POLÍTICA OBRERA Y LA GUERRA DE LAS MALVINAS
P.O. 330, págs 1 a 3, 15/6/82
Este periódico estaba en pleno proceso de impresión cuando se informó sobre la completa rendición de Puerto Argentino. Quien ha seguido la lectura de los números anteriores, como quien lee POLITICA OBRERA por primera vez en éste número, podrá ver que la actual derrota y capitulación es apenas la consecuencia de la política de postración ante la flota y la alianza angloyanqui seguida por el régimen militar desde el mismo 2 de abril. Esta línea de capitulación puede resumirse así:
Negativa a movilizar al país y a América Latina para un enfrentamiento total con el imperialismo. Esta negativa estaba sustentada en la búsqueda desesperada de un acuerdo con los EEUU, como se evidenció en cada una de las etapas de este conflicto (misión Haig, etc.).
Sometimiento económico al boicot del imperialismo mundial. No sólo no se tocó ninguna de las empresas imperialistas, y se pagó y se prometió pagar pasare lo que pasase la fabulosa deuda externa contraída por la dictadura, sino que el capital extranjero recibió total salvaguarda y fabulosos subsidios.
Hambre, desocupación y represión para las masas trabajadoras. El imperialismo despide y suspende masivamente a los trabajadores, debilitando a la economía nacional y el gobierno militar no solo no toma ninguna represalia sino que reprime todo intento de las masas por organizarse y resistir a la agresión imperialista.
La ocupación del archipiélago fue una aventura que armó la dictadura para superar su crisis y su impasse, con la certeza de una fácil victoria. Creían que iban a terminar contando con el apoyo del imperialismo yanqui, a quien estaban dispuestos a entregar las riquezas y bases militares en las Malvinas. Y terminaron capitulando porque esta gente, por su naturaleza proimperialista no podía movilizar a la nación en una guerra nacional contra el imperialismo. Todo el esfuerzo de la dictadura en estos dos meses consistió en paralizar todo intento de profundizar la movilización nacional contra el imperialismo y en buscar el favor de Reagan y Haig.
La capitulación actual tiene-también impreso el sello del desesperado afán por arreglarse con los yanquis. Tratan de recomenzar las negociaciones en las Naciones Unidas y abrir un cuadro de recomposición de sus relaciones con el capital extranjero. La venida del Papa y el apoyo de Galtieri al mismo tuvo dos objetivos directos. Primero, ayudar a desmovilizar el sentimiento patriótico nacional pregonando la paz por sobre la soberanía. Segundo, buscar una paz con “honra”, que le permitiera salvar la ropa al régimen y reanudar sus lazos con el imperialismo.
Toda la clase burguesa acompañó a muerte esta política de apaciguamiento y capitulación frente al imperialismo. La Multipartidaria, los Contín, Bittel, Frondizi y Cía dijeron una y mil veces que apoyaban todo lo actuado por las fuerzas armadas. Ninguno planteó la necesidad de un enfrentamiento nacional (expropiación, moratoria de la deuda, etc.) contra el imperialismo. La Multipartidaria de partidos burgueses es cómplice total del gobierno en la actual capitulación.
¿Qué situación se abre ahora en el país?
La bancarrota de la dictadura no puede ser más completa.
A toda la catástrofe económica, social y política existente antes del 2 de abril se añade ahora el desastre de las Malvinas. No se trata sólo de la bancarrota militar, sino de la evidencia de la incapacidad total del régimen para defender a la nación y al estado nacional.
El régimen militar no tiene ninguna salida. Ni siquiera una salida reaccionaria. Su caída es inevitable.
Al imperialismo, le interesa promover un recambio -aunque lo menos traumático posible para prevenir una crisis total del Estado y la posibilidad de una irrupción de las masas-, porque no tiene confianza en el accionar de este equipo de aventureros.
La burguesía nacional también busca el recambio, porque este gobierno ya carece de autoridad y no está en condiciones de arbitrar las diferencias entre sectores y menos de elaborar un plan para salvarle de la bancarrota económica en que se encuentra.
Para la clase obrera y los explotados estas salidas políticas que se preparan se harán a expensas suyas. El conjunto de las clases dominantes quiere recomponer sus relaciones con el rmpenalism0. La burguesía nacional argentina es una clase sin salida, dependiente del capital extranjero. Tendrán palabras demagógicas, tendrán cortinas de humo diplomáticas de aire “tercermundista”, pero en realidad para rescatar sus empresas de la bancarrota buscaran los buenos oficios de la banca internacional. Y todo eso será a costa de las masas trabajadoras quienes tendrán que pagarlo con más inflación y carestía, con mayor deterioro de sus condiciones de vida.
El problema central para el proletariado es cómo actuar frente a la situación política que se abre. Tiene dos opciones: o impone su salida, una salida antiimperialista (expropiación del capital imperialista, estatización de la banca, del comercio exterior y de todas las empresas en bancarrota, planificación centralizada de la economía, aumento salarial, congelación de precios, etc.) o será aplastado por la miseria en que lo sumirá el proceso de concentración, monopolización y recolonización que lanzara el capital imperialista aliado al gran capital nativo.
Para ello se impone en primer lugar criticar a muerte cualquier forma de gobierno de transición que permita salvar la continuidad del actual régimen, sea este cívico, como pretende Alfonsín, cívico-militar como plantea el Partido Comunista, o militar como reclama la derecha nacionalista.
Lo que corresponde frente a la total bancarrota de este régimen es la inmediata convocatoria de una Asamblea Constituyente democrática y soberana, donde las masas trabajadoras discutan democráticamente el destino nacional. Pero es in-dudable que esto es lo último que piensan hacer la dictadura y los representantes de la burguesía.
Una salida democrática y antiimperialista a la actual crisis dependerá de la intervención de la clase obrera y los explotados. Para ello es urgente que los trabajadores se doten de sus organizaciones de masas, que se reconstruyan los cuerpos de delegados y las comisiones internas, que se pongan en funcionamiento sus sindicatos y sus CGT. Es necesario preparar un Congreso de Bases del movimiento obrero para superar la división y la parálisis que han provocado los Triacca y los Lorenzo Miguel al subordinarse a la dictadura y a la burguesía. Se plantea con toda fuerza una campaña para recuperar los sindicatos por la vía de los hechos, de la acción directa.
Con la rendición de Puerto Argentino se plantea un balance no sólo de la incapacidad de la dictadura, sino también de la oposición burguesa de la Multipartidaria.
Esta ha estado empantanada y arrastrándose frente al régimen durante los últimos dos años y cuando se planteó el enfrentamiento con el imperialismo evidenció su total impotencia.
Todos aquellos que creían que la Multipartidaria podía ser una alternativa antiimperialista, pueden y deben sacar ahora un balance a la luz del rol proimperialista que ha asumido en el transcurso de este conflicto.
Para el proletariado y todos aquellos que abracen su causa es condición esencial agruparse en torno a banderas de independencia política frente a la burguesía. Sólo así podrán encarar la construcción de un Frente Revolucionario Antiimperialista que se oponga a los proyectos proimperialistas que se están gestando y dirija la movilización nacional antiimperialista.