La Cuarta Internacional y la división de Palestina

El 29 de noviembre de 1947, a dos años de su fundación, la Organización de las Naciones Unidas aprobó su Resolución 181/II, que estableció la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y el otro palestino. Así, se consumaba el objetivo que la Organización Mundial Sionista proclamó desde su creación en Basilea, en 1897. Hasta la Primera Guerra Mundial, Palestina había estado bajo control del Imperio Otomano, pero desde 1922 quedó bajo dominio británico por mandato de la Liga de las Naciones. Ese año, el Reino Unido se comprometió a respaldar aquella aspiración de la OMS según los términos de la llamada “declaración de Balfour” (1917). En aquella época, la población judía en Palestina era apenas el 8 por ciento de la población y, desde siempre, palestinos y judíos habían convivido allí pacíficamente. A partir de la década de 1920, la OMS impulsó una inmigración masiva de colonos, amparada por Londres, de modo que al terminar la Segunda Guerra Mundial la población judía era el 30 por ciento del total y poseía entre el 9 y el 12 por ciento de las tierras cultivables, incluidos territorios públicos cedidos por la “potencia mandataria” (el Reino Unido). En 1947, Londres pidió a la ONU que se hiciera cargo de la cuestión palestina y así se llegó a la Resolución 181, impulsada por Estados Unidos y la Unión Soviética. El 14 de mayo de 1948 fue proclamado el Estado de Israel, reconocido inmediatamente por Washington y Moscú. De inmediato, comenzó la guerra. Más de 700 mil palestinos se vieron desplazados en los primeros días por la presión del ejército israelí y la acción de las bandas terroristas del sionismo.

La Cuarta Internacional dio a aquellos acontecimientos la debida importancia, de modo que, apenas dictada la Resolución de noviembre de 1947, una conferencia de emergencia aprobó la declaración que se reproduce aquí, publicada por primera vez en la revista Fourth International de noviembre-diciembre de ese año.


El voto en las Naciones Unidas no fue más que una formalidad(1) luego de que los “Tres Grandes”(2) alcanzaron un acuerdo, la partición de Palestina era prácticamente un hecho consumado. El imperialismo británico se retira en el cercano Oriente a una segunda línea de defensa, comparable a la que se puso en marcha cuando la India fue dividida. En los dos Estados, judío y árabe, Gran Bretaña conserva la totalidad de sus posiciones económicas y financieras. La Legión Árabe del hipotético Estado árabe, al igual que la Haganá(3), funcionará en estrecho acuerdo con la Oficina de Guerra Británica, al igual que los ejércitos de los hindúes y los musulmanes en la India. Y, como en India, la partición ha demostrado ser la forma más eficaz para desviar,(4) al mismo tiempo, la lucha de las masas árabes y el descontento de la población de trabajadores judíos de una explosión anti-imperialista a una lucha fratricida.

Las maniobras del imperialismo británico han sido necesarias por la disminución de sus recursos imperialistas. Esto obligó a los imperialistas a reducir sus “compromisos internacionales”, de manera de, al mismo tiempo, ahorrar dólares, tropas y tanques. Esto se presenta bajo un todavía más favorable aspecto en el caso específico de Palestina. El establecimiento de un Estado árabe independiente de Palestina es, en realidad, altamente improbable. Por esta razón, el rey Abdullah de Transjordania(5), el peón número uno de Londres en el mundo árabe, podría muy bien tener éxito en la unificación de Palestina del Este a su actual reino y así lograr la primera etapa hacia la formación del imperio de la Gran Siria, el objetivo final de su dinastía y de la burguesía británica en el cercano Oriente. Londres continuaría gobernando sin que a los contribuyentes británicos les cueste un centavo. Los únicos que sufrirán con esto, por supuesto, serán las masas de la propia Palestina.

Para el imperialismo norteamericano, como para la burocracia soviética, aceptar la partición significa por encima de todo la liquidación del mandato británico y la apertura de una lucha por heredar la posición abandonada. El Kremlin da la bienvenida a la apertura de un período de problemas en el cercano Oriente, a través del cual hará su mejor esfuerzo tanto para debilitar las posesiones británicas como para preparar su propia penetración, ya sea bajo la cobertura de una “Comisión Mixta de las Naciones Unidas” o por una “Administración Fiduciaria de los Tres Grandes” sobre Jerusalén. El imperialismo norteamericano se encuentra a sí mismo ubicado en Palestina, como antes en Grecia, ante el problema de buscar un reemplazo para ocupar las posiciones en el frente imperialista cuyo aliado británico se encuentra obligado a abandonar. Luego de que las tropas británicas sean evacuadas, Haganá será la única fuerza militar que posea un equipamiento moderno, una fuerza extranjera al mundo árabe que serviría, si se presentara la ocasión, para combatir una insurrección nativa o a un empuje ruso que amenazara las fuentes del petróleo. No debemos, por tanto, sorprendernos si a partir de ahora los intentos del imperialismo norteamericano, ya sea por el método de financiar o por el de formar una “liga judía”, para convertir en influencia predominante el liderazgo de Haganá y para que sea un instrumento de su propia política imperialista en el cercano Oriente. De todos modos, sigue siendo evidente en este momento que el Estado judío, al igual que el movimiento sionista que lo precedió, es considerado por las grandes potencias como una mera estaca en el juego de poder hacia el mundo árabe. Este Estado, lejos de recibir la abierta y permanente “protección” de alguno de estos poderes, nunca dejará de encontrarse a sí mismo en una precaria, incierta posición, y para su gente desde ahora se abrirá un período de privaciones, de terror y de una terrible tensión, lo cual sólo se hará más nítido cuando las fuerzas de emancipación del mundo árabe crezcan.

La partición de Palestina y la clara derrota de las posiciones sionistas – incluyendo aquellas más extremistas- en la cara del imperialismo británico, han dado un golpe mortal a todas las teorías impresionistas que florecieron a la luz de las bombas de la Irgum(6). La solidaridad fundamental del movimiento sionista, de la Haganá, e incluso de la Irgum con el imperialismo contra las masas árabes se ha puesto de manifiesto en la forma más clara. El crimen de todo el sionismo aparece claramente en el hecho de que, gracias a su función reaccionaria, los primeros movimientos de las masas árabes en favor de una Palestina unida e independiente, están dirigidas contra la población judía y no directamente contra el imperialismo. Los más reaccionarios dirigentes del Comité Árabe de Palestina, por lo tanto, tienen la oportunidad de volver a dorar su escudo de armas derramando la sangre de los infortunados judíos que son víctimas del engaño sionista.

Los líderes sionistas a través del mundo festejaron el establecimiento del Estado miniatura como una gran victoria. Qué error miserable: la trampa que Palestina constituye para los judíos, según las palabras de Trotsky, hoy simplemente se ha cerrado.

Sin una inversión radical de la situación mundial y de la tendencia sionista en el movimiento de trabajadores judíos en Palestina, el completo exterminio del pueblo judío, por el estallido de la revolución árabe, será el precio a pagar por el pueblo judío por la triste victoria en Lake Success(7). Y, por una amarga ironía de la historia, el establecimiento de un Estado israelita independiente, lo cual, según los profundos teóricos sionistas, debería socavar definitivamente el antisemitismo en el mundo, ha sido el comienzo de un brote salvaje de pogroms en Adén y un nuevo aumento en el antisemitismo en todo el mundo.

La posición de la Cuarta Internacional hacia el problema palestino sigue siendo lisa y simple como en el pasado. Será la vanguardia de la lucha contra la partición, por una Palestina unida, independiente, en la cual las masas, en forma soberana, determinarán su propio destino al elegir a una Asamblea Constituyente. Contra los effendis(8) y los agentes del imperialismo, contra las maniobras de las burguesías de Egipto y Siria, que intentan desviar la lucha por la emancipación de las masas en una lucha contra los israelíes, se lanzarán convocatorias por la revolución agrícola, por la lucha anticapitalista y anti-imperialista, que son las fuerzas motrices esenciales para la revolución árabe. Pero sólo se puede librar esta lucha con la posibilidad de éxito a condición de que asuma su posición, de manera inequívoca, en contra de la partición del país y del establecimiento del Estado judío.

Más que nunca es necesario, al mismo tiempo, hacer un llamamiento a los trabajadores de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y Australia, a los trabajadores de cada país, a luchar para que las fronteras de sus países estén abiertas sin discriminación alguna a los refugiados, a los desplazados, a todos los judíos que deseen emigrar. Es sólo con la condición de que continuemos esta lucha seriamente, eficazmente y con éxito que podremos explicar a los judíos las razones por las que no deben entrar en la emboscada palestina. La terrible experiencia que espera a las masas judías en el “mini-Estado” permitirá, al mismo tiempo, crear las premisas para que capas más amplias rompan con el sionismo criminal. Si esta ruptura no se hace a tiempo, el “Estado judío” se hundirá en sangre.


Notas

1- El 29 de noviembre de 1947, la Asamblea Plenaria de la ONU votó el plan de partición de Palestina, según había recomendado un informe del Comité Especial para Palestina emitido en agosto de ese año. La resolución disponía la creación de dos Estados, uno “judío” y otro árabe, con Jerusalén bajo administración internacional. La partición tendría efectos a partir del retiro de las fuerzas británicas que ocupaban la región. La creación del Estado de Israel fue aprobada por 33 votos a favor, 13 en contra y 10 abstenciones. Los Estados Unidos y la Unión Soviética estuvieron entre quienes votaron a favor e impulsaron la división de Palestina y la imposición del Estado sionista.

2- Se refiere a los Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética, y a sus líderes en ese momento: Harry Truman, Clement Attlee y José Stalin.

3- La Haganá era una fuerza de choque sionista que comenzó a operar en 1909 con el nombre de Hashoner (“el guardián”), dedicado a proteger los asentamientos que los invasores habían comenzado a instalar a fines del siglo XIX. Cuando terminaba la década de 1920, la Haganá fue provista de armamento moderno y entrenamiento militar por el Reino Unido. En 1936, la Haganá ya tenía 10 mil efectivos y más de 40 mil reservistas, que luego constituirían la base del ejército israelí. Durante la Gran Revuelta Arabe (1936-1939), la Haganá colaboró activamente con las tropas británicas en la represión al levantamiento popular. Londres retribuyó esa cooperación con apoyo financiero y logístico para la organización de tres grupos terroristas sionistas: la Policía de los Asentamientos Judíos, las Fuerzas Auxiliares Judías y las Escuadras Nocturnas Especiales. Uno de los orientadores militares de la Haganá fue el general británico Orde Charles Wingate.

4- El poderoso movimiento independentista indio había recrudecido al terminar la II Guerra Mundial, reprimido fuertemente por el primer ministro conservador Winston Churchill. Por ejemplo, en 1942, Churchill hizo encarcelar a casi todos los líderes del independentista Partido del Congreso. Sin embargo, al terminar la guerra y en plena decadencia, el Reino Unido encontró que ya no podía sostener esa colonia y, en febrero de 1947, el primer ministro laborista Clement Attlee anunció que su país se retiraría de la India en junio del año siguiente, cosa que finalmente se acordó en una reunión del virrey inglés en la India, lord Mountbatten, con el líder de la Liga Musulmana, Ali Jinnah, y el del Partido del Congreso, Jawaharlal Nehru. En agosto de 1947 se estableció formalmente la Unión India, gobernada por Nehru. En 1949, la India se convirtió en una república federal, integrante de la Commonwealth. Esto es: siguió bajo dominio inglés.

5- Jordania, oficialmente Reino Hachemita de Jordania, se llamó Transjordania hasta 1950. Bajo dominación británica, el territorio jordano había sido partido en distritos. Hasta comienzos de la década de 1920, el emir Abdullah Ibn Husayn Ibn Ali se proponía unir a los árabes de Transjordania con un gobierno Hachemita.
En un proceso escandaloso, el Alto Comisionado británico lo sobornó ante los ojos del mundo: le ofreció proclamarlo rey y le ofreció un jugoso subsidio, con lo cual lo puso a su servicio. Desde ese momento, Abdullah hizo de Transjordania un baluarte en defensa de los intereses británicos en Oriente Medio.

6- La Irgum, comandada por el futuro primer ministro Menahem Begin (premio Nobel de la Paz en 1978), y la Stern, dirigida por Isaac Shamir, quien también fue primer ministro, fueron grupos terroristas más brutales que la Haganá, de la cual se habían desprendido. El 9 de abril de 1948, la Irgum, al mando de Begin, cometió una masacre atroz en la aldea Deir Yassin, a poca distancia de Jerusalén. Entraron casa por casa y asesinaron a más de 200 palestinos, mutilados, saqueados, vejados y arrojados en fosas comunes. El delegado de la Cruz Roja para Palestina, Jacques Renier, encontró que la gran mayoría de los asesinados eran mujeres, niños y ancianos. Con esos métodos nacía el Estado de Israel.

7- Se refiere a la sede de la Asamblea de la ONU. Lake Success está en Long Island, Nueva York.

8- Se refiere a los escritos del Shoghi Effendi, un líder místico que defendía el orden mundial surgido de los acuerdos de posguerra.

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