Una visión conspirativa de la década del ‘70

Sobre "El gran secreto del retorno de Perón" de Juan Bautista Yofre

Bajo el títuloEl Gran Secreto del Retorno de Perón en 1973”, Juan Bautista “Tata” Yofre publicó 165 páginas sobre los hechos que rodearon ese acontecimiento sobre el que mucho se ha escrito desde distintos ángulos y con muy diversas conclusiones. No es para menos, ya que se trató de un gran operativo político mediante el cual la burguesía argentina y sus fuerzas armadas se propusieron “normalizar” el país en términos de dar una salida institucional “democrática “a la crisis terminal que carcomía al régimen militar gobernante. Y, lo principal, terminar con la radicalización de las masas trabajadoras, que venían protagonizando grandes luchas, en particular desde el “Cordobazo” de 1969 y sus réplicas en distintas provincias. La característica distintiva de esas verdaderas sublevaciones populares era su creciente independencia política respecto del estado y el surgimiento de direcciones de izquierda opuestas a las burocracias peronistas que controlaban los sindicatos.

La ficha

“Tata” Yofre es un hombre fundamentalmente de los servicios de informaciones y esa impronta caracteriza sus textos. Alumno, no graduado, del colegio militar, desempeñó varios cargos institucionales en Washington: en el BID y la OEA. Luego, en Argentina, trabajó en algunos medios periodísticos, destacándose entre ellos el derechista “Ámbito Financiero” de Julio Ramos, donde dirigió la sección política. Afiliado radical, se vinculó fuertemente con Carlos Menem y su carrera política, desde la propia campaña electoral para las elecciones de  1989. Asumido el gobierno, Menem lo designó al frente de la Secretaría de Informaciones del Estado (SIDE). Fue luego, embajador en Panamá y en Portugal y posteriormente asesor de Menem con rango de secretario de estado. Un hombre de la intimidad del menemismo.

Con fuertes vínculos con la gran burguesía y con la oficialidad de las FFAA, tuvo que encarar un controvertido juicio por supuesta venta de información obtenida ilegalmente, en asociación con reconocidos periodistas y agentes de inteligencia. Se le atribuye ser partidario de la tesis de “los dos demonios”. En rigor de verdad Yofre cree en uno solo, ya que es un defensor del papel de los militares contra los que denomina “subversivos” y “terroristas” y se ha pronunciado por la libertad de los jefes genocidas 1(Programa “Pensando con Mariano Grondona”; 2015). Apoya a Victoria Villarruel, diputada, candidata a vicepresidente de Javier Milei, abogada defensora de militares genocidas, de la que opina que realiza una encomiable y objetiva tarea legal. Enemigo de la revolución cubana, ha participado en programas de propaganda anticastrista de exiliados cubanos y sostiene la particular tesis de que los revolucionarios de Sierra Maestra fueron comunistas desde su origen, ocultando tal condición para lograr un apoyo que de otra manera no hubieran tenido.

Historiador vs. propagandista de derecha

Un curriculum, como se ve, inequívoco de un propagandista anti comunista, con un amplio acceso a archivos de servicios de informaciones nacionales y extranjeros. De allí se ha nutrido para editar libros –unos 14 títulos que han tenido una acogida editorial importante y buenas ventas– que, con la pretensión de ser análisis históricos documentados , funcionan más como folletos de propaganda derechista plagados de prejuicios ideológicos. 

Yofre es habitué de programas de televisión de derecha, ubicándose como “historiador”, con una aureola de hombre de consulta sobre la década del ‘70 y los vericuetos de la “penetración castro comunista” de ese período. Pero en su libro   no existe rigor documental, sino papeles y citas sueltas que “decoran” un cúmulo de preconceptos anticomunistas.  

¿Una conspiración del castrocomunismo?

Con esas características, el autor propone, en este libro, una tesis  central: en la Argentina de los ´70 habría habido una operación, de alcance  geopolítico, de Cuba y la Unión Soviética, dirigida a tomar el poder en la Argentina e instaurar un régimen comunista en todo el país o una parte de él (el Noroeste donde se ensayaron asentamientos de guerrillas guevaristas). A Perón lo  pinta como un agente  directo de los EEUU que vuelve al país a combatir al comunismo. Y a las organizaciones guerrilleras de la época como herramientas de infiltración castro comunista en el estado. Se trata de un esquema conspirativo y reduccionista desmentido por los hechos. Ni la URSS  ni los partidos comunistas latinoamericanos satélites que controlaba, entre ellos el de Argentina, ni la dirección cubana, promovieron movimientos revolucionarios en Latino América en los 70. El Che Guevara había sido asesinado en 1967 y la OLAS ya no existía. La intención de formar una Junta de Coordinación Revolucionaria, de grupos armados de Sudamérica no progresó, fue diezmada por la represión.

Yofre lleva su razonamiento conspirativo hasta sostener que no fue un genocidio el del golpe de Videla, sino una “epopeya” militar contra un intento de copamiento castro comunista en el país 2(Reportaje por Feinman, en “Noticiero A24”, mayo 2018). “Estuvimos cerca”, coincidió con Yofre Mariano Grondona, en el reportaje antes citado.

Guerrilla y sublevación popular 

La política de las organizaciones armadas –Montoneros; FAR; ERP– no fue, como dice Yofre, una operación de infiltración en el Estado peronista dirigida desde La Habana. Respondía, en cambio, al principio de que se podía arribar a un estado de transformación social -Socialismo Nacional- afectando desde adentro el curso del régimen  peronista. El esquema de Yofre, propio de un manual de contrainsurgencia ignora, como cuestión central, el verdadero proceso de rebelión de masas que se vivía en el país y que era la verdadera preocupación de la burguesía argentina y el imperialismo norteamericano. Un estado de sublevación de curso decididamente hacia la izquierda y contenido revolucionario, que se vivía en las clases explotadas del país y en la juventud, en particular desde el Cordobazo del ’69. Proceso que formaba parte a su vez del ascenso mundial revolucionario con múltiples expresiones, en el Mayo francés del 68, la Primavera de Praga, la movilización contra la guerra de Vietnam en EEUU. Es en este cuadro, que las “organizaciones armadas” o “formaciones especiales” fueron políticamente una vertiente del proceso de recomposición del estado burgués, que tenía sus expresiones más inmediatas en el operativo  Retorno de Perón, el frente de partidos patronales llamado La Hora del Pueblo y la convocatoria a elecciones. 

La estrategia del imperialismo de esa época, consistente en promover golpes militares en Latinoamérica, encontraba a la Argentina en una situación peculiar: ya gobernaba una dictadura militar, estaba en declinación y era enfrentada por un movimiento ascendente de masas, con expresiones revolucionarias en la clase obrera y la juventud que no era contenido por las direcciones tradicionales. Para una salida de recomposición institucional era imprescindible el aporte de Perón y el movimiento peronista para embretar y sofocar dicho ascenso.

Dos visiones: Yofre y Abal Medina 

Es interesante, en este punto, la comparación del trabajo de Yofre con el libro, también de reciente aparición, de Juan Manuel Abal Medina (padre) titulado “Conocer a Perón” que analiza el mismo período de los ‘70. Para Abal Medina el retorno de Perón y su ascenso a su tercera presidencia en Julio de 1973, fue un triunfo de la Revolución Nacional Peronista, al que contribuyeron distintos sectores como la burocracia sindical de la CGT (José Rucci, Lorenzo Miguel); un sector de la burguesía nacional (José Gelbard);  partidos políticos tradicionales (UCR, Conservadores, Intransigentes) y las formaciones especiales de “la Tendencia”-  Montoneros, FAR, FAP. Todos ellos aportando, desde su sector, al Operativo Retorno y la salida electoral. Abal Medina considera –y afirma haberlo compartido con Perón- que las organizaciones guerrilleras jugaron como un factor de presión y desestabilización de las FFAA, una parte de las cuales resistía el retorno de Perón y, mucho más, la idea de que el líder pudiera participar como candidato en las elecciones que se venían negociando con el Gral. Lanusse, presidente de facto.

Para Yofre en cambio -si bien coincide con que la participación de Perón y  el peronismo eran imprescindibles para consolidar el frente de la burguesía y sus partidos- el retorno del exilio era una pieza de un operativo más externo que interno, dirigido por el Departamento de Estado de los EEUU,  contra el avance del castro comunismo en Latino América.

El aporte de Yofre, expresado en el título – “El Gran Secreto del Retorno de Perón en 1973” consiste en unas versiones de varios allegados al “General” que confirman un hecho conocido: Perón volvió a la Argentina con la venia del imperialismo yanqui, que avaló todo el “proceso de institucionalización”. No olvidemos que cuando Perón amagó con volver del exilio en 1964, bajo el gobierno de Illia, el avión fue detenido por órdenes del Departamento de Estado norteamericano, en el aeropuerto de Rio Janeiro y devuelto a Madrid.

Sostiene Yofre que Perón habría dicho a su médico urólogo español Puigvert, que él volvía a la Argentina para terminar con la infiltración izquierdista.  En el mismo sentido, cuenta que en el vuelo de retorno al país, Perón conversa con la esposa de Aníbal Demarco, empresario del entorno de Isabelita y López Rega y ministro de Bienestar Social a fines de 1975. Y cuando ella destacó la importancia del regreso como  culminación de un reclamo de su pueblo, Perón habría replicado: “el que quiere que yo vuelva es EEUU para terminar con el comunismo en América Latina”.  

Claro que no era soplar y hacer botellas. Sino un proceso complejo y lleno de contradicciones, donde jugaron todas las fuerzas de la sociedad: partidos burgueses, fuerzas armadas, burocracia sindical, empresariado, movimientos juveniles,  en un cuadro de crisis y rebelión popular cuyo curso era la preocupación fundamental de todos ellos.

Cámpora

En ese sentido, el trabajo de Abal Medina es más realista y minucioso. Hechos importantes son objeto de enfoques muy distintos en la visión de ambos autores. La corta presidencia de Cámpora, por ejemplo, es para Abal Medina un paso intermedio necesario para que Perón  llegue al gobierno en un cuadro político donde todavía se imponía la censura de las  FFAA contra una candidatura de Perón. Que su breve duración, renuncia y nuevo llamado a elecciones, estuvo pactado entre Perón y  Cámpora desde un inicio. Y que requirió de una “genial” ingeniería política, conducida por “El General”, para sortear prejuicios militares e intereses de todo tipo: empresariales, de los partidos políticos y dirigentes sindicales, una parte de los cuales – José Gelbard, Rogelio Coria – eran partidarios de admitir un gobierno peronista sin Perón. En ese cuadro, las organizaciones  político militares de la Juventud  Peronista -la Tendencia- cumplían una función de propaganda armada, que  apuntaba al desgaste de las fuerzas hostiles y anti peronistas de las Fuerzas Armadas. 

Para Yofre, en cambio, Perón está prácticamente arrepentido del nombramiento de Cámpora  para esa función. La visita de este a Madrid como presidente electo, habría estado plagada de desaires  de todo tipo por parte de Perón. Y un objetivo central de su “regreso” era poner orden en los desmanejos de su delegado y su ineficacia para encaminar el desorden creciente y la infiltración comunista en el nuevo régimen. Jorge Paladino -delegado de Perón, durante el exilio – cuenta  Yofre – dice en una entrevista con el Coronel Llamil Reston que “Perón viene al país a terminar con Cámpora”. En  la mencionada consulta con el urólogo Puigvert,  Perón le habría comentado: “No me queda otra solución que volver allá y poner las cosas en orden. Cámpora ha abierto las cárceles y ha infiltrado a los comunistas por todas partes”. En una entrevista con el periodista Armando Puente, el 12 de Junio de 1973. Perón le habría confesado que estaba preocupado “porque estos aventureros marxistas están entrando en el gobierno…este es un gobierno de putos y aventureros” 

Esta visión de Yofre tiene, seguramente, elementos muy reales, especialmente en materia del carácter derechista y antimarxista de Perón, con los que el autor coincide. Hay todo un desarrollo en el libro sobre la política de Perón hacia el golpe de Pinochet en Chile. El gobierno de Perón, refiere Yofre, envió una temprana adhesión – por vía clandestina, no pública – a la junta militar chilena. Se mencionan incluso testimonios que revelan que Perón opinaba que la frontera Chilena estaba asegurada porque la caída de Allende cerraba la única vía de escape para la guerrilla argentina. Esto coincidiendo, según Yofre, con los intentos en esos días de crear una internacional guerrillera del ERP con el FLN  de Bolivia, el MIR chileno y los Tupamaros de Uruguay.

Contradicciones y confluencias

La visión que habla de un operativo del castro comunismo para ganar el poder en la Argentina, es contradictoria con las caracterizaciones del propio Yofre, que se refiere a la buena recepción del golpe de Videla por parte del bloque soviético. O el relato en textos del mismo autor, sobre el fracaso de Mario Santucho y el ERP para conseguir apoyo de Cuba a la guerrilla argentina. Castro se habría negado, según Yofre, incluso a recibir al jefe guerrillero argentino y habría enviado a decir  que las acciones militares no tenían sentido en un país con un régimen democrático, que además había comenzado tratos financieros con Cuba.

Dicho esto, es útil ver cuáles son los rasgos comunes de los trabajos de Yofre y de Abal Medina. Básicamente, ambos desconocen el carácter revolucionario de las sublevaciones obreras y populares de la Argentina de la década del 70, con el Cordobazo como expresión más alta y más consciente. Yofre, se focaliza en el accionar de la guerrilla, como expresión de un operativo continental del castro comunismo, ignorando con ese recurso, el proceso de movilización histórico que protagonizaban las masas. Abal Medina, en cambio, no solo lo reconoce sino que destaca el desplazamiento político de masas del período hacia la izquierda y el clasismo. Pero su planteo –que compartía, dice, con Perón– es que ese movimiento amenazaba desbordar el control del peronismo y sus organizaciones políticas y gremiales y que debía re encuadrarse dentro del movimiento más general de la Revolución Nacional y su expresión en el operativo del regreso de Perón a la Argentina y al poder. Para Abal Medina –que luce el “prestigio” de ser el hermano del malogrado Fernando, ejecutor del Gral. Aramburu– las organizaciones armadas juegan un papel necesario y progresivo, bajo el control de Perón, desde el asesinato de Aramburu hasta el asesinato de Rucci, aunque él nunca las haya integrado. Eran la pata juvenil que convergiendo con la burocracia de la CGT y con los partidos patronales de “La Hora del Pueblo” debían culminar el triunfo de la Revolución Nacional. Y opina que efectivamente el triunfo se produjo con la concreción de la tercera presidencia de Perón. Un despropósito, claro, con solo ver el fracaso del gobierno Perón – Isabelita, antesala del golpe genocida del ’76. Para Yofre en cambio, el triunfo fue posterior y se produjo con la derrota a la subversión castro comunista, de la mano de la dictadura militar de Videla. 

De la “Juventud maravillosa” a los “infiltrados”

Una vez logrado el objetivo de entronizar a Perón en la Rosada, carecía de sentido para el Movimiento Peronista el accionar guerrillerista. Era un carozo en el zapato que complicaba la prédica de “unión nacional” del peronismo. Había que  neutralizarlo mediante la cooptación o, en su defecto,  mediante su destrucción física. El asesinato de Rucci – jefe de la CGT, elemento de la derecha de la burocracia  sindical, uno de los responsables de la masacre de Ezeiza y promotor de la caída de Cámpora – jugó como una provocación para justificar una escalada anti izquierdista de Perón que se recostó en la derecha y en la burocracia de la CGT. Produjo una reforma represiva del Código Penal, una Ley de Asociaciones Profesionales pro burocrática y la promoción de elementos criminales en la cúspide de la Policía, sentando la base de la conformación de la triple A y el ataque paramilitar directo contra la vanguardia de las luchas obreras y populares. 

Para Yofre, Perón había bajado el pulgar desde bastante antes. Menciona una declaración de Montoneros de abril de ’73, que reivindicaba los programas centro izquierdistas de La Falda y Huerta Grande y de la CGT de los Argentinos de 1968, y un discurso de Galimberti proponiendo la constitución de milicias populares. Refiere que, con ese motivo, en una reunión en Puerta de Hierro que Perón compartió con “dirigentes del peronismo” (¿?) Galimberti fue expulsado del Movimiento y comenzó la declinación del propio Abal Medina. Abal Medina, lo desmiente: esa reunión, dice, fue exclusivamente de elementos de la derecha ortodoxa del movimiento, y Perón, agrega, hizo la concesión de pedirle a Galimberti un paso al costado, pero que en breve lapso recompuso su relación con él. Sostiene, en cambio, que fue el asesinato de Rucci el que marcó el fin definitivo de su relación (y la de Perón) con las formaciones de la JP. 

Queda claro, como ya dijimos, que las llamadas “formaciones especiales”, guerrilleras, fueron totalmente funcionales a una operación de recomposición del poder de la burguesía mediante el apoyo al operativo Retorno de Perón y, en la misma medida, al desvío del curso de lucha de masas iniciada con el Cordobazo. La lucha por la primacía política en el gobierno de Cámpora y luego en el de Perón, condujo a un enfrentamiento a sangre y fuego con la burocracia sindical y la ortodoxia de derecha. Esto inspirado en la ilusión reaccionaria de marchar a la Liberación y a la Patria Socialista asociados a un sector de la burguesía nacional y  bajo la conducción de un líder militar burgués como Perón. 

Ezeiza, una divisoria de aguas

Estos enfoques divergentes, explican las diferentes interpretaciones de un hecho histórico decisivo como la masacre de Ezeiza. Abal Medina en “Conocer a Perón” sostiene que el choque y los enfrentamientos del 20 de junio del 73 en Ezeiza, donde se esperaba el aterrizaje del avión que traía a Perón de vuelta definitivamente al país, fueron provocados por una banda paramilitar de la derecha. Elementos criminales reclutados por el Coronel Osinde – mano derecha de Perón en seguridad –  a la que se sumaron matones de la burocracia sindical bajo el mando de Rucci y militantes del Comando de Organización de Alberto Brito Lima y Norma Kennedy. Ellos, sumando al propio Abal Medina, conformaban la Comisión Organizadora del acto. Este último afirma taxativamente que esa banda de elementos criminales protagonizó los hechos, orientada  por López Rega y contando con la negligencia del electo presidente Cámpora y el ministro del interior Esteban Righi, que subestimaron la situación, a pesar de las advertencias reiteradas en ese sentido – de Abal Medina entre otros – y no garantizaron la seguridad del acto con la policía. Yofre, en cambio, coloca la responsabilidad en la izquierda peronista y marxista. Sostiene en su libro, que según testimonios periodísticos de la época, desde muy temprano guerrilleros de la JP armados con metralletas, más grupos de izquierda y trotskistas, controlaban el territorio y protagonizaban tiroteos contra el palco defendido por los sectores ortodoxos.

Si en algo coinciden ambos autores, es en eximir de toda responsabilidad a Perón en la emboscada de Ezeiza. Uno, Abal Medina, con la teoría del “entorno”, propia de la izquierda peronista, con un Perón rodeado y engañado por la camarilla traidora de López Rega. Yofre, con la de la “infiltración” del régimen peronista por la izquierda  marxista. Es difícil imaginar que semejante operativo paramilitar, con muertos, torturados y heridos, el mismo día de su regreso a la Argentina, no estuviera controlado por Perón. Los sucesos posteriores demuestran que sí. Perón anunció, desde el día siguiente, con un duro discurso, una campaña contra la “infiltración”  atacando públicamente a los “enemigos emboscados” que pretenden copar el Movimiento y contra los “que va a tronar el escarmiento”. Yofre va más allá y dice que Perón traía escrito desde Madrid dicho discurso.

Conclusión

Con un enfoque conspirativo y reduccionista, Juan Bautista Yofre agregó este título a una larga lista de sus textos de propaganda antimarxista. El único interés del trabajo reside en algunas citas extraídas de archivos de servicios de informaciones. La idea que adelanta el título como “El Gran Secreto…” consiste en  que el Retorno de Perón y las elecciones de marzo de ‘73 fueron parte de una operación inspirada por EEUU y acordada con Perón, para terminar con el intento del castro comunismo de tomar el poder en países de Latino América’.  El aporte consiste en algunos testimonios de interlocutores de Perón que confirman que EEUU avaló y participó en el operativo político que culminó con su retorno desde el exilio y la reunificación de la burguesía y las FFAA tras la salida institucional mediante elecciones. Pero el reduccionismo  de Yofre a un simple esquema elemental de choque comunismo – anticomunismo en el escenario de la guerra fría entre bloques internacionales, deja de lado lo más importante: la complejidad y las particularidades de un proceso donde se jugó el destino de la dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse. La recomposición del régimen capitalista, sus partidos y sus sindicatos, y el fracaso y declinación definitiva de las organizaciones guerrilleras. Esto en el marco de la situación más revolucionaria que hayan experimentado las masas en Argentina y a las puertas del golpe militar más sangriento, que vino a abortar esa experiencia. Esta nota trata de tocar críticamente algunos de esos aspectos y rebatir a un autor como Yofre que alimenta, sobre la base de prejuicios, el discurso de la derecha de nuestro país.


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