1- Antecedentes de la crisis actual
1. La crisis que actualmente se vive y que abarca a las propias organizaciones nacionalistas, el Ejército y a la misma izquierda, es el resultado de las contradicciones del país y que corresponden los males que emergen de la Economía capitalista mundial en total decadencia y a la que Bolivia ha sido incorporada desde fuera y violentamente y de su poco desarrollo en el sentido capitalista debido a la persistencia de modos de producción precapitalistas. También influencia en esta crisis la contradicción que se da entre un proletariado que posee una importante experiencia y que ha logrado un alto nivel político que le permite generalizar las adquisiciones de las masas en su lucha y expresar adecuadamente sus intereses históricos. En esta realidad se nutre la quiebra y desintegración del nacionalismo de contenido burgués que tan dramáticamente expresa la crisis política más profunda de la historia boliviana.
2. En el anterior fenómeno encuentra su explicación la naturaleza y conducta de las actuales direcciones sindicales, que tan violentamente han chocado con la política y objetivos de la clase trabajadora y de las masas en general.
Con mayor precisión que en el pasado, aparece evidente que la burocracia laboral, enraizada en la clase revolucionaria desarrolla una política burguesa avalada por la presencia física del stalinismo en el Comité Ejecutivo de la COB. En el plano teórico esto, que es superficialmente considerado resulta inexplicable, es la consecuencia de la propia lucha de clases. Las direcciones sindicales, más que la propia organización de los obreros, se mueven sometidas a la poderosa presión de la clase dominante, a las ideas oficiales de determinada época; los niveles directivos que están más lejos del control e influencia de las bases obreras son los más susceptibles de burocratizarse, de asimilarse a la política estatal y de traducir la política de la clase dominante. Los últimos acontecimientos han puesto en evidencia que, en determinadas condiciones políticas, la burocracia sindical se convierte en el mejor auxiliar de la política de la burguesía y del Estado de esta, lo que encuentra su más perfecta ilustración en la conducta y política desarrolladas en la última etapa por el Comité Ejecutivo de la COB.
La izquierda en general (y, en alguna forma, inclusive el POR) incurría en el equívoco de identificar invariablemente y en todos los momentos a los sindicatos y a las Federaciones y Confederaciones con sus equipos directivos, sin pararse a analizar los conflictos y diferenciación política que se generan entre ellos en el transcurso de la lucha de clases y que no escapan al choque de los polos extremos y excluyentes de la sociedad, entonces no es algo sorprendente y demasiado excepcional el que actualmente el Comité Ejecutivo de la COB haga proposiciones económico sociales que desde hace tiempo venían repitiendo los empresarios privados y las autoridades, de manera que el equipo dirigente de la heroica Central Obrera se limita a convertir en popular una política que atenta contra los intereses más elementales de los explotados y busca afirmar a la burguesía en el poder, como clase explotadora de los obreros, y a resolver sus problemas más premiosos.
En resumen, la lección más importante que se saca de la historia se refiere a que las organizaciones obreras pueden o no seguir una línea revolucionaria según la naturaleza política de su dirección y no es suficiente, pese a su enorme trascendencia, la adopción de programas principistas-ajustados al marxismo, todavía hace falta un equipo dirigente que esté a la altura de ellos y sea capaz de materializarlos. De esta manera, en cierto momento la lucha antiburocrática adquiere preeminencia en la actividad revolucionaria, porque derribar al mayor escollo que, en el mismo seno de los trabajadores se he levantado contra la evolución de la conciencia clasista. El proletariado no puede plantear y alcanzar sus objetivos históricos sin la mediación del partido político que es la que conforma la orientación de las direcciones sindicales.
3. Todavía estamos viviendo las emergencias del desplazamiento de las masas, incluyendo al proletariado, hacia el polo burgués, que ese fue el altísimo precio que se tuvo que pagar por la inevitable lucha librada alrededor de la vigencia de las garantías constitucionales, que no es propiamente la transformación democrática y que debe entenderse como tal, la que gira alrededor de las grandes tareas nacionales. Los campesinos, si tomamos en cuenta a su gran mayoría están todavía atrapados en las posiciones burguesas, exceptuando a los pequeños núcleos que han comenzado a actuar dentro de la línea política marcada por el proletariado, siendo en este terreno el ejemplo más remarcable el de Colquiri.
Si bien las masas proletarias marchan osadamente hacia posiciones revolucionarias y utilizan la acción directa, lo que las coloca de espaldas al democratismo burgués (parlamentarismo), las direcciones sindicales, que responden a partidos de "izquierda" enfeudados a la burguesía persisten en su postura democratizante, proponiendo el colaboracionismo para sobrepasar el camino áspero de la lucha de clases.
II. Inviabilidad de la democracia burguesa: la tesis más importante del POR
1. A diferencia de la "izquierda" en general, el POR ha desentrañado las causas últimas de la inviabilidad de la democracia burguesa en Bolivia, que puede ser considerado como un clásico país atrasado. Repetimos lo fundamental.
1) La democracia burguesa es una creación de la clase dominante, que ha ideado el gobierno democrático representativo como la mejor expresión del Estado Capitalista y correspondiente al pujante crecimiento de las fuerzas productivas. En el plano social, el auge de la democracia ha correspondido al desarrollo del reformismo y del colaboracionismo clasista, no en vano aquella parte, como si fuera una realidad, de la ficción jurídica de la igualdad de los hombres ante la. ley y ante la papeleta de sufragio. Es por demás sugerente que el capitalismo monopolista en su etapa de desintegración se hubiese visto obligado a sustituir la democracia por el fascismo es decir, la sustitución de la libertad de empresa y de trabajo por la disciplina de cuartel en las fábricas y en las minas, a fin de imprimir mayor volumen de plusvalía a los obreros famélicos. Democracia y Fascismo no son más que formas de gobierno que utiliza en defensa de BUS intereses la burguesía en diferentes etapas de su evolución, En el momento en que el choque de las fuerzas productivas con la propiedad privada burguesa ha llegado a su punto más exacerbado y, sin embargo, no ha pedido consumarse la revolución social por la extrema debilidad o inexistencia del partido político del proletariado, la sociedad comienza a desintegrarse y uno de los subproductos de este proceso es el fascismo.
2) No pocos "marxistas” han acuñado la “teoría” de que el fascismo es un fenómeno exclusivo de las metrópolis imperialistas y que no puede darse en los países atrasados. Esta tesis ignora la integración de las economías combinadas en la capitalista mundial, lo que determina la actuación de las leyes generales de esta última en la periferia semicolonial. El fascismo no puede menos que ser un fenómeno mundial y casi siempre es impuesto a los países atrasados por el imperialismo. Nuestra propia historia demuestra que el opresor foráneo utiliza alternativamente, conforme a las variaciones de la situación política y sin perder de vista en ningún momento sus privilegios de centro saqueador de las riquezas naturales de un país atrasado, la democracia y el fascismo gorila.
Sin perder de vista que muchas veces sus deseos se ven violentados por el oportunismo y la ambición, tanto del gorilismo como de la derecha civil. El florecimiento de la democracia formal tiene como base material el desarrollo del capitalismo. Las metrópolis enriquecidas con el saqueo de todo el mundo pueden corromper a las capas elevadas de la clase obrera y convertirlas en una verdadera aristocracia, al mismo tiempo que ponen en pie a una amplia clase media económicamente poderosa, pletórica de privilegios e interesada en preservar el orden existente, porque en él encuentra la fuente de su propio bienestar. Es esta clase media la que cumple la función de amortiguador de las contradicciones clasistas, la que redondea las agudas aristas de los polos extremos de la sociedad, estas circunstancias alientan el reformismo y el colaboracionismo clasista, es la clase media rica la que se convierte en pivote vigoroso del parlamentarismo, no sólo por ser el instrumento que permite funcionar a la democracia, no sólo por haberse convertido en semillero de las ideas del legalismo burgués, sino porque proporciona a este sistema todos los argumentos que los justifican puede pasar como fuerza social de avanzada y hasta de izquierdista, siguiendo el camino de las reformas dentro del mantenimiento de la propiedad privada, punto de partida del auge parlamentario. Trotsky tiene toda la razón cuando afirma que la democracia es un lujo que sólo pueden darse los países democráticos.
3) La democracia consiste en la constitución de los poderes del Estado, considerados iguales entre sí y moviéndose armónicamente, por al voto universal libremente ejercitado, Ni duda cabe que todo este andamiaje jurídico y mefistofélico ha sido cuidadosamente construido para permitir la efectivización de la dictadura de la burguesía.
El parlamento funcionando como poder estatal, no sólo como un centro en el que se pronuncian discursos, si no como uno de los factores determinantes en la fijación y desarrollo de la política gubernamental, constituye uno de los rasgos diferenciales del régimen democrático. Es por esto que no puede circunscribirse a la pura lucha por la vigencia de las garantías constitucionales.
El democratismo burgués y el generoso florecimiento del parlamentarismo resultan inviables por la extrema pobreza del país, que es el resultado de la imposibilidad que todavía pueda darse en el país un pleno desarrollo independiente del capitalismo. Pueden pronunciarse discursos en favor del proceso democrático e inclusiva practicar periódicamente elecciones generales, pero no será posible sustituir el basamento material, es decir la estructura económica con declaraciones abstractas acerca de las bondades de la democracia- Aquellos que abrigan la esperanza de conocer todavía un largo período democrático, dentro del cual podría educarse la clase obrera para hacer posible, en un futuro indeterminado una revolución puramente socialista, parten implícitamente de la convicción de que es todavía posible el desarrollo capitalista independiente en el país, lo que supone la plena realización de la revolución burguesa. De esta manera desembocan en la revolución por etapas V en las proposiciones comunes tanto al nacionalismo como al stalinismo.
De la misma manera que no conoceremos un florecimiento pleno del capitalismo (el capitalismo ya se da como economía combinada o coexistencia de diversos modos de producción), también tendremos que estructurar la dictadura de proletariado para que las masas puedan conocer los beneficios de la democracia.
4) La "izquierda” que se reclama del marxismo e inclusive del trotskismo se ha limitado a sumarse a las proposiciones que hace la burguesía democratizante acere3 de las bondades milagrosas de lo Que considera la libre expresión de la "voluntad popular". Ha concluido atrapada en las redes del legalismo y del reformism0 sin atenuantes. Está segura que tanto los males nacionales como los de la propia clase obrera pueden ser pacíficamente solucionados en el marco parlamentario’ es decir sin tocar para nada la propiedad privada burguesa. Lo más grave radica en que confunde la transformación democrática con la simple vigencia de las garantías constitucionales. Para ella estaría consumada la democracia si gobernantes y gobernados cumpliesen los mandatos de la Constitución, como gustan decir los liberales. No. La democracia debe suponer la solución de los problemas nacionales, es decir, de aquellos que históricamente coincidían con los intereses de la burguesía revolucionaria cuando ésta se encontraba a la cabeza del "tercer estado". La caducidad de la burguesía para cumplir sus propias tareas ya no permite la consecución de la revolución democrática clásica. Este es el meollo del problema. La clase obrera cuando toma en sus manos los objetivos democráticos, los utiliza en su empeño por convertirse en caudillo de la nación oprimida y de efectivizar sus tareas históricas, de esta manera la lucha democrática le sirve de palanca para impulsar a las masas hacia la liberación nacional y social. Los "izquierdistas” crio líos se limitan a repetir mecánicamente los planteamientos que hace la burguesía en su afán de perpetuarse como clase dominante y, de esta manera se esmera en cerrar las puertas del poder a la clase obrera. De esta actitud parte la contradicción y el choque entre trabajadores radicalizados y la “izquierda”, una parte de la cual es, sin duda cabe, la dirección tradicional del proletariado.
La forma en que se plantea el objetivo de la limitación de la lucha actual dentro del llamado "proceso de democratización”, tanto por parte de la "izquierda” como de la burguesía democratizante importa un aspecto esencial del programa destinado a estrangular y desarmar políticamente a los explotados, lo que siempre consolida la hegemonía de los dueños de los medios de producción sobre los trabajadores. Desde el momento en que la "izquierda” se coloca detrás de la burguesía, el proletariado es empujado al campo de su enemigo de clase, pierde su independencia política y se empeña por arrancar sus cadenas. Los frentes políticos democratizantes, organizados alrededor de enunciados abstractos e imprecisos de respeto y defensa del "proceso democrático”, confluyen colocándose, esto casi de una manera natural, bajo la dirección de la burguesía. La clase obrera, si realmente quiere convertirse en caudillo nacional, no puede limitarse a la lucha puramente democrática; lo que tiene que hacer partiendo de la evidencia de que tanto la batalla por la vigencia de las garantías democráticas, por el logro de las grandes tareas nacionales son imprescindibles, es convertir esos objetivos limitados por sí mismos, en palanca impulsora de la lucha hacia la conquista por el poder político.
5) El planteamiento de la posibilidad de un amplio desarrollo de la democracia burguesa conlleva a la tesis de que todavía es posible el desarrollo capitalista del país, formulación a las tendencias stalinistas y nacionalistas se trata de la revolución por etapas y de la certidumbre de que Bolivia ha madurado económicamente solo para hacer posible la revolución burguesa, esto pese a que el nacionalismo ha cumplido entre nosotros todo su ciclo. La inviabilidad de la democracia burguesa es una de las consecuencias de la caducidad de la burguesía nacional, cuyos intereses en Bolivia están representados políticamente por la pequeña burguesía. Si se diese una floreciente democracia formal es claro que el proletariado, condenado a educarse políticamente en esa escuela, no tendría ninguna posibilidad de plantearse la lucha por el poder por toda una etapa histórica, como parece creer la burocracia cobista.
6) La democracia se da como un remedo lo que se patentiza al observar el papel que cumplen tanto el ejército como el parlamento tan extraño a las normas que deberían regir en una forma estatal basada en el sufragio universal v en la armonización de los tres poderes del Estado.
El parlamento no ha logrado adquirir una clara fisonomía de poder estatal esto porque sus decisiones están muy lejos de adquirir preeminencia frente al despotismo del ejecutivo; tampoco puede cumplir a plenitud su función de fiscalizador de las acciones de los gobernantes, porque para que esto fuese posible sería necesario que pueda modificar la orientación de la política gubernamental. No es pues casual que el legislativo corresponda con exactitud a la chatura a la que ha quedado reducida la clase dominante. Pero donde más se puede percibir la quiebra del régimen parlamentario .ciertamente que una quiebra prematura, es en el terreno de la lucha de clases. Los intereses y las pugnas de los explotados por una parte y de la propia clase dominante y el imperialismo, por otro, no se resuelven dentro del ámbito de las deliberaciones camarales, sino en la calle por lo que, el reformismo tampoco tiene como su eje principal el legislativo y sí más bien a la burocracia sindical. Para la propia burguesía nacional el parlamento resulta una especie de adorno del que puede prescindir fácilmente y en cualquier momento. No es para ella un instrumento irreemplazable en su empeño de mantener a las masas dentro del marco de la legalidad y de las reformas graduales.
El rol secundario insignificante que juega el parlamento en el proceso político salta a primer plano cuando tiene que enfrentarse con el ejército. Según la constitución a la que dicen someterse los llamados gobiernos democráticos, las FFAA están sometidas a la ley y, por esto mismo, al propio parlamento. La experiencia diaria nos enseña que en Bolivia, contrariamente, la ley y el legislativo se doblegan sumisamente ante la espada desenvainada lo que, ya está demostrando que la democracia burguesa no ha logrado materializarse del todo. Las FFAA han concluido convirtiéndose en la fuerza política más poderosa, mucho más poderosa que el parlamento, desde luego. Este fenómeno, que no es excepcional en los países atrasados, es una consecuencia de la caducidad del nacionalismo burgués, que se expresa con extrema agudeza en la bancarrota de los partidos políticos que obedecen a los intereses de la clase dominante. La carta castrense es una de las alternativas más eficaces en manos del imperialismo y de los explotadores nativos.
El que los militares aparezcan moviéndose por encima de los partidos políticos y de sus diferencias principistas, no quiere decir que propicien o ejecuten una línea política; contrariamente, en cierto momento son los únicos que pueden llevar a la práctica la política de la burguesía. El ejército tiene una ventaja sobre las agrupaciones políticas para efectivizar determinados planes: su capacidad ejecutiva que proviene de su estructura vertical totalmente sometida al Alto Mando.
Constituye un gravísimo error la especie de que es posible anular al Ejército tornándolo apolítico o encerrándolo en sus cuarteles, porque parte de una incomprensión del proceso político que vive el país, marcado, repetimos, por la desintegración del nacionalismo burgués. No existen posibilidades para que las FFAA abandonen la política en el futuro próximo y, desde el punto de vista revolucionario, es preferible un Ejército que delibera, que abiertamente toma posturas políticas, al que se limita a obedecer ciegamente a la alta jerarquía. Sin embargo, el derecho a deliberar debe alcanzar a los niveles más bajos y más amplios, es decir, a los soldados y a las clases, que es esto lo que propone un partido revolucionario.
No se trata de tornar en apolítico al Ejército, sino de ganarlo, al menos a una parte de él, para la política revolucionaria.
La subordinación del Ejército al Parlamento resulta, en las actuales condiciones de nuestra política, una meta utópica. El objetivo de la clase obrera debe ser el de escindir desde dentro a las Fuerzas Armadas y hacerles perder su capacidad de fuego, su capacidad represiva, como pilar fundamental del Estado burgués; entonces se abrirá la posibilidad de que una parte de él sea ganado para las posiciones obreras.
Hay que volver a recalcar que el actual Ejército, si bien puede jugar un rol político preeminente, reproduce las limitaciones orgánicas de la burguesía nacional. La función política que pueda cumplir está determinada por esas limitaciones.
7) La inviabilidad de la democracia burguesa se prueba también por el ruidoso fracaso del intento liberal en la materia, en los primeros decenios del presente siglo, cuando las condiciones económicas y políticas eran sumamente favorables al efecto: Bolivia atravesaba el período de auge económico y las inversiones llegaban como un torrente de capital financiero, la clase obrera y las masas seguían entusiasmadas las directivas del partido de gobierno. El liberalismo se disgregó alrededor de las disputas sobre la manera de efectivizar la pureza del sufragio, pese a que alcanzaba sólo a una pequeñísima parte de la población. Toda la historia posterior, la revolución de 1952, los intentos de los gobiernos castrenses, etc. Corroboran nuestra tesis sobre la inviabilidad de la democracia burguesa.
III. El Cuartelazo de Natusch
1. El gobierno interino de Guevara nació sin vitalidad pese a que gracias a la mediación parlamentaria, fue el resultado indirecto de las elecciones. El empate electoral de las fuerzas nacionalistas contendientes limitó las posibilidades del interinato. Guevara no pudo superar las desventajas de haber llegado a la presidencia por casualidad y como punto de equilibrio, gracias a su aislamiento político, de las tendencias que pugnaban por ganar el poder. Su debilidad política se convirtió en inoperancia administrativa: dejó hacer simplemente y su actitud negativa le acarreó la resistencia de las masas y también de los empresarios deseosos de contar con un régimen suficientemente fuerte y capaz de imponer la paz social.
2. Pocos días antes del golpe pudo ganar el derecho a la convivencia con los generales haciéndoles importantes concesiones. En sus confesiones demuestra que su actitud complaciente no hizo otra cosa que alentar a la conspiración uniformada, cuando ésta se lanzó a la acción, el presidente se limitó a responder con interminables discursos. El presidente interino fue arrastrado de un extremo a otro por democratizantes y por el gorilismo, transformó en objeto de odio para todos y no pudo jugar su rol bonapartista.
3. Interpretando los deseos de la clase dominante, Guevara planteó la salida de la "concentración nacional" de las tendencias democratizantes e inclusive de la fascista (ADN). Era una fórmula y nada más. El MNRH y el MNRI estaban empeñados en convertirse en ejes de un amplísimo bloque electoral, por esto no les convenía cargar con las consecuencias de la inoperancia del solitario Guevara; los que le tomaron la palabra fueron los banzeristas, porque así esperaban legitimarse como fuerza "democrática". Pese a todo, afloró una corriente intervencionista, enraizada en la ambición y sed de poder de la militancia movimientista de base y de los caudillos medios, lo que se tradujo en la fractura de los emenerres. La unidad resultó problemática porque suponía meter en el mismo saco a los que sirvieron a Banzer y a los que lograron presentarse como paladines de la democracia. Los trajines frentistas sirvieron de cobertura para ocultar el desplazamiento de la ambición movimientista hacia los jefes militares golpistas.
4. La situación política había madurado para la reestructuración interna o para la sustitución del gobierno Guevara, dentro del marco parlamentario. Sin embargo, no estaban dadas las condiciones políticas para la consumación del cuartelazo, esto porque la clase media, cuya desesperación sirve de basamento para que fructifique el fascismo, veía con horror la perspectiva de que el golpe de Estado se tradujese en caos y porque la presión de las tendencias burguesas democratizantes del continente podían ayudar totalmente a cualquier gobierno de fuerza. Dentro de estas circunstancias la ambición se trocó en aventura.
5. No bien se instaló la junta Cívico Militar, disfrazada de democratizante, todas las clases de la sociedad, incluida la burguesía, fuertemente apuntalada por el Departamento de Estado de los EEUU, se movilizaron activamente para derrocarla. Su caída se debió a la conjunción de todos estos factores y básicamente a la huelga general. Una vez más como en tantas otras oportunidades en este último periodo la "izquierda” avaló el intervencionismo imperialista en la política interna. Para el partido revolucionario la consecuencia antiimperialista nos conduce a repudiar enérgicamente toda intervención imperialista así sea para combatir al gorila Natusch.
6. En ese momento el gobierno Natusch era extremadamente débil y su caída estaba ya decretada; sin embargo, la equivocada táctica utilizada por la burocracia sindical y por la "izquierda”, prolongó su agonía y le dio tiempo de consumar una serie de maniobras destinadas a asegurar su permanencia en el poder. En el punto más agudo de la crisis, los usurpadores del poder se convencieron de que tenían que afrontar una situación económica realmente catastrófica, sin tener ninguna posibilidad de contar con la ayuda de los otros países. Este hecho le convenció que su permanencia en el palacio de Gobierno era por demás crítica y le impulsó a buscar un acuerdo con el Legislativo, a fin de poner a salvo la vigencia en el escenario político de las tendencias derechistas del Ejército, cosa que efectivamente ocurrió.
7. Lo anotado anteriormente demuestra que las imperantes en ese momento eran sorprendentemente propicias no sólo para el estallido de la huelga general indefinida sino para su propia victoria. Seguramente nunca se dio una coyuntura excepcionalmente tan favorable para la clase obrera. Esta realidad fue ignorada por la burocracia sindical que se dedicó a administrar el gran recurso de la huelga con cuentagotas. Aduciendo los argumentos más diversos, muchos de ellos pueriles, se fue postergando la huelga general indefinida hasta el momento en el que el golpista Natusch endureció sus medidas (ley marcial, estado de sitio, etc.). La huelga general fue decretada tardíamente y en condiciones adversas, cuando no era posible dotarle de una dirección férrea. La prueba está en que las masas se batieron heroicamente, pero en forma desordenada y hasta caótica. La postergación en el estallido de la batalla fundamental permitió a los gorilas ganar tiempo para maniobrar y ocupar posiciones ventajosas. Las Fuerzas Armadas se emplearon a fondo para ahogar en sangre a los huelguistas.
A pesar de la brutalidad de la represión los explotados dieron pruebas de que estaban decididos a luchar hasta el aplastamiento del gorilismo. Nuevamente la burocracia sindical y la dirección tradicional de la izquierda actuaron abiertamente contra lo que hacían las masas en las calles: se empeñaron a fondo para lograr un entendimiento con los golpistas y con el Parlamento, esto cuando los golpistas estaban decididos a no abandonar sus Posiciones. Seguramente en este instante es cuando más trágicamente se patentiza te quiebra de la dirección tradicional de las masas. El POR hizo un descomunal esfuerzo en La Paz, en Siglo XX, en Potosí, en Colquiri, en Tarija y en las minas del Sud, para dar un contenido político a la impetuosa acción de las masas. Con todo el movimiento, el propio desarrollo de los acontecimientos cerraba esta posibilidad, tea insurgencia del POR como caudillo de las masas se dio sólo como una tendencia, ciertamente que muy importante porque constituye un anticipo de lo que será el futuro desarrollo político del país.
8. No bien Natusch anuló públicamente sus medidas draconianas, lo que demostraba su extrema debilidad y la existencia un convenio con la dirección cobista con el parlamento, la burocracia sindical se apresuró en levantar la huelga, esto cuando el gobierno prácticamente pendía de un hilo. Los emisarios del Fondo Monetario Internacional se encargaron de revelar al dictador la catastrófica situación económica del país, lo que le obligaría a tomar medidas sumamente duras contra las masas, esto en condiciones de un total aislamiento político. Es entonces que Natusch y el grupo castrense que le seguía se vieron obligados a buscar un entendimiento "honorable” con el parlamento y con la COB.
Para sorpresa de la burocracia cobista, la suspensión de la huelga despertó la cólera de las masas, que la censuraron acremente y persistieron en su empeño de derrotar a los golpistas mediante la acción directa, lo que prueba que los explotados estaban muy lejos de haberse agotado en la lucha que habían entablado. Esta actitud de la burocracia quiso ser justificada con el argumento de que la huelga general indefinida sólo podrá tener posibilidades de éxito una vez que el ejército se haya debilitado. La teoría y la experiencia enseñan, por el contrario, que la división y el desmoronamiento del ejército no son más que un producto de la poderosa movilización de las masas que logra resquebrajar su unidad y ganarse a las capas más bajas del ejército a la causa revolucionaria. El planteamiento cobista no es otra cosa que una manifestación de su total abandono de la lucha de clases y su cretinismo parlamentario.
IV. Naturaleza del gobierno actual
1. Limitarse a sostener que el gobierno actual es democrático, así en abstracto, significa un propósito deliberado de ignorar su contenido de clase, es decir de no comprenderlo. Los "izquierdistas” llegan a extremos insospechados cuando sostienen que el presunto gobierno democrático, de igual manera que el actual Parlamento son algo muy diferente a las tradicionales instituciones burguesas. ¿Qué serian entonces, desde el punto de vista clasista, que es el fundamental para el marxismo? La "democracia” de nuevo tipo lleva implícita la concepción de que el régimen burgués puede transformarse desde dentro en su contrario, vale decir, en la democracia proletaria. No puede darse otra interpretación a la especie de que estaríamos ya dentro de una "democracia social”. La falsedad de este punto de vista se debe a que se ha olvidado las primeras letras del marxismo y que enseñan que una clase social y "su” Estado no pueden transformarse cualitativamente, sino que deben ser indefectiblemente destruidos.
2. La desintegración del nacionalismo burgués se expresa a través de un convulsivo proceso de sustitución de unos gobiernos por otros, que, a su tumo, pretenden expresar a cabalidad los intereses de la burguesía y ejecutar planes encaminados al cumplimiento de las tareas democráticas. Por sobrepasar el cuadro clasista burgués.
El gobierno actual es inconfundiblemente burgués y representa a las capas democratizantes de la clase dominante. Su origen y su entroncamiento clasista están ya demostrando sus limitaciones y su debilidad. Cuando se trató de darle una gran amplitud política, se habló de la concentración de todos los partidos democráticos, de todos aquellos que deliberadamente limitaban sus objetivos dentro de la perspectiva burguesa. Algunos de los ministros plantearon la posibilidad y la conveniencia de efectivizar la llamada cogestión obrera, agregando que se trata de una verdadera corresponsabilidad de las clases sociales que se las supone en pugna en la administración estatal. Esta proposición sólo puede interpretarse como el propósito de subordinar políticamente al proletariado a los designios de la burguesía, básicamente para que aquél soporte todas las consecuencias del descalabro nacional. Así queda al desnudo el carácter reaccionario de la tesis sustentada por la burocracia sindical y que no es otra cosa que la colaboración clasista en el manejo de las empresas estatizadas, cuya consecuencia inevitable seria el empeño por atenuar la lucha de clases. Uno de los antecedentes más lejanos del actual gobierno es, precisamente, el pacto tripartito que fue sellado subrepticiamente entre el Parlamento, el gorilismo golpista y la alta burocracia de la COB.
Desde el punto de vista político el proyectado gobierno tripartito no habría sido otra cosa que el acuerdo entre los diferentes sectores políticos que se mueven dentro del marco señalado por la burguesía democratizante. Algunos que sustituyen la política por la moral se horrorizan ante la evidencia de que los legisladores y los sindicalistas burgueses o pro-burgueses hubiesen buscado un entendimiento con los autores del cuartelazo del 1° de noviembre, olvidando que todos ellos están unidos por su postura nacionalista y burguesa.
En fin, un acuerdo entre el equipo de Natusch y el Parlamento desembocó en una solución de la crisis política nada constitucional, pues comenzó desconociendo al Presidente interino que se decía era, en alguna forma, la expresión de la voluntad popular, esto para sustituirlo por quien debía desarrollar una política conforme a la orientación impresa por el nacionalismo derechista aglutinado en la Alianza MNR. Hay que remarcar que el nuevo régimen supuestamente constitucional nació de un contubernio entre los asaltantes del poder (que brutalmente desconocieron la Constitución) y el Parlamento que se arroga la representación de la mayoría nacional y que, en alguna forma, se ajusta al ordenamiento jurídico vigente. ¿Puede pedirse una mayor prueba del carácter caricaturesco de la democracia criolla?
Lo que no ofrece la menor duda es la ninguna participación de las masas en la conformación del nuevo gobierno. Ellas se batieron en las calles y obligaron a retroceder a los golpistas, se puede decir que lograron la victoria, pero la solución de los problemas políticos quedó en manos de los portavoces de la burguesía y de los burócratas sindicales que se dieron modos para sacar ventaja en su favor de la obra de los explotados. "El papel de la izquierda” fue vergonzoso ya que permitió "legalizar” al nuevo gobierno, sin que se oyese ninguna voz discordante que opusiese el parecer de las masas. Como se puede comprobar, la solución no tuvo en cuenta para nada los intereses populares.
Este gobierno no sólo que estará obligado a administrar los intereses de la clase dominante sino que su destino depende de la tolerancia que frente a él pueda mostrar el Ejército, todo esto como consecuencia de su extrema debilidad. Las masas no tienen más camino que utilizar la acción directa en su empeño de arrancar a las autoridades concesiones de alguna importancia.
3. Se ha definido al régimen actual como un gobierno parlamentario, para dar a entender de que está conformado por los sectores mayoritarios del Legislativo y de que de esta manera indirecta se asienta en el respaldo que le prestaría casi todo el país. Esto es pura ficción. Hemos visto que el verdadero demiurgo de la aparición de tan curioso equipo gobernante es nada menos que la derecha militar, que dio su venia para que la unidad parlamentaria favoreciese con su voto a una dama. Sin embargo, no pudo constituirse un "gabinete de concentración nacional” con representantes de todas las agrupaciones políticas que intervienen en el legislativo. La Alianza MNR, que tanto vale decir pazestensorismo, concluyó monopolizando los puestos gubernamentales. Esta constatación nos lleva a concluir que el gobierno Gueiler es nada menos que burgués derechista, aunque sostiene que le animan propósitos democratizantes. Si la relación de fuerzas dentro del parlamento tuviese una significación política real, a alguien se le ocurriría sostener que el gobierno es nada menos que el portavoz de la mayoría nacional. El pazestensorismo rápidamente ha retornado a su condición de resabio minimizado de un pasado esplendoroso, prácticamente no representa a nadie, por esto tuvo que doblegarse ante los generales insubordinados y se frustraron sus maniobras encaminadas a controlar al Ejército. También es evidente que el ejecutivo puede resultar hecho añicos ante la arremetida de las masas, porque no tiene ninguna influencia efectiva sobre ellas. Un gobierno extremadamente débil cuando está a merced de la buena voluntad de las fuerzas sociales mayoritarias del país, como es el caso presente.
Es por demás evidente que nos encontramos ante un gobierno que conscientemente se coloca al servicio del imperialismo, no sólo porque para existir precisa de la ayuda económica que le preste aquél sino porque vino al mundo bajo la inspiración de la metrópoli.
4. El Departamento de Estado se lanzó públicamente a combatir al grupo golpista encabezado por Natusch y se empleó a fondo en su derrocamiento, no porque éste fuese contrario a sus planes o porque importase una amenaza de desencadenar un movimiento de masas, sino porque rompía sus planes de poner en pie un régimen más viable y más capacitado para controlar a los explotados. El actual equipo gobernante se esmeró en sacar ventaja de esta actitud del opresor foráneo y no bien llegó al Palacio Quemado invocó públicamente la protección del imperialismo.
Esta inconducta descalifica al actual gobierno como portavoz no ya de la clase obrera, sino de la propia burguesía nacional que tenga capacidad para colocar en primer plano sus intereses.
La actitud del gobierno coincidió desgraciadamente con la asumida por la llamada "izquierda”, que en los hechos selló un frente único con la metrópoli contra los gorilas fascistizantes. Unos y otros olvidaron que constituía un deber elemental de los políticos de la nación oprimida rechazar con toda energía la intervención imperialista, aun teniendo en cuenta que esta se encaminase contra un régimen dictatorial y fascista, porque constituye una obligada actitud en favor de la liberación nacional. Rechazar la intervención imperialista en la política interna del país no supone solidarizarse con la política del gobierno nativo. En la práctica, la "izquierda” concluyó un frente único con el Departamento de Estado, esto como en los mejores tiempos del PIR o el MNR timoneado por Hernán Siles.
5. El gobierno Gueiler es burgués de derecha y política y socialmente extremadamente débil. No representa ni al Ejército ni menos a la clase obrera y se ha convertido en portavoz de los intereses del pazestensorismo, tan empeñado en monopolizar el control estatal no importando en qué forma. El MNR se encuentra en un proceso de desintegración y cada día se torna más y más antipopular. Pese a su debilidad estará obligado a satisfacer las exigencias imperiosas tanto de los empresarios priva-dos como del imperialismo. El Ejército, que apresuradamente va reajustando sus filas, será quien defina, en último término la orientación de la política gubernamental. La clase obrera no podrá menos que desarrollar una lucha antigubernamental si quiere materializar sus objetivos.
V. El movimiento campesino de noviembre
1. Las medidas económicas del gobierno, que determinaron el alza de las tarifas de transporte, de los precios de los carburantes y de las mercancías en general, tuvieron un efecto contraproducente sobre la masa campesina y una parte de ésta se vio empujada a movilizarse en contra de ella. La confusión reinante sobre esto acontecimientos ha impedido su debida comprensión.
2. La movilización campesina tuvo lugar en medio de la protesta generalizada contra dichas medidas económicas. El proletariado y sus sindicatos las repudiaron de una manera concreta y enérgica. Estas circunstancias crearon condiciones favorables para hacer posible la coordinación de movimientos entre los explotados de las ciudades del agro, es decir la efectivización de la alianza obrero-campesina.
La explosión de la ira de los campesinos demostró que el grueso de éstos están virtualmente al margen de la COB y de las múltiples confederaciones campesinas. El movimiento que estallo como instintivo y elemental, no perdió ese carácter a lo largo de su desarrollo y desde sus inicios desbordó los límites de la organización sindical y en ningún momento pudo ser controlado por la Central Obrera. Sin embargo, fueron abiertas las posibilidades para una efectiva incorporación de los campesinos a la COB y para el fortalecimiento de las organizaciones de aquellos. Los sectores burgueses y el gobierno se esforzaron por desvirtuar la fisonomía del movimiento campesino y lo presentaron como a la expresión acabada de la voluntad y decisiones de la COB
3. La acción de los campesinos adquirió rasgos extremadamente violentos y ocupación de los caminos se convirtió en un virtual alzamiento, poniendo de relieve uno de los rasgos diferenciales del movimiento campesino. Esta tendencia pudo desarrollarse en toda su amplitud como resultado de ninguna influencia de la burocracia sindical cobista sobre los explotados del agro.
Los campesinos colocados ante la necesidad de obligar a las autoridades a atender sus demandas y seguros de que estaban actuando totalmente aislados, descubrieron que la mejor forma de presionar sobre aquellas era el inmovilizar todo tráfico por los caminos y el cortar el suministro de alimentos a las ciudades. La acción fue en alguna forma novedosa y demostró que es posible potenciar la actividad campesina. No se cometió el error de limitarse a declarar una huelga campesina, sino que la acción directa adquirió en esta oportunidad contornos muy precisos y adecuados a las características del campesinado.
El bloqueo de caminos y la no comercialización de productos agropecuarios se incorporaron rápidamente al arsenal de conquista de las masas agrarias, como demuestran los acontecimientos que todavía persisten.
Una vez más ha sido puesta de relieve que la violencia es uno de los rasgos diferenciales del movimiento campesino.
El imponente bloqueo de los caminos ha tenido lugar cuando los campesinos todavía no se han liberado de la influencia que sobre ellos ejercitan los sectores burgueses democratizantes, sin embargo se ha desarrollado al margen del parlamentarismo, como si los explotados no tuviesen la menor confianza en sus “representantes”. El saldo positivo de estas acciones campesinas radica en que ha quedado planteada la posibilidad de que el agro se emancipe de la burguesía y se encamine hacia las posiciones del proletariado, pero hay que recalcar que se trata de una posibilidad y no de un proceso ya consumado y tampoco de algo que se dará mecánicamente. Si bien aparecieron indicios de aproximación de los campesinos al proletariado, particularmente en algunos centros mineros, como Colquiri, Siglo XX, Matilde, etc. el grueso de ellos continuó moviéndose bajo la influencia de los sectores burgueses democratizantes, que rápidamente tomaron como su propia bandera las reivindicaciones del agro. La clase obrera, que en ese momento se expresó a través de la COB no pudo vencer a la burocracia para poder arrastrar detrás de sí a los campesinos.
Queda en claro que la agudización de la lucha de clases permitirá que se avance en el camino de la alianza obrero campesina, pero también en este terreno será preciso aplastar políticamente a las direcciones burguesas, lo que plantea un reajuste en los cuadros de dirección del agro.
4. Las reivindicaciones planteadas por el agro correspondieron exactamente a las tendencias básicas que se agitan en el campo y denuncian la heterogeneidad que se va acentuando en su seno.
Si bien el grueso del campesinado, inmerso en la autonomía autosuficiente no ha logrado avanzar en el camino he la diferenciación entre manufactura y agricultura, ese avance es rentable para los sectores que se mueven alrededor de los centros urbanos (los Yungas, Valle cochabambino, región del Lago Titicaca, etc.). La aplastante mayoría de la gente empobrecida del campo es pequeña propietaria, rasgo esencial que define sus características; a pesar de todo, el índice e riqueza en las zonas alejadas está constituida por la yunta de buey y en las proximidades de las ciudades por el camión.
Queremos subrayar que los campesinos que cotidianamente se vinculan con el mercado de la ciudad se distinguen por ser comerciantes y la división del trabajo entre ellos ha conocido un marcado desarrollo. Estos agricultores-comerciantes producen valor de cambio, plusproducto en proporción considerable, lo que teóricamente podría permitirles ingresar armas elementales del capitalismo, esto siempre si hubiese aún tiempo para ese desarrollo.
Es esta pequeña minoría campesina la que planteó de manera imperiosa, porque estaba en juego la suerte de sus intereses cotidianos, la elevación del precio de sus productos y la disminución de las tarifas de transporte. Durante el conflicto fue también cuestionado el nuevo precio del kerosene, que muy sugestivamente es el único combustible que se usa en las proximidades de las ciudades y se va tornando excepcional a medida que los moradores del campo se alejan de aquellas, esto pese a que Bolivia no es una excepción en la acentuada crisis mundial de la leña.
Como se ve, las reivindicaciones levantadas durante el último conflicto, que bien pueden ser consideradas generales, no fueron sentidas ni enarboladas con la misma intensidad por todo el agro, su imperiosidad fue propia sólo de una minoría, lo que ayuda a explicar por qué el grueso de los campesinos hubiesen permanecido inactivos mientras algunos sectores bloqueaban los caminos.
El virtual cerco tendido a las ciudades demostró que un conflicto de grandes proporciones en el agro tiende a convertirse en un problema capaz de arrastrar a las otras clases sociales y, por esto mismo adquirir notables connotaciones políticas.
Si bien la demanda de mejores precios apareció inicialmente, como un simple cuestionamiento del trato que deben merecer los productos de alimentos en el mercado, el desarrollo del conflicto permitió que afloren algunos de los rasgos de naciones oprimidas que distinguen a aymaras y kechuas. Resultó perceptible el odio a los blancos como el rasgo común de los bloqueadores de caminos.
5. Para la debida comprensión de los acontecimientos de noviembre y de las relaciones que imperan entre el campo y la ciudad, caracterizadas porque el capitalismo ha impuesto la subordinación del agro a los centros industriales, como consecuencia de la superioridad y predominio del modo de producción capitalista sobre otros heredados del pasado, y la preeminencia del proletariado sobre las otras clases ante el problema de la solución revolucionaria de las condiciones sociales se tiene que partir de la evidencia que esta relación de subordinación del agro a la ciudad no puede trocarse en su contraria por el hecho de que el campo se agite más que los centros urbanos e inclusive sea el único escenario de convulsiones sociales, esto porque esos actos de subversión sólo podrán encontrar respuestas revolucionarias si se da el caso de que la clase revolucionaria ciudadana las tome en sus manos.
El modo de producción capitalista para lograr su adecuado funcionamiento se adapta a algunos rasgos de la producción precapitalista y los utiliza en su provecho. Es normal que los precios se fijen de acuerdo a las leyes del mercado sobre todo cuando se trata de la producción capitalista; sin embargo, la necesidad de mantener en cierto nivel los costos de producción ha obligado al Estado a emplear métodos policiales para fijar los precios de los productos agropecuarios, que prácticamente los ha congelado frente al ascenso ininterrumpido de los precios de los productos industriales. Por mucho tiempo han quedado abiertas las tijeras de los precios de las mercancías provenientes de la ciudad y del campo, lo que no podía menos que acentuar extremadamente la miseria de la mayoría nacional. Este hecho explica por qué los campesinos demandaron una elevación de cerca del 300 por ciento para las patatas frente a la subida de alrededor del 100 por ciento de las tarifas del transporte.
6. Los acontecimientos que comentamos han vuelto a confirmar que la forma como los campesinos producen su vida social y que ocasionan su atomización, no les permite dar expresión nacional a sus reivindicaciones.- Los precios de los productos agrícolas ciertamente que interesan a todos los productores del agro, pero ese interés se torna inmediato sólo para los que cotidianamente comercian con la ciudad, no así para los que una o dos veces al año se reúnen en ferias regionales. Esta realidad se traduce en la imposibilidad de estructurar un partido político nacional campesino.
Únicamente el proletariado puede levantar e incorporar a la lucha a los campesinos en escala nacional, de esta manera el número se traducirá en potencia política.
Las ciudades bolivianas sólo se proveen parcialmente de alimentos provenientes del agro que las circundan, no se puede hablar de una dependencia total en este aspecto. Si se toman los costos de producción, sería más económico importar todos estos productos y si en el último conflicto no se ha procedido así es debido a las tremendas dificultades financieras del país.
7. La COB no tuvo la menor responsabilidad en el estallido del conflicto campesino, pues ni lo preparó ni tampoco determinó su desencadenamiento. Tomada de sorpresa la burocracia sindical y, fiel a su orientación proburguesa, no atinó a colocarse a la cabeza de los campesinos, lo que habría permitido facilitar la alianza de estos con la clase obrera.
La actitud de la burocracia fue contraria a los intereses de la revolución y de los propios campesinos, pues agotó todos los recursos para obligarles a levantar el bloqueo de los caminos cuando prácticamente el gobierno no tenía más remedio que ceder a las demandas del agro.
Frente al problema central de los precios y suministros de los productos agropecuarios, la burocracia actuó con una mentalidad típicamente burguesa, tierno sí era la defensora de la ciudad exclusivamente. El problema no consistía en divorciar a obreros y campesinos cuando se trataba de afrontar las dificultades del mercado, sino de apuntalar las demandas campesinas complementándolas con la exigencia del aumento general do las remuneraciones y del establecimiento de la escala móvil de salarios.
La quiebra de la burocracia de la COB en este aspecto no es más que un reflejo de la incapacidad que tiene la burguesía para resolver los problemas cruciales del agro.
La burocracia es una víctima de la opinión pública creada por la clase dominante y cuya principal caja de resonancia es la pequeña burguesía. Los traspiés que dio se debieron, en gran medida a la presión adversa ejecutada sobre ella por la clase media.
8. La atomización del campesinado continúa exteriorizándose en los intermitentes bloqueos de caminos que todavía estallan en algunas regiones del país. Su coordinación no será posible a menos que el proletariado logre colocarse a la cabeza de los explotados del agro. El problema de los precios de los artículos agropecuarios no está aún solucionado del todo, pero corre el riesgo de extraviarse en los tortuosos caminos de las conversaciones entre las direcciones sindicales campesinas y el gobierno. La burocracia de la COB, como es ya habitual en ella, preferirá las conversaciones a la acción directa, que es una buena forma de condenar al fracaso las aspiraciones del agro.
Los campesinos, esta es la enseñanza mayor de todo el conflicto, sólo podrán imponer sus aspiraciones mediante la acción directa. El gobierno utilizará el manipuleo de los porcentajes de precios y de la misma moneda para frustrar las demandas del agro. Si se produjese un nuevo bloqueo de caminos los militantes poristas deberán encaminarse a entroncarlo en la movilización del proletariado, lo que abriría insospechadas perspectivas para el movimiento revolucionario.
VI. El clima golpista
1. Los empresarios privados y ni duda cabe el imperialismo, están sumamente preocupados porque el gobierno carece de capacidad y de posibilidades para poder controlar a las masas, que tan amenazadoramente se vienen movilizando. Algunas capas de la clase dominante parece que todavía confían que las elecciones generales podrían dar nacimiento a un régimen democrático suficientemente fuerte como para imponer, con ayuda de la ley, la paz social y la estabilidad política y jurídica. Sin embargo, los sectores derechistas particularmente los uniformados, abrigan el temor de que el proceso electoral contribuiría a fortalecer la influencia de los grupos de izquierda en el futuro gobierno y para ellos esta influencia es sinónimo de caos y anarquía comunistas. Es esto lo que explica la existencia en los medios burgueses de tendencias parlamentaristas y golpistas, que se encuentran en constante pugna y que contribuyen a otorgar determinadas características a la situación política imperante. Es importante anotar quo unos y otros parten del convencimiento de que ha llegado el momento de poner atajo a la irrupción de las masas, que progresivamente acentúan la acción directa, venciendo la resistencia de la propia burocracia sindical (parece que la dirección de la COB ha prohibido toda huelga con el argumento de que su estallido podría motivar la precipitación de un golpe de Estado gorila).
Tal actitud de la clase dominante determina que se viva en un clima francamente golpista.
2. Las medidas económicas dictadas por el gobierno provisorio y la sistemática campaña, seguramente en coordinación con los movimientos que realizan los golpistas, están creando mucha inquietud en vastas capas de la clase media y que vienen siendo atrapadas por la desesperación y el miedo a que pueda precipitarse una dictadura de izquierda interesada en destruir la propiedad privada y todo el ordenamiento jurídico vigente. La propaganda de la empresa privada busca hacer creer que ella se encuentra al borde de la ruina como consecuencia de la prepotencia sindical, de las huelgas salvajes y de la agitación francamente comunista. Los capitalistas llegan al extremo de provocar el estallido de conflictos sociales, esto porque les ayuda a confirmar su campaña tan interesada y tan deformadora de la realidad.
Desde muchos lados se viene contribuyendo a crear la idea de que Bolivia se encamina a la instauración de un régimen comunista y la derecha castrense está segura que las elecciones precipitarían su advenimiento. Como tantas veces ha sucedido este temor es exagerado o es acentuado con miras a lograr la unidad de los grupos más dispares de la clase dominante a fin de preservar la sociedad actual y también la integridad del Ejército. Algunos elementos pertenecientes al ala institucionalista de las Fuerzas Armadas han comenzado a formular la tesis de que ante el peligro de caer de nuevo en el caos político se tornaría en una necesidad la unidad de las diversas corrientes militares.
No se puede olvidar de que el comunismo es presentado como el enemigo principal común de toda la clase dominante y del Ejército en su conjunto. El recuerdo de lo sucedido en 1952 no se ha disipado y sigue jugando el papel de polo unificador de los grupos en discordia.
3. Las capas desesperadas de la clase media son las que sirven de basamento social al fascismo; Un gobierno gorila es él timoneada par militares de derecha y que desarrollan una política totalitaria y brutal centra las masas y los partidos de izquierda, pero para transformarse en fascista precisa el apoyo do sectores de la clase media y aparecer así como popular. So están creando las condiciones sociales y políticas que pueden permitir la aparición de esta última variante.
La diferencia existente entre la situación del mes de noviembre de 1979 y la actual, radica, precisamente en que el golpe de Estado de Natusch quedó totalmente aislado de la clase media, de la burguesía nacional y del imperialismo, mientras que los golpistas de hoy podrían apoyarse en la clase media temerosa y dominada por la histeria.
4. Como se ve, la crisis de la burguesía en el plano estatal y la actitud que viene asumiendo la clase media convierten en posible y viable un golpe gorila, que rápidamente podría estructurarse como gobierno fascista.
Como quiera que los explotados estén movilizados no debe descartarse su resistencia al nuevo intento que se haga por imponer un régimen brutal destinado a acallar las demandas populares.
Toda la experiencia del pasado inmediato enseña que si la lucha contra el golpismo gorila se circunscribe a la defensa del orden democrático y los explotados se subordinan a la dirección burguesa, no hará otra cosa que imponer una etapa intermedia que servirá para preparar nuevos intentos de implantación del fascismo- No es posible olvidar que esta forma gubernamental no es más que un recurso del que dispone la clase dominante para preservar sus privilegios.
La táctica correcta debe consistir en que la necesaria lucha contra el golpismo y por la defensa de las garantías constitucionales y sindicales debe ser planteada de manera que permita que las masas se vean obligadas a romper el estrecho marco capitalista y aproximarse al logro de su objetivo estratégico.
Ni duda cabe que la verdadera contradicción es la que existe entre el fascismo y dictadura del proletariado. Pero también es evidente que esa contradicción se concretiza en ciertos momentos en la pugna que se entabla entre un gobierno democrático y otro fascista. La desviación reformista radica en convertir a la democracia burguesa en una finalidad estratégica.
Será necesario subrayar que la luch3 parlamentaria no tiene ninguna posibilidad de extirpar el peligro del golpismo gorila.
Los trotskistas son los abanderados de la lucha antigorila y se diferencian de los demócratas en que desarrollan esa batall3 con los métodos de la revolución proletaria, es decir soldándose con las masas y dirigiendo sus luchas diarias, subordinando todas las formas de actividad a los métodos del proletariado.
El vigor y las emergencias de la huelga general de noviembre de 1979 ha llevado a todos al convencimiento de que el rechazo a un golpe gorila se tendrá que hacer siguiendo este camino, pero deberá procurarse que la solución de los problemas políticos quede en manos de la clase obrera. El desarrollo mismo de los acontecimientos abrirá la posibilidad o no de instaurar la dictadura proletaria o bien de pasar por la variante de gobiernos de breve duración y que por su composición popular y por su proyección hacia la dictadura proletaria pueden considerarse como obrero-campesinos. Sin embargo, no es esto lo que está en discusión, sino la forma concreta en que puede aplastarse al golpismo gorila.
VII. Perspectivas
1. La huelga general que emergió de la crisis política última tuvo la virtud de sacar a primer plano las tendencias que se agitan en medio de las masas y que pugnan por una política independiente de la clase obrera frente a la burguesía democratizante; por imponer la preeminencia de la acción directa, que es todo lo contrario del parlamentarismo; por estructurar los órganos de poder propios de las capas más vastas de los explotados y por combatir y sobrepasar a la burocracia sindical. La quiebra de la “izquierda” tradicional se convierte en un factor que favorece el libre desarrollo de estas tendencias. El futuro ascenso revolucionario de las masas no podrá menos que potenciarlas y de esta manera se logrará el reencuentro con la Política que fuera desarrollada en 1970-71 Por la Asamblea Popular.
2. Todo hace presumir que la gran batalla será librada alrededor de las reivindicaciones salariales y no de la lucha parlamentaria, que para las masas hambrientas esta última no se da todavía como a realidad tangible.
En otras circunstancias, particularmente si su rasgo diferencial no hubiese sido la radicalización de la clase obrera, se podría solo hablar de la posibilidad de transformación de las reivindicaciones económicas en una batalla política; bajo las circunstancias imperantes hoy se torna inevitable la inmediata transformación de las demandas salariales en la lucha política. No bien los explotados ganen las calles para imponer la mejora de sus remuneraciones se tornará inaplazable la organización de instrumentos populares de rasgos sovietistas, que no podrá menos que proyectar la lucha más allá del parlamentarismo y de la democracia burguesa.
Así quedara abierta la perspectiva de la conquista del poder por la clase obrera, actuando como caudillo nacional.
3. Nuevamente se presenta ante las masas y ante el partido revolucionario el problema de cómo efectivizar la tendencia proletaria de transformarse en dirección de las masas en general. De aquí surge la vigencia de la táctica del frente antiimperialista, como válida para todo el período que precede a la conquista del poder. Es en el marco de este frente que el partido del proletariado podrá ganar para sus posiciones al grueso de las masas actualmente controladas por el nacionalismo y por las tendencias “izquierdistas” que le sirven, utilizando el método de la crítica y la demostración de las traiciones al programa antiimperialista por parte de aquellos.
El frente antiimperialista es un frente de clases y el propugnado por el POR se distingue porque demanda que se lo haga dentro de la estrategia del proletariado.
La radicalización de las masas y la existencia del FRA pueden coadyuvar al fortalecimiento de la dirección revolucionaria partiendo de la disgregación de la izquierda tradicional, disgregación que es consecuencia de su aburguesamiento.
Si bien la precipitada suspensión de la huelga general por parte de la burocracia sindical impidió a la clase obrera solucionar a su modo la crisis política, el desarrollo de la actual situación se encamina a abrir nuevamente la perspectiva de la conquista del poder por la clase obrera. El POR deberá ajustar su trabajo organizativo y político dentro de esta tendencia.
4. Cuando hacemos un pronóstico político nos limitamos a señalar la gran tendencia dentro de la cual puede desarrollarse el acontecer político. Esta tendencia puede verse interferida por muchas circunstancias coyunturales antes de realizarse, pero, si coincide con las grandes leyes de la transformación social concluirá imponiéndose.
Sostener la existencia de una tendencia en el proceso político significa que la realidad palpable del momento se proyecta en determinado sentido. No se trata de formular una utopía o algo que sólo puede darse en el campo de la especulación teórica, sino de potenciar políticamente la actividad cotidiana en el seno de las masas.
5. La “izquierda" está condenada a no salir ilesa de su periplo por las trincheras burguesas, contrariamente, su atomización es ya cosa de la actualidad. De sus cenizas surgirá el fortalecimiento de la dirección revolucionaria. El POR tiene la posibilidad de lograr la evolución política de los sectores más sanos y valiosos de los partidos de “izquierda”, lo que puede conducir a su asimilación. Las condiciones políticas que ya se perfilan hoy permitirán que el POR se convierta en el polo aglutinante y orientador de la izquierda dispersa y de las masas radicalizadas; será una de las consecuencias de que supo mantener en alto la bandera revolucionaria, luchando contra la corriente.
6. Las medidas económicas dictadas por el gobierno burgués derechista y que responden a la imposición de las condiciones propuestas por el Fondo Monetario Internacional, tienden a agravar mucho más aún la miseria de las masas, esto porque no podrán menos que disminuir los salarios reales.
Así se abre la posibilidad inmediata de la lucha de masas por el logro de sustanciales aumentos salariales. Como hemos indicado ya esta lucha se trocará de inmediato en política. Siguiendo este camino los explotados pueden orientarse hacia la conquista del poder lo que determinaría la total caducidad del parlamentarismo. El POR debe ocupar la primera fila en esta lucha de los explotados.
Resolución sobre la cuestión electoral.
1. Considerando que las masas han iniciado el proceso de movilización y radicalización, que han avanzado bastante en este camino, pero no lo suficiente para que pueda decirse que nos encontramos en vísperas de la insurrección, resulta conveniente e imprescindible la participación del partido revolucionario en el proceso electoral.
2. Sin embargo, el POR parte de la certidumbre de que actualmente la tarea prioritaria consiste en el logro del aumento general de salarios y en la implantación de la escala móvil. Todo permite suponer que esta batalla se convertirá en un gran enfrentamiento de las masas radicalizadas contra la clase gobernante, batalla que podría plantear el problema del destino del poder político y de esta manera convertir en innecesaria o distraccionista la preocupación por efectivizar las elecciones generales.
3. Si políticamente fuese conveniente la utilización del POR del método parlamentario debe servir para acentuar su penetración en el seno de las masas, para difundir en ellas su programa, para que pueda organizarías, movilizarlas y educarlas políticamente Esta es la labor prioritaria que puede cumplirse mediante la presentación o no de candidaturas propias.
4. La campaña electoral debe servirnos para intentar la formación del FRA y para explicar a todos los explotados cuál es su verdadera esencia.
5. No existen razones para que abandonemos nuestro programa en materia electoral y deberá volver a ser puesta en vigencia en la campaña electoral que está a punto de abrirse.
Como quiera que se vaya acentuando la crisis en las organizaciones y grupúsculos de izquierda, la campaña electoral deberá también orientarse a permitir que profundicemos esa crisis a fin de poder ganar para nuestras posiciones a los mejores elementos que aun permaneces en otras tiendas políticas.
Conclusiones y recomendaciones del XXVI Congreso,
1. Se deben superar las normas organizativas individuales de épocas de clandestinidad, pasando más bien a nuevas formas de organización que nos permitan un crecimiento masivo, en correspondencia con la nueva situación política que se va tornando favorable hacia nuestras posiciones.
2. Como resultado de la experiencia lograda hasta el momento en el trabajo frentista, se recomienda discutir los métodos de trabajo en las organizaciones de masas teniendo en cuenta que no se deben convertir a estas organizaciones en cenáculos partidistas. En este sentido se debe combatir enérgicamente los intentos de la izquierda de hacernos aparecer en todo trabajo frentista como exclusivamente trotskistas. Además se debe tomar en cuenta las reivindicaciones inmediatas de esos sectores.
3. Por la necesidad de plasmar nuestras ideas programáticas, en las condiciones actuales es cuando el trabajo organizativo adquiere singular importancia, la democracia interna cobra a su vez un papel preponderante en la discusión interna de todos los problemas y divergencias. Es en este sentido, que la autocrítica sólo puede ser producto de una amplia discusión y en ningún caso de la conminatoria.
4. En el problema de la formación de cuadros y la educación de simpatizantes se debe evitar el mecanicismo, tratando de adecuar nuestros métodos y explicaciones a cada caso concreto y a las propias características del grupo.
5. La militancia en general y en especial la de reciente incorporación debe intensificar su autoformación, sin esperar la participación de las direcciones regionales o nacionales.
6. Se eligieron los siete miembros correspondientes al Comité Central del Partido, En el mismo fue ratificado el camarada G. Lora como Secretario General.
7. Asimismo, se eligieron los tres miembros de la Comisión de Control, de acuerdo siempre a lo que prescriben los Estatutos del Partido.
8. Con el objeto de mantener permanente contacto con el interior, además de estar informados de todos los acontecimientos, los CCRR deben regularizar el envío al CC de informes periódicos de sus propias actividades y noticias de los diferentes sectores en los que actúan.
9. Con relación a las deudas que aún mantienen los CCRR, por concepto de libros y periódico, se resuelve que será el CC, quien decida las medidas a tomar para cada caso y de manera inmediata.
10. Con relaciona nuestra participación en las elecciones sindicales de Potosí, se ha recomendado a los camaradas de ese CR, desechar toda posibilidad de alianza con los integrantes del PC-ML.
11. Con relación al trabajo que se realiza en UMBO, se ha recomendado reorientar ese trabajo en sentido de convertir a esa organización en un frente de masas, partiendo de los problemas inmediatos de la mujer, aunque éstos sean de lo más superfluos. Las posiciones revolucionarias deben ser expresadas a través del mismo programa de UMBO.
La Paz, febrero de 1980