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Una respuesta al Partido Obrero


En esta y en las anteriores ediciones de En Defensa de Marxismo se ha dado un espacio considerable a las posiciones de Partido Obrero de Argentina sobre la cuestión de la reconstrucción de la IVª Internacional. Osvaldo Coggiola y Luis Oviedo, y ahora, en la última edición, Jorge Altamira, han expresado un profundo escepticismo sobre cualquier posibilidad de regenerar, o de regenerar parcialmente, a la mayor organización internacional surgida de la IVª Internacional de Trotsky, el Secretariado Unificado de la IVª Internacional (SU). El Partido Obrero y sus compañeros internacionales de ideas, principalmente en América Latina, surgieron de la organización lambertista, en 1979. Su documento fundacional caracterizó al SU como "contrarrevolucionario" (1). Nosotros hemos polemizado con este punto de vista en ediciones anteriores de En Defensa de Marxismo.


 


En un artículo anterior (2), Osvaldo Coggiola citó con aprobación lo siguiente: "La reconstrucción de la IVª Internacional, naufragó en los 25 años pasados, después de la crisis de 1951/53, porque las tendencias que levantaron la bandera de la lucha contra el pablismo se organizaron en un cuadro político que poseía, como su eje de referencia, la supuesta regeneración del revisionismo. Para preservar ese eje, y sus consecuentes maniobras de unificación, organizaron un cuadro federativista, que cuestionaba el principio elemental del centralismo democrático. Así fue con el SWP y el ex Comité Internacional antes de 1963, con la OCI (Lambert) y Healy hasta 1971, y con el CORCI desde su fundación. La característica común de negar un trabajo basado en el centralismo mal escondía la voluntad de llegar a un acuerdo con el revisionismo en la primera oportunidad. Fue la determinación de los revisionistas de mantenerse como organización centralizada, frente al federativismo de sus opositores, lo que garantizó su supervivencia. La tan anunciada continuidad de la IVª Internacional, de que se enorgullecen Lambert y Cía., está desmentida por el hecho que es imposible de conservar el hilo de continuidad revolucionaria internacional en una federación de debates" (3).


 


En esta cita de un documento de la ahora difunta organización internacional del PO, la Tendencia Cuartainternacionalista (TCI, que no debe ser confundida con una organización norteamericana previa del mismo nombre), hay algunos puntos erróneos así como otros válidos. Es verdad que la tradición del Comité Internacional estaba basada en un federalismo internacional, mientras la corriente del SI/SU estaba basada en una forma laxa de centralismo democrático internacional. Esto fortaleció a la última y debilitó al primero. Coggiola tiene razón en insistir en el centralismo democrático internacional como la forma más apropiada de organización para la vanguardia proletaria internacional. Sin embargo, no ve la ligazón entre este federalismo, que es sólo otra expresión del sectarismo organizativo profundamente arraigado del Comité Internacional, y la manera sectaria en la que esta corriente rompió con la IVª Internacional en vísperas del Congreso Mundial de 1953, incluso sin intentar luchar por sus posiciones dentro una IVª Internacional todavía unida. ¿Es en verdad del todo sorprendente que una corriente internacional que se comportó de semejante manera sectaria hacia la IVª Internacional sea entonces incapaz de funcionar en base al centralismo democrático internacional? El Comité Internacional era una federación laxa con partidos nacionales que conservaban sus pequeños imperios autónomos en sus propios países. Eran incapaces de cooperar en el CI de la misma manera que fueron incapaces de cooperar con la IVª Internacional unida. En 1979 sucedió lo mismo con la Comisión Paritaria, cuando la Tendencia Bolchevique rompió con el SU, antes del Congreso Mundial de ese año.


 


En relación a las acciones y metodología de los "antipablistas", Coggiola expresa muy claramente el sectarismo organizativo del PO y sus compañeros de ideas. Si fue sectarismo irresponsable para el proto-Comité Internacional romper organizativamente con la IVª Internacional en 1953, sin intentar luchar por sus posiciones dentro de la Internacional que Trotsky había luchado por construir, entonces ¿qué status deberíamos dar a la declaración, citada con aprobación por Coggiola según la cual los antipablistas, "estaban organizados en torno a un cuadro político que poseía, como su eje de referencia, la supuesta regeneración del revisionismo"? ¿Qué status deberíamos dar al punto de vista de que, "la característica común de negar un trabajo basado en el centralismo mal escondía la voluntad de llegar a un acuerdo con el revisionismo en la primera oportunidad"? Coggiola está aludiendo a la decisión del SWP de los Estados Unidos y de los morenistas de reunificarse con el Secretariado Internacional en 1963, para reunir a la mayoría de los trotskistas en el rebautizado Secretariado Unificado. Aunque está justificado en oponerse a la política errónea del SWP y los morenistas sobre la Revolución Cubana y a las bases política de la reunificación, no lo está en oponerse a la necesidad legítima de reunificar la Internacional. Era correcto reunificarse en 1963 porque había sido incorrecta la ruptura sin lucha en 1953. Los proto-espartaquistas desafiaron las ilusiones en el castrismo dentro del SWP y ellos actuaron correctamente al luchar dentro de él y del SU hasta que fueron expulsados. Hoy nosotros podemos considerarlos, justificadamente, como provocadores locamente sectarios, pero en los años sesenta jugaron un papel progresivo en esta cuestión.


 


El escepticismo profundo de PO sobre las posibilidades de regenerar al "revisionismo" se levanta como un contraste severo al acercamiento de Trotsky hacia los líderes centristas de los partidos socialistas de izquierda en los primeros años de la década del 30: "La transición de una fase de lucha a una más alta nunca se ha realizado sin fricción internas. Algunos camaradas, nostálgicos de las organizaciones de masas, desean recoger frutos que todavía no están maduros. Otros, ansiosos por la pureza de los principios de la Oposición de Izquierda, consideran todos los esfuerzos por acercarse a las organizaciones de masas con la mayor desconfianza. ¿Cómo puede acercarse uno a organizaciones a cuya cabeza están los centristas? ¿Qué puede esperarse de bueno de Nazareth? Nosotros estamos dispuestos, dicen, a unirnos con los obreros de base, pero no vemos ningún sentido al acercamientno a los líderes centristas, etc., etc. Semejante manera de plantear la cuestión es puramente formal y errónea. Están afectados en gran medida por el sectarismo propagandístico. La Tercera Internacional estaba formada en un noventa por ciento por elementos centristas que evolucionaban hacia a la izquierda. No sólo los individuos y los grupos, sino también organizaciones enteras e incluso los partidos con sus viejas direcciones, o una parte de esas direcciones, se colocaron bajo la bandera de bolchevismo.


 


"Esto era completamente inevitable. Sus desarrollos posteriores dependían de la política de la Internacional Comunista, de su régimen interior, etc. Hoy en el campo del movimiento obrero, si son excluidas las organizaciones fascistas, nacionalistas y religiosas, se observa el predominio de organizaciones reformistas y centristas; en esta última categoría nosotros incluimos, con buena razón, y la Internacional Comunista oficial. Está claro que el renacimiento del movimiento obrero revolucionario tendrá lugar a expensas del centrismo. Es más, no sólo los individuos y los grupos, sino también organizaciones enteras se pondrán nuevamente bajo la bandera comunista. El desarrollo posterior de re-educación dependerá de la dirección general de su política, del régimen y, finalmente, de la marcha de los acontecimientos históricos" (4).


 


Por supuesto, Trotsky estaba hablando sobre el centrismo de origen socialdemócrata que evolucionaba hacia la izquierda y no del centrismo de origen trotskista que evoluciona hacia la derecha. No son la misma cosa. Aunque es importante reconocer las diferencias entre los dos, no obstante es verdad que incluso el centrismo que evoluciona hacia la derecha, por su propia naturaleza, no es consistentemente contrarrevolucionario. La Oposición Trotskista Internacional (ITO), a diferencia del PO, no acepta que el SU tenga un carácter contrarrevolucionario. Su política centrista significa que es ambas cosas, inconsistentemente revolucionaria e inconsistentemente contrarrevolucionaria. En el largo período de la posguerra, ha habido periódicos y serios deslices de las posiciones trotskistas. Pero lo llamativo del SU no ha sido su consistencia en ser contrarrevolucionario, sino su consistencia en ser inconsistente.


 


En los párrafos que siguen a la cita inmediatamente anterior, Trotsky compara el centrismo de origen stalinista y el centrismo de origen socialdemócrata, tal como se manifestaron en los primeros años de la década del 30. Señaló que el centrismo stalinista era una forma conservadora, relativamente duradera de centrismo porque los partidos comunistas occidentales tenían una base social poderosa en la burocracia soviética. Esto preservó su existencia por un período prolongado y significó que no sufrieran inmediatamente, el destino de la mayoría de los partidos centristas, que fue ya hacia un desarrollo revolucionario, ya hacia una desintegración relativamente rápida. El centrismo stalinista duró la mayor parte de la década hasta que colapsó en la traición contrarrevolucionaria, en 1935. El centrismo de origen socialdemócrata en los años treinta no tuvo semejante base social y se desintegró en unos pocos años. El SU también ha existido durante mucho tiempo, casi medio siglo, bajo la misma forma. En lugar de haber experimentando un dramático colapso hacia una traición contrarrevolucionaria consistente, comparable a la de agosto de 1914 o al pacto franco-soviético de 1935, el SU se ha tambaleado en la misma vena centrista a lo largo del período de posguerra. ¿Qué explica esta longevidad? No es debido a un poderoso soporte social como el de la burocracia soviética. A pesar de las muchas ilusiones que el SU tiene en el stalinismo cubano, éste no ha patrocinado al SU de forma alguna. De hecho, la longevidad del SU se explica por su adhesión inconsistente al trotskismo y al programa trotskista. Aunque el SI/SU pudo haber abandonado en ciertos períodos este programa, también ha llevado adelante este programa, aunque en forma inconsistente e inadecuada.


 


Al pegar la etiqueta de "contrarrevolucionario" al SU no se captura la complejidad viviente del fenómeno político al que nos estamos refiriendo. Porque es una caricatura simplista, esto puede ser desmentido fácilmente por el SU y otras organizaciones trotskistas como burdas calumnias de locos sectarios. Hace efectivamente imposible el diálogo político con los mejores elementos dentro del SU y de otras organizaciones trotskistas, como descubrió el PO cuando intentó reunirse con la Tendencia Revolución de la LCR en París. Una reunión subsecuente con Lutte Ouvrière (LO) dio como resultado una carta suya en la que protesta contra la exclusión del SU, por parte del PO, de cualquier proceso de reconstrucción de la IVª Internacional. Esta es una de las razones por las que LO no se ha involucrado hasta ahora en nuestro proyecto de reconstruir la IVª Internacional.


 


El artículo de Jorge Altamira (5) en la cuestión del acuerdo electoral LCR-LO, publicado en la última edición de En Defensa del Marxismo, padece las mismas fallas sectarias que las declaraciones de Coggiola anteriormente citadas. Aunque hace muchas críticas correctas a las limitaciones políticas del acuerdo, Altamira concluye llamando a LO a romper el acuerdo con la LCR. Esta es una conclusión equivocada y sectaria de un análisis correcto de los problemas políticos del acuerdo. La alianza ha generado mucho entusiasmo, energía y esperanzas en la extrema izquierda francesa. En lugar de condenar el proyecto y llamar a LO a romper el acuerdo, minando esta dinámica del proceso, es metodológicamente más efectivo llamar a LO y a la LCR a conservar la alianza electoral y elevar el nivel político de la plataforma. Hay un aspecto positivo en la alianza de las dos organizaciones trotskistas de Francia. Esto es que es un paso en la dirección de terminar con la fragmentación del movimiento trotskista, lo que es necesario si el trotskismo quiere ser numéricamente lo suficientemente fuerte para hacer una diferencia en la lucha de clases. La fuerza numérica es importante. El método de Altamira rompe con este deseo instintivo de unidad y efectividad y también lo aleja de cualquier influencia sobre los mejores elementos dentro del LCR y LO, quienes pueden, a su turno, ridiculizarlo como un cínico sin esperanzas y un rupturista.


 


Trotsky, como hemos visto, fue capaz de anticipar que un partido revolucionario podía reclutar el noventa por ciento de sus futuros miembros entre los partidos centristas, incluyendo total o parcialmente a sus direcciones. La experiencia del Partido Socialista francés uniéndose virtualmente en bloque a la Tercera Internacional probablemente ocupaba un lugar prominente en su pensamiento cuando escribió el texto que hemos citado más arriba. Incluso se permitió unirse al nuevo Partido Comunista francés e incluso asistir al Segundo Congreso de la Internacional Comunista, en 1920, a la antigua y contrarrevolucionaria dirección socialpatriótica, que apoyó al imperialismo francés en la primera guerra mundial (por ejemplo, Cachin y Frossard). Si cosas semejantes pudieron ocurrir, sería hoy realmente una locura excluir por adelantado, de una "manera formalista", un desarrollo similar bajo el impacto de un poderoso desarrollo hacia la izquierda de la lucha de clases internacional. Esto puede manifestarse en la propia regeneración del SU y en su fusión con otras organizaciones trotskistas para reconstruir la IVª Internacional sobre una base más amplia. Podemos ser escépticos como queramos acerca de esta probabilidad; pero no podemos ni debemos excluirla como una posibilidad por anticipado.


 


Finalmente, mientras estamos en la cuestión del Partido Socialista francés y la Internacional Comunista, es instructivo recordar que se le permitió al primero unirse a la IC antes de los "21 Puntos" (6), que subrayan los criterios revolucionarios para la adhesión a la Internacional Comunista. En otras palabras, Lenin y los bolcheviques no se acercaron al reagrupamiento revolucionario a través de un proceso de ultimátums políticos y denuncia de las limitaciones de los partidos centristas que ellos buscaban influenciar. En cambio, establecieron una relación política práctica y un diálogo político en forma simultánea con estos partidos. El Partido Socialista francés fue aceptado en la Internacional Comunista mientras los bolcheviques luchaban simultáneamente por su clarificación política. Este enfoque ya fue subrayado en un documento de la ITO, enviado al Congreso Mundial del SU de 1995.


 


"La desorientación y fragmentación del movimiento trotskista han aumentado notablemente desde el derrumbe del stalinismo. El reagrupamiento de los trotskistas requiere tanto clarificación política como unificación organizativa. No es posible decir simplemente la claridad política primero, unidad organizativa después. Aunque esa fórmula pueda parecer ordenada y atractiva, falla para explicar el problema real y simplifica demasiado la solución. La claridad política debe ganarse en el curso de una lucha por la unidad organizativa, de la misma manera que debe ganarse unidad organizativa en el curso de una lucha por la clarificación política. En su carta a W. Bracke, del 5 de mayo de 1875, Marx escribió: Cada paso del movimiento real es más importante que una docena de programas. Esta observación es usada por los oportunistas para justificar su abandono del programa revolucionario, pero su significado real es que hay una conexión indisoluble entre alcanzar la claridad teórica y construir el movimiento revolucionario, una unidad dialéctica entre opuestos. La clarificación teórica no vinculada a la construcción de un partido revolucionario es un ejercicio sin importancia. Bajo las condiciones presentes, en el estado actual de crisis de la dirección revolucionaria, la lucha por el reagrupamiento de los trotskistas es el mejor y, en verdad, el único armazón adecuado para la clarificación teórica. En la lucha por el reagrupamiento las posiciones teóricas pueden confrontarse entre sí polémicamente y probarse en la práctica. La teoría puede convertirse en realidad y no sólo en pensamiento ideológico" (7).


 


12 de febrero de 1999


 


 


 


Notas


 


1. Tendencia Cuartainternacionalista. "Declaración de fundación de la Tendencia Cuartainternacionalista", (1979); en Internacionalismo; número 1, junio de 1980.


 


2. Coggiola, Osvaldo, "Para la Reconstrucción de la IVª Internacional"; en En Defensa del Marxismo; número 12, mayo de 1996.


 


3. Tendencia Cuartainternacionalista. "Sobre la división del SU y la formacion del Comite Paritario", diciembre de 1975.


 


4. Leon Trotsky, Escritos, 1932-33, Pathfinder Press. Nueva York, (Diferenciado por Chris Edwards).


 


5. Altamira, Jorge, "El Frente Revolucionario del profesor Tobin"; en En Defensa del Marxismo, número 22, octubre/diciembre de 1998.


 


6. Se refiere a las 21 condiciones establecidas en el Segundo Congreso de la IC para la admisión de un partido a la Internacional Comunista (nota del traductor).


 


7. Documento de la Tendencia de Izquierda al Congreso Mundial de 1995, "Construyendo la IVª Internacional y partidos trotskistas de masas en cada país", 1995


 

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