1907-2023. La huelga de los inquilinos: la histórica y constante crisis habitacional

“Viva el hombre libre en el conventillo libre” (grito de protesta en 1907)

El mundo de fines del siglo XIX e inicios del XX fue marcado en Europa por un acelerado proceso de organización del movimiento obrero tanto sindical como políticamente. Argentina no será ajena a esta ola mundial.

Con la llegada de miles de inmigrantes, perseguidos por la necesidad económica y/o la represión de regímenes contrarrevolucionarios, que no solo traen la experiencia proletaria a un país que comienza a dar sus primeros pasos en la instalación de fábricas saliendo del labor artesanal. Sino también nuevas ideas, como son el anarquismo y el socialismo. En este contexto se desarrollará la huelga de los inquilinos. 

Condiciones de vida para aquellos años

A la precaria realidad de finales del 1800, con la nueva centuria las cosas empeoran. La ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, en pleno cambio a las industrias y el incremento poblacional se le suma la fiebre amarilla. “Entre 1895 y 1905 el crecimiento vegetativo de la Ciudad de Buenos Aires a un 52,5% y la migración total a un 65,5%. Porcentaje del cual 51,8% pertenece a no nativos. En 1900 se calcula el saldo migratorio en 50.485 personas y en 1907 la cifra prácticamente se duplica, cuando alcanza a 119.861 personas” (Bs As Histórica).

Según datos brindados por los primeros censos, la ciudad para aquellos tiempos contaba con 951.890 habitantes (un 30% de los más de 3.120.000 actuales). De los cuales 138.200 (más de 14,5%) sobrevivían en 2462 conventillos. 

Muchos de ellos, antiguas mansiones abandonadas por señoriales familias oligárquicas, huyendo de la fiebre amarilla. Ubicados principalmente en barrios del sur, como San Telmo, La Boca, Barracas, Constitución y Once. Las condiciones de vida eran (y siguen siendo) pésimas. Varias familias habitando una misma habitación (hacinamiento). Se calcula en un 89% las familias obreras que viven en una sola pieza, en los conventillos. Diminutas, sin luz, y utilizadas no solo para dormir, sino que se transformaban en talleres textiles, explotando condiciones de labor paupérrimas, conocidas como “cama caliente”. No tenían condiciones sanitarias: el Censo Municipal de 1904, detecta 559 casas sin baño. Y las demás tienen 2 o 3 baños colectivos para decenas de moradores. El Boletín del Departamento Nacional del Trabajo nos informan de un “conventillo tipo” que alberga en una casa a 22 familias con 118 personas, incluidos 20 niños en edad escolar.

“Desde finales del siglo XIX, los médicos sanitaristas, como Guillermo Rawson, habían llamado la atención acerca de las consecuencias en la población de las condiciones de vida en los conventillos: “de aquellas fétidas pocilgas, cuyo aire jamás se renueva y en cuyo ambiente se cultivan los gérmenes de las más terribles enfermedades, salen esas emanaciones. Se incorporan a la atmósfera circunvecina y son conducidas por ella tal vez hasta los lujosos palacios de los ricos” (Caras y Caretas, 28/09/2022). 

El faltante de propiedades, y la ausencia de normativas por parte del Estado, dan paso a la aparición de los primeros especuladores inmobiliarios. Familias acaudaladas, como por ejemplo los Bullrich y los Bencich (estos han regenteado hasta el día de hoy decenas de conventillos en La Boca y Barracas, amasando una gran fortuna), que se enriquecieron comprando casonas, dividiendo los ambientes, alquilando las habitaciones y multiplicando sus dividendos en altos números. Cuando se agotaron las viviendas desocupadas de la zona sur que habían adquirido a precios de ganga, realizaron algunas construcciones más ruines aún, para alquilar a los obreros. “Las ordenanzas municipales sobre higiene y limpieza fueron violadas completamente por los dueños de los conventillos” (“La clase trabajadora argentina” por Hobart Spalding). Cada conventillo, tenía un “reglamento interno” que regimentaba por completo la vida de las familias y era ejecutado por el “encargado” elegido por los dueños del inquilinato. Con cláusulas serias que podían llevar no solo a multas, sino al desalojo directo. Y el costo del alquiler era brutal: entre el 30 y 40% del salario obrero.

La huelga de las escobas

En agosto de 1907, mediante un decreto, el gobierno nacional de José Figueroa Alcorta anunció un aumento de impuestos sobre los propietarios para inicios del año próximo. Estos, antes de que entren en vigencia los descargan de inmediato en un fortísimo aumento de precios, de más del 30%, sobre los alquileres. 

Los inquilinos de un conventillo de la calle Ituzaingó de Barracas deciden en Asamblea iniciar una “huelga de no pago” de los alquileres, hasta que los patrones no vuelvan a bajar los mismos. 

Será el mes de septiembre momento en el cual más de 1000 inquilinos de los hoy reconocidos como AMBA (CABA y Gran Buenos Aires) se declaran en huelga. Rápidamente se expanden. En el pago del 1° de octubre el movimiento huelguístico ya está generalizado al 80% de los conventillos (más de 2000) que agrupan a casi el 13% de los habitantes de la Capital.  Y empezaron a ser seguidos en Rosario, Bahía Blanca, La Plata y Mar del Plata. 

Se organizan desde los inquilinatos mediante asambleas, eligiendo delegados y conformando la “Liga de Lucha contra los Altos Alquileres de Impuestos” compuesta por la Federación Obrera de la República Argentina (FORA) comandada por el anarquismo, y la socialista Unión General de Trabajadores (UGT). Quienes votan como pliego de reivindicaciones “Abolición de intermediarios contratistas. Rebajar el 30% de los alquileres vigentes. No podrá exigirse garantía de la pieza a ocupar, más que un mes adelantado. No podrá el propietario, en caso que se desocupara una pieza, alterar el precio del alquiler con la correspondiente rebaja al nuevo inquilino que la ocupará. No podrá impedir que ocupe las habitaciones que desearan todas aquellas familias que tengan hijos, por esta medida aleatoria a las necesidades del hogar proletario. No podrá ser demandado y por ende, desalojado ningún inquilino fuera que mediara la falta de pago. De acuerdo con el presente pliego de condiciones, los inquilinos más abajo declaramos que estamos dispuestos a hacer efectiva nuestra protesta en la forma que el comité ha acordado, hasta tanto el propietario no comunique su conformidad a la dirección del comité” (La Protesta, 04/10/1907). Hoja de reclamos que mantienen vigencia histórica. 

El método huelguístico adoptado por los comités de inquilinos de cada conventillo es parte del gran ascenso sindical que se venía desarrollando y que ese año culminará con tres huelgas generales. La de los ferroviarios, por ejemplo, planteará por primera vez la unidad de maquinistas con el resto de los trabajadores del riel en una acción de lucha común.

La huelga de inquilinos busca conscientemente y obtiene gran solidaridad obrera y popular. La mayoría de Buenos Aires simpatiza con esta lucha obrera. El gremio de los gastronómicos colabora en organizar ollas populares para sostener a las familias. El de los carreteros, se prestan a traslados de familias desalojadas, etc., etc.

Como respuesta, el gobierno oligarca alcortista responde al reclamo de los inquilinos con represión. Encabezado por el criminal Jefe de Policía, Ramón Falcón (que luego devendría en el que organizó la represión de la Semana Trágica en 1919 y que hasta el día de la fecha mantiene su nombre en una de las calles más extensas e importantes de CABA) desalojó a palazos y balazos. A modo de defensa, se valieron de fuentones de agua hirviendo y palos para hacerle frente a la policía. 

Como resultado, centenares de personas heridas, presos, deportados y un fallecido. El 22 de octubre de 1907 cae asesinado el joven anarquista Miguel Pepe, quien a sus jóvenes 15 años de edad se había convertido en uno de los más activos oradores. “Barramos con las escobas las injusticias de este mundo” se le escuchaba decir. Hacía referencia a las manifestaciones y piquetes de mujeres y de niños con escobas que recorrían La Boca para evitar los desalojos. En el sepelio de Pepe, su cajón fue llevado a pulso por las mujeres, que se iban turnando desde Barracas hasta Chacarita, recibiendo solidaridad popular en su trayecto y diferentes represiones o provocaciones.

En los inquilinatos mejor organizados, la huelga se mantuvo firme y lograron su objetivo total o parcialmente. En otros fueron violentamente desalojados o tuvieron que aceptar la derrota y pagar los aumentos. Pero pocos años más tarde, sobre la base de nuevos preparativos de movilización de los inquilinos el parlamento votó leyes que limitaban la prepotencia patronal (contratos de alquiler, etc.).

Hacia mediados de diciembre la huelga se había terminado. Quedó como un ejemplo internacional para los trabajadores de organización y lucha independiente de los inquilinos. Al poco tiempo el movimiento se replicó en Uruguay. Y, hoy en día, en muchos países del mundo, hay poderosos movimientos de inquilinos luchando contra la explotación inmobiliaria.

A más de un siglo, nada ha cambiado

Hoy a 116 años de la huelga de los inquilinos, muchos de los reclamos obreros de inicios de 1900 se asemejan a la actualidad. Encabezando y levantando las banderas se posicionaban las mujeres laburantes, como hoy lo hacen las compañeras del movimiento piquetero. 

Se violan controles y leyes en defensa de los inquilinos. A la par la crisis habitacional se profundiza, marcada por centenares de familias trabajadoras expulsadas de los centros urbanos. Alojados en casillas derruidas, conventillos, villas y asentamientos. Donde el hacinamiento es moneda corriente.

En pleno siglo XXI, gobiernos que disfrazan su discurso de progresista o explotando el mensaje de derecha de los Milei quieren -al mejor estilo Ramón Flacón- valiéndose de infantería o tercerizando con matones a sueldo, desalojar casas y terrenos a pedido de las inmobiliarias. Tanto Axel Kicillof (Unión por la Patria-PJ) en la Provincia de Buenos Aires como Horacio Rodriguez Larreta (Juntos por el Cambio) en la Ciudad de Buenos Aires, sin distinción ni grieta. Como botón de muestra está la represión y expulsión de familias en Guernica. Con topadoras, balas de goma y gases lacrimógenos de la policía bonaerense de Sergio Berni, el 29 de octubre de 2020.

La ley de alquileres hoy

La actual ley de alquileres 27.551,  nuevamente en debate en el Congreso Nacional, fija aumentos anuales a partir del Índice para contratos de Locación (ICL). Resultante de un cálculo sacado de la variación mensual del Índice de Precios (IPC) la inflación, y la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE), cifras de rentas fijadas por el Banco Central de la República Argentina que solo toma en cuenta en el cálculo los aumentos de los trabajadores registrados, no los muy inferiores de los tercerizados y en negro. Con esta ley los precios de las rentas se han incrementado más que el aumento del costo de vida. 

Un informe redactado por la Universidad de San Andrés (UDESA) explica que solo el 5% de las ofertas de alquiler son de modalidad tradicional (tres años de contrato y en pesos). En su gran mayoría se han pasado a los temporales. Conocidos como Airbnbs, explotados mayoritariamente en el rubro turístico, pactado en moneda dólar norteamericano. Desarrollo dado el auge del turismo por la baratura devaluatoria de los precios argentinos. ”Según el análisis, los precios por metro cuadrado interanuales de alquileres de departamentos en el AMBA subieron un 194,4% en departamentos impulsados por los aumentos en Ciudad de Buenos Aires y Zona Norte del GBA, y las casas ascendieron un 152% sobre todo por el empuje detectado en todas las zonas” (Infobae, 04/07). De este modo alquilar un departamento de 1 ambiente oscila los $100.000 y uno de dos por encima de las 150 lucas. Sin contar las expensas, que suman entre 20 y 40 mil pesos. Mientras el salario mínimo vital y móvil es de $112.500, la jubilación básica $73.665 y el Potenciar Trabajo $52.750. Las cifras hablan por sí solas, a la hora de analizar la expulsión de las familias trabajadoras de la Ciudad.

Sumando los costos de garantía, el mes de adelanto y el valor del servicio de mudanza, actualmente la independencia habitacional para jóvenes trabajadores o el cambio de vivienda para una pequeña familia no baja de los $400.000 en CABA. Precios similares pueden visualizarse en los primeros cordones del conurbano bonaerense, Rosario, Mendoza, Mar del Plata, La Plata y Córdoba capital.  

Tanto la ley de alquileres actual como la anterior son duros golpes a los bolsillos de las familias trabajadoras. El debate legislativo anticipa que la batuta la van a seguir teniendo las inmobiliarias y los especuladores. Por parte del macrismo, presentan un proyecto, encabezado por la ex gobernadora Vidal. Donde proponen volver a la modalidad antigua, donde la cámara empresaria inmobiliaria era libre de fijar el aumento. Como en 1907. El peronismo está “negociando” la reforma: habría aceptado reducir los contratos por 3 años a 2. Massa ha declarado que la crisis de los alquileres se debe a la mala ley votada años antes.

Una salida obrera y socialista

Mientras sigan gobernando los políticos capitalistas (sean peronistas, kirchneristas, radicales, macristas o mileistas) seguirán creciendo las riquezas de los especuladores inmobiliarios a expensas del empeoramiento de la crisis habitacional.

“No es solución de la cuestión de la vivienda la que resolverá al mismo tiempo la cuestión social, sino recién al resolver esta, o sea al abolir el sistema de producción capitalista se hace factible también la solución del problema de la vivienda” (Contribución al Problema de la Vivienda, Federico Engels, 1873).
La salida está en manos de los trabajadores. Hay centenares de miles de viviendas que no se ofrecen en alquiler al pueblo trabajador. Son usadas como resguardos de valor por sectores burgueses. En CABA, la oferta de alquileres retrocedió entre un 35% y 40% en los últimos dos años, y, en la actualidad, llega apenas a los 5.442 departamentos, habiendo barrios donde la oferta es nula. Proponemos la aplicación de un impuesto progresivo y permanente a la vivienda ociosa y a los pulpos inmobiliarios, lo cual incrementaría la oferta de alquileres. A su vez, ese dinero debe ser utilizado para construir -bajo control de los vecinos- vivienda popular en los terrenos ociosos y fiscales, empleando mano de obra desocupada bajo convenio. Al mismo tiempo, es necesaria la universalización del crédito hipotecario, a tasa cero y con cuotas que no superen el 10% del ingreso del hogar. Prohibición de desalojos. No a las reformas reaccionarias a la ley de alquileres. Pongamos a la orden del día, el programa de la huelga de alquileres de 1907. La burocracia sindical de la CGT hace de ciega y sorda frente a la grave realidad social de la vivienda obrera. La lucha de los inquilinos debe ser la lucha de toda la clase obrera y los explotados. Un mismo enemigo: la derrota de los planes de ajustes del FMI, Milei, Bullrich y Massa.


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