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Amir Peretz, ¿el Lula del sionismo?


La elección del secretario general de la Histadrut (confederación de sindicatos), Amir Peretz, como presidente del partido laborista en Israel, ha precipitado la crisis de todo el sistema político. Retira al laborismo del gobierno de unidad nacional con Ariel Sharon, provoca un llamado a elecciones para principios de 2006 y divide al Likud.


 


Peretz en la Histadrut


 


Amir Peretz se había distanciado en 1996 del partido laborista para formar un nuevo partido llamado “Am Hehad” (literalmente, Pueblo Unido), supuestamente un partido de los trabajadores. En ese partido coexistieron elementos de la burocracia de la Histadrut provenientes del laborismo, pero también elementos de derecha identificados con el Li-kud. La Histadrut es una confederación obrera ‘sui generis’ que defiende el carácter judío de la mano de obra en Israel, es decir, es una rama del sionismo.


 


Peretz, de origen marroquí, fue elegido al secretariado general de la Histadrut como un político del sionismo laborista. Dirigió una mediana empresa de cultivo de verduras, frutas y flores, cerca de Sderot, donde fue elegido al cargo de jefe de la municipalidad. Estuvo asociado con el abogado Hayim Ramón, propietario de un gran estudio de abogados de Tel Aviv. Llegó a la conducción de la Histadrut precisamente como segundo de Ramón. Durante su primera gestión, la Histadrut vendió -es decir, privatizó- el Bank Hapoalim (el banco “obrero”), el servicio de salud más grande de Israel (Kupat Holim Klalit) y el conglomerado de industrias Klal, además de una decena de grandes y medianas empresas que estaban en su poder. Cuando Hayim Ramón se retiró, en 1995, Peretz quedó como sucesor y dirigente “indiscutido” en la dirección de la Histadrut, y fue reelecto hace dos años.


 


Regreso al laborismo


 


La creación de “Am Hehad” no impidió a Peretz carnerear y boicotear los grandes paros de los últimos años, en nombre de la defensa del mercado y de la unidad y seguridad nacional, es decir de la represión a la Intifada palestina.


 


Memorable fue la traición a la gran huelga de octubre de 2002, cuando la Histadrut evitó la huelga general por tiempo indefinido que reclamaba la mayoría de los comités por lugares de trabajo. Luego Peretz firmó con el gobierno de Ariel Sharon la reducción de los salarios de los empleados públicos (4%) con el objetivo de “recomponer” el mercado.


 


En 2004, de nuevo consiguió salvar al gobierno de Sharon acatando las órdenes judiciales que prohibían la huelga general, las cuales violaban abiertamente la libertad de huelga.


 


Peretz disolvió su “partido obrero” hace seis meses y reingresó a la bancada laborista, cuando el laborismo ya estaba en el gobierno de unidad nacional junto al carnicero Sharon y el thatcherista Benjamín Netanyahu.


 


El diario Haaretz señala que Benny Gaon, un pope del gran capital israelí, ha venido financiando a Peretz desde su regreso al laborismo y su preparación para las internas, donde finalmente venció. En su edición del 14 de octubre, el matutino reveló que Peretz se entrevistaba con “hombres de negocios que aparentemente tienen ideas contrarias a Peretz, aunque sostienen la concepción económica de reducir las diferencias sociales bajo el resguardo de los principios del mercado ‘libre’, lo que deviene en la construcción de la imagen de Peretz como líder posible, para amplias capas de la población, incluso para aquellas que se supone él persigue”.


 


Perspectivas


 


La elección de Peretz puso en evidencia la fragilidad del gobierno y toda la estrategia sionista. Ante el fracaso del gobierno Sharon-Netanyahu-Peres, Peretz se ofrece como una alternativa “social”.


 


La interpretación corriente es que la elección de Peretz revela la gravedad de la crisis económica y social, que ha dejado a un 25% de la población dentro de Israel debajo de la línea de pobreza y un 10% de desocupación. Hay una resistencia obrera, que se puso de manifiesto en el relativo triunfo de los trabajadores del Bank Leumi, quienes impusieron la defensa de las condiciones de trabajo anteriores a la privatización del banco.


 


Peretz ha dicho que impondrá un salario mínimo de 1.000 dólares, ¡lo que representa un aumento del 40%! No ha dicho de dónde sacará el dinero para esos aumentos, si suprimirá o reducirá los gastos militares, si desmantelará las colonias judías en Cisjordania, si suprimirá los subsidios al gran capital, etc. Desde el punto de vista de los obreros palestinos, no ha dicho una sola palabra acerca de cómo combatirá la desocupación, que en Gaza es del 70% y en Cisjordania del 50%.


 


En materia política ha declarado que volverá a los acuerdos de Oslo y que es un acérrimo enemigo de la ley del retorno de los refugiados y de la división de Jerusalén. Se distanció tanto de la “ultraderecha” (Avigdor Liberman), como, y sobre todo de la supuesta “ultraizquierda”, es decir de los partidos árabes de la izquierda israelí (Azmi Bishara, de la Asamblea Nacional Democrática, y Muhamad Barake, del PCI). Además, prometió seguir la represión a las organizaciones palestinas. En su discurso de asunción frente al comité central dijo: “Como un hombre de paz, veo al terrorismo como el enemigo número uno. La guerra contra el terrorismo será sin compromisos” (Haaretz, 21/11).


 


Muchos de los sionistas de izquierda ya se han apresurado a poner sus votos, por supuesto, en Peretz; desde Uri Avnery de Gush Shalom, quien aseguró que Peretz provocara un gran cambio. El propio israelí opina que el dirigente laborista representa un fenómeno alentador (Zo Haderekh, 16/11), y hasta los pro-sionistas de las corrientes internacionales de Alan Woods y Maavak Sozialisti (la corriente del CWI en Israel) proponen a los “obreros laboristas” apoyar en forma crítica a Peretz para que… cumpla con sus promesas. Para estos “trotskistas”, Peretz es una especie de Lula israelí. Pero si ya era una tontería suponer que Lula iba a hacer algo en beneficio de los trabajadores, sólo un traidor a la lucha de la clase obrera y a la lucha palestina puede proponer un apoyo crítico a Peretz.


 


Es cierto, el capital financiero israelí duda de la capacidad de Peretz. Pero, como dijo el director de una gran empresa financiera y de seguros al diario de negocios israelí The Marker (11/11): “Las declaraciones de Amir Peretz han sido destinadas sobre todo a los electores… la elección de Peretz sorprendió al mercado y provocó desconcierto. Sin embargo, a menudo el sillón (de gobierno) cambia al hombre…”. Otro hombre de negocios dijo al mismo diario: “A pesar de que nosotros le asignamos al partido laborista una tendencia socialista, no hay nadie en el mercado financiero local que piense que el laborismo bajo la conducción de Peretz va a cambiar en forma significativa las transformaciones estructurales del mercado de los últimos años”.


 


Los revolucionarios no somos insensibles a los cambios políticos. La elección de Peretz, por el momento, sólo refleja el estado de ánimo de los afiliados laboristas y ni siquiera es seguro que sea elegido como primer ministro en las próximas elecciones; la encuesta más reciente da ganador a Sharon, en calidad de candidato de un nuevo partido.


 


De todos modos, la única perspectiva que puede dar frutos para la clase obrera judía y palestina es la construcción de un partido propio, independiente de patrones, opuesto totalmente al sionismo; un partido que rompa con el nacionalismo sionista opresor y pueda unir a las masas palestinas del ‘48 y el ‘67 junto a las masas judías por un gobierno de trabajadores, campesinos y refugiados, por una república laica, democrática y socialista.


 


 


Jerusalén (21/11)


 

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