La economía mundial en las vísperas de 2024

Las ventas masivas de bonos del Tesoro estadounidense estremecen el sistema financiero internacional

Estamos asistiendo a una incesante y masiva venta de bonos del Tesoro estadounidense. Lo que hasta ahora era valorado como el activo más seguro del mundo, ha empezado a dejar de serlo. Esta circunstancia tiene consecuencias disruptivas enormes y pone en jaque el conjunto de la estabilidad financiera internacional. 

Al acelerarse las ventas, los bonos del Tesoro a diez años superaron la simbólica barrera del 5%. Un nivel que no se alcanzaba desde hacía dieciséis años. Esto tiene serias consecuencias porque significa que la primera potencia capitalista, EEUU está perdiendo ni más ni menos que la capacidad de manejar el mercado de renta fija. A pesar de que las principales autoridades yanquis han pretendido restarle importancia y poner paños fríos, la venta masiva de los bonos encendió las alarmas de los principales círculos financieros y gobierno a escala global. Por lo pronto, Moodys acaba de categorizar la deuda pública estadounidense con” perspectivas negativas” para el próximo período, que está en sintonía con la decisión de otras de las principales consultoras de riesgo como Ficht que ha bajado la nota de los títulos del tesoro calificados históricamente como Triple A.

 “Si los rendimientos siguen subiendo a un ritmo tan rápido, aumenta la posibilidad de que algo se rompa, de que algo vaya mal”, advierte Marc Giannoni, economista jefe de Barclays, que anteriormente trabajó para los bancos regionales de la Fed en Dallas y Nueva York (Martine Orange, Sin permiso 22/11/2023)

Es necesario tener presente que la relevancia de los bonos del tesoro no se circunscribe a la economía estadounidense sino que es uno de los pilares del sistema financiero internacional.

Este activo funcionaba como una cuasimoneda, como un sustituto del dólar, pues tenían una liquidez total, dándole seguridad a sus tenedores la seguridad de negociarlos en cualquier momento hasta el punto tal que los principales bancos centrales del mundo poseen una parte no despreciable de sus reservas en ese activo. Los excedentes comerciales y financieros de los países, empezando por Japón y China se dirigieron a adquirir una parte de la deuda norteamericana. Durante décadas, los gobiernos estadounidenses acumularon déficits comerciales y presupuestarios sin preocuparse de las consecuencias: el mundo exterior estaba dispuesto a financiarlos sin miramientos. Hoy nada es ya seguro. El “privilegio exorbitante” del que disfruta Estados Unidos ya no está garantizado. El mundo ya no está dispuesto a financiar el poderío estadounidense con los ojos cerrados. “Al final, el déficit importa”, afirma el Wall Street Journal (Martine Orange, idem).

Por el lugar que ocupa y el peso que tiene, los bonos de tesoro, que ascienden a la friolera de 25 billones de dólares en la actualidad, son en el punto de referencia central para medir y comparar el resto de los demás activos financieros que circulan en el planeta.

El aumento de la tasa de interés ha hecho que los servicios de la deuda pública estadounidense ha crecido como una bola de nieve y que afectan una parte mayor y creciente de los ingresos fiscales. El gobierno de los Estados Unidos ha gastado 659 mil millones de dólares en lo que va de año para pagar los intereses de su deuda. A eso habría que unir los crecientes gastos armamentistas, que se han potenciado con el agravamiento de los conflictos internacionales. Si ya era un factor de desequilibrio de la economía norteamericana los fondos destinados a Ucrania, con más razón ahora que se suma el apoyo económico que la Casa Blanca le otorga a Israel con motivo de la invasión a Gaza. En un año, el déficit presupuestario se ha más que duplicado, alcanzando la astronómica cifra de más de 2 billones de dólares en 2023. El Gobierno prevé un déficit anual de entre el 5% y el 7% del PIB durante la próxima década.

Bajo estas condiciones, las necesidades de financiamiento han ido en aumento pero la capacidad de financiamiento yanqui que antes era prácticamente algo automático ha dejado de serlo y el costo de hacerlo se está volviendo cada vez más oneroso. Quienes subestiman este hecho y señalan la fortaleza del sistema y que no existe ningún riesgo serio en la marcha de la economía u olvidan la experiencia reciente. En marzo de 2020, al comienzo de la pandemia, el mercado del Tesoro se congeló durante varios días al no encontrar compradores para la deuda pública estadounidense. Se evitó un colapso total de todo el sistema financiero

La situación que atraviesa la deuda pública norteamericana se extiende también a la deuda soberana de otros países, en primer lugar a las otras economías avanzadas, empezando por Europa. La tasa de la deuda alemana a diez años, que habían estado por debajo de cero entre 2020 y 2021, ha subido del 2,01% al 2,83% desde junio, y la francesa del 2,8% al 3,4%. La deuda italiana ha saltado del 3,9% al 4,8% en el mismo periodo.Para los gobiernos europeos, esto significa una carga aún mayor del servicio de la deuda y un margen de maniobra aún menor en sus presupuestos. Y, en última instancia, el riesgo de tener que volver a drásticas políticas de austeridad para “tranquilizar a los inversores”. La eurozona, con sus sombrías perspectivas económicas, sus finanzas fragmentadas y sus debilidades estructurales y energéticas puestas de relieve por la invasión rusa de Ucrania, ha pasado a ser considerada uno de los eslabones más débiles del actual escenario financiero

Ni que hablar que el aumento de la tasa de interés está haciendo estragos en los países atrasados, en los que el pago de la deuda es agobiante e insostenible, muchos de los cuales han entrado en un virtual default. En ese pelotón se encuentra también Argentina. Las ingenierías que se están haciendo para reprogramar los vencimientos y patear la pelota para adelante no pueden ocultar este cuadro explosivo. No nos olvidemos que en muchos de esos países dependen de la importaciones de alimentos y energía que han pegado un salto sideral. Por otro lado, los precios de los productos básicos de sus exportaciones son fijados por las fuerzas internacionales de las multinacionales y las empresas comerciales y el ritmo del crecimiento del comercio mundial, particularmente de los productos básicos, se está contrayendo. Por ejemplo, los precios del cobre han bajado un 25%. En este contexto, las balanzas comerciales se han vuelto aún más deficitarias, obligando a las naciones afectadas a un mayor endeudamiento. 

Efectos cascada

La convulsión que se expresa en la venta de los bonos del Tesoro norteamericano se está extendiendo a todos los mercados de bonos y deuda. Uno de ellos, es la deuda corporativa, 

Los grupos económicos que atraviesan una difícil situación financiera se ven obligados a aceptar refinanciaciones a tipos cada vez más elevados, superiores al 10%. 

Las altas tasas de interés ya están empezando a golpear a las empresas estadounidenses. Los costes de endeudamiento de algunas empresas se duplicaron o casi triplicaron en 2023 en comparación con años anteriores, lo que supuso un gran impacto negativo en las cuentas de las empresas. Los costes de los intereses de las empresas estadounidenses aumentaron un 22% en el primer trimestre de 2023 en comparación con el año anterior.Como resultado, según S&P Global, 459 empresas se han declarado en quiebra a finales de agosto, superando el número total de declaraciones de quiebra registradas en 2021 y 2022.Según Deutsche Bank, el total de incumplimientos de préstamos en EEUU podrían aumentar al 11,3% de la deuda pendiente, solo ligeramente por debajo del máximo histórico del 12% de la crisis del 2008

La preocupación es que las tasas más altas comenzarán a tener efecto a partir de 2025, cuando grandes franjas de deuda pendiente aumenten con su renovación. A medida que estas empresas comiencen a renovar sus deudas pendientes a tasas significativamente más altas, los impagos aumentarán.

Eso nos lleva de vuelta a las llamadas empresas “zombies”, es decir, las empresas que no obtienen suficientes ganancias para pagar su deuda acumulada y, por lo tanto, sobreviven solo pidiendo prestado aún más. Incluso han empezado a caer en la volteada empresas más solventes que están perdiendo su estado de crédito de “grado de inversión” porque han acumulado más deuda de la que pueden gestionar. Por lo tanto, son vulnerables a las “degradaciones” de su estatus crediticio, lo que aumentaría drásticamente sus costes de servicio de la deuda.

Goldman Sachs calcula que el 13% de las empresas que cotizan en EEUU “podrían ser consideradas” zombis. Pero la Reserva Federal descubrió que sólo aproximadamente el 10% de las empresas públicas eran empresas zombis en 2019 utilizando criterios ligeramente más rigurosos. Alternativamente, Deutsche Bank descubrió que más del 25% de las empresas estadounidenses eran zombis en 2020, un aumento del 6% en relación con el 2000 ( Michael Roberts, La angustia de la deuda,Sin Permiso 31-10-23)

Si los incumplimientos de las empresas aumentan, esto ejercerá una presión renovada sobre los acreedores, es decir, los bancos. Ya ha habido una crisis bancaria en marzo pasado que provocó que varios bancos pequeños se hundieran y el resto fuera rescatado con más de 100.000 millones de dólares de financiación de emergencia por parte de los reguladores gubernamentales.

La serie de quiebras de bancos regionales estadounidenses, entre ellos el Silicon Valley Bank a principios de año, dio el primer indicio de la conmoción. Más allá de las decisiones de gestión tomadas por los distintos bancos, todos se enfrentaban a las mismas dificultades estructurales: la caída del valor de sus reservas, constituidas en gran parte por bonos del Tesoro estadounidense en un momento en que los costos para retener a los ahorristas e inversores que tienen depositado su dinero en esas instituciones se ha ce más elevado y dificultoso. Los bancos más débiles tuvieron que salir a deshacerse de esos títulos, asumiendo la pérdida derivada de su depreciación.

La Reserva Federal apagó el incendio con urgencia, aceptando garantizar los depósitos sin límite y abriendo una ventanilla especial para los bancos más frágiles que les permitiera refinanciarse más fácilmente. Pero la bomba no se ha desactivado. Los balances de los bancos rebosan de bonos antiguos, que siguen depreciándose a medida que suben los tipos de interés. Las pérdidas no realizadas en estos instrumentos financieros se estiman en unos 400.000 millones de dólares.

Los grandes bancos que pueden refinanciarse sin problemas pueden conservar estos títulos hasta su vencimiento para evitar incurrir en pérdidas. Pero otros se ven obligados a vender, incluso con pérdidas, lo que agrava aún más la caída de los bonos del Tesoro estadounidense.

Esto vale también para el mercado inmobiliario, cuya caída salpica también a los bancos.

En el activo de los balances de los bancos están los préstamos que han hecho a los promotores de bienes raíces comerciales (CRE) (similar al desastre en China). Los pequeños bancos tienen ahora 1,9 billones de dólares en CRE. Pero los precios de los bienes raíces han bajado un 20% y más de 1,5 billones de dólares de estos préstamos se deben renovar en 2025 con tasas de interés más que duplicadas.

Lo que es cierto para los bancos también lo es para los fondos de pensiones, las compañías de seguros y los fondos de inversión. Todos ellos poseen bonos del Tesoro, y todos ellos están viendo cómo su valor se desploma. No olvidemos que uno de los datos emblemáticos de la crisis financiera de 2008, junto a la quiebra de Lehman Brothers, fue el derrumbe de AIG, la principal aseguradora yanqui, que terminó siendo rescatada por el estado norteamericano.

Guerra y crisis politica 

No se puede obviar a la hora de hacer un análisis el peso y la influencia que tiene el propio escenario político dominado por grandes y crecientes conflictos internacionales y la guerra, que se está multiplicando y detienen un impacto no solo regional sino de alcance mundial. De la globalización hemos pasado a una creciente fractura y dislocaciones de la economía dominada por la guerra comercial y los choques entre los estados. Estamos en presencia de un resquebrajamiento del orden mundial, que desfea la hegemonía estadounidense, que va de la mano con una decadencia histórica de la primera potencia capitalista del mundo. 

Los capitales circulan menos y los excedentes ya no se reciclan automáticamente en dólares como antes. Especialmente desde la incautación de reservas de divisas por parte del Banco Central ruso como parte de las sanciones impuestas por Occidente, algunos gobiernos ven la posesión de activos financieros denominados en dólares como un factor de riesgo. Si no están vendiendo sus tenencias de dólares en este momento, para evitar asumir pérdidas, están comprando menos, si es que lo hacen.

China es un buen ejemplo. Con una cartera valorada en más de 1.200.000 millones de dólares en 2021 China solo ha vendido deuda estadounidense por valor de 70.000 millones de dólares desde 2021. Pero ya no está comprando ninguna. Es difícil desentrañar en estas elecciones lo que es económico -los superávits de China se han reducido considerablemente desde la pandemia de Covín- y lo que es político, ya que ambos están, una vez más, intrínsecamente ligados.

Tanto o más importante, según la apreciación de algunos analistas es la propia crisis política norteamericana, con la amenaza de un cierre del gobierno, los que están minando la confianza en el dólar y en la deuda estadounidense.

Desde hace meses, la política fiscal y el déficit presupuestario del gobierno estadounidense son una fuente de enfrentamientos crecientes entre demócratas y republicanos. Estos últimos, bajo la influencia de los diputados y senadores alineados con Trump, han reclamado constantemente una reducción drástica del gasto público, negándose a votar hasta el último minuto los créditos adicionales solicitados por la administración Biden. Esta crisis se ha vuelto a recrudecer estos días, amenazando con paralizar la administración pública. Los operadores de Wall Street se han hecho eco de estas presiones y denuncian cada vez con más fuerza una política fiscal expansiva corre el riesgo de alimentar una subida cada vez más perjudicial de los tipos de interés a contramano la política monetaria restrictiva de la Reserva Federal.

¿Un aterrizaje suave de la economía?

La opinión mayoritariamente difundida es que el incremento de la tasa de interés ha permitido domar la inflación. Esta afirmación merece ser puesta en tela de juicio.

El objetivo que proclaman la Reserva Federal y los otros bancos importantes es reducir la “demanda excesiva” en la economía, es decir, el gasto “excesivo” de los hogares, las empresas (y los gobiernos), aumentando el coste de los préstamos en todos los ámbitos. Afirman que el mercado laboral es demasiado fuerte, que los salarios están aumentando demasiado. Los líderes de los bancos centrales repiten esta afirmación pero la reciente espiral de inflación de los precios no ha sido causada por la “demanda excesiva”, sino por la oferta insuficiente, en particular los “cuellos de botella” de la oferta global en el caso de los alimentos, la energía y otras materias primas y componentes que inicialmente subieron los precios y se extendieron a todos los sectores. 

No se puede escapar que en la resistencia a la baja de los precios interviene la estructura oligopólica de la industria alimentaria y energética y la creciente especulación que reina en ellas, fuera de cualquier regulación Uno de los informes de las Naciones Unidas al que hicimos referencia señala: ‘El marcado contraste entre el aumento de los beneficios de los gigantes del comercio de productos básicos y la inseguridad alimentaria generalizada de millones de personas pone de relieve una realidad preocupante: la actividad no regulada dentro del sector de los productos básicos contribuye al aumento especulativo de los precios y a la inestabilidad del mercado (SWS, 25-10-23)

El informe señalaba que se estaba desarrollando una interacción viciosa en la que el aumento de los costes energéticos incrementa el precio de los fertilizantes, lo que provocaba una reducción de su uso y un menor rendimiento de las cosechas, que a su vez provocaba un aumento de los precios de los alimentos. Los beneficios de las nueve grandes empresas de fertilizantes en los últimos cinco años pasaron de una media de unos $14.000 millones antes de la pandemia a $28.000 millones en 2021 y luego a lo que se denomina unos ‘asombrosos’ $49.000 millones en 2022.En los mercados de materias primas alimentarias, las actividades especulativas que desempeñan un papel fundamental en las subidas de precios no sólo son llevadas a cabo por bancos, fondos de cobertura y otras instituciones financieras. Las principales empresas de comercio de alimentos, como Archer Daniels Midland y Cargill, también han participado activamente.

 De todo modos, la cadena de suministros al igual que los cortocircuitos que terminaron por paralizar la producción provocados por la pandemia se han ido revirtiendo.El mérito principal de la caída de la inflación proviene de esta regularización y no por la eficacia de la política monetaria La política expansiva en su momento ha sido impotente para sacar la economía de la anemia y tendencias deflacionarias y del mismo modo, ahora, la política contractiva está muy lejos de ser una antídoto milagroso contra las tendencias inflacionarias. Pero si ha sido suficiente para abrir todos estos focos de crisis de la deuda aquí expuestos, con la amenaza cierta de ingresar en un escenario atravesado por defaults soberanos, temblores financieros y una ola de quiebras de las empresas.

Si hay algo en lo que los banqueros de alto nivel están de acuerdo es en que el próximo estallido de los mercados financieros se centrará en el enorme mercado estadounidense de préstamos apalancado. Una de las cuestiones que parece relativamente silenciada es el enorme crecimiento de la llamda “banca en las sombras”. La misma, que se encuentra en gran medida fuera del sistema de regulación financiera, ha tenido un crecimiento explosivo desde la crisis de 2008, con aproximadamente la mitad de los activos financieros mundiales ahora en dicho segmento 

Con estos nubarrones a la vista, la tendencia reinante en los círculos de poder y de negocios a pronosticar a lo sumo una aterrizaje suave (y hay quien descarta una recesión) peca de optimismo. Deberían poner las barbas en remojo.Que las cosas distan de marchar sobre ruedas y que las alarmas han empezado a encenderse es que la Reserva Federal. Ha dispuesto una pausa en el incremento de la tasa de interés que ya se habla de ir recortándola a la baja en el curso del año entrante. Existe un temor, aunque se pretenda disimularlo, que se puede producir un aterrizaje pronunciado de la economía. Por lo pronto, los organismos financieros mundiales admiten una desaceleración del crecimiento y han corregido a la baja sus pronósticos al respecto.

El propio pronóstico de la Reserva Federal para el crecimiento económico de EEUU este año se ha elevado al 2,1%, con un ligero aumento del desempleo: aterrizaje suave. Pero los índices que analizan todos los factores en la economía todavía sugieren una alta probabilidad de recesión, por ejemplo, el modelo de la Reserva Federal de Nueva York.

Tengamos presente que, de todos modos, el “aterrizaje suave” que se augura es solo para los EEUU. Estados Unidos es la principal economía con mejor rendimiento con una tasa de crecimiento del 2% previsto por la Reserva Federal, que se reducirá al 1,5% el próximo año. El resto de las economías del G7 ya están en recesión (Alemania, Canadá) o cerca de ella (Francia, Reino Unido, Japón). Y varias economías europeas más pequeñas se están contrayendo: Suecia, Países Bajos y Austria, con Europa del Este también cayendo. La mayor parte del llamado Sur Global está en problemas (Michael Roberts, ¿Un aterrizaje suave de la economia? (Sin permiso, 23-09).

El FMI, el Banco Mundial y la OCDE han reducido sus previsiones de crecimiento para este año y el próximo, lo que difícilmente respalda un “aterrizaje suave” a nivel mundial. Al mismo tiempo, la actividad económica a nivel mundial (incluyendo China, India, etc.) se tambalea al borde de la contracción 

Pero el panorama alentador que se pinta para EEUU debe ser colocado en una sombra de duda. De hecho, incluso si EEUU registra un crecimiento real del PIB en el tercer trimestre, el normalmente muy optimista Goldman Sachs todavía pronostica una contracción en el último trimestre de 2023, antes de una modesta recuperación en 2024.

Asimismo una editorial reciente de The Economist baja el cable a tierra y sale al cruce contra cualquier espejismo que nuble la realidad, que está encabezado por un sugerente título ‘La economía mundial desafía a la gravedad. Eso no puede durar” Y agrega “Los cimientos del crecimiento actual parecen inestables. Si miramos hacia delante, abundan las amenazas ‘. (SWS, 8-11)

Se ha esgrimido que una de las razones por las que a la economía estadounidense le ha ido mejor de lo esperado es porque los consumidores han estado gastando el dinero acumulado en la pandemia y aún quedaba un billón de dólares de ‘exceso de ahorro’.

Una vez que se agotara, los tipos de interés ’empezarían a morder’ y provocar una caída del consumo. La población estadounidense está altamente endeudada y ya no podrá valerse de ese medio y está obligada a depender crecientemente de sus propios ingresos mensuales. El mercado inmobiliario, por su parte, se está contrayendo en la medida que el encarecimiento de los préstamos hipotecarios afecta los precios de las viviendas. La inversión empresarial tiende a caer, con más razón cuando el financiamiento se ha vuelto caro. En el tercer trimestre, la inversión se detuvo. Si en tiempos del dinero barato, los fondos puestos a disposición de las empresas por parte del estado no fueron a la inversión productiva sino a la especulación, a distribuir utilidades a los accionistas o a la recompra de acciones, esta tendencia está llamada a potenciarse en momento que se ha secado el mercado y no abunda una liquidez como el pasado.

El gasto público no puede ser tampoco un motor para un reanimamiento económico pues lo está a la orden del día es su reducción. Más allá de las peleas, demócratas y republicanos coinciden en recortar partidas destinadas a programas y beneficios sociales.

Se hace hincapié en el empleo para justificar una supuesta fortaleza de la economía estadounidense. Pero la cifra ajustada estacionalmente de puestos de trabajo para el mes de septiembre mostró un modesto aumento de 18.000 puestos de trabajo, Y los datos de empleo han tenido revisiones negativas durante los últimos meses. Y no solo están disminuyendo los nuevos puestos de trabajo en los sectores industriales, sino también en los servicios. Además, las horas trabajadas en la industria han ido disminuyendo. Así que hay menos trabajos nuevos y menos horas trabajadas (Michael Roberts,idem)

No hay perspectivas de que la economía estadounidense pueda salir del creciente problema de la deuda porque, las previsiones de crecimiento económico para el próximo año son anémicas, de alrededor del 2% frente a tipos delinteres cercanos al 5%. Bajo esos parámetros la deuda como proporción del PBI está llamada a agrandarse

Comentarios finales 

A partir de lo aquí expuesto salta al vista que no marchamos a un declive sereno de la economía mundial sino un panorama surcado por una enorme inestabilidad y turbulencias financieras, atravesada por quiebras y defaults empresarios y soberanos. Los propios estados que salieron al rescate del capital son hoy los que deben ser rescatados y esto arrastra a los tesoros y bancos centrales. Ni siquiera Estados Unidos ha salido indemne cuyos propios títulos han perdido la solvencia y la solidez que los caracterizaba. Estamos ingresando en un escenario que combina recesión con inflación. Esta crisis augura sacrificios y privaciones sin precedentes para las masas, como lo revela por anticipado la catástrofe energética y alimentaria que tuvimos que enfrentar con el salto de los niveles de precios que afectó no sólo a los países de la periferia sino a las propias metrópolis capitalistas.

Un informe de las Naciones Unidas publicado en octubre expone que una de las características clave de la situación actual es el creciente dominio de la economía mundial por parte de las grandes corporaciones y el capital financiero. Esto ha llevado a la reducción de la participación del trabajo en la renta del 57% en 2000 al 53% en la actualidad. Traducido a cifras brutas, esto significa que con un PIB mundial cercano a los 100 billones de dólares, los ingresos que fluyen hoy hacia los trabajadores son unos $4 billones menos de lo que habrían sido si se hubiera mantenido la ya deprimida proporción del año 2000.

En palabras del informe ‘La disminución de la parte correspondiente al trabajo y el aumento de los beneficios de [las multinacionales] apuntan al papel clave de las grandes empresas que dominan las actividades internacionales… [y] hacen aumentar la desigualdad funcional de los ingresos a escala mundial’.

La subida de los tipos de interés ya están teniendo importantes repercusiones en los países más pobres. ‘Unos 3.300 millones de personas —casi la mitad de la humanidad— viven ahora en países que gastan más en el pago de los intereses de la deuda que en educación o sanidad’. La proporción de ingresos públicos destinados al pago del servicio de la deuda pasó del 6% en 2010 al 16% en 2021.

Las guerras de Ucrania y ahora en Palestina constituyen un salto en la crisis, pues ha acelerado una dislocación de la economía mundial y provocado una catástrofe migratoria y humanitaria. La multiplicación de los conflictos bélicos es una confesión que la impasse y contradicciones capitalistas son más explosivas y no se pueden zanjar por medios económicos sino que hay que valerse de medios extraeconómicos y el uso de la fuerza. La crisis capitalista se traslada al campo social pero también al campo político. Asistimos a un derrumbe de de los regímenes políticos existentes y entre ellos de la propia democracia imperialista y a la emergencia, por izquierda y derecha, de tendencias y líderes bonapartistas,que buscan catapultarse como árbitros y palotear la cris frente al deterioro de los partidos y dirigentes políticos tradicionales.

Al mismo tiempo, la crisis capitalista está oficiando der caldo de cultivo de levantamientos y rebeliones populares. Este panorama presenta enormes responsabilidades y desafíos para la izquierda que se reclama revolucionaria Es necesario estar a la altura de las circunstancias de modo tal de erigirse en un factor que contribuya a que los trabajadores irrumpan en la crisis con una fisonomía independiente y se transformen en una alternativa de poder.


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2 comentarios en «La economía mundial en las vísperas de 2024»

  1. me parece exelente; como faro ordenador de la lucha de los socialistas revolucionarios e internacionalistas, en chile el EDM, claro que lo necesitamos, bienvenido sea,¿ como lo compro? Saludos.

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