas rusas de energía y materias primas. 3https://www.bloomberglinea.com/2022/03/08/china-evalua-comprar-participaciones-en-empresas-rusas-de-energia-y-materias-primas/.

El comercio entre las partes, de sostenido crecimiento desde 2010, alcanzó un pico de 150 mil millones de dólares en 2021. Putin y Xi Jinping anunciaron su intención de incrementarlo hasta los 250 mil millones para 2024. China se ha ido abriendo también crecientemente al ingreso del trigo ruso. Y ya veremos que a partir de la guerra, la relación ha pegado un nuevo salto.

Pero más allá de la cuestión comercial, China ha procurado tener cerca a Moscú, en el marco de la guerra comercial y las crecientes tensiones con Estados Unidos. Más aún, teniendo en cuenta el poderío militar de Rusia, que sigue siendo una potencia nuclear.

En cuanto a los vínculos de China con Ucrania, vale decir que Beijing se transformó en el principal destino de las exportaciones de Kiev en 2020 (principalmente hierro, maíz, girasol y cebada), por más de 7 mil millones de euros. Del mismo modo, el gigante asiático se convirtió en la fuente más importante de las importaciones ucranianas, explicando el 15% del total4Moreno, A. (4/3/22). La guerra trastoca los planes de China: la apuesta millonaria de Xi Jinping en Ucrania. El Economista. https://www.eleconomista.es/economia/noticias/11648099/03/22/La-guerra-trastoca-los-planes-de-China-la-apuesta-millonaria-de-Xi-Jinping-en-Ucrania.html.

Paradójicamente, este vínculo se construyó a expensas de Rusia, desde 2014, cuando Ucrania ratificó su tratado de asociación económica con la Unión Europea y empezó a buscar alternativas a Moscú. 

Con todo, más importante que los flujos comerciales son, incluso, los acuerdos en infraestructura. Ucrania es uno de los enlaces de la “ruta de la seda” china y construyó puertos en el Mar Negro. En 2021, el gobierno de Volodomir Zelenski y el de Xi Jinping sellaron un convenio y el primero prometió que Kiev se convertiría en “el puente hacia Europa”5Ídem..

A la luz de todas estas consideraciones, se entiende mejor el prudente equilibrio chino ante la contienda en el este europeo.

Pero como decíamos antes, las nuevas sanciones económicas contra el Kremlin, posteriores a la invasión de Ucrania, han empujado a Rusia todavía más hacia la órbita del gigante asiático y en cierto modo esto le ha permitido amortiguar el impacto de las represalias occidentales. De todos modos, Pekín se ha cuidado de no traspasar ciertas fronteras, en particular en lo que tiene que ver con el aprovisionamiento de ciertos insumos  críticos y estratégicos, cuyo suministro ha sido suspendido por Occidente. Y también en las restricciones impuestas a Rusia en la operatoria bancaria y financiera. China  ha procurado evitar las represalias  que podrían operarse contra sus empresas en caso de una violación de las sanciones económicas  dispuestas a partir del conflicto. 

A la par que las ventas petroleras a Europa se desplomaban (luego se impondría directamente un embargo), crecían hacia China. En el mes de mayo, Rusia pasó a ser el principal proveedor petrolero de Beijing, desplazando a los sauditas. Ese crudo se vende con descuento debido a los riesgos vinculados a las sanciones, pero –según un artículo del New York Times– Moscú lo compensa debido al aumento general experimentado por los precios energéticos a partir de la guerra6Kim, V., Krauss, C. y Troianovski, A. (23/6/22). Las sanciones se vuelven un búmeran para Occidente y Rusia ya vende más petróleo que antes de la guerra. Reproducido por La Nación. https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/las-sanciones-se-vuelven-un-bumeran-para-occidente-y-rusia-ya-vende-mas-petroleo-que-antes-de-la-nid23062022/.

China hace el abrazo del oso sobre Rusia, como parte de la expansión que promueve a través de la ruta de la seda desafía el liderazgo de Rusia en su patio interior de Asia Central y el Cáucaso -en competencia, en este plano, con las apetencias de EEUU e incluso de Turquía. Aunque Kazajistán y Azerbaiyán forman parte de una alianza militar con Moscú, no ocultan sus ambiciones de mayor autonomía, y apuntan a darle un nuevo impulso al Corredor del Medio, en la región del mar Caspio cuya actividad se viene acelerando en los últimos años. En este marco, China busca meter una cuña y tiene como objetivo colocar a Asia Central bajo su órbita. Hay analistas que han llegado a especular que a Beijing le convendría una derrota de Rusia en los campos de batalla, dado que la debilitaría frente a Beijing y la transformaría en un enorme reservorio de recursos naturales del gigante asiático.

China no se encuentra inmune a la crisis capitalista, que pegó un salto con la pandemia y la guerra en Ucrania.

Pero el punto de vista señalado es muy restringido, porque omite considerar que una capitulación rusa implicaría un fortalecimiento de Estados Unidos, que hoy por hoy es el principal rival de Beijing.

Por lo dicho, los lazos entre China y Rusia han tendido a profundizarse, si bien Beijing maneja la situación con pies de plomo para evitar una confrontación directa con Washington y para preservar los negocios y la influencia que ha venido desarrollando tanto en Ucrania como en el resto de Europa (un hecho notable es que Italia se integró en 2019 a la ruta de la seda).

En vistas de que el país más poblado del mundo se ha transformado en una vía de escape de las sanciones para Rusia, Estados Unidos salió a cruzar duramente al gobierno chino en marzo. “Estamos comunicando en privado y directamente a Pekín que habrá consecuencias en respuesta a intentos de evasión a gran escala de las sanciones, o un apoyo a Rusia para paliarlas”, señaló entonces Jake Sullivan, consejero de Seguridad de la Casa Blanca7Vidal Liy, M., Seisdedos, I. y Pacho, L. (14/3/22). Estados Unidos teme que China preste ayuda militar al Kremlin. El País. https://elpais.com/internacional/2022-03-14/los-consejeros-de-seguridad-de-china-y-ee-uu-se-reunen-en-roma-mientras-crece-la-tension-por-ucrania.html.

En aquel momento, incluso, los yanquis echaron a correr la versión de que China se preparaba para ayudar militarmente a Putin. Pero de momento, Beijing se ha cuidado muy bien de no brindar ningún tipo de respaldo (al menos abierto) a Moscú.

Hay una última razón que explica la postura moderada de Beijing en relación al conflicto y es su propio efecto dislocador a nivel global. La guerra agravó la crisis capitalista y atizó las tendencias inflacionarias, todo lo cual perjudica al gigante asiático. No es de extrañar, entonces, que otras de las versiones que circularon en las primeras semanas de combate ubicaran a China–debido a sus relaciones con ambos bandos y su gravitación política y económica- como potencial mediadora en la conflagración.

China no se encuentra inmune a la crisis capitalista, que pegó un salto con la pandemia y la guerra en Ucrania.

La crisis del gigante inmobiliario Evergrande es ilustrativa. Esa firma se encuentra en proceso de reestructuración, con más de un millón de viviendas sin terminar y una deuda superior a los 300 mil millones de dólares que equivale al 2% del PBI chino. Basó su vertiginosa expansión en un apalancamiento (endeudamiento para financiar sus operaciones), pero entró en crisis cuando el gobierno chino impuso límites al endeudamiento, ante una situación que se estaba volviendo insostenible.

La crisis es de todo el sector. La deuda de los promotores inmobiliarios ascendía a más de 5 billones de dólares el año pasado8El Economista. (11/10/21). Evergrande no es un caso aislado: las inmobiliarias chinas acumulan una deuda mayor que el PIB de Japón. https://www.eleconomista.es/empresas-finanzas/noticias/11427023/10/21/Evergrande-no-es-un-caso-aislado-las-inmobiliarias-chinas-acumulan-una-deuda-mayor-que-el-PIB-de-Japon.html. El Grupo Shimao, otro gigantesco conglomerado de la construcción, acaba de incumplir el pago de intereses y capital de un bono por un total de mil millones de dólares.

Las ventas de viviendas en China cayeron en los últimos once meses y en mayo retrocedieron un 30% interanual. Algunos promotores han empezado a aceptar que los agricultores paguen sus viviendas en especies9Infobae. (3/7/22). Promotores inmobiliarios en China aceptan que agricultores paguen por viviendas en sandías. https://www.infobae.com/america/agencias/2022/07/03/promotores-inmobiliarios-en-china-aceptan-que-agricultores-paguen-por-viviendas-en-sandias/.

“China, lejos de poder funcionar como una locomotora que evite la caída de la economía mundial en una recesión, está ella misma sumida en la crisis”, señala el manifiesto internacional aprobado por el XXVIII Congreso del Partido Obrero10Prensa Obrera. (21/6/22). Enfrentemos la guerra imperialista y la catástrofe capitalista. https://prensaobrera.com/internacionales/enfrentemos-la-guerra-imperialista-y-la-catastrofe-capitalista.

Las tensiones entre China y Estados Unidos

A partir de 2018, Estados Unidos y China se trenzaron en una guerra comercial, que tuvo como punto de partida la imposición de aranceles a bienes por 50 mil millones de dólares por parte del expresidente norteamericano Donald Trump contra el alguna vez conocido como imperio celeste. Beijing respondió y empezó una carrera de represalias cruzadas. Al finalizar el gobierno del magnate, se habían impuesto aranceles a bienes por 350 mil millones de dólares que mantuvo la gestión de Joe Biden. Hoy esta cuestión divide a la burguesía norteamericana, con sectores perjudicados por la política arancelaria que reclaman dar marcha atrás con las medidas punitivas.

Desde la década del ’70, con las reformas restauracionistas de Deng Xiapoing, el capital extranjero fue ganando lugar en China, a través de “zonas económicas especiales”. Múltiples empresas occidentales iniciaron un proceso de deslocalización, aprovechando la baratura de la mano de obra china, para reexportar luego los productos a sus propios países. Esto reportó grandes beneficios a estas firmas, pero también generó un fuerte déficit comercial en el caso yanqui.

Además, China fue logrando una evolución de su sector industrial y tecnológico hasta transformarse en algunas áreas en competidor de Estados Unidos –y no ya en un mero ensamblador de productos.

Todo esto impulsó la doctrina trumpista de “America First” y la explosión de la guerra comercial, si bien para entonces las economías yanqui y china ya habían empezado a desacoplarse. En ocasión de la crisis de 2008, las exportaciones del gigante asiático a Europa y Estados Unidos se desplomaron, y Beijing intentó compensarlo con la colocación de productos en el mercado interno11Brasó Broggi, C. (11/11/21). La historia (interminable) de la guerra comercial entre China y Estados Unidos. The Conversation. https://theconversation.com/la-historia-interminable-de-la-guerra-comercial-entre-china-y-estados-unidos-171155.

La cuestión tecnológica es uno de los puntos sensibles de la disputa. En abril de 2021, el presidente norteamericano Joe Biden participó de una reunión con referentes de firmas productoras de semiconductores (como Intel) y consumidoras de los mismos (Google y las automotrices General Motors y Ford). Allí, el mandatario leyó una carta de legisladores demócratas y republicanos que alerta sobre el desarrollo chino en materia de chips. Si bien Beijing aún depende fuertemente de componentes extranjeros, empezó a recortar distancias con el plan “Made in China 2025”. Al calor de esta competencia, Estados Unidos impulsa nuevas inversiones multimillonarias en su suelo por parte de la taiwanesa TSMC, la surcoreana Samsung y la norteamericana Intel. Simultáneamente, se ha formado un lobby de las grandes empresas productoras y consumidoras, para exigirle financiamiento al Estado yanqui. Tuvo éxito: el Senado aprobó un proyecto el 27 de julio por 50 mil millones de dólares para incrementar la producción de semiconductores.

Para trabar el desarrollo tecnológico del gigante asiático, Trump le impuso al régimen de Xi Jinping restricciones. Prohibió las importaciones chinas y restringió los envíos de componentes, por medio de sanciones a empresas que comercialicen con Beijing. A la vez, estableció que Google tampoco puede prestar soporte tecnológico a Huawei, que se ha visto afectada por la falta de insumos externos y una caída de sus ganancias. El régimen chino intenta sortear esta situación con su propia carrera hacia la elaboración de chips de última generación, terreno en que aún priman sus rivales.

Sobre la naturaleza del régimen chino hablaremos más adelante. Por ahora, basta tener presente que el desembarco del capital extranjero en China y las sanciones se inscriben en una tentativa más general de colonización económica por parte del imperialismo, que busca de este modo una revitalización, en medio de su decadencia histórica. 

Esta ofensiva colonizadora tiene su correlato en el terreno político y militar.

La gira de mayo por Asia del presidente estadounidense Joe Biden tuvo como propósito bastante evidente avanzar en un cerco contra China.

Las tres cuestiones principales del viaje fueron la ratificación del apoyo militar a sus socios regionales (Corea del Sur, Japón), las advertencias contra el gigante asiático, y el lanzamiento de un Marco Económico del Indo-Pacífico que excluye a Beijing y suma a trece naciones (Estados Unidos, Japón, India, Australia, Corea del Sur, Indonesia, Tailandia, Singapur, Malasia, Filipinas, Vietnam, Nueva Zelanda y Brunei).

En Corea del Sur, Biden se entrevistó con el presidente Yoon Suk-yeol. Es un conservador conocido por sus planteos contra las reivindicaciones del movimiento de mujeres, que desplazó a los liberales en las elecciones de este año. Su triunfo implica un alineamiento más estrecho con Washington y un endurecimiento hacia Corea del Norte, con quien las negociaciones nucleares están empantanadas desde 2019. El líder de la Casa Blanca prometió en Seúl intensificar los ejercicios militares conjuntos -Washington tiene desplegados más de 28 mil soldados en la península.

En Japón, donde Estados Unidos tiene apostados 57 mil efectivos en 120 bases, el mandatario estadounidense se entrevistó con el nuevo primer ministro Fumio Kishida y luego brindó una conferencia de prensa en la que, frente a la pregunta de un periodista, comprometió un apoyo militar a Taiwán ante una eventual invasión de Beijing, que reclama la isla como propia.

El impacto que tendría una confrontación militar en Taiwán, con China y Estados Unidos involucrados, dejaría empequeñecida la guerra en Ucrania.

Algunos interpretaron las declaraciones presidenciales como el fin de la política de “ambigüedad estratégica”, en referencia al tratado de 1979 que rige los vínculos entre Washington y Taipei, y que establece que Estados Unidos debe garantizar la protección del territorio insular, pero sin la obligación de participar en un potencial conflicto. 

Aunque el propio Biden haya aclarado más tarde que no hay cambios respecto al “ambiguo” tratado de 1979, lo cierto es que los lazos entre Washington y Taipei vienen creciendo en las últimas dos décadas. Con Trump, dieron un salto visible. El último capítulo de las tensiones se desató en agosto por la posible visita a la isla de la titular de la Cámara de Representantes yanqui, la demócrata Nancy Pelosi, considerada por Beijing como una provocación. 

El impacto que tendría una confrontación militar en Taiwán, con China y Estados Unidos involucrados, dejaría empequeñecido lo que ocurre hoy en Ucrania.

Finalmente, Biden lideró en la capital nipona una reunión del Quad, una alianza con la India, Japón y Australia. Este cónclave aprobó un fondo de 50 mil millones de dólares para el desarrollo de obras de infraestructura, una respuesta indisimulada a la ruta de la seda promovida por Beijing.

El documento de la reunión del Quad está lleno de amenazas contra China, aunque no pudo establecer una condena explícita a Rusia, debido a las reticencias de la India, que compra sus armas a Moscú y ahora también petróleo.

En el caso de Japón, es necesario añadir algo más. En 2014, el entonces primer ministro Shinzo Abe (recientemente asesinado en un acto político) impulsó la reinterpretación de un artículo clave de la Constitución de posguerra que limitaba férreamente su política de defensa (“el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales”, enuncia la carta magna).

El cambio, apoyado por Washington, legitima el derecho de “autodefensa colectiva”, con lo que el país del sol naciente pasó a permitirse la ayuda militar a aliados en caso de agresión y la participación en operaciones de Naciones Unidas.

Japón reequipó significativamente sus fuerzas armadas. En 2020, fue el décimo país con mayor gasto militar del mundo (Nippon, 26/5/21). Se viene dotando de misiles de largo alcance (de hasta 900 kilómetros) y portaaviones (después de más de 70 años). El actual primer ministro japonés, Kishida, promueve un masivo incremento del presupuesto de defensa.

Como parte del cerco contra China, Estados Unidos viene diseminando buques en el disputado Mar de la China Meridional, fuente de reclamos cruzados entre varios Estados de la región.

Otro punto a considerar de cerca es el caso de Oceanía, motivo de una partida de TEG entre el imperialismo y China. Beijing suscribió un acuerdo de seguridad con las Islas Salomón (que rompió relaciones con Taiwán) y explora tratados similares con Kiribati y otros países del continente.

Conviene tener presente que Estados Unidos, el Reino Unido y Australia (que actúa como una suerte de potencia regional), han establecido un acuerdo militar llamado “Aukus” que empezará con la provisión de submarinos nucleares a Canberra. 

Los lazos económicos entre China y Australia se han ido deshaciendo en el nuevo escenario global. La inversión china cayó un 70% en 2021, al nivel más bajo desde 200712Yang, S. (21/6/22). Chinese investors fast abandoning Australia but still hold vast amounts of infraestructure, land and water. ABC News. https://www.abc.net.au/news/2022-06-22/chinese-investment-in-australia-plunges-70-per-cent/101048340. El grueso de los desembolsos asiáticos de la década pasada se concentró en el sector minero y la infraestructura.

Antes de finalizar este capítulo sobre las tensiones geopolíticas, tenemos que referirnos a dos cumbres de alto nivel. A fines de junio, se reunió el G7 (club de las principales potencias capitalistas) en Baviera, Alemania, con Moscú y Beijing en la mira.

Allí se discutió un paquete de 600 mil millones de dólares en inversiones en infraestructura en naciones periféricas o de “desarrollo medio”, como un modo de competir con la ruta de la seda de Beijing. 

Finalmente, estuvo la cumbre de la Otan entre el 28 y el 30 de junio en Madrid, que definió a China como un “desafío sistémico”.

Con su despliegue militar y sus provocaciones, el imperialismo está creando las condiciones de una guerra de consecuencias imprevisibles.

La naturaleza del régimen chino

La cuestión de la naturaleza social del régimen chino es un asunto complejo, dado que se trata de un proceso en pleno desarrollo. Aquí nos limitaremos a hacer algunas reflexiones.

Empezaremos por referirnos a lo que el Estado chino no es. En primer lugar, no es un Estado imperialista, por más que posea alguno de sus rasgos característicos, como la exportación de capitales.

Para caracterizar a un Estado como imperialista, en el sentido marxista del término, no basta con examinar datos aislados sino que se requiere un análisis de la situación global en su conjunto. Esto se desprende ya de la propia definición clásica de Lenin en El imperialismo, fase superior del capitalismo, donde afirma que –además de los monopolios, la exportación de capitales y la fusión del capital bancario e industrial- las otras características de esta etapa histórica son la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas y “la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes”13Lenin, V.I. (1916) El imperialismo fase superior del capitalismo (Ediciones Libertador, Buenos Aires, 2012) p.125.

China, Rusia y todo el ex espacio soviético son objeto de una tentativa de recolonización capitalista.

El régimen chino disputa la influencia a Estados Unidos en todos los continentes (incluso en América Latina), pero aún ocupa un lugar subordinado en el concierto de naciones. El dominio del dólar en el plano global (que aún representa alrededor del 75% de las transacciones globales), la penetración del capital extranjero tanto en Hong Kong como en el continente, lo atestiguan.

China ha pegado un salto en la participación en el PBI global, pero la mayor parte de sus exportaciones es realizada por empresas extranjeras.

Hong Kong, el territorio devuelto por Londres a China en 1999, es una gigantesca plataforma del gran capital sobre la China continental. Según un informe del Banco Santander de este año, el 70% de la inversión extranjera directa (IED) en el continente procede de la isla (santandertrade.com). La IED no ha parado de crecer en los últimos años.

China, Rusia y todo el ex espacio soviético son objeto de una tentativa de recolonización capitalista. 

Una transformación de China en una potencia imperialista no puede descartarse, pero no podría darse en forma indolora. Como señala el informe internacional al XXVIII Congreso del PO, “el dominio del mercado mundial por el imperialismo plantea la guerra o la revolución, no una evolución pacífica de acumulación económica”14Comité Nacional del Partido Obrero. (21/5/22). Informe internacional para el XXVIII Congreso del PO. Prensa Obrera. https://prensaobrera.com/internacionales/informe-internacional-para-el-xxviii-congreso.

Pero además, ni siquiera puede decirse que en China haya culminado la restauración del capitalismo, como lo muestra sobre todo la enorme injerencia que aún conserva el Estado sobre la economía. Hay unas 150 mil empresas estatales que tienen un dominio casi completo en áreas claves como las telecomunicaciones y la energía. Asimismo, si bien hace algunos años comenzó un proceso de liberalización financiera, los principales bancos son de propiedad estatal. 

La burocracia dirigente china opera como un vehículo de la restauración capitalista, pero busca llevar adelante ese proceso en sus propios términos, para no perder su dominio económico, social y político. Está en medio de dos gigantes, parafraseando a Trotsky: el imperialismo y la clase obrera.

A mediados de 2021, el carácter explosivo de la creciente desigualdad social empujó a la burocracia a instrumentar una política llamada de la “prosperidad común” con el objetivo de amortiguar los antagonismos sociales, y a la vez, disciplinar al sector privado local.

La élite del Partido Comunista (PCCh) se ha visto obligada ahora a establecer regulaciones antimonopólicas contra gigantes como Alibaba y Tencent, con el propósito de contener su creciente poder. Esa burguesía nativa no ha logrado conformarse en una clase dirigente, jugando aún un rol subordinado, de segundo violín. 

La burocracia china se debate entre una mayor liberalización, en función de las exigencias del capital, y un intervencionismo estatal que evite un agravamiento de la situación económica y que se salga de control la situación social.

El temor a una irrupción del proletariado chino condiciona todo el escenario.

Final

La restauración completa del capitalismo en China aún debe atravesar la prueba de los acontecimientos históricos. El manifiesto del XXVIII Congreso del Partido Obrero señala, en tal sentido, que “la guerra en Ucrania confirma que ni la colonización de los ex estados obreros por parte del imperialismo -en detrimento de las oligarquías capitalistas y las burocracias restauracionistas de esos países- ni la tentativa de China de imponerse sobre EE.UU. como potencia hegemónica mundial se pueden concertar en términos pacíficos (…) Es este choque de fondo lo que coloca en la agenda la perspectiva de una tercera guerra mundial. Por eso han crecido, durante todo el último período, los presupuestos militares de los países imperialistas y potencias, lo que se ha intensificado aún más con el estallido de la guerra en Ucrania”.

Cobra vital importancia, en este escenario, el rol de la clase obrera y del campesinado chino, que necesita superar a la burocracia y la clase capitalista para retomar un curso histórico revolucionario en la perspectiva del socialismo internacional.

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