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Sionismo y socialismo en el pueblo judío

* Este artículo fue publicado originalmente en En Defesa del Marxismo N° 28 (Julio/Agosto 2000)

 

 

Quiero entrar en forma directa en un tema que se ha discutido mucho en Argentina en los últimos meses, incluso en el debate electoral entre el Partido Obrero e Izquierda Unida y otros sectores, sobre el sionismo.
 
 

Sionismo y judaísmo

 
En general, se ha dicho que sionismo es igual a judaísmo, y esto no es cierto. El sionismo es sólo una corriente política del pueblo judío que recién se ha impuesto como tal en los últimos cincuenta años. En la historia del movimiento obrero socialista internacional, del movimiento obrero judío y del pueblo judío, el sionismo fue, hasta fines de la Segunda Guerra Mundial, una corriente minoritaria. La masa de judíos a principios de siglo residía predominantemente en Europa Oriental, especialmente en la zona-gheto de la Rusia zarista. Bajo el zarismo comenzó a desarrollarse en todos estos países, producto de la crisis de ese régimen político y del sistema capitalista, un movimiento de tipo antisemita moderno. No eran simplemente prejuicios de características medievales, sino una política de Estado. El gobierno desarrolló, en forma conciente, políticas antisemitas para tratar de desviar la ola de protesta revolucionaria que se desarrollaba bajo el imperio zarista. No es casual que la palabra pogrom, que todo el mundo conoce, provenga del ruso. Según el diccionario, significa un movimiento popular dirigido por las autoridades zaristas para la exterminación de los judíos. Esta palabra se hizo popular, porque en Rusia, cada vez que apretaba la crisis y que el pueblo se inquietaba, el régimen zarista organizaba pogroms (o sea manifestaciones violentas organizadas por la policía y los servicios parapoliciales del Estado) para desviar contra el pueblo judío y especialmente sobre los trabajadores judíos las iras del pueblo contra el régimen. Los judíos eran el chivo expiatorio de las grandes crisis.
En 1903 hubo un pogrom muy conocido: el pogrom de Kichinev. Se hizo famoso porque fue una masacre en gran escala, que conmovió a todo el mundo; varias decenas de miles de judíos fueron exterminados y sus propiedades arrasadas. Como ustedes se darán cuenta, por la fecha, era un momento de muchas dificultades para el régimen zarista (en 1904 se desarrolla la guerra de Rusia con Japón y, con la derrota del zarismo, estallará en 1905 la primera revolución rusa). Eran medidas desesperadas para contener la ola revolucionaria que se insinuaba.
 

El Bund y los marxistas

 
Los marxistas socialdemócratas estuvieron a la vanguardia de la lucha contra el antisemitismo en Rusia. Ellos planteaban claramente que la lucha contra el antisemitismo estaba ligada en forma directa a la lucha para terminar con el régimen zarista. Los trabajadores judíos, decían, tienen que organizarse junto al resto de los trabajadores rusos y de todas las demás nacionalidades para terminar con el régimen de opresión zarista. El movimiento marxista ruso era muy joven; el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) se formó en 1898. Una de las columnas de este partido fue justamente el movimiento obrero judío, que muy de entrada adoptó características socialistas. Se constituyó en un movimiento que se conoce con el nombre de Bund, que significa “la Unión General de los Trabajadores Judíos de Polonia, Lituania y Rusia”.
El Bund fue una de las organizaciones que constituyeron el POSDR. En 1903, en el II Congreso del POSDR, el Bund constituía prácticamente dos terceras partes del mismo, según ciertas estadísticas. Los obreros judíos organizados en el Bund eran las dos terceras partes de los afiliados nominales que tenía en aquel entonces la socialdemocracia rusa. Desarrollaron una gran organización en las principales ciudades. El Bund y la socialdemocracia rusa organizaron las asociaciones de autodefensa de los obreros judíos y de los obreros socialdemócratas contra los pogroms. No solamente se dedicaron a hacer propaganda socialista y contra el antisemitismo, sino que también tomaron el problema práctico de organizar la autodefensa de los trabajadores contra las provocaciones reaccionarias del zarismo.
 


El rol del sionismo bajo el zarismo

 
Junto a esta corriente había otra que combatía por conseguir la adhesión del pueblo judío: era el sionismo. La corriente sionista planteaba que la única solución para los judíos era emigrar, irse de todas estas naciones, para recuperar su territorio y construir su propia nación, en Palestina, de la cual habían sido expulsados hacía siglos. En la diáspora, este pueblo se había dispersado en diferentes naciones, y la solución al problema del antisemitismo (que era un problema que iba a existir eternamente, decían) debía ser el retorno a la “tierra prometida” de Palestina.
El sionismo recibió apoyos financieros, diplomáticos y políticos muy importantes, de grandes sectores de la burguesía de Europa Occidental. De algunos judíos y muchos no judíos. La banca Rotschild y otra serie de sectores se dieron cuenta que una gran parte de la juventud, de la intelectualidad y de los trabajadores judíos, en su lucha contra la opresión racista que llevaba adelante el zarismo contra los judíos, se incorporaba rápidamente a las filas revolucionarias, a la socialdemocracia. Durante todo este período, el sionismo llevó adelante una política de acuerdos con las grandes potencias imperialistas: con el sultán de Turquía, con el zar de Rusia, con la Inglaterra imperialista. E incluso en los momentos de grandes explosiones, cuando se produjo, por ejemplo, el pogrom de Kichinev, el dirigente del movimiento, Teodoro Herzl, volvía de una reunión con el zar en la cual no se había condenado este tipo de matanzas. Por el contrario, había tratado de lograr acuerdos con el zarismo para que éste permitiera la emigración de judíos hacia Palestina. Esto originó en su momento una crisis en las propias filas de los partidos sionistas. Que estos dirigentes se reunieran con los ministros antisemitas del zar; que sacaran comunicados conjuntos; que apoyaran una política común; que hicieran declaraciones como algunas muy conocidas que decían “somos más que leales” al régimen zarista, cuando el pueblo judío era terriblemente masacrado; es un antecedente de algo que después se repitió muchas veces por parte de los dirigentes sionistas.
Tenemos entonces estas dos grandes corrientes: la sionista y la socialista, compitiendo para ver cuál organizaba a los millones de trabajadores judíos que había en Europa Oriental.
 

El II Congreso del POSDR

 
El segundo problema, para integrar esta discusión, es el siguiente: si bien el Bund y los socialdemócratas se movilizaban conjuntamente para constituir grupos de autodefensa y denunciar el antisemitismo, el Bund, en 1903, rompe con el POSDR. En la historiografía que se ha desarrollado en los últimos años se plantea que esto se debió a la incomprensión que tenían los marxistas rusos, la socialdemocracia marxista rusa, acerca del problema nacional. Que no entendía el problema nacional judío, lo que obligó al ala judía de la socialdemocracia rusa a romper en 1903 con el POSDR. Es necesario dejar perfectamente aclarado que esto es absolutamente falso; es parte de una fábula histórica que se ha desarrollado para atacar al bolchevismo.
La realidad es otra. La socialdemocracia rusa se divide, en 1903, en su II Congreso, en dos alas que se hicieron históricamente famosas: el ala menchevique o minoritaria, y la bolchevique o mayoritaria. La bolchevique o revolucionaria dirigida por Lenin, y la menchevique dirigida por lo que se conoce con el nombre del ala conciliadora, partidaria de un compromiso entre bolcheviques y mencheviques en el movimiento socialdemócrata ruso (Martov). El ala menchevique, después de esta división, adopta un rumbo más abierto de alianza con la burguesía liberal para enfrentar al zar (Plejanov) y avanzar hacia una revolución democrática en Rusia; había sectores que eran partidarios incluso de una monarquía de tipo constitucional. Mientras que el ala bolchevique era partidaria de que en la revolución se forjara una alianza de los obreros con los campesinos para superar las vacilaciones y traiciones de la burguesía liberal.
 


El Bund en el campo del menchevismo

 
En un libro autobiográfico, escrito por uno de los líderes del Bund, que se publicó hace unos años en Buenos Aires en castellano, Mis Memorias, su autor, Medem, da cuenta de que en 1903, antes de la reunión del II Congreso del Partido Social Demócrata Ruso, tuvo oportunidad de encontrarse en una mesa-debate con León Trotsky y un exponente del sionismo. Medem ataca en su exposición a la socialdemocracia rusa por lo que caracteriza como “errores” en la lucha contra el antisemitismo. Esta intervención suya, cuenta Medem, origina una violentísima réplica como las que solamente Trotsky era capaz de realizar cuando estaba en vena. Medem se queja de que mientras a él lo atacó con toda fiereza, a los sionistas de izquierda Trotsky “les respondió (en cambio) con humor y de buena manera”. La causa de este choque se iba a ver pocos meses después. En realidad, Medem, en nombre del Bund, estaba haciendo una gira preparatoria de su intervención en el Segundo Congreso de la socialdemocracia rusa. En esa gira el Bund ya estaba completamente alineado con las posiciones que conformarían el ala menchevique del partido. Ya por entonces el Bund era un adelantado: si no podía imponer lo que luego serían parte de las orientaciones mencheviques, estaba dispuesto a llegar a la escisión del POSDR, antes que a subordinarse y a aceptar la dirección del ala revolucionaria.
 


Lenin contra un partido judío independiente

 
Esto está documentado por toda una serie de polémicas que se desarrollaron en los meses previos al II Congreso de la socialdemocracia rusa. Lenin publica una serie de escritos contra el Bund a raíz de que éste inicia públicamente una política de provocaciones contra el POSDR. En su diario, el Bund publica, en enero de 1903, un largo artículo atacando al Comité del Partido socialdemócrata de Ekaterinoslav, una ciudad industrial en el sur de Rusia, acusándolo de que ha tenido una política errónea frente al problema judío y que no combate a fondo el antisemitismo. El Bund acusa a este comité del POSDR por repartir volantes entre los obreros judíos de Ekaterinoslav atacando al antisemitismo y al sionismo, sin mencionar al Bund. El Bund dice que el único que puede sacar declaraciones para agitar entre los trabajadores judíos de esa ciudad industrial, es el propio Bund; no el POSDR.
Más interesante que esto es que Lenin, muy sagaz, observa que el Bund ha decidido en un congreso, por primera vez, que el proletariado judío debía estructurarse como partido político independiente. Esto sí que era un cambio trascendental. Porque hasta ese momento el diario del Bund, los volantes del Bund y todas las actividades del Bund, hacían referencia a su pertenencia al POSDR. En cambio, modifica esto, y el Bund plantea ahora que es un partido político independiente y que en condición de tal se prepara para ir al congreso. Es decir que el Bund, en enero de 1903, seis meses antes del II Congreso, ya estaba concientemente preparando una escisión política. Pero si la dirección del Bund había decidido separarse del POSDR, ¿por qué concurrió al congreso de la socialdemocracia?
Cuando el Bund reivindica para sí la exclusividad para repartir volantes entre los obreros judíos, Lenin, que era un maestro en desarmar todas las posiciones y analizar cualquier problema, plantea primero un problema muy llano: que en esa ciudad no existía organización del Bund. Segundo: que había incluso un acuerdo, votado en un congreso anterior del Bund, donde se había resuelto que en todo el sur de Rusia las organizaciones socialdemócratas debían ser comunes; es decir que judíos y no judíos formaban una organización común para luchar por los intereses generales de la clase obrera.
Pero el Bund había denunciado que el volante del POSDR decía que el antisemitismo se había desplazado de Alemania a otros países y que en todas partes reclutaba a sus secuaces entre las capas burguesas y no entre las capas obreras de la población. Para el Bund esto era mentira; sostenía que el antisemitismo era compartido por la burguesía, los obreros y gente del pueblo. Que por lo tanto la socialdemocracia rusa no cumplía con su papel de demostrar que el problema del antisemitismo no era sólo un problema de clase sino un problema de características más antiguas, que arrastraba incluso a los trabajadores no judíos. Para ejemplificar su posición, el Bund señala que en el pogrom de Ekaterinoslav habían participado algunos trabajadores.
Lenin publica un artículo, en enero de 1903, casi inmediatamente después de la crítica del Bund, que se llama “¿Necesita el proletariado judío un partido político independiente?”. Del largo editorial que había sacado el Bund, toma la denuncia de que en el pogrom habían participado “doce obreros cristianos” de una fábrica en la que habían actuado como rompehuelgas. Esa sería la prueba fáctica de que la socialdemocracia no cumplía con su deber de atacar también a los obreros pogromistas. Lenin señala esto como un problema importante de la polémica. En su artículo saluda “la excelente proclama” que sacara el comité del POSDR de esa ciudad industrial, porque “explica magníficamente a los obreros judíos la posición de la socialdemocracia ante el sionismo y el antisemitismo. Advertimos que la proclama muestra un cuidado exquisito, de verdaderos camaradas, para no herir los sentimientos, el modo de pensar y los deseos de los obreros judíos; que expresa y subraya la necesidad de luchar bajo la bandera del POSDR, inclusive para mantener y seguir desarrollando su cultura nacional, aun en aras de los intereses puramente nacionales”. Y Lenin defiende la declaración, señalando “que el carácter social del antisemitismo actual no cambia porque participen en tal o cual pogrom no ya decenas sino inclusive centenares de obreros desorganizados, nueve décimas de los cuales se encuentran sumidos en la más completa ignorancia”. Agrega que el POSDR va a luchar para que estos obreros dejen de ser instrumentos de las políticas burguesas y para organizarlos en una forma independiente. Este es el primer punto del debate. Lenin defiende al comité de Ekaterinoslav, que “se subleva (y con razón) contra las fábulas sionistas acerca del carácter eterno del antisemitismo, en tanto que el Bund, con su comentario inspirado por el enojo, no hace más que embrollar el problema y sembrar entre los obreros judíos ideas que conducen a embotar su conciencia de clase”.
El segundo problema es que Lenin ataca la tendencia formada en el Bund de crear un partido independiente de los obreros judíos. Este va a ser uno de los puntos de división del II Congreso, porque el estatuto de1898 otorgaba al Bund total autonomía para organizarse y para discutir todos los problemas que tuvieran que ver con problemas propios de la nacionalidad: les permitía reunirse, sacar sus diarios en idisch (que era el idioma común durante esa época entre los judíos), fijar posiciones nacionales y culturales, y todo lo que se refiriera a los problemas de la comunidad. Pero planteaba la necesidad de que todos juntos lucharan en un único partido de todos los obreros de Rusia, de todos los que vivían en Rusia, de los obreros de todas las nacionalidades, incluidas las oprimidas, para que entre todos juntos pudieran voltear al régimen zarista.
 


El Bund antiiskrista

 
Este debate se va a desarrollar a fondo en el II Congreso. La delegación del Bund va a votar siempre con la derecha. En la etapa previa al II Congreso, el Bund había realizado una sistemática política de ataques a la convocatoria iskrista. Lenin había luchado junto a Plejanov, Martov y otros dirigentes socialdemócratas por hacer del POSDR un verdadero partido político de la clase obrera de toda Rusia. El periódico Iskra fue su instrumento fundamental para ello. Libró en ese sentido una serie de luchas políticas contra diversas tendencias, en especial la de los “economicistas”, que relegaban el papel de la organización y agitación política independiente del proletariado. Cuando se convoca al II Congreso, estamos ante un triunfo del ala iskrista. Pero el Bund es uno de los que más atacan esta convocatoria. Primero, negando derechos al Comité de Organización que había tomado en sus manos asegurar la convocatoria al Congreso (estaba dominado por los iskristas). Luego, anunciando que no se subordinaría a un partido común con el resto de los obreros socialdemócratas. Esto explica el choque anteriormente relatado de Trotsky con Medem en vísperas del II Congreso. Y explica también la serie de artículos de Lenin contra la dirección del Bund. En uno de ellos (“A propósito de una declaración del Bund”, Iskra, 1/2/1903) Lenin acusa a la dirección del Bund de jugar un papel “provocador”. Y plantea que no va a caer en esa provocación, y explica “al proletariado judío, que los actuales jefes del Bund cometen un serio error político, que, sin duda, el tiempo, la experiencia y el desarrollo del movimiento se encargarán de corregir”. Lenin recuerda la historia del Bund: “En otra época el Bund apoyó al economicismo, contribuyó a la división en el extranjero, adoptó una resolución en la cual consideraba que la lucha económica es el mejor medio de agitación política. Nosotros nos indignamos y luchamos contra ello. Y la lucha ayudó a rectificar los viejos errores… Luchamos contra el arrebato terrorista, el cual pasó, al parecer, todavía con mayor rapidez. Y estamos convencidos de que también pasará la pasión nacionalista.”
 


La quiebra de Iskra

 
Lenin era conciente de que el Bund venía al II Congreso a combatir el triunfo de la tendencia revolucionaria, de Iskra, que él encabezaba. En todos sus escritos de la epoca, posteriores al Congreso, Lenin denuncia el accionar antiiskrista y obstruccionista de los delegados del Bund: “Los bundistas se dedicaron a una obstrucción desesperada”, “los bundistas lograron… hacer vacilar las filas de los iskristas” (Información sobre el II Congreso del POSDR, setiembre de 1903).
Lenin quiso discutir como primer punto la propuesta del Bund de entrar al POSDR como “partido obrero judío independiente”, en una “federación” de partidos “nacionales”; pero la dinámica del Congreso se lo impidió. Efectivamente, el Bund fue uno de los ejes de la formación del ala menchevique. Esto se evidenció en primer lugar en torno al famoso artículo 1º de los Estatutos, que formalmente dividió al partido en mencheviques y bolcheviques. La mayoría iskrista se dividió: Martov pasó a encabezar el ala partidaria de un estatuto flexible, que permitiera la participación en la vida del partido de gente no dispuesta a organizarse (con posiciones políticas probablemente también más flexibles), frente a los que querían una organización para la acción revolucionaria. Lenin en este punto quedó en minoría. El Bund votó en este punto junto a Martov y los futuros sectores mencheviques. Lenin fue derrotado así en un par de oportunidades (organización del Comité Central, etc.), formándose una mayoría entre el Bund, los dos delegados de la corriente economicista y el ala de los iskristas dirigida por Martov, contra Lenin y los duros de Iskra.
Recién cuando se discutió el problema del Bund, es decir su decisión de constituir un “partido independiente” federado, se logró restablecer la mayoría iskrista. El II Congreso votó en contra de este planteo y el Bund se retiró. El Bund no tenía una posición adoptada respecto al problema nacional. Tenía una contradicción importante: la mayoría de los obreros judíos no era partidaria de la “autonomía nacional” (en el congreso que había realizado previamente, el Bund no se pudo poner de acuerdo en llevar una posición de este tipo al Congreso del POSDR; ésta era la posición de la dirección del Bund en el extranjero). El Bund rompe y se retira del Congreso, incluso antes que el ala de Martov; algunos consideran, incluso, que fue este retiro del Bund lo que precipitó la salida de Martov. Por amplísima mayoría, es rechazado el planteo de que se forme un partido político independiente de los trabajadores judíos. Los leninistas, y Trotsky entre ellos (fue uno de los que más intervino en ese Congreso en contra del Bund), se opusieron a un partido dividido en nacionalidades, para poder tener un objetivo revolucionario común. Insistían con todas las salvaguardias que había dado el estatuto original en 1898, de que existiera una fracción, un agrupamiento que discutiera los problemas específicos de la comunidad judía, pero en el marco de un partido común.
El ala menchevique surgió en gran medida gracias a la acción de los dirigentes del Bund. Lenin, en su informe sobre el “II Congreso de la Liga de la Socialdemocracia ” se queja de que la alianza “de Martov con el Bund resultó ser duradera”. Y hasta reflexiona acerca de que “en tales condiciones, realmente no comprendo por qué se retiró el Bund. Era el dueño de la situación y habría podido salirse con la suya” (Actas del II Congreso, diciembre de 1903).
 


La escisión del Bund y el triunfo del bolchevismo

 
A partir de 1902/3 el Bund va a ir cada vez más a la derecha. Con el triunfo de la revolución de 1917, su dirección pasará a ser un agente directamente contrarrevolucionario, es decir, coincidirá con todas las fuerzas contrarrevolucionarias, aunque una gran parte de sus intelectuales y de sus obreros revolucionarios se van a ir incorporando crecientemente a las filas del bolchevismo y van a jugar un rol importante en el proceso revolucionario ruso. En todo este período, en la lucha entre sionismo y socialismo, el socialismo va a sacar una ventaja muy grande, canalizando a lo mejor de la juventud y de los trabajadores judíos. Porque es el que da una respuesta política y práctica a la lucha contra el antisemitismo. El sionismo tratará de cambiar de táctica y colocarse también en el campo del antizarismo, pero lo hará junto a los partidos de la burguesía liberal. Trabaja con ella y por eso la mayor parte de los obreros judíos militantes y de la juventud judía seguirán pasándose a las filas del bolchevismo y de la socialdemocracia. El Bund, cada vez más derechista, prácticamente va a desaparecer. La Segunda Guerra Mundial marcará el fin del Bund, y una de las explicaciones para esto es que al abjurar del comunismo y pasarse por completo a la socialdemocracia menchevique, el Bund se encontró en la misma situación de impotencia de todos los partidos socialdemócratas frente al nazismo.
La Revolución Rusa despertó un enorme entusiasmo en el pueblo judío, lo que achicó los márgenes del accionar sionista. La revolución logró provocar un renacimiento cultural importante de la comunidad judía. Bajo la dirección de Lunacharski, el comisario del pueblo de Cultura, Marc Chagall y otros, los artistas judíos dieron un gran impulso a la cultura judía. Esto se mantuvo hasta que comenzó realmente la contrarrevolución stalinista, que replanteó el antisemitismo en gran escala.
Contrarrevolución, antisemitismo y resurgimiento del sionismo van de la mano. Hasta la Segunda Guerra, el sionismo estaba reducido a una pequeña minoría, que no lograba “convencer nunca a la mayoría de sus correligionarios. Fueron los trabajadores… que hablaban idisch… quienes se mostraron más furiosamente hostiles al sionismo y a toda idea de emigración a Palestina” (Los Judíos no Judíos, Isaac Deutscher). En 1939, cuando se procedió por última vez a la elección de las autoridades de la comunidad judía en Polonia, el sionismo perdió estrepitosamente. Frente al boicot de los comunistas stalinistas, con cierto peso entre los trabajadores judíos, triunfaron el Bund y otras corrientes.
Al terminar la Segunda Guerra Mundial, los sobrevivientes de la comunidad judía que se salvaron del Holocausto fueron ganados políticamente por el sionismo, que apareció como una respuesta a la crisis del bolchevismo (que era en realidad el stalinismo convertido en agente contrarrevolucionario en los Estados obreros) y a la desaparición del ala menchevique de la socialdemocracia.
 


El papel reaccionario del sionismo

 
El Estado de Israel que se funda en 1948 es una nación artificialmente creada por un acuerdo internacional entre el imperialismo norteamericano y la burocracia stalinista rusa. En el curso de la historia posterior, el Estado sionista va a aparecer en repetidas oportunidades como un agente directo de la contrarrevolución, apoyando a los régimenes más contrarrevolucionarios del mundo (incluida la dictadura videlista en Argentina).
Aunque en los últimos 50 años fueron dominadas por el sionismo, las masas judías están viviendo y van a vivir en forma creciente, incluso en el propio Estado de Israel, la impasse de un régimen abiertamente proimperialista. Los marxistas revolucionarios deben librar una lucha política e ideológica para que vuelva a crecer y desarrollarse entre los judíos la alternativa socialista.
Se comprende entonces la importancia de la denuncia del PO contra la incorporación del sionismo a Izquierda Unida. Izquierda Unida, en oportunidad de la masacre de la Amia, se opuso a movilizarse (como lo hacían los bolcheviques, incluso el Bund, incluso los sionistas de izquierda) contra los antisemitas. Más tarde, en oportunidad de las últimas elecciones, llevó como uno de sus candidatos principales a un dirigente sionista (Schiller).
La lucha por el socialismo revolucionario entre los judíos sigue vigente y va a la par, como ya ocurrió en el pasado, de la lucha contra la izquierda democratizante.
* Texto de la intervención de Rafael Santos, en la sesión sobre “Trotsky y la cuestión judía” del Seminario Internacional, realizado en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (30 de mayo de 2000).
 

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