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La oprobiosa situación en que se encuentra la mujer israelí

Una “democracia” racista, teocrática y patriarcal

Es indudable que a esta altura de los acontecimientos, la masacre sufrida por el pueblo palestino es inocultable. Un hecho tan lapidario como el asesinato por parte del ejército israelí de 30.000 palestinos (en gran parte niños) no admite ninguna refutación, aunque pretenda ser justificado por parte del aparato propagandístico imperialista y sionista. No obstante, resulta relevante hacer mención y denunciar diversos aspectos que pongan negro sobre blanco al sistema racista que rige la vida social y política del Estado sionista.

La educación israelí

Nurit Pelhet Elhanan es profesora de lengua y semiótica social en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en el Colegio Académico David Yellen y activista israelí no sionista por los derechos palestinos y los derechos humanos. Es además hija del General Matti Pelhet, quien luego de haber participado en las guerras de 1948 y 1967 se convirtió al pacifismo y activismo por los derechos palestinos. Nurit denuncia que la educación israelí está diseñada para que los alumnos “sean soldados y teman a los palestinos”.Con tal finalidad es usual que militares visiten las escuelas para promover un futuro militar en la conciencia de los niños. Agrega que “es un proyecto racista y colonial contra los palestinos que apoya a Israel como una etnocracia, un Estado gobernado por un grupo étnico dominante” y sostiene que venden a Israel como una democracia a proteger. Denuncia que hay libros de textos escolares que “muestran una tabla en la que dice como se multiplican los beduinos y los árabes, como si fueran especies no humanas de animales”. De esta manera se induce a la eliminación física de los árabes, dado que se los considera un enemigo interno. Y peor aun, se considera que el mal de los árabes está en la sangre. Consecuentemente con esto los libros de texto borran la historia de Palestina y sancionan con la pérdida de subvenciones a las escuelas palestinas que recuerden a la Nakba como una tragedia, ya que la masacre y expulsión de cerca de un millón de palestinos en 1948 es considerada por el Estado sionista como un acontecimiento glorioso recordado y conmemorado como el día de la independencia (en ese sentido, en 2011 se sancionó una ley que así lo determina).

El Estado de Israel ha “israelizado” las escuelas árabes en territorio israelí. Para hacerlo y vencer la resistencia a cumplir con esa disposición, han extorsionado a las autoridades de esas instituciones amenazando con desfinanciarlas. Cabe señalar, no obstante, que hay un antecedente de resistencia a ese propósito que fue la gran huelga estudiantil palestina en 1967, luego de la ocupación israelí de Gaza y Cisjordania, huelga que retrasó el proceso que finalmente fue impuesto sobre la base de una gran represión.

Racismo y segregación

La sola circunstancia de que Gaza y Cisjordania sean cárceles a cielo abierto, campos de concentración o guetos donde los palestinos son privados de agua potable y sometidos a una persecución sistemática podría eximirnos de poner en evidencia otros aspectos que revelan la naturaleza racista del Estado de Israel. Con todo, no está de más reforzar con más denuncias la realidad dramática por la que atraviesan los palestinos y el verdadero rostro del Estado sionista. La profesora a la que hemos hecho mención denuncia que el ejército israelí ha estado persiguiendo niños de cinco años, quienes son “arrojados a tribunales militares y prisiones”. Y continúa denunciando que “a los palestinos no les permiten trabajar en Israel”, condenándolos al hambre. Para dar otro ejemplo lapidario acerca del racismo y desprecio por la vida del pueblo palestino, agrega que el general Benny Gantz ha manifestado que “se enorgullece de haber matado en 2014 a 2000 palestinos (560 niños)”.

Un dato de importancia es que la elite gobernante israelí está constituida por judíos europeos, blancos, y que los judíos etíopes de piel oscura son tan discriminados como los palestinos o los drusos (pueblo de origen sirio-libanés). Y nos da un ejemplo de esa desigualdad relatando que un niño judío etíope de cuatro años fue atropellado por un médico blanco, quien fue absuelto de su delito con una gran celeridad, sin que la familia del niño pudiera interponer ninguna defensa.

En Israel existen al menos 65 leyes discriminatorias contra los árabes y palestinos. Amjad Iraqi, editor de la revista 972 y analista del Centro Editor Al-Shabaku denuncia que especialmente a partir de 2009, es decir, a partir de Netanyahu, se ha incrementado la persecución a los árabes, incluso de ciudadanía israelí.

En 2003 se sancionó una ley de ciudadanía y entrada a Israel que impide que cónyuges de ciudadanos israelíes cuyo origen sea sirio, libanes, iraquí, iraní o palestino pueda adquirir la ciudadanía israelí, lo cual conlleva la mudanza a Gaza o Cisjordania, bajo condiciones de vida inhumanas. La Corte Suprema israelí la declaró constitucional.

En 1950 se sancionó la ley de retorno mediante la cual cualquier judío de cualquier parte del mundo que emigre a Israel obtiene la ciudadanía. Así han llenado de colonos, a quienes se provee de armamento y se los usa como fuerza de choque y provocación contra los palestinos. Al contrario, los palestinos expulsados de su tierra en 1948, y aun antes, tienen prohibido el retorno a su tierra de origen.

En 2018 se sancionó la Ley de Estado-nación que declara a Israel como Estado-nación del pueblo judío, con rango constitucional. Esto ratifica como Estado racista a Israel en forma definitiva.

En 1960 se sancionó la ley de tierras (el 95% son estatales), cuya característica es que el Estado israelí da prioridad en la entrega de tierras y viviendas a los judíos. El Fondo Nacional Judío establece que sus propiedades pueden ser alquiladas por judíos. En 2011 se constituyeron Comités de Admisión cuya función es discriminar a quienes alquilan viviendas para vivir. La legislación descripta deja claro que en ese sentido la selección afecta a los palestinos.

La lucha del pueblo palestino es en consecuencia una acción legitima a la que hay que respaldar de todas las formas posibles para que triunfe sobre los racistas y genocidas sionistas.

Israel, la desigualdad entre mujeres y hombres en un Estado terrorista, colonial y teocrático

En medio de la masacre y genocidio que se está desenvolviendo en la Franja de Gaza contra el pueblo palestino, los defensores del Estado sionista esgrimen la superioridad de Israel en materia de derechos de las mujeres, incluso alardeando respecto de la igualdad de derechos en relación a los hombres. Desde luego que un Estado opresor no puede jamás ostentar semejante virtud, en la medida en que, en primer lugar, no solo oprime a la mujer palestina, sino que además la asesina, la priva de agua, de calefacción, de alimentos, bombardea sus viviendas y destruye sus hospitales. Sin embargo, tampoco las mujeres israelíes gozan de esos derechos que los apologistas del sionismo destacan.

De acuerdo a datos de 2023, proporcionados por Datos Macro.com, Israel tiene una brecha de género del 70,1% y está ubicado en el puesto 83 del ranking de la brecha de género que establece la diferencias entre hombres y mujeres en lo referente a recursos y oportunidades que contempla la situación de 155 países. Si bien estos datos son muy recientes, la desigualdad de género en Israel tiene larga data en sus 75 años de existencia. Por ejemplo, en un informe de Amnistía Internacional del 18 de mayo de 2000 se puntualiza “…el gobierno israelí no protege los derechos humanos de las mujeres” y denuncia que “han sido introducidas en Israel desde países de la antigua Unión Soviética mujeres para ser prostituidas”. El informe agrega que “les quitan el pasaporte y las subastan”. Cabe señalar que la prostitución en Israel está legalizada, es decir que el tráfico de mujeres y su esclavitud sexual cuenta con el amparo del Estado sionista. Es Global denunciaba el 30 de diciembre de 2011 que “ser mujer en Israel es difícil”. Hay segregación de sexos en ciertos autobuses y desde luego “hay segregación de las palestinas que viven en suelo israelí, a las gitanas (provenientes del este europeo), a quienes se las somete a la prostitución” como ya denunciara Amnistía internacional en 2000, a las tailandesas en condiciones de semi-esclavitud en el campo según informe de Workers Advice Center, y las etíopes. La superexplotación de trabajadoras y trabajadores rurales tailandeses en Israel aún se mantiene, y con ellos se reemplaza a trabajadores y trabajadoras rurales palestinos que por esta vía son discriminados y condenados a una mayor miseria. Human Rights Watch de principios de noviembre de 2023 dice que “Los trabajadores (y trabajadoras) tailandeses en Israel sufren salarios bajos, jornadas laborales excesivas y condiciones de trabajo peligrosas. En un informe de Forum Daily se denuncia que en 2016 había 12.000 personas involucradas en el negocio de la prostitución (4/3/2016). También, según el mismo informe “en 2010 más de 5000 africanas sufrieron violaciones al querer cruzar la frontera de Egipto con Israel. En 2011, luego de movilizaciones realizadas por movimientos feministas israelíes, Netanyahu reconoció que 200.000 mujeres y 600.000 niños habían sido en el último año víctimas de violencia física o sexual. Poco después el ex presidente israelí, Katsav, ingresaba en prisión acusado de ese delito. En 2020 el diario israelí Al Haaretz denunciaba que la violencia machista había aumentado un 25% durante 2020. Y cabe añadir que han aumentado la cantidad de asesinatos de mujeres por parte de sus hijos.

No es poca la brecha salarial entre hombres y mujeres en el Estado sionista. En efecto, según datos de Y.NET del 28/12/21 para el Instituto Van Leer la diferencia salarial entre hombres y mujeres es abismal. Mientras que durante ese año los hombres tenían un salario medio de 13.095 shekels, las mujeres tenían uno de 8.954.

En materia de derecho de familia, los tribunales civiles israelíes están subordinados a las autoridades de los tribunales religiosos de un marcado carácter patriarcal, especialmente en referencia a matrimonio y al divorcio. En ese aspecto la ley religiosa basada en los preceptos de la Torá defiende al hombre contra la mujer. Por ejemplo: mientras que el hombre puede convivir con otra mujer, aun no habiéndose sancionado el divorcio, la mujer que lo hace cae en la ilegalidad, y sus hijos son considerados bastardos, de acuerdo con un informe de la profesora Daphna Hacker del National Council of Jewish Woman de la Universidad de Tel Aviv. Cabe agregar que esto se extiende en lo que se refiere a la subordinación del derecho civil al religioso. Añadamos que el derecho al aborto en Israel está restringido a determinadas condiciones: que la mujer sea soltera, menor de dieciocho años, en caso de embarazo resultado de una relación incestuosa, si hubiera riesgo de la salud de la madre o inviabilidad fetal. Hasta 2022 las mujeres que deseaban interrumpir su embarazo debían enfrentar a un comité de trabajadoras sociales y especialistas, quienes las sometían a un interrogatorio invasivo y lesivo en términos psicológicos, pero a partir del año referido dicho interrogatorio subsiste aunque se realiza on-line. Es un control represivo estatal respecto al derecho al aborto, no respetándose la libre decisión de la mujer sobre su cuerpo. También, a partir de esa fecha se entregan medicamentos abortivos en las clínicas privadas, que se entregaban hasta hacía poco en hospitales públicos. Las mujeres adineradas pueden realizar su interrupción del embarazo en clínicas privadas, obviando el interrogatorio aun si no se cumplen las pautas para interrumpir el embarazo que acabamos de señalar. Esto, en un contexto en el que 2,6 millones de personas (27, 8% de la población israelí) viven por debajo de la línea de la pobreza, y un 20% cerca del límite de esa línea. Es el país de la OCDE con mayor tasa de pobreza. En ese cuadro, en el que la mujer es el sector más relegado en términos salariales, podemos decir que el acceso al aborto pago, sin restricciones, está reservado a una porción privilegiada de mujeres ricas. Cabe señalar que en la Palestina previa a la creación del Estado de Israel existía el derecho libre al aborto, y que uno de los fundadores del Estado sionista, David Ben-Gurión, fue quien impulsó su penalización, la cual fue levantada con las restricciones que hemos relatado algunas décadas después.

Es necesario realizar una reflexión a propósito de la cuestión que hemos descripto. La lucha de las mujeres israelíes por la defensa de sus derechos, por suprimir la naturaleza teocrática y machista del derecho de familia, por eliminar el comercio sexual esclavista y el crecimiento de los femicidios, en pos de la igualdad salarial entre hombres y mujeres, es incompatible con la misma existencia del Estado de Israel, en tanto Estado colonial y opresor que desenvuelve una limpieza étnica contra palestinas y palestinos. Por eso, la lucha de las mujeres israelíes debe unirse a la de las palestinas y palestinos contra el genocidio presente del Estado israelí y por una Palestina libre, única, laica y socialista.


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