La guerra presente expresa ante todo la inviabilidad del régimen de explotación capitalista para el progreso de la humanidad y la felicidad de los habitantes del planeta. Que es un sistema que ya no puede desenvolver las fuerzas productivas, y que, al contrario, las destruye (en especial a la principal, que es la vida humana) ahora se expresa de una forma cruda e indiscutible. No hacía falta la guerra para comprenderlo, ya que millones de hambrientos en el globo, en medio de los avances tecnológicos y científicos, revelan una contradicción entre el modo de producción capitalista y la satisfacción de las necesidades más elementales
Pero la guerra es la expresión más elocuente de esta contradicción, en la que el gran capital imperialista cuyo brazo armado es la Otan y el aparato del Estado ruso, representante de los intereses de la burguesía oligárquica del este europeo, se disputan la restauración capitalista. La tasa de beneficio del imperialismo está en juego y la arena donde se dirime está localizada hoy en Ucrania, pero amenaza con extenderse a toda Europa y China.
La guerra no ha introducido la contaminación ambiental, ni es su exclusiva causa, pero la ha desenvuelto exponencialmente, poniendo al desnudo la falacia de las campañas ambientalistas verdes y la demagogia de los Estados imperialistas que se han acoplado a ellas.
Los efectos directos
Los efectos de los incendios en las proximidades de la planta atómica de Chernobyl (actualmente clausurada) han amenazado en marzo y abril con la pérdida de partículas radiactivas cuyas consecuencias se extenderían a Europa. Por otra parte, los misiles y cohetes contaminan las aguas subterráneas y la tierra donde se producen alimentos. Hay que añadir que otro de sus efectos es el costo en términos de vidas animales silvestres y el incremento del efecto invernadero.
La contaminación del agua y el aire producirá consecuencias en la salud de los niños que nazcan bajo esas condiciones. Se han detectado consecuencias en los ecosistemas marinos, con la muerte de delfines en el Mar Negro. Los bombardeos a las fábricas de fertilizantes han dado lugar a la pérdida de amoníaco, sumamente contaminante para el agua y la tierra. El vapor de hidrógeno y cianuro, resultado de los bombardeos, puede tener como consecuencia lluvias ácidas.
La guerra también ha puesto en riesgo la seguridad de la planta atómica de Zaporiyia en Ucrania (bajo control militar ruso), que con motivo de la guerra no ha sido supervisada con la frecuencia aconsejable. Se trata de la central más grande de Europa, y se corre el riesgo de que el intercambio de fuego entre las fuerzas rusas y ucranianas haya ocasionado algún deterioro grave en la estructura de la planta con consecuencias por la fuga de material atómico. El Director General de la agencia nuclear de la ONU ha señalado la necesidad de una urgente inspección, rechazada por el gobierno ucraniano, en virtud de que eso constituiría un reconocimiento o legitimación de la ocupación rusa.
La guerra, la guerra comercial y las emisiones de carbono
La ofensiva de la Otan en el este europeo, con epicentro en Ucrania, ha tenido su continuidad en el boicot comercial en relación a la adquisición de gas ruso, cuya consecuencia es la no aprobación de la puesta en funcionamiento de la obra terminada del gasoducto Nord Stream 2 para transportar gas ruso hacia Alemania. Días antes del inicio de la guerra, Alemania tomó esta “resolución” presionada por el imperialismo norteamericano que la venía combatiendo desde la época de Donald Trump. Es parte de las sanciones imperialistas contra Rusia (y contra el pueblo alemán y europeo). Esto ha llevado a una carrera por sustituir al gas ruso y a acuerdos con países petroleros como Qatar o Arabia Saudita, que podrían dar “satisfacción” a ese reemplazo con energía fósil y más cara. Al mismo tiempo Europa terminó aceptando la técnica del fracking, comprando combustible obtenido de esa forma a Estados Unidos, levantando el veto, cuyo origen son los acuerdos ambientales de París de 2015. De esta forma las emisiones de CO2 aumentarán este año un 14% y marcarán un nuevo récord histórico. El beneficiado, como se ve, es el imperialismo norteamericano, pero también la monarquía reaccionaria saudita y el régimen opresor qatarí.
El renombrado diario británico The Guardian ha salido a denunciar la explotación que las compañías petroleras están haciendo de la guerra entre la Otan y Rusia en el sentido de hacer subir los precios y obtener beneficios récord. Y señala que las grandes compañías petroleras han estado presionando agresivamente para obtener nuevos oleoductos y otros proyectos de infraestructura que darán satisfacción a sus intereses. Esta guerra, además de llevar a la carnicería a los pueblos de Rusia y Ucrania, es el caldo de cultivo de negocios más rentables que al mismo tiempo propiciarán más víctimas.
Las llamadas bombas de carbono, consistentes en la explotación de carbón, petróleo o gas fósil con un potencial de emisión de una gigatonelada (mil millones de toneladas métricas) de CO2, están al acecho, esperando comenzar a ser explotadas. The Guardian ha hecho público que hay 425 de estos emprendimientos en todo el mundo que no incluyen la explotación de carbón, pero sí de gas y petróleo, situados en China, Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia.
Las mayores corporaciones del mundo ya están operando estas bombas de carbono (casi 200). Las compañías que lo hacen son Exxon (Norteamericana), Gazprom (Rusia) y Aramco (Arabia Saudita), consistentes en proyectos masivos de petróleo y gas que podrían desatar 646.000 millones de toneladas de emisiones de CO2, lo cual desatará una crisis climática de enormes proporciones. Esto revela que los acuerdos climáticos de las grandes naciones capitalistas son cartón pintado y que lo que predomina es la tasa de beneficio. La guerra en el este europeo es también una oportunidad para hacer negocios.
La guerra en Ucrania ha “trastocado” los planes energéticos y de descarbonización en la Unión Europea, que vuelven a centrarse en los combustibles fósiles más contaminantes para reemplazar la falta de gas. El Comisario Europeo de Medioambiente, Océanos y Pesca, Virginijus Sinkevicius acaba de afirmar lo contrario, sin desmedro de lo cual la crisis energética ahondada por el conflicto localizado por ahora en Ucrania está dañando los propósitos de palabra respecto a la hoja de ruta verde de la Unión Europea, debido a los recortes de gas moscovitas y del boicot económico de los países de la Otan contra Rusia. Robert Habeck, vicecanciller alemán y ministro de Economía y Protección Climática, y uno de los principales exponentes de Los Verdes, consciente de que la compra de gas implica un gasto muy grande no existiendo la posibilidad de habilitar el gasoducto Nord Stream 2 debido a las sanciones impuestas por la Otan a Rusia, acaba de decir: “Para reducir el consumo de gas se debe usar menos para generar electricidad. En su lugar habrá que utilizar más las centrales eléctricas de carbón”1Alemania eleva el nivel de su plan de gas de emergencia tras la caída de los flujos. (23/06/2022). La Información.
https://www.lainformacion.com/economia-negocios-y-finanzas/alemania-eleva-nivel-plan-gas-emergencia-caida-flujos/2869379/. Los Verdes han quedado una vez más en evidencia a la hora de las definiciones imprescindibles en materia de contaminación ambiental. De esta forma, cuando llegue el invierno europeo, recurrir al carbón como insumo para la creación de energía eléctrica significará que un tercio de esta estará generada por el carbón contaminante. En esto ha sido determinante la ausencia de energía atómica, ya que Alemania ha cerrado la mitad de las plantas. No se limita a Alemania esa decisión: Italia, Austria y Países Bajos han decidido imitarla en referencia a la explotación de carbón. De tal forma que los propósitos declamados en las cumbres de defensa del medio ambiente realizadas por los países imperialistas, consistentes en reducir al 55% sus emisiones de gas de efecto invernadero para 2030, son un fiasco y un embuste. Fernando Valladares, científico especialista ha señalado que: “la guerra ha puesto de manifiesto que hacíamos uso de tapadillo de energía sucia”2González, C. (23/06/2022). Europa vuelve al carbón, ¿fracaso o pausa en la transición verde? ABC. https://www.abc.es/antropia/abci-europa-carbon-energia-rusia-ucrania-20220623175928_noticia.html. En el mismo sentido se pronunció la Agencia Internacional de Energía (AIE) en el pasado mes de diciembre denunciando que Estados Unidos y la Unión Europea registraron los mayores aumentos en el uso del carbón, con alzas de cerca de 20% cada uno. ¿Qué duda cabe sobre el predominio de la mentira por parte de los gobiernos imperialistas cuando se refieren al cambio climático y a los proyectos para disminuir el impacto del CO2 sobre el ambiente?
Biden, o la mentira verde del imperialismo norteamericano
Aunque Biden haya impulsado una ley para disminuir el impacto de las emisiones de carbón, dotando de un presupuesto millonario a las empresas de energía limpia para reducir las emisiones de CO2, ha fracasado por el voto en contra de dos de sus senadores, Joe Manchin (representante de los grandes monopolios del carbón de Virginia) y Kristen Sinema, lo cual revela que el Partido Demócrata es también impotente, porque quiere serlo, para enfrentar la contaminación ambiental, y que no frena, ni quiere hacerlo, el incremento de la explotación del carbón en Estados Unidos, que le otorga enormes beneficios al Estado imperialista norteamericano. Que las emisiones de CO2 en Estados Unidos sean superiores al emanado de toda la comunidad europea (4,5 millones de megatoneladas) da cuenta de que la declaración de propósitos verdes de Biden es un fuego de artificio, ya que tanto bajo gobiernos demócratas como republicanos se ha abusado de la explotación de energías sucias. En su conjunto, las instituciones del Estado yanqui están armadas para la defensa de esos intereses.
La Corte Suprema norteamericana acaba de limitar la autoridad de la Agencia de Protección Ambiental que impulsó la ley mencionada. El fallo es el resultado de la demanda entablada por 19 estados norteamericanos (que producen el 44% de las emisiones de carbón de todo el territorio norteamericano) cuya producción fundamental es el carbón y/o el petróleo, y de empresas radicadas en esos estados. Bernie Sanders (la izquierda del Partido Demócrata), lejos de denunciar en forma integral esta circunstancia, salió a atacar de un modo virulento al senador defensor de la industria carbonífera, tapando al régimen de conjunto y embelleciendo a Joe Biden. Un verdadero acto de complicidad con el jefe político del imperialismo que financia a la Otan con miles de millones de dólares y armamentos, cuyo valor podría estar destinado a la resolución de los problemas de la energía contaminante. Pero, desde luego, eso no lo hará ni Biden ni ninguna fracción de la política imperialista norteamericana. Es que detrás de la escena, que solo muestra la superficie de la disputa, está la variación de los precios del gas y del carbón, oscilaciones que van determinando la mayor o menor inclinación “ecologista” de la política energética del imperialismo norteamericano. Las primeras declaraciones de Biden a favor de la energía verde tuvieron lugar en 2020, año en que el precio del gas era bajo y más conveniente que el carbón como generador de energía, circunstancia que determinó una disminución drástica del carbón en Estados Unidos, la mayor desde 1965. Por lo tanto, lejos de impulsar una política de energía limpia, Biden cabalgó sobre el cierre de minas de carbón, que entraron en crisis y decidieron despedir a miles de obreros mineros. Ahora, en 2022, la situación en materia de precios se ha invertido. El precio internacional del gas ha aumentado como consecuencia de la guerra, y es menos costoso para las empresas invertir en la extracción de carbón, un mineral mucho más dañino que el gas, bien que este también lo es, en términos de emisión de dióxido de carbono. Otro dato de importancia es que la merma de la producción de carbón en años pasados (causada por el menor precio del gas) hizo que las empresas recurrieran a reemplazar a los obreros mineros con maquinaria. En su esplendor en los años 20 del siglo pasado, la industria del carbón empleaba 800.000 obreros, en 2020 ocupaba una fuerza laboral de solo 42.000. Ese mismo año la industria quebró y dejó a 100.000 trabajadores sin pensiones.
Biden se rinde frente al veto de la Corte Suprema, que le viene como anillo al dedo para justificar su impotencia. Pero más le sirve para aceptar el reanimamiento de la energía basada en el carbón, ante lo cual no adopta ninguna medida real, excepto quejas que no lo descoloquen frente a los defensores de la energía verde, votantes del Partido Demócrata. Un dato de magnitud es que tanto demócratas como republicanos son en común defensores de la explotación petrolera de esquisto, petróleo obtenido mediante el fracking, un mecanismo enormemente dañino y peligroso, y que por otra parte aumenta la producción petrolera sosteniendo a la mayor nación imperialista como mayor emisora mundial de carbono. A propósito de lo mencionado, el presidente demócrata ha enviado una iniciativa legislativa al Capitolio por la que se plantea suprimir los impuestos a las petroleras yanquis con la finalidad de estimular la producción del “oro negro”, dando marcha atrás con la única medida que limitaba tibiamente su producción, del mismo modo que le ha solicitado a la monarquía saudí el incremento de la producción petrolera, y con esa misma finalidad ha entablado negociaciones con Maduro por el petróleo venezolano. Como quiera que sea, en la industria petrolera norteamericana también está presente la “huelga de inversiones” para sostener un alto precio en el contexto de la recesión presente, también en materia petrolera. Esta ocasionó un conflicto de ExxonMobil, Marathon Petroleum, Chevron, Valera Energy, Shell y BP con un desesperado Biden, quien los conminó a aumentar la extracción de crudo y su refinación en gasolina, diesel y otros productos refinados. También los criticó por el incremento de su precio, dado que ha habido una merma considerable y deliberada de la extracción por parte de estos pulpos del petróleo que ha originado un incremento del precio del galón, que en 2022 llegó a los cinco dólares, mientras que dos años antes su valor era de tres dólares.
Un dato de interés también lo constituye el hecho de que la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por si sigla en inglés) no solo fue desacreditada por la Corte Suprema para defender a las grandes empresas del carbón y del petróleo, sino que además Erin Brockovich (que mereció la interpretación por parte de Julia Roberts en la película homónima) lanzó recientemente una diatriba contra esa agencia ambientalista y el propio Biden, denunciando que aquella tiene como integrante a Michael McCabe, empresario de una fábrica de ollas y sartenes de teflón, ropa resistente al agua y envases de comida, que trabajó como asesor de Biden en el senado y que fue consultor del pulpo químico DuPont, acusado de tirar 7.100 toneladas de ácido perfluorooctanoico en Virginia Occidental y contaminar las napas que abastecían a 100.000 personas, motivo por el que fue demandado.
El imperialismo europeo también contamina con la anuencia de los ecologistas verdes
El 19 de junio de 2022 Robert Habeck, ministro verde de economía y clima, anunció que el gobierno alemán debería volver a hacer funcionar sus viejas plantas de carbón, combustible que había prometido abandonar antes de 2030, ante el riesgo de la falta de suministro de gas proveniente del gasoducto ruso-alemán Nord Stream 1 causada por reparaciones que lo inhabilitarían temporalmente. Ocurre que, según lo dicho por el ministro, las reservas almacenadas de gas existentes llegan al 57,6% de su capacidad, pero el gobierno de la coalición socialdemócrata-verde considera que en octubre debe tener su capacidad al 80% y en noviembre al 90% para evitar una crisis mayor. El ministro verde, fingiendo cierta contrariedad por la decisión de explotar más carbón, dijo que es “algo amargo pero necesario”3Sevillano, E. (16/06/2022) Alemania anuncia que recurrirá al carbón ante el recorte de suministro de gas ruso. El País.
https://elpais.com/economia/2022-06-19/alemania-recurrira-al-carbon-ante-el-recorte-de-suministro-de-gas-ruso.html. Habeck pertenece a la fracción ecologista de la coalición socialdemócrata-liberal-verde que se enfrentó para la tribuna con Angela Merkel, quien también para la tribuna dejó fijada la salida del abandono del carbón para 2038, siendo establecida para 2030 por la “exigencia” de los ecologistas verdes. Nada mejor que la realidad para saber el valor de las palabras, los intereses defendidos por quienes las emplean y los intereses de la clase social a la que defienden. Cabe agregar que el carbón extraído en Alemania a cielo abierto es el lignito, el más contaminante de todos.
Es decir que se han abandonado el gas y el petróleo contaminantes provenientes de Rusia, pero se ha caído en otra energía aún más dañina, la del carbón. Como quiera que sea, de no haberse producido la guerra, la energía sería igualmente contaminante. En los planes de descontaminación del ambiente está presente la fabricación de autos eléctricos, lo cual evitaría que el dióxido de carbono saliera de los caños de escape, pero en la generación de electricidad serán las chimeneas de las centrales eléctricas a base de carbón las que la emanen.
Otra de las fuentes de energía alternativas al gas es la del uso de la madera, con la tala de bosques, que está en los planes alternativos, y que es una energía renovable, pero cuya combustión produce la emanación de más dióxido de carbono que el propio carbón mineral.
Cabe decir que en 2011, cuando tuvo lugar el desastre nuclear de Fukushima en Japón, el entonces canciller alemán Gerhard Schroeder tomó la decisión de cerrar las plantas nucleares germanas, decisión a la que le puso fecha Angela Merkel y que el actual gobierno alemán había comenzado a implementar. No obstante, la crisis energética, en la que tiene un enorme peso el precio del gas, ha reabierto la discusión sobre la posibilidad de dar marcha atrás con esa decisión e implementar las medidas tendientes a su reapertura, con los riesgos que esto conlleva en materia de seguridad y de medio ambiente. Así lo declaró el ministro de economía Robert Habeck el pasado 20 de junio de 2022.
Es la tasa de beneficio del capital
El periodista catalán Josep Cabayol publicó en enero de 2021 un artículo titulado “El capitalismo verde y sus paradojas” que es muy ilustrativo respecto a las causas de fondo que llevan al capital a insistir en recurrir a fuentes de energía contaminantes basadas en combustibles fósiles. Para ello recurre a una fuente que inevitablemente desnuda la verdadera trama y permite ver detrás de la maraña de argumentos y declamaciones que en una gran medida no son más que manifestaciones y expresiones de deseos morales que en el fondo pretenden ocultar la raíz de la cuestión, y que en consecuencia son hipócritas. Se trata de un informe del Banco Mundial del 11 de mayo de 2020: “Minerals for climate action: The mineral intensity of the clean energy transition”. Allí se describe qué se necesita para conseguir la transición energética y detalla cuánto se debería aumentar la producción. Se afirma que hacen falta 3.000 millones de toneladas de minerales y metales estratégicos: cobre, níquel, cobalto, litio, cromo, molibdeno, aluminio, grafito, hierro, plomo, indio, manganeso, plata, neodimio, titanio, vanadio y zinc para desplegar la energía eólica, geotérmica y solar.
La producción de grafito, cobalto y litio –esenciales para el almacenamiento– debería aumentar un 500% hasta 2050 para hacer frente a la demanda de materiales para las tecnologías energéticas “limpias” que eviten el aumento de la temperatura media de 2 °C de la biosfera. El mismo informe lanza un desafío: preguntémonos en este punto, qué cantidad sería necesaria si nos propusiéramos en el mismo tiempo, antes de 2050, evitar el aumento de 1,5 °C. Y se responde a sí mismo: serían muchos más materiales y minerales, y más energía porque habría que construir muchas más herramientas renovables para sustituir mucho más rápidamente las energía producidas a partir de combustibles fósiles. Y añade: “…la tasa de retorno energético (TRE) es más baja, es decir que, para obtener una cantidad determinada de energía, hay que invertir muchas más unidades de energía renovable en el proceso de producción que si empleamos fósiles: el rendimiento en fósiles es mucho más alto que en renovables”4Drexhage, J., Fabregas, T., Hund, K., Laing, T. y La Porta, D. (2020). Minerals for climate action: the mineral intensity of the clean energy transition. International Bank for Reconstruction and Development/ The World Bank.
https://pubdocs.worldbank.org/en/961711588875536384/Minerals-for-Climate-Action-The-Mineral-Intensity-of-the-Clean-Energy-Transition.pdf. Para ponerlo en limpio: el Banco Mundial no hace otra cosa que expresar los intereses del gran capital, y lo que le interesa es contrarrestar la tendencia a la caída de la tasa de beneficio que este está sufriendo a escala planetaria. Es decir que para desarrollar energías cuyas consecuencias no sean la emisión de CO2, es necesaria una mayor inversión de capital respecto al beneficio obtenido, y que con la explotación de carbón y petróleo ocurre lo contrario. En rigor, esta cuestión decisiva ha estado siempre presente, incluso antes del inicio de la guerra Rusia-Otan, pero ha adquirido mayor gravedad a partir de su comienzo y desarrollo.
Sin embargo, cabe agregar que en manos del capital imperialista, la hipótesis de desarrollo de una industria basada en energías limpias también supone la existencia de la misma lógica. Por ejemplo, de todas las materias primas que se producen en el mundo, los estados capitalistas europeos necesitan un 20% y tienen solo un 3% en su propio territorio porque adolecen de un déficit del 85% de su producción y si pretenden incrementar la fabricación de placas solares, aerogeneradores, acumuladores de energía, coches eléctricos, etc., precisarán acaparar más materiales, minerales y energía, para lo cual deberán recurrir a la explotación de esos recursos en otros países, la mayoría de los cuales son naciones atrasadas. Por ejemplo, el litio se encuentra fundamentalmente en Bolivia, Argentina, Chile y México. Y los grandes pulpos mineros no vacilarían para “imponer la energía verde” en contaminar las aguas y el suelo de estas naciones oprimidas, tal como ocurre actualmente con la minería a cielo abierto, el uso del cianuro, etc., lo cual ocasiona perjuicios en términos de muertes y enfermedades a las comunidades y pueblos donde se instalan estas compañías mineras. A propósito de lo señalado, el 23 de noviembre de 2020, Environmental Research publicaba un estudio de la Universidad McGill de Canadá y del ICTA-UAB en el que se señala que entre los proyectos de energía baja en carbono se descubrió que la energía hidráulica era especialmente perjudicial para el medio ambiente y la sociedad, conduciendo al desplazamiento masivo y la transformación a gran escala de los ecosistemas, lo cual plantea la resistencia de las comunidades donde se desenvuelven esos emprendimientos y la represión a estas. Añadamos también que los salarios de los trabajadores de esas empresas en las naciones semicoloniales son mucho menores a los de las naciones imperialistas, lo cual es fundamental para obtener una mayor tasa de beneficio. También en manos del gran capital las supuestas energías limpias constituyen un ataque a las condiciones de existencia, a la defensa del ambiente y al equilibrio ecológico.
El Fondo Monetario Internacional contra los explotados también en la cuestión energética
La guerra localizada en Ucrania puede tener como consecuencia inmediata la determinación del Estado ruso de interrumpir por completo el flujo de gas ruso a los países europeos. Esto ha conducido a Alfred Kammer, director del departamento europeo del FMI, ante el agravamiento de la crisis energética (que como hemos visto es previa a la guerra), a afirmar que si la guerra se prolonga y aumentan las sanciones contra Rusia, se presentan varios escenarios “en los que podrían producirse cortes de energía, en particular de gas”, además añade: “Creemos que en los primeros meses, la situación sería manejable recurriendo a fuentes alternativas de suministro”. No lo menciona, pero está claro, que es la explotación del carbón que ha ingresado en una carrera sin retorno. Y continúa: “Si la interrupción se prolongara hasta meterse en el invierno, las medidas serían enormemente insuficientes. La escasez en este caso podría rondar el 20%”. Y por último agrega que “si el shock fuera global podría suponer una reducción del PIB europeo del 3%”5Seisdedos, I. (22/04/2022) El FMI advierte del riesgo de un corte del gas ruso para la recuperación europea. El País.
https://elpais.com/economia/2022-04-22/el-fmi-advierte-del-riesgo-de-un-corte-del-gas-ruso-para-la-recuperacion-europea.html.
Los países europeos que más se resentirían en estas circunstancias son los de Europa del Este y Central cuyo PBI retrocedería un 6%. Los más afectados serían en este orden: Hungría, Eslovaquia, República Checa, Italia, Alemania, Austria, Rumania, Eslovenia, Croacia, Polonia y los Países Bajos.
La desesperación del alto funcionario se hace notar cuando señala: “Porque uno de los grandes problemas es que no solo afectarían a la calefacción sino también a la industria y a la producción”6Ídem anterior..
El imperialismo, con su brazo armado la Otan, ha venido a agravar la catástrofe en todos los planos. El próximo paso para “atenuar la crisis”, que ya ha sido manifestado sin tapujos, es la dosificación de la calefacción y de la energía de los hogares al llegar el invierno. Otra vez la crisis sobre las espaldas de las mayorías populares, porque además la guerra conllevará una crisis alimentaria, al aumentar los precios de los granos que provienen de Rusia y Ucrania y tornarse inasequibles para grandes masas de la población mundial.
El Acuerdo de París de 2015, así como el Pacto de Glasgow para el Clima de fines de 2021, son apenas letra muerta de representantes de un régimen que en su agotamiento deja los rastros de su descomposición, esto es, contaminación ambiental, desequilibrio ecológico, hambruna y guerras. El planeta se ha convertido en un verdadero infierno inhabitable bajo el poder de la clase capitalista.
En este contexto, las quejas plañideras de los verdes y del Secretario General de la ONU, António Guterres, son la expresión de la impotencia de un régimen social acabado históricamente. Mientras hablan de energías limpias y discursean sobre proyectos para la tribuna, toman medidas en el sentido contrario, siempre teniendo como bandera la tasa de beneficio: los estados de la Unión Europea han dado vía libre a las plantas de carbón en especial en los Países Bajos y Alemania y han tendido su mano a las empresas energéticas para salvarlas de la quiebra, lo mismo ha ocurrido en Italia y España. En Asia, India y China han puesto a producir a las usinas eléctricas basadas en el carbón.
La catástrofe climática y humanitaria presente en el verano europeo con temperaturas de hasta 48 °C, con las consecuentes sequías e incendios, la pérdida de cultivos y las muertes de miles de personas ponen negro sobre blanco la responsabilidad del lucro capitalista.
Más contaminación
De acuerdo a un informe publicado por la edición uruguaya de Le monde Diplomatique de junio de 2022, “La producción y el transporte de gas natural licuado (GNL) estadounidense tiene el doble de huella de carbono que la producción y el transporte de gas ruso convencional (58 gramos de CO2 por kilovatio hora para un viaje hacia Francia contra 23 (del gas ruso por gasoducto). Si se incluye en el cálculo la contaminación causada por la fracturación hidráulica asciende a 85 gramos de CO2 por kwH”7Reymond M. y Rimbert, P. (02/06/2022) Juego de roles. La Diaria. https://ladiaria.com.uy/seccion/le-monde-dossier/?pagina=2. Cabe señalar que los verdes alemanes esta vez, por defender a la Otan en la guerra imperialista, han dado una voltereta sin explicarla, apoyando esta política de destrucción del medio ambiente en consonancia con su apoyo a la política expansionista de la Otan. No hay política de defensa del medio ambiente genuina que sea ajena a la que puede y debe llevar a cabo el proletariado a escala planetaria, inscripta en el cuadro actual en la estrategia de guerra a la guerra, esto es, considerar a los gobiernos de la Otan y de Rusia como enemigos de sus respectivos pueblos y clases obreras y desenvolver la lucha contra ellos dentro de sus propias fronteras en la perspectiva de unirlos contra la opresión imperialista para luchar por la unidad socialista de Europa, a partir la conquista del poder por parte de la clase obrera.
Una salida anticapitalista
El planteo estratégico imperioso que nos hace la catástrofe en todos los planos de la realidad mundial, coloca a las grandes masas hambrientas y oprimidas de todos los continentes ante un desafío de una urgencia tan dramática como inminente. Y ella consiste en dotar a la clase obrera internacional de una dirección revolucionaria y socialista. No se trata apenas de un debate teórico. Se trata de un debate y resoluciones que indiquen un rumbo y un programa que trascienda las fronteras nacionales, supere y derrote los antagonismos nacionales de las potencias imperialistas en su disputa por la apropiación de las riquezas del planeta y termine a escala global con la industria armamentista para colocar toda la energía productiva en el progreso de la humanidad. Para ello es imprescindible la expropiación sin indemnización de las industrias energéticas bajo dirección obrera, en el marco de un plan económico integral que incluya la reconversión y rápida transición de las plantas energéticas presentes hacia la gestación de la energía carente de emisiones de carbono, esto es, una reorganización productiva cuyo centro deje de ser el lucro capitalista para transformarse en el motor de la satisfacción de las necesidades de las masas y de piedra libre al desarrollo de las fuerzas productivas. En esa misma perspectiva se plantea también la expropiación de la industria química de los transgénicos, de la industria maderera y de la celulosa que devasta los bosques y selvas junto al envenenamiento de las aguas, y su reconversión sobre la base de un plan integral de las organizaciones de lucha obreras y ambientalistas. Del mismo modo se plantea la prohibición de la minería a cielo abierto y la expropiación de las grandes corporaciones mineras, colocándolas bajo gestión obrera con la finalidad de que la explotación del mineral necesario para generar la energía (solar, eólica, etc.) se proyecte y concrete sin contaminación ni afecte a la capa de ozono, evitando que tenga consecuencias letales, en términos de inundaciones, sequías, envenenamiento, hambrunas, aumento de la temperatura, etc. La defensa del medio ambiente, de la salud, y de las condiciones de vida y laborales de los trabajadores están unidas. Y, desde luego, debe estar presente la lucha por el desconocimiento de las usurarias deudas externas con el FMI, la gran banca internacional y los fondos de inversión, que constituyen una soga al cuello de las naciones oprimidas, sus pueblos y sus clases obreras y una traba al desenvolvimiento de las fuerzas productivas. Y, en esta guerra sin cuartel contra el capital en su decrepitud histórica, resulta esencial la expropiación de la banca bajo gestión de los trabajadores, para que las finanzas se coloquen al servicio del bienestar humano contra los depredadores organizados en las grandes compañías de las naciones imperialistas, y, en consecuencia, también corresponde arrebatar al gran capital los resortes del comercio mundial para colocarlo en manos de la única clase social que será capaz de desenvolver esta actividad para la satisfacción de las necesidades de toda la población mundial aprovechando las conquistas de la ciencia y la tecnología. En esta época de guerras y revoluciones, en la que los estados imperialistas plantean como salida a sus crisis mandar a la carnicería a los pueblos en forma simultánea a la catástrofe climática y ambiental, la clase obrera y sus organizaciones revolucionarias deben discutir una acción común con la que enfrenten a nuestros enemigos de clase que nos empujan a la masacre. Guerra a la guerra. Socialismo o barbarie. Por la revolución socialista mundial.