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Los últimos dos años de Lenin y la batalla política contra la burocracia

Como en el caso de cualquier otro gran personaje político de la historia, los obituarios, los homenajes e incluso las prematuras biografías que se realizan ante su fallecimiento, no son más que balances y batallas políticas que se libran sobre la memoria del fallecido. Algunos buscarán legitimarse e intentarán alinear la última voluntad del jefe como medio para justificar su sucesión. Para hacerlo es fundamental reconstruir su último pensamiento, su alineamiento interno e incluso las precisas instrucciones que el propio líder delineó.

En el caso de la muerte de Lenin, el stalinismo y la camarilla burocrática al frente del poder estatal y la dirección del Partido se encargaron de impulsar una sinigual operación política que inició mucho antes de que Lenin muriera el 21 de enero de 1924. La enfermedad que sufrió por más de dos años antes de morir, oficialmente definida como aterosclerosis, hizo que la salud de Lenin empeorara considerablemente y con ella sus posibilidades de actuar políticamente. Sin embargo, a lo largo de sus últimos dos años de vida dio una implacable batalla política que se orientó directamente contra la camarilla que se estaba enquistando en la cúspide del partido y el Estado.  

Consciente de la voluntad política de Lenin, la troika (Stalin, Zinoviev y Kamenev) no solo se encargó de ocultar información al líder bolchevique, sino que incluso intentó manipular las palabras que este dictó a diario a sus propias secretarias. Los planteos de Lenin, tanto en sus notas como en el Testamento Político, fueron celosamente ocultados hasta que finalmente, en 1956, tras la muerte de Stalin, la burocracia encabezada por Nikita Khrushchev los hizo públicos en el marco del XX Congreso del PCUS.

El último congreso de Lenin

Ya desde fines de 1921, el estado de salud de Lenin limitó considerablemente su intervención política. La enfermedad llegó en un punto decisivo de la existencia de la joven dictadura proletaria: la aplicación de la Nueva Política Económica (NEP), en un contexto de agotamiento y crisis después de 3 años de guerra imperialista y 4 años más de guerra civil imperialista. Lenin debía batallar al interior del partido para poder convencer a dirigentes y militantes sobre la necesidad de emprender cierta liberalización comercial, el incentivo a los sectores más dinámicos de la economía agrícola con la anulación de la requisa de granos y la búsqueda de acuerdos comerciales con las potencias europeas. Ciertos sectores entendían que era el fin del joven ciclo socialista, mientras que otros fantaseaban con que esa “desregulación” era una puerta que se abría para la caída del régimen político y el aún débil sistema económico.

Si bien esta política había sido definida en el X Congreso partidario, en marzo de 1921, los meses pasaban y la falta de resultados auspiciosos no hacían más que profundizar cierta confusión generalizada en el partido. En marzo-abril de 1922, Lenin dio el informe inicial del XI Congreso. El objetivo era persuadir a los cuadros dirigentes y a la militancia partidaria sobre la importancia de la NEP. Se destacaron algunos modestos progresos, pero se remarcó que aún quedaba mucho por hacer, la economía rusa estaba aún muy por detrás de las métricas previas a 1914. No era un capricho, la vida de la dictadura obrera dependía de poder transitar ese recorrido político-económico, y para eso se apelaba al mayor compromiso de las filas partidarias. Fue el último congreso en el que participó Lenin ya enfermo. Sus intervenciones fueron más bien acotadas, limitándose al informe de inicio y las palabras de cierre.

A pocos días de terminar el congreso, Lenin ingresó al quirófano para ser operado. Debían extraerle una bala que estaba alojada en su cuerpo desde hacía casi cuatro años, tras el atentado ejecutado por la socialista revolucionaria Nora Kaplan en agosto de 1918. A poco más de un mes de la operación, el 26 mayo de 1922 Lenin sufrió un accidente cerebrovascular que lo dejó parcialmente hemipléjico: parálisis en la mano y en la pierna derechas, sumado a dificultades para hablar. El reposo indicado lo alejará completamente de los asuntos políticos y de la dirección partidaria, durante más de cuatro meses. Este fue un momento decisivo en la historia del partido y la flamante dictadura proletaria. Por primera vez, el aparato del partido (en ascenso desde hacía tiempo) se vio a sí mismo como algo más que un ejecutor de las decisiones políticas, liberado a su vez del celoso control de Lenin. La camarilla entendió que desde ahora podía tener las manos libres para impulsar su ascenso político definitivo, el cual se correspondía con la emergencia de la burocracia estatal.

La batalla política de Lenin

Los peligros de la NEP, relacionados a la liberación económica y la promoción de la producción (y especulación) campesina y comercial, se combinaron con una serie de elementos de arrastre del “comunismo de guerra” y el fin de la guerra civil, que van desde la desmovilización del poderoso Ejército Rojo, la instauración de un régimen militar en las oficinas del Estado y el evidente debilitamiento de la industria y la consecuente falta de participación obrera en la vida política soviética. La burocracia estatal progresaba en sus posiciones políticas y las decisiones de la dictadura proletaria.

El Estado dirigía al partido, la burocracia estatal sometía a los comunistas, así lo entendían tanto Lenin como Trotsky. Sin embargo, durante la mayor parte de 1922, Lenin identificó el problema burocrático centralmente en el plano estatal, pudiendo crear esta burocracia presiones y desviaciones en el partido, pero no siendo un problema en sí mismo del funcionamiento partidario. Dirigentes como Preobrazhensky y otros miembros de la oposición denunciaban el crecimiento del aparato, la camarilla y la dirección burocrática del partido, corporizada en la troika (Stalin, Zinoviev y Kamenev). Trotsky pronto advirtió este mismo problema, y en tiempo real pudo identificar las razones del mismo. Como veremos, la visión de Lenin se fue modificando en los pocos meses que van desde su vuelta al trabajo a su última y definitiva postración. La denuncia de Lenin ya no será solo a la burocracia del Estado, sino al ascenso de la burocracia partidaria que crecía a su espalda.

Tres son las discusiones centrales que condensan la batalla política que Lenin libró contra la burocracia stalinista. Si bien las tres se dieron en un plazo de tiempo lo suficientemente acotado, estando relacionadas entre sí, cabe resaltar que el contenido de la polémica fue evolucionando hacia la más férrea e intransigente oposición de Lenin contra la camarilla.

En un primer momento, al volver al trabajo político, Lenin descubrió que, en su ausencia, el Buró Político, encabezado por el secretario general Stalin, impulsó una serie de derogaciones del monopolio del comercio exterior. Meses atrás, Lenin había tenido una fuerte discusión con Bujarin, quien creía en la necesidad de derogar el monopolio estatal del comercio exterior, en sintonía con las aperturas comerciales que debía profundizar la NEP. Lenin creía que el carácter monopólico era una de las pocas y más decisivas herramientas que tenía el Estado obrero en el marco de las audaces políticas aperturistas del comercio, constituyéndose en una de las principales garantías para sostener la planificación centralizada de la economía.

Así, Lenin pudo reabrir la discusión en una reunión extraordinaria del Comité Central, solicitando que Trotsky traslade su posición, la cual resultaba coincidente en su totalidad con el ex jefe del Ejército Rojo. Trotsky comenta en “Mi Vida” cómo Lenin celebró el triunfo que se obtuvo en el CC como la primera de una serie de nuevas victorias. El gran derrotado fue Stalin, quien había salido en defensa del prestigioso economista bolchevique Bujarin. Para su mayor vergüenza, Stalin tuvo que leer frente al resto del comité la carta en que Lenin autorizaba a Trotsky a defender su planteo.

La confianza que Lenin tenía en la camarilla que se encontraba al frente del Buró Político, la famosa troika que gobernaba el partido, se resquebrajó. Si bien fue él quien dio a Stalin el lugar de secretario general del partido (sin tener a priori ningún valor especial este puesto), al final de su vida se arrepintió de esta designación. La discusión sobre el problema de Georgia, que enfrentaba a los dirigentes comunistas locales con el comisario para las Nacionalidades, Stalin, y a su lugarteniente Ordzhonikidze, implicó un cambio de actitud para el propio Lenin.

El conflicto giraba en torno a la imposición de una federación común para las naciones caucásicas, es decir la integración de Georgia con Azerbaiyán y Armenia. La dirección comunista georgiana no aceptaba esta política, recibiendo una dura réplica por parte de Stalin, que en nombre de Moscú desconocía la voluntad de la nación caucásica, e impuso las resoluciones moscovitas con la imposibilidad georgiana de hacer públicas sus divergencias. Una vez más, como en tiempos del zarismo, la Rusia dirigida por el (paradójicamente) georgiano Stalin se manifestaba como un vil opresor de las nacionalidades periféricas, de las nacientes repúblicas soviéticas. Estos eventos ocurrieron en el primer y prolongado reposo que vivió Lenin.

Al tomar conocimiento de los hechos que le habían sido ocultados por el Buró Político, Lenin cambió de posición tras haber apoyado decididamente las resoluciones del Comisariato de las Nacionalidades, aunque en todo momento rechazaba las “formas” del georgiano. La desconfianza hacia Stalin y la camarilla era tal que decidió impulsar una investigación independiente en el mes de diciembre de 1922. Solicitó a sus secretarias una serie de líneas de investigación que serían de diversa manera obstaculizadas por la troika. De igual modo, Lenin tomó conocimiento de los excesos impartidos frente a los georgianos y los desplazamientos que sufrieron los comunistas caucásicos, todo por la férrea autoridad de Moscú. Se espantó por este accionar “gran ruso” del partido, una deformación absoluta del histórico programa bolchevique.

La batalla política de Lenin se conforma en un tercer aspecto, enfocado ahora sí a partir de una mayor consciencia sobre la envergadura del problema burocrático. Esta deformación no es sólo un problema estatal, sino que el Partido ya reúne suficientes elementos para afirmar que se viene consolidando una camarilla burocrática en su dirección. Su última lucha fue por reformar el régimen partidario, tras una férrea crítica al comisariato de Inspección Obrera y Campesina (Rabkin) conducido por Stalin. Este órgano debía controlar y corregir los problemas de las instituciones soviéticas, sin embargo, parecía profundizarlos. Lenin entendió que este comisariato se consolidó como un nutrido aparato de más de doce mil funcionarios que “no goza en la actualidad de la menor autoridad. Todos saben que no hay instituciones peor organizadas que las de nuestra Inspección Obrera y Campesina, y que en las condiciones actuales nada podemos esperar de este comisariato del pueblo.” (Lenin, Obras Completas XXXVI, Pág. 526). Sin rodeos, en el último artículo que publicó en el Pravda, titulado “Mejor poco, pero mejor” y fechado el 2 de marzo de 1923, afirmó que “tenemos burócratas, no solo en las instituciones soviéticas, sino también en las del partido.” (Ídem, Pág. 530). El ataque, sin contemplaciones, estuvo dirigido contra Stalin.

Su propuesta final incluyó entonces una reforma integral del régimen del partido, que buscaba ampliar el número de miembros del CC y regularizar sus reuniones, como medio para limitar la concentración de poder de la camarilla que se había apoderado del Buró Político. Al mismo tiempo, promovía la intervención de obreros y campesinos en las instituciones estatales de control, como el Rabkin, como forma de reemplazar al personal administrativo.

Despejar el camino: bloque político, sucesión y testamento

Los últimos días de diciembre de 1922 y los primeros de 1923 encontraron a Lenin entusiasmado por impulsar lo que terminaría siendo su última batalla política. Los tres ejes antes mencionados ocuparon su limitado tiempo, el progreso de la enfermedad lo condicionó a un breve dictado diario de notas a sus secretarias. Sin embargo, el líder bolchevique era consciente de que sus fuerzas se estaban agotando, es por eso que trató de desandar un camino y un liderazgo que fuera recorrido por otros cuadros del partido.

La alianza con Trotsky, a la luz de los documentos publicados con posterioridad, tenía una enorme importancia para Lenin. No solo unificó una posición sobre el punto del Monopolio del Comercio Exterior, sino que le propuso impulsar un bloque político común frente al progreso de la camarilla burocrática (ver https://revistaedm.com/edm-23-08-06/1923-el-bloque-lenin-trotsky-contra-stalin-y-la-burocratizacion/). Este bloque implicaba trasladar las posiciones acordadas con Trotsky a las reuniones de dirección, y lo que resultaba aun más decisivo, llevar sus posiciones políticas al XII Congreso, el primero en contar con la ausencia de Lenin. El debate georgiano fue apuntado por Lenin como un eje crucial para desenvolver en el congreso, del mismo modo que las discusiones sobre los órganos de control de las instituciones estatales, es decir: desenvolver una crítica brutal sobre la camarilla. Este ataque frontal, con el explícito aval de Lenin, fue un arma que finalmente Trotsky decidió no desenfundar en ese Congreso.

Sobre la sucesión del liderazgo, y sin ser explícito al respecto cabe pensar que, a la luz de que fue el propio Lenin quién vetó al resto de los grandes dirigentes bolcheviques, Trotsky era pensado como el candidato ideal para sucederlo en el liderazgo del partido. Por un lado, Lenin insistió entre 1921 y 1922 al ofrecerle la vicepresidencia del Consejo de Comisarios del Pueblo, mientras que, por otro -tal vez lo más importante- fue consciente de la necesidad de allanar el camino político de Trotsky, resaltando las coincidencias en su última etapa y dándole a él la atribución de trasladar sus propias posiciones a los órganos de dirección. Un punto no menor para Trotsky fue que Lenin finalmente apoyara su postura de creación del GOSPLAN (comité encargado de la planificación económica de la industria soviética), política por la que habían tenido infinidad de discusiones en el pasado reciente.

El “Testamento Político” escrito por Lenin en las últimas semanas de vida consciente es un documento decisivo. Tan decisivo que terminó siendo escondido en un cofre de cinco llaves por la propia burocracia durante más de treinta años. Los pasajes redactados a fines de diciembre resaltan las características personales de los principales dirigentes bolcheviques, pasando por Trotsky, Stalin, Kamenev, Zinovieve, Bujarin y Piatakov. Más allá de las menciones, con las virtudes y defectos de cada uno, Lenin sabe que las dos grandes figuras que se disputarán el poder y la sucesión son Stalin y Trotsky. Su gran preocupación a lo largo de todo el testamento es el problema de la escisión partidaria, que encontraría irremediablemente a estos dos bolcheviques como los líderes de dos tendencias distintas.

En esta primera parte, eleva a Trotsky al plano de “hombre más capaz del actual CC” (Lenin, “Testamento”), pero lo hace de forma cuidadosa, temiendo perturbar el equilibrio interno del partido, lo que podría generar una escisión no deseada. Pocos días después, el 4 de enero amplía su testamento, señalando que“Stalin es demasiado brusco, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de Secretario General. Por eso propongo a los camaradas que piensen la forma de pasar a Stalin a otro puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que se diferencie del camarada Stalin en todos los demás aspectos solo por una ventaja, a saber: que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etc.” (Lenin, “Testamento”, Pág. 14).

Días antes existió un incidente con Stalin, a partir del maltrato que el georgiano tuvo en una oportunidad con la esposa de Lenin, Nadia Krupskaya. La brusquedad de Stalin devino del temor existente frente a las sospechas del accionar y las acusaciones crecientes de Lenin, esto lo puso en la necesidad de neutralizar al máximo al postrado líder. Existían incluso sospechas hacia la propia Nadia. En un clima de control sobre la actividad y el entorno de Lenin, ¿quiénes daban verdaderamente las indicaciones médicas del paciente? Las recomendaciones de reducir al máximo el dictado de notas parecían venir más de la troika que de la ciencia médica.

Ahora bien, reconociendo que Lenin rompió con Stalin en los últimos días de su vida, no cabe concluir que fue por estas razones que impugnó al secretario general de su puesto y exigió su remplazo. Fueron razones de tipo absolutamente político, el pleno reconocimiento del carácter burocrático de la camarilla gobernante, las que lo llevaron a realizar este agregado al testamento, siendo consciente del peso que tendría su lectura en el XII Congreso. El testamento fue leído en el CC y lógicamente la camarilla decidió no incluirlo como material a discutir en el congreso.

Postración definitiva, muerte de Lenin y nacimiento del relato stalinista

Lenin sufrió un nuevo y fatal ataque el 7 de marzo de 1923, a poco de realizarse el XII Congreso, al que ya sabía que no podría concurrir. Después de décadas de un intenso trabajo político, de la construcción de partido, de lucha revolucionaria y de la creación nada más ni nada menos que del primer Estado obrero, el cuerpo de Lenin dijo basta.

Trotsky tenía la esperanza de que una vez más el líder bolchevique se recuperase, saliera de la habitación de servicio del Kremlin y dirigiera nuevos debates en las reuniones del Comité Central. Que se pronunciara en el próximo congreso y convenciera a todo un auditorio de dar una lucha final contra la burocracia enquistada en el comunismo soviético. Mientras tanto, la troika rezaba para que ese cuerpo nunca pudiera levantarse, ni escribir una sola nota. Sabía que la palabra de Lenin tendría un valor enorme por varias décadas, así que se disponía a archivar cualquier documento que resultara comprometedor. Deberán negociar con Trotsky, mostrarse contemplativos a sus puntos de interés: el GOSPLAN y cierta voluntad de reforma en el régimen de partido. Trotsky era libre a la hora de plantear sus puntos de vista, sin interrupción ni discusión de la camarilla. Stalin y compañía no recibieron el ataque que Lenin había preparado, y que había encomendado a Trotsky.

En el congreso, las críticas de la oposición a la camarilla crecen, la protesta georgiana se hace sentir. En un contexto de desplazamiento de viejos cuadros bolcheviques y de su reemplazo por dirigentes adictos, de nuevos métodos de persecución y delación de los opositores, los oradores de la Oposición asumen la lucha. Entre ellos, 46 prestigiosos bolcheviques rechazan el régimen burocrático del partido y piden su apertura para poder discutir una serie de correcciones económicas. En Moscú, un sector importante tanto de la juventud como de los círculos obreros desconfían y se manifiestan contra la troika. Trotsky decide responder públicamente a la burocracia, en el famoso debate del Nuevo Curso que lo ubica como líder indiscutido de la oposición.

Lenin no despertó más, falleció el 21 de enero de 1924. Para ese momento Trotsky era el mayor enemigo público de la burocracia stalinista. La muerte de Lenin y la manipulación de la burocracia no solo hicieron una demagógica política de “culto al líder”, que Lenin jamás hubiese permitido, sino que también dio lugar al nacimiento de un relato “leninista” que de ahora en más tendría un vocero oficial: Stalin. Llegó el momento de crear el relato sobre Lenin, que partía de una indiscutible línea de continuidad entre este y Stalin. Resaltando que Stalin siempre fue la mano derecha de Lenin. Que fue su cómplice. Negando la última gran batalla y la última voluntad de Lenin, dirigida contra el propio Stalin.

A partir de ese momento todo lo que fuera opositor a Stalin sería tildado de “antileninista”. El stalinismo fue un responsable decisivo de la derrota de la Revolución alemana en 1923, y cínicamente se encargó de inaugurar un nuevo curso internacional denominado “bolchevización leninista”, en su nombre se aplastará a todo opositor del Buró Político moscovita. El stalinismo será la nueva ideología que representará los intereses de la burocracia contra las tendencias revolucionarias soviéticas e internacionales. El trotskismo será el principal perseguido, pero pronto los antiguos aliados de Stalin serán igualmente enjuiciados, incluidos los propios Zinoviev y Kamenev.


Bibliografìa:

Broué, P. (2007). El Partido Bolchevique. Alternativa.

Lenin, V. (1971) Obras Completas (tomo XXXVI). Cartago.

Lenin, V. (2011). Testamento Político y Diario de las Secretarias de Lenin. Anagrama.

Lewin, M. (1970) El último combate de Lenin. Lumen.

Montero, H. (2009). Por qué Stalin derrotó a Trotsky. Sudestada.

Trotsky, L. (2014). La revolución traicionada y otros escritos. IPC.

Trotsky, L. (1990). Mi Vida. Antídoto.

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