El resultado del referéndum sobre el acuerdo alcanzado por la CGIL-CISL-UIL en torno al convenio de los metalmecánicos fue muy indicativo: 16% por el No -más de 70.000 votos en contra a nivel nacional.
Un acuerdo que relanza la 'concertación’ a través del canje de un moderado aumento salarial (muy inferior a los 100 euros alardeados por los diarios, sin ninguna compensación por el aumento de la productividad e incluso por debajo de la compensación por inflación) por un significativo empeoramiento normativo sobre ia flexibilidad horaria y el aprendizaje.
Un resultado tanto más significativo porque el acuerdo era apoyado por todas las burocracias sindicales, incluida la Fiom, por todo el cuadro político del centro-derecha y el centroizquierda, y por toda la prensa nacional.
Un resultado que muestra una serie de puntos críticos donde el convenio no pasa, particularmente en las grandes fábricas que más se han movilizado en estos años: ¡a Fiat de Melfi (1.800 votos en contra y 1.200 a favor), las carrocerías de Mirafiori, Pomigliano D’Arco. La Fincantieri de Riva Trigoso (88,57% en contra) y la de Palermo. Una oposición que sin embargo no se limita a ellas, visto el resultado nacional: el 25% de los trabajadores que rechazaron el convenio en Liguria y el 20% en Piemonte.
Por otra parte, también las declaraciones de Cremaschi(1) al regreso de la asamblea de Termini Imerese y luego de conocido el resultado (“es necesario tener en cuenta la inquietud de los trabajadores en el plano salarial”), son fruto de una dificultad política. Los dirigentes de la Fiom, la FIM (Federación italiana de metal-mecánicos) y la Uilm (Unión italiana de Metalmecánicos) estaban llamados a demostrar a Federmeccanica y a la patronal italiana en genera! que eran capaces de mantener el control de la situación (exactamente como -en el terreno político— a Bertinotti se le exigió sacar del juego a “los extremistas”). En algunos puntos neurálgicos del sistema industrial han fracasado.
Un resultado que, junto a otros, mostró la importante contribución de Progetto Comunista – Izquierda del PRC, que se batió contra su ratificación en las asambleas de fábrica y en los medios de información, presente con una intervención propia y con delegados propios en algunos de los lugares más significativos en los cuales el convenio fue rechazado (como la Fiat de Melfi y la Fincantieri de Riva Trigoso).
Un resultado que nos reafirma en la batalla por bloquear la aplicación de la parte normativa del convenio en cada fábrica y por intervenir en torno a algunas reestructuraciones importantes en el sector, en particular la adquisición de Marconi por parte de Ericsson (15-20% de excedentes a nivel nacional); la de Esaote por parte de un consorcio de bancos (Intesa, Unicredit, S. Paolo, Carige, Monte del Paschi y fondo Equinox) que llevarán nuevamente a la empresa a la Bolsa, con todos los peligros del caso; ia venta del 65% de Ansaldo STS y la posible privatización de Fincantieri; además, por supuesto, del despido de mil trabajadores “ancianos” de Mirafiori.
Una operación, esta última, de la cual Montezemolo (2) quien se escandalizaba por Ricucci y Consorte(3) y hoy es investigado por falsas comunicaciones y obstaculizar las actividades de vigilancia, recabará un ahorro de cerca de 100 millones de euros (casi el 10% de las utilidades del balance de la Fiat anunciadas con bombos y platillos hace algunas semanas).