El Partido Obrero no apoyó la movilización convocada por Perón el 12 de junio de 1974

El oportuno artículo de Daniel Sierra, que publicamos en esta edición digital de En Defensa del Marxismo (EDM), realiza un balance histórico de los pasos que llevaron a Perón a dar lo que sería su último discurso, en el marco de una movilización convocada el 12 de junio de 1974. Fue la crisis del Pacto Social, firmado un año antes con el apoyo de las cámaras empresarias y la CGT y auspiciado por la totalidad de las fuerzas políticas y sociales de la burguesía y el imperialismo. 

Una crisis política recorría el seno del oficialismo y de la oposición burguesa, preocupados no solo por la creciente situación de inestabilidad económica y social, sino también por la amenaza de la deteriorada salud de Perón, que planteaba el problema de su sucesión.

El costo de vida había aumentado 2,8%  en abril y 4,3% en mayo. Un último aumento del 13% de los salarios, decretado por Perón en marzo y que debía extenderse  hasta junio de 1975, no solo no compensaba lo perdido por los trabajadores hasta el momento, sino que indicaba claramente la entrada en una espiral inflacionaria que haría saltar los salarios por el aire. 

La respuesta que venían desarrollando los trabajadores, amenazaba con superar a las burocracias sindicales y se desarrolló en centenares de reclamos y luchas fabriles (y algunas sindicales) reclamando aumentos.

Las páginas de nuestro periódico de entonces “Política Obrera” (antecedente del actual “Prensa Obrera”) detallan una larga lista de luchas en curso, gran mayoría triunfantes. En la gráfica Editorial Abril los huelguistas, no sólo obtuvieron aumento, sino que obligaron a un juez a decretar la libertad de un miembro de la comisión interna detenido por realizar piquetes de solidaridad con la huelga de la gran fábrica plástica de zona norte, Panam. El reclamo se fue extendiendo en el gremio gráfico (Talleres Alemann, etc.).  Diversos sindicatos docentes y la CTERA en su conjunto realizaron paros. Acindar de Villa Constitución. En la zona de La Plata, con el trasfondo de la gran huelga de Propulsora Siderúrgica se desarrollaron una decena de luchas (Astilleros, Indeco, Petroquímica, SIAP, Frigorífico Swift, los gráficos del diario “El Día” y los del Boletín Oficial, etc., etc.).

En ese proceso de reclamos, estaban surgiendo numerosos cuerpos de delegados y comisiones internas antiburocráticas y combativas -donde se notaba un crecimiento de la izquierda clasista- destituyendo a comisiones internas que se adherían fielmente al aparato burocrático y al Pacto Social.

Uno de los reclamos centrales era no solo por inmediatos aumentos de salarios, sino también por paritarias libres.

A 7 meses de haber asumido la presidencia Perón y con una fuerte regimentación burocrática y creciente represión terrorista de las Triple A y otras formaciones paraestatales similares contra la vanguardia de lucha, se alzaba una fuerte ola de reclamos obreros, incluidos como novedad gremios de clase media: docentes, bancarios, estatales, etc.

El Ministerio de Trabajo intervenía activamente ilegalizando huelgas, desconociendo a las nuevas direcciones fabriles combativas, amenazando a los sindicatos que dejaban espacios para su desarrollo. AOMA, el sindicato de los trabajadores mineros, había reclamado públicamente a la CGT un plan de lucha por paritarias libres contra el corset del Pacto Social. Etc.

Intempestivamente, Perón convocó -en acuerdo con la central empresaria y la CGT- un acto en Plaza de Mayo, el miércoles 12 de junio. Lo hizo amenazando con presentar su renuncia, si no lograba reencauzar el Pacto Social.

Las burocracias sindicales llamaron a hacer abandono de planta y marchar hacia la Plaza de Mayo. En realidad no se trataba de un paro obrero, sino de un acuerdo pactado por el gobierno con la central empresaria CGE y la CGT: las patronales pagarían los salarios caídos en la jornada.  

Pero… el llamado a un “operativo clamor” para que Perón no renunciara no tuvo los efectos esperados. En la Plaza de Mayo no había más de 50 mil personas, en clara baja frente a las históricas movilizaciones del peronismo. Y una parte de esa concurrencia fue dada por la Juventud Peronista (JP) y el Partido Comunista (PC).

Es necesario recordar que la JP se había retirado -40 días antes- del acto del 1° de Mayo en la Plaza de Mayo en repudio a los agravios de Perón y al apoyo que este le estaba dando a la burocracia sindical derechista. 

Perón convocó al acto para salvar el Pacto Social, reforzar a las burocracias sindicales amenazadas por ser superadas por la irrupción obrera y para volver a rearmar un “regreso” pautado de la JP al engranaje político-gubernamental de contención de las masas.

Perón salió a defender el congelamiento salarial y también llamó la atención a sectores desbocados de la burguesía que habían empujado salvajemente el desabastecimiento para forzar aumentos de los “precios administrados” (el kirchnerismo y Massa no inventaron nada).

El grueso de la munición estaba dirigido contra la irrupción obrera antipatronal y antiburocrática.

No es solo que la burocracia sindical llamara a movilizarse para defender a Perón, sino que este se jugó para sostener a la jerarquía burocrática derechista. 

Perón hizo esta jugada con métodos bonapartistas, no abiertamente fascistas. Por un lado anunció un nuevo aumento salarial general, otorgando un aguinaldo completo. Lo que significaba un 4% de aumento, insuficiente frente al deterioro sufrido. Desde yá, se opuso al reclamo  de paritarias libres. Por el otro: soluciono a través de resoluciones del Ministerio de Trabajo algunos de los conflictos más difíciles de desmontar (Acindar, etc.). A estas “zanahorias” les sumó el garrote de la represión patronal-burocrática-ministerial y como “reaseguro” para eliminar la oposición de lucha de las masas, el incremento del accionar terrorista-fascista de las Triple A. La consigna era imponer la tregua, es decir el Pacto Social, a toda costa.

Firmenich y la JP se sumaron

En las filas de la militancia juvenil y sindical de la JP hubo mucha confusión: ¿Qué hacer? ¿Movilizarse a la convocatoria de Perón?

Firmenich, el dirigente nacional de la JP y Montoneros, resolvió concurrir a la Plaza de Mayo: no quería romper con Perón. Es más, una parte de la estrategia del llamado de Perón a la marcha del 12 de junio era reconsiderar la expulsión de la JP y volver a comprometerla en el sostenimiento del Pacto Social y la regimentación de las masas. Y allí fueron los acusados de “imberbes” por Perón, a apuntalar el Pacto Social. Firmenich hizo declaraciones de apoyo abierto contra la convocatoria de paritarias –que razonaba- favorecían el poder de las burocracias sindicales. Saludaba que fuera Perón el que resolviera como “readecuar” los salarios a través de la gran “paritaria nacional” del Pacto, por fuera de los trabajadores y sus organizaciones . Una total regimentación del movimiento sindical en su conjunto. Renunciaba a la lucha que la vanguardia obrera (incluidos miembros obreros de la JP) venía desarrollando en las fábricas.

El PC también se vuelca a defender la tregua del Pacto Social. La CTERA (dirigida por el PC y sectores liberales ligados al llamado grupo de los 8, de la “oposición” burguesa no peronista), decide levantar su plan de lucha. Se fuerza el levantamiento de la poderosa lucha de Propulsora Siderúrgica de La Plata. El PC afirma que esto es necesario para no dejar sin chapas de materia prima a las fábricas metalúrgicas de la burguesía nacional. Tanto el PC, como la JP, boicotean el llamado a coordinar la movilización bancaria convocada por un frente de comisiones internas de Córdoba. Etc.

La burguesía necesitaba tomar más recaudos, preocupada también con los derivados de la sucesión a la muerte de Perón. Se impulsa entonces la constitución de un “frente popular” de conciliación de clases, con banderas de democracia formal capitaneado por los partidos históricos de la burguesía (UCR, Udelpa, etc.) integrando a la izquierda. El PC se suma al llamado “bloque de los 8”, al igual que el PST morenista. El PC propugna la constitución de un “gran Frente Democrático Nacional” para apoyar los arbitrajes del gobierno de Perón. Saluda que los “reajustes” salariales que fueran necesarios quedaran a resolución del gobierno.

El PST se suma al frente popular del “bloque de los 8”. El 29 de junio, ante la noticia de la enfermedad de Perón y la eventual asunción de Isabel Martínez, este bloque centroizquierdista saca un comunicado apoyando el “proceso de institucionalización” y declama su “vocación” de servir “a la continuidad constitucional”. Lo firman el PC y el PST.

El 2 de julio, al día siguiente de la muerte de Perón, un nuevo comunicado del “bloque de los 8” en Santa Fe, con la adhesión incluida del PC y el PST, proclama la necesidad de la unión nacional: “que no quede grupo o sector social, económico o político, comprometido con los intereses nacionales, fuera de la gran hermandad argentina”.

El papel negativo de la izquierda peronista

El accionar de la JP y del PC fueron claves en bloquear la evolución independiente del movimiento obrero frente al peronismo. El 20 de abril se había realizado en Villa Constitución un importante Plenario Nacional antiburocrático convocado por las comisiones internas metalúrgicas de Acindar, Marathon y Metcon. Centenares de miembros de comisiones internas y delegados obreros de todo el país se reúnen a debatir por un aumento salarial de emergencia y la convocatoria a las paritarias, por la derogación de la “ley de prescindibilidad” usada por el gobierno para despedir trabajadores estatales y “contra la burocracia y la ley de asociaciones profesionales”. Se alzaba un importante reagrupamiento obrero combativo contra el Pacto Social y por la recuperación clasista de los sindicatos. La JP boicoteó directamente el Plenario y el PC se opuso a los planteos que levantó nuestra Política Obrera (antecesor del actual Partido Obrero) y sus agrupaciones clasistas, así como otros sectores de izquierda y combativos. Propusimos entonces la constitución de una Coordinadora Clasista Nacional, la convocatoria a un acto obrero independiente para el 1° de Mayo y el armado de un Plan de Acción en defensa de las comisiones internas amenazadas por el gobierno y las burocracias y por los reclamos de aumento salarial.

El Plenario terminó en una declaración genérica. El PC, el maoísmo y el guerrillerismo del FAS-ERP se asimilaron al boicot de la JP para no romper con el gobierno. 

La JP fue al acto del 1° de mayo convocado por Perón. Política Obrera intentó reagrupar fuerzas con un acto independiente ese día en la Federación de Box, que fue prohibido y disuelto por la policía.

¿Por qué los obreros no marcharon a Plaza de Mayo, al llamado de la burocracia cegetista?

Porque se trataba de una movilización en contra de las luchas que se estaban desarrollando en las fábricas por aumentos salariales contra el incremento del costo de vida y el Pacto Social.

Intuitivamente, la mayoría de los trabajadores abandonaba las plantas y se iba a su casa. 

Daniel Sierra en su nota, publicada en esta edición de EDM, nos relata el secuestro y asesinato de Fischer y Bufano,  dirigentes sindicales clasistas, miembros del PO, de la fábrica de pinturas Miluz, en diciembre de 1974. Son parte de la pléyade de luchadores asesinados por el gobierno de Perón e Isabel Martínez. Pero, es necesario destacar que el 12 de junio del 74, cuando llegó la “orden” de la burocracia sindical de abandonar la planta y marchar a Plaza de Mayo “en defensa de Perón”, la Comisión Interna de Miluz fijó posición y la volcó a las Asambleas de la fábrica, explicando que los obreros no podían marchar a apoyar a los verdugos de la lucha salarial obrera. Y plantearon que se votara NO marchar. Fue casi unánime, sólo un par de muchachotes burocráticos, ingresados pocos meses antes a planta para atacar a la Interna combativa, votaron marchar y se fueron solitos a la Plaza. 

La burocracia se dedicó a perseguir a todos aquellos que no se movilizaron en apoyo del Pacto Social.

Cómo hizo históricamente, el PC justificó su apoyo al gobierno, en que había que enfrentar las amenazas golpistas, que –decía- crecían luego del golpe de Pinochet en Chile. Política Obrera rechazó esta caracterización: “El imperialismo no está a la ofensiva, ni hay golpe reaccionario inmediato” (2/7/1974). 

Toda la burguesía apoyó la movida de Perón. El conservador diario “La Nación” (13/6/1974) fue favorable: “El sentido general de las palabras pronunciadas por el primer mandatario en la mañana de ayer encierra premisas constructivas”. En un balance más amplio, La Nación (16/6/1974) caracterizaba que “Como consecuencias inmediatas, positivas y de orden práctico, aunque casi anecdóticas, de los sucesos del 12 de junio, pueden citarse: 1) se han diluido varios pleitos laborales, planteados en diferentes sectores; y 2) han aparecido algunos productos que escaseaban –por ejemplo huevos- aunque con otros muchos no ha habido tan feliz resultado”.

Más incisiva La Nación (16/6/1974) elogió el operativo político de Perón para volver a reinsertar a la JP en el mecanismo del Pacto Social: “uno de los saldos más notables de la jornada del miércoles, por añadidura a lo que se lleva dicho, es que, a pesar de haber sido marginada en los hechos el ala radicalizada del peronismo, Perón abrió una puerta para que retornen…”.

La historia se repite con los K y los Grabois.

Frenado en primera instancia el auge tumultuoso de las luchas, en poco tiempo, los reclamos obreros se volvieron a instalar en el escenario nacional (BTB, etc.) y los ataques terroristas-derechistas se multiplicaron (operativo policiaco-militar-burocrático contra los metalúrgicos de Villa Constitución, etc.). 

Pero… el Pacto Social terminó volando por los aires con la resistencia al Rodrigazo en junio de 1975, que descerrajo la huelga general más importante de la clase obrera y terminó de agotar al peronismo en el poder. Este se entregó, entonces, al golpe de 1976 para frenar la rebelión obrera y popular.


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