El Che Guevara en Bolivia y en Cuba


(*)Memorias de un soldado cubano, Vida y muerte de la Revolución por Benigno (Dariel Alarcón Ramírez), Tusquets, 1997.


Pombo, Un hombre de la guerrilla del Che por Harry Villegas (Pombo), Colihue, 1996.


 


Los libros que comentamos fueron escritos por dos de los sobrevivientes cubanos de la guerrilla boliviana encabezada por el Che (en total hubo tres). Estos textos tienen no sólo un interés histórico, sino que importan, sobre todo, como testimonios de personalidades que fueron, uno importante oficial del Ejército y funcionario del régimen castrista durante 37 años, mientras el otro lo sigue siendo.


 


El primero de ellos, Benigno, escribió su libro aproximadamente hace dos años, poco tiempo después de abandonar la isla, exiliado en París. Sus Memorias son mucho más que un relato o una reflexión acerca de la guerrilla boliviana. Es un alegato de quien sumado a la revolución cubana como un joven campesino en la Sierra Maestra, analfabeto, se transforma en el curso de la guerra contra Batista y la revolución en un destacado cuadro, junto al Che y Camilo Cienfuegos. Más tarde, después de asumir importantes responsabilidades, vuelve a acompañar al Che en la guerrilla del Congo y después en Bolivia, y más tarde, una vez más allí, junto al Chato Peredo. Benigno, por lo que cuenta, asumió responsabilidades de enorme riesgo no sólo en esos lugares, sino también en otras misiones (en Perú, en Angola), lo que le va a significar altas consideraciones, al punto de alcanzar el grado de coronel en el Ejército y destacados cargos en el Ministerio del Interior.


 


Su alegato denuncia al régimen castrista, lo que Benigno presenta como un terrible desencanto con la propia revolución, luego de haber soportado durante años, dice, los atropellos y las mentiras del régimen. Benigno afirma, con importantes pruebas, "que tal vez el gobierno cubano, fríamente, había decidido deshacerse del Che Guevara". Denuncia que, aprovechando y abusando del "ejemplo de Guevara", la burocracia oficial arranca todo tipo de "sacrificios" al pueblo cubano mientras ella goza de todo tipo de privilegios.


 


Benigno demuestra, por ejemplo, que Fidel (sin que el Che lo hubiera sabido hasta su muerte) había recibido en Cuba, en diciembre de 1966, al stalinista Mario Monje, en ese entonces secretario general del PC boliviano, al regreso de un viaje a Bulgaria y la URSS. Monje se había negado a una entrevista con el Che en octubre de 1966, la realiza recién el 1º de enero de 1967 y culmina según todos los alegatos conocidos, incluidos estos dos libros con la ruptura de relaciones y la desaprobación de Monje de la acción guerrillera. Monje va a dejar en el más absoluto aislamiento a la guerrilla y va a ser denunciado después de la muerte del Che como un traidor por el propio Fidel. En opinión de Benigno, sin embargo, a la luz de la conducta del gobierno cubano, Monje "actuó respondiendo al pedido de Fidel".


 


Esta decisión habría sido tomada por indicación de los "soviéticos". El Che, dice Benigno, había tenido "grandes discusiones" con Fidel y fue "acusado de trotskista o de prochino". Los hombres que respondieron al Che, especialmente durante su paso por el estratégico Ministerio de Industrias, van a caer "en desgracia" en el curso de pocos años, según lo demuestra Benigno. Desde octubre de 1965 el Che habría sido víctima, aunque Benigno no lo dice expresamente, de una trampa tendida por Fidel. Fue cuando éste da a publicidad, estando el Che en el Congo y sin consultarlo, su famosa carta de "despedida", aprovechándose entre otros motivos del elogio desmedido que el Che hace allí de Fidel. Según Benigno, el Che manifiesta en sus "papeles del Congo hasta ahora mantenidos en el más estricto secreto por las autoridades de Cuba", que a partir de la publicación de esa carta, él es colocado ante el pueblo cubano "como un extranjero", cuando era considerado, siempre según Benigno, como el segundo o tercer hombre en importancia desde la revolución y a partir de la construcción del régimen revolucionario, después de Fidel. Las actitudes de Guevara habrían llegado a tal situación, al momento de "la guerrilla del Che en Bolivia", que "poco faltó para que la situación trajera como consecuencia el rompimiento de relaciones entre Cuba y la Unión Soviética".


 


Benigno transmite recuerdos de los diálogos que habrían tenido lugar entre los combatientes cubanos en Bolivia (y frente a un silencio que hubiese sido incomprensible en el Che en cualquier otra circunstancia), donde se habla del "abandono" que habrían sufrido de parte del gobierno cubano. Más tarde, dice, esto va ser motivo de "sanciones" disciplinarias a Urbano (el tercer cubano que logró escapar de Bolivia junto a Benigno y Pombo), por no cumplir la consigna de guardar silencio sobre el tema.


 


Siendo el del Che el asunto de mayor interés, no es el único punto que resalta del libro de Benigno. Describe, además, crudamente la corruptela que ha ido inundando al régimen castrista, su burocratización y militarización; el caso de la purga (y ejecución) en julio de 1989, del "héroe nacional" Arnaldo Ochoa y los hermanos De la Guardia, como una venganza de Fidel contra los únicos hombres que podían hacerle alguna sombra; el caso del suicidio de la hija de Salvador Allende (secretaria de su padre, el presidente chileno asesinado), que había ido a Cuba enamorada de un hombre que actuaba en la embajada cubana y descubre que había sido víctima de una celada de inteligencia para infiltrar al gobierno de su padre.


 


Benigno va a plantear abiertamente sus sospechas sobre la muerte "accidental" del comandante Cienfuegos en los inicios de la revolución, entonces un hombre de la estatura del Che y Fidel; y más tarde, en 1979, sobre "el suicidio" de Celia María Santamaría, "otra gran heroína de la Revolución", hermana de Abel, muerto en el Moncada cuando era el "segundo jefe del M-26".


 


Todas estas denuncias provocaron en 1996, cuando la primera edición francesa del libro, una gran conmoción. La prensa europea las comentó ampliamente. El gobierno de Cuba las desacreditó afirmando que estas memorias fueron editadas bajo la dirección de Elizabeth Burgos, una venezolana que vive hace 30 años con Regis Debray, el ex-compañero del Che, apresado en abril de 1966 en Bolivia y luego transformado en un filósofo renegado de la revolución. El castrismo lanzó toda una campaña contra el libro, comenzando por atacar a Benigno de "traidor", y a Debray, supuesto instigador de la conducta del anterior, como el entregador del Che en Bolivia. Para esto el régimen castrista se valió de una de las hijas del Che, Aleida.


 


Regis Debray escribió contemporáneamente al de Benigno otro libro, "Alabados sean nuestros señores", donde acusa al Che de "fanático" y "sadomasoquista". Regis Debray, según un reportaje que le hizo Corriere della Sera, "despedaza" al Che, por ejemplo, cuando afirma que "el Che Guevara no fue a Bolivia para vencer, sino para perder. Así lo exigía su batalla espiritual contra el mundo y contra sí mismo. Cierto, no se mató, pero se dejó morir. Tenía esa vocación. Entre un suicido y un sacrificio, ¿qué Dios vería la diferencia?" (1).


 


Por graves que sean estos insultos contra su ex-compañero (no olvidemos que fue mucho más que eso, Debray fue quien teórizó acerca del foquismo en su famoso libro Revolución en la Revolución, manual en su momento en Cuba), nadie denunció en ese entonces, sin embargo, que Debray hubiera sido un delator. Benigno niega categóricamente esos cargos y denuncia que Aleida Guevara es esposa de un alto funcionario del régimen, "miembro de los servicios de seguridad que jugó un rol ruin en el montaje del proceso Ochoa en 1989" (2).


 


Toda esta historia explica precisamente la aparición del otro libro, el de Pombo. Este se editó primero en Cuba, y salió inmediatamente en varias ediciones en todo el mundo , bajo el auspicio de los viejos aparatos del PC, como una respuesta al libro de Benigno. Presentado como el "diario" de Pombo en la guerrilla, curiosamente no se lo hizo conocer durante casi 30 años. Pero no aporta prácticamente nada que ya no se supiera a través del Diario del Che u otros relatos. Era necesario contrarrestar de algún modo el texto de Benigno. Curiosamente, o no tanto, en los Estados Unidos su edición en inglés que apareció antes aún que la argentina, estuvo a cargo de los trotskistas del Socialist Workers Party, que se han transformado en una agencia del castrismo.


 


El "diario" de Pombo, probablemente, sea verídico, no sólo porque coincide en muchos relatos con los de Benigno, particularmente en todo aquello que destaca el aislamiento sufrido por la guerrilla de parte del PC boliviano. Sin embargo, el libro cae en el ridículo, por lo menos en su versión argentina, con la introducción del actual "General Harry Villegas". Allí, contradiciendo burdamente lo que ha escrito supuestamente 30 años atrás, afirma que el "Che tomaba también muy en cuenta las características del Partido Comunista Boliviano, que había dado muestras de decisión en los enfrentamientos populares", el "importante papel… que le tocó desempeñar… en la compleja etapa de los preparativos" y su carácter "joven, combativo, que había dado muestras de la decisión de… la toma del poder por medio de la lucha armada". El hombre es ahora un chirolita de alguien que le mandó a escribir una introducción apologética de los PCs, o sufre de amnesia. El "diario" transcribe, ni bien comienza, el "informe Nº 15" del mes de julio de 1966, donde ya entonces se decía que "Estanislao vacila bastante" (Estanislao era el nombre de guerra de Monje) cuando los primeros cubanos llegan a Bolivia y advierten, tempranamente, que el PCB no cumple ninguno de sus compromisos. El mismo Pombo agrava después estos cargos reiteradamente a Monje y al PCB en el curso de su "diario".


 


A pesar del lapsus de la introducción de 1996, el "diario" nos proporciona dos datos significativos. El primero es el grado de infidencia que se advierte de parte del aparato stalinista, a escala de toda Latinoamérica, frente a la llegada del Che a Bolivia. Pombo denuncia, por ejemplo, que un combatiente "se vio obligado a despistar al Secretariado (del PC uruguayo) porque sus miembros hablaban mucho, porque en el Uruguay, Arismendi (su secretario general) habló de nuestra presencia aquí y acerca de la llegada de Ramón (el Che)". Precisamente Brecha de Montevideo, ahora en una edición especialmente preparada en el aniversario del Che, acaba de confirmar, por medio de declaraciones de José Luis Massera, un ex-dirigente del PCU, que éste también "había asumido un compromiso que, por los motivos que fuere, no cumplió" (un contingente de 18 compañeros) (3). Más aún, siempre según "testimonios recogidos por Brecha", Arismendi invitó especialmente a los Tupamaros a sumarse a la guerrilla boliviana, "oferta (que en su momento) fue comentada con ironía por varios dirigentes del MLN, que veían en la operación dirigida por Rodney Arismendi una forma de sacarse de encima a los tupamaros, algo así como que fueran a pegar tiros a otro lado… " (4).


 


El otro dato es la presencia en el campamento guerrillero de "un libro de Trotsky sobre la revolución rusa", que según Pombo es descubierto por el ejército boliviano en una emboscada junto a otras cosas. No puede caber duda que el libro está allí porque el Che lo portaba, en primer lugar; porque no había equipaje de ningún combatiente que no estuviera bajo su control, y sobre todo porque era el único que podía tener interés en el tema, a la luz de su experiencia, y de la despolitización que reinaba entre el resto de los combatientes.


 


Un dato más, que surge del registro que hace Pombo de los protagonistas de la guerrilla, es el curriculum posterior de Mario Monje. Después de su separación del PCB, tras la denuncia pública que hace Fidel, no se conocía su paradero. Por Pombo sabemos ahora que actualmente vive en Moscú y es un empresario. Como se ve, la burocracia soviética pagó bien los servicios prestados, como antes lo había hecho con Ramón Mercader, el asesino de León Trotsky.


 


El texto de Pombo ilustra con mucho detalle, aún más que el de Benigno, la tragedia de los combatientes guerrilleros y su heroísmo (sin zapatos, sin comida, a veces sin agua lo que llevó a algunos a tomarse su propio orín, cada vez más enfermos, etc.). Esta tragedia se explica, sobre todas las cosas, por el brutal aislamiento que sufrió a manos del aparato stalinista. Este aparece como el responsable, incluso, de las cuatro deserciones que se producen entre los guerrilleros bolivianos y de muchas de las vacilaciones que se evidenciarán entre los demás combatientes bolivianos, cuanto más acorralada está la guerrilla. Es que quienes se quedan combatiendo junto al Che desacatando la orden del Comité Central del PCB de abandonar la guerrilla, dejan a sus familias sin recursos porque el PCB les quita el sustento que recibían.


 


Benigno sostiene que el régimen cubano tenía todas las posibilidades de emprender una misión especial para salvar a los guerrilleros frente al acorralamiento del ejército, para lo cual tiene en consideración la descomposición de la dictadura de Barrientos (lucha intestina entre clanes y disputas entre los comandantes de las diferentes regiones), que de algún modo se va a confirmar un año después con su caída.


 


El texto de Pombo persigue indudablemente justificar al castrismo y demostrar tardíamente, como afirma en la introducción, las supuestas virtudes del stalinismo entonces y las nuevas condiciones que, ahora, a diferencia de "entonces, (hacían la lucha armada), la única vía posible". Una infamia.


 


Pocos años después de la experiencia de Guevara, "Cuba, según Benigno, realizó contra ellos (se refiere a los grupos foquistas que iban en busca de orientación y ayuda a la isla), en su propio territorio, un trabajo que más bien le correspondía haberlo hecho a la CIA". Afirma que algunos de los principales responsables de los organismos a cargo de esas tareas terminaron completamente degenerados, afanándose la guita que depositaban las organizaciones guerrilleras en Cuba, etc. Cuenta, por ejemplo, la historia de la traición al lider dominicano Fausto Caamaño Medina, que había encabezado un movimiento popular contra la invasión yanki de su país en 1965, que va a ser asesinado por el ejército dominicano al intentar un desembarco guerrillero en su país en 1973, dejado a la deriva por el régimen castrista.


 


En Cuba, sostiene Benigno, existe en la actualidad un clima de "terror", especialmente al interior de las FF.AA., donde "sin temor a equivocarme, … más del 90 por ciento de las Fuerzas Armadas cubanas no está con el gobierno ni con Fidel, simplemente es gente que no tiene otro lugar donde estar, y ellos también viven en el miedo".


 


Entre el cretinismo de un combatiente que se transforma en escriba de una felonía en defensa del régimen burocrático y el aparato stalinista cómplice del asesinato del Che, y entre un desencantado de la revolución después de haber confiado ciegamente en Fidel durante años, está planteada a las nuevas generaciones sacar sus propias conclusiones revolucionarias.


 


Notas:


 


1. Reproducido en La Prensa, 12/5/96.


2. Le Monde, 3/9/96.


3. Brecha, 3/10/97.


4. Idem.


 

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