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La estrategia de la izquierda ante la guerra

La formulación de una estrategia revolucionaria ante la guerra representa un problema de primer orden para la clase obrera internacional. Es que el estallido de la guerra en Ucrania ha marcado un punto de inflexión en la tendencia general a una nueva conflagración mundial. Asimismo, la guerra y la bancarrota capitalista –recrudeciendo al extremo las penurias de las masas– desatan nuevas crisis revolucionarias. Es lo que ya están poniendo en evidencia las rebeliones populares en Sri Lanka, Ecuador y Panamá y hasta cierto punto también los importantes procesos huelguísticos que se desarrollan en Europa.

Por eso, el estallido de la guerra en Ucrania ha vuelto a poner a prueba a la izquierda mundial, que debe encarar el desafío histórico de poner en pie un movimiento contra la guerra imperialista, transformándola en una guerra civil de la clase obrera y los pueblos contra las burguesías y sus estados. Sin embargo, las izquierdas democratizantes se han sumado a la política armamentista y guerrerista de sus burguesías nacionales. En Norteamérica, los Demócratas Socialistas se han pronunciado a favor de que la Otan provea de armas pesadas a la “resistencia ucraniana”. En Europa, el gobierno del PSOE en España, el Partido Verde de Alemania y Syriza en Grecia, han votado a favor del alza de los presupuestos militares de sus respectivos países -en línea con lo exigido por la Otan. En Rusia, la mayor parte de la izquierda se ha alineado con el gobierno de Putin y su incursión reaccionaria en Ucrania. Y en la misma línea se han anotado numerosos grupos de la izquierda nacionalista identificados con el chavismo latinoamericano. 

Es por estos motivos que la caracterización de la guerra en Ucrania, lo que se pone en juego en ella y cuál es la política revolucionaria en este conflicto de alcance histórico es probablemente la polémica más importante que se ha desatado al interior de la izquierda internacional en todo el último período. Para las organizaciones del movimiento obrero y socialista la posición adoptada ante la guerra ha sido históricamente una prueba de fuego. Así lo confirman las innumerables conflagraciones bélicas que se desarrollaron desde el último tercio del siglo XIX hasta la actualidad. La política adoptada por los partidos obreros en esas guerras determinó la evolución revolucionaria o contrarrevolucionaria de esas organizaciones. 

Un aspecto preliminar

Es importante, antes de ingresar de lleno en la crítica a las caracterizaciones y posiciones de la izquierda frente a la guerra en Ucrania, detenerse en un aspecto preliminar. Es que en el período precedente al estallido de la guerra en el Este europeo la caracterización de la existencia o no de tendencias a los choques bélicos fue materia de debate entre las organizaciones de la izquierda. No es que la izquierda deba esmerarse en acumular “pronósticos acertados” como un fin en sí mismo. Pero la caracterización de las tendencias imperantes en la situación internacional y los pronósticos de su evolución general, al menos en sus trazos gruesos, son fundamentales para ubicar políticamente a los partidos revolucionarios. Es evidente que las estrategias, las tácticas y los métodos de organización de los partidos que se reclaman revolucionarios no serán los mismos si se preparan, por ejemplo, para un período de paz o si, en cambio, lo hacen para un período de “guerras y revoluciones”.  

Un escenario privilegiado de la polémica sobre las tendencias a la guerra en el terreno internacional fue la Conferencia virtual latinoamericana y de los EE.UU. realizada entre julio y agosto de 2020. Impulsada por los partidos del Frente de Izquierda y los Trabajadores – Unidad de la Argentina, la Conferencia reunió a más de 50 organizaciones del continente. A modo de ejemplo, es interesante refrescar la caracterización esbozada por Miguel Sorans, el dirigente de Izquierda Socialista y de la UIT-CI. En una charla debate realizada en el marco de la Conferencia, Sorans sostuvo que “Trump, temeroso de perder las próximas elecciones de noviembre, ha salido a reflotar la supuesta guerra económica con China. Entonces, surgen preguntas ¿esto significa que la crisis podría desviarse hacia una confrontación militar mundial entre los Estados Unidos y China? ¿China es un enemigo irreconciliable de los EE.UU o es un aliado estratégico? (…) Desde la UIT-CI consideramos que son más que escasas las posibilidades de una confrontación militar. Se trata de la conocida competencia capitalistas, son los típicos roces inter-burgueses en medio de una debacle económica que están sufriendo. En realidad China es una gran aliado de los EE.UU en un punto clave, que es la explotación de millones de trabajadores en China y en todo el mundo”1Miguel Sorans – Apertura – Crisis Mundial y rebelión en el imperio | Izquierda Socialista UIT-CI https://www.youtube.com/watch?v=LEQQx5BIATw, minuto 7:07.

En las antípodas se ubicó la caracterización trazada por el dirigente del Partido Obrero, Néstor Pitrola, en esa misma charla debate. Pitrola señaló que “es un período de guerras por razones muy fundadas. La guerra comercial, derivada del impasse capitalista, viene estimulando que se aviven todas las disputas interimperialistas, por un lado, y por otro, la tentativa del imperialismo, empezando por el norteamericano, por colonizar China y el ex espacio soviético, para llevar el proceso de restauración capitalista hasta el final. Esto tiene consecuencias enormes. Tras la sangrienta guerra civil en Siria, se intensifican las operaciones en Medio Oriente por parte del imperialismo y el Estado sionista contra el heroico pueblo palestino, se reabre el conflicto bélico en el norte de África, con la guerra en Libia; sigue latente el conflicto de Ucrania; la guerra en Afganistán que no acaba; está el conflicto con Corea del Norte”2“La rebelión norteamericana es la expresión de una crisis de fondo” Intervención en la mesa-debate “Crisis mundial y rebelión en el imperio” https://prensaobrera.com/internacionales/la-rebelion-norteamericana-es-la-expresion-de-una-crisis-de-fondo. Esta caracterización mantiene un hilo conductor con toda la elaboración del Partido Obrero en los años precedentes a la Conferencia, concentrada en los documentos internacionales elaborados de los Congresos XXVI3Informe internacional al XXVI Congreso del Partido Obrero, agosto de 2019 https://revistaedm.com/edm/53/informe-internacional-al-xxvi-congreso-del-partido-obrero/ y XXVII4Informe internacional al 27° Congreso del Partido Obrero: De la crisis mundial a las guerras y rebeliones, marzo de 2020 https://revistaedm.com/edm/54/informe-internacional-al-27-congreso-del-partido-obrero-de-la-crisis-mundial-a-las-guerras-y-rebeliones/ y en numerosos artículos publicados en Prensa Obrera.

El desarrollo histórico y el estallido de la guerra en Ucrania terminan por confirmar las caracterizaciones del Partido Obrero: a saber, que el proceso de restauración capitalista en los ex estados obreros no podía consumarse en términos pacíficos, sino que sólo tendría lugar como resultado de grandes choques entre las clases y los estados, dando lugar incluso a la guerra misma. Aunque por el momento la guerra en Ucrania no ha mutado a una conflagración mundial, la tendencia general apunta en esa dirección, con independencia del eventual arribo a treguas inestables. Como revela, por ejemplo, el giro histórico de Alemania y Japón, elevando a niveles inusitados sus presupuestos militares.

La “resistencia ucraniana” y la Otan

Un amplio sector de la izquierda que se reclama trotskista5Esto vale para el Buró Político de la IV Internacional (el ex Secretariado Unificado), al que pertenece el Nuevo Partido Anticapitalista de Francia, entre otros; para la Liga Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional, que integra el PSTU de Brasil; para la Liga Internacional Socialista, que integra el MST de Argentina; para la Unión Internacional de Trabajadores- Cuarta Internacional, que integra Izquierda Socialista de Argentina; y para el Nuevo MAS de Argentina., nos referimos particularmente a los sectores referenciados en el mandelismo y el morenismo, se ha colocado en el campo de la “resistencia ucraniana” contra la invasión rusa. Arguyen, para levantar esta posición, que se trataría de una guerra justa, una clásica guerra de liberación nacional, en donde Rusia sería el país opresor y Ucrania el país oprimido. Y que, por ende, siendo consecuentes con la doctrina leninista-trotskista, la responsabilidad de la izquierda revolucionaria sería bregar por el triunfo de Ucrania contra la invasión rusa. Aunque es indudable que el problema nacional ucraniano existe y que es necesario condenar la invasión rusa, la caracterización en la cual fundan su política estas organizaciones de la izquierda es ahistórica y metafísica. Pues pasa por alto que, desde 2014, Ucrania se ha transformado en una semicolonia del Fondo Monetario Internacional y que en esta guerra Ucrania opera como un peón de la Otan. Es decir que una liberación nacional de Ucrania no solo plantea derrotar la invasión rusa, plantea por sobre todo cortar con el sometimiento del país al imperialismo europeo y norteamericano, lo que incluye, naturalmente, terminar con el gobierno proimperialista y fondomonetarista de Volodímir Zelenski. No hay que olvidar que en el trasfondo de la invasión rusa está la tentativa de Ucrania de alistarse en la Otan. Para el imperialismo yanqui y europeo esta guerra no es más que una “batalla” de un objetivo estratégico superior: concretar un cerco militar contra Rusia para poder consumar una plena colonización económica y financiera de todo el antiguo espacio soviético. Con este objetivo, el imperialismo busca pilotear su propia crisis y decadencia histórica. Este fin estratégico es el aspecto clave y fundamental que hay que tener en cuenta para comprender no solo la guerra en Ucrania sino toda la situación internacional.

Desde 2014 Ucrania se ha transformado en una semicolonia del Fondo Monetario Internacional y en esta guerra opera como un peón de la Otan.

La izquierda que se para en el campo de la “resistencia ucraniana” pretende ignorar el lugar concreto que pasó a ocupar Ucrania en el tablero internacional luego de los procesos de 2013 y 2014. Es cierto que Ucrania, que ha sido apetecida y ocupada por diversas potencias a lo largo de la historia, principalmente se ha encontrado bajo la opresión de Rusia –tanto por el zarismo y el estalinismo como por el régimen bonapartista de Putin. Sin embargo, las grandes movilizaciones de finales de 2013 y la destitución del primer ministro Víctor Yanukovich, a principios de 2014, dieron lugar a un cambio de régimen en el país y significaron el fin de Rusia como potencia opresora de la mayor parte de Ucrania -con la excepción de Crimea y las Repúblicas Separatistas de Donestk y Lugansk. Justamente, la revuelta del Euromaidán, el proceso de protestas más importantes en el país desde la Revolución Naranja, tenía como reivindicación fundamental el ingreso de Ucrania a la Unión Europea. El detonante de aquella revuelta fue el decreto emitido por Yanukovich, en noviembre de 2013, suspendiendo el Acuerdo de Asociación entre Ucrania y la UE. El recule de Yanukovich fue dictado por la oligarquía ucraniana y el régimen de Putin, principalmente por la incompatibilidad de la integración de Ucrania a la Unión Aduanera (integrada por Rusia, Bielorrusia y Kazajistán) si se firmaba aquel Acuerdo de Asociación. El golpe asestado al gobierno de Yanukovich, en febrero de 2014, se apoyó en milicias de autodefensa reaccionarias y en un importante movimiento popular, compuesto principalmente por la población del oriente ucraniano, que veía en la integración a la UE una salida a su propio deterioro social. Con la remoción de Yanukovich se instaura un gobierno interino y, en junio de 2014, asume Petró Poroshenko. 

De la mano de Poroshenko Ucrania pasó a ser un país vasallo del imperialismo europeo y norteamericano. Bajo el eufemismo de la “desoligarquización” -que significó el desplazamiento de las fracciones de la burguesía nativa surgida de la vieja burocracia estaliniana en beneficio del capital extranjero- el imperialismo avanzó sensiblemente en una colonización económica y financiera de Ucrania. Los sucesivos acuerdos de Ucrania con el FMI, que lo ubicaron como el tercer país del planeta más endeudado con el organismo, tuvieron como contrapartida los despidos de decenas de miles de empleados públicos, el aumento de los impuestos al consumo, tarifazos en los combustibles y la devaluación del grivna (moneda ucraniana), entre otras cosas. Para destrabar el último envío de fondos, provenientes de un nuevo acuerdo stand by con el FMI, el gobierno ucraniano, ahora con Volodímir Zelenski a la cabeza, debió comprometerse a reducir el déficit fiscal en el Presupuesto 2022 y a privatizar los bancos PrivatBank y Oschadbank. Estas políticas terminaron por transformar a Ucrania en el país más pobre de toda Europa. Se demostró, de esta manera, el contenido reaccionario del programa enarbolado por el Euromaidán, pues el tutelaje imperialista lejos de traer beneficios para el pueblo ucraniano recrudeció sus penurias e incrementó el saqueo del país. 

Junto a la colonización económica y la devastación social, el imperialismo y los gobiernos de Ucrania llevaron adelante una política guerrerista y fachistoide. Kiev violó sistemáticamente los acuerdos de Minsk de 2014 y 2015, que le otorgaban una relativa autonomía a las regiones de Donestk y Lugansk. Poroshenko primero y Zelenski después desarrollaron en forma ininterrumpida un asedio a la población del Este ucraniano, a través del ejército y fuerzas paramilitares neonazis, como el Batallón Azov, que recibió instrucciones militares de países miembros de la Otan. A su vez, el gobierno central avanzó en la eliminación de las lenguas no ucranianas -especialmente la rusa, que es utilizada por un 30% de la población, pero también la húngara y rumana- como lenguas oficiales. Entre 2014 y 2021, la política represiva del gobierno ucraniano, especialmente contra la población de las regiones separatistas, se cargó la vida de 14 mil personas. En todo este proceso, el gobierno norteamericano invirtió 600 millones de dólares anuales en apoyo al gobierno ucraniano, y aportó armas y asesoramiento militar. Hacia fines de 2021 la Otan incrementó sus ejercicios militares en el Báltico y en el Mar Negro. Y las tratativas de Zelenski para incorporar Ucrania a la Otan fue lo que terminó por recalentar, hacia fines de 2021, las tensiones con Rusia. 

Si a todo esto le sumamos el rol de la Otan durante el propio desarrollo de la guerra –donde el imperialismo yanqui avanzó implacablemente con sanciones económicas contra Rusia, le proveyó extraordinarios recursos financieros y armas de última generación al Estado ucraniano, ha intervenido directamente en operaciones militares a distancia sin la necesidad de poner ni un solo soldado en el terreno6Ver en esta edición el artículo “A 5 meses del comienzo de la guerra” de Pablo Heller., y que son los gobiernos de Estados Unidos y Europa quienes determinan hasta donde continúa o no la guerra– es evidente que la caracterización de las organizaciones que se paran en el campo de la “resistencia ucraniana” no cuaja. La guerra entre Rusia y Ucrania escapa del clásico conflicto entre país invasor y país oprimido.

Ejemplos históricos 

Es un error pretender establecer un parangón, como lo hace por ejemplo Izquierda Socialista7En la mesa debate sobre la guerra en Ucrania organizada por el FIT-U, Miguel Sorans justificó la posición de Izquierda Socialista y la UIT-CI invocando la posición de los revolucionarios en la guerra de chino-japonesa y en la guerra de Malvinas., entre el actual conflicto en Ucrania y la invasión, en 1937, del Japón imperialista a la China semicolonial. A diferencia de Ucrania -que opera hoy como un peón del imperialismo en su tentativa colonizadora del antiguo espacio soviético- la China de 1937 no integraba una ofensiva colonizadora de orden general digitada por una potencia o un bloque imperialista. De hecho, a pesar de los significativos intereses que el imperialismo Inglés mantenía allí, el principal aliado de China contra la invasión japonesa fue la URSS -por lo menos hasta 1941 cuando Stalin firma el pacto de neutralidad con Japón. La defensa de China contra la invasión japonesa era, sin lugar a dudas, la orientación revolucionaria que correspondía levantar. 

Tampoco es correcto establecer una relación directa entre la guerra en Ucrania y la guerra de Malvinas. Pues, con independencia de la orientación pro yanqui de la dictadura argentina, el imperialismo norteamericano se alineó con Inglaterra en la defensa de la ocupación colonial de las Islas. Por eso, la recuperación de la soberanía de las Islas Malvinas por parte de Argentina hubiera representado un golpe a la Otan y al imperialismo mundial. A la luz de esto, es importante aclarar que el rechazo a la “resistencia ucraniana” no está determinado simplemente por la orientación proimperialista o reaccionaria del gobierno de Zelenski. Lo que determina la posición es el lugar concreto y objetivo que ocupa el Estado ucraniano -imbricado en términos estratégicos con los intereses del imperialismo- en su choque contra Rusia. Como ya señalamos, la dictadura de Galtieri también tenía una orientación pro yanqui, sin embargo correspondía luchar por el triunfo de Argentina por su choque objetivo con el imperialismo mundial en la disputa por las Islas.   

El ejemplo histórico que más nos permite establecer un parangón con la actual guerra entre Rusia y Ucrania es la guerra lanzada por el Imperio austrohúngaro contra Serbia, que fue el punto de partida de la Primera Guerra Mundial. Al respecto, Lenin hacia las siguientes observaciones en La bancarrota de la II Internacional

“El único elemento nacional de la guerra presente es la lucha de Serbia contra Austria (…) Sólo en Serbia y entre los serbios hallamos un movimiento de liberación nacional, que data de muchos años de existencia y abarca a millones de hombre -a las ‘masas populares’- y cuya ‘prolongación’ es la guerra de Serbia contra Austria. Si esta guerra fuese una guerra aislada, es decir, si no estuviese ligada a la guerra europea general, a los objetivos egoístas y rapaces de Inglaterra, Rusia, etc., todos los socialistas estarían obligados a desear el triunfo de la burguesía serbia; tal es la única conclusión justa y absolutamente necesaria que se debe extraer del elemento nacional de la guerra presente. ¡Y ésta es precisamente la que no hace el sofista Kautsky, que hoy día se encuentra al servicio de los burgueses, de los clericales y de los generales austriacos!”8Lenin, Vladimir Ilich: “La Bancarrota de la II Internacional”, Obras Completas, Tomo XXI, Editorial Cartago, 1960.

Lenin defiende la predominancia de una visión integral de los problemas que encierra la guerra, rechazando un “examen aislado, es decir, unilateral y monstruosamente deformado del objeto”9Ídem.. Por eso Lenin sostiene que, “en la guerra serbio-austríaca, el factor nacional no tiene ni puede tener ninguna importancia seria en la guerra europea general”10Ídem.. Es claro que existen numerosas diferencias entre la guerra iniciada a mediados de 1914 y la guerra de 2022. Sin embargo, lo que importa rescatar del texto de Lenin, por sobre todo, es su método de abordaje de la situación concreta, donde lo particular se subordina al todo. Es evidente que, en la guerra actual, la cuestión nacional ucraniana está subordinada a la tentativa general del imperialismo de proceder a la colonización de todo el ex espacio soviético y, más allá, de China. La guerra en Ucrania está inscripta en ese proceso, que conduce, con independencia de sus ritmos, a una nueva conflagración mundial. 

Refiriéndose al mismo ejemplo histórico, el dirigente del MST y de la LIS Alejandro Bodart señala que “cuando no tenemos una guerra mundial declarada y no está claro si finalmente esto sucederá en el próximo período, es una obligación apoyar a la nación agredida” ya que “Rusia es una potencia, para nosotros imperialista (…) y Ucrania es un país capitalista atrasado, semicolonial”11Bodart, Alejandro: “Ucrania. Un aporte sobre la guerra y los debates en la izquierda”, Periodismo de Izquierda, 03/07/2022. https://periodismodeizquierda.com/ucrania-un-aporte-sobre-la-guerra-y-los-debates-en-la-izquierda/. No solo impresiona la extrapolación de la que se vale Bodart para reafirmar la posición de su partido ante la guerra. Por sobre todo, impacta su método metafísico de análisis. Bodart apela al “examen aislado” que condenaba Lenin en La bancarrota de la II Internacional. Muchos antes, Federico Engels aportaba, en su escrito Del socialismo utópico al socialismo científico, una crítica a este método de razonamiento, señalando que: 

“Para el metafísico, las cosas y sus imágenes en el pensamiento, los conceptos, son objetos de investigación aislados, fijos, rígidos, enfocados uno tras otro, cada cual de por sí, como algo dado y perenne. Piensa sólo en antítesis sin mediatividad posible; para él, una de dos: sí, sí; no, no; porque lo que va más allá de esto, de mal procede. Para él, una cosa existe o no existe; un objeto no puede ser al mismo tiempo lo que es y otro distinto. Lo positivo y lo negativo se excluyen en absoluto. La causa y el efecto revisten asimismo a sus ojos, la forma de una rígida antítesis”12Engels, Federico: “Del socialismo utópico al socialismo científico”

Para Bodart no importa el derrotero y el lugar concreto que hoy ocupa Ucrania, dejando de ser un país oprimido por Rusia y pasando a ser una semicolonia del FMI. Tampoco le importa contemplar la imbricación del Estado ucraniano con los objetivos estratégicos del imperialismo yanqui y europeo. Muchos menos dilucidar el papel de la propia Otan en la guerra, donde se encuentra colaborando activamente con el ejército ucraniano. Para Bodart, y lo mismo vale para todas las organizaciones provenientes del mandelismo o el morenismo, con saber que Rusia es una potencia, Ucrania una semicolonia y que no estalló la Tercera Guerra Mundial alcanza para fijar una posición. ¿Cuál? La que los ubica, objetivamente, en el campo de la Otan.

Bodart ensaya refutar la pregunta que mejor esclarece los intereses que están en pugna en esta guerra ¿Quién se refuerza si gana la “resistencia ucraniana”? Para Bodart “es falso lo que pregonan los campistas acerca de que una posible derrota rusa por parte de la resistencia ucraniana sería un triunfo de la Otan. La Otan, que estaba completamente desprestigiada y debilitada antes de la guerra, se ha fortalecido enormemente gracias a Putin”13Bodart, Alejandro: “Ucrania. Un aporte sobre la guerra y los debates en la izquierda”, Periodismo de Izquierda, 03/07/2022. https://periodismodeizquierda.com/ucrania-un-aporte-sobre-la-guerra-y-los-debates-en-la-izquierda/. ¡Pero qué sorprendente forma de esquivar una respuesta concreta al problema planteado! Endilgándole la culpa del fortalecimiento de la Otan al régimen reaccionario de Putin (dejemos de lado por un momento que Bodart evita mencionar, en su extenso artículo, que fue el imperialismo quién embarcó a Ucrania, a través de sus gobiernos títeres, en el objetivo de alistarse en la Otan y de que la Otan avanza implacablemente hacia el Este europeo antes de que Putin ni siquiera haya nacido) Bodart evita explicar por qué el imperialismo y su brazo militar no se reforzarían con la victoria de la “resistencia ucraniana”. Pero el enorme aliciente que significaría una victoria del ejército ucraniano para el imperialismo yanqui y europeo es algo harto evidente. Significaría, por ejemplo, el ingreso de Ucrania a la Otan, en línea con lo que acaba de suceder con Suecia y Finlandia. En definitiva, el imperialismo se anotaría un punto importante en la lucha por su objetivo estratégico de cercar a Rusia para proceder a su plena colonización, como ya lo hizo con la propia Ucrania y más atrás con Polonia. 

Contra el campismo pro-ruso

En el sector opuesto a la izquierda que se para en el campo de la “resistencia ucraniana” se ubica la izquierda que se alinea con Rusia en la guerra. Es el caso de los partidos agrupados en el Centro Socialista Internacional Christian Rakovsky (DIP de Turquía, EEK de Grecia, MTL de Finlandia, RPK de Rusia, OKP de Rusia y Asociación Unión Soviética de Rusia). Estas organizaciones parten de una caracterización acertada de la naturaleza del conflicto cuando sostienen que “se trata de una guerra de poder inducida por la Otan, donde el pueblo ucraniano es utilizado como carne de cañón para el objetivo del imperialismo estadounidense de fragmentar y colonizar el antiguo espacio soviético”14“Declaración Internacional Antiimperialista y Antibélica” emitida por la Conferencia Internacional de emergencia contra la guerra del Centro Socialista Internacional “Christian Rakovsky” y RedMed, 25 y 26 de junio de 2022. http://redmed.org/fr/article/centre-socialiste-international-christian-rakovsky-et-redmed. Pero mantienen, sin embargo, una caracterización completamente equivocada del lugar de Rusia en el tablero internacional, pues para ellos “no se trata de un conflicto de rivalidad ‘interimperialista’ o entre ‘grandes potencias’, como pretende otra parte de la izquierda internacional”15Ídem.. Por eso, los partidos agrupados en Centro Christian Rakovsky no condenan la invasión rusa a Ucrania.

Es importante volver a caracterizar, ante la predominancia del pensamiento metafísico en las filas de la propia izquierda, el lugar de Rusia. Pues el carácter capitalista del Estado ruso no equivale a decretar la plena consumación de la restauración capitalista. Es que, desde el punto de vista de los intereses de Estados Unidos y las potencias europeas, la restauración capitalista está indisolublemente asociada a la colonización imperialista del antiguo espacio soviético16A cuenta de nuestra definición de Rusia, es oportuno clarificar lo dicho por Mercedes Petit, dirigenta de Izquierda Socialista, en la revista Correspondencia Internacional nº 49. Allí, Petit sostiene: “apoyar a Ucrania es una obligación, aun cuando fuera correcta la definición del PO de que Rusia sería un ‘estado obrero burocrático’. En ese caso, también los revolucionarios estaríamos junto a los invadidos del pequeño país y contra la gran potencia rusa”. Las oraciones citadas contienen más errores que palabras. Veamos: a) “apoyar a Ucrania”, como ya demostramos, no es un obligación, muy por el contrario, es una aberración que coloca a la izquierda en el campo de la Otan; b) Petit, sin citar fuentes, le endilga al PO definir a Rusia como un “estado obrero burocrático”, algo que como nunca hemos sostenido y que por ende no puede demostrar; c) tampoco es correcto señalar que nunca es legítimo apoyar la invasión de un estado obrero burocrático a un “pequeño país”. La invasión de Finlandia por parte de la URSS, por ejemplo, fue apoyada por Trotsky. En su texto Balance de los acontecimientos de Finlandia Trotsky afirmó: “un estado obrero -aunque esté completamente sano y sea totalmente revolucionario- puede, en su lucha contra el imperialismo, o al buscar garantías contra él, verse obligado a violar la independencia de algún país pequeño. Los filisteos demócratas pueden llorar por la rudeza de la lucha de clases o de la guerra mundial, pero no los proletarios revolucionarios”. En esto consiste la “honestidad” y el “rigor teórico” de la polémica entablada por Izquierda Socialista y la UIT-CI.. Es, justamente, el trasfondo del implacable progreso de la Otan hacia el Este europeo y de la guerra en Ucrania. La predominancia de las relaciones sociales de producción capitalistas no debe hacernos olvidar otra peculiaridad histórica: los burgueses rusos que usufructúan la explotación del trabajo asalariado son, en gran medida, ex burócratas del PC y el régimen político ruso está presidido por un ex funcionario de la KGB. Existe en Rusia un régimen bonapartista, donde Putin oficia como el garante de los intereses generales de la oligarquía capitalista rusa, tanto en sus objetivos expansionistas como en sus eventuales choques o asociaciones con los monopolios de los países imperialistas. La categorización de Rusia como un país imperialista moderno, asimilándolo lisa y llanamente con los países imperialistas clásicos, no solo no contempla las peculiaridades históricas arriba señalada. Tampoco contempla la carencia de Rusia de una moneda propia de circulación internacional, su dependencia en materia tecnológica de los monopolios y potencias extranjeras, la primarización de su economía, ni el enorme retroceso de su participación en el PBI mundial desde la disolución de la URSS, tanto en términos relativos como en términos absolutos, lo que lo ha llevado a quedar por detrás de Corea y de Brasil.

La restauración capitalista en Rusia está indisolublemente asociada a la colonización imperialista del antiguo espacio soviético.

Sin embargo, la pretensión de equiparar a Rusia con una simple semicolonia del imperialismo mundial, absolviéndola de sus responsabilidades por la ocupación de Ucrania, también representa un grosero error. Esa visión pasa por alto que Rusia se ha forjado como una de las principales potencias militares del mundo. En esa condición es que lidera la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, integrado por Bielorrusia, Kazajistán, Armenia, Kirguistán y Tayikistán. Al mismo tiempo, Rusia ha firmado en los últimos años numerosísimos acuerdos de colaboración militar con países africanos. Para mediados de agosto de 2022, Rusia, China e Irán realizarán ejercicios militares en Venezuela. Justamente, el papel decisivo que jugó el Estado ruso en el sostenimiento del régimen reaccionario de Bashar al-Assad, en la guerra Siria, se desarrolló en una colaboración estrecha con los regímenes iraní y chino. Rusia ha consolidado su esfera de influencia en varias de las antiguas repúblicas soviéticas, donde marca y condiciona la agenda política en función de sus intereses. Al mismo tiempo, ejerce una influencia en algunos países latinoamericanos, como lo demuestra la estrechez política y comercial con los regímenes de Venezuela, Cuba y Nicaragua. La actual incursión militar rusa en Ucrania no tiene simplemente un carácter defensivo ante el avance de la Otan. El Estado ruso pretende recuperar a Ucrania como su propio súbdito en el Este europeo, y es por eso que su incursión militar no guarda ni una pizca de antiimperialismo. Es lo que reconoce el propio Putin cuando reivindica al zar Pedro el Grande y repudia a Lenin. El Estado ruso, con Putin a la cabeza, desenvuelve un expansionismo militarista y actúa como un gendarme regional, como lo evidenció su intervención reaccionaria contra las rebeliones populares en Bielorrusia en 2020 y en Kazajistán en 2021, o más atrás con su ocupación criminal de Chechenia.

Esta caracterización concreta del lugar de Rusia en el tablero internacional basta y sobra para rechazar y condenar la invasión rusa a Ucrania. La batalla central que deben librar los trabajadores y el pueblo ruso es la batalla por terminar con su propio gobierno.  

Posición revolucionaria o “resistencia independiente” 

A la luz de todo este desarrollo queda claro cuál debe ser la estrategia de la izquierda ante la guerra. Es evidente que entre un choque entre la ofensiva colonizadora de la Otan, de un lado, y el expansionismo Gran ruso y militarista, del otro, los principales enemigos de los pueblos de Ucrania y de Rusia están en sus respectivos países. Es decir, asistimos a una guerra reaccionaria entre potencias, donde la izquierda no solo debe mantener una posición independiente de ambos bloques, sino que debe luchar por la caída de todos los gobiernos que impulsan la guerra, empezando por los gobiernos de Zelenski y de Putin, por la instauración de gobiernos de trabajadores y por la confraternización de los pueblos, en primer lugar los de Ucrania y de Rusia. A escala internacional es necesario desenvolver una enérgica campaña contra el armamentismo y el chauvinismo pro-imperialista que impulsan los gobiernos capitalistas y los regímenes restauracionistas. La conquista de la paz no será real ni duradera sin la instauración de gobiernos de trabajadores de ruptura con el capitalismo, que es el régimen social que engendra la opresión imperialista y las guerras.

Aunque el PTS de Argentina y la Fracción Trotskista-Cuarta Internacional caracterizan, correctamente, que la guerra en Ucrania es un enfrentamiento entre dos campos reaccionarios, ceden frente a la presión y la propaganda imperialista. Es lo que revela el sistema de consignas plasmado en su Declaración internacional17Declaración de la FT-CI: ¡No a la guerra! Fuera las tropas rusas de Ucrania. Fuera la OTAN de Europa del este. No al rearme imperialista. Por la unidad internacional de la clase trabajadora. Por una política independiente en Ucrania para enfrentar la ocupación rusa y la dominación imperialista. https://www.laizquierdadiario.com/No-a-la-guerra-Fuera-las-tropas-rusas-de-Ucrania-Fuera-la-OTAN-de-Europa-del-este-No-al-rearme-imperialista-Por-la-unidad-internacional-de-la-clase-trabajadora-Por-una-politica-independiente-en-Ucrania-para-enfrentar-la-ocupacion-rusa-y-la-dominacion sobre la guerra en Ucrania, que denuncia en primer término la invasión rusa. En el semanario del PTS, Elizabeth Yang, reafirma esta orientación cuando señala que “(el PO) afirma que hay una ‘responsabilidad primordial de la Otan en la guerra de Ucrania’, lo que reduciría la invasión rusa a una posición sobre todo defensiva y, por lo tanto, justificada. Por esto nos critican nuestro discurso del 1° de mayo donde partimos de la denuncia de la invasión rusa reaccionaria, capitalista, con métodos opresores que nada tienen que envidiarles a los países imperialistas ‘clásicos’”18Yang, Elizabeth “La guerra en Ucrania y las polémicas en la izquierda trotskista” Ideas de Izquierda 15/5/22. https://www.laizquierdadiario.com/La-guerra-en-Ucrania-y-las-polemicas-en-la-izquierda-trotskista. Es cierto que señalamos la responsabilidad primordial de la Otan, como ya lo hemos explicado en el desarrollo de este artículo y en los numerosos artículos que integran esta revista. Sin embargo, para el PTS, este aspecto crucial que ordena una caracterización internacional está ausente o, en el mejor de los casos, ocupa un lugar completamente subordinado. También es cierto que, justamente por el papel de la Otan, la invasión rusa tiene, solo hasta cierto punto, un carácter defensivo. Aunque ese ‘defensismo’ se combina con una política expansionista del Estado ruso. Sin embargo, no es cierto, de ningún modo, la afirmación de Yang de que el PO justifica la invasión. Por el contrario, la hemos repudiado y condenado desde un comienzo19Comunicado del Comité Ejecutivo del PO: “Guerra a la guerra”. Fuera la OTAN y el FMI. Abajo la burocracia restauracionista de Putin. https://prensaobrera.com/internacionales/guerra-a-la-guerra-fuera-la-otan-y-el-fmi-abajo-la-burocracia-restauracionista-de-putin, acompañándola de la consigna “Abajo la burocracia restauracionista de Putin”.  

En consecuencia con su caracterización, el PTS y la Fracción Trotskista Cuarta Internacional (FT-CI) enarbolan, en su Declaración internacional sobre la guerra, el planteo de que “la resistencia a la ocupación rusa tome un camino independiente al de la subordinación a la OTAN que predica Zelensky”20Declaración de la FT-CI: ¡No a la guerra! Fuera las tropas rusas de Ucrania. Fuera la OTAN de Europa del este. No al rearme imperialista. Por la unidad internacional de la clase trabajadora. Por una política independiente en Ucrania para enfrentar la ocupación rusa y la dominación imperialista. https://www.laizquierdadiario.com/No-a-la-guerra-Fuera-las-tropas-rusas-de-Ucrania-Fuera-la-OTAN-de-Europa-del-este-No-al-rearme-imperialista-Por-la-unidad-internacional-de-la-clase-trabajadora-Por-una-politica-independiente-en-Ucrania-para-enfrentar-la-ocupacion-rusa-y-la-dominacion. No plantean, sin embargo, el derrocamiento revolucionario del gobierno ucraniano, aunque sí bregan por la caída de Putin. No se trata de una omisión menor, pues la lucha por el derrocamiento del gobierno de Zelenski –el responsable de acelerar el enrolamiento de Ucrania en la Otan y de las provocaciones guerreristas contra Rusia– debe estar en el tope de la agitación y la propaganda revolucionaria en Ucrania. La caída revolucionaria de Zelenski es la vía para emancipar a Ucrania de la tutela de la Otan y el imperialismo yanqui y europeo, que son los opresores directos del pueblo ucraniano. El PTS y la FT, al omitir el planteo de la caída de Zelenski, se colocan como la extrema izquierda de las organizaciones que se paran en el campo de la “resistencia ucraniana”, es decir en el campo de la Otan.

La inconsistencia de la política del PTS y la FT-CI ante la guerra en Ucrania termina de quedar en evidencia con su formulación programática ante la cuestión de las distintas nacionalidades ucranianas. El PTS le critica al Partido Obrero que “no da relevancia al derecho a la autodeterminación de ambos pueblos oprimidos, del ucraniano y de los que se reivindican rusos en el territorio de Ucrania”21Yang, Elizabeth “La guerra en Ucrania y las polémicas en la izquierda trotskista” Ideas de Izquierda 15/5/22. https://www.laizquierdadiario.com/La-guerra-en-Ucrania-y-las-polemicas-en-la-izquierda-trotskista. En este punto existe cierto eclecticismo de parte del PTS, pues la “autodeterminación” puede ser la coartada de la que se valgan tanto el campo ruso como el campo pro-Otan para proceder a un descuartizamiento de Ucrania, en el eventual escenario de una tregua precaria. En un contexto donde lo que empieza a emerger es la tendencia a la “balcanización” de Ucrania, las fuerzas revolucionarias deben colocar todo el acento de su propaganda en la perspectiva de la unidad de todos los pueblos ucranianos y europeos (incluido el ruso), sin por eso dejar de defender su derecho a la autodeterminación. Naturalmente, esa unidad será sobre bases socialistas o no será, pues la puja y los choques capitalistas y la política opresiva que ejercen de las distintas potencias sobre las distintas nacionalidades es lo que está en la base de las tendencias a la atomización de los pueblos. 

Observaciones finales

Es importante observar que la misma izquierda que se ha alineado con la “resistencia ucraniana” no es la primera vez que queda parada en un campo reaccionario. Solo para dar algunos ejemplos, la UIT-CI y la LIT-CI apoyaron a la llamada “resistencia siria” entre 2015 y 2016 contra el régimen reaccionario de Bashar al-Assad. Esta “resistencia” tenía como padrino político, militar y logístico al imperialismo norteamericano y a otras grandes potencias, que desarrollaron todo un trabajo de copamiento de la gran insurrección popular de 2011 contra la dictadura de al-Assad. En 2016 ambas organizaciones, la UIT-CI y la LIT-CI, levantaban la consigna “Fuera Dilma” al unísono con la burguesía y el imperialismo, que pergeñaban un cambio de frente a través del impeachment que ejecutaron contra el gobierno frentepopulista del Dilma Rousseff. Una situación similar se reproducía en Venezuela con estas dos organizaciones tres años después, cuando a principios de 2019 levantaban la consigna “Fuera Maduro” en el mismo momento en que el imperialismo y los gobiernos cipayos latinoamericanos reconocían a Juan Guaidó como presidente interino. En cambio, Marea Socialista, la organización de la LIS en Venezuela, sostuvo desde 2007, cuando se integró al PSUV, una clara adaptación al nacionalismo burgués chavista. En simultáneo, sus compañeros argentinos del MST apoyaban a los “escuálidos” criollos de la Mesa de Enlace en la “rebelión agraria” de 2008. 

Las posiciones capituladoras de la izquierda, en este caso particular frente a las distintas potencias en pugna en la guerra en Ucrania, no están determinadas por problemas de debilidad teórica de esas organizaciones. Son, en realidad, un reflejo de las fuertes presiones políticas e ideológicas del imperialismo y el capital sobre las clases medias, la clase obrera e incluso grandes movimientos de masas. Es lo que refleja, por ejemplo, la cooptación lograda por el imperialismo o las burguesías locales de las direcciones de importantes procesos de lucha, como el de la mujer, el ambiental o el gran movimiento contra la opresión racial (Black Lives Matter) -que jugó un destacado papel en la rebelión popular de 2020 en Estados Unidos. La influencia del capital en el movimiento de masas ejerce, indudablemente, una refracción en la política de la izquierda que se reclama revolucionaria. Carente de la audacia para abrirse paso con una personalidad política propia, la izquierda se pasa con armas y bagajes al campo del capital.

Como señalamos al comienzo de este artículo, la guerra en Ucrania ha vuelto a poner a prueba a la izquierda internacional. El Partido Obrero ha tratado de aportar claridad a la vanguardia en torno a cuales son los intereses reales que están en juego en la guerra en Ucrania y en la crisis mundial, y cuáles son los desafíos que afrontan la clase obrera y los explotados. A través del Llamamiento internacional del XXVIII Congreso del Partido Obrero, nuestro partido ha convocado “a las organizaciones del movimiento obrero, de los movimientos populares de lucha y de la izquierda revolucionaria de todo el mundo a poner en pie una campaña internacional contra la guerra imperialista, la barbarie capitalista y sus gobiernos”. Una campaña de estas características no solo colaborará a una mayor clarificación política entre la vanguardia obrera y a la puesta en pie de un movimiento mundial contra la guerra. Será también el terreno del cual deberá surgir una nueva Internacional obrera, socialista y revolucionaria, la IV Internacional.

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