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Alemania: Perspectivas de una huelga “dura”


Una huelga dura de los ferroviarios alemanes se anuncia a partir del miércoles 8 de agosto, en plenas vacaciones escolares. Los aproximadamente 34 mil conductores de trenes y miembros del personal rodante se manifestaron en un 95,8 por ciento a favor de la medida, superando largamente el 75 por ciento necesario para declarar una huelga. Así lo anunció el sindicato de conductores de locomotoras GDL, que reclama un sustancial aumento de salarios” (Le Monde, 6/8).


 


En Alemania, la legislación antihuelgas obliga a los trabajadores a una votación secreta para aprobar una medida de fuerza. De ese modo, la patronal elimina la fuerza de las asambleas, en las que, naturalmente, tienden a predominar los sectores más combativos. Los ferroviarios alemanes, sin embargo, han conseguido superar ese obstáculo.




La empresa echó mano al resto de las leyes dictadas contra los trabajadores. “Se trata de una acción contraria a la ley”, declaró al diario Der Spiegel el presidente de la empresa estatal de ferrocarriles Deutsche Bahn, Hartmut Mehdom. Una asociación de usuarios, Pro-Bahn, entidad subordinada a la patronal ferroviaria, presentó una demanda, aceptada por el juzgado laboral de Nuremberg, que prohibió el paro.




De todos modos, ese fallo no resuelve la crisis: sólo la ha postergado hasta fines de septiembre.




Gewerkschaft Deutsche Lokomotivführer (GDL) es el sindicato que agrupa a maquinistas y guardavías, y el paro iba a ser el más importante de los últimos 15 años. La medida incluye a los trenes de carga, además del servicio de pasajeros.




Los trabajadores, que ganan en promedio 1.500 euros, exigen un aumento del 31 por dentó y un nuevo convenio laboral. Antes de decidirse el paro, la empresa ofreció un incremento del 4,5 por dentó a partir de 2008 y un pago de 600 euros por única vez. Esa oferta indignó a los trabajadores y aceleró su decisión de ir a la huelga.




En cuanto a la resolución judicial, no es la primera. Ya el 10 de agosto el tribunal laboral de Dusseldorf, en el oeste del país, había prohibido a los maquinistas hacer paros en el estado de Renania del Norte-Westfalia.

Aquella medida cautelar indicó también que todos los trabajadores de Deutsche Bahn deben tener un solo convenio, con lo cual negó a maquinistas y guardavías el derecho a negociar su propia convención colectiva.




El conflicto adquiere mayor intensidad porque el gobierno de Angela Merkel se propone privatizar la empresa de trenes y, claro está, desea dejar a la nueva patronal trabajadores hundidos en la chatura salarial.




Pero no se trata únicamente de los ferroviarios. Ahora, la asociación de pilotos alemanes, Véreinigung Cockpit (VC), anunció que también irá a la huelga si no se logra un rápido acuerdo salarial con la aerolínea de charter LTU y con DBA, filial de Air Berlín. En verdad, ya comenzaron paros de advertencia con serios retrasos en los despegues y arribos de aviones. La medida de los trabajadores aeronáuticos se produce cuando Air Berlín se propone comprar LTU.




Por otra parte, las convulsiones obreras comprenden a metalmecánicos, metalúrgicos, franjas importantes de textiles y hasta los peluqueros de Turmgia, en el Este del país, que ganan 3,18 euros por hora desde mediados de la década de 1990.




“Como la economía alemana se ha acelerado desde el año pasado, los sindicatos industriales más grandes hacen como el IG Metal!… que ha conseguido incrementos salariales superiores al 4 por dentó” (Herald Tribune, 11/6).


 

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