Los desafíos de la UJS a cincuenta años de su fundación

Los días 9 y 10 de diciembre de 1972, en un congreso de mil personas, se constituía la Unión de Juventudes por el Socialismo como parte de la fusión de la TERS (Tendencia Estudiantil Revolucionaria Socialista, la cual actuaba en universidades y secundarios) y los Círculos Barriales de la Juventud, todas establecidas como organizaciones impulsadas por Política Obrera, el antecedente del actual Partido Obrero.

El período político en el que se formó la UJS estaba marcado por el ascenso obrero y la radicalización de las masas explotadas de nuestro país a partir del Cordobazo en 1969, así como también por el intento de la burguesía de apagar esa llama mediante un acuerdo nacional impulsado por los militares y Perón denominado Gran Acuerdo Nacional. Este acuerdo quería canalizar la lucha contra la dictadura hacia una salida electoral en el marco del mismo régimen político. Frente a esto, el documento de fundación explicaba que “la conformación de una organización revolucionaria de la juventud es la respuesta más importante a todos los esfuerzos de la dictadura y los partidos burgueses por regimentar la movilización de la juventud, por aplastar su desarrollo, por desviarla tras una salida burguesa, capitalista”.

A partir de esta efeméride, nos planteamos pasar revista de las principales tareas que tenemos como juventud revolucionaria hoy y su vinculación con el programa planteado en el documento de fundación de nuestra organización. ¿Qué planteos constitutivos son parte fundamental de nuestra corriente y marcaron su intervención estos cincuenta años? ¿Qué nuevos desafíos tenemos abiertos a partir de la situación política actual? ¿Cómo estamos parados para encararlos?

La situación a la que nos llevaron los partidos patronales en la Argentina es pésima: un 42% de pobreza que asciende al 48% entre los menores de 18 años. Esta catástrofe social es consecuencia de las políticas del FMI aplicadas por los distintos gobiernos, que traen consigo no solo una pauperización de las condiciones de vida de las masas, sino también una quiebra financiera del Estado.

Actualmente, el ajuste sobre las masas está siendo llevado adelante por el peronismo. Este aspecto es fundamental, dado que el Frente de Todos surgió como una posibilidad de gobierno burgués viable después de que las grandes movilizaciones contra la reforma jubilatoria en 2017 dejaran al gobierno de Macri herido de muerte y sin condiciones para hacer pasar la reforma laboral que había pactado con la CGT y el peronismo. El “hay 2019” del peronismo planteaba desmovilizar la lucha contra el gobierno y canalizar la bronca mediante las elecciones, mientras prometía la vuelta al asado, la ley de humedales, o la defensa de la educación pública. Con esta política atrajo a gran parte de la juventud que protagonizó movimientos de lucha como la ola verde que movilizó millones por el aborto legal, seguro y gratuito o la rebelión universitaria de 2018.

Es decir, se trata de un gobierno que logró captar a gran parte del activismo de los movimientos de masas en donde intervenimos y hoy no puede dar ninguna respuesta a las necesidades de los trabajadores. Por el contrario, aplica una política económica que beneficia al capital mientras condena a la población a la miseria.

Esto indudablemente generó crisis al interior del Frente de Todos, lo cual explica la política de Cristina Fernández de Kirchner de querer desmarcarse del gobierno atacando públicamente a quien ella misma colocó como candidato a presidente. Sin embargo, detrás de la diferenciación, persiste el objetivo de contener esa bronca mientras el ajuste continúa, como lo demuestra la elección de Sergio Massa al frente del Ministerio de Economía.

El kirchnerismo, que denunciaba a Martín Guzmán por ser “agente del poder”, apoyó el nombramiento al frente de la orientación económica del país a un agente político de la embajada de Estados Unidos. Pareciera que las diferencias con Guzmán respondían más a un choque de camarillas que a una diferencia de orientación social.

Siendo así, no llama la atención que las medidas que tomó la gestión Massa fueran en beneficio del gran capital agrario (dólar soja) y de las empresas de energía (tarifazos y cancelación de las deudas con el Estado).

El presente del país muestra que es falsa la idea de que mediante la integración de cuadros de la juventud al Estado capitalista se iban a satisfacer las demandas de la juventud y los trabajadores. Como decía el documento fundacional de la UJS: “los escribas y pedagogos del capitalismo intentan corromper a la juventud ofreciéndoles un nuevo mundo por su solo acceso a los puestos de la dirección política del país, por el ‘trasvasamiento generacional’. La juventud revolucionaria afirma: no hay mundo nuevo sin gobierno obrero y socialismo”.

La situación actual del peronismo da muestra de su agotamiento y del carácter conservador de su intervención en la juventud. Mientras la Juventud Peronista de los 70 peleaba contra la burocracia sindical en los sindicatos, a la par que tenía un importante anclaje en las fábricas, territorio e institutos educativos, La Cámpora es una organización de funcionarios armada de arriba para abajo con altos sueldos en el Estado. Mientras la JP decía pelear por “la liberación nacional”, las juventudes kirchneristas militan los convenios con empresas como Equinor para explotar el mar argentino y con Chevrón para explotar Vaca Muerta. Mientras la Juventud Peronista hablaba de “hacer un hospital de niños en el Sheraton hotel”, La Cámpora desaloja todos los días a los que ocupan tierras porque no tienen donde vivir. El seguidismo de la JP de los años 70 a Perón terminó frustrando todas sus consignas y su proyecto político. Gran parte de ellos incluso cayeron en manos del aparato paramilitar organizado con la venia del propio Perón, la triple A. Pero su militancia por las causas populares era una realidad, aun con todas estas contradicciones políticas.

La devaluación severa de las actuales juventudes peronistas es una expresión más de la crisis histórica que atraviesa el peronismo. Este movimiento que supo, con un programa burgués, ser un fenómeno de masas que atrajo a miles de trabajadores, hoy no es un factor de movilización, sino una suma de aparatos de contención. Es imposible que genere un entusiasmo genuino uno de los partidos del régimen que nos llevaron a esta situación.

Para nosotros, se trata ahora de superar el seguimiento de las masas al peronismo y lograr poner en pie un movimiento popular con banderas socialistas. Es fundamental que la pelea por una transformación social de raíz se haga carne en la clase obrera y la juventud. No alcanza con tener el programa correcto si este no logra hacer mecha en los explotados de nuestro país. Necesitamos que las banderas socialistas logren un anclaje masivo en la juventud y los trabajadores.
Es lo que ya estamos haciendo en los cientos de asambleas que se organizan en los barrios de todo el país junto al Polo Obrero. En las fábricas enfrentando a la burocracia sindical y recuperando sindicatos que logran posicionarse como una referencia para el movimiento obrero como el SUTNA. En el movimiento estudiantil que pelea por sus reivindicaciones y decide aportar a las luchas populares. En el movimiento ambiental que enfrenta la represión de los gobiernos nacionales y provinciales. Es la pelea por unificar en un solo puño todas las reivindicaciones obreras y populares para construir un movimiento que, desde abajo hacia arriba, conquiste el poder y logre imponer un gobierno de la clase obrera.
Llamamos a aquellos jóvenes que militan hoy en organizaciones ligadas al peronismo a que salten el cerco y se sumen a esta tarea. La juventud militante, que realmente quiera transformar la realidad, no puede estar en los ministerios aplicando las políticas que condenan al hambre a la población sino que tiene que estar con esta para enfrentar los intereses del imperialismo en nuestro país.

La juventud rebelde es la que lucha por el socialismo

Como parte de la descomposición política del nacionalismo burgués y de todo el régimen político patronal, existe en nuestro país la tendencia en un sector de la juventud a apoyar a partidos y candidatos de ultraderecha, como sucede con Javier Milei o Patricia Bullrich. Sin dudas, este fenómeno internacional responde en primer lugar a sectores del capital que quieren ir a una ofensiva aun más profunda sobre la clase obrera para recomponer su tasa de beneficio: la eliminación de los convenios, los tarifazos, las privatizaciones de los servicios públicos apuntan en ese sentido. A su vez, se monta en el fracaso de los gobiernos progresistas (en Europa y Estados Unidos) y nacionalistas en América Latina.

Gran parte de estos jóvenes han crecido con años y años de gobiernos “populares” que con una retórica “izquierdista” aplicaron políticas de ajuste y no lograron satisfacer las necesidades de las masas.

El embellecimiento al Estado capitalista que hacen los gobiernos nacionalistas contrasta con la realidad que viven los trabajadores. La consigna del “Estado te cuida” en países como el nuestro que tienen niveles de pobreza escalofriantes es chocante para un sector grande de la juventud. Esta “batalla contracultural” que emprendió la derecha se monta en esta situación y ha logrado captar a muchos jóvenes.

Sin embargo, hay que ser claros en que no hay nada de rebelde en los Milei, Bullrich y compañía. La denuncia a “la casta” de funcionarios políticos oculta a sus jefes, es decir, los capitalistas. La farsa no podría ser mayor: el propio Milei es empleado de Eurnekian, dueño de Aeropuertos 2000 que concentra el manejo de los servicios de Ezeiza y Aeroparque.

Como siempre, el no intervencionismo del Estado que pregonan los liberales se termina cuando se trata de subsidiar a los capitalistas. Mientras plantean la eliminación de los planes sociales no dicen nada de los subsidios que el Estado le otorga al capital. El propio Milei fue un beneficiario del ATP en pandemia. Los insultos a “la casta” de Milei lo deberían incluir a él mismo, dado que los intereses sociales que él representa son los que han puesto a los partidos que nos llevaron a esta situación.

En el caso de Bullrich, la farsa es aun mayor dado que es una figura histórica del régimen político argentino. Desde el peronismo hasta la Alianza, de la Alianza al macrismo fue parte de gobiernos que fundieron al país y ajustaron a los trabajadores.

El carácter filo fascista de esta derecha reaccionaria, que milita la mayor represión policial a la juventud y se codea con defensores de represores y golpistas, muestra que está lejos de defender la libertad. Para llevar adelante su programa, es necesario un Estado fuerte que coercione y regimente a la juventud y la clase obrera.

Al programa antiobrero y anti juventud que propone el liberalismo le contraponemos un programa socialista. Es necesario romper con la idea de que la izquierda busca constituir un “Estado más grande”, sino que hay dar una batalla contracultural para explicar que el socialismo es un nuevo régimen social basado en la planificación económica y en la no explotación del ser humano. El no pago de la deuda, la nacionalización del comercio exterior, la nacionalización de la banca son medidas que cuestionan integralmente al régimen y que, por lo tanto, imponen una lucha verdaderamente rebelde contra los políticos tradicionales y la clase social que ellos representan y que nos ha llevado a esta situación.

Esta explicación paciente de nuestro programa como parte de esta “batalla contracultural” en los barrios, en las aulas, en las calles y en las redes sociales es fundamental para mostrar que hay una salida a la situación a la que nos llevaron los dos principales bloques políticos de la Argentina.

La necesidad del socialismo en esta etapa histórica

El documento fundacional de 1972 planteaba: “El combate ascendente de la juventud trabajadora y revolucionaria no se limita a los marcos de nuestro país sino que confluye y se integra con el alza mundial de la juventud contra el capitalismo, el imperialismo opresor y las burocracias estalinistas de los Estados obreros, junto con el ascenso mundial de la clase obrera por liquidar la explotación del hombre por el hombre”.

La comprensión de la situación internacional es clave para intervenir hoy, dado que si bien la juventud y la clase obrera a nivel mundial no tienen la misma radicalización política que tenía el período histórico en el que se formó la UJS, la actual etapa está marcada por la profundización de la crisis capitalista y por el desarrollo de rebeliones populares.

Se ha desvanecido la ilusión de que con la caída del muro de Berlín y la integración de China y el espacio soviético al mercado mundial se acababa la lucha de clases y las guerras. La realidad es otra: los conflictos bélicos y las rebeliones populares vuelan. Partir de esta base nos permite también tener una comprensión más acabada de la crisis argentina y de la necesidad histórica que es para los trabajadores y la juventud hoy la lucha por el socialismo.

Que las rebeliones populares se transformen en gobiernos obreros

El relato de una nueva rebeldía de derecha omite los grandes levantamientos en donde la juventud es protagonista. Ecuador, Chile y Colombia han desarrollado rebeliones contra gobiernos derechistas. Estados Unidos ha tenido lo propio contra el racismo y la violencia policial, algo que continuó con un proceso huelguístico y de sindicalización que se desarrolla actualmente. Europa tiene sus respectivas protestas frente al aumento del costo de vida. En Palestina, y sobre todo en el propio Israel, crece la resistencia de la juventud anti sionista. En Sri Lanka, vimos las hermosas imágenes de la clase obrera tomando la residencia del presidente y disfrutando de la pileta. Bolivia ha ganado en las calles y enfrentado, con la sangre de su pueblo, el golpe imperialista llevado adelante por Jeanine Añez. Mientras se escriben estas líneas, la juventud obrera de Perú está hace semanas enfrentando el golpe y en un día el gobierno ha asesinado a 17 personas

¿Acaso no son representativos de la realidad política de la juventud aquellos jóvenes que uniéndose a la clase obrera han enfrentado las balas de esos gobiernos? No solo existen quienes tienen por actividad insultar en las redes sociales a lo que consideran progresismo.

Lejos de la idea de que la juventud se volvió de derecha, hay una juventud que (sin estar agrupada programáticamente) enfrenta en todo el mundo la política de los gobiernos abiertamente proimperialistas. Es así, que frente a esta situación, la burguesía ha tomado nota en gran parte de esos países colocando a gobiernos como el de Boric en Chile o Petro en Colombia con el objetivo de contener la rebeldía de esos pueblos. Sin embargo, como el contexto internacional es distinto al que tuvieron gobiernos de este estilo en el pasado (Kirchner, Evo, Chávez, Lula), estos no logran generar una simpatía popular. Boric, ex presidente de la Federación de Estudiantes de Chile (FECH) en pocos meses ha reprimido a les estudiantes secundaries, al pueblo mapuche e incluso a una movilización en conmemoración del golpe militar de Pinochet. La historia se repite, primero como tragedia y después como farsa.

Es necesario desarrollar la lucha por la liberación nacional y social de los países latinoamericanos. Ningún gobierno incapaz de proceder a una ruptura con el imperialismo basándose en la movilización popular podrá llevar adelante esto. Necesitamos canalizar esa energía rebelde, ese odio al sistema que nos condena a la miseria y a la barbarie, en una internacional de la juventud que plantee el gobierno obrero. Disipar energías en integrar gobiernos capitalistas “progresistas” es hacerle el juego a la derecha, que se vale del fracaso de estas experiencias. En ese sentido, planteamos: abajo la derecha golpista, vivan las rebeliones populares, por gobiernos de los trabajadores en Latinoamérica y la fundación de la Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina. Llamamos a la juventud que ha protagonizado estas rebeliones a sumarse a esta pelea.

Guerra a la guerra

Sin dudas, la guerra entre Ucrania y Rusia es un punto de inflexión en esta etapa de la actual crisis capitalista y también una consecuencia de esta. Detrás suyo está la pretensión de las principales potencias agrupadas en la OTAN de colonizar económica y políticamente al antiguo espacio soviético, algo que han logrado en Ucrania mediante el gobierno títere de Zelenski. El capital imperialista pretende así superar su crisis, mediante la dominación de nuevos mercados. De la mano de este proceso y los planes del FMI, Ucrania se transformó en el país más pobre de Europa.

Del otro lado, la Federación Rusa, no solo busca prevenirse de la avanzada implacable de la OTAN en el este europeo. Putin intenta, reivindicando al zar Pedro el Grande, recuperar lo que considera “un terreno propio perdido”. En ese sentido, el presidente de Rusia desarrolló una delimitación con Lenin y su planteo de autodeterminación de los pueblos, criticando a los bolcheviques por haber otorgado a Ucrania autonomía política por primera vez en su historia. Detrás de esta posición está el interés de la oligarquía capitalista y su expansionismo militarista.

Está claro entonces que ninguno refleja los intereses de la clase obrera de su país sino que por el contrario, ambos reflejan los intereses de distintos sectores de capitalistas y su respuesta frente a la crisis actual. La posición de “guerra a la guerra” es fundamental en este momento histórico porque la carrera armamentística será la salida que buscará el capital para recuperar su tasa de beneficio. La mayoría de la izquierda a nivel mundial se divide entre el apoyo a Putin y el apoyo a la OTAN. Quienes apoyan a Rusia ven en las operaciones militares de Putin en Ucrania una lucha antiimperialista contra la OTAN.

Quienes apoyan a las fuerzas pro-OTAN que dirige nominalmente Ucrania ven una resistencia contra el imperialismo ruso. Mientras tanto, quienes, como siempre, pondrán los muertos y sufrirán las consecuencias serán los trabajadores rusos y ucranianos. Los principales enemigos de la clase obrera de esos países son sus propios gobiernos.

Desde la UJS llamamos al frente único de organizaciones revolucionarias a nivel internacional a declararle la guerra a la guerra. Abajo el armamentismo pro-imperialista, por la disolución de la OTAN, por la expulsión del imperialismo yanqui y europeo y el retiro de las tropas rusas de Ucrania, abajo los gobiernos de la guerra, por la unidad internacional de los trabajadores. Por un gobierno internacional de los trabajadores.

La defensa de la educación pública

La educación al servicio del mercado: una política de Estado

En los últimos años ha recrudecido la ofensiva de los gobiernos capitalistas sobre la educación. Los lazos con el capital crecen año tras año. Las “prácticas profesionales supervisadas” (trabajo gratuito para las empresas) que se instalaron hace años en la Universidad se extendieron a nivel nacional con las “pasantías” que se realizan en las escuelas secundarias.

Esta mayor inserción del capital en la educación funciona como una presión para el conjunto de los trabajadores, dado que desvaloriza la fuerza de trabajo a la par que promueve el trabajo no remunerado o mal remunerado de estudiantes. La reforma laboral ya llegó hace rato.

A su vez, la manera en la que el régimen universitario logró alivianar la asfixia presupuestaria es a través de la generación de recursos propios, mediante convenios con distintas empresas y con posgrados arancelados. De esta forma, hay un recorte general de los contenidos de grado que tiene como objetivo el impulso de este negocio. Una privatización encubierta.

El sector más interesado en el “mercado” de la educación son los bancos que manejan el gigantesco negocio de los créditos universitarios. En Chile, por ejemplo, los estudios de grado en los centros públicos cuestan entre 20.000 y 50.000 euros por lo que los jóvenes tienen que recurrir a un préstamo bancario con el aval del Estado.

Esta orientación es compartida por los dos principales bloques capitalistas (Juntos por el Cambio y el Frente de Todos) y es impulsada por los distintos rectores de las universidades del país, ya sean peronistas o radicales. En el caso de la UBA y la Universidad de La Plata esto es aun más explícito, dado que mientras en la primera gobierna una coalición entre radicales y peronistas, en la segunda el rector radical es votado por todas las fuerzas políticas de la Universidad exceptuando a las de la izquierda.

La pelea para que nadie quede afuera

Otro aspecto fundamental que aparece al calor de la crisis es el problema de la permanencia. Según el Centro de Estudios Avanzados (dependiente de la Facultad de Sociales de la Universidad Nacional de Córdoba), solo el 21% de los estudiantes de universidades públicas se reciben. Esto es usado como argumento por las autoridades, el gobierno y los bancos para impulsar el recorte de contenidos.

La realidad es que la alta deserción es consecuencia de la catástrofe social que vive el país y la ausencia de políticas de parte de la Universidad para garantizar el acceso de la juventud a la misma. La beca Progresar es solo de 9 mil pesos y su último aumento fue del 22%, cuando la inflación interanual fue del 95%. Ese monto no alcanza ni por asomo al precio de los apuntes y el transporte ni en los costos de los materiales que requieren algunas carreras (Arquitectura, por ejemplo). Es de primer orden la pelea por becas estudiantiles de apuntes, materiales y conectividad. En esta agenda la síntesis con la juventud del Polo Obrero que estudia en las universidades del país será fundamental para impulsar la lucha para que ningún estudiante quede afuera.

Recuperar las federaciones y centros de estudiantes

No se nos escapa que si gran parte de los intereses del capital han logrado imponerse en la Universidad es por el reflujo que atraviesa el movimiento estudiantil hace varios años.

Actualmente, la mayoría de los centros de estudiantes universitarios están dirigidos por la Franja Morada, mientras que en la mayoría de las escuelas secundarias y terciarios la influencia del kirchnerismo es predominante. De la mano de las fuerzas políticas que aplican el ajuste en la Universidad (y en el país, cuando les toca) los centros de estudiantes son una cáscara vacía que solo intenta resolver problemas administrativos, sin cuestionar ni al régimen universitario ni a los gobiernos que llevan adelante el ajuste. Es notorio como mientras sus militantes “ayudan” en las mesas, gran parte de los dirigentes estudiantiles tanto del radicalismo como del peronismo, son también funcionarios de las gestiones universitarias (que generan los problemas administrados por esos centros).

Como parte de este reflujo la UJS quedó fuera de la conducción de la Federación Universitaria de Buenos Aires, que fue durante años un bastión y referencia del movimiento estudiantil a nivel nacional. Con el método del frente único, se logró arrebatarle la FUBA a la Franja Morada en 2001 hasta 2019. Esta experiencia política fue muy rica y novedosa para el movimiento estudiantil. La lucha del 2006 contra la elección de un rector procesista, Atilio Alterini y por una democratización del gobierno universitario, cuestionó al régimen universitario, tanto en forma como en contenido y generó una gran crisis en la Universidad que desató grandes movilizaciones. A su vez, el estudiantazo del 2010 (que incluyó tomas de colegio en Capital, Provincia de Buenos Aires, Rosario, Formosa, la toma de Filo y Sociales de la UBA y la toma del Ministerio de Educación Nacional) tuvo a la Federación a la cabeza, tanto en la formación de ese movimiento secundario como en la convocatoria a una asamblea inter-estudiantil con más de mil estudiantes. En 2018, al calor de la ola verde y la rebelión universitaria impulsó el proceso de tomas que se dio en la Universidad.

Además, los quince años de FUBA piquetera estuvieron marcados por la unidad con las luchas de la clase obrera (movimiento piquetero, Casino, Kraft, ferroviarios, Lear, AGR Clarín, Interpack, etc.). Jugó un rol protagónico en la lucha por justicia por Mariano Ferreyra, en la pelea por las libertades democráticas y en la solidaridad internacional con la clase obrera (viajando a Honduras para enfrentar el golpe a Zelaya y contra el golpe en Venezuela). Continuidades que dan orgullo, dado que desde su origen la UJS planteaba que “lejos de encerrarse en el estrecho estudiantilismo que caracteriza a las corrientes estudiantiles, nuestra agrupación lucha por tirar abajo los muros de los recintos educacionales para hacer entrar en ellos la política revolucionaria de la clase obrera, luchar por poner las organizaciones de masas del estudiantado al servicio del combate por el gobierno obrero y popular”.

Otras fuerzas políticas al interior de la izquierda como el PTS rechazan esta experiencia y el método del frente único en general. Plantean que la conquista de centros de estudiantes y federaciones son “meras chapas” y por lo tanto mantienen una política aislada a las reivindicaciones más sentidas de los estudiantes, absteniéndose de la lucha por conquistar las organizaciones estudiantiles de masas.

En ese sentido, la política de estas organizaciones hacia el movimiento estudiantil ha sido históricamente el propagandismo apuntado solamente a la pequeño-burguesía, pero a esto le sumaron ahora un electoralismo permanente. Su política hacia los estudiantes es que son “el partido de Nico y Myriam” (por sus principales candidatos, Del Caño y Bregman), algo que fue plagiado por el MAS que replica la misma fórmula nombrando a su referente. De nuestra parte, rechazamos el electoralismo vulgar, que no piensa en cómo organizar a los estudiantes por sus reclamos y unirlo junto a la clase obrera, que no tiene como eje ganar los centros y federaciones a la Franja Morada y el kirchnerismo, que rechaza el frente único y por lo tanto no juega un rol en las luchas del movimiento estudiantil, sino que lleva adelante una especie de campaña electoral permanente, incluso cuando no hay elecciones planteadas. Esta intervención no tiene nada de revolucionaria, y está condenada a la marginalidad en el movimiento estudiantil, ya que no le aporta absolutamente nada respecto de los problemas que este debe enfrentar.

La experiencia de la FUBA piquetera muestra la relevancia que puede tomar el movimiento si interviene junto a la clase obrera en esta crisis.

Desde la UJS entendemos como una tarea fundamental la recuperación de los centros y federaciones para ponerlas a pelear contra el ajuste del gobierno nacional y por las reivindicaciones de los estudiantes.
Para impulsar la lucha contra la inserción del capital en la educación, contra el trabajo gratuito, por el salario de nuestros docentes llamamos al frente único de todas las organizaciones independientes del gobierno y el régimen universitario para recuperar los centros y federaciones estudiantiles y ponerlos al servicio de la lucha contra el FMI y sus gobiernos.

Juventud Piquetera

“Los estudiantes revolucionarios tienen, además, otra tarea fundamental que es la de trabajar por la organización de la juventud obrera y barrial, dedicando una parte de su actividad militante a la propaganda, agitación y organización de los jóvenes en fábricas y barrios”.

Esto que ya estaba planteado en el documento de fundación hoy se hace carne de manera más fuerte de la mano de la conformación de la Juventud del Polo Obrero. Avanzamos drásticamente por este camino en una tarea del congreso fundacional de la UJS, que había quedado relativamente inconclusa. La necesidad de desarrollar una juventud que no tuviera como referencia únicamente la actividad en el movimiento estudiantil, sino que desarrollara su agrupamiento en las barriadas obreras y los lugares de trabajo. Aunque el propio desarrollo del Polo ha planteado la fundación de la JPO como una organización propia, la actividad en común con la UJS y la asimilación de la política de una vanguardia ha venido dando como resultado una verdadera revolución en el marco de acción de la UJS. La vía para avanzar hacia un objetivo no surge, finalmente, de ningún preconcepto, sino del desarrollo concreto de la lucha de clases. El surgimiento de la JPO y su desarrollo de la mano en común con la UJS ha sido la vía más fructífera para implantar una juventud socialista de masas en las barriadas obreras del país.

La vuelta del movimiento piquetero como un actor político clave responde a la situación de pobreza y miseria que azota al país. No hay dudas de que en un contexto como este no puede haber juventud revolucionaria que no intente organizar al amplio sector de la juventud trabajadora que hoy sufre las consecuencias del ajuste imperialista: la falta de trabajo, la precarización laboral y el nulo acceso a una vivienda, como para nombrar solo algunas.

El protagonismo del frente único piquetero en la juventud creció en los últimos años, en donde impulsaron importantes luchas que tocaban reivindicaciones claves. Una de ellas ocurrió en Guernica, en donde en el medio de la cuarentena miles de personas ocuparon hectáreas mostrando el problema habitacional que existe para la juventud trabajadora. Esta toma fue una muestra también de los métodos históricos de la clase obrera: con asambleas por barrio los vecinos iban decidiendo como continuar los distintos pasos de la toma. El propio ministro de Desarrollo Social de la provincia Andrés Larroque terminó -sin quererlo- resaltando el carácter activo y participativo de la ocupación al plantear que “el PO armó un centro de estudiantes en Guernica”. Más allá del desalojo que incluyó cuatro mil efectivos policiales y la quema de casillas con Berni a la cabeza, esta lucha despertó una fuerte simpatía y forjó también una nueva camada de cuadros de la juventud obrera que se organizan hoy en sus barrios, escuelas y facultades por un movimiento popular con banderas socialistas.

A su vez, gran parte de las luchas por reclamos estudiantiles en el último tiempo fue impulsada por las juventudes piqueteras. Un ejemplo de esto fue la ocupación del Ministerio de Educación Nacional en 2021 (la última vez que había sido tomado había sido en 2010 por el Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales de la UBA) en reclamo de becas de conectividad, así como el acampe en el Obelisco en 2022 exigiendo la compatibilidad entre el Potenciar Trabajo y el Progresar, algo que efectivamente se logró, doblegando al gobierno. Sin dudas, la organización de la juventud en los barrios tiene su expresión en los institutos educativos y será parte de la tónica que tendrá el movimiento estudiantil en los próximos años.

Estos hechos por sí mismos muestran la importancia de la intervención en el movimiento piquetero, en la juventud piquetera y refutan a aquellas organizaciones de izquierda que, desde la platea, rechazan la dinámica política del movimiento queriéndolo mostrar como algo estático y sin iniciativa propia. Por otro lado, refleja la potencialidad que tiene la Juventud del Polo Obrero como factor dinámico en el propio movimiento de la juventud, aportando la radicalización y combatividad que hoy tiene un punto alto en el movimiento piquetero.

La implementación de las supuestas pasantías en las escuelas es sin dudas uno de los aspectos que más irrita a la juventud secundaria y la organización de la lucha a nivel nacional contra esta forma de trabajo gratuito es unos de los grandes ejes que tendrá la Juventud del Polo Obrero. Así como Larroque hablaba de “un centro de estudiantes en Guernica”, queremos llevar también en las escuelas secundarias la organización popular que surge en los barrios. Es un desafío que nos hemos propuesto en la comisión de la juventud del último congreso del Polo Obrero.

a creación de centros de estudiantes en todo el país vinculada a los reclamos concretos de les estudiantes, la lucha contra la persecución policial en los barrios, el reclutamiento de los miles de jóvenes que hoy se organizan junto a la JPO a las filas del socialismo son tareas cruciales para la juventud revolucionaria en este período histórico. De la mano de la juventud piquetera se abren nuevas perspectivas para la juventud en general.

Si el capitalismo destruye el ambiente, destruyamos el capitalismo

Hay una realidad que nadie puede ocultar: el agravamiento de la crisis climática en nuestro país y el mundo. Esta crisis se manifiesta en el aumento de la temperatura media de la Tierra, el deshielo de los polos, aumento del nivel del mar, sequías extremas, inundaciones, incendios forestales, deforestación, avance de emprendimientos mineros y petroleros, extensión de las fronteras agrícola-ganaderas, cultivos transgénicos, destrucción de los humedales, crisis hídrica.

La crisis climática es parte de una situación crítica más general, es parte de una etapa histórica de declinación capitalista, de guerras, catástrofes naturales y sociales. Por eso no puede entenderse como un fenómeno aislado. Tiene un contenido fundamentalmente de clase, en el sentido de que no golpea a todos por igual. Mientras unos pocos se benefician con la depredación del ambiente, quienes sufren las consecuencias en vivo y en directo son las franjas que padecen, además, con más fuerza, la falta de trabajo, la falta de vivienda, del acceso a la educación y la salud.

Muchos sectores del movimiento ambiental omiten este carácter central, y reducen el problema a combatir un modelo extractivista. Pero no estamos en presencia de un problema de “modelos”, sino del modo de producción, de un régimen social basado en la explotación de clases sociales. Mientras se extraigan recursos y se produzca en función de la ganancia capitalista, y no de las necesidades de las mayorías populares, nunca se va a poder avanzar en un modelo “sustentable”. Un ejemplo de esto es el fracaso de todas las cumbres climáticas.

La agenda que lleva adelante el gobierno, que es defendida por todo el régimen político en sus distintas variantes, es una agenda de entrega y saqueo de nuestros recursos naturales armada y controlada por el FMI. Nos condena al atraso, a la miseria y a la desocupación. El propio ministro de Ambiente reconoció que no se puede pagar la deuda externa sin contaminar.

El movimiento ambiental no es ajeno a las presiones de la cooptación estatal. Es lo que ocurrió, por ejemplo, con Jóvenes x el Clima que, de la mano de su integración al gobierno, defiende hoy la explotación petrolera en nombre de la soberanía. La lucha en defensa del ambiente es una lucha intrínsecamente contra el capital, dado que es este quien impone un régimen social basado en maximizar su tasa de beneficio a costa de la clase obrera y el ambiente. Si la juventud se integra a gobiernos capitalistas, terminará efectivamente defendiendo otros intereses sociales como ocurre hoy con los referentes de JxClima, que llegan al ridículo de defender la depredación ambiental por parte de una empresa noruega en nombre de la soberanía argentina.

Solo los socialistas podemos desarrollar una defensa integral del ambiente y la vida. No aceptamos la contraposición que realizan algunos ambientalistas pequeño burgueses que oponen desarrollo de las fuerzas productivas con la defensa del ambiente. Queremos un amplio desarrollo de las fuerzas productivas para poder mejorar las condiciones de vida de la clase obrera y de todo el pueblo oprimido. Pero no aceptamos que se realice bajo las condiciones de saqueo, contaminación y envenenamiento que el gran capital propone imponer en nuestro suelo. Por la vía de los movimientos populares que derrotaron la implementación de la megaminería contaminante en Mendoza y Chubut, o que luchan en Catamarca, vamos por el desarrollo de un programa de transformación contra las fumigaciones con agrotóxicos que enferman a la población, contra la destrucción de humedales y bosques y contra el ingreso del nuevo trigo transgénico que promueve el gobierno.

Encaramos estas luchas levantando planteos transicionales, que unifiquen la lucha del movimiento ambiental con el movimiento obrero, el movimiento piquetero, y los distintos movimientos de lucha para avanzar en una reorganización social que compatibilice los reclamos más urgentes de los trabajadores con un modo de producción respetuoso con el ambiente.

Luchamos por la prohibición de los emprendimientos altamente contaminantes, del derecho a veto de las poblaciones afectadas por emprendimientos productivos, del control de la producción por comités de obreros y científicos, hasta plantear la expropiación sin pago de los depredadores y gravarlos por los pasivos ambientales que dejan a su paso. El empleo de los trabajadores afectados por el cierre de actividades en tareas de remediación ambiental, la nacionalización de toda la industria energética bajo control obrero para poner las fuerzas productivas desarrolladas al servicio de una transición hacia la utilización de energías limpias, limitando la producción petrolera a los rubros donde por el momento sea irremplazable.

En relación a la producción agrícola es necesario regular el uso de fertilizantes y plaguicidas, prohibir las fumigaciones por aviones, establecer distancias mínimas de fumigación terrestre para no afectar a las comunidades, fijar resarcimientos económicos a las pequeñas producciones y la cobertura de tratamientos de salud a las familias afectadas, destinar los recursos para remediar los suelos y cursos de agua, costeado por los pulpos agrarios y semilleros, aumentar el presupuesto de los organismos de control y ponerlos bajo la supervisión de sus trabajadores. Este planteo integral apunta a la progresiva erradicación de los agroquímicos y a una transición a una nueva forma de producir.

La defensa del ambiente viene de la mano del enfrentamiento a este sistema que arrasa nuestro entorno en función del beneficio de una clase social minoritaria. Si el capitalismo destruye el ambiente, destruyamos el capitalismo.

Cincuenta años y hasta la revolución

Si se analiza el documento de formación de la UJS, se logrará entender también la intervención que esta tuvo estos cincuenta años y también su intervención futura. La organización que nace contra el intento de institucionalización que significaba el Gran Acuerdo Nacional, ha mantenido una posición independiente de los distintos gobiernos que de una u otra manera han tenido ese objetivo. De esta forma, hemos formado una identidad política propia como una corriente que nunca estuvo a la rastra de ningún gobierno de carácter burgués.

El problema del frente único, tan presente en la formación de nuestra corriente, ha caracterizado los años posteriores. Fue de esta forma que la UJS ha logrado, a partir de la rebelión popular del 2001, transformarse en una referencia para el movimiento estudiantil conquistando la FUBA. Es también algo que nos ha dado un anclaje protagónico en la lucha de clases, dado que mientras peleamos por el gobierno de la clase obrera, defendemos todos los acuerdos prácticos que impulsen la lucha de las masas como lo hacemos actualmente con la Unidad Piquetera.

Nuestra intervención electoral también muestra la vigencia de nuestro programa. Hemos popularizado al Partido Obrero como expresión de la izquierda revolucionaria en nuestro país, lo que ha dado un salto con la conformación del Frente de Izquierda, que ha constituido un polo de independencia de clase en el escenario político nacional.

Cincuenta años después, la experiencia política de nuestra organización al calor de ese programa nos coloca en una situación más favorable. La crisis capitalista actual hace aun más necesaria la existencia de una organización que pelee por el gobierno popular en nuestro país y por el socialismo en el mundo.

Como hemos visto en este documento, la actual situación de la juventud está marcada por la falta de futuro e incluso el peligro de destrucción del entorno en donde vivimos. La famosa frase de Rosa Luxemburgo “Socialismo o barbarie” parece hacerse más real que nunca. O la barbarie actual, o el socialismo.

A 50 años, la lucha de la UJS, la Juventud del Polo Obrero, del Partido Obrero y del Frente de Izquierda ha conquistado una implantación en la lucha de clases que no existía en nuestro momento de fundación. En vez de enfrentar el ascenso del nacionalismo burgués y su arrollador crecimiento entre la juventud, enfrentamos su etapa de profunda descomposición. Colocamos esta implantación en la lucha de clases como palanca para forjar una juventud socialista de masas que pueda pelear por una salida a la grave crisis nacional que vivimos.

Con toda esta experiencia a cuestas, con todas estas conquistas políticas que hemos logrado en el último tiempo, como una corriente que ha sabido mostrar lo que es una militancia revolucionaria en la juventud de la mano de la figura de Mariano Ferreyra es que enfrentamos los nuevos desafíos que tenemos. La lucha por el socialismo es más que nunca la lucha por la vida, por poder satisfacer nuestros intereses materiales e intelectuales, por poder disfrutar armónicamente del entorno en el que vivimos, por la felicidad de la juventud obrera que hoy quiere ser arrebatada por una clase social minoritaria y parasitaria.

¡Que viva la UJS y la lucha por el socialismo!


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