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Declaración del Congreso Nacional de Política Obrera «Fischer-Bufano»

Reproducimos la declaración política del 1er Congreso de Política Obrera (antecesor del Partido Obrero), efectuado poco antes del golpe de 1976.

Fuera Isabel

Terminemos con el gobierno antiobrero

Abajo el golpe

Por elecciones generales inmediatas

CONSTRUYAMOS EL PARTIDO OBRERO INDEPENDIENTE

Durante los días 12, 13 y 14 de diciembre se realizó el Congreso Nacional de nuestra organización, Política Obrera, colocado bajo la memoria de nuestros compañeros Jorge Fischer y Miguel Ángel Búfano, asesinados hace justamente un año por el terrorismo protegido por el gobierno peronista. Asimismo, la presidencia de honor del Congreso fue ocupada por los compañeros presos de PO y de la Unión de Juventudes por el Socialismo, que se encuentran en las infames cárceles de este gobierno por su lucha obrera y democrática. Las discusiones preparatorias para este Congreso se desarrollaron con inusitada intensidad durante dos meses, con la participación activa y masiva de todos los cuadros de la organización, y en un marco democrático de alta jerarquía, que permitió, además, la formación de tendencias internas sobre diversos puntos del debate. La culminación de todo esto fue un Congreso de características fabulosas por el número, la calidad y la madurez política de las intervenciones de los compañeros delegados. Los aspectos en disidencia y las cuestiones contradictorias fueron ampliamente discutidas y clarificadas, lo que permitió arribar a todas las conclusiones con una votación unánime. No tenemos ninguna duda de que este Congreso será un factor fundamental para el desarrollo de la lucha de todos los obreros y jóvenes que buscan por todas las vías estructurar un partido obrero independiente del proletariado y del conjunto de los trabajadores, instrumento insustituible para terminar con los gobiernos capitalistas, con la reacción política, con el terrorismo, con la militarización del país y la amenaza golpista, con el hambre, la desocupación y la carestía, por la destrucción del Estado burgués y la construcción de un gobierno de los explotados y de los oprimidos, un gobierno obrero y campesino.

AI término de las deliberaciones, el Congreso Nacional de Política Obrera -“Fischer-Bufano”- resolvió dirigirse a todos sus hermanos de clase, a todos los trabajadores y a la juventud, con una declaración que sintetice sus conclusiones y propuestas políticas.

Por su carácter patronal, el gobierno peronista ha concluido como un gobierno antiobrero

Al cabo de dos años de su retorno al gobierno, el peronismo se ha transformado de “gobierno del pueblo” en el gobierno del antipueblo; de gobierno de los “siete millones de votos” en el gobierno repudiado por el 90 por ciento de la clase obrera: de gobierno autodeclarado de la “liberación nacional” en el gobierno del entreguismo y de la humillación de la soberanía del país; de gobierno de “las libertades democráticas” en el gobierno del estado de sitio, de la ley de seguridad, de la militarización del estado, del terror asesino y de la pena de muerte; de gobierno de la “redistribución del ingreso en favor de los trabajadores” en el gobierno de la escalada infernal de los precios, de la desocupación y del congelamiento salarial.

Se trata de un hecho objetivo, asimilado por millones de trabajadores: el gobierno peronista es un gobierno definitivamente antiobrero.

Es entonces que viene la pregunta fundamental: ¿por qué un movimiento que se identificó con banderas progresistas ha concluido en la guerra feroz contra las masas? Sabemos que existen muchas respuestas superficiales a este interrogante, que tiene como propósito engañar a los trabajadores.

La culpa es de López Rega, exclaman tanto Lorenzo Miguel como los antiverticalistas. Entonces preguntamos: ¿quién puso a López Rega en el gobierno sino el mismísimo general Perón? El jefe de la camarilla derechista no aplicó, en realidad, una política contradictoria con la de Perón. No fue López Rega sino Perón el que impuso el pacto social contra los trabajadores y quien mandó reformar la ley de Asociaciones Profesionales para perpetuar por cuatro años a la burocracia en los sindicatos. No fue López Rega sino Perón el que implantó la ley de seguridad, cuyo artículo 5° castiga brutalmente las huelgas declaradas al margen de la burocracia sindical. No fue López Rega sino Perón quien salió al balcón de la Casa Rosada a enfrentar, el 12 de junio de 1974, las movilizaciones por aumentos salariales. En esa oportunidad, Perón utilizó un lenguaje antiimperialista, pero sólo como pantalla de humo para ocultar su ataque a las huelgas obreras.

El gobierno peronista ha tenido cinco presidentes en solo dos años, pero aun así constituye un todo, porque todos sus hombres, sus grupos, sus corrientes y sus tendencias estuvieron comprometidos con las distintas etapas que permitieron arribar a la actual situación. Lorenzo Miguel y Robledo atacaron en su momento a López Rega: entonces, ¿por qué se oponen hoy a la investigación del ministerio de Bienestar Social y de la Cruzada? Por una razón muy simple: porque los robos y desfalcos que se han cometido no comprometen sólo al lopezreguismo sino también a toda la burocracia sindical, que participó plenamente del “negocio” del ministerio de Bienestar Social. El lopezreguismo y la burocracia sindical actuaron en estrecha alianza durante dos años, y solo cuando las huelgas de junio y julio golpearon mortalmente al “brujo”, los burócratas resolvieron criticarlo.

Calabró y los antiverticalistas no sólo atacan a López Rega, sino incluso a toda la mafia verticalista. Entonces: ¿por qué no reclaman que se investiguen los crímenes cometidos por la camarilla derechista y la burocracia sindical, que ensangrentaron al país como nunca? Porque todos los antiverticalistas sin excepción encubrieron estos crímenes y porque, seguramente, muchos de ellos estarán directamente comprometidos ¿O acaso el gobernador Calabró y su policía provincial descubrieron alguno de los miles de crímenes derechistas cometidos en la provincia de Buenos Aires? ¿O acaso alguno de estos abrió la boca contra la represión de López Rega y Miguel contra la heroica huelga de Villa Constitución, auténtico antecedente de las huelgas de junio y julio?

El gobierno peronista es responsable como un todo de la política antiobrera: la presidente de la República, directamente identificada con “el círculo de amigos” de López Rega que se encuentran prófugos de la justicia; sus cinco presidentes, ya que desde el pacto social de 1973 y pasándose el mando con toda caballerosidad, fueron entretejiendo el proceso político de esta agresión infernal; sus senadores y diputados, quienes votaron las leyes reaccionarias y se han negado a la más mínima investigación de los asesinatos; sus burócratas sindicales, que manejan los sindicatos con los métodos del gangsterismo y que avalan la entrega y la carestía. Todos juntos, en definitiva, porque apoyan a Pinochet y a Bordaberry, -saludan al masacrador Franco como a un héroe, tienen a uno de sus hombres encabezando el ministerio de colonias del imperialismo yanqui que es la OEA.

La pregunta sigue entonces en pie: ¿por qué el gobierno peronista ha concluido como un gobierno antiobrero?

La respuesta es una, es clara y es concreta: el gobierno peronista ha terminado come un gobierno esencialmente antiobrero porque el peronismo es y fue siempre, a pesar del apoyo de la base obrera, un movimiento de carácter patronal, tanto por su programa como por su dirección. Es solo así que se entiende que, en las circunstancias en que la lucha extraordinaria de los trabajadores contra la dictadura militar amenazó destruir al Estado capitalista, Lanusse lo llamó a Perón, las fuerzas armadas le entregaron pacíficamente el gobierno, todo esto para que -digámoslo con las propias palabras de Perón-“se reconstruya el Estado”, esto es, se defienda el instrumento político esencial de los explotadores contra la lucha de los explotados.

Este es el norte fundamental de esta segunda época de peronismo: impedir, si es necesario por los medios más brutales, que los trabajadores impongan combativamente sus aspiraciones impostergables.

Contra la lucha por reponerse de 18 años gorilas de miseria salarial, el gobierno peronista suspendió desde su inicio las paritarias e impuso el congelamiento de los sueldos y el pacto social. Contra las aspiraciones a la democracia sindical, se implantó una mayor regimentación. Contra las movilizaciones que, por el solo hecho de ser movilizaciones autónomas, “sacaban los pies del plato”, se aplicó la ley de seguridad. Cuando el peso de la ley no logró hacer retrocederá los trabajadores, “sonaba el escarmiento”: el terrorismo oficial

Porque este es y ha sido un gobierno patronal, un gobierno antiobrero, es que fue apoyado por los partidos del gran acuerdo nacional y por los militares, y por eso mismo solo la gran huelga general obrera de junio y julio lo reventó definitivamente.

El movimiento nacionalista burgués del peronismo ha concluido, por su carácter de clase, por encarnar los intereses de la burguesía nacional, como un gobierno antiobrero, instrumento del imperialismo y de la reacción política.

Este gobierno quiere sobrevivir militarizando y ensangrentando al país

Hay que decirlo con total claridad y absoluta precisión: las huelgas históricas de junio y julio han terminado con este gobierno peronista.

Las huelgas de junio y julio hicieron pedazos el intento de consumar la instauración de una dictadura constitucional terrorista y el propósito de arrasar con las principales conquistas del proletariado. Entre la clase obrera y el gobierno peronista se ha cavado un abismo infranqueable. El gobierno peronista se ha transformado en un gobierno minoritario, lo que equivale a decir que no puede ya gobernar sobre la base de las ilusiones en él depositadas por los trabajadores. Pero no solo esto: tampoco puede gobernar como un gobierno represivo, debido a que salió derrotado del enfrentamiento con la clase obrera en las huelgas de junio y julio. Sin base popular, sin capacidad propia de represión, el gobierno peronista se ha transformado de instrumento útil, en un estorbo para la propia clase burguesa. Por eso, no solo es un gobierno en crisis: es, además, un gobierno en demolición, en liquidación, en disgregación y en derrumbe. La oposición radical no lo apoya, el Frejuli se ha dividido, el peronismo está pulverizado, las fuerzas armadas se niegan a sostenerlo en su litigio contra las otras fuerzas burguesas de adentro o de afuera del justicialismo.

Es en estas condiciones que, para sobrevivir, el gobierno se ha lanzado con todo a satisfacer el 100 por ciento de las exigencias de las fuerzas armadas reaccionarias, a transferirles el poder real del Estado y a apelar, en una escala nunca vista, al terrorismo. El gobierno que supuestamente había concretado, en 1973, el desalojo de los militares, está entregando al alto mando de las fuerzas armadas poderes de intervención política como estas nunca lo habían tenido antes en la historia de este país. El gobierno peronista, en la última semana, ha llegado al extremo de enfrentar a la Cámara de Diputados para que esta permita la aplicación de la pena de muerte, tal como lo exigen generales, brigadieres y almirantes.

¿Cómo se puede decir, entonces, que luchar contra este gobierno es hacerle el juego al golpe o al imperialismo? ¿Es hacerle el juego al golpe luchar contra el gobierno de la militarización del Estado? ¿Es hacerle el juego al terrorismo luchar contra el gobierno terrorista? ¿Es hacerle el juego al imperialismo combatir al gobierno que vuelve a entregar los bancos “argentinizados”, que prepara un acuerdo infame con Standard, Siemens, e Ítalo, que negocia una deuda externa de 10 mil millones de dólares pagando fabulosos intereses? Apuntalan sí el golpe quienes defienden al gobierno que impulsa la militarización, quienes defienden a los partidos que reclaman mayor intervención militar, quienes plantean un gobierno patronal de “unión nacional” con las FFAA.

Luchar contra el gobierno que envió las tropas a Sierra Grande es luchar por la victoria de las masas, es quebrar la alternativa golpista que este gobierno y todos los partidos patronales y propatronales encubren.

La iniciativa es de las masas: fuera Isabel, acabemos con el gobierno; abajo el golpe, por elecciones generales inmediatas

El gobierno peronista es el enemigo público N° 1: primero, porque quiere gobernar contra la mayoría trabajadora que lo repudia; segundo, porque -en total desintegración-, pretende mantenerse a rajatablas por medio de la militarización y el terror.

A pesar de la partida de López Rega, este gobierno no ha dejado de ser el gobierno de la camarilla lopezreguista, representado principalmente por la misma presidente de la República. De esta manera, el reclamo popular de la concentración del 27 de junio pasado en Plaza de Mayo no ha sido aun plenamente satisfecho: la camarilla derechista controla el poder ejecutivo nacional.

La cuestión es entonces clara: el problema fundamental para los trabajadores en el orden político es terminar con este gobierno que, más todavía por el hecho de su desintegración, constituye un neto gobierno antiobrero.

Nosotros, Política Obrera, decimos: existe un método perfectamente democrático para terminar con el caos y el terror de este gobierno. Decimos: que se haga valer la voluntad popular, ni un minuto más para este gobierno minoritario que transfiere el poder real a los elegidos por nadie, a las fuerzas armadas. Que se convoque de inmediato a elecciones generales -para todos los cargos- para que el pueblo, en particular las masas trabajadoras, decidan el gobierno que quieren, el programa que entienden que terminará con el terror, con el hambre, el caos y la entrega.

A los que tanto cacarean con el “gobierno del pueblo”, decimos: las huelgas de junio y julio han terminado con esta falsificación y con el gobierno mismo. Que se haga valer esta voluntad por medio de elecciones generales, sin ninguna clase de proscripción.

El gobierno isabeliano, bajo la presión del intenso repudio popular, se ha visto obligado a anunciar un probable adelantamiento de las elecciones que deberían realizarse en marzo de 1977, a noviembre de 1976. El gobierno mismo se ha visto obligado a ponerle fecha máxima a su liquidación, con el propósito de atenuar el reclamo de que se vaya ya y para lograr una tregua que le permita intentar una reorganización del peronismo y una salida electoral concertada con los radicales y las fuerzas armadas. El anuncio de un probable adelantamiento de las elecciones muestra hasta qué punto este gobierno es conciente de que no puede durar, pero es también un intento de estirar su permanencia para salvar a los delincuentes y terroristas, y tratar de que los intereses de éstos sean contemplados en las negociaciones electorales.

Nosotros decimos: cada minuto más de gobierno peronista es otro minuto más de agresión antiobrera y de amenaza de golpe militar. No hay tregua con la camarilla derechista, fuera del gobierno ya, que el pueblo decida en inmediatas elecciones generales.

Pero no solo el gobierno teme a las elecciones inmediatas. Hace pocas horas, un general del ejército advirtió contra la posibilidad de que las elecciones sean utilizadas por la “guerrilla fabril”, es decir, por la clase obrera. Ninguno de los partidos principales de la burguesía, así como tampoco el Partido Comunista, piden la partida inmediata del gobierno y la convocatoria a elecciones. La línea de estos partidos es, o la exhortación a Isabel a que vuelva al “11 de marzo” (PC), o el reclamo de que renuncie en favor de Luder o algún otro. ¡Nadie quiere que los trabajadores intervengan para decidir en esta cuestión! ¡Nadie quiere elecciones ya, porque los partidos patronales no creen que los trabajadores se engañen con otro partido patronal! Todos saben que las elecciones inmediatas serían el acta de defunción del peronismo y, a partir de aquí, el hundimiento en picada de la burocracia sindical, de los aparatos represivos, todo lo cual crearía una fenomenal irrupción de los trabajadores, una recuperación masiva de los sindicatos y, por último pero fundamental, el alumbramiento de un partido obrero independiente de masas.

La consigna de acabar con este gobierno y convocar a elecciones inmediatas generales es una consigna de derrota del gobierno, de derrota de los burócratas sindicales, de quiebra de los esfuerzos de la burguesía y del imperialismo por controlar la situación mediante un nuevo acuerdo. Es una consigna de aislamiento de los intentos golpistas, es una consigna de unificación política para los trabajadores y activistas independientes, es una consigna que desbroza el terreno para llevar a cabo la única y real salida: construir el partido obrero y el gobierno obrero y campesino.

Para imponer un desenlace obrero a la debacle del gobierno y de todo el estado burgués, es imprescindible que construyamos un partido obrero independiente

Ya hace seis meses que comenzó la disgregación de este gobierno antiobrero y la crisis continúa sin perspectiva de un desenlace inmediato. Hace seis meses que el conjunto del país se debate en un caos infernal y la situación se degrada sin fin. ¿Cuál es la explicación de esto? Ni el gobierno, ni las fuerzas armadas, ni los partidos burgueses opositores han podido imponer una salida patronal y reaccionaria debido a que han sido rebotados una y otra vez por las luchas obreras y de la juventud. Fracasó el intento de Isabel-Damasco-Numa Laplane; fracasó el propósito de volver a congelar los salarios por medio del Instituto de Remuneraciones; fracasó la tentativa de forzar una “tregua” por 180 días con prohibición de huelgas. También han fracasado quienes han reclamado la renuncia de Isabel y la formación de un gobierno de unidad nacional con Luder, esto porque los partidos patronales opositores prefieren mantener aún a la presidente para evitar una desintegración demasiado rápida del peronismo. Y lo que es superfundamental: Alsogaray y el alto mando militar han planteado que no pueden aún lanzar un golpe de estado porque temen, en el actual estado de la movilización obrera, juvenil y democrática, que un golpe precipite tanto una revolución popular como una división física del ejército en las calles.

Que quede perfectamente definido: el proletariado tiene la iniciativa política, los explotadores se baten en retroceso y actúan contragolpeando. El proletariado, con su iniciativa, ha mantenido a raya a la burguesía, impidiéndole, consumar una salida antiobrera a la crisis y obligándola, en principio, a buscar esa salida en torno a un adelantamiento de las elecciones. Es necesario destacar dos manifestaciones fabulosas de esa iniciativa de las masas producidas en las dos últimas semanas. Nos referimos, en primer lugar, a la movilización inigualada del Smata, con 30.000 mecánicos en la calle, que se impuso contra el intento de regimentación gubernamental armado por Ruckauff-Miguel, lo que demostró el carácter masivo, abrumador, de la tendencia del proletariado a imponer el derecho a su organización libre e independiente frente al Estado burgués. El otro hecho fueron las elecciones en las universidades, realizadas contra el gobierno, la policía y el terror, y que han abierto un nuevo período de ascenso de la juventud. Ha sido de esta manera como, en todos lados, las masas de trabajadores han paralizado las soluciones de todo tipo de los explotadores.

Al lado de esto, sin embargo, debemos decir: la prolongada duración de la crisis, con todos los dolores de miseria económica y terror político que suponen, se explican también porque la clase obrera no ha podido convertir todavía su resistencia generalizada en una resistencia centralizada, única, concientemente dirigida contra el gobierno antiobrero. La clase obrera argentina, en un momento histórico de su desarrollo, se encuentra sin una organización política propia, sin su partido obrero. La dirección actual de las organizaciones obreras, la burocracia sindical, es un factor, no de unificación, sino de desintegración de la intervención obrera, y de ataque constante, incluso a las resistencias parciales. Es por esto que nosotros decimos: la posibilidad de que sea el proletariado el que dicte el desenlace a la crisis política está determinado por la construcción de su partido, organización política independiente de la burguesía. Este partido, al estructurar la intervención de la clase obrera alrededor de sus intereses históricos, al centralizarla en torno a objetivos políticos propios, permitirá destrozar al terrorismo antiobrero, desbaratar las maniobras de recambio burgués, desarrollar una intensa militancia contra el golpe militar, acelerar el desgaste de la burguesía y el imperialismo, y reunir todas las condiciones para imponer un gobierno obrero y campesino. La desintegración del gobierno peronista, el repudio creciente a la burocracia sindical, la lucha cada vez mayor contra el sometimiento de los sindicatos al gobierno y al Estado, están armando toda una base para formar poderosas agrupaciones sindicales independientes, para mejor luchar para elegir nuevas direcciones sindicales y para concretar la independencia de los sindicatos y la construcción del partido obrero. La conclusión, entonces, es siempre la misma, la miremos por donde la miremos: para dar la batalla victoriosa es necesario organizarse al margen de la clase enemiga y de sus agentes, en un partido propio de la clase obrera. El eje de intervención hoy, para construirlo, es derrotar totalmente al gobierno, imponer las elecciones inmediatas, acelerando así la liquidación de los agentes gubernamentales y patronales dentro de las organizaciones obreras.

El foquismo y la guerrilla son enemigos de la victoria obrera

Las jornadas de junio y julio constituyeron una lección histórica definitiva: ante la decisión gubernamental de barrer con las conquistas sociales, políticas y organizativas de los trabajadores, la movilización de masas, la acción directa, la huelga obrera, quebraron la unidad de decisión de los factores del Estado burgués y dieron paso a una rotunda victoria contra la reacción antiobrera, antipopular y antinacional. Se probó de este modo, una millonésima vez más, que son las masas las que hacen la historia, que solo los explotados pueden ser los artífices de su propio destino, que “la emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”.

Como parte orgánica de nuestro movimiento obrero, nosotros, Política Obrera, no nos engañamos: los obreros argentinos tenemos mucho camino aún a recorrer, tenemos muchos defectos que superar. Sabemos también esto: sin una estructuración del proletariado como clase conciente, esto es, sin su propio partido, ni la acción directa de las masas, ni todas las formas de lucha basadas en ella, nos conducirán realmente a la victoria definitiva.

Pero igual decimos: ¡un paso real hacia adelante de la clase obrera vale más que dos millones de recetas exteriores al proletariado! El proceso de la formación revolucionaria de la clase obrera por medio del combate, por medio de una lucha de clases, por medio de la conquista creciente de su autonomía y de su unidad política independiente de toda variante burguesa, no puede ser suplantado, ni lo será jamás, por aventuras extrañas al movimiento de lucha de nuestra clase, por políticas que no se basan en la autodeterminación democrática del proletariado, en definitiva, por el ultimátum soberbio de grupos marginados, de grupos de la pequeña burguesía.

Un elemento de la situación política del país es justamente la existencia de estos grupos, que se han arrogado la decisión de emprender una “guerra integral”’ (Montoneros) o una “guerra popular” (ERP). Cuando se les pregunta a estos grupos sobre los objetivos de esas “guerras”, los primeros contestan: “volver a las pautas programáticas del 11 de marzo”; los segundos responden: “lograr un gobierno popular y democrático”. En ambos casos hay coincidencia: desacuerdo con la lucha por la victoria de una revolución proletaria, por un gobierno obrero y campesino, y coincidencia en una salida de coalición con los partidos patronales. Con los Cámpora del “pacto social” y de la “lealtad” al Perón de la represión; con los Alende, que apoyaron a Frondizi, Levingston, y a cuanta alternativa antiobrera se le pasó por el camino; con los Sueldo, representante de la Iglesia -bastión del Estado burgués-; con los Alfonsín, etc. etc. etc.

No hay confusión ninguna: los llamados guerrilleros, aunque invoquen una causa, popular, plantean una política de “guerra” al margen de los explotados, con el objetivo de sustituir la intervención dirigente de estos, para mejor aplicar una salida que es de rescate del Estado burgués.

La “guerrilla foquista” carece de toda característica popular: no es una guerrilla de las masas sino de aparatos absolutamente extraños al movimiento histórico de la clase obrera; sus objetivos políticos son patronales; su accionar ha ido degenerando cada vez más hacia el asesinato indiscriminado, y la simple “vendetta” ha reemplazado todo criterio político.

La “guerrilla” es exactamente lo que necesitan las fuerzas armadas para avanzar en la militarización del Estado. Impotentes ante las huelgas de junio y julio, impotentes ante las huelgas por salarios, impotentes ante la movilización del Smata; las fuerzas armadas utilizan cada acción guerrillera para avanzar en el copamiento del poder.

La “guerrilla” se ha presentado a sí misma como una respuesta al terror antiobrero. Preguntamos: ¿qué terror han frenado? El asesinato contra el asesinato jamás frenó ni frenará al terrorismo, protegido por el poderoso aparato del Estado burgués. La matanza de militares no “compensa” los asesinatos de obreros. Frente al terrorismo, ni “guerra integral”, ni “guerra popular”: ¡defensa de la clase obrera y de sus activistas, mediante la movilización, mediante la organización del partido obrero, mediante la lucha por una nueva dirección sindical, mediante la organización de grupos obreros de autodefensa! Pero esto solo será el producto de la maduración política de la vanguardia de la clase obrera hacia la construcción de su partido de clase.

Las tareas que corresponden al proletariado nadie podrá ejecutarlas en su lugar. Las debilidades de la clase obrera y de la juventud tienen su raíz fundamental en que carecen de una estructuración política: es decir, de un programa que oriente su combate y que de la unificación capaz de centralizar su intervención política.

El guerrillerismo pequeñoburgués es un factor destructivo de la clase obrera y de la juventud. Es un factor destructivo político, porque desvía al proletariado de su objetivo: construir al partido obrero y construir el gobierno obrero y campesino. Y es también un factor de destrucción física de la vanguardia obrera y juvenil, porque inmola a potenciales combatientes proletarios en un combate desigual y sin porvenir contra el brazo armado del Estado burgués.

Los que se reclaman de la independencia obrera y del socialismo, que iniciemos ya una campaña por la construcción de un partido obrero independiente

Junio y julio, la huelga del Smata, el extraordinario ascenso de votos del frente único de la Unión de Juventudes por el Socialismo y de la Juventud Socialista, prueban una cosa: la tendencia hacia la independencia sindical y política del proletariado y la juventud es un fenómeno de masas. Hay que organizar este proceso, hay que empezar a materializarlo en un partido obrero independiente, que brinde una alternativa única en todo el país contra la burguesía y sus esbirros.

Decenas y decenas de comisiones internas y delegados se han pronunciado por la independencia obrera: en el Smata, docentes y lucifuercistas de Córdoba; en gráficos; en periodistas; en metalúrgicos de Matanzas y Morón; en Mercedes Benz; en Villa Constitución; en Sierra Grande; en el ingenio Ledesma; en la oposición sindical combativa en CTERA; en centenares de fábricas de distintos gremios.

La UJS y la JS acaban de estructurar un frente único, por la independencia política del proletariado.

El PST se reclama de una lucha principista por la construcción de un partido obrero independiente. De la misma manera se han pronunciado agrupaciones que se denominan socialistas en distintas ciudades.

Decimos: manos a la obra. Preparemos una Conferencia de organizaciones sindicales y políticas para luchar por la construcción de un partido obrero independiente. Que esta conferencia clarifique las propuestas y elabore un programa. Junto a esto organicemos:

un frente único de Juventudes por el Socialismo;

tendencias sindicales independientes en todos los gremios.

El punto de partida y el punto de llegada es: para terminar con este gobierno antiobrero y con el golpe, construyamos el partido obrero. Para construir el partido obrero, fijemos el eje de intervención política central de todos los obreros combativos, de los obreros clasistas y de los obreros socialistas: acabar con el gobierno antiobrero, derrotar al peronismo gubernamental en todos los frentes.

El Congreso Nacional de PO -“Fischer-Bufano”- envía un saludo a todos los compañeros presos y les promete redoblar la lucha por la causa por la que la burguesía les ha quitado la libertad;

a la memoria de todos los compañeros caídos, nuestra lealtad con la revolución; a los familiares e hijos de los asesinados por el terror les ratificamos: la sangre obrera es lucha y es bandera;

al conjunto de los trabajadores y de la juventud, les repetimos la divisa centenaria:

“La emancipación de los trabajadores será obra de los trabajadores mismos”.

14-12-75

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