Crisis financiera internacional
La crisis financiera internacional ha obligado a los bancos centrales a proceder a tina operación de rescate sin precedentes de los grandes pulpos capitalistas. En pocas lloras armaron un enorme despilfarro de medio billón de dólares que minea están para atender las necesidades de saltad, vivienda o educación.
Bush rescata a los especuladores al mismo tiempo que reduce las prestaciones médicas para los soldados que vuelven de Irak y Afganistán y cuando Estados Unidos asiste a un derrumbe de su infraestructura básica (represas, diques y puentes) que ha llevado a la desaparición de la vieja Nueva Orleans y a la catástrofe de Mineapolis.
El derrumbe bursátil fea hundido los fondos de pensión privados. Los ahorros jubilatorios de millones de trabajadores en todo el mundo han sido liquidados de un plumazo. Lo mismo ha sucedido con los fondos de salud de los trabajadores de las grandes empresas norteamericanas y con los ahorros de una parte de las clases medias en todo el mundo.
Agotamiento histérico
No se trata de una crisis parcial o localizada. Una masa descomunal de capital ficticio tapona todos los pebres de la sociedad capitalista. Solo en Estados Unidos se estima que el capital especulativo alcanza los 48 billones de dólares, tres veces el producto bruto.
La crisis financiera pone fin al cielo que comenzó a mediados del 2002, cuando el banco central norteamericano comenzó a reducir las tasas de interés y a emitir moneda (a un ritmo que cuadriplicaba el crecimiento del producto bruto) para sacar a Estados Unidos (y a la economía mundial) de la recesión.
La emisión monetaria y el amontonamiento de deudas desataron una especulación desenfrenada. Esos recursos no fueron destinados a la expansión de la capacidad productiva porque los mercados mundiales están abarrotados de mercancías y la rentabilidad industrial es baja. En los últimos años, dice un informe reciente del Banco de Ajustes Internacionales, hubo una huelga de inversiones”… en medio del mayor cebamiento financiero de la historia. La masa de fondos proveniente de la emisión –multiplicada por el endeudamiento – fue destinada a la compra de empresas existentes, con el objetivo de proceder a su desguace o a la captura de su flujo de fondos; es decir, como base para una especulación financiera posterior. Todo esto pone de manifiesto el completo parasitismo del proceso económico capitalista.
Ese capital ficticio exigía beneficios reales, arrancados a los trabajadores mediante el congelamiento o la reducción de sus salarios, la liquidación de sus condiciones de trabajo (tercerización), la desctruccción del gasto social y los regímenes inhalatorios. La “recuperación” de Bush fue la primera en la historia de los Estados Unidos en la que no crecieron los salarios reales y la participación de los trabajadores en el ingreso nacional.
Los beneficios especulativos más altos de la historia coincidieron con un período de agudo retroceso social de los trabajadores.
Se cierra con una catástrofe lo que fue el intento de salida a otra catástrofe: el derrumbe bursátil provocado por la caída de las acciones tecnológicas del2001. En los últimos veinte años asistimos a una serie interminable de catástrofes financieras. A la crisis bursátil norteamericana de 1987 (que provocó una recesión que duró cuatro años) le siguieron el derrumbe dé las sociedades de ahorro y préstamo de los Estados Unidos a fines de los años 80 (que provocó una enorme crisis bancaria que puso al Citibank al borde de la bancarrota), la crisis japonesa de mediados de los 90 (que dejo una depresión económica de la cual, quince años después. Japón no se recupera), la crisis mexicana del 94/95, la crisis asiática de 1997/98, las cesaciones de pagos de Rusia, Turquía y Argentina, la bancarrota del fondo de inversiones LTMC en 1998, el derrumbe de la Enron y la Worldcom al comienzo del gobierno de Bush) y el derrumbe de las acciones tecnológicas del 2001.
Cada intento de salida por la vía del fomento de la especulación, del desplazamiento de los competidores, de la superexplotación del trabajo asalariado y de un mayor rapamiento de los recursos mundiales por un puñado de potencias y grupos imperialistas- terminó en una crisis aún mayor.
Recesión
En Estados Unidos ya comienza a manifestarse una recesión en la industria de la construcción. La afirmación de que la crisis financiera es “una tormenta en un vaso de agua” porque los llamados “fundamentos de la economía” (consumo, beneficios empresarios) son sólidos es una soberana tontería.
Lo dicen desde Bush hasta Lula. En el caso del brasileño, la masa de capitales que ingreso en los últimos años consiste, casi en su totalidad, en deuda tomada por especuladores en países con baja tasa de interés (Estados Unidos y sobre todo Japón) para sacar ventaja de las fenomenales tasas de interés vigentes en Brasil. Un país a punto de quebrar es Turquía, que se encuentra en el centro del gran debate del imperialismo en Irak.
Los “fundamentos de la economía” no tienen nada de sólidos. El consumo no es la consecuencia de mayores salarios o de una mayor participación de los trabajadores en el ingreso nacional; está cebado por el crédito. El endeudamiento de fe consumidores es el más alto de la historia; una parte sustancial del beneficio de las empresas industriales proviene del manejo financiero de sus fondos.
En Estados Unidos se anuncian millones de desalojos de deudores hipotecarios insolventes, en su inmensa mayoría trabajadores. La recesión industrial provocará millones de despidos y reforzará todavía más la tendencia a la subcontratación, la tercerización y la reducción salarial. Estados Unidos enfrenta la perspectiva de un derrumbe social sin precedentes: barrios abandonados, trabajadores sin techo, sin trabajo y sin servidos sociales, servidos colapsados.
¿China es la salida?
En la última década, China se ha convertido en él principal centro de absorción de capital del planeta. La crisis pondrá al rojo vivo todas las contradicciones acumuladas durante el auge. China no es una economía nacional sino una base para las exportaciones al mercado mundial.
La devaluación del dólar para salvar a los especuladores norteamericanos desvalorizará las enormes reservas que ha acumulado China; la recesión reducirá su capacidad de exportar a los Estados Unidos y al mercado mundial. La guerra comercial ya ha comenzado con los juguetes y los alimentos. La baja de las exportaciones y el retroceso del financiamiento llevarán a la quiebra a numerosas inversiones, con millones de despidos.
La transición china deberá hacer frente a explosiones sociales más agudas que las ya registradas e incluso a situaciones revolucionarias.
Política
El centro de gravedad del conjunto de la situación internacional pasa a ser, más que nunca, la acción política.
Los Estados capitalistas buscarán imponer un rescate de los especuladores sobre las espaldas de los pueblos, para lo cual se valdrán de la coacción estatal, la represión y las guerras. Esto vale, en primer lugar, para los estados gobernados por coaliciones de centroizquierda. La burocracia sindical, agente de la burguesía en las organizaciones obreras, será forzada a jugar a fondo su rol de gendarme de los trabajadores al interior de sus organizaciones.
Al rescate capitalista de un régimen social históricamente agotado, le oponemos la necesidad de una completa reorganización de la sociedad sobre nuevas bases sociales.
Todos los avances del capitalismo contra las masas, desde las pérdidas de conquistas sociales hasta la restauración capitalista en los ex países ‘socialistas', vuelven a ponerse en cuestión. La disyuntiva histórica de nuestra época -socialismo o barbarie- está más vigente que nunca.