El verdadero carácter del ultraizquierdismo


12 de junio de 1982 Nro. 330


 


León Trotsky dejó una lección política tan clara en lo que se refiere a la caracterización de la guerra entre un país sometido y un estado imperialista, así como a la conducta que los revolucionarios deben asumir en tales circunstancias, que la incapacidad de algunos llamados trotskistas para formular una política correcta ante la guerra entre Gran Bretaña y Argentina delata, sin sombra de duda, su completa bancarrota política. Es el caso -aunque no el único- de la impostora OCI francesa y de sus mantenidos, organizados en el llamado Comité Internacional de Reconstrucción (CIR).


 


Las “cabezas pensantes” de este grupo se han pronunciado por Argentina contra el imperialismo británico, pero con la peculiar característica de que sintetizan esta posición en el slogan "Ni Thatcher ni Glatieri” (ver “O Trabalho”, 15/5/82, sección brasileña del CIR). En los hechos, entonces, se han deslizado hacia las posiciones del imperialismo. Las causas de este enorme desatino residen, primero, en su enorme confusión política (resultado, a su vez, del hecho de que este grupo ha sido incapaz de ligarse a la lucha del proletariado y de las naciones oprimidas) y, segundo, en su capitulación ante el gobierno "socialista” francés (al que apoyan "críticamente”). Este gobierno, como se sabe, es el principal aliado europeo de los piratas, al punto que, según la revista "Time” (30/5/82), presionó a la Thatcher, junto a los Estados Unidos, para no dilatar el conflicto con una guerra de desgaste sino acabarlo rápidamente en un asalto a fondo contra Puerto Argentino. También ha embargado el envío de los Exocet a Perú, para que no llegue ningún refuerzo a Argentina, y ha cumplido con rigor el bloqueo contra Argentina, para quebrarla en todos los terrenos (¿cómo sorprenderse, entonces, de que J. Nott, el ministro pirata de Defensa haya declarado: "Insisto en subrayar el extraordinario apoyo que hemos recibido del presidente Mitterrand y del gobierno francés, y el apoyo particular que tengo de mi homólogo el ministro francés de la defensa desde el comienzo del problema de las Malvinas” ("Le Monde”, 28/5, pág. 42).


 


El problema concreto


 


Es harto evidente que el problema político de esta guerra no se reduce al hecho de que opone una nación opresora contra una nación oprimida, pues una de sus características concretas es que el gobierno de esta última es una dictadura impuesta, oportunamente, por el propio imperialismo, v de indudable filiación burguesa y antiobrera. Esta es una contradicción objetiva de esta guerra, y no se la esquivará apoyando a una Argentina "pura”, compuesta por su "pueblo”, incontaminado del régimen político que la gobierna. El apoyo a la nación oprimida debe ser incondicional, lo que significa: independiente del gobierno que circunstancialmente la dirige. Cualquier otro planteamiento equivale a admitir que la derrota del país sometido a manos del imperialismo, puede ser conveniente para la causa del proletariado mundial.


 


Es que el resultado históricamente progresivo de esta guerra (y no solo para los trabajadores argentinos sino de todo el mundo) sería la derrota de Gran Bretaña a manos de Argentina, incluso bajo la forma de una derrota de la Thatcher a manos de Galtieri (¡y no sólo bajo la forma de una victoria de un gobierno obrero argentino contra el imperialismo inglés!). La determinación de que este resultado, y sólo éste, serían históricamente progresivo, parte del hecho de que la base de todo el orden mundial de la explotación capitalista reposa en el dominio de un puñado de naciones imperialistas sobre la inmensa mayoría de la humanidad. La derrota de la Thatcher sería un golpe fantástico en favor del proletariado británico, del pueblo de Irlanda y del conjunto cíe las naciones oprimidas, y no sería ningún refuerzo para la dictadura argentina, por la simple razón de que la derrota imperialista significaría la quiebra de la base de sustentación irreemplazable de este régimen. La ruta para acabar con Galtieri pasa por la lucha para derrotar a la Thatcher, y, eventualmente, por la derrota misma de ésta, mientras que la ruta que pasa primero por la derrota de Galtieri a manos de la Thatcher no conduce, de modo alguno, al derrocamiento del gobierno conservador inglés y del Estado británico. A lo que conduce es al reforzamiento del imperialismo mundial y, por lo tanto, al sometimiento de Argentina.


 


Los maestros ciruelas de la OCI no han entendido lo que significa colocarse en el campo de la nación oprimida sin apoyar al gobierno burgués o dictatorial de ésta. Para esta gente no apoyar a Galtieri significa que no se debería hacer nada para que el ejército de Galtieri, la aviación de Galtieri y la marina de Galtieri derroten a la flota británica o más aún, que habría que evitar que Galtieri derrote a la Thatcher. ¡Monumental estupidez! No apoyar a la dictadura no es poner un signo igual entre ella y el imperialismo, sino combatir todo esfuerzo que se haga por confundir, mezclar, o identificar los objetivos, los métodos y los interese del proletariado, en esta guerra, con los de la dictadura o los de la burguesía, y, de esta manera, preparar las condiciones para que el proletariado se convenza, y convenza a la mayoría nacional, de la necesidad de conquistar para sí la dirección de la guerra antiimperialista, derrocando, oportunamente, al gobierno burgués, civil o militar, de turno:


 


No apoyar a la dictadura es no apoyarla contra el proletariado, pues a eso equivaldría el apoyar la conducta política y militar y el contenido de clase que la dictadura invariablemente dará a esta guerra. Pero nunca puede querer decir no apoyarla contra la Thatcher, con los métodos propios del proletariado. ¿Qué son los comités obreros de control de los superbeneficios de guerra y de la calidad del armamento que provee la industria bélica, sino un apoyo al ejército argentino de Galtieri contra la flota británica de la Thatcher —mediante una racionalización del esfuerzo económico y militar? Justamente porque, en una guerra nacional, la participación decisiva del proletariado como clase rompe los límites del régimen político imperante (¡control obrero, entrenamiento militar y armamento de la población!), es que el no apoyo a la dictadura como régimen y el apoyo práctico a su guerra contra la flota imperialista forman los pilares de la política revolucionaria. La posición de la OCI es una variante del neutralismo a lo Cortázar: las Malvinas son argentinas, pero…


Es sabido que la OCI tiene por costumbre excomulgar a quienes le señalan su ignorancia política y su tendencia a la capitulación frente a los imperialismos democráticos, con el mote de "nacional-trotskistas”. Obispos sin feligresía, escupen hacia el cielo, porque la OCI es, indudablemente, la corriente más nacionalista dentro de los círculos seudotrotskistas -esto, en gran parte, debido a su provincialismo. Es así que, en esta guerra, con su "ni Thatcher ni Galtieri” demuestran no entender el carácter internacional de la presente guerra y la enorme crisis que abriría la victoria de Argentina, incluso encabezada por la dictadura.


 


Colocar a la Thatcher y a Galtieri en el mismo plano es, desde un punto de vista internacional, un crimen político, que refuerza los prejuicios democráticos imperialistas del proletariado de los países avanzados y debilita la determinación de lucha antiimperialista del proletariado de las colonias y semicolonias.


 


En el periódico brasileño que ya hemos citado se plantea la barbaridad de que "no (hay que) asumir ningún compromiso con el régimen militar argentino”. Esto significa, simplemente, decir que están prohibidos los compromisos en general, pues si con Galtieri en guerra con la Thatcher, no: ¿con quién sí?, ¿con Contín, Bittel, etc.? Nuestros "mitterrandistas” apenas esconden sus simpatías por la Multipartidaria, lo mismo que el embajador Schaudelman.


 


¡Pero claro que son legítimos los compromisos, si favorecen al proletariado y a la lucha antiimperialista! La existencia de un enemigo fundamental común crea la posibilidad de un frente común. La dictadura ha empleado mil medios para imponer ese frente, en su propio beneficio, con ayuda de la CGT, del PC y la Multipartidaria (acto del 10 de abril, pasividad posterior de estos). Pero el avance y los golpes de la flota británica abren otra posibilidad frentista, un compromiso político que se base en el armamento extendido de los trabajadores y en el llamado a la solidaridad militar de América Latina. La crisis que la perspectiva de una derrota puede abrir en el ejército plantea una posibilidad en ese sentido, y es por eso que PO ha llamado a manifestar sobre los cuarteles con la consigna de entrenamiento militar y armamento de los trabajadores.


 


La especie de que no sería admisible ninguna clase de compromisos con la dictadura no es, por eso, ni más ni menos, que condenar al proletariado a la pasividad. La clase obrera solamente puede obtener las armas por una de dos vías: por una revolución o como consecuencia de una enérgica presión sobre el ejército, a través de manifestaciones de masa. Como la primera está excluida por la completa inmadurez del llamado factor, subjetivo, el único camino está en participa enérgicamente en la lucha por darle a la guerra un carácter nacional. Esto plantea la posibilidad de un compromiso, es decir, de un frente práctico y militar común con el gobierno o con alguna fracción del ejército. El que no está preparado para esto haría mejor en quedarse en su casa.


 


El diario brasileño mencionado denuncia al gobierno de su país por no apoyar militarmente a Argentina y reclama que se haga inmediatamente efectivo ese apoyo. ¿Pero han percibido estos señores su monumental contradicción’ ¿A quién debería el gobierno brasileño dar las armas, si no a Galtieri? ¿O están planteando que Figueiredo arme a los trabajadores argentinos?


 


Para el CIR, "el hecho de haber ocupado las Malvinas no modifica ni un poco el carácter de esa dictadura” (“Tribuna Internacional”, mayo 1982). ¡Qué escolástica barata! Lógico, antes del 2 de abril teníamos una dictadura y ahora también; subjetivamente, la cúspide militar y el cuerpo de oficiales puede que no hayan cambiado mucho. Pero si por “carácter” de un régimen entendemos el conjunto de sus relaciones internas e internacionales, está claro que si no hubo una reversión de esas relaciones (derrocamiento de la dictadura), hubo sí cambios fundamentales: en lugar de apoyo incondicional del imperialismo tenemos una guerra contra éste; en lugar de una cruzada contra la revolución centroamericana tenemos el retiro de los asesores argentinos; igualmente tenemos un desplazamiento relativo de la ofensiva contra el proletariado hacia una ofensiva contra el imperialismo. El empeño del CIR por negar esta realidad, tiene por finalidad montar la ficción de una Argentina oprimida en guerra en la que Galtieri y su banda nada tienen que ver, a pasar que prácticamente la monopolizan.


 


La lucha contra la dictadura cambio de forma 


 


Para la OCI, la esencia de la política revolucionaria en el momento actual sería plantear "abajo Galtieri”. No hay que olvidar que la preocupación de esta gente es quedar bien con la opinión pública parisina, y esta consigna es un éxito seguro, cuando permite esquivar la responsabilidad del imperialismo francés.


Más todavía, reclaman "elecciones libres” y afirman que la implantación de la democracia formal significará (des) "amarrar las manos" del pueblo argentino para luchar contra los ingleses.


 


Como para la OCI Galtieri y la Thatcher están en un mismo plano, la cuestión de la lucha por acabar con la dictadura está colocada de un modo abstracto. El problema no se plantea, ni desde el punto de vista práctico, ni desde el punto de vista agitativo, de la misma manera que como se planteaba antes de la guerra. Ahora, los trabajadores argentinos están golpeando juntos con Galtieri a la flota (en realidad, no han llegado todavía al plano de golpear realmente, por la traición de sus direcciones). Sólo conquistando una posición efectiva e independiente en la guerra, podrá colocarse la caída de la dictadura a la orden del día. Para acabar con Galtieri, hay que luchar contra la Thatcher.


 


Las reivindicaciones democráticas tienen una importancia prioritaria para la movilización de los trabajadores, y se impondrán efectivamente en la medida en que esta movilización se desenvuelva. Pero afirmar que la democracia formal, como régimen político, significa, en cualquier circunstancia, un progreso para la lucha contra el imperialismo es una postura antiobrera. Es no sólo olvidar el carácter de clase de esta democracia sino su función desmovilizadora. No sólo es verdad lo contrario: sólo la lucha contra el imperialismo permitirá conquistar una real democracia política, sino que el planteamiento abstracto del régimen parlamentario (elecciones) independiente de las posiciones políticas de las distintas clases en esta guerra, y en particular de la burguesía democratizante, corresponde al interés del imperialismo de instrumentar un golpe o un recambio “democrático”.


 


La lucha por el derrocamiento de la dictadura sigue vigente, pero ha cambiado de forma, ya que pasa por la lucha por aplastar a la flota y al imperialismo.


 


La consigna de abajo la dictadura puede tener dos fundaciones esenciales: una, la de servir como medio de agitación política que señala la orientación objetiva de las distintas luchas parciales de las masas en un momento determinado, y que concreta el enfrentamiento de la burguesía apuntando contra su forma política fundamental del momento: la otra, como consigna insurreccional, es decir, que plantea el derrocamiento efectivo de la dictadura.


 


Considerada en su segunda acepción, esta consigna no estuvo a la orden del día en ningún momento desde 1976. Plantearla ahora en este sentido, significa postular una aventura política al servicio del imperialismo.


 


Considerada en su primera acepción (de agitación de tipo político contra el enemigo fundamental, o contra la forma política fundamental del enemigo), esta consigna ha sido desplazada relativamente por la de “abajo la flota británica", guerra total (internacional, política y económica) contra el imperialismo. Como quiera que no exista dictadura sin imperialismo, esta consigna modifica la forma de lucha contra la dictadura. Abajo la dictadura, no es sino otra versión de “ni Thatcher ni Galtieri”. La obnubilación de estos “trotskistas” es tan grande, que han "olvidado” que los bolcheviques no marchaban contra Komilov al grito de Abajo Kerenski (¡ah! ¡Pero Kerenski era el Mitterrand de la burguesía imperialista rusa!).


 


En difinitva, desde el punto de vista de la situacióh de reno, desorganización y confusión en que se encuentra el proletariado argentino, no estamos en la hora aún en que éste pueda plantearse desplazar a la dictadura para dirigir la guerra y ganarla (¡el único que puede ganarla!), sino en una etapa preparatoria, que consiste en encontrar el camino para intervenir en posiciones propias en el presente conflicto desarrollar la confianza en sus propias fuerzas y ganar para sí a la mayoría de la nación. No se trata de ganar primero la guerra con Galtieri (que no puede ganarla) para hacer después la revolución; de Jo que se trata es de orientar al proletariado a intervenir en la lucha para aplastar a la Tatcher, como vía para hacer, antes, durante o después de la guerra, esa revolución. La OCI simple-mente, no reconoce el cambio de forma de la lucha contra la dictadura militar. La lucha contra la dictadura no queda sus-pendida en ningún momento: toma la forma de la lucha contra verdadero amo de ella y de denuncia de la capitulación del gobierno militar ante aquél. Así se va abriendo paso, de nuevo, a consigna de “abajo la dictadura".


 


Capitulación ante la socialdemocracia


 


No debe sorprender, entonces, que en una declaración especial del Secretariado Internacional del CIR emitida en Paris, se silencie por completo el papel jugado por el gobierno “socialista” francés de apoyo a la agresión imperialista, lo que vuelve a mostrar la capitulación de la OCI francesa ante Mitterrand. Los "revolucionarios” parisinos deben recordar que el internacionalismo comienza por casa.


 


El CIR, a su vez, hizo suya la declaración de su “sección” inglesa, donde se plantea el retiro de la flota británica del Atlántico Sur y se destaca la coincidencia con Tony Benn, el líder de la izquierda laborista, pero con todo lo justo que es reclamar el retiro de la flota, no hay que perder de vista que la de Benn es una de las posiciones del imperialismo (apoya la re-solución 502 de la ONU y plantea que el destino de las islas se negocie en las Naciones Unidas, esto es, no plantea el reconocimiento incondicional de la soberanía argentina). Más inaudito aún es que, en otra declaración, que también hace suya el Secretariado del CIR, se diga que la posición del Partido Laborista inglés es “una gran capitulación” porque “no se opone en forma clara a la agresión inglesa” (“Tribuna Internacional” ídem) cuando la realidad es que los laboristas mal podían oponerse a nada cuando estaban completamente a favor del envío de la flota y de la derrota de Argentina. La posición de la OCI se resume así: con los “demócratas” Michael Foot y Francois Mitterrand, contra el fascista Galtieri.

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